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lv 101115Titular del Editorial de la Vanguardia, ayer

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Arrimadas, el Conde y la broma

Arrimadas

Hoy les adjunto las exposiciones de Inés Arrimadas como portavoz del grupo de Ciudadanos en el Parlamento Catalán, con motivo de los debates que se han producido los días 9 y 10 de noviembre, en torno a la propuesta de Resolución 1/IX del Parlamento de Cataluña, sobre el inicio del proceso político en Cataluña como consecuencia de los resultados electorales del 27 de septiembre de 2015 y sobre la investidura del candidato Artur Mas para Presidente de la Generalitat de Catalunya.

Impecable.

El Conde

Pero ayer también fue un día muy significativo por el editorial –reculante, ya no recurrente- de La Vanguardia, todo un monumento al cinismo del yo no he sido:

Déu meu que han fet! / ¡Dios mío que han hecho!

Les veremos aplaudiendo, una vez más, todo aquello que han diabolizado desde 2012. De hecho hoy ya aplauden, tratando de expulsar el miedo y la vergüenza del cuerpo y tratando de que la financiación, cualquiera que sea su nuevo origen, no falte.

Cuando el monte se quema, algo suyo se quema, sr. Conde, Grande de España.

La broma

Ayer vi a un Mas que, por si vienen mal dadas, trata de enviar el mensaje de que todo esto, si Madrit quiere, acabaría siendo una broma. Creo que tanto el editorial de ‘La Vanguardia’ -esa hoja parroquial de las fuerzas vivas- como la exposición de Baños le han zarandeado en su delictiva ensoñación hasta el punto de decidir que ja n’hi ha prouya hay bastante. Volvamos al amor, al negocio, a recoger las merecidas nueces del susto, que se han llevado.

Que todo quedaría, pues, en nada, si Madrit les provee, una vez más, de un diván convenientemente ‘actualizado’ en identidad, singularidades y diners. La historia se repetiría, por tanto, hasta la nueva movida del nogal.

Y como me lo temo desde hace tres años, por si acaso, voy a estar tan pendiente de la reacción del Gobierno ante este golpe como de su actuación -si se produjera, que se producirá- cuando llegue el momento de la vuelta de los ‘acomodadores’, esos terceristas corresponsables de que hasta aquí haya llegado la riada y que ya tienen preparado el nuevo catálogo 2016 de sofás para que los independentistas eligan modelo.

Hasta la próxima.

EQM

pd.- No se pierdan el texto de Arcadi, ut infra, sobre el editorial del Conde de Godó.

ines arrimadas 101115_3Inés Arrimadas [Ciudadanos], ayer, en el debate de investidura del candidato Artur Mas para Presidente de la Generalitat de Catalunya. twitter.com/@InesArrimadas.

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09 de noviembre de 2015. Inés Arrimada fija la posición de Ciudadanos ante la Propuesta de Resolución 1/IX del Parlamento de Cataluña, sobre el inicio del proceso político en Cataluña como consecuencia de los resultados electorales del 27 de septiembre de 2015.

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10 de noviembre de 2015. Primera intervención de Inés Arrimadas en el debate de investidura del candidato Artur Mas para Presidente de la Generalitat de Catalunya.

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10 de noviembre de 2015. Segunda intervención de Inés Arrimadas en el debate de investidura del candidato Artur Mas para Presidente de la Generalitat de Catalunya, replicando a Artur Mas.

Godó rectifica

Arcadi Espada en El Mundo, 101115.

El Conde de Godó manda publicar hoy un editorial que sería asombroso para cualquier persona que no estuviera al corriente de la doblez, la falta de escrúpulos y la permanente instalación de La Vanguardia en ese lugar donde la ética no puede hacerle el trabajo a la inteligencia ni viceversa. Hoy es el día de leer alguno de los impagables artículos de Luis de Galinsoga, la Historia de La Vanguardia, de Gaziel y Servitud de Puig i Ferreter. Solo con estas lecturas puede comprenderse en su totalidad cínica el editorial llamado Por la rectificación, como si no fuera con ellos.

En los últimos tres años La Vanguardia ha jugado un papel clave en la consolidación social del delirio independentista, otorgándole aquello que no podía adquirir desde ningún punto de vista, que es la respetabilidad política, económica y social. Por desgracia, es improbable que la sedición acabe con la exigencia de responsabilidades a todos los que la han hecho posible y el periódico volverá a irse de rositas como tantas otras veces en su historia, tan llena de indignidad. Pero, al menos, que este editorial sea señalado y pueda estudiarse en las escuelas de negocios y en las satrapías. Un editorial que, impasible el ademán, como otrora, incluye esta cara de piedra: «Quienes han auspiciado el error del 9 de noviembre deberían reflexionar urgentemente sobre ello y propiciar lo antes posible una inteligente rectificación».

Inteligente.

Leyendo el resto se aprecia con claridad que el editorialista no está pensando en sí mismo. La maniobra de rectificación es tan burda y tan ignara que no merecería mayor comentario, si no fuera, por cierto, la misma que ha puesto en marcha la prensa socialdemócrata. Y que consiste en asegurar que lo que está pasando en Cataluña, incluida la propia declaración de ayer, no estaba previsto en los programas electorales de los vencedores. La maniobra pretende salvar la cara al cliente, enrojecido por la vergüenza, si la tuviera, haciéndole creer que sigue siendo un hombre respetable, y que su voto a Junts pel putsch se ha visto traicionado. La cara del cliente y su propia cara, naturalmente, y en su cara más concretamente la concreta lengua sucia que lleva tres años lamiendo en cualquiera de sus formas subvencionadas a los inductores de esta catástrofe política.

No, y lo demostraré por enésima vez adjuntando el párrafo correspondiente del programa electoral de Junts:

«Una primera fase que comienza después del 27S con una declaración del inicio del proceso de independencia, con la creación de las estructuras de Estado necesarias desde un gobierno de concentración y el inicio del proceso constituyente de base social y popular. Posteriormente se procederá a la proclamación de la independencia, que supondrá la desconexión respecto del ordenamiento jurídico español vigente, y a la aprobación de la ley de transitoriedad jurídica y de la ley del proceso constituyente.»

Ni el presidente Mas ni el clérigo siniestro ni sus adolescentes están haciendo nada que no anunciaran que iban a hacer. Y si ahora lo están haciendo es, entre otras razones, por la complacencia y hasta el fervor con que La Vanguardia ha ido dando cuenta de sus acciones.

No hay peor trauma para el escritor, o al menos para el escritor que escribe, que enfangarse con la obviedad. Pero es de esta aversión al fango, precisamente, de la que se aprovechan. Imprimen sus deyecciones convencidos de que cualquiera, sensatamente, tratará de quedar a cubierto de ellas. Así es también como han blindado su propia respetabilidad, en una farsa de décadas. Pero hay que meterse entre las líneas jorobadas, mentirosas, agramaticales del editorial (hasta se permiten hoy calificar de mal escrita la declaración sediciosa: a punto están de llegar a Valéry y joder mi lugar en el mundo), hay que averiguar hasta qué punto el miedo degenera en arrogancia y hay, finalmente, que desentrañar despacio esta ruina barcelonesa, periodística y generacional. Es una suerte. Todo está ahí, en el editorial, embutido como en una morcilla obscena a la que solo le falta la sangre.

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Choque de trenes (Andrew Valko/Giovannini) Vía Libres E Iguales, 101115.

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El editorial de la Vanguardia, ayer

Editorial de ‘La Vanguardia’: Por la rectificación

En una misma jornada y con un lapso de pocas horas, el Parlament votó ayer una proposición no de ley que rompe con la Constitución e inició el debate de investidura del presidente de la Generalitat con una fumata negra en el horizonte.

Se decide romper paulatinamente con España –una declaración unilateral de independencia encubierta– y se mantiene en puntos suspensivos la gobernación del país. Este es el mensaje que el Parlament de Catalunya está a punto de enviar a los organismos internacionales, a las cancillerías europeas, al Gobierno de España y a toda la sociedad. Ruptura y poder vacante por falta de un mínimo acuerdo entre la mayoría.

Hay mayoría parlamentaria para proclamar esa virtual ruptura mediante una moción retórica, hiper­bó­lica y mal redactada, y no parece haberla para formar gobierno. Hay mayoría para la huida hacia delante y no la hay para una gobernación coherente. Esta es la fotografía del 9 de noviembre del 2015, jornada que pasará a la historia de los errores de Catalunya, con el agravante de la parodia. Una pequeña, triste y desla­vazada simulación del Sis d’Octubre de 1934, que puede poner en riesgo la autonomía de Catalunya, la amplia corriente de movilización social en favor del autogobierno registrada estos últimos años, y la propia autoestima de los catalanes.

Bastaba observar el rostro de los miembros del actual Govern de la Generalitat durante la votación. Rostros graves, muy preocupados y encerrados en sí mismos. El semblante del presidente en funciones, Artur Mas, describía perfectamente la situación. No fue ayer un día alegre. No lo fue para gran parte de los ciudadanos de Catalunya. Sólo los diputados de la Candidatura d’Unitat Popular transmitían felicidad. ¡Con sólo diez escaños y el 8,2% de los votos han logrado arrastrar las aguas del Parlament hacia su molino!

El grave error táctico cometido por la coalición Junts pel Sí y muy particularmente por Convergència Democràtica –el partido que ha gobernado Catalunya durante 28 de los 35 años de autonomía–, consistente en tramitar una resolución maximalista y rotundamente inconstitucional a cambio de nada, lo puede acabar pagando el conjunto de la sociedad catalana. No es inteligente. No es justo. No es necesario. No fue eso lo que se votó el pasado 27 de septiembre.

Después de más de tres años de intensas movilizaciones cívicas en favor de un mayor reconocimiento de Catalunya y de un trato más justo, llega el momento del error. Es decepcionante. Esas movilizaciones empezaron a desarrollarse en el 2010, inmediatamente después de la infausta sentencia sobre el Estatut, bajo la enseña del soberanismo, es cierto, pero desde el primer día han agrupado muchos matices y sensibilidades, logrando reunir a mucha gente con la premisa del gradualismo y la tranquilidad.

El error del 9 de noviembre del 2015 consiste en dividir ese caudal cívico, instalar a la gran mayoría de la sociedad en una fase de angustia y alimentar, todavía más si cabe, los anticuerpos españoles contra el autogobierno catalán. Con el gesto de ayer nada se refuerza en Catalunya, salvo la genuina radicalidad de un partido que no alcanza el 10%. Nada se refuerza y el conjunto social sale perdiendo.

Quienes han auspiciado el error del 9 de noviembre deberían reflexionar urgentemente sobre ello y propiciar, lo antes posible, una inteligente rectificación. Nada se ha roto aún de manera irremediable. Hay que empezar a trabajar ahora mismo por una oportuna y eficaz reconducción. Hay tiempo. Existe una potencial mayoría parlamentaria para llevar a cabo esa rectificación después del 20 de diciembre.

La ruptura exprés y el maximalismo en ningún caso pueden ser la divisa de una mayoría parlamentaria que acudió a los comicios de septiembre con un logotipo de caligrafía cuasi infantil y con una promesa de independencia de costes reducidos. La coalición vencedora no se dirigió a los electores pidiéndoles el veloz advenimiento de la república catalana, expresión voluntariamente ignorada en su programa, con apoyo en votos inferior al 50% y sin mayoría absoluta.

De haber incluido la resolución aprobada ayer en el programa, Junts pel Sí estaría hoy quizás por debajo de los sesenta diputados. El 27 de septiembre, la sociedad catalana no votó mayoritariamente ruptura exprés. Si el Parlament no interpreta correctamente esa realidad de fondo, podemos estar en puertas de una colisión nefasta para la autonomía de Catalunya tal como hasta hoy la hemos conocido.

La resolución aprobada por el Parlament no sólo choca con la Constitución vigente, sino que se sitúa al margen del orden europeo. En ningún caso y bajo ninguna circunstancia la Unión Europea podría aceptar o mirar con simpatía que uno de sus territorios se proclame ajeno a las leyes vigentes y decida desconocer la jurisdicción del tribunal de garantías constitucionales. Desde la firma del tratado de Roma en 1957, jamás ha ocurrido cosa parecida en la Europa democrática. Quisiéramos recordar que el transversal catalanismo europeísta sigue teniendo mayoría en la sociedad catalana. Un motivo más para trabajar lo antes posible en la reparación del error.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunció ayer mismo la puesta en marcha de los mecanismos de respuesta, que pasan por el Tribunal Constitucional (TC), dotado ahora de poderes coercitivos. La resolución será elevada al TC y este procederá a su anulación en las próximas 48 horas. Rajoy dijo ayer en la localidad de Béjar que la respuesta gubernamental será de carácter exclusivamente jurídico.

«Aplicaremos sólo la ley, pero toda la ley», afirmó el presidente, que hoy mismo volverá a entrevistarse con el jefe de la oposición, el socialista Pedro Sánchez. Es muy importante que el Gobierno se atenga al principio de «proporcionalidad» reiterado durante las últimas semanas y no se vea arrastrado por la reclamación de acciones punitivas, que viene efectuándose desde su ala derecha. La actuación del Tribunal Constitucional es suficiente.

Ley y política. La mayoría parlamentaria catalana ha cometido un grave error que contradice el deseo y la intención de parte de sus votantes y que puede colocar al Parlament en ruta de colisión con la propia sociedad, que mayoritariamente no desea rupturas, ni teatrales esguinces. El error debe ser rectificado. Estamos seguros de que después de las elecciones gene­rales habrá mayores márgenes para ello. Faltan poco más de cuarenta días para la cita del 20 de diciembre. La consigna catalana debe ser ahora mismo evitar cualquier tipo de aventura. Que se imponga la ­inteligencia.

Ulises em 101115Ilustración de ‘ULISES‘ [México, 1963] en El Mundo, 101115.

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Ir tirando

Una minoría más bien rural está haciendo todo lo posible para poner en ridículo a Barcelona y a su comunidad autónoma

Félix de Azúa en El País, 101115.

Casi todos ustedes estarán atentos a las consecuencias de lo que han votado ayer nuestros simpáticos compatriotas catalanes. Yo escribo el lunes sin tener toda la información. Siendo así que es muy improbable que los separatistas opten por desarmar el trabuco, imagino cuál será el resultado. No hay que alarmarse. Aunque hayan jurado que sólo obedecerán las órdenes emanadas de la Virgen de Montserrat, verán que son gente muy poco fiable. Es cierto que una minoría más bien rural está haciendo todo lo posible para poner en ridículo a Barcelona y a su comunidad autónoma, pero quienes apreciamos de verdad ese territorio hemos de permanecer impertérritos.

¿Me creen si les digo que esa minoría de fanáticos es el peor enemigo de Cataluña? Quiero decir, ¿de su mejor historia? Desde que empezaron a subirse a la parra y quizás por sumisión a un siniestro personaje cargado de tantos hijos como delitos, el respeto hacia Cataluña en España, en Europa y en los escasos lugares donde les suene que hay algo así como una Provenza del sur, ha caído en picado. Ese abultado grupo de zelotes se ha empeñado en desprestigiar a su país. Por fortuna, son muchos más los que aún mantienen la dignidad. Exactamente la mayoría. No hay de qué preocuparse.

Ante las próximas elecciones generales, no obstante, hay que vigilar de cerca a quienes quieren conceder a los fanáticos aún más privilegios. Dice Sánchez que reconocerá a Cataluña como nación. No dice qué hará con el País Vasco y con Galicia. Tampoco dice qué pasará con La Rioja, de quién será Navarra o si Valencia y Baleares pasarán a ser reivindicaciones imperiales catalanas, ahora con la aprobación gubernamental. ¿Y acaso no será Andalucía una nación? Sánchez, no sabes en lo que te metes.

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Notas.-

Diván.- Entre los turcos, supremo consejo que determinaba los negocios de Estado y de justicia. [RAE].

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