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Perico Fernández, durante el combate, celebrado el 21 de septiembre de 1974, en Roma, en el que se proclamó Campeón del Mundo del peso superligero, Consejo Mundial de Boxeo., frente a Lion Furuyama.

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Perico Fernández: el hospicio, el ring, El Pardo y el burdel

Orfeo Suarez en El Mundo, 121116.

La conversación de fútbol la interrumpe un grito: «¡Te he dicho que vengas por las noches, antes de cerrar, no ahora! ¡¡Fuera!!» Víctor Fernández, que ha dejado hace meses el Zaragoza, me pregunta mientras señala al indigente que abandona el restaurante, cabizbajo, escondido de sí mismo: «¿Sabes quién es? Un mendigo», contestó. El entrenador se pone serio: «Es Perico Fernández«. El fútbol desaparece de la mesa, tomada por el silencio. Hay un rastro que seguir.

Es sencillo. Perico no va muy lejos. Un burdel cercano le da cobijo durante el día, en las pocas horas frías de estas camas calientes. Por la noche vuelve a la calle, al interior de un coche viejo si hay suerte, y a por las sobras de los restaurantes donde en el pasado jaleaban a uno de los campeones del tardofranquismo, convertido, años después, en la metáfora de la autodestrucción en carne y hueso.

De la mendicidad lo sacó, hace cinco años, José Antonio Visús, abogado y filántropo del boxeo, con el apoyo de uno de los amigos que siempre estuvieron junto a Perico. Se trata de Paco Millán, el hijo del dueño del bar que estaba junto al Hogar Pignatelli, en Zaragoza, donde Perico pasó su sórdida niñez. Desde entonces, vivía en un modesto piso hasta que el alzheimer y la diabetes provocaron que fuera trasladado a un centro de los Servicios Sociales de Aragón, donde, ayer, falleció a los 64 años.

«¡Saca manita!»

La caridad del burdel fue mejor que la del hospicio, según recordaba Perico, que estaba en otra casa de tolerancia, pero 40 años atrás, cuando el propietario le dijo que si algún día ganaba el campeonato de España podría elegir a la meretriz que quisiera. Perico señaló, sin saberlo, a la mujer del propio dueño. En 1973, cumplió con su parte de la apuesta, al ganar el título nacional del peso ligero ante el canario Kid Tano, el sordomudo de Arenales. De la otra, nunca se supo. La anécdota es recogida por dos periodistas maños, Fran Osamblea y Rafael Rojas, en Guantes Rotos, un libro con el calor de las cosas hechas entre amigos. Kid Tano sufrió un castigo excesivo. Al no poder hablar, fue incapaz de decir que quería abandonar hasta que se dio cuenta Perico.

En el hospicio propinó uno de sus primeros directos. Fue a una monja. Lo sedaron durante 24 horas. Tampoco en el ring fueron adecuados todos los puñetazos, ya que, en 1980, al final de su carrera, dejó KO a un juez, pasó la noche en comisaría y fue inhabilitado. En lo pugilístico, Perico era lo que era su pegada, descomunal. «¡Saca manita!», le gritaban desde el rincón, mientras resistía el castigo. Las tres mejores las sacó en el Campo del Gas de Madrid, en 1974, para noquear a Tony Ortiz y lograr el título europeo de los superligeos; en Barcelona, ante Joao Henrique, en 1975, para retener el cetro mundial conquistado un año antes, frente a Lion Furuyama; y en la plaza de toros de Zaragoza, en 1976, donde envió a la lona a Fernand Roelans en el primer asalto.

La conquista del título mundial lo condujo al Palacio de El Pardo. Como cumplía el servicio militar, Perico se presentó de uniforme. Franco se confundió y le felicitó por el campeonato de Europa, a lo que el púgil contestó con un «gracias, capitán». Cuando el dictador rectificó, lo hizo también Perico: «Sí, capitán general». Al año siguiente de haberlo ganado, lo perdió, en Bangkok, ante Saensak Muangsurin. El español recibió críticas por su aparente falta de combatividad. Perico insistió en que le habían drogado, al rociar con polvos los guantes de su rival.

Todo se lo explicaba al bueno de Millán, mientras se refugiaba en la pintura naif, hasta que le abandonaron los recuerdos. Jamás echó la culpa de su destino a nadie, ni se reprochó haber conocido a alguno de sus hijos cuando ya eran adultos: «He sido vago y golfo. No lo puedo negar. Es la puta verdad de mi vida». Sólo la pudo sujetar en un puño: ¡¡Pum!!

Las frases que dejó el boxeador ‘Perico’ Fernández

Javier Martínez en El Mundo,111116.

El boxeador español ‘Perico’ Fernández, campeón del mundo de peso superligero en 1974 y 1975, ha muerto en Zaragoza a los 64 años. El diario EL MUNDO contactó con él en 2013 y dejó decenas de frases que definen lo que fue y ha sido hasta su último día el púgil aragonés.

«Pinto: cuando me apetece, tres o cuatro horas al día. En mi época de boxeador regalaba los cuadros; ahora los vendo. Nadie me quiere dar un trabajo».

«Vivimos en un piso alquilado. 80.000 pesetas al mes. Hay veces que lo paso un poco jodido, pero siempre se paga».

«Me dieron una postal de la Alhambra y ahora la estoy pintando. Es para un matrimonio de Granada, me encargaron un par de cuadros, por 200 euros cada uno, pero valen más, porque tienen mucho trabajo. Yo también me hago los bastidores de los cuadros».

«He perdido un poco la pista a mis hijos»

Habla Perico Fernández, quien se proclamara campeón mundial del peso superligero, el 21 de octubre de 1974, en Roma, ante Lion Furuyama. Lo hace a través del teléfono, desde su domicilio.

«Tengo cinco hijos, con cuatro mujeres distintas. El mayor tiene 27 o 28 años. Les he perdido un poco la pista. El pequeño se llama Pedro Adrián, tiene 17, está aprendiendo carpintería; no le gusta estudiar. Está aquí ahora, vive con nosotros, conmigo y con su madre, Esperanza».

«La última exposición la hice el año pasado por estas fechas, en Tarazona. Me dijeron que había mucha afición a los toros, y ¡me cago en la madre que los parió! ¡No vendí nada! No es que me gusten los toros, pero se me da bien pintar esos cuadros».

«Tengo que hacer algo. Se pasa el tiempo y debo mirar por mi porvenir».

«Martín Berrocal me compró cinco cuadros por 3.000 euros el otro día. Se porta bien. Yo quiero trabajar en alguna de sus fincas, echándole una mano con las vacas. Tengo 55 años, pero todavía me muevo bien».

«No me acuerdo ni de lo que fui»

«Había un televisor en el hospicio, porque yo no conocí a mis padres, ¿sabes? Vi un combate de Alí y me dio por boxear. Pero el mejor fue Joe Louis. Salía a matar a su rival. No hacía el tonto como yo, que me cansaba de tanto bailar».

«Espera, que me estoy sirviendo una lata de cerveza, que la voy a abrir». «No, no bebo mucho».

«La última vez que salí en televisión fue en el programa de Pepe Navarro, Rufus y Navarro. Me pusieron un caballete y un cuadro para que pintara. Me dijeron que me daban medio millón de pesetas y todavía no me han pagado. Y se me quedaron un cuadro. Tuve que firmar un papel como que cobraba un dinero. Rufus Navarro me engañó. Y había otro entre medias. Aún me siguen robando. Son unos malnacidos. Mira que son sinvergüenzas».

«¡Trae un cigarro!». «Fumar sí, siempre he fumado, también cuando boxeaba. Medio paquete al día. Marlboro, siempre Marlboro».

«¿Furuyama? Eso ya está pasao. No me acuerdo ya ni de lo que fui. Yo sé lo que he sido en el deporte, lo máximo».

«Mi pintor favorito soy yo».

«Hará más de 30 años desde que pinté el primer cuadro. Siempre me ha gustado mucho dibujar y pintar».

«Crees que el dinero te durará siempre»

«Me metí al gimnasio en el hospicio porque pagaban 300 pesetas por combate. No tenía dinero ni familia. Yo era un pegador que hacía mucho daño y tiraba a casi todos».

«Antonio Nuez es el que más cuadros me ha comprado. Es un constructor. Uno de mis mejores amigos».

«Cuando uno es figura se cree que el dinero le va a durar siempre. La culpa es mía por habérmelo gastado todo, pero que me quiten lo bailao. Todo era para mis hijos».

Perico Fernández, hoy héroe del silencio, homenajeado por Enrique Bunbury en su disco Flamingo’s. Ayer, la televisión con Pedro Ruiz; la radio, protagonista recurrente en las noches de José María García. «El otro día estuvo aquí, en Zaragoza. Podía haberme llamado».

«Estoy saturao. ¡Zaragoza me da un asco…! Me jode ser zaragozano. Me tendría que ir a otra ciudad. Los altos cargos son unos mamarrachos. Ya no se acuerdan de nadie».

AYER
«No me gustaba mucho ir al gimnasio». «Conocí a Franco. Tenía un par de cojones». «No tenía que haber ido a Tailandia a pelear contra Muangsurin. Me drogó mi propio ‘manager’, que está en el cielo». «Yo era un pegador que hacía mucho daño y tiraba a casi todos». «De lo único que me arrepiento es de haber sido boxeador»
HOY
«No practico nada de deporte. Salí hasta los cojones». «Pinto tres o cuatro horas al día. Por la tarde me paso por el bar o por el parque con mis amigos e intento vender algún cuadro». «Tenía que haber sido campeón ahora, porque se gana mucho más dinero». «Para ver por televisión, prefiero programas de animales y el fútbol. Soy del Barça».

Combate del 17 de junio de 1977, Madrid. Perico fernández es derrotado por segunda vez por Saensak Muangsurin a los puntos en 15 asaltos y no logra recuperar la corona mundial superligero WBC.

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Informe Robinsón. Fuera de combate [Perico Fernández y Alfredo Evangelista]. Noviembre de 2012.

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Documental sobre dos grandes boxeadores aragoneses: Perico Fernández y José Antonio Lopez Bueno.

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Notas.-

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