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Del discurso de Ernesto «Che» Guevara en la Asamblea General de las Naciones Unidas, sobre los fusilamientos en Cuba. 11 de diciembre de 1964. Aquí, completo.
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La ‘liberación’ como fundamento liberticida
Como habrán podido escuchar, Che Guevara y el Castrismo tenían muy clara su concepción de las guerras civiles que ellos patrocinaban y de sus consiguientes matanzas; y de las batallas perdidas y de los fusilamientos de quienes las pierden; y de la justificación del fraticidio por razones ideológicas.
Puros levantamientos impulsados como ‘democráticos’ que, al aprovechar el cierto y especulador imperialismo estadounidense de naturaleza capitalista, pasan a convertirse en épicas revoluciones ‘populares’ y ‘libertadoras’, adquiriendo la licencia, la ‘legitimidad histórica’ -dicen- para fusilar a los ‘gusanos’ perdedores en un enfrentamiento civil.
Por culpa, claro está pues, de los yanquis y sus ‘fascistas’ seguidores -esos que sí asesinan- tales ‘revoluciones’ argumentaban un basamento sobrado para abrazar el imperialismo soviético pos estalinista de Nikita Jrushchov, en forma de dictaduras ‘progresistas’, aniquiladoras de las libertades más básicas y consolidadoras de la miseria planificada.
Cualquier convicto liderazgo era capaz de sublimarse colectivamente con tal de aparentar el ejercicio doctrinal de la liberación de los pueblos oprimidos, en habiendo tantos…
Estos días, más de medio siglo después, en los informativos de TVE, tan comprensiva ella, se mantiene la equidistancia entre las glorias del dictador y sus opositores demócratas.
Es lo que hay.
pd. Ahora, en Siria, otra guerra civil y contra el Estado Islámico, también TVE nos cuenta todos los días cómo allí el Gobierno legítimo se dedica a asesinar a niños mientras que los ‘rebeldes‘ yihadistas ni siquiera parecen fusilar a nadie. Predicando, pues, la confrontación civil pacífica, sociosanitaria, cuando los que disparan no son los islámicos cortadores de cabezas.
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“¡Ay, que me divinizo!” (En la Apoteosis de Castro)
Belosticalle, 30 de noviembre de 2016.
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Los lutos por los grandes hombres son tiempos para la reflexión, el balance, el elogio y el vituperio. También para la sátira. La muerte de los papas siempre afiló las lenguas de Pasquín y Marforio. Una oración fúnebre rara vez aporta nada nuevo para la historia. La mayoría de ellas ni siquiera se proponen convencer ni conmover a nadie. En cambio, no son pocas las que se prestan a una lectura en clave de humor satírico; y cuando ese género de retórica consigue hacer llorar, suele ser de risa.
Estos días de luto nacional cubano por la pérdida de su viejo líder asistimos a una puja de manifestaciones que, tomadas por su lado bueno, alivian el sentimiento de lástima que toda muerte humana produce. Pienso sobre todo en palabras y ritos de raíz religiosa, que sugieren una como divinización (apoteosis) de Fidel Castro.
Esto me ha traído a releer una pieza funeraria antigua, compuesta en latín con trufas griegas, con ocasión de la muerte del emperador Claudio, fallecido por causas dudosas el año 54 de nuestra Era. Es una sátira y lleva por título ‘Apocolocintosis’, palabra griega formada sobre ‘apoteosis’, sin más que cambiar a dios (theós) por la coloquíntida, planta cucurbitácea y su fruto, traducida como ‘calabaza’. Y si apo-teosis es la divinización total del individuo, apo-colocintosis sería su calabacización integral, sin desperdicio.
La divinización de Claudio, con los honores del culto público a aquel impresentable, fue idea de su viuda y probable envenenadora Julia Agripina, que usando de su poder –desde hacía cuatro años era la Augusta del Imperio– arrancó al Senado un decreto de ‘apoteosis’ en favor de su difunto esposo y tío. Al mismo tiempo, ella se hizo nombrar gran sacerdotisa del nuevo dios, con cargo al presupuesto. Agripina y el beneficiario de aquella muerte, su joven hijo Nerón, hijastro adoptado por el difunto, presidieron el funeral del Divino Claudio en el Foro de Roma. El chico, con su bonita voz y gesto, declamó de memoria la oración fúnebre
La sátira, genuinamente latina, es una especie de auto o farsa dramática, representando lo que pasó en el Cielo y en el Infierno mientras en el Foro Romano transcurría el funeral de estado. La acción y diálogo en prosa lleva interpoladas piezas en verso –monólogos y coros–, al modo de la ‘sátira menipea’ (o el ‘vejamen’, en nuestro Siglo de Oro), que añaden comicidad a las situaciones y caracteres.
Por todo ello, el título griego resulta bastante enigmático, ya que en ningún momento del drama se menciona nada parecido a ese fenómeno: la metamorfosis de Claudio en una calabaza, o coloquíntida, para ser más exactos.
Efectivamente, cuando este libelo del siglo I, olvidado durante siglos, se descubre en el Renacimiento, las copias encontradas hablaban de ‘Juego en la muerte del César Claudio’. Ludus en latín es ‘juego’ (de ahí lúdico y ludibrio), y los juegos eran parte esencial de los funerales. Pero al mismo tiempo significa farsa, algo que los monjes copistas de la Edad Media entenderían como parodia de un auto sacramental o comedia de santos. Sin embargo, un par de códices, los más antiguos y más correctos, titulan así: ‘La Apoteosis del Divino Claudio, a modo de sátira’.
Fue entonces y sobre esta pista cuando los eruditos se fijan en un texto del historiador Dion Casio (m. 235), de lo poco que queda de su Historia Romana (60, 35):
«Agripina y su hijo Nerón decretaron luto por el hombre a quien habían asesinado, y elevaron al cielo a aquél a quien se había sacado en camilla de un banquete. A propósito, Galión, hermano de Séneca, tuvo graciosísima ocurrencia, y el propio Séneca la desarrolló por escrito bajo el título ‘Calabacización’, calcado sobre ‘divinización’, una manera de inmortalizarle… Y como los verdugos solían sacar a los presos ejecutados en la mazmorra con ayuda de largos garfios y llevarlos al Foro, arrastrándolos desde allí hasta el Tíber, también se incluyó aquello de que “Claudio ha sido elevado al cielo con el garfio”»
Casio era de origen griego y escribe en griego, lengua que toda la sociedad culta conocía en Roma, donde según barrios, podía oírse hablar más que el latín. Apocolokyntosis lo entendía cualquiera. ¿Pero a qué venía? Cierto que a la sátira le falta un trozo, por lo menos. Sin embargo, en ese vacío no cabe la calabaza, ni tampoco los garfios. Lo que Casio dice sobre el alimón literario entre Séneca y su hermano hace pensar que al principio circularon chistes sobre la apoteosis de Claudio, sin que todos tuviesen luego cabida en la obra escrita.
En lo funerales no todo es duelo. El velatorio, el acompañamiento, la sepultura, a menudo se hacen más llevaderos entre sonrisas y algo de chacota. En la presente apoteosis de Fidel, seguro que algún ingenio cubano ya recoge los chistes de rigor. En la de Claudio consta que los hubo. A la comicidad del personaje se añadía la circunstancia de quién estaba detrás de aquel montaje bufo: la siniestra Agripina. Y la oración fúnebre por aquel payaso, que pronunció el joven Nerón, se la había escrito su profesor particular, que era precisamente Séneca. El mismo que compuso y puso en circulación la burla de la calabaza.
Dediquemos ahora un momento a la dichosa calabaza.
En este mes que hoy acaba y que empezó con el Halloween, muchos pensarán en la rotunda calabaza, Cucurbita maxima. Pero esta planta y su fruto vinieron de América. Para la Italia romana hay que pensar en otras de la misma familia pero del género Citrullus, como el melón o el pepino, y sobre todo la coloquíntida, que hasta conserva el nombre griego. Su fruto, del tamaño de una naranjita, con pulpa y pepitas de sabor amargo, se usó en farmacio como vomitivo y purgante.
A esta hortaliza pequeña, redonda, carminativa y laxante se refería sin duda el título de una obra, donde en efecto hay referencia a la insignificante ‘redondez’ de Claudio; el cual en otra escena suelta uno de sus habituales, largos y ruidosos pedos, rematando: «¡Ay!, me parece que me he cagado».
La calabaza, tan asociada hoy al fracaso escolar, ya tuvo su correlato en latín clásico. Obviamente no en las especies americanas, sino en la europea que, seca y vacía, se usó como frasco (lagena). Lagenaria se llama la calabaza vinatera, o de peregrino. Su vaciedad simboliza la frustración (‘dar calabazas’). Su relación con la estupidez la registra el Diccionario: «Persona inepta y muy ignorante». También para los latinos, ‘cabeza de calabaza’, cabeza huera. «Nos cucurbitae caput non habemus, ut pro te moriamur», estarán diciendo por bajines a Fidel estos días muchos cubanos, repitiendo (en español, naturalmente) la frase de un personaje de Apuleyo en ‘El Asno de Oro’ (1, 15): «No somos tan ‘calabazas’, tan idiotas, como para morir por tí», y por tu revolución.
Claudio murió el 13 de octubre del año 54. Dos meses despues se celebraban las Saturnales, del 17 al 19 de diciembre. El festival de Saturno –el viejo dios sembrador (sator)– era un triduo de carnavalada y mundo al revés. La revolución, en el sentido literal del término. Amos y esclavos se igualaban, hasta comer del mismo plato.
En Roma, todo empezaba con el sacrificio de un cerdo en el ara de Saturno, que primero estuvo al aire libre, al pie del Capitolio, y luego se cubrió con el templo del que quedan las columnas más bellas del Foro.
Al sacrificio seguía el banquete público, de hermandad y buen humor. En él se elegía el rey de las fiestas (Saturnalis princeps), que tras su breve reinado del disparate (Saturnia regna), abdicaba marcando el fin del caos y vuelta a la normalidad.
Los días segundo y tercero eran para la familia. Los pudientes sacrificaban un lechón, que luego presidía la mesa. Aquí se elegía a la suerte un maestresala que, como el Rey Saturnalicio, daba órdenes arbitrarias o absurdas, obedecidas sin rechistar.
También los soldados en sus campamentos y cuarteles elegían su general o ‘emperador saturnal’, en un ambiente que luego se perpetuó en las novatadas.
Pero como suele ocurrir con los viejos ritos y festivales, por contaminaciones foráneas, aquel viejo Saturno agricultor, identificado con el griego Cronos, se convierte en el dios de la Edad de Oro, y las saturnales se cierran el 19 como día de la Abundancia (Opalia).
Esta ambivalencia la encontramos en nuestra sátira calabacesca, donde Claudio recibe el epíteto de Príncipe Saturnalicio. A la Edad de Oro del emperador Augusto le ha seguido la Edad Saturnal del Esperpento de Claudio. Y quien sabe, a lo mejor el retorno de la Edad de Oro se apunta con Nerón.
Hoy como ayer. Toda revolución social promete su Edad de Oro. Por desgracia, casi todas se convierten en saturnales trágicas, y muchas se perpetúan como ‘edad dorada’, sólo que al revés.
«De nacer, o rey, o bobo», rezaba un refrán latino (citado en la sátira), que luego se tradujo, «o César, o nada». El ideal de los tiranos, como Claudio, cuya muerte significa para el autor la libertad: «Ahora qué él ha muerto, sé que me he vuelto libre».
Pero ya es hora de degustar la calabaza en dulce. Y por si no la encuentran a mano, aquí la tienen, de mi huerto. No va toda entera, pero sí un buen pedazo, cortesía para los lectores de ‘Belosticalle’.
Que la disfruten.
Del Apocolocyntosis, manuscrito del siglo IX, de la Biblioteca de la abadía de St. Gallen [imagen insertada por EQM]
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Apocolokyntosis de Claudio
Qué pasó en el Cielo el pasado 13 de octubre en el Año Nuevo, comienzo de un siglo felicísimo, es lo que ahora quiere recordar. No habrá concesión alguna a la ofensa ni al favor. Esto es la pura verdad. Si alguien pregunta de dónde lo sé, lo primero: no responderé si no me da la gana, ¿quién va a obligarme? Sé que me he vuelto libre desde que ha muerto aquél que hizo verdadero el refrán: ‘De nacer, o rey o bobo’.
Y si me place responder, diré lo primero que me venga a la boca, porque ¿quién exigió jamás a un historiador testigos jurados? Pero si no hay más remedio que citar autoridad, pregunten a aquél que vio a Drusila ir al cielo. El mismo dirá que ha visto a Claudio por igual camino, renqueando. Quiera o no, tiene que haber visto todo lo que pasa en el cielo. Es el Custodio de la Vía Apia, por donde bien sabes que fueron el divino Augusto y el césar Tiberio a reunirse con los dioses…
Era el mes de octubre, el día tercero de las idus. La hora no sabré decir de fijo: antes se pondrán de acuerdo dos filósofos que dos relojes. Digamos que era entre las seis y las siete de la mañana… Claudio se puso a dar las boqueadas, pero su alma no acertaba con la salida. Mercurio, a quien siempre le divirtió su ingenio, llama aparte de una de las tres Parcas y le dice:
–Fémina despiadada, ¿por qué dejas que sufra este pobre hombre?… Haz lo que es debido.
Responde Cloto:
–Te lo juro, yo sólo quería darle un poco más de tiempo, para que concediese la ciudadanía romana a los poquitos que les falta. Tenía él dispuesto ver togados a todos los griegos, galos, hispanos, bretones. Pero si te mola dejar algunos peregrinos para simiente, sea como tú mandas.
Y abriendo una cajita sacó tres husos: uno era el de Augurino, otro el de Babas, el tercero el de Claudio.
–Estos tres dispongo que mueran dentro del año, con pequeños intervalos de tiempo. No le dejaré que se vaya sin compañía. No se puede dejar solo de pronto a aquel que hasta hace bien poco se veía siempre entre tanto gentío por detrás, por delante y en derredor. De momento, con estos dos compañeros de viaje va listo…
A todo esto Claudio regurgitó el alma, y como que se moría. Expiró oyendo a los cómicos: para que veas que por algo les tengo miedo. Su última voz se hizo oír entre los humanos, al mismo tiempo que emitía mayor ruido por aquella parte por donde hablaba con mayor soltura: «Ay, creo que me he cagado». Si lo hizo, no lo sé. Desde luego, él todo lo dejó bien cagado.
Lo que luego pasó en la Tierra, sobra el referirlo. Bien lo sabéis, no hay peligro de que se borre la impresión que dejó de gozo público. A nadie se le olvida la propia felicidad.
Oíd ahora lo que pasaba en el Cielo.
Anuncian a Júpiter la llegada de un tipo de buena estatura, muy canoso. No sé qué se traía, sacudiendo la cabeza sin parar, como si amenazara. Arrastraba el pie derecho. Le pregunta el dios de qué nación es. Responde no sé qué, farfullando con voz confusa. No logró entender en qué lengua hablaba, griego no, ni romano, tampoco de gente conocida.
Entonces Júpiter llama a Hércules, que por tener pateado todo el orbe terráqueo pasaba por conocer las naciones todas, y le manda que vaya a explorar de qué pueblo es. Hércules al verle se queda de un aire. El que tantos monstruos vio, y ninguno le dio miedo, al ver aquel rostro inédito, aquel andar insólito, aquella voz impropia de un animal terrestre, y más parecida a la de las bestias marinas, ronca y entrecortada, pensó que le llegaba su trabajo número trece. Luego mirándole con más cuidado le pareció como humano, y acercándose le soltó lo primero que le sale a un griego cualquiera:
Tís pózen eis andrôn, pózi toi pólis edè tokêes? (¿De qué pueblo eres? ¿dónde cae tu ciudad, tu parentela?)
Celebró Claudio que hubiese allí gente de letras, esperando ocasión de colocarles sus historias. Y así él también, en verso homérico, da a entender que es el César… Al cual verso añadió este otro, más verdadero:
Enza d’egô pólin éprazon, ólesa d’autoús (Precisamente yo arruiné la ciudad y acabé con ellos)
Y a fe que se la cuela al astuto Hércules, de no estar allí la Fiebre, que dejando su santuario, y a todos los demás dioses en Roma, ella sola había venido con él:
–Éste delira. Te lo digo yo, que he convivido con él tantos años. Nació en Lyon. Lo que oyes: a 16 leguas de Viena, un galo auténtico. Por eso, como buen galo, se apoderó de Roma.
Claudio se irrita, y farfullando cita a la Fiebre a que comparezca, haciéndole con la mano el gesto que solía, de degollar: «Que le corten la cabeza». Diríase que allí todos eran libertos suyos, visto que nadie le hacía caso. Hércules zanja:
–Oye, tú, corta el rollo. ¿Te haces idea de dónde estás? Te lo aclaro: donde los ratones viven de limar hierro. O cantas de una vez, o te inflo a sopapos.
Y lo peor de todo: se puso trágico y le espetó estos versos… […]
Claudio se da cuenta de que aquello no es su Roma, donde nadie la levantaba la voz. Aquí es un don nadie. Un galo/gallo en su estercolero puede mucho. Entrando, pues, en razón, pareció decir algo así:
–Hércules, el más esforzado de los dioses, yo contaba con tu ayuda. De sobra me conoces, porque si haces memoria, yo era el que en Tívoli, delante de tu templo, fallaba sentencias a diario en Julio y Agosto. Tú sabes lo que tuve que aguantar oyendo día y noche a los picapleitos, que de haberte tocado a ti lidiar con ellos, limpiar las cloacas de Augeas te habría parecido un pasatiemp. Yo saqué mucha más mierda que tú, pero porque quise.
[Aquí se corta el hilo por pérdida de texto. Cuando se reanuda, estamos en el Cielo, donde se discute la apoteosis de Claudio.]
-Pero dinos ahora, ¿qué tipo de dios quieres sacar de esto. Un dios epicúreo, imposible: «Ni tiene negocios propios, ni le importan los ajenos». ¿Estoico? Como dice Varrón: «¿Cómo puede ser ‘redondo’, sin cabeza ni prepucio?» Algo de dios estoico sí que tiene, ya lo veo: no tiene corazón ni cabeza. A fe mía, si hubiese pedido este favor a Saturno –él que celebraba su mes el año entero, como ‘príncipe saturnalicio’, no lo hubiese obtenido. Menos aún de Júpiter, al que condenó por incesto cuanto estuvo en su mano… Quiere ser dios. No le basta con tener templo en Bretaña, recibir culto de los bárbaros…
Abreviando: Oídos los pareceres de las divinidades, interviene Jano, el dios del Año Nuevo, «el que mira a la vez hacia atrás y hacia adelante». Pues bien, Jano opina que la discusión no merece la pena, porque la apoteosis, que en otros tiempos fue gran cosa, está muy devaluada.
Se levanta entonces el divino Augusto, para poner fin a la farsa :
–Desde que fui dios no ha abierto la boca. Pero es que no lo aguanto. ¿Para esto puse yo en paz tierras y mares? ¿para esto frené guerras civiles? ¿para esto fundé la Urbe en el Derecho, la adorné con obras…? Pudet Imperii. «Vergüenza da ser emperador», diré en palabras de Mesala Corvino. Este sujeto que os parece incapaz de espantar una mosca, mataba hombres en menos que se sienta un can… Dime, divino Claudio, ¿por qué matabas a cualquiera sin oírle, sin conocer su causa? ¿Dónde se hace tal cosa? En el cielo no: ahí está Júpiter, que en tantos años de reinado sólo a Vulcano le partió una pierna; y en otra ocasión, reñido con su mujer [Juno], la tuvo colgada, pero no la mató, como tú a Mesalina…
Así va Augusto echando en cara a Claudio los crímenes en la familia.
Finalmente la sentencia fue enviarle «allá, de donde dicen que nadie vuelve». Al Infierno.
Mientras Mercurio y Claudio avanzan por la Vía Sacra, el dios pregunta:
–¿Qué es todo ese gentío? ¿No será el funeral de Claudio?
Era en efecto un espectáculo bellísimo y muy ciudado. sin reparar en gastos, vamos, como si llevasen a un dios en procesión: tanta flauta, tanto cuerno, tanta trompa de todo timbre, tanto concierto, que hasta Claudio podía oírlo.
El público, todos festivos y alegres. El Pueblo Romano se paseaba como un pueblo libre. Sólo Agatón y un puñado de picapleitos lloraban, sin mucha convicción, dicho sea. Los auténticos juristas, en cambio, salían de las tinieblas, pálidos y escuálidos, casi sin aliento, como quien vuelve en sí. Uno de ellos se acerca a los picapleitos, que se quejaban por sus fortunas:
–Os lo dije: las Saturnales no son para siempre».
Al ver su propio funeral, entendió Claudio estar muerto. Un coro numeroso cantaba esta elegía en anapestos:
Lágrimas viértanse, lloros emítanse,
triste retumbe del clamor el Foro:
ha muerto el hombre de cordura ejemplo,
el más esfórzado que jamás húbolo
en el mundo entero…
[…]
Disfrutaba Claudio con tantos elogios y quería quedarse más tiempo; pero Taltibio, el heraldo de los dioses, le echa mano y le arrastra –la cabeza gacha, para que nadie pueda reconocerle– por el Campo de Marte, y por entre el Tíber y la Vía Cubierta bajó a los Infiernos. […]
Todo cuesta abajo, la bajada es fácil. Así, a pesar de ser gotoso, en un pispás se pone ante la puerta de Ditis, donde estaba echado el Cerbero, o como dice Horacio, «la bestia centicípite» (de cien cabezas; Odas, 2; 13, 35).
Claudio, se asusta un poco –él había tenido como mascota una perra blanquilla– al ver aquel perrazo negro, peludo, ciertamente no el que querrías encontrar en la oscuridad…
«Claudio llega», anuncia un vozarrón, y un grupo de cantores toma la delantera aplaudiendo: «Apareció, enhorabuena». Allí están todos y todas las víctimas de Claudio, que él había enviado por delante porque no le faltase recepción… Pedón Pompeyo le reprocha:
–¿Quién sino tú nos trajo aquí? Asesino de todos tus amigos, ven que te muestro unas sillas.
Es el tribunal de Eaco. El juez infernal apela a la Ley Cornelia, sobre los sicarios. Pregunta nombre, firma sentencia:
–Senadores asesinados: 35; caballeros: 221; los demás, ‘cual arena y ceniza’.
Claudio no encuentra abogado. Al fin comparece Petronio, viejo vecino suyo, y pide llevar la defensa. No se le concede. Pedón Pompeyo acusa a voz en cuello. El patrono quiere responder. Eaco, persona justísima, se lo prohibe, y sin haber oído más que a la otra parte le condena.
Gran silencio. Jamás se vio cosa así. Para Claudio, sin embargo, aquello tenía más de injusto que de nuevo.
Se discute largamente la pena. Salen a cuento Sísifo, Tántalo, Ixión: todos han cumplido y merecen sustituto. Al fin ninguno de los tres es liberado, no vaya Claudio a esperar algo semejante algún día.
Había que inventar, pues, nuevo castigo, algún trabajo perfectamente inútil, algo que genere deseo sin satisfacción. Por último, Eaco condena a Claudio a jugar a las suertes con un cubilete desfondado. Y allá que te andaba el pobrete, buscando siempre los dados que se le escapaban, sin lograr tanteo.
De pronto aparece Cayo César (Calígula) y pide que el condenado le sea entregado como siervo. Claudio es adjudicado a Calígula, quien a su vez lo regala a Eaco. El cual lo entrega a su liberto Menandro, el comediógrafo, para que le ayude en sus habituales escenas de procesos, una de las aficiones de Claudio.
TELÓN
Estrambote
Toda metamorfosis es dolorosa, y la apoteosis no es excepción. Por abyecto y miserable que uno haya sido, siempre duele dejar una vida atrás, aunque sea para convertirse en mito, en héroe, en dios, y seguir existiendo a merced de la devoción y la memoria ajena. No digamos, si es para pasar a la Historia como un ‘calabaza’.
Fidel Castro fue producto de un régimen cubano injusto, inmoral, indigno, insostenible. Él vino como salvador y redentor. Su efigie barbada y la del Che, para un pueblo religioso, evocaban a Cristo, y esa era parte de la propaganda con su evangelio: la Revolución. Lo malo de Fidel es que, como gallego de origen, fue gran admirador del Generalísimo Franco. Hasta es posible que la admiración fuese recíproca. Y como Franco, Castro decidió que Cuba le necesitaba de por vida, y en el más allá.
El Pueblo cubano ya tiene a su inmortal, que veremos lo que les tarda en morirse de su nueva vida eterna. Eso es lo de menos. Lo que importa es qué hacer ahora con la Revolución pendiente (todas lo son). Lo que importa es si un régimen sostenido a base de cadenas y mordazas tiene futuro. Si la Cuba que deja Fidel es menos injusta, inmoral, indigna, insostenible; una Cuba menos ingrata que la que Fidel encontró. Pronto ha de verse.
Cuba no tiene mucho que ver con la Roma Imperial, ni Fidel es Claudio. Lo que he traído es sólo una evocación, que hoy en día es sólo libresca, que lástima. Porque el Fidel que sucedió allí a Batista/Claudio era Nerón, y con eso queda dicho todo. Séneca como pensador sería bueno, pero como profeta, un desastre. Con semejante discípulo, no tuvo más remedio que abrirse las venas, probablemente con gusto.
Si fue el filósofo que dicen, el que presumía de estoico, en el confort definitivo de su bañera templada debió pensar que, fuera del teatro, la muerte de un mortal es lo que es: una metamorfosis privada.
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Notas.-
Enlaces [en azul cuando se trata de textos ajenos] y corchetes son aportados por EQM. También, por razones discutibles de legibilidad en internet, el incremento de párrafos en textos ajenos, respetando el contenido, que puede leerse en el original pinchando el enlace.
rev prensa dijo:
El Acento | Cuando todo se convierte en política
José Andrés Rojo
Una isla en medio del Caribe frente al voraz imperio del norte. Y unos sacrificados guerrilleros que tumban una dictadura que amparaba a los gánsteres y que había convertido a Cuba en un inmenso prostíbulo. ¿Conoce a alguien que sea lo suficientemente desalmado como para no comprar este relato? Igual existieron algunos, pero aquella revolución vino encapsulada en un envoltorio intachable. No se podía estar en contra; ¿cómo estarlo en una batalla entre David y Goliat? Y todavía debe seguir operando esa antigua fascinación porque ha llegado incluso a las nuevas generaciones. Y una niña —¿de ocho, nueve, once años?— comentaba el otro día, arrobada ante las cenizas de Fidel, que la suya había sido una “¡bellísima actitud!”.
A Guillermo Cabrera Infante la dictadura de Castro terminó echándolo de la isla relativamente pronto. En una de sus novelas, refiriéndose a aquellos años de obligado entusiasmo, escribió: “La política terminó por engolfar la vida”. Lo llenaba todo, y convertía cada momento en una irrenunciable oportunidad para ensalzar las proezas de la revolución. ¿Cómo ser tan pérfido como para no celebrar que el pueblo entero se implicara en los asuntos públicos, cómo no aplaudir que todos remaran en la misma dirección, que bailaran y aplaudieran y corearan a sus héroes pletóricos de esperanza? Estaba tan claro dónde estaban los amigos y dónde los enemigos que, cuando llegaba un extraño, la lógica obligaba a preguntarse si era de los nuestros.
Imagínense. “La política terminó por engolfar la vida”, que llegó incluso a los lugares más secretos y fue tan lejos que hasta apareció por ahí la nueva trova cubana para ponerle hilo musical a los asuntos más privados, más íntimos, más estrictamente personales. En aquellos tiempos el que hacía el amor lo hacía con el rumor de fondo de los coros de los compañeros que celebraban la conquista.
Sigue ocurriendo, no hace falta irse muy lejos. Cuando las sociedades se politizan al máximo, enseguida se impone la diabólica dialéctica entre los míos y los otros. Fidel Castro, para conservar el mito de los angelicales barbudos contra los fieros capitalistas, tuvo que estar presente entre los suyos a tiempo completo, así que andaba encontrándose con el pueblo en todas partes, y repartía abrazos y se explicaba por televisión e iba a la zafra y soltaba discursos que duraban horas y horas. Todo por la patria.
Ahora ya no hace falta tanta dedicación física. Basta tener un ejército de tuiteros que anden recordándote a cada minuto lo que tienes que pensar, qué decir, dónde apuntar contra el enemigo, en qué lugar celebrar la última ocurrencia, a quién saludar, contra quién escupir. Consignas políticas vía móvil, disponibilidad permanente ante el supremo líder.
Pero para entrar en esa dinámica toca abandonar la distancia crítica y olvidar que tienes que dar tú mismo nombre (y palabras) a tus afectos y que la vida está llena de grises. Eso sí, por ahí es más fácil conquistar la pringosa camaradería de la tribu: nosotros contra ellos.
http://elpais.com/elpais/2016/11/30/opinion/1480536305_198516.html
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Blas dijo:
«A veces quedarse callado equivale a mentir. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha”
Unamuno durante un enfrentamiento con el general Millán-Astray en la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936.
1ER ANIVERSARIO DE LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL N.º 259/2015, DE 2 DE DICIEMBRE [BOE N.º 10, 12-1-2016]
LA UNIDAD CONSTITUCIONAL DE ESPAÑA Y LA «MILONGA» CATALANA
Uno de los retos históricos de España y de la propia Constitución española de 1978, como es sabido, era poner en marcha una nueva articulación territorial con la finalidad, se decía, de resolver el presunto problema catalán y vasco (en este último caso, sin olvidar el salvaje terrorismo que hemos padecido durante décadas y los cientos de víctimas). Y, efectivamente, con el espíritu de generosidad que caracterizó la Transición y la propia elaboración de la Constitución, se incluyó en esta el marco de una nueva distribución territorial del poder público, al introducir unos nuevos entes públicos dotados de potestad legislativa, las Comunidades Autónomas.
España, en virtud del artículo 2 CE, es un Estado unitario, pero fuertemente descentralizado territorialmente. Así pues, España no es ni ha sido nunca un Estado federal, ni menos aún una Confederación de Estados. España es una realidad indiscutible como Nación y como Estado en la historia, no siendo ni ahora ni en el pasado una construcción artificial, producto de la unión de otras naciones anteriores, y más auténticas. De forma nítida e indudable, la STC 76/1988, de 26 de abril, relativa a la Ley vasca sobre los territorios históricos, señala exactamente que «La Constitución no es el resultado de un pacto entre instancias territoriales históricas que conserven unos derechos anteriores a la Constitución y superiores a ellas, sino una norma del poder constituyente que se impone con fuerza vinculante general en su ámbito, sin que queden fuera de ella situaciones “históricas” anteriores»; doctrina que reiteran, como no podía ser de otra forma, las SSTC 47/2007, de 12 de diciembre; 31/2010, de 28 de junio, y 42/2014, de 25 de marzo. Precisamente por ello, el concepto de Nación se predica de España en el Preámbulo de la Constitución y en su artículo 1, y asimismo debe mencionarse el artículo 2 CE, que reitera el principio de unidad de España[…]
La existencia de la Nación Española, vinculada a la soberanía nacional y al principio de unidad nacional, se ha afirmado con claridad en la STC 4/1981, de 2 de febrero, al precisar que «la Constitución (arts. 1 y 2) parte de la unidad de la Nación española que se constituye en Estado social y democrático de Derecho, cuyos poderes emanan del pueblo español en el que reside la soberanía nacional. Esta unidad se traduce así en una organización –el Estado– para todo el territorio nacional». Y lo reiteran las SSTC 247/2007, de 12 de diciembre; 103/2008, de 11 de septiembre, y 42/2014, de 25 de marzo. Añade la STC 4/1981, de 2 de febrero, que «ante todo, resulta claro que la autonomía hace referencia a un poder limitado. En efecto, autonomía no es soberanía, y dado que cada organización territorial dotada de autonomía es una parte del todo, en ningún caso el principio de autonomía puede oponerse al de unidad, sino que es precisamente dentro de éste donde alcanza su verdadero sentido, como expresa el artículo 2 de la Constitución»; pues «nuestro sistema constitucional descansa en la adecuada integración del principio de autonomía en el principio de unidad, que lo engloba» (STC 247/2007, de 12 de diciembre,); por lo que «este sujeto [se refiere a la Comunidad vasca] no es titular de un poder soberano, exclusivo de la Nación constituida en Estado».
De acuerdo con la propia Constitución y con esta consolidada doctrina constitucional, así como con nuestra propia historia, puede afirmarse que el concepto de «Nación Española» se refleja en las Constituciones españolas históricas, y precisamente, con mejor o peor redacción, para referirse al depositario de la soberanía nacional, y que la aplicación del concepto de «Nación» debe hacerse únicamente a España y al titular de la soberanía nacional, no siendo posible integrar otras «naciones» en la Constitución española de 1978, como pretendía el extraño proyecto vasco de 30 de diciembre de 2004 y pretendía el nuevo Estatuto catalán de 2006, aunque, en relación con este último, la STC 31/2010, de 28 de junio afirma, sin lugar a dudas, que «la Constitución no conoce otra [nación] que la Nación española, con cuya mención arranca su preámbulo, en la que la Constitución se fundamenta (art. 2 CE) y con la que se cualifica expresamente la soberanía que, ejercida por el pueblo español como su único titular reconocido (art. 1.2), se ha manifestado como voluntad constituyente en los preceptos positivos de la Constitución Española»; que
las normas del Ordenamiento no pueden desconocer ni inducir al equívoco en punto a la «indisoluble unidad de la Nación española» proclamada en el artículo 2 CE, pues en ningún caso pueden reclamar para sí otra legitimidad que la que resulta de la Constitución proclamada por la voluntad de esa Nación. Es pues claro que el concepto de «nación» llama a «soberanía» y ésta a «Constitución», tal como reafirma la STC 42/2014, de 25 de marzo). ES DECIR, ESPAÑA, ADEMÁS DE ESTADO, Y PRECISAMENTE POR SERLO, ES NACIÓN, Y LOS DEMÁS TERRITORIOS NO LO SON, POR LO QUE ACEPTAR QUE ESTOS SON NACIONES HARÍA IMPOSIBLE RECHAZAR SU PODER ORIGINARIO, NO SUJETO A VOLUNTADES AJENAS (SUPUESTAMENTE, A LAS DE ESPAÑA Y DE LOS ESPAÑOLES)[…]
Posteriormente, COMENZÓ EL PROCESO DE LA «MILONGA» CATALANA (según el Diccionario de la Real Academia Española el séptimo significado de esa palabra es «Engaño, cuento»), cuando el Gobierno de la Comunidad catalana, con su presidente a la cabeza (quien, por cierto, según la CE, es el representante ordinario del Estado en esa Comunidad Autónoma), inició una deriva secesionista absolutamente contraria a la Constitución española, tergiversando la historia, que se ha plasmado en el reiterado incumplimiento de esta y de la legalidad vigente (en materias como educación, lenguas, rotulación comercial, etc.), y, en un paso rupturista del orden constitucional, en la estrambótica Declaración 5/X del Parlamento catalán, de 23 de enero de 2013, por la que «se aprueba la Declaración de soberanía y del derecho a decidir del pueblo de Cataluña», la cual fue objeto del Dictamen de la Comisión Permanente del Consejo de Estado n.º 147/2013, , que avaló su impugnación por el Gobierno de la Nación ante el Tribunal Constitucional, al entender que la misma es contraria a la Constitución española y a la legalidad vigente, y que, impugnada efectivamente, fue suspendida mediante Providencia del Tribunal Constitucional de 7 de mayo de 2013 (BOE del 10), mantenida por el Auto TC 156/2013, de 11 de julio, y finalmente la declaración fue declarada inconstitucional de manera impecable por la STC 42/2014, de 25 de marzo.
Por si lo anterior no era suficiente, poco tiempo después, y nuevamente de forma absolutamente inconstitucional e ilegal, se aprobaría una Ley regional de consultas de 2014, para intentar burlar el Ordenamiento Constitucional, y se llegaría a convocar un falso e ilegal referéndum más propio de otras latitudes que de un Estado democrático. De nuevo, tanto la Ley como el Decreto de convocatoria fueron declarados rotundamente inconstitucionales y nulos por sendas SSTC 31 y 32/2015, de 25 de febrero, relativas a la declaración de inconstitucionalidad de la Ley catalana de consultas populares no referendarias y otras formas de participación ciudadana de 2014, y del Decreto catalán, así como de sus anexos, de convocatoria de la consulta no referendaria sobre el futuro político de Cataluña.
En un paso más rupturista y contra el Ordenamiento Constitucional, después de haberse convocado y celebrado unas elecciones al Parlamento regional, a las cuales, de manera antidemocrática y constitucionalmente imposible, se quiso dar un carácter plebiscitario (de nuevo, más propio del pasado y de otros países de latitudes lejanas), se aprobó la resolución del Parlamento de Cataluña, de 9 de noviembre de 2015, sobre el denominado inicio del proceso político en Cataluña (eufemismo con el que se hace referencia a una secesión, con declaración unilateral de independencia, no sólo claramente inconstitucional, sino también contraria a los Ordenamientos Internacional y de la Unión Europea), y que «declara solemnemente el inicio del proceso de creación de un estado catalán independiente en forma de república» y «proclama la apertura de un proceso constituyente … para preparar las bases de la futura constitución catalana», en un anunciado marco de «desconexión» de España.
Recurrida dicha resolución por el presidente del Gobierno de la Nación primero fue suspendida e inmediatamente la STC 259/2015, de 2 de diciembre, nuevamente de manera perfecta, como veremos, declaró la misma inconstitucional y nula, reafirmando el principio de unidad territorial de España, el Estado Democrático y de Derecho y la supremacía de la Constitución española, sin la cual no sería posible la Comunidad catalana, para añadir que la soberanía de la nación, residenciada en el pueblo español, conlleva necesariamente su unidad y así lo proclama, como es notorio, el artículo 2 CE
Por si lo anterior fuera poco claro, se afirma que
aceptar a Cataluña como sujeto de derecho en los términos señalados en el artículo 1 de su propio Estatuto de Autonomía implica naturalmente la asunción del entero universo jurídico creado por la Constitución, único en el que la Comunidad Autónoma de Cataluña encuentra, en Derecho, su sentido. En particular, supone la obviedad de que su Estatuto de Autonomía, fundamentado en la Constitución Española, hace suyo, por lógica derivación, el fundamento propio que la Constitución proclama para sí, esto es, la indisoluble unidad de la Nación española (art. 2 CE), al tiempo que reconoce al pueblo español como titular de la soberanía nacional (art. 1.2 CE), cuya voluntad se formaliza en los preceptos positivos emanados del poder constituyente.
Para concluir que
la resolución impugnada desconoce y vulnera las normas constitucionales que residencian en el pueblo español la soberanía nacional y que, en correspondencia con ello, afirman la unidad de la nación española, titular de esa soberanía (arts. 1.2 y 2 CE). Se trata de una infracción constitucional que no es fruto, como suele ocurrir en las contravenciones de la norma fundamental, de un entendimiento equivocado de lo que la misma impone o permite en cada caso. Es resultado, más bien, de un expreso rechazo a la fuerza de obligar de la Constitución misma, frente a la que se contrapone, de modo expreso, un poder que se reclama depositario de una soberanía y expresión de una dimensión constituyente desde los que se ha llevado a cabo una manifiesta negación del vigente ordenamiento constitucional. Se trata de la afirmación de un poder que se pretende fundante de un nuevo orden político y liberado, por ello mismo, de toda atadura jurídica)
y que
la Cámara autonómica no puede erigirse en fuente de legitimidad jurídica y política, hasta arrogarse la potestad de vulnerar el orden constitucional que sustenta su propia autoridad. Obrando de ese modo, el Parlamento de Cataluña socavaría su propio fundamento constitucional y estatutario (arts. 1 y 2.4 eac, antes citados), al sustraerse de toda vinculación a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, e infringiría las bases del Estado de Derecho y la norma que declara la sujeción de todos a la Constitución (arts. 1.1 y 9.1 CE)
En base a la doctrina anterior, el Tribunal Constitucional, en una declaración obvia en un Estado Democrático, y que entiende cualquier alumno de primer curso del Grado en Derecho, estima la impugnación promovida por el Abogado del Estado, en representación del Gobierno de la Nación, contra la resolución 1/XI del Parlamento de Cataluña, adoptada el 9 de noviembre de 2015, «sobre el inicio del proceso político en Cataluña como consecuencia de los resultados electorales del 27 de septiembre de 2015» y su anexo, declarando en consecuencia su inconstitucionalidad y nulidad.
Dionisio Fernández de Gatta Sánchez Profesor Titular de Derecho Administrativo Universidad de Salamanca.
Ars Iuris Salmanticensis, vol. 4, junio 2016, 391-397
Blas
P.D.:
El Tribunal Supremo ha confirmado la sanción que el CGPJ impuso al magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona Santiago Vidal por participar en la elaboración de una constitución catalana, (21.11.2016).
Viene a mi memoria el general Batet, que sería fusilado en la guerra civil por los franquistas.
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Fulano de Mileto dijo:
Me he hecho del «MEA CUBA» de Cabrera Infante ( Gracias Salva). También tengo cerca el «DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO» de Carlos Rangel (Salva, gracias otra vez) Cuando hay según que acontecimientos me gusta refrescarme no sólo de periodismo barato y oportunista.
Don Quicio, Salva es un amigo que me fusila en la red todo lo que está vivo. Es mi francotirardor favorito, aunque a él le gustaría ser sólo FRANCO. Sí, es de esos.
Don Quicio, el tiempo, que no mi capacidad, me ha enseñado que cuando hablo durante un rato con alguien que no duda, es que estoy hablando o con o un cobarde, un ignorante, o alguien que posee las dos carasterísticas. Me pasa lo mismo con quien veo que abraza máximas genéricas o universales sin ponerlas en cuestión. No se puede alumbrar nada sin producir sombras. Verdad y duda son compañeras de cualquier cabeza que se precie. La luz del final del túnel no se vería sin la oscuridad de éste.
¿El pueblo quiere la libertad? Dicen los políticos. ¿Y para qué quiere el pueblo la libertad? ¿Qué es la libertad para ese pueblo? ¿Se puede generalizar hablando de pueblo? ¿Es libertad para hacer lo que se quiera? ¿La Ley que me contradiga delimita necesariamente mi libertad? ¿La Ley que limita mis intenciones garantiza a su vez el que me pueda explayar con mis derechos? ¿Es una ley de Libertad la que me limita?¿ ¿Libertad antes que cama y plato caliente? ¿Cuántos pueblos o elementos del conjunto pueblo prefieren libertad a comodidad? jajajja ¿Y cuántos prefieren la Libertad del pueblo al que pertenecen a sus lujos particulares?
La libertad es un puto compromiso. Es jodida. En libertad y con medios, el pueblo en general y los hombres en particular pueden crecer. Sí; pero esa misma libertad te compromete como individuo a un esfirzo de crecimeinto en lo económico e intelectual. No hay frutos en el árbol de la Libertad sin no hacen esfurzos los que de él quieren disfrutar y vivir. ¿Esforzar para ser libre? ¿P`a qué?
¿Por qué no tirania y acomodo? «Dame lo mínimo y tiranízame». ¿Qué pierdo? La Libertad de prensa o la libertad de que el que puede manipula la prensa? ¿La libertad de movimientos del que tiene medios para moverse?
Podria hacer una lista larga; pero no lo considero necesario. Digo también todo lo innecesario de arriba porque no tengo nada claro que la gente (toda), por principios y de oficio quiera libertad. Creo que la Humanidad es el caldo de cultivo perfecto para lo dictatorial. Sólo tiene que estar vivo el dictador en potencia, que es casi todo el que es adicto al poder, y darse las circunstancia nacionales e internacionales necesarias para que en cualquier parte del globo nazca otra dictadura.
Sabemos por experiencia que la salud tiene un precio. Hay trabajos peligrosos que siempre hay quien los haga a cambio de un dinero. Lo mismo le pasa a la dignidad. Lo vemos cada día, y la prostitución podría ser un ejemplo de que por dinero…
Todo tiene un precio. La Libertad también.Y hombres y pueblos siempre, de forma más o menos consciente, siempre están en oferta.
Don Quicio, lo del CHE me aburre. Sólo decirle, que leyendo su parrafada de la ONU 1964, se queja y no quiere que los Yankees le hagan a Cuba lo que Cuba, desde ellos, están haciendo en otros muchos países. Más de lo mismo.
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Fulano de Mileto dijo:
Don Quicio, algo le pasa a su blog. No me deja enviarle nada. Segunda intentona en espacio de 15 minutos.
A ver.
Me he hecho del «MEA CUBA» de Cabrera Infante ( Gracias Salva). También tengo cerca el «DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO» de Carlos Rangel (Salva, gracias otra vez) Cuando hay según que acontecimientos me gusta refrescarme no sólo de periodismo barato y oportunista.
Don Quicio, Salva es un amigo que me fusila en la red todo lo que está vivo. Es mi francotirardor favorito, aunque a él le gustaría ser sólo FRANCO. Sí, es de esos.
Don Quicio, el tiempo, que no mi capacidad, me ha enseñado que cuando hablo durante un rato con alguien que no duda, es que estoy hablando o con o un cobarde, un ignorante, o alguien que posee las dos carasterísticas. Me pasa lo mismo con quien veo que abraza máximas genéricas o universales sin ponerlas en cuestión. No se puede alumbrar nada sin producir sombras. Verdad y duda son compañeras de cualquier cabeza que se precie. La luz del final del túnel no se vería sin la oscuridad de éste.
¿El pueblo quiere la libertad? Dicen los políticos. ¿Y para qué quiere el pueblo la libertad? ¿Qué es la libertad para ese pueblo? ¿Se puede generalizar hablando de pueblo? ¿Es libertad para hacer lo que se quiera? ¿La Ley que me contradiga delimita necesariamente mi libertad? ¿La Ley que limita mis intenciones garantiza a su vez el que me pueda explayar con mis derechos? ¿Es una ley de Libertad la que me limita?¿ ¿Libertad antes que cama y plato caliente? ¿Cuántos pueblos o elementos del conjunto pueblo prefieren libertad a comodidad? jajajja ¿Y cuántos prefieren la Libertad del pueblo al que pertenecen a sus lujos particulares?
La libertad es un puto compromiso. Es jodida. En libertad y con medios, el pueblo en general y los hombres en particular pueden crecer. Sí; pero esa misma libertad te compromete como individuo a un esfirzo de crecimeinto en lo económico e intelectual. No hay frutos en el árbol de la Libertad sin no hacen esfurzos los que de él quieren disfrutar y vivir. ¿Esforzar para ser libre? ¿P`a qué?
¿Por qué no tirania y acomodo? «Dame lo mínimo y tiranízame». ¿Qué pierdo? La Libertad de prensa o la libertad de que el que puede manipula la prensa? ¿La libertad de movimientos del que tiene medios para moverse?
Podria hacer una lista larga; pero no lo considero necesario. Digo también todo lo innecesario de arriba porque no tengo nada claro que la gente (toda), por principios y de oficio quiera libertad. Creo que la Humanidad es el caldo de cultivo perfecto para lo dictatorial. Sólo tiene que estar vivo el dictador en potencia, que es casi todo el que es adicto al poder, y darse las circunstancia nacionales e internacionales necesarias para que en cualquier parte del globo nazca otra dictadura.
Sabemos por experiencia que la salud tiene un precio. Hay trabajos peligrosos que siempre hay quien los haga a cambio de un dinero. Lo mismo le pasa a la dignidad. Lo vemos cada día, y la prostitución podría ser un ejemplo de que por dinero…
Todo tiene un precio. La Libertad también.Y hombres y pueblos siempre, de forma más o menos consciente, siempre están en oferta.
Don Quicio, lo del CHE me aburre. Sólo decirle, que leyendo su parrafada de la ONU 1964, se queja y no quiere que los Yankees le hagan a Cuba lo que Cuba, desde ellos, están haciendo en otros muchos países. Más de lo mismo.
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eqm dijo:
D. Blas y D. Fulano, un problema del wordpress respecto a su control de spam ha hecho que sus comentarios se guardaran como si también lo fueran…
Procuraré estar más encima de ese armario…
EQM
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Fulano de Mileto dijo:
Jajaa-Don Quicio, ríndase. Con este monstruo no hay quien pueda. Sólo queda padecerlo y disfrutarlo cuando él quiera.
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Fulano de Mileto dijo:
Por cierto don Quicio, está por escribir el gran texto sobre el Che (Cerdo en lo rural mejicano. Allí lo bautizaon como Che por su adversión al agua y jabón) y su relación con las lesbi y gays de la Cuba de entonces. Sería todo un éxito. Y usted puede.
Entre las lindezas que propuso y no sé si llegó a montarla, fue una cárcel para ell@s.
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eqm dijo:
D. Fulano, honor inmerecido que me hace vd, vive Dios.
Su prosa también podría responder espléndidamente a tal propósito. Anímese.
Yo conozco bastante Cuba y su alma, cuyo reconocimiento explicaría tantos el porqué de tanta tolerancia ciudadana para con una dictadura como aquella.
Ese sometimiento del mundo homo o del negro a los caprichosos dictados de la falsa supremacía de sus contrarios.
Tremendo y, antropológicamente, toda una enciclopedia.
EQM
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