.
Pero… quién ha sido?
En la reciente clausura del XIV Congreso del PP catalán, Mariano Rajoy marcó las directrices en este “importante momento” e hizo un duro diagnóstico de la situación política que se vive en la región:
Queremos, dijo
– Que se cumpla la ley.
– Que se cumplan las sentencias.
– Que se respete la democracia.
– Que no se liquide el Estado de Derecho.
– Seguir juntos.
– Que las instituciones estén al servicio de todos los catalanes.
– Reconstruir la cohesión interna que el separatismo ha destruido.
– Una nueva etapa de concordia interior que aleje los extremismos.
Toda una clamorosa forma de subrayar, desnudar, con simplezas y querencias, las gravísimas carencias democráticas que él ha contribuído sustancialmente a consolidar al no cumplir ni hacer cumplir la Ley en Cataluña, abandonando, de paso, a los millones de catalanes que confiaban en el PP -y en el PSOE/PSC– como partidos constitucionalistas.
Ante tales innovadoras aportaciones de aspiraciones que, de elementales, producen vergüenza ajena, obtuvo por respuesta militante la cerrada y entusiasta ovación de los cientos de incondicionales cargos desplazados al Congreso, lo clausuró entre vítores de ¡Mariano, Presidente! y…. se fue a cenar con Xavier Albiol, Sánchez-Camacho y compañía para ver si… la promesa del Corredor Mediterráneo y 1.900 millones de euros para trenes de cercanías podrían calmar a los golpistas al menos hasta que acabe su legislatura…
Y, mientras, seguiremos escuchándole sus consabidos juicios de valor hueco: intolerable, inaceptable, inasumible, inaguantable, insoportable, insufrible, inadmisible, impensable, abominable…
Hasta que nuestro cuerpo [social] aguante, que parece va ser mucho.
Como ya sabrán, ayer se produjo un escrache y posterior asalto de la ultraizquierda totalitaria, independentista y feminista de Arran, que se ha hecho con el poder en Cataluña a través de la CUP, a la sede del Partido Popular en Barcelona. Lo mas clarificador ha sido la pancarta que al reivindicar que
«LA AUTODETERMINACIÓN NO SE NEGOCIA, REFERENDUM SÍ O SÍ»
ha dejado claro -para quien mantuviere dudas- que para los golpistas el referéndum es de autodeterminación.
A mí no me extraña en absoluto lo ocurrido porque tal suceso, siendo muy grave y significativo, no me sorprende en una Autonomía donde el Estado lleva décadas haciendo dejación de responsabilidades y permitiendo, por ejemplo, que la ciudadanía se eduque en el odio a todo lo que huela a español o en la pura liquidación del Estado de Derecho.
Por si algo faltara al caos imperante, se encontraban allí, arropando cual de sonrientes palmeros, la portavoz de los anticapitalistas totalitarios de la CUP en el Parlament, Anna Gabriel, y de su antecesor, David Fernández. Con su ya habitual valor, la pareja ha declarado que, casualmente, se hallaban muy cerca y decidieron darse una vuelta por el lugar de los hechos.
Quedamos a la espera, una vez más, de qué dice -y, sobre todo, qué hace- quien durante sus cuatro años presidiendo el Gobierno de España con mayoría absoluta no hizo nada al respecto y que ahora, en minoría, «qué les voy contar, miren vds…».
«La autodeterminación no se negocia»
•
Ilustración de Sean Mackaoui [Suiza, 1969] en El Mundo, 270317.
.
El fin que quiere ETA
Cayetana Álvarez de Toledo [Twitter y blog] en El Mundo, 270317.
Primeros días de junio de 2005, en la antigua redacción de EL MUNDO. Recibo una llamada de La Moncloa. «El presidente del Gobierno quiere verle. ¿Puede ser esta misma tarde?». José Luis Rodríguez Zapatero está en su despacho, un lugar luminoso, fresco, zen. Tiene la palabra blanda y el gesto preocupado. Las víctimas del terrorismo han convocado una segunda manifestación contra su política y cuentan con el apoyo del Partido Popular. Zapatero me mira fijamente a los ojos, como la sinuosa Kaa al porfiado Mowgli: «Confía en mí, sólo en míiiii…». Me asegura que el Gobierno no está negociando nada con ETA y que ETA está prácticamente liquidada: «El próximo terrorista que detengamos será un policía infiltrado». Dieciocho meses más tarde, explota la T4. Y después de la T4 hay otros diez asesinatos.
Recordé esta secuencia al ver El fin de ETA, un documental producido por Prisa que la web de El País volvió a emitir aprovechando el anuncio del desarme de la organización terrorista. Sus guionistas son dos veteranos de la casa, José María Izquierdo y Luis Rodríguez Aizpeolea, y es el primer intento de aprovechar la fuerza del cine -superior a la de cualquier obra literaria; a la de Patria, con sus 150.000 ejemplares vendidos- para la fijación de un relato público sobre el final de la violencia en España. El resultado es una hagiografía de Alfredo Pérez Rubalcaba.
El documental no presenta el fin de ETA como el triunfo de la democracia. De los mártires. De los concejales amenazados. De la resistencia cívica. De las manos blancas. Del coraje policial. De la Ley de Partidos. De la ley a secas. Lo presenta como la obra de ingeniería política de un genial estratega que supo aprovechar la complicidad de un tándem de visionarios: Jesús Eguiguren, entonces presidente del PSE, y Arnaldo Otegi, líder de Batasuna.
Eguiguren y Otegi cuentan cómo desde el año 2000 se reunieron en secreto en un recóndito caserío de Elgoibar. Estaba vigente el Pacto Antiterrorista. Cómo, a pesar de los asesinatos de unos y las detenciones de otros -así, en letal equivalencia-, lograron trabar una bonita amistad. Cómo el socialista fue comprendiendo las razones (sic) del terrorista: «Tenían mil presos, habían sufrido torturas; me di cuenta de que, frente a los que negaban la existencia del conflicto, existía un conflicto y de los gordos». Y cómo a su vez El Gordo se cayó del caballo: «El 11-M fue un shock brutal porque fue una acción indiscriminada». Hipercor, al parecer, no.
El documental reserva a Otegi un hueco privilegiado en la historia. El mismo que nuestros periódicos han concedido al irlandés McGuinness. No valora lo que dice al final de la película: «Yo no condeno la violencia porque es mi posición política y hemos pagado mucho por ella, como Nelson Mandela». Ni tampoco la incompatibilidad entre sus ideas y la convivencia democrática. Véanse la paliza de Alsasua y el páramo de Hernani.
En enaltecimiento de Otegi contrasta con la imagen que el documental proyecta del PP: principal obstáculo a la paz; una fuerza hipócrita, movida por el odio y el rencor hacia el PSOE. Los guionistas Izquierdo y Aizpeolea han hecho una película para los suyos. Han renunciado a un relato veraz, capaz de ser compartido, útil para la democracia. Y algo más: han legitimado el uso de la mentira en política.
El fin de ETA es un doble homenaje a la posverdad. Por lo que es y por lo que cuenta. Fotograma a fotograma, va dejando en evidencia las mentiras no del PP sino de Rubalcaba. Se omiten episodios de la negociación como la excarcelación de De Juana Chaos o el chivatazo a ETA. Pero el efecto es el mismo. Queda demostrado que el hombre que dijo «los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta» hizo de la mentira un método. Ante la prensa. En sede parlamentaria. En sus indignadas réplicas a la oposición. Y en la propia mesa negociadora. Y no, tampoco hubo un fin que justificara lo injustificable.
Lo narra la propia película con ritmo trepidante. Los emisarios del Gobierno se reunieron en Suiza y Noruega, primero con Josu Ternera y después con Thierry. Hablaron de los presos, pero también de política: de la autodeterminación del País Vasco y de la anexión de Navarra. Y pactaron. Las negociaciones continuaron incluso después de la T4, hasta que la mentira estalló en pedazos.
La negociación de Rubalcaba con ETA fue un fracaso. Dilató la derrota policial de la organización y rehabilitó a Batasuna. Es decir, prolongó una visión restrictiva de la amenaza etarra: ETA, no como vanguardia terrorista de un proyecto totalitario -que sigue vigente y tiene distintos intérpretes- sino como una banda de pistoleros a las puertas del paro.
El relato de la derrota de ETA sigue, por tanto, pendiente. Y lo seguirá, a juzgar por cómo unos y otros han encarado el desarme. El submundo abertzale ha tomado la iniciativa. Ha puesto a sus guionistas a trabajar y el próximo 8 de abril vamos a asistir a un sainete digno de Berlanga: La escopeta nacionalista o Patrimonio vasco. Las armas no serán entregadas al Estado democrático al que ETA lleva agrediendo 40 años, sino a lo que Otegi, podémico, llama «la soberanía popular». Su gente. Nada de ciencia judicial y policial: ¡Vivan los «artesanos de la paz»! Su portavoz se llama, enfáticamente, Txetx Etxeberry. Es ecologista, sindicalista, altermundialista y batasuno. Participó en la creación del eusko, divisa y emblema de un Iparralde autárquico, y ha lanzado una campaña contra la evasión fiscal consistente en irrumpir en bancos y sustraer las sillas. Este Robin Hood de los encapuchados, valga la redundancia, entregará a los inverificables verificadores internacionales una lista de los zulos de ETA con su correspondiente geolocalización para que luego, en feliz romería y con la ayuda de Google Maps, las Fuerzas de Seguridad francesas los puedan desmantelar. Se admiten los selfies.
¿Y el Gobierno español? Ha decidido inhibirse. El presidente Rajoy ha cedido al lehendakariUrkullu el liderazgo político del desarme y a ETA, la decisión sobre su escenificación. Los portavoces del Ejecutivo se defienden: ¿Cómo vamos a impedir que ETA entregue las armas? Nadie lo reclama. Pero si el Gobierno sabe dónde están los zulos, ¿por qué no se adelantó? ¿Por qué niega a la sociedad española la foto de la derrota de ETA? ¿Por qué facilita a los violentos la construcción de su relato? Y, sobre todo, ¿por qué le da al nacionalismo argumentos para exigir al Estado contraprestaciones a la «generosidad» de ETA en forma de acercamientos de presos y excarcelaciones? El ministro del Interior desmintió ayer que el Gobierno vaya a acercar presos al País Vasco. Ojalá sea verdad, señor Zoido. Y ojalá la democracia española tuviera un guionista.
•
.
Lo que sabe el CNI: todos los zulos de ETA con armas están localizados
No se han intervenido para que haya una entrega ‘voluntaria’, acordada por todos, y evitar así una escisión de quienes deseen apostar por que la banda siga activa
El Confidencial Digital, 240317.
ETA agoniza. Así lo aseguran fuentes de los servicios de inteligencia al máximo nivel, que valoran el reciente anuncio de la entrega de las armas como el paso definitivo hacia la disolución de la banda. Al CNI nada le pilla por sorpresa: conoce con exactitud la localización de la totalidad de zulos y arsenales que aún tiene disponibles la banda.
ETA anunció hace casi seis años, el 20 de octubre de 2011, que ponía fin a 43 años de atentados. Desde entonces, explican las fuentes consultadas por ECD, la lucha antiterrorista del servicio secreto español se ha dirigido en dos direcciones: evitar escisiones internas en la banda, que puedan provocar la aparición de un nuevo frente violento; y, sobre todo, localizar y ‘quemar’ (impedir que se puedan volver a usar) todos los zulos donde se almacenan las armas y explosivos que aún poseen los terroristas.
Cinco años tras los zulos de ETA
El Confidencial Digital ha tenido acceso a fuentes de máxima solvencia, conocedoras de las acciones que viene protagonizando el Centro Nacional de Inteligencia para verificar con garantías la entrega de armas de ETA, anunciada el pasado viernes en la edición digital de Le Monde.
Según explican estas voces, los datos sobre la localización exacta de cada uno de los arsenales de la banda terrorista están ya en poder de los servicios de inteligencia españoles. Concretamente, de la División de Contraterrorismo del CNI. De hecho, añaden, ETA ya no tiene control efectivo sobre dichos arsenales.
Desde antes, pero sobre todo tras el anuncio del final de la lucha armada, el CNI ha seguido recopilando información sobre los lugares donde ETA iba escondiendo sus armas y explosivos, junto con material para la fabricación de bombas: cordón detonante, temporizadores…
En los últimos cinco años, el Centro ha colaborado intensamente con la francesa Dirección Central de Inteligencia Interior (DCRI), el principal organismo gano de inteligencia. Y el resultado de estas tareas conjuntas ha sido la elaboración de un mapa completo con la ubicación de todos los zulos y arsenales actuales de ETA.
Están ‘quemados’, bajo vigilancia
La banda sabe también que sus zulos están ‘quemados’, porque se encuentran bajo vigilancia permanente. Conocen que cualquier movimiento que se produzca en el entorno de alguno de ellos puede llevar a la detención de quien se atreva a acercarse. Por ello, explican las fuentes, hace tiempo que ETA ya no intenta acceder a sus escondrijos de armas y explosivos.
Tal y como contó ECD, en el momento en que se declaró el final de la lucha armada ETA disponía de un arsenal de más de quinientas pistolas, trescientos subfusiles, fusiles de francotirador, granadas Jotake, cohetes MKAR… y una ingente cantidad de amonal y material para la fabricación de bombas.
Casi nadie en ETA sabe dónde están las armas
A la vez, Policía Nacional, Guardia Civil y las fuerzas de seguridad francesa han intensificado los golpes contra la estructura logística de ETA. Una estrategia dirigida a dificultar aún más el acceso de los terroristas a sus armas escondidas.
Por ese motivo, la banda ha ido perdiendo paulatinamente a los miembros especializados en armamento y zulos. Eran ellos quienes los gestionaban y conocían su ubicación. Y quienes, por ejemplo, sabían cuándo caducaba una partida de explosivos determinada y había que darles salida.
El último de estos golpes fue la detención de Jean Noël Etcheverry, un sindicalista del entorno de ETA al que la banda había confiado la ubicación de parte de sus zulos. Actualmente, “casi nadie de ETA sabe dónde están las armas”.
Sólo quedan unos pocos que tienen conocimiento de la ubicación de los zulos. Uno de ellos es David Urdín, tal y como apunta La Razón. Este joven, que huyó de España y se integró en ETA para no ser condenado por delitos de ‘kale borroka’, sería además el designado por la cúpula de la banda para escenificar la anunciada entrega de armas.
Buscan un desarme “digno”
ETA, explican estas fuentes, no revelaba a sus miembros la ubicación de los zulos para evitar que una detención ponga en peligro la red de escondites de armas. La información sobre la ubicación de estos permanecía oculta a casi la totalidad del organigrama. Sólo unos pocos etarras –la cúpula, principalmente- conocen cuántas armas tiene actualmente la banda y dónde se esconden.
Con pocos miembros con capacidad para gestionar los zulos, y con estos completamente “intervenidos” por los servicios secretos franceses y españoles, “ETA se ha quedado sin margen de acción” y sin nada con lo que negociar, precisan las fuentes de inteligencia consultadas.
“Se han dado cuenta de que ya no pueden ser un agente político”. Como admitió el propio Etcheverry, ahora buscan “llevar a cabo el desarme de una manera digna”.
¿Por qué no se procede a su desmantelamiento?
Si Francia y España, a través de los servicios de inteligencia, conocen dónde están las armas de ETA, ¿por qué no se intervienen los zulos? La respuesta a esta pregunta, explican las fuentes a las que ha tenido acceso ECD, esconde una estrategia.
“La única forma eficaz de acabar con ETA es que ETA muera por sí misma”, relatan. Se trata de que no encuentren otra salida que la de entregar voluntariamente los zulos. “Cualquier golpe policial significativo contra el entramado de zulos, tanto en España como en el País Vasco francés, podría ser entendida por una parte de la banda como una especie de ‘declaración de guerra’ de parte de las fuerzas de seguridad”, con las que ETA cree estar viviendo bajo un cierto estado de ‘tregua’.
Y es que, según han podido constatar los servicios de inteligencia, no todos los actuales miembros de la banda respaldan la entrega de armas. Los integrantes más jóvenes, con apoyo de algún ‘veterano’, creen que sin armas no hay capacidad de negociación. Pero se trata de una minoría que en principio está “bajo control” de la cúpula de la organización.
Se quiere evitar, entonces, una escisión entre los que aún integran la debilitada estructura de ETA. Por eso, “Francia y España han acordado que sea ETA quien marque los tiempos de su disolución”, aseguran. Aunque, si ambos países quisieran, “ETA podría acabarse mañana”.
••
•••
Notas.-
Los enlaces en textos propios son aportados por EQM. En los ajenos sólo cuando así se indique. También son de EQM, por discutibles razones de legibilidad en internet, el incremento de párrafos en textos ajenos, respetando el contenido, que puede leerse en el original pinchando el enlace correspondiente.
rev prensa dijo:
Editorial | Coacción intolerable
El País
Con el intento de ocupación de la sede del PP en Barcelona, las juventudes de la CUP traspasaron ayer una línea roja intolerable en un sistema democrático: la coacción. Varias decenas de militantes de Arran, rama juvenil del grupo independentista, intentaron entrar por la fuerza en las dependencias del PP. La intervención de los agentes de seguridad frustró el intento, que derivó finalmente en un escrache a los políticos populares. El hecho de que tomaran parte activa en los incidentes la diputada autonómica Anna Gabriel y el ex diputado David Fernández resulta especialmente censurable, pues les sitúa fuera de los parámetros de respeto a la libertad que debe presidir la actuación de cualquier cargo electo. Todas las ideas han de poder expresarse en libertad. Resulta muy preocupante que intenten utilizar la intimidación para hacer valer sus posiciones y asusta imaginar de lo que serían capaces si tuvieran la más mínima posibilidad de tener éxito en sus pretensiones.
Ahora que podemos celebrar la recuperación de la paz en el País Vasco y que la calma política ha llegado finalmente a sus calles, el incidente de la CUP nos recuerda el peligro de que Cataluña derive hacia formas de lucha política basada en la coacción. El incidente de ayer recuerda demasiado al clima de hostigamiento y acoso al que fueron sometidos en plena kale borroka las fuerzas políticas del País Vasco. Hay que evitar que una situación parecida se reproduzca en Cataluña.
La acción contra el PP cobra mayor importancia si se tiene en cuenta la dependencia que la coalición Junts pel Sí tiene de la CUP para mantenerse en el Gobierno. Mientras el presidente Carles Puigdemont viajaba a Harvard, la cuna de la intelectualidad académica de EE UU, para defender la ejemplaridad democrática del proceso catalán, sus socios le desmentían en la calle de la forma más grosera. Es de celebrar que tanto el PDeCat como ERC se apresuraran a condenar el intento de ocupación. Pero habría que preguntar a Puigdemont y a Junts pel Sí hasta donde están dispuestos a consentir con tal de mantener el apoyo de los radicales. Porque resulta incompatible apelar al principio democrático en defensa de sus pretensiones de referéndum, y tolerar al mismo tiempo actitudes de coacción que atentan contra la más elemental libertad política.
No es la primera vez que ocurre. El independentismo radical ha hostigado en varias ocasiones a Sociedad Civil Catalana (SCC), una plataforma que se opone a la independencia. Hasta nueve acciones de boicot ha sufrido esta organización por parte de grupos juveniles independentistas, algunas de ellas violentas. Que el consejero de Relaciones Exteriores y Trasparencia, Raül Romeva, tachara de «falangistas» a los miles de ciudadanos que acudieron a la manifestaron convocada por SCC el domingo 19 en Barcelona en contra de la secesión proporciona una inaceptable cobertura ideológica a los incidentes de ayer.
http://elpais.com/elpais/2017/03/27/opinion/1490637907_552827.html
Me gustaMe gusta
rosa dijo:
Albiol, que es de lo más sano que tiene el PP, estuvo muy bien llamándoles fascistas.
Rosa
Me gustaMe gusta
Fulano de Mileto dijo:
Los polvos de dejadez e irresponsabilidad que esparcieron todas las Moncloas respecto a nuestros muy amados independentistas han traído estos lodos.
El monstruo a mamado desde el primer día leche de la marca Moncloa y le ha sentado muy bien. Ha crecido y ahora quiere más. Lo quiere todo. No ha habido en la Historia de la Humanidad ningún monstruo individual o colectivo que se hay apaciguado encerrado fácilmente. Llega este punto hay que matarlos. Y tenemos leyes suficiente para ello.
En las Moncloas nunca ha interesado, sino…
Me gustaMe gusta
Blas dijo:
http://www.elmundo.es/cronica/2014/04/06/533fdb2c268e3e86218b4570.html
Blas
Me gustaMe gusta
Blas dijo:
Entregado por el rey Felipe VI
El escritor y académico Arturo Pérez-Reverte ha recibido hoy, 27.3.2017, el XIII Premio Don Quijote de Periodismo, uno de los galardones correspondientes a la XXXIV edición de los Premios Rey de España de Periodismo, en un acto presidido por Felipe VI.
El jurado ha galardonado al escritor por un artículo sobre el impacto de la llegada masiva de inmigrantes y refugiados a Europa, titulado «Los godos del emperador Valente» y publicado en la revista XL Semanal el 13 de septiembre de 2015. A juicio del jurado, se trata de un trabajo «contundente y directo, magníficamente documentado y redactado, como es habitual en el autor, en el que analiza la caída de los imperios y su sustitución por otros nuevos».
LOS GODOS DEL EMPERADOR VALENTE
Arturo Pérez-Reverte
En el año 376 después de Cristo, en la frontera del Danubio se presentó una masa enorme de hombres, mujeres y niños. Eran refugiados godos que buscaban asilo, presionados por el avance de las hordas de Atila. Por diversas razones -entre otras, que Roma ya no era lo que había sido- se les permitió penetrar en territorio del imperio, pese a que, a diferencia de oleadas de pueblos inmigrantes anteriores, éstos no habían sido exterminados, esclavizados o sometidos, como se acostumbraba entonces. En los meses siguientes, aquellos refugiados comprobaron que el imperio romano no era el paraíso, que sus gobernantes eran débiles y corruptos, que no había riqueza y comida para todos, y que la injusticia y la codicia se cebaban en ellos. Así que dos años después de cruzar el Danubio, en Adrianópolis, esos mismos godos mataron al emperador Valente y destrozaron su ejército. Y noventa y ocho años después, sus nietos destronaron a Rómulo Augústulo, último emperador, y liquidaron lo que quedaba del imperio romano.
Y es que todo ha ocurrido ya. Otra cosa es que lo hayamos olvidado. Que gobernantes irresponsables nos borren los recursos para comprender. Desde que hay memoria, unos pueblos invadieron a otros por hambre, por ambición, por presión de quienes los invadían o maltrataban a ellos. Y todos, hasta hace poco, se defendieron y sostuvieron igual: acuchillando invasores, tomando a sus mujeres, esclavizando a sus hijos. Así se mantuvieron hasta que la Historia acabó con ellos, dando paso a otros imperios que a su vez, llegado el ocaso, sufrieron la misma suerte. El problema que hoy afronta lo que llamamos Europa, u Occidente (el imperio heredero de una civilización compleja, que hunde sus raíces en la Biblia y el Talmud y emparenta con el Corán, que florece en la Iglesia medieval y el Renacimiento, que establece los derechos y libertades del hombre con la Ilustración y la Revolución Francesa), es que todo eso -Homero, Dante, Cervantes, Shakespeare, Newton, Voltaire- tiene fecha de caducidad y se encuentra en liquidación por derribo. Incapaz de sostenerse. De defenderse. Ya sólo tiene dinero. Y el dinero mantiene a salvo un rato, nada más.
Pagamos nuestros pecados. La desaparición de los regímenes comunistas y la guerra que un imbécil presidente norteamericano desencadenó en el Medio Oriente para instalar una democracia a la occidental en lugares donde las palabras Islam y Rais -religión mezclada con liderazgos tribales- hacen difícil la democracia, pusieron a hervir la caldera. Cayeron los centuriones -bárbaros también, como al fin de todos los imperios- que vigilaban nuestro limes. Todos esos centuriones eran unos hijos de puta, pero eran nuestros hijos de puta. Sin ellos, sobre las fronteras caen ahora oleadas de desesperados, vanguardia de los modernos bárbaros -en el sentido histórico de la palabra- que cabalgan detrás. Eso nos sitúa en una coyuntura nueva para nosotros pero vieja para el mundo. Una coyuntura inevitablemente histórica, pues estamos donde estaban los imperios incapaces de controlar las oleadas migratorias, pacíficas primero y agresivas luego. Imperios, civilizaciones, mundos que por su debilidad fueron vencidos, se transformaron o desaparecieron. Y los pocos centuriones que hoy quedan en el Rhin o el Danubio están sentenciados. Los condenan nuestro egoísmo, nuestro buenismo hipócrita, nuestra incultura histórica, nuestra cobarde incompetencia. Tarde o temprano, también por simple ley natural, por elemental supervivencia, esos últimos centuriones acabarán poniéndose de parte de los bárbaros.
A ver si nos enteramos de una vez: estas batallas, esta guerra, no se van a ganar. Ya no se puede. Nuestra propia dinámica social, religiosa, política, lo impide. Y quienes empujan por detrás a los godos lo saben. Quienes antes frenaban a unos y otros en campos de batalla, degollando a poblaciones enteras, ya no pueden hacerlo. Nuestra civilización, afortunadamente, no tolera esas atrocidades. La mala noticia es que nos pasamos de frenada. La sociedad europea exige hoy a sus ejércitos que sean oenegés, no fuerzas militares. Toda actuación vigorosa -y sólo el vigor compite con ciertas dinámicas de la Historia- queda descartada en origen, y ni siquiera Hitler encontraría hoy un Occidente tan resuelto a enfrentarse a él por las armas como lo estuvo en 1939. Cualquier actuación contra los que empujan a los godos es criticada por fuerzas pacifistas que, con tanta legitimidad ideológica como falta de realismo histórico, se oponen a eso. La demagogia sustituye a la realidad y sus consecuencias. Detalle significativo: las operaciones de vigilancia en el Mediterráneo no son para frenar la emigración, sino para ayudar a los emigrantes a alcanzar con seguridad las costas europeas. Todo, en fin, es una enorme, inevitable contradicción. El ciudadano es mejor ahora que hace siglos, y no tolera cierta clase de injusticias o crueldades. La herramienta histórica de pasar a cuchillo, por tanto, queda felizmente descartada. Ya no puede haber matanza de godos. Por fortuna para la humanidad. Por desgracia para el imperio.
Todo eso lleva al núcleo de la cuestión: Europa o como queramos llamar a este cálido ámbito de derechos y libertades, de bienestar económico y social, está roído por dentro y amenazado por fuera. Ni sabe, ni puede, ni quiere, y quizá ni debe defenderse. Vivimos la absurda paradoja de compadecer a los bárbaros, incluso de aplaudirlos, y al mismo tiempo pretender que siga intacta nuestra cómoda forma de vida. Pero las cosas no son tan simples. Los godos seguirán llegando en oleadas, anegando fronteras, caminos y ciudades. Están en su derecho, y tienen justo lo que Europa no tiene: juventud, vigor, decisión y hambre. Cuando esto ocurre hay pocas alternativas, también históricas: si son pocos, los recién llegados se integran en la cultura local y la enriquecen; si son muchos, la transforman o la destruyen. No en un día, por supuesto. Los imperios tardan siglos en desmoronarse.
Eso nos mete en el cogollo del asunto: la instalación de los godos, cuando son demasiados, en el interior del imperio. Los conflictos derivados de su presencia. Los derechos que adquieren o deben adquirir, y que es justo y lógico disfruten. Pero ni en el imperio romano ni en la actual Europa hubo o hay para todos; ni trabajo, ni comida, ni hospitales, ni espacios confortables. Además, incluso para las buenas conciencias, no es igual compadecerse de un refugiado en la frontera, de una madre con su hijo cruzando una alambrada o ahogándose en el mar, que verlos instalados en una chabola junto a la propia casa, el jardín, el campo de golf, trampeando a veces para sobrevivir en una sociedad donde las hadas madrinas tienen rota la varita mágica y arrugado el cucurucho. Donde no todos, y cada vez menos, podemos conseguir lo que ambicionamos. Y claro. Hay barriadas, ciudades que se van convirtiendo en polvorines con mecha retardada. De vez en cuando arderán, porque también eso es históricamente inevitable. Y más en una Europa donde las élites intelectuales desaparecen, sofocadas por la mediocridad, y políticos analfabetos y populistas de todo signo, según sopla, copan el poder. El recurso final será una policía más dura y represora, alentada por quienes tienen cosas que perder. Eso alumbrará nuevos conflictos: desfavorecidos clamando por lo que anhelan, ciudadanos furiosos, represalias y ajustes de cuentas. De aquí a poco tiempo, los grupos xenófobos violentos se habrán multiplicado en toda Europa. Y también los de muchos desesperados que elijan la violencia para salir del hambre, la opresión y la injusticia. También parte de la población romana -no todos eran bárbaros- ayudó a los godos en el saqueo, por congraciarse con ellos o por propia iniciativa. Ninguna pax romana beneficia a todos por igual. Y es que no hay forma de parar la Historia. «Tiene que haber una solución», claman editorialistas de periódicos, tertulianos y ciudadanos incapaces de comprender, porque ya nadie lo explica en los colegios, que la Historia no se soluciona, sino que se vive; y, como mucho, se lee y estudia para prevenir fenómenos que nunca son nuevos, pues a menudo, en la historia de la Humanidad, lo nuevo es lo olvidado. Y lo que olvidamos es que no siempre hay solución; que a veces las cosas ocurren de forma irremediable, por pura ley natural: nuevos tiempos, nuevos bárbaros. Mucho quedará de lo viejo, mezclado con lo nuevo; pero la Europa que iluminó el mundo está sentenciada a muerte. Quizá con el tiempo y el mestizaje otros imperios sean mejores que éste; pero ni ustedes ni yo estaremos aquí para comprobarlo. Nosotros nos bajamos en la próxima. En ese trayecto sólo hay dos actitudes razonables. Una es el consuelo analgésico de buscar explicación en la ciencia y la cultura; para, si no impedirlo, que es imposible, al menos comprender por qué todo se va al carajo. Como ese romano al que me gusta imaginar sereno en la ventana de su biblioteca mientras los bárbaros saquean Roma. Pues comprender siempre ayuda a asumir. A soportar.
La otra actitud razonable, creo, es adiestrar a los jóvenes pensando en los hijos y nietos de esos jóvenes. Para que afronten con lucidez, valor, humanidad y sentido común el mundo que viene. Para que se adapten a lo inevitable, conservando lo que puedan de cuanto de bueno deje tras de sí el mundo que se extingue. Dándoles herramientas para vivir en un territorio que durante cierto tiempo será caótico, violento y peligroso. Para que peleen por aquello en lo que crean, o para que se resignen a lo inevitable; pero no por estupidez o mansedumbre, sino por lucidez. Por serenidad intelectual. Que sean lo que quieran o puedan: hagámoslos griegos que piensen, troyanos que luchen, romanos conscientes -llegado el caso- de la digna altivez del suicidio. Hagámoslos supervivientes mestizos, dispuestos a encarar sin complejos el mundo nuevo y mejorarlo; pero no los embauquemos con demagogias baratas y cuentos de Walt Disney. Ya es hora de que en los colegios, en los hogares, en la vida, hablemos a nuestros hijos mirándolos a los ojos.
—————
Blas
Me gustaMe gusta
El Guerrero del antifaz dijo:
Un gobierno que educa contra el sentido único de España a base de odios y otro que lo consiente, deberían estar los dos en prisión.
Me gustaMe gusta
El Yayo Fernández dijo:
Como siempre la educación es primordial para crear ciudadanos en el amor a su patria. Sin amor y respeto no hay futuro, solo enfrentamientos peligrosos. Una cosa es la libertad de opinión y el respeto a ella y otra muy diferente la imposición educativa hacia el separatismo. Mientras no se les meta mano en los colegios no gabrá solución. Lo que ocurre es que ningún partido está por esa labor por carecer de un cerebro adecuado. Estamos gobernados por paletos que no aprenden ni quieren. Todos son y serán responsables de nuestro negro futuro.
Me gustaMe gusta
Hija del Sol dijo:
Ya se ve en las diferentes leyes educativas que surgen en las autonosuyas; entre ellas las relativas a la educación sexual, en las que se pretende además de educar en el respeto a cualquier alternativa ( cosa adecuada) la de vender a los niños que ser cualquier cosa menos eterosexual es normal y se debe de experimentar. ¿Y los padres que hacemos? Sólo podemos darles anticlases en casa para corregir los errores oficiales. Con el odio a España nos pasa más de lo mismo. El adoctrinamiento desde niños pequeñisimos debería estar prohibido.
Me gustaMe gusta
ricardo dijo:
El benefactor Mariano repartiendo en Cataluña NUESTROS caramelos:
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha anunciado esta mañana en Barcelona la voluntad de su Gobierno de invertir durante este mandato 4.200 millones de euros de inversión en infraestructuras en Cataluña, centrados básicamente en la red de Rodalies y el corredor mediterráneo, pero también en carreteras, puertos y aeropuertos. El presidente ha destacado que esa inyección de recursos llega «ahora porque podemos hacerlo», a razón de 1.000 millones de euros por año.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2017/03/28/catalunya/1490688993_171913.html
Me gustaMe gusta
Zapata dijo:
Antiguamente, cuando unos de los hijos se ponía farruco y amenazaba al resto y al padre para conseguir los favores de éste jodiendo a todos, se le pegaba dos ostias y se acababa la fiesta.
Me gustaMe gusta
Quesada dijo:
Rajoy anuncia inversiones millonarias en Cataluña y no solo no le aplaude nadie del gobierno catalán, es que no va a oirle nadie. ¿Cuando aprenderá este burrete inocentón repugnante? Y es que no se entera, ¡coño!
Me gustaMe gusta