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Pero… quién ha sido?

En la reciente clausura del XIV Congreso del PP catalán, Mariano Rajoy marcó las directrices en este “importante momento” e hizo un duro diagnóstico de la situación política que se vive en la región:

Queremos, dijo

– Que se cumpla la ley.
– Que se cumplan las sentencias.
– Que se respete la democracia.
– Que no se liquide el Estado de Derecho.
– Seguir juntos.
– Que las instituciones estén al servicio de todos los catalanes.
– Reconstruir la cohesión interna que el separatismo ha destruido.
– Una nueva etapa de concordia interior que aleje los extremismos.

Toda una clamorosa forma de subrayar, desnudar, con simplezas y querencias, las gravísimas carencias democráticas que él ha contribuído sustancialmente a consolidar al no cumplir ni hacer cumplir la Ley en Cataluña, abandonando, de paso, a los millones de catalanes que confiaban en el PP -y en el PSOE/PSC– como partidos constitucionalistas.

Ante tales innovadoras aportaciones de aspiraciones que, de elementales, producen vergüenza ajena, obtuvo por respuesta militante la cerrada y entusiasta ovación de los cientos de incondicionales cargos desplazados al Congreso, lo clausuró entre vítores de ¡Mariano, Presidente! y…. se fue a cenar con Xavier AlbiolSánchez-Camacho y compañía para ver si… la promesa del Corredor Mediterráneo y 1.900 millones de euros para trenes de cercanías podrían calmar a los golpistas al menos hasta que acabe su legislatura…

Y, mientras, seguiremos escuchándole sus consabidos juicios de valor hueco: intolerable, inaceptable, inasumible, inaguantable, insoportable, insufrible, inadmisible, impensable, abominable…

Hasta que nuestro cuerpo [social] aguante, que parece va ser mucho.

EQM

Como ya sabrán, ayer se produjo un escrache y posterior asalto de la ultraizquierda totalitaria, independentista y feminista de Arran, que se ha hecho con el poder en Cataluña a través de la CUP, a la sede del Partido Popular en Barcelona. Lo mas clarificador ha sido la pancarta que al reivindicar que

«LA AUTODETERMINACIÓN NO SE NEGOCIA, REFERENDUM SÍ O SÍ»

ha dejado claro -para quien mantuviere dudas- que para los golpistas el referéndum es de autodeterminación.

A mí no me extraña en absoluto lo ocurrido porque tal suceso, siendo muy grave y significativo, no me sorprende en una Autonomía donde el Estado lleva décadas haciendo dejación de responsabilidades y permitiendo, por ejemplo, que la ciudadanía se eduque en el odio a todo lo que huela a español o en la pura liquidación del Estado de Derecho.

Por si algo faltara al caos imperante, se encontraban allí, arropando cual de sonrientes palmeros, la portavoz de los anticapitalistas totalitarios de la CUP en el Parlament, Anna Gabriel, y de su antecesor, David Fernández. Con su ya habitual valor, la pareja ha declarado que, casualmente, se hallaban muy cerca y decidieron darse una vuelta por el lugar de los hechos.

Quedamos a la espera, una vez más, de qué dice -y, sobre todo, qué hace- quien durante sus cuatro años presidiendo el Gobierno de España con mayoría absoluta no hizo nada al respecto y que ahora, en minoría, «qué les voy contar, miren vds…».

«La autodeterminación no se negocia»

Ilustración de Sean Mackaoui [Suiza, 1969] en El Mundo, 270317.

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El fin que quiere ETA

Cayetana Álvarez de Toledo [Twitter y blog] en El Mundo, 270317.

Primeros días de junio de 2005, en la antigua redacción de EL MUNDO. Recibo una llamada de La Moncloa. «El presidente del Gobierno quiere verle. ¿Puede ser esta misma tarde?». José Luis Rodríguez Zapatero está en su despacho, un lugar luminoso, fresco, zen. Tiene la palabra blanda y el gesto preocupado. Las víctimas del terrorismo han convocado una segunda manifestación contra su política y cuentan con el apoyo del Partido Popular. Zapatero me mira fijamente a los ojos, como la sinuosa Kaa al porfiado Mowgli: «Confía en mí, sólo en míiiii…». Me asegura que el Gobierno no está negociando nada con ETA y que ETA está prácticamente liquidada: «El próximo terrorista que detengamos será un policía infiltrado». Dieciocho meses más tarde, explota la T4. Y después de la T4 hay otros diez asesinatos.

Recordé esta secuencia al ver El fin de ETA, un documental producido por Prisa que la web de El País volvió a emitir aprovechando el anuncio del desarme de la organización terrorista. Sus guionistas son dos veteranos de la casa, José María Izquierdo y Luis Rodríguez Aizpeolea, y es el primer intento de aprovechar la fuerza del cine -superior a la de cualquier obra literaria; a la de Patria, con sus 150.000 ejemplares vendidos- para la fijación de un relato público sobre el final de la violencia en España. El resultado es una hagiografía de Alfredo Pérez Rubalcaba.

El documental no presenta el fin de ETA como el triunfo de la democracia. De los mártires. De los concejales amenazados. De la resistencia cívica. De las manos blancas. Del coraje policial. De la Ley de Partidos. De la ley a secas. Lo presenta como la obra de ingeniería política de un genial estratega que supo aprovechar la complicidad de un tándem de visionarios: Jesús Eguiguren, entonces presidente del PSE, y Arnaldo Otegi, líder de Batasuna.

Eguiguren y Otegi cuentan cómo desde el año 2000 se reunieron en secreto en un recóndito caserío de Elgoibar. Estaba vigente el Pacto Antiterrorista. Cómo, a pesar de los asesinatos de unos y las detenciones de otros -así, en letal equivalencia-, lograron trabar una bonita amistad. Cómo el socialista fue comprendiendo las razones (sic) del terrorista: «Tenían mil presos, habían sufrido torturas; me di cuenta de que, frente a los que negaban la existencia del conflicto, existía un conflicto y de los gordos». Y cómo a su vez El Gordo se cayó del caballo: «El 11-M fue un shock brutal porque fue una acción indiscriminada». Hipercor, al parecer, no.

El documental reserva a Otegi un hueco privilegiado en la historia. El mismo que nuestros periódicos han concedido al irlandés McGuinness. No valora lo que dice al final de la película: «Yo no condeno la violencia porque es mi posición política y hemos pagado mucho por ella, como Nelson Mandela». Ni tampoco la incompatibilidad entre sus ideas y la convivencia democrática. Véanse la paliza de Alsasua y el páramo de Hernani.

En enaltecimiento de Otegi contrasta con la imagen que el documental proyecta del PP: principal obstáculo a la paz; una fuerza hipócrita, movida por el odio y el rencor hacia el PSOE. Los guionistas Izquierdo y Aizpeolea han hecho una película para los suyos. Han renunciado a un relato veraz, capaz de ser compartido, útil para la democracia. Y algo más: han legitimado el uso de la mentira en política.

El fin de ETA es un doble homenaje a la posverdad. Por lo que es y por lo que cuenta. Fotograma a fotograma, va dejando en evidencia las mentiras no del PP sino de Rubalcaba. Se omiten episodios de la negociación como la excarcelación de De Juana Chaos o el chivatazo a ETA. Pero el efecto es el mismo. Queda demostrado que el hombre que dijo «los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta» hizo de la mentira un método. Ante la prensa. En sede parlamentaria. En sus indignadas réplicas a la oposición. Y en la propia mesa negociadora. Y no, tampoco hubo un fin que justificara lo injustificable.

Lo narra la propia película con ritmo trepidante. Los emisarios del Gobierno se reunieron en Suiza y Noruega, primero con Josu Ternera y después con Thierry. Hablaron de los presos, pero también de política: de la autodeterminación del País Vasco y de la anexión de Navarra. Y pactaron. Las negociaciones continuaron incluso después de la T4, hasta que la mentira estalló en pedazos.

La negociación de Rubalcaba con ETA fue un fracaso. Dilató la derrota policial de la organización y rehabilitó a Batasuna. Es decir, prolongó una visión restrictiva de la amenaza etarra: ETA, no como vanguardia terrorista de un proyecto totalitario -que sigue vigente y tiene distintos intérpretes- sino como una banda de pistoleros a las puertas del paro.

El relato de la derrota de ETA sigue, por tanto, pendiente. Y lo seguirá, a juzgar por cómo unos y otros han encarado el desarme. El submundo abertzale ha tomado la iniciativa. Ha puesto a sus guionistas a trabajar y el próximo 8 de abril vamos a asistir a un sainete digno de Berlanga: La escopeta nacionalista o Patrimonio vasco. Las armas no serán entregadas al Estado democrático al que ETA lleva agrediendo 40 años, sino a lo que Otegi, podémico, llama «la soberanía popular». Su gente. Nada de ciencia judicial y policial: ¡Vivan los «artesanos de la paz»! Su portavoz se llama, enfáticamente, Txetx Etxeberry. Es ecologista, sindicalista, altermundialista y batasuno. Participó en la creación del eusko, divisa y emblema de un Iparralde autárquico, y ha lanzado una campaña contra la evasión fiscal consistente en irrumpir en bancos y sustraer las sillas. Este Robin Hood de los encapuchados, valga la redundancia, entregará a los inverificables verificadores internacionales una lista de los zulos de ETA con su correspondiente geolocalización para que luego, en feliz romería y con la ayuda de Google Maps, las Fuerzas de Seguridad francesas los puedan desmantelar. Se admiten los selfies.

¿Y el Gobierno español? Ha decidido inhibirse. El presidente Rajoy ha cedido al lehendakariUrkullu el liderazgo político del desarme y a ETA, la decisión sobre su escenificación. Los portavoces del Ejecutivo se defienden: ¿Cómo vamos a impedir que ETA entregue las armas? Nadie lo reclama. Pero si el Gobierno sabe dónde están los zulos, ¿por qué no se adelantó? ¿Por qué niega a la sociedad española la foto de la derrota de ETA? ¿Por qué facilita a los violentos la construcción de su relato? Y, sobre todo, ¿por qué le da al nacionalismo argumentos para exigir al Estado contraprestaciones a la «generosidad» de ETA en forma de acercamientos de presos y excarcelaciones? El ministro del Interior desmintió ayer que el Gobierno vaya a acercar presos al País Vasco. Ojalá sea verdad, señor Zoido. Y ojalá la democracia española tuviera un guionista.

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Lo que sabe el CNI: todos los zulos de ETA con armas están localizados

No se han intervenido para que haya una entrega ‘voluntaria’, acordada por todos, y evitar así una escisión de quienes deseen apostar por que la banda siga activa

El Confidencial Digital, 240317.

ETA agoniza. Así lo aseguran fuentes de los servicios de inteligencia al máximo nivel, que valoran el reciente anuncio de la entrega de las armas como el paso definitivo hacia la disolución de la banda. Al CNI nada le pilla por sorpresa: conoce con exactitud la localización de la totalidad de zulos y arsenales que aún tiene disponibles la banda.

ETA anunció hace casi seis años, el 20 de octubre de 2011, que ponía fin a 43 años de atentados. Desde entonces, explican las fuentes consultadas por ECD, la lucha antiterrorista del servicio secreto español se ha dirigido en dos direcciones: evitar escisiones internas en la banda, que puedan provocar la aparición de un nuevo frente violento; y, sobre todo, localizar y ‘quemar’ (impedir que se puedan volver a usar) todos los zulos donde se almacenan las armas y explosivos que aún poseen los terroristas.

Cinco años tras los zulos de ETA

El Confidencial Digital ha tenido acceso a fuentes de máxima solvencia, conocedoras de las acciones que viene protagonizando el Centro Nacional de Inteligencia para verificar con garantías la entrega de armas de ETA, anunciada el pasado viernes en la edición digital de Le Monde.

Según explican estas voces, los datos sobre la localización exacta de cada uno de los arsenales de la banda terrorista están ya en poder de los servicios de inteligencia españoles. Concretamente, de la División de Contraterrorismo del CNI. De hecho, añaden, ETA ya no tiene control efectivo sobre dichos arsenales.

Desde antes, pero sobre todo tras el anuncio del final de la lucha armada, el CNI ha seguido recopilando información sobre los lugares donde ETA iba escondiendo sus armas y explosivos, junto con material para la fabricación de bombas: cordón detonante, temporizadores…

En los últimos cinco años, el Centro ha colaborado intensamente con la francesa Dirección Central de Inteligencia Interior (DCRI), el principal organismo gano de inteligencia. Y el resultado de estas tareas conjuntas ha sido la elaboración de un mapa completo con la ubicación de todos los zulos y arsenales actuales de ETA.

Están ‘quemados’, bajo vigilancia

La banda sabe también que sus zulos están ‘quemados’, porque se encuentran bajo vigilancia permanente. Conocen que cualquier movimiento que se produzca en el entorno de alguno de ellos puede llevar a la detención de quien se atreva a acercarse. Por ello, explican las fuentes, hace tiempo que ETA ya no intenta acceder a sus escondrijos de armas y explosivos.

Tal y como contó ECD, en el momento en que se declaró el final de la lucha armada ETA disponía de un arsenal de más de quinientas pistolas, trescientos subfusiles, fusiles de francotirador, granadas Jotake, cohetes MKAR… y una ingente cantidad de amonal y material para la fabricación de bombas.

Casi nadie en ETA sabe dónde están las armas

A la vez, Policía Nacional, Guardia Civil y las fuerzas de seguridad francesa han intensificado los golpes contra la estructura logística de ETA. Una estrategia dirigida a dificultar aún más el acceso de los terroristas a sus armas escondidas.

Por ese motivo, la banda ha ido perdiendo paulatinamente a los miembros especializados en armamento y zulos. Eran ellos quienes los gestionaban y conocían su ubicación. Y quienes, por ejemplo, sabían cuándo caducaba una partida de explosivos determinada y había que darles salida.

El último de estos golpes fue la detención de Jean Noël Etcheverry, un sindicalista del entorno de ETA al que la banda había confiado la ubicación de parte de sus zulos. Actualmente, “casi nadie de ETA sabe dónde están las armas”.

Sólo quedan unos pocos que tienen conocimiento de la ubicación de los zulos. Uno de ellos es David Urdín, tal y como apunta La Razón. Este joven, que huyó de España y se integró en ETA para no ser condenado por delitos de ‘kale borroka’, sería además el designado por la cúpula de la banda para escenificar la anunciada entrega de armas.

Buscan un desarme “digno”

ETA, explican estas fuentes, no revelaba a sus miembros la ubicación de los zulos para evitar que una detención ponga en peligro la red de escondites de armas. La información sobre la ubicación de estos permanecía oculta a casi la totalidad del organigrama. Sólo unos pocos etarras –la cúpula, principalmente- conocen cuántas armas tiene actualmente la banda y dónde se esconden.

Con pocos miembros con capacidad para gestionar los zulos, y con estos completamente “intervenidos” por los servicios secretos franceses y españoles, “ETA se ha quedado sin margen de acción” y sin nada con lo que negociar, precisan las fuentes de inteligencia consultadas.

“Se han dado cuenta de que ya no pueden ser un agente político”. Como admitió el propio Etcheverry, ahora buscan “llevar a cabo el desarme de una manera digna”.

¿Por qué no se procede a su desmantelamiento?

Si Francia y España, a través de los servicios de inteligencia, conocen dónde están las armas de ETA, ¿por qué no se intervienen los zulos? La respuesta a esta pregunta, explican las fuentes a las que ha tenido acceso ECD, esconde una estrategia.

“La única forma eficaz de acabar con ETA es que ETA muera por sí misma”, relatan. Se trata de que no encuentren otra salida que la de entregar voluntariamente los zulos. “Cualquier golpe policial significativo contra el entramado de zulos, tanto en España como en el País Vasco francés, podría ser entendida por una parte de la banda como una especie de ‘declaración de guerra’ de parte de las fuerzas de seguridad”, con las que ETA cree estar viviendo bajo un cierto estado de ‘tregua’.

Y es que, según han podido constatar los servicios de inteligencia, no todos los actuales miembros de la banda respaldan la entrega de armas. Los integrantes más jóvenes, con apoyo de algún ‘veterano’, creen que sin armas no hay capacidad de negociación. Pero se trata de una minoría que en principio está “bajo control” de la cúpula de la organización.

Se quiere evitar, entonces, una escisión entre los que aún integran la debilitada estructura de ETA. Por eso, “Francia y España han acordado que sea ETA quien marque los tiempos de su disolución”, aseguran. Aunque, si ambos países quisieran, “ETA podría acabarse mañana”.

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Notas.-

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