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Begoña Gómez

Begoña Gómez venderá un nuevo título en la Complutense amadrinada por una ex alto cargo de Sánchez

La mujer de Pedro Sánchez acreditará a «expertos en Transformación Social» en la Complutense

Luz Sela en ok diario, 100524

Begoña Gómez sigue ampliando su currículum al frente de distintas titulaciones en la Universidad Complutense de Madrid. La mujer del presidente del Gobierno, que carece de licenciatura oficial, promueve un nuevo diploma en el centro madrileño. Se trata de una «certificación de expertos en Transformación Social» o formación en «agentes del cambio», promovido desde la Fundación de la Universidad Complutense de Madrid. Los certificados son cursos que acreditan una formación continua en una temática específica.

En el caso de la mujer de Sánchez, la «creación de empresas con valores positivos, que generen un impacto social de forma sostenible», según anuncia en la cátedra de Transformación Social Competitiva que también dirige en la Complutense.

Según Gómez, la certificación profesional es «clave» porque «no sólo acredita una sólida formación académica y habilidades prácticas, sino que también eleva la credibilidad y reputación de los profesionales en un mercado cada vez más consciente de la importancia del desarrollo sostenible».

El diploma «contribuye directamente a impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible», la conocida como Agenda 2030 que impulsa con ahínco el Gobierno de su marido. Todo ello, «marcando un impacto real y positivo en las organizaciones, nuestras comunidades y en el planeta», destaca la mujer del líder socialista en la presentación.

Alto cargo de Sánchez

La Fundación Complutense está presidida, desde septiembre del año pasado, por María Paz García-Vera, que fue alto cargo del Ejecutivo socialista. En concreto, ejerció como subdelegada del Gobierno en Madrid entre octubre de 2018 y abril de 2019.

En esa fecha fue designada delegada del Gobierno, al concurrir el entonces titular José Manuel Rodríguez Uribes como número tres en las listas del PSOE a las elecciones en la Comunidad de Madrid.

García-Vera, catedrática de Psicología Clínica en la Complutense, fue relevada en el cargo por José Manuel Franco, líder del PSOE madrileño y uno de los hombres de máxima confianza de Sánchez. Franco fue uno de sus grandes apoyos en el proceso interno para la elección como secretario general del PSOE e hizo campaña por él en Madrid.

Titulaciones

Begoña Gómez ya dirige dos titulaciones en la Universidad Complutense de Madrid, el máster en Dirección de Captación de Fondos para ONL y el de Transformación Social Competitiva, además de la cátedra del mismo nombre. Su designación para estas responsabilidades académicas resultó polémica, puesto que la mujer de Sánchez carece de licenciatura oficial.

En concreto, Gómez presume en su currículum de una licenciatura en marketing que, en realidad, no es oficial ni está homologada, sino que fue expedida por una escuela de negocios privada –M&B Escuela Superior de Marketing y Negocios– que ya no existe como tal.

El diploma de la esposa del líder socialista es un «Título Superior en Marketing y Administración de Empresas», unos estudios que sólo están reconocidos por la Universidad Internacional de Florida y la Universidad de Stirling, en Escocia.

Este periódico publicó hace unos días en exclusiva el título del que presume Gómez, que cursó los estudios entre 1991 y 1995. Para este diploma no se exigía como requisito tener aprobada la Selectividad, pues los alumnos de «nivel Bachillerato» podían matricularse. Posteriormente, cursó un máster en Business Administration (MBA) en la Escuela de Negocios ESIC.

Carecer de un título oficial no ha impedido que la mujer de Sánchez vaya engordando su currículum en la Complutense. De hecho, es la única directora de 35 cátedras extraordinarias de este centro público que carece de licenciatura.

En 2020, el nombramiento de Begoña Gómez como directora de la cátedra de Transformación Social Competitiva generó mucha polémica, ya que la normativa indica que al frente de estas titulaciones tendrá que estar «un/a profesor/a o personal de administración y servicios con vinculación permanente de la UCM nombrado/a por el rector a propuesta de la Comisión Mixta de Seguimiento», algo que no se cumple en su caso.

El centro universitario trató de salir al paso justificando la designación de la mujer de Pedro Sánchez por «su formación en el impacto social y la transformación social competitiva» y «su acreditada experiencia».

Desde su cátedra, ha participado en numerosos eventos -nacionales e internacionales-, que cuentan también con el apoyo de organismos públicos. Además, varias empresas que tienen relación con el Ejecutivo han contratado también su formación -a través del máster en Transformación Social Competitiva- para sus directivos. Entre ellas, Correos.

Hasta la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa, Gómez trabajaba como directora de consultoría de externalización comercial en el Grupo Inmark para Europa. Pero desde 2018, su trayectoria profesional se ha visto notablemente reforzada.

Apenas dos meses después de que Sánchez ganase la moción de censura, se anunció su nombramiento como directora del Africa Center, centro del IE University en el que permaneció hasta junio de 2022.

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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Miquel Roca: «El problema de Cataluña tiene solución si todos hacemos un esfuerzo»

Entrevista de Juan Luis Cebrián a Miquel Roca: «El problema de Cataluña tiene solución si todos hacemos un esfuerzo»

Juan Luis Cebrián charla  en The Objetive, 050524, con uno de los padres de la Constitución

ste mes en Conversaciones con Cebrián el protagonista es uno de los padres de la Constitución. El abogado Miquel Roca (Burdeos, Francia, 1940) desempeñó un papel clave en la Transición política española. Defensor del catalanismo, fue uno de los siete ponentes a los que se encomendó la redacción de la Constitución de 1978, y representaba al grupo vasco y catalán, integrado por las principales formaciones nacionalistas.

Durante la conversación, Roca pone de relieve que a pesar de las enormes dificultades de la época el espíritu dominante en el Congreso era de reconciliación entre vencedores y vencidos de la Guerra Civil, de construcción de un nuevo Estado democrático, de optimismo: «Va a ser difícil, -decíamos- pero lo vamos a hacer bien».

Ambos protagonistas del diálogo reclaman la reconstrucción del consenso y acabar con la actual polarización. Repasan la llamada ‘Operación Roca’… un intento, tras la debacle electoral en 1982 del partido fundado por Adolfo Suárez, la UCD, de lanzar un Partido Reformista que aspiraba a integrar al catalanismo democrático en la gobernación española.

Fracasó en las elecciones de 1986 sin obtener un solo escaño. Por cierto, Florentino Pérez, el actual presidente del Real Madrid, era el secretario general de aquel partido.

En la conversación, grabada hace dos semanas, se pone de relieve que es preciso devolver la centralidad a la política española, pero también a la europea, y huir de los extremismos y  de la confrontación creciente. El nacionalista catalán se refiere a la situación actual en Cataluña, hoy en plena campaña electoral.

Cree que las cosas se han complicado, pero mantiene la esperanza de que puedan resolverse sobre las mismas bases que antaño, cuando él desempeñó un papel clave en el proceso de construcción democrática: sentándose a hablar y respetando al adversario… Y hace también referencia al Gobierno actual, a la situación económica del país, a la sequía, e incluso al fin de la Golden Visa…

Juan Luis Cebrián. – Bienvenido. ¿Podríamos decir lo de «Ja soc aquí»?

Miquel Roca. – No me muevo de aquí.

JLC – Te lo preguntaba por la famosa frase de Tarradellas cuando vino como presidente de la Generalitat en el exilio. La gente no sabe que esa fue una decisión del rey Juan Carlos, porque Adolfo Suárez no lo tenía del todo claro y él y el president tuvieron una conversación que no fue muy bien.

Dicen que en cambio Don Juan de Borbón le había dicho al rey que Cataluña era un tema diferente y  había que llegar a pactos. ¿Qué opinas sobre ello?

MR. – Lo más gracioso de esta entrevista entre Suárez y Tarradellas es que este puso sólo un requisito para la entrevista: que se dijese «el honorable Tarradellas». Porque ese título era el reconocimiento de su condición de presidente de la Generalitat. Hubo la discusión de si era «molt honorable u honorable». Pero con esto él consiguió realmente el reconocimiento de un estatus.

JLC. – He querido comenzar la conversación citando al presidente Tarradellas, con el que tuve una relación frecuente y muy buena, porque efectivamente Cataluña está de actualidad desde hace años y siempre ha tenido siempre fama de ser un país de pactos y dialogante.

Tú mismo representabas no solo a Cataluña, sino a lo que era el bloque nacionalista vasco catalán, por así decirlo, en la Comisión Constitucional, entre otras cosas porque el PSOE cedió uno de los puestos que teóricamente le correspondía para que las nacionalidades estuvieran allí representadas. 

MR. – Creo que esta historia siempre se cuenta no exactamente así, aunque también así. Pero además, porque si en vez de siete ponentes éramos nueve, no había manera de excluir a Tierno Galván (Partido Socialista Popular). En aquel momento esta presencia molestaba al PSOE porque era la competencia en su espacio socialista.

Pero sí, ciertamente lo que se tradujo es que los socialistas, para justificar el número siete de ponentes, renunciaron a uno y esto permitió la presencia del Grupo Parlamentario Vasco Catalán, del que yo actuaba como portavoz. Tarradellas regresa antes de la aprobación de la Constitución.

Incluso yo tengo en la memoria el recuerdo de visitar a Tarradellas ya en el Palacio de la Generalitat para explicarle cómo iba la ponencia constitucional. O sea que le teníamos informado y por lo tanto se empezó a construir lo que sería, diríamos, las bases del proceso de la transición simultáneamente a la elaboración de la Constitución.

Los pactos de la Moncloa fueron otra expresión. Son aspectos que demuestran que toda la etapa de la Transición contemplaba  problemas que requerían respuestas en la Constitución o en los Pactos de la Moncloa. Había un abanico de posibilidades  que se resolvían de  manera muy, muy integrada, muy cohesionada.

JLC. – El tema autonómico, el reconocimiento de las lenguas autóctonas en determinadas regiones del país. La presencia del nacionalismo catalán, del nacionalismo vasco o los movimientos herederos del nacionalismo gallego, fueron muy importantes en la redacción constitucional.

Hay que decir que en la experiencia de las dos repúblicas históricas, el problema catalán jugó un papel, empezando por la declaración unilateral de Esquerra Republicana antes de la proclamación de la República Española. Esta Constitución es la que más ha durado prácticamente de la historia de España, con un desarrollo enorme de las autonomías en general y de la autonomía catalana en particular.

Yo te he oído alguna vez recordar que en el Estatuto de la Segunda República (el único estatuto que funcionó fue el catalán, porque el vasco y el gallego llegaron a última hora), se denominaba a Cataluña no como una nación ni como una nacionalidad, sino como una región de España. 

MR. – Primero,  no hay discusión posible sobre que lo que diríamos que fue  la organización de la República, se tomó como  punto de referencia en la Constitución Española y en todo el proceso de Transición. Y fue ampliamente superada por lo que la Constitución representó. Incluso y especialmente en el terreno autonómico.

Tú sabes que hay una crítica que se formula a veces. Dicen que fue un error la generalización autonómica. Yo creo sinceramente que no. Y lo he defendido siempre y lo seguiré defendiendo. En mi manera de entender lo que es la democracia es muy difícil que yo niegue a los demás el derecho que reclamo para mí.

Si yo estoy pidiendo para Cataluña  derecho al autogobierno, a poder tener una expresión de poder compartido y otros lo quieren y tienen a mi entender más o menos fundamento, pero lo quieren, yo no voy a ponerme a ello. No me parece correcto. La transformación de España de un Estado totalitario y centralista en un Estado democrático y descentralizado fue absoluta.

Ningún otro país del mundo occidental ha vivido un proceso tan rápido de transformación del poder como nosotros practicamos. Esto se reconoce en todas partes y todavía te invitan a universidades para que expliques cómo se hizo. La única experiencia de una transformación de un Estado totalitario a un Estado democrático y descentralizado la había tenido  Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.

Con una diferencia:  allí la descentralización la hicieron los tanques americanos para evitar que hubiera una centralización que de nuevo fuera tentadora para la resurrección del nazismo. Aquí la hicimos nosotros solos, sin tanques de nadie. Lo que hicimos en aquel momento fue espectacular.

JLC. – En mi condición de periodista me invitaron muchas veces a dar conferencias en América Latina para explicar cómo se pudo  hacer aquello. Y todavía ahora, en algunos países de América Latina que han vuelto a tener conflictos internos serios, nos llaman a algunas personas que vivimos la Transición para que lo expliquemos.

Pese a eso se está transmitiendo el mensaje desde parte de la clase política, de que aquello fue un invento, un truco y una trampa; que no fue una reconciliación, que es realmente lo que pasó.

MR. – Es  una crítica que cae por su propia base. La reconciliación se inicia el mismo día en que se constituye el Congreso de los Diputados, después de las primeras elecciones democráticas.

JLC. – Con Pasionaria.

MR – Exactamente. Una imagen que vale más que miles y miles de palabras. Se constituye la mesa  que va a presidir la sesión de apertura de la Asamblea del Congreso Constituyente. Y por aquellos escaños de arriba baja la Pasionaria acompañada de Rafael Alberti, mientras  le espera abajo para incorporarse con ellos a la presidencia Esperabé de Arteaga [procurador en las Cortes franquistas].

Claroesta imagen… Detrás de aquello había muchísimos muertos, muchísima represión y muchísimo exilio. Era una cosa impresionante. Aquello, era una imagen de decir: «Lo vamos a hacer bien. Va a ser difícil, pero ahí estamos para intentarlo». Y había una voluntad muy dominante de que aquellos esfuerzos salieran bien. Si en una ocasión tan difícil lo hicimos bien, ¿por qué no podemos volver a hacerlo bien en otra ocasión?

JLC. – Esa es mi pregunta. ¿Por qué no podemos hacerlo bien? Todavía hoy la Transición española en países con gobiernos de izquierda es un ejemplo de reconciliación.

Hay que saber qué ha pasado para que estemos en la actual situación el descrédito terrible de la clase política en general,  la sensación de que no nos representan , eslogan que utilizó Podemos y que en gran medida responde a una sensación popular de que por un lado están estos señores, la España oficial, como decíamos en el franquismo, y por otro lado  la España real, que incluye a la Cataluña real, a la Euskadi real, a las gentes y a las personas y a los electores que no encuentran respuesta a sus deseos ni solución a sus problemas. ¿Qué ha pasado?

Pero quería referirme a una experiencia que tuviste y que puede servir de ejemplo nuevamente, que es buscar la centralidad a través de un partido liberal, inicialmente liderado por ti, cuyo secretario general era Florentino Pérez el actual y legendario presidente del Real Madrid, en un intento formidable de hacer un partido de centro liberal, capaz de ser alternativa y capaz de romper…

MR. –…de romper el efecto bloqueante de la polarización. Hoy ya no hay nadie en la doctrina política que no acepte que la polarización bloquea. Cuando se polarizan los dos, se justifican a sí mismos para evitar que el otro gane.

Entonces claro,  no hay una fuerza que sea capaz de distensionar, y abiertamente poder interlocutar con unos y con otros, poder hablar, poder pactar puntualmente o de forma más estable, aportar la estabilidad que solo la centralidad puede dar en la vida política de las democracias liberales.

En aquel momento de la Operación Reformista, pues nos equivocamos o lo hicimos mal o lo hice mal, no lo sé, me da igual. Pero el problema sigue siendo el mismo. Yo diría que afortunadamente, entre comillas, no es porque lo hayamos hecho mal simplemente aquí.

Europa necesita esto y está haciendo una apuesta para encontrar su centralidad. O los Estados Unidos, por ejemplo. Estamos haciendo una apuesta para ver cómo construimos el colchón amortiguador de las tensiones de la polarización. Es  básico para nuestro futuro.

Seguramente, una parte de esta situación tiene mucho que ver con algo que no hemos hecho bien;  hacer pedagogía. No hemos explicado que los países tienen etapas, diríamos positivas, de superación de sus problemas, pero no deben olvidarse que esos problemas existían. No debemos olvidarnos de los genes.

Hay problemas históricos que hemos intentado reconducir pero  no hemos explicado lo que aquello representó ni las dificultades que  comportaba. Hemos dado normalidad a un hecho que no es normal  en nuestro mundo. Vivir en libertad no es normal. Y es difícil. Aprender a convivir en ella es muy complicado porque la libertad es respetar al adversario. ¡Qué cosa tan difícil!.

La Constitución Española tiene un artículo que no tiene ninguna otra Constitución europea,  el 9.2. No  se trata únicamente de respetar los valores, sino hacerlos posibles, remover los obstáculos que pueden poner en cuestión el ejercicio de estas libertades. Porque los obstáculos existen.

Aceptar que aquel que no piensa como yo puede incluso tener una parte de razón en algo cuesta mucho. Es muy antipático tener que aceptarlo pero, desde que el mundo es mundo, solo el acuerdo ha generado progreso en la humanidad.

JLC. – Ese es el papel de los líderes políticos pero  a lo que estamos asistiendo, no solo en España, en Europa en general, es a una decadencia de ese liderazgo. Ahora bien, al margen del tema de la representación política ha habido otra cosa que no ha ido tan bien como iba y es la llamada bicapitalidad española, cosa que sucede en muchos países.

Washington, por ejemplo es la Capital Federal de los Estados Unidos, la capital política, pero Nueva York es la capital económica. Aquí, sobre todo después de los Juegos Olímpicos, se veían la pujanza formidable de Barcelona y el crecimiento de Madrid, que era una ciudad inicialmente mucho más provinciana.

Los madrileños llegamos a Barcelona como a la puerta de Europa. Para el resto de España era donde la cultura, la inteligencia y el arte se desarrollaban infinitamente más. Sin embargo eso se ha perdido.

MR. – Es una cuestión que se plantea históricamente; se trata de un encaje pacífico y constructivo de lo que puede aportar Cataluña al conjunto de España desde el reconocimiento de su personalidad y singularidad. Esto ha tenido etapas diversas a lo largo de los últimos dos siglos. Ha tenido momentos diversos. Con la etapa de la Transición, aquí hubo una recuperación de importancia de Cataluña en el Estado.

Las cosas se han complicado ahora, es evidente. Creo que pueden resolverse pero para ello habrá que sentarse y hablar sin prisas. A mí siempre me ha gustado señalar que las conversaciones o las negociaciones, deberían empezarse en los postres. Porque claro, si de entrada llegamos con nuestros apriorismos, esto va a ser difícil. La situación es complicada. Quiero apostar a que tiene solución, pero  a base de que todos hagamos un esfuerzo de comprensión y de acercamiento real.

Cuando hicimos la Constitución, los primeros años desde la tribuna del Congreso, diputados de todos los colores hablaban con naturalidad de la realidad plurinacional de España. Con absoluta naturalidad. Y no pasaba nada. La diversidad va con la modernidad. Somos heterogéneos gracias a Dios. Somos diferentes gracias a Dios. Esto es bueno porque la diferencia enriquece. Hay que respetarla, hay que hacerla posible.

La expresión plural de la diversidad, de la diferencia, de la heterogeneidad, es lo que construye las sociedades modernas. Nosotros tenemos la fortuna de tener una diversidad muy fuerte. Aceptemos esta diversidad y acerquémonos a hablar con naturalidad. Me niego a aceptar que este problema no tenga solución.

JLC – También yo creo que tiene solución, pero no se la están dando. Primero, porque hay diversidad incluso al interior de cada autonomía y además no contamos con que hay ya cinco o casi seis millones de ciudadanos en España que vienen de países lejanos, que se han integrado o tratan de integrarse y que merecen también reconocimiento en su diversidad.

A mí lo que me preocupa es que esa búsqueda de la centralidad política, no aparece. Y además hay tal cantidad de elecciones en este país… solo este año tenemos en pocos meses tres…

MR. – De momento…

JLC. – Bueno, sí… porque realmente la debilidad de este Gobierno es incomprensible. O, mejor dicho, es comprensible porque no forma parte de un proyecto político, sino de un arreglo de conveniencias entre los diversos partidos, pero conveniencias a muy corto plazo. Entonces, ¿cuáles son tus deseos para el futuro? 

MR. – A mi edad estamos para explicar lo que pasó, para defender lo que se hizo en aquel momento e intentar trasladar al conjunto de la sociedad que sobre las mismas bases sobre las que se operó entonces puede construirse un espacio de convivencia compartido.

De entrada, yo creo que la gente entiende que convivir es un valor muy importante. Convivir quiere decir estabilidad. La libertad construida sobre el respeto a la diferencia. Al final hay muchas discusiones que podrían solventarse muy fácilmente. Me resulta difícil creer que, por ejemplo, ante el tema de la sequía, de que España está viviendo déficit de recursos hídricos y todo lo que esto representa, no seamos capaces de ponernos de acuerdo en unas cuantas cosas para mitigar el impacto de la sequía. Es que no me lo creo.

Tenemos un problema grave en el sistema educativo en toda España; las desigualdades se generan desde la infancia. Y tienen mucho que ver con la preparación que les podamos dar a estos futuros jóvenes adultos. Por ejemplo necesitamos una política de vivienda porque no se ha hecho asequible o social.

Ponernos de acuerdo en todos estos problemas facilita un escenario de mayor comprensión. Si pudiéramos bajar la tensión de aquellos problemas que afectan muy directamente al ciudadano también aumentaría su capacidad de comprensión sobre los sacrificios que pueden representar soluciones mucho más alambicadas y matizadas.

Hemos de ser capaces de afrontar con mucha más voluntad y con mucho más coraje problemas que afectan a la realidad, a la vida diaria de los ciudadanos y que esto les permitiría recuperar la confianza. Y esta recuperación de confianza nos habilitaría para entrar en los problemas más graves.

Porque a unos les gustará y a otros, pero es cierto que hoy, económicamente, España está mejor que la media europea.

JLC. – En según que aspectos. 

MR. – Vale. Según en qué, estamos mejor de lo que estábamos. Esto es seguro.

JLCP. – Seguro. Hemos progresado.

MR. – Hemos pasado unas etapas de crisis, como todos. Pero juguemos esta carta. Es decir, si nuestra sociedad no tiene confianza en sí misma, no hará nada.

Lo más característico de la Transición fue que la gente tenía confianza en que se iba a hacer bien.

JLC. – La diferencia con la Transición es que en aquella época estábamos todos juntos, desde la Pasionaria al rey Juan Carlos y sabíamos lo que queríamos, que era libertad, democracia y Estatuto de autonomía. Y ahora estamos todos divididos y no está claro que tengamos un objetivo.

MR. – El día que se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña, Blas Piñar, que acababa de hacer una intervención brutal contra el Estatuto, me dijo: «Felicidades, porque yo sé lo que esto representa para ti». Este era el espíritu de la Transición. Blas Piñar había subido a la tribuna para decir todos los males que, a su entender, esto representaba. Pero era capaz de distinguir esto de la relación personal con sus compañeros diputados.

Esto hizo posible una transición, nos dio coraje, fuerza. Nos sentíamos orgullosos de lo que estábamos haciendo. Una cosa impresionante, que no era únicamente una respuesta a la dictadura de Franco, no. Era una respuesta a la dictadura, a la Guerra Civil, a todo lo que había sido una larga confrontación inquisitorial. No lo podemos valorar.

JLC. –  Sí podemos valoralar, pero hay que hacerlo también desde el proceso legislativo. Una reforma pactada de la Constitución que haga de las autonomías lo que en realidad son, es decir, un inicio o una cuna de un Estado federal, que tampoco hay que pensar mucho para saber como funciona: hay muchos ejemplos en países democráticos y prósperos.

MR. – Hay una reforma que deberíamos ser capaces de hacer, que es la reforma del Senado. Si el Estado autonómico se ha consolidado, requiere de un Senado que dé respuesta a una Cámara que sea auténticamente de representación territorial. Hoy no lo es.

JLC. – No, hoy es al revés. Resulta que la representación territorial está más en el Congreso y en el Senado hay unas mayorías absolutas que lo opacan.

MR. – Un tema que hemos de tener muy presente es que  la Constitución del 78 fue la primera de España que se sometió al referéndum popular y fue aprobada por un 90% de los ciudadanos. Si la queremos reformar sería bueno que hubiera un consenso y por lo tanto, el consenso lo deberíamos empezar a practicar unos días antes.

Pero falta voluntad. Es un problema de voluntad. Entiendo que esto del acuerdo es complicado, pero hay que esforzarse. Tenemos algunos aspectos que deben ser resueltos. ¿No podemos resolver el CGPJ?

JLC. – Tendremos que resolverlo. 

MR. – Estamos en una situación de incumplimiento constitucional. No lo podemos hacer. Y claro, se invocan otras inconstitucionalidades, como tú sabes. Pero nos olvidamos de que aquí hay una cosa tan fundamental como afrontar desde el respeto institucional, lo que debe ser un eficaz funcionamiento de la administración de justicia.

JLC. -La responsabilidad es de los dos partidos. 

MR. – Yo diría de los dos y de todos.

JLC. – Lo que dice la ley es que las cámaras deben elegir por tres quintos de los votos a los jueces. ¿Por qué los presidentes de las cámaras no convocan a la Comisión de Justicia o a una comisión determinada y empieza un proceso, dentro de las Cámaras y no en los despachos particulares de los ministros y de los representantes de la oposición?.

La otra reforma absolutamente necesaria para que haya cultura del acuerdo es un cambio de las leyes electorales. Las listas cerradas y bloqueadas nos están llevando a la partitocracia.

MR. – Tengo la sensación de que podríamos habilitar el tema de la segunda vuelta francesa porque tiene una gran ventaja, que es que el pacto lo hace el elector, no el partido.

Esto descarga de mucha tensión y genera posibilidades de mayorías más estables.Todos sabemos que hay valores que se han revalorizado a lo largo del tiempo. Hemos aprendido que esto de la estabilidad realmente es un valor muy importante.

JLC. – Ya lo creo que lo es. 

MR. – La estabilidad institucional es muy importante.

JLC. – Miquel, está agonizando ya esta conversación, pero antes de acabar quisiera hacer una breve referencia. Este es un período electoral. Lo hemos tenido en Galicia y ahora  estamos en Cataluña, ¿Podemos confiar en que la clase política llegue a esta política del consenso y que mejore la vida de los ciudadanos?

MR. – Yo quiero confiar. Si no sería muy triste. Tengo confianza en que las cosas pueden ir mejor. Y no únicamente tengo la confianza, sino que, para entendernos, insto a que esta confianza encuentre su origen en el comportamiento de los protagonistas políticos.

Cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera. La democracia y la libertad son para eso. No pido a nadie la renuncia ideológica ni la renuncia a sus planteamientos. Lo que digo es que esto debe hacerse compatible con el respeto a los derechos de los demás. Y entre todos, encontrar fórmulas que aseguren convivencia, estabilidad, progreso. Claro que creo que es posible.

JLC. – Además de posible, ¿es previsible?

MR. – Harari dice en su libro de Homo Deus que «la eternidad no es previsible, pero no es imposible». En este momento cuesta entender pero es posible. Nos costará entenderlo, seguro. Pero todo lo que se ha hecho en otros momentos de nuestra historia también era difícil. ¿Hemos de ser muy desgraciados para entendernos?

JLC. – Miquel Roca, padre de la Constitución, de la constitución del consenso, de la constitución de la Transición, de la constitución de la reconciliación, muchas gracias. 

MR. – Gracias a vosotros.

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El colapso del sistema institucional (Cataluña, la Fiscalía, el Rey)

La derecha tiene que dejar de aferrarse a la transición porque el sistema de 1978 ha colapsado. Sánchez ha llegado a manipular al Rey y el fiscal general ha perdido los papeles

José Antonio Zarzalejos en El Confidencial, 090524

Obtengan o no mayoría absoluta los independentistas en las elecciones del domingo en Cataluña, el gobierno de la comunidad quedará al arbitrio de una fuerza política, sea la de Puigdemont, sea la de Junqueras, adversarias del sistema constitucional español.

El pasado día 21 de abril, ocurrió lo mismo en Euskadi: 54 de los 75 escaños en el Parlamento Vasco correspondieron a dos partidos, el PNV y Bildu, que impugnan la Constitución de 1978. El mal trae causa del bipartidismo imperfecto que precisó de los nacionalistas vascos y catalanes para que el PSOE y el PP pudieran gobernar.

Se entendió que era una fórmula exitosa para integrar en el sistema a fuerzas segregacionistas. Derivaron después en cerriles secesionistas y Pedro Sánchez se ha encargado de que, pese a su relativa escasa dimensión, dispongan de los mandos de la gobernación del Estado para seguir con su apoyo en la Moncloa.

La convergencia de la crisis territorial, coherente con un modelo autonómico fracasado y que no ha migrado a una plena federalización, con otras de instituciones cruciales, ha llevado al colapso institucional general. La Real Academia Española es muy precisa en su diccionario y define el término colapso, en su primera acepción, como “destrucción, ruina de una institución o sistema”.

Es, por lo tanto, predicable de lo que ocurre en España: el colapso del sistema. Que en las últimas semanas se ha acelerado.

El fiscal general ha perdido los papeles con su irresponsable recusación a magistrados del TS

La Fiscalía General del Estado y su titular registran la peor crisis de crédito de su historia, como ya se adelantó en este blog el pasado 28 de abril. Cuesta encontrar precedente de un fiscal general tan contestado por sus subordinados y tan desautorizado por los tribunales.

Y, más aún, localizar la apertura de una investigación judicial por revelación de secretos contra dos fiscales amparados ambos expresamente por Álvaro García Ortiz, ayer reprobado por el Senado. Nunca tampoco un fiscal general del Estado ha llegado a la irresponsabilidad sectaria de recusar a toda una sección de Sala Tercera del Tribunal Supremo con una motivación tan peregrina como la esgrimida.

Es doctrina consolidada que un juez no pierde su imparcialidad por juzgar dos o más veces a una misma persona por distintos hechos. El personaje ha perdido los papeles. Y ya es verosímil que acabe ante la Sala Penal del TS.

Añádase a la crisis de la Fiscalía la del Consejo General del Poder Judicial, cuya responsabilidad recae tanto sobre el Gobierno como sobre la oposición, pero también sobre el Congreso y el Senado a los que la Constitución encomienda la renovación de sus vocales.

El Congreso y el Senado se han comportado dócilmente ante la partitocracia en la no renovación del CGPJ

Ambas cámaras legislativas se han comportado de manera incalificablemente indiferente a una obligación constitucional que les concernía, sustituyendo su cumplimiento por una dócil obediencia a la partitocracia.

Si falla la Fiscalía General del Estado y quiebra el órgano de gobierno de los jueces, el poder judicial se une a la inanidad del legislativo y el país se queda en manos del Gobierno y de su presidente que han entregado las llaves del Estado a sus más feroces adversarios: la extrema izquierda y los partidos independentistas y nacionalistas vascos y catalanes.

Con ellos han pactado los socialistas la investidura de Sánchez y solo unos meses después, qué paradoja, el presidente ha renunciado a presentar en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado ante el riesgo de que fueran rechazados por sus propios socios.

La corrupción revienta de nuevo las costuras de la sociedad española como en los peores tiempos pasados, sean estos los del PSOE o los del PP. La corrupción presenta gamas de colores, desde el negro -delitos puros y duros- hasta el gris, como el nepotismo y el reparto clientelar de puestos públicos en la Administración o en las empresas participadas por el Estado.

Los nombramientos de exministros y personas de confianza del Gobierno, sin acreditación de capacidades para desempeñar sus funciones con solvencia, son constantes y en todos los ámbitos. Hasta el punto de que los tribunales han revocado algunos descaradamente inidóneos.

El gobernador del Banco de España advierte de que la desconfianza de los ciudadanos ante las instituciones está en máximos

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, compareció el martes por última vez en el Congreso con un mensaje certero: la desconfianza de los ciudadanos en el Gobierno y en los partidos políticos está en máximos.

Y probablemente, más lo estará si su sustitución en junio, y luego de otros cargos al frente de organismos del sector institucional de la Administración General del Estado (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, presidencias de las Comisiones Nacionales de Valores y de los Mercados y la Competencia, entre otros) se adjudica con el mismo criterio que embajadas, puestos en consejos de administración de empresas participadas por la SEPI, organismos autónomos como el CIS, corporaciones como RTVE y tantos otros.

El Rey está siendo víctima de un proceso lento pero constante de dilución institucional

Y para que nada faltase en el diagnóstico del colapso del sistema, que alcanza también a la más errática política exterior desde el primer gobierno de la democracia, la manipulación del Rey por el presidente del Gobierno en la mañana del lunes 29 de abril para introducir un ingrediente adicional de ansiedad y suspense en su pantomima reflexiva fue realmente escandalosa.

Ese episodio merece un análisis aparte cuando se aproxima el décimo aniversario de la proclamación ante las Cortes Generales de Felipe VI (19 de junio) que está siendo víctima, se reconozca o no, de un lento pero constante proceso de dilución institucional cuya responsabilidad no es solo, aunque sí principalmente, de un Gobierno integrado en parte por una extrema izquierda que detesta la monarquía parlamentaria y apoyado por un secesionismo que entiende la figura constitucional del Rey como el último baluarte a conquistar para abrir un proceso constituyente, sea formal o de facto.

Funciona razonablemente en España la sociedad que se declara cada día con mayor énfasis autónoma del circo político y de la destrucción del sistema. Recuerda a la italiana que, al final, ha transformado su entramado de partidos de manera radical hundiendo en la nada al eurocomunismo, a la democracia cristiana y al socialismo.

No es un modelo precisamente alentador, pero será inevitable si el país no recupera tono y la oposición no lanza una proposición audaz de reforma constitucional.

La derecha tiene que dejar de aferrarse a la Transición y hacer una nueva propuesta de reforma constitucional

Una Constitución que sirve como la actual tanto para amparar una democracia como una autocracia que la desafía, constituye un despropósito. Con razón el politólogo Ángel Rivero, en entrevista a El Mundo el pasado 27 de abril, sostenía que el PP “se ha aferrado a un mundo que se ha desvanecido y que era el de la Transición”.

Ese es el salto histórico que la derecha democrática debe dar para llegar al poder: una nueva propuesta constitucional que no permita autocracias como la de Sánchez ni deslealtades como las de sus socios y que, además, afiance los valores de la unidad, la solidaridad, la transparencia, la efectividad de las libertades y derechos y un mejor sistema de representación de los ciudadanos en el que la dación de cuentas sea una exigencia permanente frente a la arbitrariedad del poder ejecutivo en la España de hoy.

Obtengan o no mayoría absoluta los independentistas en las elecciones del domingo en Cataluña, el gobierno de la comunidad quedará al arbitrio de una fuerza política, sea la de Puigdemont, sea la de Junqueras, adversarias del sistema constitucional español.

El pasado día 21 de abril, ocurrió lo mismo en Euskadi: 54 de los 75 escaños en el Parlamento Vasco correspondieron a dos partidos, el PNV y Bildu, que impugnan la Constitución de 1978. El mal trae causa del bipartidismo imperfecto que precisó de los nacionalistas vascos y catalanes para que el PSOE y el PP pudieran gobernar.

Se entendió que era una fórmula exitosa para integrar en el sistema a fuerzas segregacionistas. Derivaron después en cerriles secesionistas y Pedro Sánchez se ha encargado de que, pese a su relativa escasa dimensión, dispongan de los mandos de la gobernación del Estado para seguir con su apoyo en la Moncloa.

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La lógica de suma cero que impulsa a la extrema derecha alemana
Sean Gallup/Getty Images

La lógica de suma cero que impulsa a la extrema derecha alemana

Dalia Marin en Project Syndicate , 090524

El creciente apoyo al partido de extrema derecha Alternative für Deutschland (AfD) preocupa por la posibilidad de que Alemania se encamine hacia su mayor crisis política desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Por otra parte, es cierto que la AfD —que este año había llegado al 22 % en las encuestas nacionales— se ha visto envuelta en escándalos: en enero se supo que varios funcionarios del partido se habían reunido con neonazis para conversar sobre planes de deportación masiva de inmigrantes y ciudadanos alemanes naturalizados, lo que generó protestas generalizadas; y en abril el candidato principal de la AfD para las próximas elecciones del Parlamento Europeo, Maximilian Krah, fue tildado de «caballo de Troya» después de que uno de sus empleados enfrentara cargos legales por espiar para China.

Pero a pesar de esos reveses el ascenso de los movimientos extremistas en toda Europa —especialmente la sorprendente victoria del Partido por la Libertad (liderado por Geert Wilder) en las elecciones de 2023 en los Países Bajos— llevó a muchos alemanes a temer que el ascenso político de la extrema derecha sea imparable.

A menudo se atribuye el creciente apoyo a partidos como la AfD en toda Europa al enfado de la gente por la inmigración y los protocolos de seguridad contra la COVID-19 (como los confinamientos, el uso obligatorio de tapabocas y las vacunas). También se echa la culpa a la percepción de que los gobiernos están avanzando hacia la transición verde a demasiada velocidad, lo que podría perjudicar a algunos de los sectores más pobres de la población; pero un artículo de 2023 de varios autores —entre ellos, la economista de Harvard Stefanie Stantcheva— sugiere que el ascenso de los partidos populistas de izquierda y derecha responde a un cambio más amplio en el pensamiento social: la adopción del concepto de la suma cero.

Stantcheva y sus colegas definen la idea de la suma cero como la creencia de que para que un grupo gane otro debe perder. El populismo político, las teorías conspiratorias en línea y el sentimiento nativista, señalan los autores, «surgen de la idea de que un grupo gana a expensas de otros —sea la elite global, el “estado profundo” o los habitantes de otros países—».

No sorprende que los autores identifiquen un vínculo entre la idea de suma cero y el apoyo a la redistribución económica y a los movimientos antinmigratorios; cuando la gente cree que la acumulación de riqueza se da a expensas de los menos afortunados, quienes abrazan la idea de la suma cero esperan que el gobierno intervenga. Por el contrario, quienes creen en la suma positiva piensan que cuando ellos se enriquecen todos se benefician: la marea creciente eleva a todos los botes. Los partidarios de la suma cero suelen percibir a la inmigración como inherentemente perjudicial para los ciudadanos nativos, por lo que están más dispuestos a apoyar las políticas restrictivas.

¿Qué impulsa al pensamiento de suma cero? Para los autores ese sentimiento suele prevalecer en períodos de estancamiento económico, cuando los recursos son escasos; por el contrario, es menos probable que los miembros de las sociedades que sociedades experimentan un crecimiento económico robusto y mayor movilidad social perciban a la economía política en términos de suma cero.

Esto podría explicar el brusco aumento reciente del apoyo a la AfD, como muchas otras economías europeas, Alemania apenas se había recuperado de la crisis financiera mundial de 2008 cuando fue duramente golpeada por la pandemia y la crisis energética que resultó de la invasión rusa a Ucrania.

Es interesante que, según los autores, los jóvenes son más proclives a pensar en términos de suma cero que las personas de mayor edad; es una tendencia estrechamente vinculada con las condiciones económicas: cuando los jóvenes enfrentan perspectivas laborales limitadas y ven pocas posibilidades de movilidad ascendente es más probable que adopten la idea de la suma cero.

Según el estudio, la probabilidad de que la percepción de los jóvenes de hoy sea desmotivadora es mucho mayor; por ejemplo, son más proclives a creer que el éxito depende más de la suerte y las conexiones que del esfuerzo. Esto es especialmente así en Alemania, cuya tasa de movilidad social está entre las más bajas de la OCDE. Es revelador que los alemanes de mayor edad —que disfrutaron los frutos de la bonanza de posguerra en sus años de formación— se inclinen más hacia las políticas de crecimiento que hacia las de redistribución. Un estudio reciente de las tendencias confirma que la adopción de la idea de la suma cero creció entre los jóvenes alemanes: el 22 % de quienes tienen entre 14 y 29 años respondieron que votarían por la AfD si hubiera una elección federal hoy, cuando ese número era del 9 % en 2022.

Aún no están claras las consecuencias políticas de este cambio. Aunque la AfD, que se opone tanto a la inmigración como a la redistribución, no encaja claramente en la categoría de la suma cero, un nuevo partido alemán busca aprovechar ese sentimiento de manera más sistemática: la Alianza Sahra Wagenknecht, creada por exmiembros del Partido La Izquierda (Die Linke), alienta la redistribución y se opone a la inmigración y al apoyo económico y militar a Ucrania; parece que le quitará votantes a la AfD y limitará así su crecimiento.

De todas formas, los antídotos más eficaces contra el populismo político siguen siendo el crecimiento económico robusto, la abundancia de oportunidades para los jóvenes y un nivel de movilidad social elevado. A menos que Alemania abandone la idea de la suma cero y vuelva a motivar a sus jóvenes, la caída de la innovación y la desaceleración del crecimiento podrían causar daños económicos sustanciales en el largo plazo.

Dalia Marin, Professor of International Economics at the School of Management of the Technical University of Munich, is a research fellow at the Centre for Economic Policy Research and a non-resident fellow at Bruegel.

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Stephane YAICH

A favor de la tauromaquia

Mientras la tauromaquia sea por ley patrimonio nacional y considerado arte, el debate será cultural

Rebeca Argudo en ABC, 090524

Con la tauromaquia me pasa como con la monarquía, con el catolicismo y con el azúcar. Ni soy monárquica, ni soy creyente, ni me entusiasma el azúcar en el café. Y no he ido nunca a los toros. Pero, desde que parece que lo único moralmente aceptable en este país es ser republicano, ateo, pedir panela y despreciar la fiesta nacional, estoy más a favor que nunca de que se pueda ser monárquico, católico, aficionado a los toros y tres de azúcar, cuanto más refinado mejor. Así que, no soy aficionada, pero lo estoy: me declaro taurina por delegación de competencias.

Y, como taurina por subrogación, sigo con mucha atención los debates al respecto. En realidad no son debates, son monólogos sucesivos. Leo columnas a favor y leo columnas en contra. Veo a unos quejarse de que el debate sosegado es imposible porque les acusan de incultos para, a continuación, acusar de insensibles y torturadores a los que discrepan. Y, a los otros, acusar de ignorantes justo después de quejarse de que les tachan de salvajes.

Si algo me interesa de la conversación pública, más que llegar a una avenencia, que me parece a mí sobrevalorado el consenso y valoro más el respeto (tiene ese ‘chin’ de tolerancia y pluralidad que me gusta), es ver los términos en los que se desarrolla. Y en esto de los toros advierto cierta querencia por una parte de arrastrar el diálogo al terreno de lo moral. Y aquí a mí me parece que la trampa es manifiesta. ¿Por qué debería ser un debate moral y no económico? ¿Por qué moral y no cultural? ¿Por qué moral y, no sé, ya puestos, esotérico? Hagan la prueba la próxima vez que vayan a discutir con alguien por el motivo que sea. En cuanto le expongan un argumento, cuanto más elaborado mejor, sentencien que el debate no es, me lo invento, sociosanitario sino moral. Deje al otro ahí, macerándose en la impotencia por lo inservible de sus argumentos, mientras usted se barniza con el brillo impagable de haberle juzgado ya como despreciable e inmoral. ‘Knockout’.

Pero, como esta es mi columna, voy a aprovechar lo que me queda de ella para reconducir el debate al marco de lo cultural. Porque aquí de lo que se está hablando es de que un ministro de Cultura haya decidido retirar el premio Nacional de Tauromaquia con base en sus propios gustos y particulares juicios, cosa que no se entiende fuera de la ideología y el fanatismo. Mientras la tauromaquia sea por ley patrimonio nacional y considerado arte, el debate será cultural. Porque estamos hablando de eso, de arte y de cultura. Y si lo quieren arrastrar al terreno de lo moral, sería necesario entonces abordar el tema sin ambages, plantearse la derogación de la ley que protege la tauromaquia y el dejar de considerarla una de las bellas artes, con las herramientas previstas para ello por nuestra democracia. Y que no son, desde luego, las íntimas convicciones de nadie de su irreprochable moral frente a la muy reprobable de quien discrepe. Mientras tanto, esto claro que va de cultura. Y de respeto.

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Por qué China ofrece evidencia para optimistas y pesimistas por igual
STR/AFP via Getty Images

Por qué China ofrece evidencia para optimistas y pesimistas por igual

Zhang Jun en Project Syndicate, 090524

Es poco frecuente que las evaluaciones sobre el desempeño y el potencial de una economía diverjan tan marcadamente como sucede en el caso de China. Mientras que algunos economistas elogian los logros pasados y las perspectivas futuras de China, otros se centran en las supuestas fallas de su modelo de desarrollo y sugieren que la trampa del ingreso medio está a la vuelta de la esquina.

Pero inclusive más remarcable que la marcada divergencia de opiniones sobre la economía de China es el hecho de que ambas partes pueden reunir una evidencia sólida que respalda sus puntos de vista.

Pocos cuestionarían que China le debe su éxito económico pasado, en gran medida, a la imitación tecnológica, que fue posible y estuvo alimentada por el comercio con economías desarrolladas -y la inversión directa que ellas le inyectaron-, especialmente durante los años 1990 y en la primera década de este siglo. Pero no se puede sostener que traducir la imitación tecnológica en un rápido crecimiento económico no sea un logro. Después de todo, la mayoría de los países de bajos ingresos no han podido hacerlo.

En esta discusión, decir que China todavía carece de algunas tecnologías clave, o que obtuvo gran parte de las tecnologías que tiene gracias al atractivo de su mercado gigantesco, es buscarle la quinta pata al gato. La verdadera medida del éxito tecnológico es la capacidad de convertir las nuevas tecnologías en ganancias, crecimiento y motores de desarrollo.

Y China lo ha hecho no solo usando las tecnologías occidentales en su forma original, sino también mejorándolas y adaptándolas vertiginosamente.

Hoy, China lidera sectores como la tecnología 5G, la energía renovable, las baterías de litio y los vehículos eléctricos (VE), y es un líder mundial en inteligencia artificial. La pregunta que deberíamos estar formulando, como alguna vez observó el exsecretario del Tesoro de Estados Unidos Lawrence H. Summers, no es si la proeza tecnológica de China comenzó con la imitación, sino cómo un país con el cuarto del ingreso per cápita de Estados Unidos se las ha ingeniado para producir tantas empresas tecnológicas renombradas a nivel mundial.

Según Keyu Jin de la London School of Economics, la respuesta es simple: China es un país verdaderamente innovador. A los observadores occidentales les cuesta admitirlo, porque sus perspectivas sobre China están muy politizadas. Yasheng Huang del MIT, en cambio, insiste en que lo único que ha hecho China es reconvertir la tecnología occidental, porque las tradiciones chinas arraigadas restringen la innovación.

A menos que se rompan esas tradiciones, concluye, la caída económica es prácticamente inevitable.

Ambos economistas brindan evidencia para sus análisis con la que podrían escribir libros enteros. ¿Cómo es posible? Una explicación podría ser que, en la economía política sumamente compleja de China, muchos de los factores que se pueden considerar incompatibles con la innovación están compensados o complementados por políticas y estructuras que permiten la innovación.

Muchas veces se ha dicho que la administración económica verticalista de China -inclusive la amplia implementación de una política industrial estatal y la perpetuación de las grandes empresas del Estado (SOE por su sigla en inglés) en sectores clave- es básicamente incompatible con el dinamismo y la innovación. Los críticos señalan que un control excesivo del gobierno central puede derivar en ineficiencias económicas, mala asignación del capital y distorsiones financieras.

Sin embargo, aún si el gobierno central de China emite políticas unificadoras y documentos estratégicos, también les da a los gobiernos locales un amplio espacio de maniobra para fomentar la innovación en el sector privado, en particular generando un contexto pro-empresarial casi perfecto. Aunque el grado de autonomía del que gozan los gobiernos locales no es estático, existe un amplio respaldo de las políticas diseñadas para la economía local.

Asimismo, los líderes de China entienden que, lejos de perjudicar la competencia, los subsidios pueden fomentarla. Para que unas pocas empresas tecnológicas impulsen el desarrollo de una industria emergente, se deben superar enormes barreras de entrada. En la mayoría de los países occidentales, el respaldo de los mercados financieros y de capital desarrollados hace que esto resulte posible, pero, aun así, las empresas necesitan mucho tiempo para alcanzar escala y competitividad.

Dado que esto conlleva costos fijos elevados, los subsidios iniciales son sumamente valiosos -y hasta esenciales.

En China, muchos gobiernos locales están dispuestos a compartir estos costos fijos, y pueden hacerlo, no solo otorgando subsidios, sino también creando fondos de inversión para las industrias emergentes. Esto facilita la entrada al mercado de más empresas, lo que conduce al desarrollo de una mayor capacidad de producción.

De manera crucial, esta capacidad se distribuye en varios espacios, y las empresas operan en mercados individuales sumamente competitivos, en lugar de un mercado único. Como resultado de ello, una participación de mercado dominada por unas pocas corporaciones grandes -como se ve en Estados Unidos, por ejemplo- es poco probable que suceda en la economía industrial de China.

En este sentido, la segmentación económica de China -que los críticos suelen citar como una debilidad- es una fuente de fortaleza.

El ecosistema industrial integral de China implica que las empresas ganan una ventaja competitiva gracias a externalidades de red y economías de escala. Esto ayuda a explicar el rápido crecimiento de los sectores de VE y de baterías de litio de China -un logro que los críticos endilgan a los subsidios industriales de China y que los defensores adjudican a un contexto de mercado doméstico competitivo.

Para los críticos de China, la burocracia excesiva, las SOE dominantes, un sector financiero poco desarrollado y los mercados fragmentados militan en contra del crecimiento de una economía altamente dinámica y competitiva. Sin embargo, como podría afirmar cualquiera que viene observando a China desde hace tiempo, la realidad no es tan simple.

China es un país enorme, con una larga historia de un estado único, profundas tradiciones culturales y una estructura de gobernanza sumamente compleja, que parece centralizada y descentralizada, rígida y flexible, a la vez. El control verticalista convive con una autonomía a nivel local y una innovación de abajo hacia arriba -y hasta permite que esto sea así-. Este fenómeno de “doble hélice” es el que lleva a análisis radicalmente opuestos de las perspectivas de la economía.

Zhang Jun, Dean of the School of Economics at Fudan University, is Director of the China Center for Economic Studies, a Shanghai-based think tank.

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Los enseñantes húngaros que luchan contra Viktor Orban

Tibor Dessewffy  en El Mundo, 080524

¿Cómo podemos luchar por nuestras convicciones si eso pone en peligro nuestro sustento y nuestra seguridad personal? En torno a esta pregunta se debaten hoy algunos húngaros en pleno declive democrático del país bajo el Gobierno de Viktor Orban y su partido, Fidesz.

Para los enseñantes húngaros, que ya llevan ocho años manifestándose en la calle, se trata de una cuestión especialmente grave. Desde 2010 han presenciado cambios de gran alcance que los nacionalistas han introducido en el sistema educativo del país: la reelaboración del plan de estudios para que sea «más patriótico» y familiar; escasas mejoras salariales, a pesar de una inflación que no remite, la falta de personal y unas condiciones ya de por sí miserables que hacen de su profesión una de las peor pagadas de la OCDE y de la UE; una gran reducción del presupuesto destinado a las asignaturas que no encajan con la ideología del Gobierno e incluso su supresión; y una serie de leyes que han degradado los derechos laborales de los profesores y han recortado su capacidad para proporcionar una educación de calidad a los jóvenes.

A simple vista, puede parecer que esta situación no obedece más que a un fallo del sistema, pero en realidad se trata de una característica intrínseca a él. La estrategia de Orban y su Gobierno consiste en destruir poco a poco la educación pública en Hungría. Ya han dicho de forma explícita cuáles son sus objetivos y han asegurado que su ofensiva contra los profesores que no pertenecen a los colegios cristianos es un precio menor a cambio de realizar la transformación cultural que desean para el país.

El primer ministro ha hablado abiertamente sobre la importancia de «las creencias colectivas y las costumbres sociales», y su Gobierno se ha mantenido firme frente a las grandes protestas -entre ellas, las últimas manifestaciones contra un gran escándalo de corrupción-, ha traspasado el control de varias universidades públicas a fundaciones en cuyos consejos de administración figuran altos cargos del partido y ha tomado represalias contra las personas que se atreven a alzar la voz.

Es frecuente que los medios de comunicación patrocinados por el Ejecutivo difamen a organizaciones o individuos que denuncian la situación del país, refiriéndose a ellos como la «izquierda del dólar» o como «agentes extranjeros», igual que sucede en autocracias como la rusa.

Un grupo relacionado con la educación pública que está en el punto de mira del Gobierno es Tanítanék (que se traduce aproximadamente como «quiero enseñar»), un movimiento de base que durante meses coordinó distintas protestas, que cuenta con 90.000 miembros en activo y que en 2023 recibió el Premio Ciudadano Europeo en reconocimiento a su trabajo en defensa de los derechos de los profesores húngaros.

Su cofundadora, Katalin Törley, se ha convertido en una gran figura política por el papel crucial que ha tenido en las olas de protesta que dominaron el país en 2022 y 2023 y porque piensa presentar su candidatura contra Fidesz en las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Ante la inminente presidencia húngara del Consejo Europeo, Törley se ha comprometido a luchar contra las ambiciones de Orban no sólo en su país, sino también desde Bruselas.

A Törley, que era profesora de francés, la despidieron de forma repentina en 2022 junto con otros cuatro colegas por declararse en huelga ante los intentos del Gobierno de revocar la condición de empleados públicos de los docentes, aumentar sus horas de trabajo semanales e impedir que hablaran en contra del sistema educativo, incluso en privado.

La ley que consagraba todas esas medidas, y que ella y otros opositores apodaron como «la ley de la venganza», desató inmensas protestas que se expandieron por varias ciudades húngaras.

En Budapest, decenas de miles de estudiantes y enseñantes salieron a la calle en sucesivas manifestaciones para defender a los profesores y a Törley, que trabajaba desde hacía dos décadas en un colegio de Budapest. Los manifestantes se han mostrado creativos.

Un grupo escribió con hielo la palabra «futuro» (jövo) sobre las escaleras del Parlamento, en una clara representación visual de cómo se derriten las oportunidades de la juventud húngara. Otros, entre los cuales se encontraban muchos estudiantes, llevaron a cabo actos pacíficos de obstrucción, pero se encontraron con una dura reacción policial, incluido el uso de gases lacrimógenos.

El Gobierno no cedió y, a medida que pasaban las semanas y se prolongaban las protestas, empezó a atacar a los profesores participantes y a dejarlos sin la forma de ganarse la vida. Se los acusó de infringir las condiciones estipuladas para ejercer su oficio -establecidas por Fidesz- y, como había pasado con Törley, muchos acabaron perdiendo su puesto de trabajo.

La valiente y firme entrega de Törley, labor que a día de hoy continúa, la ha convertido en un blanco fundamental de la maquinaria de Fidesz. Desde 2022 es objeto de una avalancha casi diaria de insultos, calumnias y análisis negativos de los medios de comunicación progubernamentales, que ahora son más del 80% de los medios públicos del país.

Ha sufrido agresiones físicas -junto con sus colegas de Tanítanék- a manos de seguidores del partido de Orban. Además, el Gobierno no se conforma con arrebatarle su trabajo, sino que le impone constantes multas por «desobediencia civil».

Pese a todo, estos ataques no han frenado el ascenso de Törley ni del movimiento Tanítanék en general, que está expandiéndose gracias a un plan digital, consciente y profesional para llegar a la gente. A diferencia de otros movimientos húngaros, Tanítanék no se limita a los medios tradicionales y las redes sociales, sino que se dirige a sus simpatizantes por correo electrónico, SMS, llamadas telefónicas, en persona y mediante reuniones virtuales.

Diversificar las formas de participación de los ciudadanos de a pie -incluida la posibilidad de hacer donaciones populares- ha dado más fuerza y más partidarios al movimiento, que hoy cuenta con decenas de miles de miembros activos y ha recaudado en dos años más de un millón de euros para ayudar a los profesores en huelga.

La historia de este movimiento es toda una proeza y permite pensar que en la sociedad civil húngara todavía hay esperanza y ganas de enfrentarse a Orban y a su proyecto de conformar un Estado de partido único. A Törley y su comunidad de profesores, alumnos y padres les mueve el deseo de dar a los jóvenes la educación que necesitan y merecen.

No sabemos todavía si vencerán, pero no cabe duda de que la creciente popularidad de esta profesora y de su movimiento nos empuja a ser optimistas sobre la posibilidad de un futuro mejor.

Tibor Dessewffy dirige el Centro de Investigación de Sociología Digital de la Universidad Eotvos Lorand de Budapest y es miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).

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Jorge Dioni
Eva Vázquez [España, 1970]

Las casas no son pimientos

Ante la crisis de acceso a la vivienda, no basta con aumentar la oferta. Si se construyen más unidades sin tomar otras medidas, las comprará quien pueda hacerlo, y la política de acumulación se intensificará

Jorge Dioni López en El País, 080524

Cuando tenía 11 años, le pregunté a mi padre cómo funcionaba la Bolsa. Tras pedirme el paquete de cromos que tenía en el bolsillo, me pregunto cuál era el que tenía repetido más veces. Poli, del Cádiz. ¿Por cuántos lo puedes cambiar? Por ninguno, respondí, ya lo tiene todo el mundo. ¿Y cuál es el que más vale? Lineker, dije, no lo tiene nadie. Pues esa es la idea.

Las empresas se dividen en trozos que se llaman acciones, explicó, y el precio depende de las que haya y lo solicitadas que estén. Se forman corrillos, como en el colegio, y ahí se deciden los precios.

Años después, me confesó que me había mentido. El sector financiero lleva décadas tratando de huir del funcionamiento clásico del mercado e inventando nuevos productos que sean capaces de crear valor incluso de la nada. Puedes usar los cromos de otro para cambiar los tuyos o convertir el de Poli en el de Lineker y viceversa.

Sin embargo, esa explicación para niños de 11 años sigue triunfando. Por ejemplo, en el sector inmobiliario. Si el precio de las casas se ha disparado y hay un problema grave de acceso a la vivienda, la respuesta es que hay pocas y la solución es hacer más. Da igual cómo, pero rápido. Es una idea intuitiva: si hay muchos pimientos en el mercado, su precio baja.

La idea de que hacer más casas no provoca bajadas de precios, sino que incluso suele tener el efecto inverso, puede corroborarse con la experiencia. Nuestro modelo de oleadas hace que el sector se caliente con la expectativa. Cuando hay grúas, es que hay fiesta y suben los precios, que solo se corrigen tras los estallidos.

Esto limita socialmente el acceso y crea un sistema inestable basado en las emociones: exceso y castigo. El ejemplo más claro fue la burbuja con la que comenzamos el siglo. Millones de viviendas en una década. Solo China acogía más grúas que España. En esos años, el precio de la vivienda no dejo de crecer, al igual que el número de viviendas vacías.

La cuestión es que una vivienda no es un pimiento. Además de un producto, un lugar para vivir o un derecho recogido en la Constitución, una vivienda es más cosas. Por ejemplo, una hucha. El sector inmobiliario es la forma de ahorro y legado más popular entre los españoles por la semilla plantada en los años cincuenta.

El primer ministro de Vivienda, José Luis de Arrese, optó por un modelo basado en la propiedad privada que iba a contracorriente de lo que se estaba haciendo en la Europa occidental, con mucha más presencia del alquiler y del sector público. El franquismo asumió la idea liberal de “república de propietarios” con la que se estaban construyendo los suburbios en Estados Unidos. John Locke y José Antonio unidos en la estabilidad social de la deuda.

Casi siete millones de viviendas construidas entre 1951 y 2015 con dinero público acabaron en patrimonios privados. Es cierto que, gracias a esta política, muchas personas que partían de las difíciles condiciones de una posguerra depredadora lograron adquirir un patrimonio y se creó una clase media fuerte. Pero hay un reverso.

Mefistófeles siempre reclama su parte. La política de vivienda del franquismo, no rectificada en casi medio siglo de democracia, provoca un enfrentamiento generacional. Los que han tenido acceso a la vivienda en propiedad no quieren que el producto que les sirve de depósito y legado familiar baje de precio, sino que se revalorice, aunque eso signifique dejar sin acceso a la vivienda a las nuevas generaciones.

La vinculación cultural a la propiedad también hace que cualquier español que acumula un cierto capital, Rosalía, Amancio Ortega o Koldo García, considere el sector inmobiliario como su primera opción. Ante los intentos de compra foráneos de empresas estratégicas, cuesta encontrar actores nacionales que entren en el accionariado. Mejor, ladrillo.

Si se hacen casas y no se toma ninguna medida más, las comprarán quienes puedan, aunque no vayan a utilizarlas. De hecho, hay aproximadamente tres millones de viviendas vacías en España. El dato no se conoce con seguridad porque el sector inmobiliario produce su propia información, algo que permite que crezcan los tópicos.

En sus dos mandatos, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero no logró tener un informe fiable sobre el estado de la vivienda en España.

El modelo basado en la propiedad privada provoca que la función de las administraciones no sea tanto garantizar el derecho constitucional del acceso a la vivienda, sino mantener el mercado. Eso fue lo que hicieron cuando estalló la burbuja. Tras el rescate al sector financiero, una opción podría haber sido asumir las carteras inmobiliarias de las cajas para dotarse de una oferta pública, habitual en otros países europeos.

En cambio, se buscaron nuevos inversores a los que se les ofreció esas carteras a precio de saldo. La vivienda también es un activo financiero. De hecho, tras la crisis de 2008, se ha intensificado la inversión en el sector inmobiliario y la estrategia para evitar nuevos problemas ha sido alejarse del mercado.

Es decir, la inversión inmobiliaria no tiene que estar ocupada para ser rentable, sino que depende de la revalorización y, recordemos, la mayor parte de la información que tenemos viene del sector privado.

La vivienda también es un refugio global. Las políticas de atracción de capital tras el estallido de la burbuja provocaron el aterrizaje de grandes fortunas internacionales para las que la Unión Europea y, en concreto, España, es un lugar donde es interesante tener una o varias casas y no solo por el clima y la comida.

Si uno mira el mapa del mundo, somos un lugar seguro a todos los niveles: no te van a secuestrar por la calle ni va a haber un cambio brusco de legislación ni la moneda se va a devaluar a plomo un lunes cualquiera. Es un refugio, además de un resort. Si se hacen más viviendas sin tocar nada más, las comprará quien pueda hacerlo y la política de acumulación se intensificará.

Los jornaleros sin tierra de ayer serán los autónomos sin vivienda de mañana.

Por eso, varias administraciones europeas han comenzado a tomar medidas: controles de precios, expropiación de viviendas vacías, obligación de residir para poder comprar, etc. El objetivo es evitar que el capital se concentre en el sector inmobiliario, además de facilitar el acceso a las nuevas generaciones.

Las ciudades envejecen, lo que provoca cambios sociales y culturales. No es el único factor, pero una crisis de vivienda acaba teniendo efectos demográficos y económicos. Como sostenían los liberales, una sociedad rentista es una sociedad paralizada.

Necesitamos más vivienda, pero no de cualquier manera porque la vivienda no es un pimiento. El objetivo de esos mensajes simples es, por un lado, centrar el foco en la cantidad y evitar que se tomen esas medidas más drásticas y, por otro, mantener el mercado caliente.

La idea de que hay que construir más y cuanto antes presiona a las administraciones para facilitar los trámites y echar mano de la clásica política de ayudas directas o indirectas, que acaban siendo una transferencia de rentas al sector inmobiliario.

Necesitamos más vivienda, pero no de cualquier manera porque la vivienda es un elemento clave del equilibrio social. Necesitamos más vivienda pública de calidad, como en el resto de Europa occidental, donde hay un modelo proporcional entre la oferta pública y la privada, y entre la propiedad y el alquiler.

Necesitamos una estructura sana que no se base en oleadas especulativas que dejan un reguero de dolor social cuando estallan. Necesitamos cambiar el modelo no solo para solucionar el gravísimo problema de hoy, sino para evitar el regreso del rentismo como modelo económico. Nos jugamos el futuro.

P. D. Un abrazo a Juan José García Cordero, Poli, del Cádiz. ­­

Jorge Dioni López es periodista y escritor. Su último libro es El malestar de las ciudades (Arpa).

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Vídeos

Cuesta: Estas son las notas del hermano de Sánchez en su enchufe de 273.000 euros. 090524

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Música de Diana.

–«When the Levee Breaks» [1971]es una canción escrita y grabada por Kansas Joe McCoy y Memphis Minnie en 1929, versionada por el grupo británico Led Zeppelin para su cuarto álbum en estudio, Led Zeppelin IV, del que ocupa la octava y última pista. La letra habla de las consecuencias generadas por la inundacion del rio Misisipi de 1927. Vía Diana Lobos, ‘90524.

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Humor
La viñeta de Caín
Felipe Hernández Cava ‘Caín’, España, 1953’y Federico del
V Barrio (ilustrador, España, 1957), en la Razón

 

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