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Llibre del Repartiment del Regne de Válencia [Libro registro de las donaciones (reparto) del Reino de Valencia; s. 1239-1270]. Detalle de las tachaduras llevadas a cabo por Próspero de Bofarull i Mascaró [España, 1777-1859], archivero y director catalán del Archivo General de la Corona de Aragón entre 1814-1840 y 1844-1849. El libro es custodiado por tal Archivo, que se encuentra ubicado en Barcelona y es regido, desde 2007, por un Patronato formado por el Gobierno de España y de las CCAA de Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares.
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Llibre del Repartiment del Regne de Válencia [Donationum regni Valentie]
Se trata de un libro de registro del siglo XIII [s. 1237-1252] donde los escribas del rey Jaime I de Aragón anotaban las promesas de donación de propiedades cuando se terminara la conquista de Valencia. El registro se inicia en julio de 1237 y termina en junio de 1245, con un breve complemente de 1252.
La capitulación de Valencia sucedió el 28 de septiembre de 1238, entrando según los documentos ese mismo día los cristianos en la ciudad, entre ellos el mismo rey Jaime I, pese a que la tradición lo data en el día de San Dionís, el 9 de octubre. Ese mismo día el Rey entregó casas en la ciudad y en Benimaclet, según se pactó en el asedio, y el documento se otorgó dentro de la ciudad.
En él se registran meticulosamente las donaciones de casas o terrenos hechas por el rey Jaime I a aragoneses, navarros, castellanos, catalanes, ingleses, húngaros, italianos y franceses, es decir a todos los que participaron en la cruzada que fue la conquista de Valencia. En dicho libro, se puede leer la filiación del receptor de la casa o finca de dónde procede y los bienes asignados.
Evidentemente, los bienes habían sido expropiados a los musulmanes que las habitaban con anterioridad. Algunos huyeron hacia el sur con todos sus bienes, a territorios aún musulmanes, mientras que otros permanecieron en el nuevo reino cristiano, además existía una amplia base mozárabe, cristianos que vivían en zona musulmana conservando religión, lengua y costumbres, y judíos, que siguieron en sus propiedades.
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Antonio Ubieto Arteta (Zaragoza, 1923 – Valencia, 1990) fue un historiador y filólogo medievalista español.
Discípulo del historiador medievalista José María Lacarra, destacó como investigador de la historia y la literatura medieval sobre todo en el ámbito aragonés, donde estudió. Primero fue catedrático de la Universidad de Valencia (1958-1977).
En su etapa valenciana, destaca el estudio sobre la formación del Reino de Valencia, y el estudio en profundidad del «Llibre del Repartiment», donde demostró que Próspero de Bofarull había descartado varios asientos, que se referían a repobladores aragoneses, navarros y castellanos y de muchas otras «naciones». Tales estudios le provocaron severos conflictos con algunos colegas catalanistas; incluso sufrió amenazas personales, apareciendo en pintadas el nombre de sus hijos y los colegios donde estudiaban más ataques directos a él, por lo que jubilado su maestro, retornó a su Zaragoza natal.
En la Universidad Valentina permaneció durante cerca de veinte años (1958-1977) como catedrático de Historia Antigua y Media de España y Director del Departamento de Historia Medieval, fundando y dirigiendo, asimismo, la revista Ligarzas (1968), dedicada a los estudios medievales. También durante su larga etapa en Valencia fundó la editorial Anubar (1960), creada y mantenida completamente a sus expensas y dirigida fundamentalmente a la publicación de fuentes y trabajos de investigación.
Sus Textos Medievales, hoy muy cerca del centenar, alcanzaron prontamente proyección internacional y pueden consultarse en bibliotecas de países como Japón, Alemania, Portugal, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, entre otros. Otras colecciones de su editorial dignas de mención son las Obras de Investigación, el Comercio Valenciano, o los Temas Valencianos, que junto a su gemela aragonesa Alcorces, fueron diseñadas con fines divulgativos.
La jubilación de su maestro el profesor Lacarra en mayo de 1977 provocó su vuelta a la Universidad Cesaraugustana para sucederle en la cátedra. Desde dicho año hasta su jubilación (31-III-1988) estuvo al frente de la Cátedra de Historia Medieval y del Departamento del mismo nombre, primero, para, a partir de diciembre de 1986, pasar a ocupar la Dirección del Departamento de Historia Medieval, Ciencias y Técnicas Historiográficas y Estudios Árabes e Islámicos. A fines de 1988 fue nombrado Profesor Emérito de la Universidad de Zaragoza, categoría que ostentaba al ocurrir su fallecimiento el 1 de febrero de 1990.
Por lo que respecta a su obra científica, iniciada en 1945 con la publicación El fuero de Selgua, los más de doscientos títulos que componen su nómina bibliográfica han seguido como líneas de investigación primordiales la edición de fuentes (crónicas y colecciones diplomáticas), los temas navarro-aragoneses, la historia valenciana, la épica, etc., pudiendo destacar como buena muestra de todos ellos la Historia de Aragón, Los orígenes de los reinos de Castilla y Aragón, Orígenes del Reino de Valencia, El «Cantar del Mío Cid» y algunos problemas históricos, La «Chanson de Roland» y algunos problemas históricos y las fundamentales Listas episcopales medievales.
Sus publicaciones.
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Imagen típica de la conquista del Reino de Valencia, en la que se han idealizado las victorias militares y al mismo rey sobre el verdadero proceso histórico. Jaume I y San Jorge en la batalla del Puig de Santa María [1237], tabla de Marçal de Sax (o quizás Miquel Alcanyís), perteneciente al retablo del Centenar de la Ploma [s. 1400], y actualmente en el Victoria and Albert Museum de Londres.
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El archivero catalán que manipuló los documentos históricos de la Edad Media
Próspero de Bofarull i Mascaró, barcelonés y director del Archivo de la Corona de Aragón, decidió, hacia 1847, tachar y reescribir el Llibre del Repartiment del Regne de València de la Edad Media con el objetivo de engrandecer y magnificar el papel que tuvieron los catalanes en la conquista del reino de Valencia de 1238
Julio Martín Alarcón en El Mundo, 210915. [original publicado en El Mundo/Crónica, 080913].
Las primeras piedras del nacionalismo se edificaron sobre una invención. La de Próspero de Bofarull i Mascaró, barcelonés y director del Archivo de la Corona de Aragón, que decidió, hacia 1847, tachar y reescribir el Llibre del Repartiment del Regne de València de la Edad Media con el objetivo de engrandecer y magnificar el papel que tuvieron los catalanes en la conquista del reino de Valencia de 1238. Próspero suprimió del histórico volumen apellidos aragoneses, navarros y castellanos para darle más importancia numérica a los catalanes.
La burda manipulación, obra para más inri del hombre encargado de garantizar la integridad del archivo, era sólo el comienzo de una cadena de falsificaciones que pronto alimentaría la semilla del nacionalismo y construiría un relato distorsionado de la Historia de Cataluña, ficción que han llegado hasta nuestros días. A las adulteraciones de Próspero de Bofarull se uniría la conveniente desaparición del testamento de Jaime I -legajo 758, según la antigua numeración- que establecía los límites de los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca y del Condado de Barcelona. Y qué decir del Llibre dels Feyts [Hechos] d’Armes de Catalunya, falsamente considerado una joya de la literatura catalana medieval. Su autor, Joan Gaspar Roig i Jalpí (1624-1691), ejecutó un engaño extraordinario al asegurar que la obra, en realidad escrita por él en el siglo XVII, era una copia de un incunable de 1420 firmado por Bernard Boadas. El apócrifo ha sido usado como fuente para narrar la historia de la patria catalana durante siglos, hasta que en 1948 el medievalista y lingüista Miquel Coll y Alentorn descubrió el timo.
La manipulación del independentismo
Estas y otras manipulaciones ponen en evidencia cómo el independentismo catalán ha torcido la Historia a su antojo y que desde Cataluña pasen de largo sobre los retoques que el admirado archivero Próspero de Bofarull -un enorme retrato suyo decora la sede del Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona- hizo en las páginas del Llibre del Repartiment. Fue el filólogo e historiador Antonio Ubieto quien denunció en los años 80 que Próspero de Bofarull había modificado el Llibre en el que se registraban las donaciones de casas o terrenos hechas por Jaime I a los que participaron en la conquista de Valencia descartando asientos que se referían a repobladores aragoneses, navarros y castellanos.
«Tras descubrir la manipulación de Bofarull, el historiador Ubieto y sus hijos fueron amenazados»
El descubrimiento, que ha pasado prácticamente desapercibido pese a su trascendencia, le supuso a Antonio Ubieto el enfrentamiento con compañeros catalanistas y ser objeto de amenazas.
No en vano venía a derribar parte del mito catalán y a cuestionar la labor de quien es recordado como el erudito que reorganizó y puso en valor el archivo tras años de abandono. Próspero de Bofarull inició una saga familiar de renombrado prestigio en Cataluña. Su hijo Manuel Bofarull i de Sartorio (1816-1892), notable historiador, heredaría su cargo de archivero entre 1850 y 1892. Otro ilustre Bofarull es su sobrino Antonio Bofarull i Broca (1821-1892), historiador, poeta, dramaturgo y autor de Confederación catalano-aragonesa (1872), obra que también apuntalaría la senda nacionalista al conferirle al Condado de Barcelona el mismo estatuto que al reino de Aragón. Así, a la manipulación documental de Próspero, explica José Luis Corral Lafuente, profesor y miembro del departamento de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, se añadió la «tergiversacion de conceptos». Porque este calificativo de «confederación» que lanzaba Antonio Bofarull derivaría pronto en otros de mayor calado. Como el de «Corona Catalano-Aragonesa», término que se justificó por la unión, en 1150, del conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, con Petronila, la heredera del rey de Aragón Ramiro II el Monje.
Se trataba de una unión matrimonial y dinástica, pero nunca política, como asevera José Luis Corral Lafuente, autor de Historia contada de Aragón (2010): «El Condado de Barcelona era un estado soberano en el siglo X, con usos y leyes propias, pero nunca un reino». Pese a ello, la ilusión del reino catalán aún sigue vigente en la web de la Generalitat, que sobre el matrimonio de Berenguer IV y Petronila dice: «La unión, aplaudida por los nobles aragoneses, permitió que cada uno de los dos reinos conservara su personalidad política, sus leyes y costumbres…». Del archivero del siglo XIX al nacionalismo del XXI: la extensión de una mentira histórica.
«Otro mito es el de la Senyera, en realidad era el emblema medieval de la casa de la Corona de Aragón»
Los registros manipulados por Próspero de Bofarull (1777-1859) en el Llibre del Repartiment, no sólo tenían por objeto maquillar que los catalanes fueron minoría en la conquista y repoblación del reino de Valencia por detrás de aragoneses y navarros. Pretendían además cimentar la preeminencia de la lengua catalana sobre el valenciano, dando fuelle a que ésta habría surgido como influencia del catalán, tal y como explica a Crónica la filóloga María Teresa Puerto, alumna de Ubieto y autora de Cronología histórica de la Lengua valenciana (2007).
Perpetuar una historia falsa
El siguiente paso del archivero Bofarull fue reproducir los documentos ya sin tachaduras, con sus falsas anotaciones en lugar de las originales, en la obra Colección de Documentos Inéditos de la Corona de Aragón, más conocida como CODOIN, editada entre 1847 y 1852, y un manual que han usado como referencia muchos historiadores.
Todas estas manipulaciones del siglo XIX hay que enmarcarlas en el contexto del momento. Surgieron al calor de la Renaixença, movimiento de la recuperación de la lengua catalana, del que la familia Bofarull, sobre todo Antonio Bofarull i Broca, fue protagonista indiscutible. Los Renaxentistas, buscando una grandeza y una identidad nacional, impulsaron leyendas y mitos de la Edad Media como germen del catalanismo. Un ejercicio de «historia presentista», como lo cataloga José Luis Corral Lafuente, consistente en proyectar los deseos del presente en el pasado. Entre las piezas de antaño que se recuperaron está el antes citado Llibre dels Feyts d’armes de Catalunya, una obra que narra la historia de Cataluña desde los tiempos más primitivos hasta el reinado de Alfonso V el Magnánimo (1396-1458) y que se había datado en 1420. Así se creyó hasta que en 1949 los medievalista Miquel Coll i Alentorn y Martí de Riquer desvelaron en Examen Lingüístico del Llibre dels Feyts d’armes de Catalunya que el verdadero autor era Joan Gaspar Roig i Jalpí (1624-1691) y que estaba escrito en el siglo XVII. El falsificador había tratado de emular el lenguaje del siglo XV pero no lo había logrado del todo.
El testamento desaparecido
Es una verdadera pena que la desaparición del primer testamento de Jaime I, de 1241. Su importancia reside en que era el único -hubo tres más en 1243, 1248 y 1262- en el que se establecían los límites de cada reino resultante de las conquistas del rey aragonés: los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca y el condado de Barcelona. Se tiene constancia de parte de su contenido porque el historiador Jerónimo Zurita cita su contenido en Anales de la Corona de Aragón (1562 -1580). No está claro cuándo pudo perderse, o sustraerse, pero sí que en él no constaba ninguna intención por parte de Jaime I de otorgar a Cataluña otra consideración que no fuera la de condado feudal. Tras el ultimo testamento (1262), el condado de Barcelona siguió unido al reino de Aragón en la figura de Pedro II, hijo de Jaime I, y rey de Aragón y conde de Barcelona.
En paralelo a las manipulaciones se fueron construyendo otros mitos nacionales, como el de la propia senyera, bandera ahora de la comunidad autónoma de Cataluña. La cuatribarrada, propia del reino de Aragón, en tiempos de Jaime I no era ni siquiera una bandera, pues este es un concepto moderno, sino el emblema medieval de la casa de la Corona de Aragón, otorgado por el Papa a sus vasallos: cuatro barras doradas sobre fondo rojo.
«Los ‘Renaixentistas’ del XIX buscando una grandeza y una identidad nacionalimpulsaron leyendas y mitos de la Edad Media»
El origen de su vinculación con el Condado Cataluña se atribuyó a la leyenda de Wifredo el velloso (840-897), fundador de la Casa Condal de Barcelona. Este caballero catalán habría sido herido tras socorrer a un emperador Franco en la batalla. Entonces el emperador mojó sus manos en la sangre de Wifredo y trazó sobre su escudo dorado las cuatro franjas. El medievalista catalán Martí de Riquer refutó la leyenda atribuyéndola a la «manía de buscar orígenes místicos en la heráldica» y, en concreto, a una crónica de 1555 del valenciano Pere Antón Beuter, que a su vez se habría inspirado en otro relato del castellano Hernán Mexia.
Mas relevante es el sitio de Barcelona en 1714 por parte de las tropas de Felipe V durante la Guerra de Sucesión (1701-1715). El historiador Ricardo García Cárcel cuestiona que el pueblo catalán se alzara en armas contra los castellanos. Lo define como una lucha entre los partidarios del borbón Felipe V y los del archiduque Carlos, de los Austria.
Rafael Casanova (1660-1743), un jurista que se erigió como defensor heroico durante ese sitio, fue exaltado también en la Renaixença del siglo XIX, cuando en 1863 se le dedicó una calle y después una estatua en Barcelona, en 1888, durante la Exposición Universal. Casanova, que aparece como figura central en el cuadro de Antoni Estruch i Bros, 11 de septiembre, enarbolando no la senyera sino la bandera de Santa Eulalia que identifica la ciudad Condal, defendió la causa del archiduque Carlos, y sobrevivió a la batalla para seguir ejerciendo como hombre de leyes hasta su muerte, en 1743.
Para historiadores como José Luis Corral Lafuente, la cascada de manipulaciones sólo han servido para restar credibilidad al rico legado de un condado que fue soberano e influyente sin necesidad de estas falsificaciones y leyendas más acordes con los anhelos de independencia del sector catalanista.
Registro de donaciones del rey
El “Llibre del Repartiment del Regne de València”, actualmente conservado en el Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona, y que el archivero Próspero de Bofarull falseó el siglo XIX, era el registro en el que los escribas de Jaime I anotaron las donaciones de casas o de tierras que el rey hizo a los aragoneses, catalanes, navarros, ingleses, húngaros italianos y franceses que participaron con él en la conquista de Valencia de 1238. Los bienes repartidos habían sido previamente expropiados a los musulmanes, quienes en su mayoría huyeron hacia el sur.
Por aquellas fechas se calcula que en el Reino de Valencia vivían unas 200.000 personas mientras que los repobladores han sido cifrados por los especialistas en unos cuantos miles. El número de habitantes del reino, tras esta inmigración aragonesa y catalana, habría aumentado de esa manera un 5%. En el “Llibre del Repartiment” se puede leer la filiación del receptor de la vivienda o terreno y los bienes que se le asignan. Ante el predominio de apellidos castellanos y navarros, en 1847 Próspero de Bofarull tachó del histórico volumen algunos asientos y los sustituyó por nombres catalanes.Y Colón nació en Cataluña
El disparate arranca no sólo de los tiempos del archivero Mascaró, allá por el 1847. Hoy, 166 años después de aquello, otro catalán, Jordi Bilbeny, filólogo e investigador, toma el relevo y se presta a reescribir la Historia. El autor de “El dit d’en Colom: Catalunya, l’Imperi i la primera colonització americana, 1492-1520 [El dedo de Colón: Cataluña, el Imperio y la primera colonización americana]”, su último libro, sostiene que el descubridor nació en Cataluña y que partió desde el puerto de Pals, Gerona, en busca de nuevos mundos. Suya es también la teoría de que Santa Teresa fue abadesa del monasterio de Pedralbes y que Cervantes escribió “El Quijote” en catalán. ¿Donde está el texto? Nadie lo sabe. Bilbeny, que se autodenomina historiador, ha admitido a EL MUNDO haber recibido subvención o ayuda para sus conferencias de ayuntamientos y diputaciones de CiU.
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De la entrevista a Antonio Ubieto en ‘Las Provincias’, 290984.
Profesor Ubieto: ¿Se ciñe el 9 de octubre de 1238 a la realidad de la conquista de Valencia por Jaime de Aragón?
Mire usted, ocurre que un hospital está en funcionamiento mucho antes de que el Rey lo inaugure y así otras obras y servicios. Se está entrando y saliendo de Valencia a partir de la tarde del 29 de septiembre. El 9 de octubre fue la solemnidad, pero a partir del 29 de septiembre ya no tenía importancia entrar o salir de Valencia, por que Valencia era ya una ciudad abierta.
Se está entrando y saliendo de Valencia a partir de la tarde del 29 de septiembre. El 9 de octubre fue la solemnidad, pero a partir del 29 de septiembre ya no tenía importancia entrar o salir de Valencia, por que Valencia era ya una ciudad abierta.
¿Hubo conquista o pacto?
Naturalmente un pacto, se consigna en las Capitulaciones de Ruzafa. Los cristianos se asentaron en el Puig y practicaban la política de destrucción de cosechas, intimidación por hambre. Según la mentalidad musulmana no se podía rendir una ciudad sin lucha, aunque todos sabían perfectamente que una ciudad con esas defensas era inexpugnable. El Rey moro pacta con don Jaime y envía emisarios a pedir ayuda al Islam, emisarios que don Jaime se compromete a ayudar y proteger, y hay un plazo de tres meses. Si en este tiempo el Islam enviara ayuda a Valencia, entonces se concertarían el día y la hora de la batalla. Se trataba de una auténtica campaña entre caballeros y el que ganase sería el dueño de Valencia. Solo contesta a la llamada el Rey de Túnez, que envió una escuadra que fondeó en el Grao, pero que no intervino para nada Desde el punto de vista del Rey moro de Valencia, había sido el Islam, y no él, quien rendía la ciudad, y firmó las Capitulaciones de Ruzafa, por las que se comprometía a desalojar la ciudad en ocho días y don Jaime le ayudaría hasta llegar a territorio musulmán y solo podrían llevarse lo que pudieran transportar personalmente. Resulta que muchas personas metían sus pertenencias en unos grandes pañuelos (joyas, comida, etc.) y es muy posible que parta de ahí la tradición del regalo en el pañuelo en la fiesta de San Dionís.
¿Por que don Jaime creó un nuevo reino y no anexionó valencia a sus tierras, como era el uso?
Jaime I era un hombre culturalmente muy limitado, se ha dicho que no sabía leer ni escribir, estaba en una situación financiera lamentable, fue devaluando la moneda hasta tener dos partes de plata de cada doce; carecía de visión política, con decir que a Blasco de Alagón, en 1226, le dio todo lo que pudiera conquistar en tierra de moros, ya es bastante; se encontraba con una Ciudad burguesa en el buen sentido, rica y comercial, que ya era un Reino, y quiso que siguiera siéndolo, además tenga en cuenta que a la conquista de Valencia Jaime de Aragón fue bajo pena de excomunión.
¿Obligado a conquistar Valencia?
De alguna manera y analizando la época se trata de una obligación muy dura. Jaime I apreso y encerró al Obispo de Zaragoza y el Papa Gregorio IX lo excomulgó. Cuando, enfermo, solicitó auxilios espirituales al Papa le contesto que se los daría bajo dos condiciones: que pusiera en libertad al Obispo y que conquistara Valencia.
¿Era realmente tan inculto el Rey Jaime?
Sí, parece que si, siempre tuvo el gran complejo de inferioridad de no haber nacido en Huesca, donde era tradición que dieran a luz las reinas de la Corona de Aragón. Gatea en Monpellier, comienza su formación en Monzón, entre templarios y habla diversas lenguas, pero ninguna bien. Tenga en cuenta que convenía que el Rey fuese lo más bruto posible, de esa manera su camarilla de nobles y clérigos podían mangonear a sus anchas.
La cultura valenciana no ha interesado desde hace varios siglos. A mí me ocurrió llegar a Valencia y preguntar a un guardia por la Universidad y tuvo que mirarla en el callejero. También ha ocurrido que en Valencia ha escrito de historia gente que no sabía ni sabe por donde se anda. Yo estoy seguro de que Sanchis Guarner jamás vio un documento y lo digo por que yo fui el director de su tesis doctoral.
Si don Jaime no tenía dinero. ¿De donde salió el dinero para la conquista de Valencia?
Cuando las Cortes de Monzón aprobaron la cruzada contra Valencia no se devaluó la moneda, pero se aprobó la concesión al Rey de un maravedí de oro por familia; la iglesia también intervino, directamente con dinero, o indirectamente, con la remisión de los pecados y el levantamiento de las bulas de excomunión. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de la burguesía catalana estaba excomulgada por negociar con el Islam, de acuerdo, con el acuerdo de Letran, y se levantaba este castigo terrible a los que interviniesen en la cruzada contra Valencia, de todas maneras fueron muy pocos catalanes a la conquista de Valencia. Además se daba una casa y dos yuntas por peón y dos casa y cuatro yuntas por caballero y las gentes que arañaban tierras yermas vieron su salvación en las huertas de Valencia.
¿Que se hablaba en Valencia cuando entro el rey don Jaime?
El valenciano, entonces un romance que fue el precursor inmediato de la lengua valenciana. En la Crónica de Jaime I se recogía el testimonio de los que hablaban al Rey en su idioma, pues bien, en la edición de 1926 viene en letra cursiva el testimonio de unos vecinos de Peñíscola, naturalmente en Valenciano, en las siguientes ediciones, se ha suprimido la cursiva.
¿Como se dio la legitimación del Reino de Valencia?
Si Valencia tenía fueros, tenía moneda y tenía Cortes, ¿que le faltaba? Lo que si que resulta bastante bochornoso es que ya no se llame a Valencia Reino y se le denomine Comunidad, porque no existe ni un solo documento en que no se le llame Reino de Valencia. En Aragón esa tradición aún se mantiene viva, aquí dicen que van al Reino al referirse a Valencia. Cuando uno se llama Pepe, se llama Pepe hasta que se muere, lo demás no es serio.
¿Cuales fueron los criterios básicos del “Repartiment”?
El Rey ofreció unas tierras, unas casas, luego las concedió a los que habían intervenido. En la conquista de Valencia esto esta muy claro en un riguroso estudio de la profesora Cabanes, el cincuenta y uno por cien eran aragoneses, el resto hay que dividirlo entre navarros, castellanos, catalanes y gentes de la Provenza.
¿Que proporción hubo de catalanes en la conquista de Valencia?
Es muy difícil estimarla, quizás el diez o el doce por cien.
¿Cual es el origen histórico de la Senyera?
Don Jaime conquistó Valencia, lógicamente, con la enseña del reino de Aragón no de Cataluña, sino de Aragón es decir las barras rojas en campo amarillo. Jaime de Aragón decide crear un reino y debe tener una enseña por la cual sus nuevos súbditos le distingan y le sigan, pero el rey no puede cambiar de enseña, por lo que toma la suya propia y como se dice en heráldica, la disminuye con una franja al lado del hasta. Las pruebas documentales son del siglo XIV, pero yo estoy seguro de que ha de haber documentos anteriores, posiblemente Valencia tiene esa bandera desde un año después de la conquista, es decir, de 1239.
Las barras de Aragón, no de Cataluña
¿Dice usted que las barras de Aragón y no de Cataluña?
Los historiadores catalanes siempre han tenido el complejo de inferioridad de que nunca han sido un Reino y no existe un solo documento en el que se hable de que Jaime I hubiera querido crear un reino de Cataluña, lo de las señas de identidad es a partir de la Renaixença. Le voy a dar un dato: en la batalla de Panisars, los catalanes morían frente a los franceses con el grito de ¡Arago! ¡Arago!. Se han estudiado mucho por parte de los historiadores catalanes los sellos pendientes de Ramón Berenger IV y se publicaron en la obra de Segarra tratando de demostrar que se empleaban las barras. Pero no encontraron unos sellos en los feudos de Poblet, en el Archivo Nacional, en donde las barras terminaban en unas escamas en forma de ángulo, es decir, no se usaban las barras, los sellos publicados habían sido falsificados, así como suena, se les habían raspado esas escamas en forma de ángulo que demuestran que no eran las barras. Yo no puedo pensar como se puede llegar a esos extremos para demostrar lo que no tiene demostración, porque la historia debe basarse en pruebas documentales y si no aparecen hay que investigar, pensar, profundizar, lo que no debe hacerse nunca es manipular la historia para tratar de demostrar lo que no se puede demostrar con un mínimo de rigor, por que entonces se cae en el ridículo y en el desprestigio.
¿Que grado de receptibilidad o de simbiosis se da entre conquistadores y conquistados?
Total, el trabajo histórico ha de desarrollarse pensando en el tiempo en que se dieron los hechos y teniendo en cuenta el pensamiento y mentalidad de la época. No había ciertamente una delimitación drástica o esquemática entre los moros y los cristianos, hay que hacer constar que hubo moros en las tropas del Rey don Jaime y que lucharon por la conquista de Valencia, lo mismo que hubo prohombre llamados de la Cristiandad que pusieron su espada al servicio de los Reyes moros.
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De la entrevista a Antonio Ubieto en ‘Levante’, 130377.
¿Que temas van a salir?
Los primeros temas van a ser los más candentes en estos momentos. Ahí tiene usted el del Profesor San Valero sobre “El pueblo, cultura y lengua de Valencia”. El segundo a cargo de la doctora Cabanes Pecourt, va a tratar de como se reparte la ciudad cuando es reconquistada por los cristianos. El tercero es mío y está en parte ya compuesto. En el se ve como hay dos mentalidades totalmente distintas en la Corona de Aragón cuando se plantea el problema de la ocupación de Valencia. Uno de tipo aragonés, donde lo que prima es la Reconquista. Hay que reconquistar las tierras, sea como sea. Este ideal de reconquista en Cataluña no existe por una cosa muy sencilla: por que no tiene fronteras con los musulmanes a partir de 1449. Esta es una primacía que irá en este trabajo. Los catalanes vienen por un espíritu quizás más noble que el anterior, de tipo religioso. Vienen sencillamente para lucrar unas gracias espirituales y, naturalmente se vuelven cuando han lucrado tales gracias.
Aunque esto no es de su especialidad, ¿que puede decirnos de la lengua de los Valencianos?
Esa cuestión está tan clara que no tiene discusión. Aquí viene una masa de población que, insisto, no llega al cinco por ciento. De es cinco, más de un cincuenta son aragoneses, y la minoría son catalanes.
Ya comprenderá que un cero coma tanto por ciento de catalanes no pueden traer un idioma. Esto, por un lado. Esto significa que el idioma es muy anterior a la conquista de Jaime I. He encontrado una serie de textos sobre como se habla Valenciano en Valencia en el siglo XI. Pero es que hace cosa de quince días, he recibido el más sorprendente de todos los trabajos, hecho por un gallego catedrático de la Universidad compostelana donde se estudia una carta escrita por una de Denia a doña Almudis, Condesa de Barcelona. La carta está escrita en latín. Díaz y Díaz, el latinista a escala universal más prestigioso que tenemos es España, llega a la conclusión de que el señor que escribe esta carta en Denia hacia el año 1060 es alguien que está pensando en romance, que no sabe una palabra en absoluto de religión cristiana y que por tanto llamarle mozárabe a este hombre que es musulmán, es absurdo. He aquí un texto más de alguien que se expresa en romance, en Valenciano, en la Denia de la decimoprimera centuria.
¿Donde está el deterioro principal de la cultura valenciana?
En la pérdida de la personalidad, que está muy clara a lo largo de toda la Edad Media, con una forma de ser y de actuar, con una literatura, con una lengua, etc. El cuando se pierde, no lo se, porque eso es historia contemporánea y no entra en el campo de mis investigaciones. Puede ser en el XVII o en el XVIII. El caso es que una cosa trae la otra y la cultura valenciana está muy baja. El problema como causa o como efecto, radica en la disociación existente entre la Universidad y la sociedad.
El mismo proceso se ha observado en otras regiones españolas pero bastantes de ellas están iniciando renacimientos. En el de Valencia estábamos trabajando y por el nos esforzamos a diario en el departamento. Hay aquí, es esta ciudad, mucha historia enterrada que puede de nuevo traerse al recuerdo común y popular. Vemos con envida, con sana envidia, como en Cataluña, el capital, la empresa, ayuda con intensidad a la investigación histórica.
Aquí, esto no sucede. Aquí, hemos pedido 25.000 pesetas, y no quiero dar nombres de instituciones ni de fábricas, para publicar unos textos medievales y no lo hemos obtenido. Era un trabajo destinado a conocer una técnica que se efectuaba en Valencia en el siglo XV.
Hay gente que opina que para ser Valenciano, para tener esa personalidad, es preciso cinscunscribir tal concepto al ámbito de la catalanidad. ¿Que opina de ello el profesor Ubieto?.
Muchas veces he recordado que, en 1945, en la Catedral de Lérida, donde tenía que hacer un trabajo, encontré un letrero que decía: “Si eres español, habla la lengua del Imperio”. Me dio tal vergüenza y tal asco, que empecé inmediatamente a aprender catalán. Mi afecto por Cataluña está demostrado. Ya comprenderá que no soy anticatalanista, como no soy ni antiandalucista ni antigalleguista. Pero no creo que los valencianos puedan encontrar la solución a sus problemas convirtiéndose en catalanes de segunda. Tratar de catalanizar Valencia solo puede basarse en un desconocimiento tremendo de la historia de ambas regiones. El profesor Juan Begiá, y no es sospechoso de anticatalanismo, me decía: “Estos valencianos no se dan cuenta de que siempre que Cataluña sube Valencia cae, y al revés. Difícilmente podemos ir a la par”. Creo que el testimonio es válido. Y otra cosa: la gente plantea el problema en función de la lengua. Alguna gente, al menos. Y este es el problema menos importante.
Fuente: salvadorcaurin.
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Notas.-
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