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«Si los individuos que integran la masa se creyesen especialmente dotados, tendríamos no más que un caso de error personal, pero no una subversión sociológica.
Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera.»
José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas (1930).
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Ojo con el abismo
Siempre cabe la esperanza de que una sociedad encaminada por el poder político hacia su inexistencia como conjunto de ciudadanos a los que se mal administra su soberanía surante décadas, recupere el sentido común que le permita escapar de la catástrofe, la ruina, su desaparición como nación, antes de tener que acabar aprendiendo la lección demasiado tarde.
Así que bueno sería que lo vivido con ZPedro, el Presidente calamidad, nos sirviera de escarmiento y ello se evidenciara en las próximas elecciones generales del 28 de abril, anticipándonos a acontecimientos de devastadoras consecuencias y ya muy probables.
EQM

Del Procés
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Un Fracaso Anunciado
Eduardo Uriarte Romero en Fundación para la Libertad, 200219
Estaba escrito que Pedro Sánchez iba a padecer su Waterloo en el apoyo que buscó en el secesionismo catalán. Era una cuestión más que evidente. Lo sorprendente es que renunciara a contemplarlo, a considerar que si en la moción de censura a Rajoy había recibido el apoyo nacionalista era porque así él mismo, el presidente del Gobierno de España, se convertía en instrumento, pues era su rehén, del separatismo catalán.
Es más, su mero nombramiento como presidente y su empecinamiento en no convocar elecciones animaban a los secesionistas a proseguir con su radical tarea de ruptura porque difícilmente en un futuro iban a encontrar condiciones más favorables para un procés, que, como toda aventura revolucionaria, no tiene vuelta atrás.
Finalmente, por presión de propios y extraños, ha tenido que romper las negociaciones establecidas con los secesionistas lo que ha supuesto el rechazo de éstos a unos presupuestos generales que en condiciones normales hubieran considerado privilegiados. Sánchez ha tenido que acortar su legislatura y convocar elecciones lo que constituye un rotundo fracaso. Fracaso, porque tiene que acortar su legislatura, pero, sobre todo, porque lo ratifica el que sus barones no quieran ir con él en una misma fecha a elecciones generales y autonómicas, debido a que su política catalana les quitaría votos.
Fracaso porque ha conseguido unir a todo el arcoíris de la derecha desde liberales a radicales, dejando un problema de naturaleza estratégica en el futuro político: la creación de dos bloques. Fracaso porque ninguna de sus medidas, la mayor parte provocadoras, incluida la exhumación de Franco -cuyo efecto ha sido animar el crecimiento de Vox-, están sin llevar a cabo.
Un fracaso absoluto, pero él no lo ve así, como gran parte de la sociedad que le va a seguir ofreciendo su voto debido a que la visión general de la política en estos últimos años se ha distorsionado radicalmente a manos especialmente de la acción ideológica de la izquierda y la inaguantable pasividad de la derecha bajo el mandato de Rajoy. De hecho, Sánchez repite como candidato, de hecho, se mantiene como secretario general sin atisbo de movimiento interno que reclame su sustitución, y eso es, porque tras ganar unas primarias frente al comité federal que le defenestró, el apoyo plebiscitario interno de “las primarias” le otorga un mando de naturaleza cesarista.
Posiblemente, también, porque la base militante que aún sigue en el partido esté como él de acuerdo en todo lo que ha realizado, su acercamiento a las formaciones antisistema y a los separatistas y el enfrentamiento con el resto, la derecha, que califican fascista rememorando emociones fratricidas. Su legado, iniciado por Zapatero, es un partido izquierdista y no socialdemócrata.
Sánchez sigue creyendo en la negociación para acercar a los secesionistas a España, lo ha dicho en su primer mitin en Andalucía donde tal política le ha hecho perder a su partido el Gobierno de dicha comunidad. Empecinamiento que resulta difícil de entender. Muy posiblemente Joseba Arregi (“Infantilismo, Arcaísmo, Sueño de Omnipotencia”, El Mundo, 14,02,2019) nos oriente ante este tipo de conducta cuando indica que es debido al actual infantilismo social resultado de la revolución en la información. Infantilismo, que, como tal, considera posible cualquier meta y comportamiento por disparatado que fuere.
Los que usábamos la cita leninista de “el izquierdismo enfermedad infantil del comunismo” debemos alterarla en sentido contrario: es el infantilismo social, producto en gran medida de la inmediatez en la comunicación, el promotor de izquierdismos y populismos, y, además, de la ensoñación, infantil donde las haya, de que todo deseo es alcanzable, como devolver a los secesionistas mediante el diálogo al marco democrático.
Es necesario, pues, temerse lo peor, que Sánchez y su partido estén convencidos en la posibilidad de llegar a un acuerdo con éstos, cuando la razón de ser de todo secesionismo es que no haya acuerdo. Por eso son secesionistas. Además, sería útil avisar que no siempre la política -ni mucho menos eso que la izquierda y los nacionalismos llaman diálogo- es capaz de resolverlo todo. En ese caso sobrarían cárceles, policías y ejércitos. Y en el espíritu buenista del diálogo, cual bálsamo de Fierabrás para todas las contradicciones, reside la más peligrosa cualidad del infantilismo: la ingenuidad.
Sánchez, el partido socialista, padecen todas esas maldades. El problema es que gran parte de la sociedad también, la dispuesta a seguir dándole su apoyo a pesar de las aberraciones políticas cometidas a los ojos ajenos a este infantilismo. Tras las elecciones volverán a negociar con los secesionistas. ¿“Qué mal Hay en ello”?, frase de otro iluso como Ibarretxe, y que expresa de manera clara la naturaleza caprichosa e infantil de la osadía de romper y enfrentar a toda una comunidad humana.
Sánchez volverá a acordar con los nacionalistas, aunque su lealtad brille por su ausencia. El PNV le dejó tirado a Rajoy a pesar del suculento bocado que éste les entregó en los Presupuestos -y que ahora ha perdido-, y los secesionistas catalanes han hecho lo mismo con Sánchez, porque ellos van solamente a lo suyo. Y lo volverán a hacer si el PSOE forma Gobierno tras las elecciones.
Nos encontramos ante unas elecciones con un panorama político muy deteriorado. A la crisis catalana se suma la crisis a nivel de toda España provocada por la política de Sánchez en los meses de su Gobierno. A Sánchez -y a todos- le hubiera ido mejor convocarlas tras la moción de censura, pero le venció la tentación de erosionar a sus adversarios mediante una estrategia de acercamiento a los nacionalismos periféricos, con la ilusa pretensión de arreglar mediante su fracasada desinflamación el problema, y provocando a sus adversarios.
Su efecto ha sido deteriorar a Podemos, su aliado, y el nacimiento de Vox. El gran demiurgo que ha promovido la derecha nacionalista española ha sido Sánchez, ni el PP ni C’s, a los que acusa de haberlo favorecido, estaban interesados en ello. El infantilismo es servil usuario de la mentira.
El panorama de bloques no le gusta a C’s, se le nota demasiado su incomodidad a la hora de ponerse en un bando, pero las condiciones políticas no las ha elegido él, vienen puestas por Sánchez, por su obsesión con el Caudillo, la Memoria Histórica, su dialéctica frentista en todos los sectores sociales, desde el feminismo al ecologismo, pasando por el animalismo, hasta enfrentando el problema catalán al resto de los constitucionalistas.
Todo el que no esté de acuerdo con su dialéctica frentista será un facha, y eso a C’s le amedranta. Se le nota a este partido su dificultad de moverse en la dialéctica radical provocada por el socialismo, lo que no estaría en las previsiones de un partido surgido de la rebelión cívica en Cataluña. Pero las cosas son así, no tiene más remedio que optar, porque Sánchez, a pesar de que a cualquier militante de movimiento cívico le repugne, ha dejado de ser parte de la solución y el progreso social para España para convertirse en su problema.
A Ciudadanos le ha costado demasiado dejar claro cual iba a ser su posicionamiento ante el socialismo de Sánchez, y estos titubeos y dilaciones le están convirtiendo en un partido subalterno que en las citas electorales acaba perdiendo importancia tras las expectativas alcanzadas. En el terreno de lo concreto y del juego electoral sucio también Ciudadanos padece cierto infantilismo.
Afortunadamente, ya era hora, se está preocupando por atraer personas del desaparecido UPyD, como Maite Pagazaurtundua, de singular valía ante lo que fue el movimiento cívico en Euskadi y asociaciones de víctimas del terrorismo. Importante acicate de simbólica defensa de la libertad y la Constitución. Defensa de la Constitución que es incompatible hoy en día con el partido de Sánchez, porque éste es el único garante de que el proceso independentista catalán pueda tener éxito.
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Ilustración de Raúl Arias [España, 1969], para el texto
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Infantilismo, arcaísmo, sueño de omnipotencia
Joseba Arregui en El Mundo, 140219
En el complejo mundo de hoy se afirma que a lo complejo no se le puede responder con recetas simples o simplistas. Pero también se puede constatar que los intelectuales andan buscando la piedra angular que permita entender de forma unitaria y conjunta lo que sucede. Nadie parece dispuesto a renunciar a encontrar alguna clave fundamental que permita acercarse a los complejos problemas del presente.
A esa necesidad responde el recurso a términos que parecen evidentes, que no necesitan demasiadas explicaciones y que renuncian a los matices para no perder capacidad explicativa. Tomemos el ejemplo del término populismo. Parece ser la fuente de todos los problemas, capaz de explicar todo lo malo que está sucediendo en las sociedades occidentales, el veneno que está pudriendo el tejido social y política de las sociedades modernas.
Trump recurre al populismo, Orbán también, Erdogan también, al igual que Putin. El Frente Popular es populista, lo es La Liga en Italia y Vox en España, y el partido gobernante en Polonia. Sin negar que todos tengan algo en común, se puede afirmar que cada caso responde a situaciones concretas diferentes y que lo que se gana en capacidad explicativa aplicando a todos ellos el término populismo, se pierde en capacidad de análisis de las situaciones concretas.
Pero mientras jugamos con el término, no nos preocupamos por plantear una pregunta fundamental: ¿pudiera ser que antes que las realidades concretas y en parte comunes que aparecen en el panorama político se haya ido creando en las sociedades modernas una cultura en el más amplio sentido del término desde el que cobra sentido lo que criticamos en la política como populismo? Porque pudiera ser que el populismo político no sea más que una traducción de algo que ha invadido la cultura en general y muchas manifestaciones culturales en particular, con lo que el populismo no sería más que una consecuencia necesaria.
Hace años se publicó la obra titulada Death of Distance, How the Communications Revolution will change our Lives (Frances Cairncross, 1997). Gracias a las nuevas tecnologías, nuevas en 1997, se elimina la distancia tanto espacial como temporal. Esta muerte de la distancia en ambas dimensiones -la desaparición de la distancia espacial conlleva la desaparición de la distancia temporal- implica una enorme revolución, pues actúa directamente en contra de una característica esencial del hombre, la distancia, la reflexión, la memoria.
El ser humano no está integrado en la inmediatez de la naturaleza, pues siendo producto de la naturaleza es también distante con ella. Los animales son parte del nicho ecológico, el ser humano posee un nicho ecológico, pero no se confunde en él. Es característico del mundo animal la inmediatez entre la percepción del instinto y la búsqueda de su satisfacción, pero el hombre se distingue por su capacidad de retrasar, e incluso llegar a negar, la satisfacción de una necesidad instintiva. Todo ello significa que para el hombre la distancia temporal es constitutiva, y también la distancia espacial en el sentido de distancia social que rompe la inmediatez y la transparencia absoluta de las relaciones sociales.
Resultado: la cultura de las sociedades modernas ha ido avanzando hacia la infantilización. Los infantes van madurando al desarrollar su capacidad de distanciarse de la fusión con el entorno, la educación consiste en que vayan adquiriendo la capacidad de retrasar la satisfacción de sus necesidades instintivas. En esos movimientos van adquiriendo capacidad de reflexión, de verse desde fuera, desde cierta distancia, van adquiriendo conciencia de sí mismos gracias a la apertura de un paréntesis temporal. Adquisición de conciencia como adquisición de tiempo, conciencia de tiempo.
La cultura de consumo significa la materialización de la muerte de la distancia espacial y temporal. El consumo no puede esperar, debe ser inmediato, no necesita ya de lugares distantes a los que ir, puede ser realizado sin salir de casa. Los niños, y los mayores quieren todo a la mayor brevedad, a poder ser con inmediatez: entrega rápida, quiero esto o aquello, pero ya, en tiempo real, sin distancia temporal. Si hace años los propios periodistas decían que nada era tan viejo como el periódico de ayer, hoy es preciso decir que nada hay tan viejo como el último tuit de hace un par de segundos del político de turno, del o de la artista o cantante de turno.
Si en la pedagogía ha desaparecido el valor de la memoria, la distancia temporal hacia el pasado ha desaparecido también, ya no hay pasado;y, si el presente está colonizado por el futuro (Niklas Luhmann) -es decir, no tiene peso propio porque consiste solo en una novedad que antes de ser real ya ha pasado sin que haya adquirido peso para conformar un pasado con significado-, implica la muerte definitiva del tiempo.
Si Emmanuel Levinas afirma que conocer es re-presentar, es decir, volver a presentar a la y en la mente lo percibido -es decir, es memoria-, la anulación del tiempo y de la memoria implica anulación del conocimiento. Si pensar radica en asociar ideas, y si sin memoria ni pasado no puede haber ideas, pensar es imposible. Sin tiempo no hay reflexión, pues ésta implica distancia: del objeto de análisis, de uno mismo.
Y así llegamos al grito del 11-M, del acontecimiento fundacional al que tanta importancia se le dio en su momento: ¡democracia ya! Si a ello añadimos el entusiasmo de las primarias que implica la exigencia de la inmediatez del poder ejecutivo en relación a la fuente legitimante, el pueblo, la gente, los afiliados, eliminando la distancia de la representación, si además la estrategia y la táctica han abdicado a favor de la inmediatez, quizá descubramos que el populismo no es otra cosa que la traducción a la política del infantilismo que caracteriza a la cultura en general, infantilismo reforzado por las encuestas, los amigos y seguidores de las redes sociales y la presencia continua en las mismas. Un infantilismo que ha minusvalorado la perdurabilidad de las instituciones y su peso histórico, el enemigo número uno del infantilismo -¿por qué no cambiar la Constitución al menos cada generación?-.
Este infantilismo viene acompañado casi necesariamente de arcaísmos. Basta con presenciar en los medios audiovisuales los conciertos de masa actuales centrados en las músicas de moda para percibir que la música va siempre acompañada de danza, con asistencia de grandes masas que se mueven al ritmo de ambas, música y danza, y éstas se expresan de manera muy preponderante en base a ritmos repetitivos, con fuerte acompañamiento de percusión muy rítmica, en un ambiente controlado por luces y sombras, con fuerte antagonismo entre luminosidad y oscuridad, todo ello dirigido a una fusión entre cantante, grupo y la comunidad de asistentes al concierto, sin que falten elementos de incitación sexual manifiestos.
Todo ello se parece mucho a la reunión periódica de los aborígenes australianos en busca de la reafirmación del grupo por medio de la fusión -éxtasis- de los individuos en y con el grupo que es como se imaginó Durkheim la religión primitiva. Arcaísmo que también adquiere la forma de confrontación buscada de la muerte como la experiencia auténtica imposible en la cultura moderna, el deporte de aventura. Lo expresó a la perfección uno de los mayores alpinistas que han existido, Reinhold Meissner: “Busco la confrontación directa con la muerte para sentirme vivo”.
El infantilismo cultural, matriz de lo que criticamos hoy como populismo en la política, es al mismo tiempo expresión de la inocencia perdida y del sentimiento de omnipotencia de la infancia: cuando los niños creen poder controlar completamente su entorno y tienen miedo a perder ese control, cuando se niegan a que se les cierre la puerta de su dormitorio o a que se les apague la luz, pues temen perder el control.
Desde esa experiencia de lo que el psiquiatra y psicoanalista H. E. Richter denomina el complejo de Dios se puede entender el problema de la opresión de las mujeres en las sociedades modernas. La expulsión de Dios del espacio público trae consigo un vacío que conduce a la apropiación por los humanos de los predicados divinos de omnipotencia, actividad, perfección, capacidad de predicción del futuro y su control, conocimiento (Hegel, Feuerbach). Pero no es el conjunto de la sociedad quien se apropia de los atributos divinos, sino solo la parte masculina. Son los varones quienes se ven en el espejo del Dios expulsado.
Pero como la pasividad, el sufrimiento, el lloro, los sentimientos, la imperfección siguen existiendo, los varones proyectan esas características que dañan su imagen divinizada en el grupo humano de las mujeres oprimiéndolas, situándolas al servicio del mantenimiento de la imagen divinizada de los varones.
Viendo los problemas desde esta perspectiva, la meta a alcanzar, como propone el psiquiatra y psicoanalista citado, es la de sanar la sociedad que sufre la herida de su escisión en dos mitades, buscando la transformación de ambos grupos y no la divinización-igualación del grupo femenino en la masculinidad divinizada. La meta sería la humanización de la sociedad. Ni homo homini lupus, ni homo homini Deus, sino homo homini homo. Ni más ni menos.
Joseba Arregi, ex consejero del Gobierno Vasco, es ensayista.
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Notas.-
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«Si los individuos que integran la masa se creyesen especialmente dotados, tendríamos no más que un caso de error personal, pero no una subversión sociológica.
Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera.»
José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas (1930).
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Ojo con el abismo
Siempre cabe la esperanza de que una sociedad encaminada por el poder político hacia su inexistencia como conjunto de ciudadanos a los que se mal administra su soberanía surante décadas, recupere el sentido común que le permita escapar de la catástrofe, la ruina, su desaparición como nación, antes de tener que acabar aprendiendo la lección demasiado tarde.
Así que bueno sería que lo vivido con ZPedro, el Presidente calamidad, nos sirviera de escarmiento y ello se evidenciara en las próximas elecciones generales del 28 de abril, anticipándonos a acontecimientos de devastadoras consecuencias y ya muy probables.
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