«El año más violento» / J.C. Chandor / 2014 / EEUU/ Amazon y Filmin/ 7,5

A Most Violent Year Movie Poster

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America For Me[2014], tema compuesto e interpretado por Alex Ebert, con el tenor saxophone by Rex Gregory. De la banda sonora incorporada de la película.

Cartel vía IMPwards, diseñado por Silenzio Communication

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AÑO/TÍTULO / 20141 / El año más violento / A Most Violent Year / 8
DURACIÓN / 124 minutos
PAÍS / Brasil
DIRECCIÓN / J. C. Chandor
GUION /J.C. Chandor
MÚSICA / Alex Ebert
FOTOGRAFÍA / Bradford Young
REPARTO / Oscar Isaac, Jessica Chastain, Albert Brooks, David Oyelowo, Christopher Abbott, Peter Gerety, Elyes Gabel, Catalina Sandino Moreno, Alessandro Nivola, Ashley Williams, John Procaccino, Glenn Fleshler, Jerry Adler.
PRODUCCIÓN/ A24, Before The Door Pictures, Washington Square Films, Filmnation Entertainment, Old Bull Pictures

VARIOS / trailers/imágenes

plataforma de streaming: Amazon

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Valoraciones externasfilmafinity: 6,1 / imdb7

StreamingAmazon y Filmin [7,7]

Revisión: 050415 y 120322

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Honores

2014: National Board of Review (NBR): Mejor película, actor y actriz sec. / Globos de Oro: Nominada a mejor actriz de reparto (Jessica Chastain) / Premios Independent Spirit: Nominada a mejor actriz secundaria (Chastain)/ Premios Gotham: Nominada a mejor actor (Oscar Isaac) / Critics Choice Awards: Nominada a mejor actriz secundaria (Chastain) / Asociación de Críticos de Chicago: Nom. a mejor actriz secundaria (Chastain)

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Sinopsis.

Nueva York, año 1981 -según las estadísticas, el año con más crímenes y atracos de la historia en la ciudad-. El inmigrante hispano Abel Morales (Oscar Isaac) y su mujer Anna (Jessica Chastain) han conseguido sacar adelante con éxito su empresa de distribución y venta de gasóleo. Ahora están a punto de lograr la última pieza de su sueño americano: comprar un cotizado terreno frente al río Hudson, un enclave que les permitirá expandirse en el negocio y superar a su competencia. Pero la violencia que sufren en el transporte de sus camiones y una investigación policial amenazan con destruir todo lo que han logrado hasta ese momento. (FILMAFFINITY) [Filmaffinity].

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Trailer en español

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Críticas internacionales:

  • «Macbeth leído del revés. (…) De la mano de las coléricas y vibrantes interpretaciones de Oscar Isaac y Jessica Chastain, Chandor se las arregla para componer un fresco arrebatado muy del gusto de Sidney Lumet.» Luis Martínez: Diario El Mundo
  • «Uno ve este ‘thriller’, sensacional tercer largometraje de J. C. Chandor, y no ve a un imitador, sino al propio Lumet redivivo (…) la película es sutil, hermosa y brutal»
  • «Magnífica película (…) Fría de principio a fin, la película se torna además amarga, desoladora y cínica mediante un juego que suena a viejo pero que es siempre nuevo y flamante» Oti Rodríguez Marchante: Diario ABC
  • «El nombre de Corleone no lo cita uno aquí por casualidad. Isaac tiene la callada cualidad de aquel Pacino joven, y también su fuerza. A su lado, otra fuerza de la naturaleza: Jessica camaleón Chastain (…) Puntuación: ★★★★★ (sobre 5)» Salvador Llopart: Diario La Vanguardia
  • «Resulta asombroso contemplar el talento de este director. (…) Por supuesto que hay mucho de Sidney Lumet en este flm, y algo de David Mamet, claro, pero también del Coppola más shakespeariano (…) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)» Antonio Trashorras: Fotogramas
  • «El drama criminal ochentero de JC Chandor es riguroso, ingenioso y diabólicamente inteligente. (…) Puntuación: ★★★★ (sobre 5)» Xan Brooks: The Guardian
  • «Chastain está endiabladamente bien, e Isaac es una potencia implosiva en una película que refleja un mundo donde nada es considerado sagrado. La ves con los nervios crispados, resistiendo como puedes. (…) Puntuación: ★★★½ (sobre 4)» Peter Travers: Rolling Stone

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Elenco

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Banda sonora

Editada

1. America For Me
2. I Am and We Are
3. Garden Shadows (Piano)
4. Random Piece
5. Abel’s Theme
6. Running
7. Underneath
8. Close Haircut
9. Garden Shadows (Orchestra)

Incorporada

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Tráiler

. Trailer en doblado en español.

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Mi opinión:

De la pérdida social de valores morales

Hoy nos toca contemplar una notable cinta sobre la miserable vida del Nueva York de principios de los 80’ a través de un honesto empresario que se resiste a que el sistema capitalista le obligue a moverse en el entorno de la habitual ilegalidad que supone una desleal y criminal competencia entre quienes han alcanzado la cumbre económica y aquellos que los intentan emular por las buenas.

De cómo el orden constituido, con el régimen  decadente de la época, contribuye decisivamente a transgredir el marco legal establecido, con el fin de lograr torticeramente un éxito, vetado a los respetuosos con el principio de legalidad y a merced de las múltiples formas de utilizar el camino mas corto en brazos de la criminalidad y la delincuencia.

Se trata de “El año más violento» (A Most Violent Year” originalmente en inglés), siendo una película estadounidense escrita y dirigida por J. C. Chandor, en su tercer largo, protagonizada por Oscar Isaac, Jessica Chastain, Alessandro Nivola, David Oyelowo, Albert Brooks y Elyes Gabel, presentando la tragedia de la vida de sus protagonistas, Abel Morales (Oscar Isaac), y su mujer, Anna (Jessica Chastain), la pareja de dueños de una empresa perolífera asediada por los atracos a su su flota de camiones e incluso en integridad personal, azuzada por un fiscal, Lawrence (David Oyelowo), empeñado e escudriñar hasta el límite legal la gestión económica de la compañía, porque no acaba de creerse tanta honestidad, de tan acostumbrado a convivir con el generalizado mal.

Morales, aun provocado por la competencia, trata de mantener su integridad moral y su probidad:

-“cuando tienes miedo de saltar, es exactamente cuando debes de hacerlo, porque de lo contrario te quedarás siempre en el mismo lugar”.

Siquiera cuando una celosa competencia le dificulta su crecimiento. Tampoco le convencen las sugerencias de de su abogado Andrew Walsh (Albert Brook ) ni sus afectivos Ee inevitables encontronazos con su mujer, Anna Morales [Jessica Chastain].

Por mucho que el título -desafortunado-lo sugiera, no se trata de una película de acción sino de un film profundo, cargado de tensión e intensidad permanentes, impactantes silencios aclaratorios – huérfanos de música- y ritmo intencionadamente lento . Carece, por tanto, de la violencia que cabía suponer y que es sustituida por el debate psicológico interno y el que compite y acorrala desde el empresariado del sector.

El estilo del realizador, J. C. Chandor, se asemeja al de sidney Lumet, en su ámbiente urbano yorkino y  gris, fotografiando espléndidamente por la composición e iluinación de Bradford Young, con sus clarobscuros del metro, peluquería, suburbios o nevadas. Perfecto también el vestuario de Kasia Walicka-Maimone, , en particular de la atractiva Jessica Chastain o la perenne elegancia de Oscar Isaac.

Sestaca también la banda sonora de Alex Ebert, cómplice de las secuentencias de maquinación y estrés, basada en sintetizadores y reflejando los 80′ en su atmósfera. Esta vez he optado por mostrarles  el percusionista tema ‘America For Me‘ [2014], compuesto e interpretado por Alex Ebert, con el tenor saxophone de Rex Gregory. De la banda sonora incorporada de la película.

El tiempo transcurre de manera lineal, los días avanzan uno a uno, mostrando el desarrollo de los eventos tal cual van sucediendo.

Aun con  un tempus tan  lineal y sucesivo, el proyecto resulta  muy interesante por su naturaleza dramática y por su minuciosidad a la hora de analizar psicológicanete el trazo humano de los personajes, cada cual con sus propias relexiones, modos y maneras.

En definitiva, El año más violento, de acuerdo con la crítica, es un ‘thriller’ «sutil, hermoso y brutal; frío y amargo; riguroso, ingenioso y diabólicamente inteligente; con una angustia distante que tensa al espectador».

Y yo añadiría que con una pareja protagonista con una interpretación fuera de serie.

[Cuando la honestidad moral puede arruinar una vida invadida por el mal: 7,5 sobre 10].

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Fuentes:

Filmaffinity [críticas de espectadores], IMDb, Wikipedia y elaboración propia [EQM].

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. Bulos e insultos sanchistas

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Genial tema francés subtitulado en español: Voilà [2020], compuesta por  Barbara Pravi e interpretada por Emma Kok 

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Aforismos fuente
  • «De vez en cuando las palabras deben servir para ocultar los hechos.« [Nicolás Maquiavelo, Florencia, 3 de mayo de 1469-ibidem, 21 de junio de 1527]
  • «A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada.» [Winston Churchill, Woodstock, 30 de noviembre de 1874-Londres, 24 de enero de 1965]
  • «Se tiende a poner palabras allí donde faltan las ideas.» [Goethe, Fráncfort del Meno, 28 de agosto de 1749-Weimar, 22 de marzo de 1832]

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  • Los 13 bulos (11 +2) de Sánchez y sus ministros… entre los que se cuenta el ‘rey del fango’

Recopilamos algunas de las noticias falsas creadas o difundidas por el Gobierno. Justo el día en el que el presidente anunciaba su cruzada contra los bulos, acusó a Feijóo con uno. Esta es la historia de las 13 ‘fake news’ lanzadas por el presidente, por su Consejo de Ministros o sus aliados en el PSOE

Angélica Reinosa en El Mundo, 050524

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano,
y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
Palabras de Jesús recogidas en el Evangelio de Lucas (6: 41-42)

Tras cinco días de reflexión, el pasado lunes Pedro Sánchez decidió continuar en la presidencia, con el cometido de abrir paso «a la limpieza, a la regeneración, al juego limpio» en la vida política. «Estamos hablando de respeto, de dignidad, de principios que van mucho más allá de las opiniones políticas y que nos definen como sociedad… Si consentimos que los bulos deliberados dirijan el debate político, si obligamos a las víctimas de esas mentiras a tener que demostrar su inocencia en contra de la regla más elemental de nuestro Estado de derecho… Si, en definitiva, permitimos que la sinrazón se convierta en rutina, la consecuencia será que habremos hecho un daño irreparable a nuestra democracia», expresó.

Así, el presidente retomó sus funciones con la promesa/advertencia de perseguir los «bulos», y también el «fango» que «coloniza impunemente la vida política, la vida pública, contaminados de prácticas tóxicas inimaginables hace apenas unos años».

Curiosamente, horas después de su anuncio, en una entrevista en TVE y otra en Cadena Ser, Sánchez dio un ejemplo de lo que no se debe hacer y atribuyó a Alberto Núñez Feijóo una frase que nunca dijo. Crónica ha elaborado un hit de los bulos que han sido creaciones de los suyos, o de él mismo. Y un muestrario de cómo para encontrar al auténtico rey del fango no tiene que mirar muy lejos… Es su ministro más mordedor.

A continuación, 11 bulos propagados por Sánchez, sus ministros o el PSOE. Y un extra de dos bulos coreados por ministros, aunque no fueron creados por ellos, sino por medios de comunicación afines. Más un recopilatorio del lodazal del rey del insulto del Consejo de Ministros, Óscar Puente…

15/11/2023. Sánchez señaló a Isabel Díaz Ayuso y a su hermano de estar involucrados en un «caso de corrupción» por la venta de mascarillas durante la pandemia. Esa acusación, alentada por denuncias del partido y de sus socios, ya había sido archivada por la Fiscalía Anticorrupción (en junio de 2022) y por la Fiscalía Europea (en marzo de 2023).

21/02/2024. Volvió a la carga con la misma incriminación. Fue en Marruecos cuando Sánchez hizo, de nuevo, referencia al hermano de Ayuso. «Me llama la atención que sean tan celosos cuando el señor Feijóo se aupó a la presidencia del PP después de una denuncia del anterior líder sobre un caso de corrupción de la presidenta de la Comunidad de Madrid, de su hermano en concreto», sin mencionar, como ya sabía, que el caso fue archivado.

29/04/2024. Pedro Sánchez en TVE: «El señor Feijóo ha dicho textualmente que lo que debía haber hecho mi mujer es quedarse en casa sin trabajar». Minutos después, el líder de la oposición desmintió en X (Twitter) haber expresado esa frase. «Jamás he dicho que ninguna mujer se quede en casa, tampoco la suya». Además, le pidió que rectificara. Por el contrario, al día siguiente, el presidente lo repitió en Cadena Ser: «He tenido que escuchar que mi mujer lo que tiene que hacer es no trabajar, quedarse en casa con una mano encima de la otra, renunciar a su desarrollo profesional en beneficio de mi desarrollo profesional».

MÁS BULOS CORTESÍA DEL PSOE

27/05/2023. El PSOE denunció a dos concejales del PP y miembros de la candidatura del PP a la alcaldía de Jaén como responsables de una trama de compra de votos en las elecciones municipales. Finalmente, el secretario de Organización del PSOE andaluz, Jacinto Viedma; el ex alcalde de Jaén, Julio Millán, y la ex portavoz socialista en el Ayunta miento, África Colomo, fueron citados por un juzgado de Jaén para declarar como investigados como presuntos autores de un delito de denuncia falsa. «No es descartable que Julio Millán Muñoz actuara con temerario desprecio hacia la verdad», alegó el juez.

07/07/2023. Poco antes del debate entre Sánchez y Feijóo por las elecciones generales, el PSOE, entre ellos el ministro Luis Planas, compartió el bulo de que Feijóo pidió tener un pinganillo durante el encuentro. «Hemos tenido incluso que solicitar la prohibición de los pinganillos en la realización de este debate», declaró el titular de Agricultura. «Las normas las hemos puesto nosotros ni pinganillos ni nada», aclaró un directivo de Atresmedia.

09/07/2023. A su vez, en vísperas del cara a cara, militantes socialistas indicaron que Vicente Vallés, uno de los periodistas encargados de dirigir el debate, se vio con la cúpula del PP. El propio periodista lo desmintió.

10/07/2023. Sánchez, en el cara a cara con Feijóo, dijo que el PP votó en contra de la revalorización de las pensiones. El Partido Popular lo desmintió recordando en un informe hechos puntuales como que «el PP votó a favor de revalorizar las pensiones conforme al IPC. En 2020 votó a favor del Pacto de Toledo, que pide (recomendación 2ª) la ‘revalorización anual de las pensiones en base al IPC real’ como garantía ‘para conservar el poder adquisitivo de las pensiones’…».

10/07/2023. También en el debate de Sánchez y Feijóo, el primero señaló: «El PP votó en contra de todas las leyes vinculadas con las mujeres, con sus libertades y con la igualdad». Los populares precisaron en el mismo informe que, «de las 5 citadas, el PP no votó en contra en al menos 3. En la Ley Integral de violencia de género (LO 1/ 2004): el PP votó a favor; en la Ley de igualdad de trato entre mujeres y hombres (LO 3/2007): el PP se abstuvo; y en la Ley de igualdad retributiva: el PP no pudo votar ni a favor ni en contra porque se aprobó con un Real Decreto, no mediante una ley».

27/11/2023. El PSOE denunció el desmantelamiento y la pérdida de autonomía de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) por la externalización de servicios. Francisco Cuenca, portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento de Granada, lo calificó como «un desprecio a los profesionales que lo hacían y un agravio para Granada, que le quitan autonomía». Sin embargo, EASP aseguró en un comunicado que «la Escuela Andaluza de Salud Pública ni se privatiza ni se cierra», sino que «se integra en el Instituto de Salud de Andalucía».

12/03/2024. La ministra María Jesús Montero, en los pasillos del Senado, aireó datos de la inspección de Hacienda a la pareja de Ayuso. «Como se ha publicado en los medios de comunicación, está viviendo en un piso que se pagó con fraude a la hacienda pública, y que se pagó con las comisiones de las mascarillas en la peor situación de pandemia que tuvo este país». Pronunció sus palabras a las 17:30 horas. Pero la noticia se publicó ese día pasadas las 21:30 horas. Por tanto, no era cierto que lo había leído en los medios.

20/03/2024. Sánchez aseguró tener «más cosas» en contra del líder del PP. Ocurrió en el Congreso, cuando Montero le pidió explicaciones a Feijóo por el supuesto financiamiento a su esposa cuando él presidía la Xunta de Galicia. Tras la acusación, el presidente de Gobierno le expresó en repetidas ocasiones la frase «y más cosas». El medio El Debate preguntó a la Secretaría General de Presidencia por esas «cosas» y admitieron que no tenían información adicional.

DE LAS PALABRAS INVENTADAS DE URSULA VON DER LEYEN A LA SUBVENCIÓN A LA MUJER DE FEIJÓO

A continuación, dos bulos creados por medios de comunicación y propagados con profusión por miembros del Gobierno de Sánchez.

18/07/2023. En un artículo de opinión de El País, se atribuyó a Ursula von der Leyen una declaración en la que supuestamente se refería a Feijóo. «Este hombre ha venido sin ideas, solo a desmontar al Gobierno de su país», rezaba la cita. La presunta frase fue utilizada por el entonces presidente del Senado, Ander Gil, en un tuit que después borró. Él había compartido el artículo de El País con el comentario «tú eliges». El mismo día, Dana Spinant, portavoz de la institución europea, publicó un tuit, citando un post de El País con el artículo, para desmentirlo: «Negamos categóricamente cualquier declaración atribuida a la presidenta Von der Leyen en este artículo. Esto simplemente no es cierto y deseamos dejar las cosas claras. Nunca se solicitó a la Comisión Europea una reacción para este artículo».

19/03/2024. Infolibre publicó que Feijóo había concedido una subvención de 114.000 euros a Sargadelos cuando él era presidente de la Xunta y su esposa, Eva Cárdenas, trabajaba para la empresa. Los ministros María Jesús Montero, Pilar Alegría, Óscar Puente y el mismo Sánchez se hicieron eco de esa información ese día y al día siguiente. El 20/03/2024, la empresa Sargadelos emitió un comunicado desmintiendo la noticia. El medio rectificó el 21/03/2024 con el titular «La Xunta de Feijóo ayudó al Real Patronato de Sargadelos y no a la Fundación Sargadelos para la que trabajó su pareja».

FANGO BAJO EL PUENTE Y POR QUÉ ÓSCAR ES ‘EL REY’

Si hay un ministro que sobresale en el insulto al adversario político, y no sólo, ése es el de Transportes. Se trata del vallisoletano Óscar Puente. El pistoletazo de salida en la carrera que lo ha coronado como rey del fango fue cuando Sánchez lo eligió para responder al líder del PP en su intento de investidura tras las elecciones del 13M, en las que el partido de Feijóo fue el más votado. En las sesiones de la investidura fallida, el 29 de septiembre de 2023, Puente se concedió barra libre para el insulto y el desprecio: «Señor Feijóo, dicen que para mentir bien hay que tener buena memoria y usted tiene la misma memoria que Dori, la pez cirujano de Buscando a Nemo«.

También dijo que «somos la economía que más crece y más se prevé que crezca en la Unión Europea». Pero, según los datos del portal estadístico Eurostat, ni en 2022 ni en el segundo trimestre de 2023 (datos disponibles entonces) España fue el país que más creció. En su intervención, además, afeó al líder del PP por «utilizar a la Corona para coronarse líder de su partido». («No les ha importado utilizar de manera profundamente desleal a la máxima institución del Estado, nada menos que a la Corona, para a través de ello convocarnos a todos aquí, a este simulacro de investidura, al que algunos teníamos claro que no nos íbamos a prestar»).

Aquí más reproches de Puente a Feijóo: «Usted ha buscado de forma desesperada y en ocasiones patética la manera de cambiar a cualquier precio los designios de los electores expresados en las urnas. Ha intentado provocar una rebelión dentro del Partido Socialista y con ello un nuevo tamayazo, pero esta vez, en esta Cámara». Al mismo tiempo, relacionó al partido de Feijóo con el narcotráfico: «Forma parte usted del PP de Galicia, esa gran familia retratada en Fariña». Y de él saltó también a todo su partido: «La raíz de sus problemas la tienen en las entrañas del Partido Popular… Un sistema basado en la contabilidad y en la financiación ilegal, así como en la corrupción institucional a través de la manipulación de la contratación pública a todos los niveles, central, autonómico y local«.

Y aún se retrotrajo al tiempo en que gobernó por vez primera el PP, con Aznar: «Conseguida la mayoría absoluta se abonaron a la soberbia y hasta hoy. Y se propusieron no volver a meterse en política. Donde sí nos metieron, donde sí se metieron y nos metieron, más bien, fue en una guerra sin escuchar a la calle [guerra de Irak]. Sobre la base de mentiras, mentiras sostenidas por el mismo que le marca a usted el paso a día de hoy [Aznar], que instigó los peores atentados terroristas de nuestra historia, y les llevó a fabricar la mayor y más repugnante mentira al pueblo español, por la que siguen sin pedir perdón».

Ya como ministro, Óscar Puente siguió por el mismo camino. El 13/07/2023 compartió un artículo de El Plural en X: «El sindicalista que lidera la campaña contra Correos, amigo íntimo de Feijóo». Al día siguiente, Alberto Núñez Feijóo desmintió tajantemente el «bulo» difundido sobre un amigo que le da «munición» para atacar al presidente de Correos ante la opción de que no se asegure el voto por correo.

Es que Puente también es conocido por los insultos que arroja en X. Aquí algunos ejemplos de los dedicados a Alberto Núñez Feijóo:

15/09/2023. En tono despectivo, escribió, «¿Feijoo mintiendo? Nah».

12/02/2024. «No tuvo escrúpulos para ser amigo de un narcotraficante durante 8 años. No los va a tener para utilizar la muerte de 2 agentes de la guardia civil a manos de dos narcotraficantes. Feijoo en estado puro».

Diana de gran parte de sus ataques e insultos ha sido Isabel Díaz Ayuso, a la que ha llamado «impresentable» y «de dudoso equilibrio mental»: «Es un peligro para la comunidad de Madrid y por ende para las comunidades que la rodean».

13/11/2023. Compartiendo una publicación de Ayuso, escribió: «Para quien crea que hay un genio detrás de esta indocumentada. El otro día se expresó en contra de las acciones violentas frente a la sedes del PSOE. Hoy hace un llamamiento a la violencia…».

13/11/2023. «Execrable es lo del testaferro con derecho a roce Isabel. Dimite«.

MÁS ALLÁ DE FEIJÓO Y AYUSO…

13/02/2024. En el Consejo de Ministros, Óscar Puente denominó a la comunidad autónoma de Castilla y León, liderada por el PP, como un «geriátrico a cielo abierto».

29/04/2024. Después de que Bieito Rubido, director de El Debate, dijera en una tertulia que la deriva de Sánchez iba a llevarle a un «final» político «trágico», el PSOE exigió rectificación y Puente insultó: «…Esto es el fascismo puro y duro. No son periodistas. Son los matones de la derecha de toda la vida en ese país. Gente que apesta la tierra».

También varios periodistas de EL MUNDO han sido destino de sus ataques. El 24/04/2024 lo fue el director adjunto Francisco Pascual. «Si no te pasases el día lamiéndole el dobladillo del pantalón a Ayuso cuando protagoniza sus patochadas tendrías alguna legitimidad para reprocharme a mi algo. Pero no la tienes querido. Circula, que te estás poniendo muy pesadito», le respondió en un post de X.

Pero Puente no es el único que ha insultado. Ni mucho menos. ¿Os suena «sicario comemierda»? ¿O «tontopollas»? ¿O «judío nazi»?…

20/06/2023. Yolanda Díaz, en X: «Feijóo no está capacitado para gobernar. Justifica la violencia machista y, entre otras cosas, demuestra no conocer la realidad laboral de nuestro país».

14/01/2024. La vicepresidenta segunda dice en X que «el único proyecto de país de Feijóo y Abascal es destruir».

06/03/2024. Yolanda Díaz: «No es libertad vender un riñón, destinar casi todo tu sueldo a pagar el alquiler o que la señora Ayuso quiera obligar a las mujeres a ser madres», algo que la presidenta de la Comunidad de Madrid no afirmó.

08/04/2024. La diputada del PSOE Esther Peña expresó: «Feijóo ni es un gran gestor, ni es moderado… ni luchador contra la corrupción. Todo en él es falso y es mentira… Estamos enfrente de la peor derecha de los últimos 45 años… y ante la peor oposición de la democracia de este país».

25/04/2024. María Jesús Montero, en Cadena Ser, sobre la derecha: «No podemos estar todo el día navegando en este lodazal en el que ya nadie se salva…«.

26/04/2024. A los medios, en Gernika, Ángel Víctor Torres, ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, tachó al presidente del PP de «oportunista de la política» y lo instó a que «reflexione, como lo está haciendo Sánchez», sobre si «merece la pena intentar dañar mediante mentiras».

En la última campaña electoral andaluza, en la que el PP de Moreno Bonilla logró mayoría absoluta, los insultos fueron constantes desde el PSOE.

Manuel Pezzi, presidente del PSOE de Andalucía, llamó «tontopollas» a Feijóo. Compartió también un tuit de una periodista de El País, Luz Sánchez Mellado, en el que escribió una canción de Rocío Jurado que aprovechaba para lanzar decenas de insultos al popular Elías Bendodo: «Es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inconsciente y presumido, falso, enano, rencoroso, que no tiene corazón…». En un tuit de su autoría, también Pezzi expresó: «Honestamente, creo que el PP es una amenaza mayor a corto plazo para la democracia liberal que Vox. Los que queremos la mejor España con las políticas socialdemócratas del PSOE lo sabemos. El PP de Feijóo y Moreno Bonilla representan la derecha extrema, un populismo xenófobo y excluyente». En ese contexto, Amparo Rubiales, ex presidenta del PSOE de Sevilla, también llamó «judío nazi» a Elías Bendodo en un tuit. Y el alcalde socialista de Begíjar, Diego Soriano, descalificó al diputado del PP Erik Domínguez, llamándolo «sicario comemierda» en X.

Sánchez considera que no merece la pena ser presidente de España si «la acción política permite el ataque indiscriminado a personas inocentes», si «consentimos que la contienda partidista justifique el ejercicio del odio, de la insidia y de la falsedad hacia terceras personas», ni si «permitimos que las mentiras más groseras sustituyan el debate respetuoso y racional basado en evidencias». Visto que todo ello también forma parte de sí mismo y de sus aliados, quizá sea necesario un nuevo periodo de reflexión. @AngelicaArv

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  • Los muchos bulos de Sánchez: desde el mito de los 21 millones de afiliados al de la inversión extranjera

El Gobierno utiliza sin cesar la propaganda con el empleo, la deuda o la pobreza para dar una imagen eufórica de la economía

Daniel Lacalle en La Razón,050524

El presidente del gobierno utiliza las palabras “bulos”, “desinformación” y “lawfare” con una frecuencia pasmosa

¿Qué es el “lawfare”? El cuento inventado por la izquierda como excusa para exigir impunidad y para justificar ante sus votantes cualquier dictamen negativo, incluso de manera preventiva.

Es tan aberrante que los mismos que acusan a los jueces de “lawfare” luego se vanaglorian de que esos mismos jueces les han exonerado de importantes denuncias.

¿Qué son los “bulos” que denuncia la izquierda? La excusa para exigir pleitesía y silencio a los medios no afines. Es una forma de cancelar y destruir al que piensa diferente.

Los jueces aplican lawfare contra la impoluta izquierda que todo lo hace bien y la prensa se une en una confabulación internacional de ultraderecha contra el prístino proceder del presidente y su familia. Esto es importante, porque los bulos de la prensa de izquierda no les importan, por supuesto.

De hecho, los difunden. Tampoco les preocupan las denuncias falsas en juzgados contra personas de la derecha. Los repiten incluso cuando se han desmentido con datos. Recuerden que no han pedido perdón por ninguno de los bulos que ellos han difundido.

Es tan alucinante que, en el mismo día en el que da una rueda de prensa -sin preguntas, para no variar- y una entrevista quejándose por las mentiras que sufre su familia, soltó dos veces un bulo de tamaño mastodóntico cuando dijo que “el señor Feijóo ha dicho textualmente que lo que debería haber hecho mi mujer es quedarse en casa sin trabajar”. Es una mentira de tal calibre que debería generar una disculpa inmediata. Sin embargo, la repitió, por si acaso, en TVE.

No podemos olvidar la mentira sobre las subvenciones a la empresa donde trabajaba la mujer de Feijóo, por las que nunca se disculparon, y su amenaza de “saldrán más” desde la tribuna del congreso. Y qué decir de su partido y sus socios que siguen atacando al hermano de Ayuso por cuestiones por las que ha sido exonerado por la justicia española y europea. Los bulos contra el entorno de Ayuso alcanzan el paroxismo, y alcanzan insultos como “novio de la muerte”, “delincuente” etc.

Modestamente, hasta yo he sufrido los bulos de Sánchez y miembros del gobierno. Por ejemplo, el que repitió en varias ocasiones y durante tres días, afirmando que yo planteaba una rebaja de las jubilaciones del 40% en una entrevista en El Economista, pese a que era falso.

Pues bien, durante cuatro días lo repitieron él y tres ministros a pesar de que la gran mayoría de la prensa recogió que era falso y hasta se publicaron los audios de la entrevista demostrando la mentira. Los economistas de cabecera del socialismo no solo difundieron el bulo, sino que lo mantienen en sus cuentas de redes sociales a cierre de este artículo. Nunca se disculparon. Son los mismos que luego acusan de “bulos” y desinformación a los demás.

¿Qué es la desinformación? El gobierno llama desinformación a todo aquel análisis que no concuerde con la nota de prensa gubernamental, aunque se haga con datos oficiales. Sirve para cancelar a quien osa poner en cuestión el escenario idílico que vende el gobierno.

El gobierno de Sánchez no busca atacar los bulos ni la desinformación, sino gestionarlos. Y, por ello, quiere controlar la justicia, para además de exigir adhesión incondicional se imponga la impunidad del gobierno y sus familiares si es Sánchez el presidente. La izquierda quiere monopolizar la prensa para usarla contra el adversario sin importarles acudir a la mentira una y otra vez, y la justicia, para que no se les investigue ni fiscalice y a la vez se lancen las instituciones contra el adversario.

Sánchez acude a los principios de la propaganda sin contemplación. Desde el principio de la transposición, que es el de acusar al adversario de los errores propios respondiendo el ataque con el ataque., a los principios de enemigo único, de contagio, de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave por parte de una conspiración de enemigos categorizados en un grupo uniforme y coordinado.

Un titular incorrecto sobre su mujer supone un ataque de la galaxia internacional de derecha y ultraderecha contra él, eliminando la validez de todo el resto de las investigaciones. Un juez admite a tramite una denuncia de poca credibilidad, es un ataque de todos los jueces contra él que invalidan todas las investigaciones previas y futuras.

Si el presidente quisiera atacar la desinformación, los bulos y los retos de la justicia defendería más libertad de prensa y más independencia del poder judicial, no menos.

Además, el uso de la propaganda y la exageración por parte del gobierno es recurrente. Sánchez se apunta todo lo bueno, incluido el récord de turismo, sector al que el gobierno atacó sin contemplación, y nunca (jamás) lo pone en el contexto del mayor estímulo fiscal y monetario de la historia, es decir, de un apoyo masivo desde el BCE y Bruselas. Jamás escuchará usted a nadie del gobierno mencionar que han tenido el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia.

Y, sin embargo, se vanaglorian de “reducir la deuda” cuando la deuda se ha disparado en más de 365.000 millones desde 2019 hasta los 1,6 billones de euros y con los pasivos totales de las administraciones públicas por encima de los dos billones de euros según el Banco de España. Especialmente engañoso es mostrar una reducción de la ratio de deuda sobre PIB usando como corte el cenit de deuda de 2020 y sin especificar que lo único que modera la ratio es la inflación. Vamos, que nos empobrecen dos veces, más deuda y más inflación.

El gobierno repite que sus políticas sociales reducen la pobreza y los datos lo desmienten. La carencia material severa (que es la pobreza real, no el “riesgo”) ha subido desde 2019 de un 7,7% al 9% según el INE. La población en riesgo de pobreza, que podemos considerar un término muy amplio, es del 26,5%, casi sin cambios desde el 26,9% de 2019.

Recordemos como, en Davos, el presidente Sánchez anunció que “hemos atraído más inversión extranjera directa que nunca”, algo que es claramente desinformación. Según publica la propia Moncloa “la inversión extranjera en España alcanzó los 28.215 millones de euros en 2023, según los datos publicados por el Registro de Inversiones Exteriores de la Secretaría de Estado de Comercio disponibles en DataInvex”.

Esto significa una caída del 18,7% con respecto a 2022 y un desplome de casi el 50% con respecto al récord alcanzado en 2018. De hecho, para ponerlo en bonito, Moncloa afirma que se sitúa “en el promedio de los últimos cinco años”, algo que tampoco es cierto al estar por debajo de dicho promedio.

Recientemente, el residente se vanagloriaba de que “el Fondo Monetario Internacional situaba a España como el segundo país industrial, después de Estados Unidos, que más va a crecer este año y uno de los que más va a crecer en 2025”.

El propio informe del FMI muestra once economías industriales que crecen más que España y que, además no han caído tanto en 2020 (International Monetary Fund Outlook, April 2024 pág. 35) y, además, de mostrar que es la tercera peor recuperación desde 2019 de las economías comparables, en la página 40 refleja que el crecimiento del PIB per cápita se queda por debajo de economías comparables y de la media de la eurozona en 2025.

Es más, en la página 35 refleja el triste récord de ser la economía con más tasa de paro tras Ucrania y con más inflación que la media de la eurozona en 2024 y 2025.

Sánchez y sus ministros repiten sin parar que en España hay 21 millones de personas trabajando, incluyendo en esa cifra los pluriempleos. El propio Ministerio de Trabajo se lo explica: “El número de afiliados en alta laboral no se corresponde con el de trabajadores, sino con el de situaciones que generan la obligación de cotizar” (Estadística de afiliación de trabajadores a la Seguridad Social, Informe metodológico estandarizado).

Una persona se contabiliza «tantas veces como situaciones de cotización tenga» por «varias actividades laborales en un régimen o en varios» Al dispararse el pluriempleo, que se sitúa en más de 520.000 en el último dato del INE, se infla la afiliación.

Bulos y desinformación han usado también con los ERTE. El gobierno se apunta constantemente los ERTE de la pandemia como un logro suyo, cuando la figura del ERTE se creó en1995 y su flexibilización -que la izquierda rechazó en el congreso, no olvidemos- se aprobó en la reforma laboral de 2012, punto VI.

El gobierno utiliza la propaganda constantemente con el empleo para dar una imagen eufórica de la economía. Por ejemplo, las mismas personas que decían que “no se crea empleo, se trocea” en 2014-18 porque las horas trabajadas no se recuperaban al ritmo de la afiliación, llaman ahora “récord de empleo” a un número de afiliaciones donde las horas trabajadas por ocupado han caído con respecto a 2008 y 2019, como refleja la Contabilidad Nacional del INE.

También ocultan que España tiene la mayor tasa de paro de Europa y de la OCDE solo superada por Ucrania, que está en guerra, y que Grecia ha reducido la tasa de paro más rápidamente. De hecho, según datos de Eurostat, España ha bajado la tasa de paro de un 15.2% en junio de 2018 a 11,5% en febrero 2024 mientras Grecia la ha bajado del 20,2% al 11,0%. No podemos olvidar que el paro efectivo, según Fedea, BBVA y USO, supera los 3,5 millones de personas en marzo de 2024 y era de 3,4 millones en diciembre de 2019.

Señor Sánchez, deje a la prensa libre y la justicia en paz. Preocúpese por la viga en el ojo propio y no la paja en el ajeno.

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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La vida sigue (y a veces progresa)
Patricia Bolinches

La vida sigue (y a veces progresa)

Los pueblos de colonización, que Ana Amado y Andrés Patiño han llevado al Museo Ico de Madrid, se prestan a ser abordados desde muchos aspectos: urbanísticos, económicos, geográficos, artísticos…

Andrés Trapiello en La Lectura, 100524

En la carretera de Trujillo a Mérida queda, a mano derecha, Conquista del Guadiana. Cultivos, acequias, palmeras. Es uno de los casi trescientos pueblos de colonización. Se distinguen muy bien de cualquier otro tradicional, son modernos (vintages, diríamos) y muy parecidos entre sí: casas bajas, adosadas con balconcitos geométricos, muy blancas, de líneas rectas y sobrias, de esas que en las horas de sol hacen sombras tiradas con cartabón y regla.

Con su iglesia, su placita, su Ayuntamiento. Calles anchas y tranquilas, muy metafísicas. En algunos hubo incluso un cine. Parecen pueblos de juguete, portátiles, trashumantes y a la vez para llevar una vida tranquila. A todos ellos hubo que ponerles un nombre nuevo. Los hay maravillosos. Sin salirnos de la región extremeña: Lobón, Alonso de Ojeda, Ruecas, El Torviscal, Valdivia, Entrerríos… Se dirían sacados de un relato de Juan Rulfo.

Es este de los pueblos de colonización un asunto serio y se presta a ser abordado desde muchos aspectos: geográficos, económicos, urbanísticos, arquitectónicos, artísticos y humanos. Ninguna de estas perspectivas queda al margen del gran trabajo que Ana Amado y Andrés Patiño han llevado al Museo Ico de Madrid, fijadas en un catálogo monumental.

Levantó estos pueblos el Instituto Nacional de Colonización entre 1943 y 1971. Franquismo puro. El Régimen alardeó del logro y los antifranquistas, con sentimientos encontrados, nunca supieron cómo tomárselos, entre otras razones porque trabajaron en su creación arquitectos, pintores, ceramistas y escultores en su mayor parte de izquierdas o liberales. Sucedió algo parecido con embalses y pantanos. De hecho ambos asuntos, agua y tierras, van unidos.

Fueron, por un lado, el modo de enterrar la famosa Reforma Agraria de la República, que había amenazado la propiedad de terratenientes y oligarcas, origen a menudo de revueltas y desmanes, y por otro, el mejor portal propagandístico que jamás tuvo el franquismo en un momento en el que la gente del campo se moría de hambre.

Como en toda obra humana, se manifestaron pronto algunas de sus deficiencias. No siempre los arquitectos atinaron con las necesidades de los futuros colonos y a estos no siempre los seleccionaron de una manera justa, equitativa, sino a menudo sólo entre los que ya habían mostrado «buena conducta» y una adhesión inquebrantable al Caudillo.

De la fundación de muchos de ellos ya han pasado ochenta años. Las desigualdades sociales y políticas habrán sido corregidas en muchos casos por la democracia, y las insuficiencias estructurales, seguro que también por el uso.

¿Qué queda…? La obra de unos jóvenes, apenas treintañeros, que dieron entonces lo mejor de sí mismos: los arquitectos Fernández del Amo y Fernández Alba, el pintor Millares, el ceramista Arcadio Blasco, las pintoras Menchu Gal, Delhy Tejero, Juana Francés, el fotógrafo Kindel, los escultores Pablo Serrano y José Luis Sánchez…

Mi primer trabajo en Madrid fue entrevistarle a este último. Hablaba de aquellos tiempos con verdadero entusiasmo. En sus recuerdos no asomaba ni franquismo ni antifranquismo, solo la ilusión de la obra bien hecha, el trabajo en equipo y el estar llevando a eriales y baldíos el sueño de que la vida sigue y a veces progresa: para muchos de los colonos aquello fue la redención (dejar atrás la guerra civil), pasar de siervos de la gleba a hombres afortunados sin romper del todo con sus raíces (hubo millones que en esos mismos años tuvieron que emigrar para sobrevivir) y pensar en el futuro.

Han pasado los años. El franquismo truncó, cerril y vengativo, la Institución Libre de Enseñanza y sus Misiones Pedagógicas, y sin embargo, porque la vida sigue y a veces progresa ocultamente, como el Guadiana, infundió su espíritu a ese proyecto, y los árboles que se plantaron entonces, dan hoy, a los niños que nacieron en esos pueblos de colonización, una sombra copiosa, hospitalaria, orgullosos, ellos y ellas, de su vida y de la obra bien hecha.

Conquista del Guadiana, cuando vemos sus casas encaladas en medio de su vergel y a un lado de la carretera que va de Trujillo a Mérida, nos lo recuerda. Todo en ellas parece armonioso y tranquilo. Lo blanco, muy blanco, y las sombras, tiradas con cartabón y regla, tal como las vio el gran Kindel.

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An illustration of multiple Donald Trumps.
Fotoilustración por Rachel Stern para The New York Times; fotografía de Trump por Haiyun Jiang para The New York Times

Las tres caras de Trump

Maureen Dowd en The New York Times, 080524

Cuando trabajaba en la revista Time a principios de la década de 1980, compré un marco en la tienda de regalos de la empresa que era una maqueta de la portada del Hombre del Año de Time, pero era la Madre del Año. Puse una foto de mi madre, muy elegante y con traje, sosteniéndome cuando era una bebé.

Se la regalé por el Día de la Madre.

Pero para Donald Trump, cuyo despacho en la Torre Trump era un espejo infinito de sus portadas de revista, el rito anual de Time siempre ha sido una obsesión seria. Se quejó después de que cambiaran el nombre en 1999. En 2016, preguntó a las mujeres en un mitin: “¿Qué suena mejor, Persona del Año u Hombre del Año?”.

El Times  Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos.

En 2015, cuando Time nombró Persona del Año a Angela Merkel, se quejó porque no había sido él el elegido. “Han elegido a quien está arruinando Alemania”, tuiteó con menosprecio.

A pesar de que el prestigio de la antes todopoderosa revista Time había menguado, Trump se emocionó cuando por fin lo nombraron Persona del Año en 2016. Sobre la portada, en la que se leía la frase “Presidente de Estados Divididos de América”, objetó que el país estaría “bien sanado” con su liderazgo.

Pues resulta que no.

En 2017, David Fahrenthold reveló en The Washington Post que unas copias enmarcadas de una portada de Time con el rostro Trump, colgadas en al menos cinco clubes de golf del presidente desde Florida hasta Escocia, eran falsas.

El borde rojo de esas portadas falsas era más delgado; incluso mi marco de la Madre del Año acertó en ese detalle.

Time es una sombra de lo que fue, pero Trump está en un túnel del tiempo mediático, así que estuvo encantado de volver a aparecer en la portada la semana pasada.

(Maggie Haberman tenía un detalle divertidísimo sobre los anacronismos mediáticos de Trump en un reciente reportaje sobre su juicio en Nueva York: una de las espectadoras era Natalie Harp, una antigua presentadora de derecha de OAN, que lleva consigo una impresora portátil para imprimir historias positivas o mensajes en las redes sociales para el expresidente, quien sigue prefiriendo leer artículos y mensajes en papel).

Los disfraces de Trump conforman un tríptico fascinante: en el juicio, vemos quién era Trump; en sus mítines de campaña, vemos quién es Trump, y en su entrevista en Time, vemos quién sería Trump.

El juicio es un recordatorio vívido del lúgubre mundo de las estrellas del porno y las modelos de Playboy que habitaba Trump cuando cabalgaba por ciudad Gótica como una figura de dibujos animados desmesurada, circulando su imagen en los tabloides día y noche.

Keith Davidson —quien negoció los pagos para que Stormy Daniels y Karen McDougal contaran sus historias en The National Enquirer y luego no las publicó— testificó el jueves sobre la demi monde. Eso incluía a un “intermediario de videos sexuales” que lo ayudó cuando intentaba suprimir historias escandalosas para otros clientes, como la estrella de la telerrealidad pro-Hitler Tila Tequila y Charlie Sheen.

Trump tiene un comportamiento severo en el tribunal, con su mirada de ficha policial. Pero en sus publicaciones en las redes sociales, puede ser juguetón, como: “Contrariamente a las FAKE NEWS MEDIA, no me duermo durante la caza de brujas del fiscal corrupto, especialmente hoy. Simplemente, cierro mis hermosos ojos azules, a veces, escucho intensamente, ¡¡¡y lo asimilo TODO!!!”.

También publica memes; el viernes, puso uno recomendando un tipo de seguridad para la frontera sur que está “garantizada para funcionar”. Era una manada de caimanes.

En los mítines celebrados el miércoles en Wisconsin y Míchigan, se mostró optimista y utilizó el humor y un tono cálido para socavar las inquietudes demócratas de que aspira a ser un dictador.

En Waukesha, habló de lo mucho que le gusta el pollo a pesar de su elevado precio, y luego presentó a un simpatizante que tiene un restaurante vegano. “No soy entusiasta de las cosas veganas”, dijo, destrozando la pronunciación de la palabra “vegana”.

El lado ligero y humano que Trump muestra en mítines y mensajes divertidos queda desmentido por el lado oscuro e inhumano que a veces revela.

En el nuevo artículo de portada de Time ,“If He Wins” (Si gana, en español), Eric Cortellessa extrajo ideas de Trump sobre hasta dónde llegaría si fuera elegido.

Trump compartió planes sobre “una presidencia imperial”. Si vuelve, no habrá eminencias grises. Dirigirá a su equipo más cercano y no habrá oposición a su locura autoritaria. Ningún asistente esconderá sus papeles ni se escabullirá a sus espaldas para proteger al país.

En un segundo mandato, dijo Trump a Time, deportaría a más de 11 millones de migrantes, utilizando el ejército y campos de detención. También quiere ponerse en plan Margaret Atwood, al dejar que los estados rojos controlen los embarazos de las mujeres y persigan a quienes infrinjan sus reglas. Está considerando indultar a los insurrectos que irrumpieron en el Capitolio el 6 de enero, y podría despedir a cualquier fiscal de EE. UU. que no sea un lacayo.

Hemos visto el rostro truculento que Trump muestra en los juicios y el rostro afable que muestra en los mítines. Pero el rostro más importante es el que tiene Trump cuando evoca los años por venir, porque su visión del futuro de Estados Unidos es aterradora y apocalíptica.

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La esperanza como virtud democrática
JM Nieto [España, 1973]

La esperanza como virtud democrática

Si una condición fundamental de la libertad es la ausencia del miedo político, la democracia liberal debe seguir siendo el sistema más comprometido a la hora de eliminarlo

o vivimos tiempos de esperanza. Ni siquiera nuestros jóvenes parecen tener mucha confianza en el futuro. Más bien ocurre que la emoción política que lo impregna todo es el miedo. De hecho, en las últimas décadas, el miedo se ha convertido en objeto de investigación para filósofos, sociólogos y politólogos porque, entre otras cosas, esta «pasión triste» (en palabras de Spinoza) tiene consecuencias políticas y podría ser incluso otra de las causas de la crisis de la democracia liberal.

La percepción de que hemos perdido el control sobre nuestras propias vidas, de que no podemos hacer nada o casi nada para evitar las consecuencias del cambio climático, de una crisis económica mundial, de una guerra nuclear, de un atentado terrorista o de una epidemia global por citar solo algunos ejemplos, fomenta una angustiosa sensación de inseguridad, de peligro y vulnerabilidad, puesto que lo que no se puede controlar –como sabían muy bien los que pergeñaron el eslogan del Brexit– produce sufrimiento y malestar.

A todo esto, la política, los avances técnicos y científicos que en tiempos se consideraban los instrumentos más eficaces para luchar contra esas circunstancias, se han convertido ellos mismos en una de las principales fuentes del miedo, y si a todo ello le sumamos el papel que los medios de comunicación juegan en la difusión de tal emoción, se comprenderá fácilmente que en una época de cambios económicos, sociales y morales rápidos, complejos y profundos, el miedo –que es muy contagioso– se desencadena y trasmite velozmente.

Asimismo, la impresión generalizada de que vivimos en un mundo en el que la crueldad se ensaña con hombres, mujeres y niños incita a la misantropía, que es una actitud socialmente dañina que favorece la aparición de ciertos personajes políticos que prometen seguridad y protección a costa de los más elementales principios morales.

Sin embargo, aquellos de nosotros que vivimos en regímenes democráticos podríamos pensar que la crueldad y el miedo que aquella provoca sólo los sufren los que viven bajo una dictadura o los que padecen las consecuencias de la guerra y el terrorismo y que, afortunadamente, en un Estado democrático los ciudadanos estamos protegidos contra las peores formas de crueldad: la tortura, la encarcelación arbitraria y el asesinato a manos de los agentes del Estado.

Y aunque esto, desde luego, es un logro real que para sí quisieran muchos habitantes del planeta, existen otras formas de infligir daño y de provocar miedo en esos mismos regímenes democráticos contra los que conviene estar alerta.

El acoso, la humillación, el rechazo, la indiferencia o la falta de respeto y reconocimiento son también conductas crueles que pueden ser promovidas y justificadas por determinadas leyes, instituciones, representantes políticos, individuos o grupos sociales que con sus actos o con sus omisiones (la cobardía, recuerda Montaigne, puede hacernos también muy crueles) producen un daño moral y emocional como el que todavía hoy tienen que soportar las víctimas del terrorismo etarra.

En este sentido, no olvidemos que determinados relatos, discursos y uso del lenguaje pueden ser también muy crueles.

No hay más que asomarse a las redes sociales. También la polarización que con tanta irresponsabilidad fomentan y practican nuestros políticos como si nada hubiesen aprendido de la historia, favorece un trato cruel entre las personas y nos separa emocionalmente a unos de otros.

Asimismo, las grandes desigualdades económicas producen efectos parecidos: sé es mucho más cruel con los que no reconocemos como iguales, por ejemplo, con los refugiados y emigrantes que abandonan por necesidad sus lugares de origen para ser recibidos muchas veces a golpes y con insultos. El miedo es también miedo a los otros y por eso es insolidario.

Por último, el fenómeno tan extendido de la corrupción produce su propio maltrato y sus propios miedos, y hace aún más honda esa falta de confianza que cunde entre los ciudadanos que, avergonzados o asqueados de la política, se aíslan o se retiran a su mundo privado ahondando en esa mirada desesperanzada sobre el mundo.

Preocupados por esta situación, intelectuales de la talla de Michael Ignatieff se estén preguntando qué podemos hacer para contrarrestar aquellas emociones socialmente negativas. Cómo y dónde, en «tiempos oscuros», podemos encontrar consuelo y recuperar la esperanza.

Porque si es cierto que una emoción se contrarresta con otra, la única emoción que puede enfrentarse al miedo sería precisamente la que provoca la esperanza. De modo que aparece ahora en la reflexión política contemporánea como una virtud necesaria para la acción, aunque el pensador canadiense, como buen liberal, transmite también una profunda melancolía.

Con parecido objetivo, pero ciertamente más optimista, la filósofa Marta Nussbaum, insiste en la necesidad de que a través de la filosofía, las humanidades y el arte entendido en su sentido más amplio, cultive la ciudadanía otras emociones necesarias como la empatía, la compasión e incluso el amor, porque a través de la literatura, el cine o el teatro, la imaginación nos hace partícipes del dolor de otros seres humanos que puede provocar en nosotros esa solidaridad moral que se coloca incluso por encima de las barreras nacionales contribuyendo así a una suerte de hospitalidad cosmopolita.

Porque aquí no hay relativismo cultural que valga: nadie en su sano juicio quiere vivir con miedo y ser tratado cruelmente.

En última instancia, si una condición fundamental de la libertad es la ausencia del miedo político, la democracia liberal es y debe seguir siendo el sistema político más comprometido a la hora de eliminarlo o al menos de reducirlo, manteniendo y promoviendo un entorno seguro y predecible que garantice el respeto al Estado de derecho y que proteja las libertades y los derechos de los individuos.

Pero aún es necesario algo más, porque la democracia liberal es también un conjunto de valores y principios heredados de lo mejor de la tradición occidental entre los que destaca «el deber general de humanidad» que obliga a estar siempre atentos y vigilantes frente a los abusos de los poderes públicos o a los de nuestros mismos conciudadanos, sin silenciar ni olvidar la crueldad que sufren o que han sufrido las víctimas en el pasado.

Parafraseando a H. Arendt, se trata de preservar ese mínimo de humanidad en un mundo que a menudo se vuelve muy inhumano, y quizás para ello tengamos que asumir en estos tiempos que corren, que la esperanza, una de las virtudes teologales, deba convertirse también en una obligación cívica.

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Que gane la mejor

Hay duelo en la cumbre del sanchismo. ¿Quién se lleva el gato al agua entre Begoña Gómez y Yolanda Díaz? George Borges hacía acuse de recibo de lo de ayer cuando transcribí la inenarrable intervención de la de Sánchez: “Hoy, Santiago González transcribió una nadería de Begoña. Aquí tiene lo más grande para mañana en la República de los Tonnntos”. Pues nada aquí se lo transcribo y que gane la mejor:

“Como bien sabéis estamos abriendo una conversación pública entre Sumar y el conjunto de la sociedad, fundamentalmente sobre el modelo de organización que necesitamos en un tiempo de policrisis,  de  crisis climática, de crisis económica, de crisis social, en definitiva de crisis democrática.

Esto es lo que está pasando en nuestro país y lo que está pasando en el conjunto del mundo. En definitiva una conversación ciudadana que tiene que ver con la creación de una formación nueva, que sea híbrida , que combine la fuerza ciudadana, la inteligencia colectiva ciudadana, pero también que la combine con la experiencia, con el bagaje, de las fuerzas políticas  que llevan tiempo ya trabajando en nuestro país y que tienen tras de sí mucha experiencia acumulada, pero que son fuerzas políticas que junto con nosotros y nosotras comparten un horizonte de país”.

Angel Víctor Torres, el alter ego canario de Francina Armengol, colgaba un tuit con el siguiente texto: “Desde Mauthausen (Austria) apelo a los presidentes autonómicos del PP que vuelvan a la senda del respeto a los derechos humanos. De la ultraderecha me esperaba su reacción. Pero Feijóo está a tiempo de reaccionar tras la comunicación contundente e inapelable de la ONU”.

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El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.
El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.ALBERTO DI LOLLI

Tres veces tres

Santiago González en El Mundo, 080524

arde o temprano, la hacienda se parece al amo. No cabe, por tanto, sorpresa alguna en el resultado que están dando los altos cargos designados por Pedro Sánchez. Todos los ha elegido a su imagen y semejanza, desde la altiva princesa a la que pesca en ruin barca. 

Óscar Puente, el homo presapiens, no es una caprichosa inflorescencia brotada inopinadamente en un páramo vallisoletano, ni la histérica vicepresidenta Montero, qué manera de golpearse la teta mientras gritaba, virgen santa, sus portavoces, además de Bolaños y Marlasca y la vicepresidenta Díaz y los nombrados por ella.

Incapaces de sacramentos todos ellos. Y todas ellas, si observamos la corrección política del lenguaje inclusivo.

Naturalmente, el criterio alcanza a la Fiscalía General del Estado, en la que colocó a dos de los más impresentables exponentes que ha tenido el régimen: Dolores Delgado de Garzón y Álvaro García Ortiz. La Fiscalía ¿de quién depende? Pues ya está.

Al principio, después de la moción de censura, nombró a María José Segarra, que también tenía los carnés en regla, quiero decir que era de la Unión Progresista de Fiscales, pero debió de parecerle un poco tibia porque solo la mantuvo un año y medio.

Y entonces promovió a su ministra de Justicia, que ya había sido reprobada tres veces como ministra por el Congreso de los Diputados, superando al del PP, Rafael Catalá, reprobado solo dos.

Y resulta que ayer, como era de esperar, el Tribunal Supremo ha revocado por tercera vez a Álvaro García, a quien reprocha desviación de poder por dos nombramientos a su predecesora en el cargo. El pasado mes de septiembre la nombró fiscal de Sala de lo Militar, la máxima categoría en la carrera fiscal, nombramiento que fue anulado por el Supremo en el mes de noviembre.

Ayer a mediodía le dio el segundo revolcón de su carrera, al anular su nombramiento como fiscal de Sala de Derechos Humanos y Justicia Democrática. Era de prever y la cosa venía de antiguo. Uno lo tenía datado desde el 6 de febrero de 2009, cuando Garzón inició el fin de semana decretando el ingreso en prisión de los tres principales ‘imputeados’ del caso Gürtel y yéndose de cacería a Andújar, donde compartió mesa con el ministro de Justicia Bermejo, el comisario jefe de Policía Judicial, Juan Antonio González, y la fiscal Dolores Delgado, aunque ella, hay que precisarlo, no había ido allí a cazar.

El Tribunal Supremo ha aplicado dos correctivos a la señora de Garzón y tres al fiscal general García, porque, aparte de los señalados, la Fiscalía que preside Álvaro García incurrió a juicio de la Sala Tercera del Supremo por haber ocultado un expediente al fiscal Ignacio Stampa.

El fiscal general actúa con imparcialidad y es independiente, sin que pueda recibir instrucciones ni órdenes del Gobierno ni de ningún otro órgano administrativo o judicial, pero esto, por lo visto, él no lo sabe.

Los fiscales que han expresado su opinión sobre García Ortiz coinciden en señalar el bajo nivel profesional del titular, como se sugería al principio. ¿Hasta cuándo puede detentar el cargo un tío al que el Tribunal Supremo ha condenado por desviación de poder? Eso son minucias para Sánchez. Hasta que deje de convenirle.

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El paripé de Sánchez recuerda la comedia de Pirandello «Así es si así os parece»

La función ha terminado conforme al libreto previsto. La claque ha cumplido su papel de grupo que asiste disciplinadamente a un espectáculo para romper a aplaudir cuando conviene. El actor principal se ha atenido al guion con la pauta marcada

Fernando Ramos en El Debate, 070524

sí es si así os parece» es una obra de teatro popular del escritor italiano Luigi Pirandello, definida por él mismo como una «farsa filosófica», escrita en 1917, con un humor desopilante; es decir, festivo, divertido, que produce mucha risa. Es una comedia sobre la inutilidad por aprehender la realidad, esa cambiante verdad que varía según el punto de vista de quien la sostenga.
Y ahí nos sitúa el doctor Sánchez con su recurso de colocar al país entre la zozobra como Pirandello coloca sus personajes en una situación paradójica para demostrar lo contradictorio de la existencia. Dice la crítica de la obra que «el autor, el hombre, a pesar de sus esfuerzos, no logra penetrar hasta el final del laberinto de las apariencias, ni conocer lo que está encerrado en las formas de las que es responsable y a la vez prisionero».
De ahí que nuestro hombre se convierta en víctima de sus dudas, de las que sólo puede salir reflexionando, alejado de la realidad de la que es esclavo. Y la culpa de lo que le pasa es, como en este caso, de los otros, sobre todo de los medios críticos con sus actos.
En la historia reciente de la España que vivimos con frecuencia situaciones que nos recuerdan escenas o argumentos de películas famosas, como fue recientemente el discurso del PSOE y del Gobierno de Progreso y las respuestas o avisos de sus consocios sobre los tratos y objetivos que mantienen los que imponen a Sánchez su hoja de ruta, y advertirle que se vaya plegando a considerar que a lo que ayer decía que no, como la amnistía, acabará siendo que sí, como el referéndum y el resto del programa del independentismo en sus diversas variantes.
Y esas escenas recuerdan al famoso contrato de los hermanos Marx en «una noche en la ópera». El presidente de Gobierno de progreso en parada técnica, tendría que agradecer a «Manos limpias» que le haya brindado la ocasión de ser aclamado por sus partidarios en un referéndum plebiscitario como hombre imprescindible.
No en vano, los primeros respaldos confianza y lealtades fueron las del ex etarra y dirigente de Bildu, Arnaldo Otegi, que le robó el turno de adhesión al fugado Puigdemont, que se ha expresado con idéntica razón.
Su aparente reflexión no la hizo cuando, este hombre de principios y de palabra se plegó a la amnistía y a las imposiciones de sus consocios. Ahí no hubo reflexión meditada, claro que no. Pero esta maniobra está bien pensada, tratada, calculada y ejecutada. Le ha venido bien. Pero en eso de hacer de la necesidad virtud, él y sus turiferarios y aclamadores han aprovechado para un ataque generalizado a los medios de comunicación y a los periodistas críticos con su modo de hacer política.
Y en el colmo de alistar dentro de la misma a lo que se considera «la fachoseria» han anotado sin excepciones a todo tipo de medios. Y andan mal de memoria sobre los antecedentes históricos del papel que corresponde a éstos en el análisis cotidiano de la política, como uno de los contrapesos necesarios en una sociedad democrática.
Conviene recordar al caso más paradigmático de la historia reciente, el «Watergate». Sí hasta forzó la renuncia del presidente Nixon de los Estados Unidos, gracias a la labor de los medios de comunicación, en particular, The Washington PostTime The New York Times.
Fue y sigue siendo un ejemplo de la función que debe ejercer la prensa democrática que se sigue citando como referente obligado, cuando en situaciones como ésta se trata de atacar su labor crítica.
La función ha terminado conforme al libreto previsto. La claque ha cumplido su papel de grupo que asiste disciplinadamente a un espectáculo para romper a aplaudir cuando conviene. El actor principal se ha atenido al guion con la pauta marcada. Es curioso el modo en que interpreta en cada función la regla expresiva.
Esta vez el tono era pausado, medido, sin emociones complementarias. Sobrio, pero rotundo, con la misma querencia verbal con que ayer nos explicaba por qué la amnistía no era posible ni constitucional o sus famosos asertos con que nos confesaba que no dormiría tranquilo de tener en su Gobierno a determinados sujetos que lo apoyaron.
El mismo tono con el que dijera «No es no y nunca es nunca». Y ahora emplea para la queja y anunciarnos la «regeneración democrática», para lo que cuenta con sus indultados y amnistiados y otros beneficiarios de esos pactos y acuerdos que, otro tiempo nos dijera imposibles con el mismo nivel de emociones contenidas ahora mostrado.
Pero sus beneficiados son poco agradecidos, y al borde de su discurso le advierten lo que tiene que hacer para contar con ellos en la regeneración democrática. Ya lo dijo Alfred Adler: «Una mentira no tendría menor sentido, a menos que sintiéramos la verdad como algo peligroso».

Fernando Ramos es periodista

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El puto amo de la máquina del fango

«En caso de conflicto entre el derecho a la intimidad y la libertad de expresión es abrumadora la jurisprudencia constitucional en defensa de esta última»

Juan Luis Cebrián en The Objetive, 080524

aldición, tres veces maldición a los periódicos diarios. Si Cristo volviera al mundo, tan cierto como yo vivo, no se ocuparía de los sumos sacerdotes sino de los periodistas». Esta despiadada frase para con mi profesión no pertenece a ninguna primera dama resentida o deshonrada, sino a Soren Kierkegaard, padre de la filosofía existencialista.

Poco después de que la formulara, Honorato de Balzac se atrevió a declarar que «si la prensa no existiera habría que no inventarla». Aunque presumo que el puto amo del partido socialista no ha debido leer a ninguno de los dos escritores, podría haberse inspirado en ellos a la hora de anunciar su cruzada contra la libertad de expresión.

Porque los motivos que tiene para emprenderla son idénticos a los que explican la exasperación de tan eximios autores: no soportaban las críticas a su obra. Prefirió en cambio definir a los medios que considera enemigos como la máquina del fango, citando la postrer novela de Umberto Eco.

Tan rotundo apelativo, que describe el empleo ilícito del periodismo en las luchas políticas, fue en realidad un préstamo de Roberto Saviano. Y años antes él mismo describió el funcionamiento de tan infernal aparato: «Escupe contra todo aquel que el gobierno considere enemigo».

Desde que se inventó la imprenta, y con ella la libre interpretación de los libros sagrados, lo primero que hizo el poder político fue instaurar la censura y arrojar a la hoguera centenares de libros, cuando no a sus autores. Lo hicieron en nombre de la religión, el decoro ciudadano y el respeto a la autoridad.

Pasaron varios siglos antes de que la Ilustración prologara el advenimiento de la democracia representativa, basada en la dignidad de la persona, las libertades individuales, la soberanía popular, la independencia de los poderes y el control del Ejecutivo.

A este respecto la libertad de expresión y su ejercicio funcionan desde un principio como elementos irrenunciables de la estabilidad democrática. Eso no quiere decir que no se hayan cometido, y se sigan cometiendo, errores y delitos en lo medios de comunicación.

Las leyes, y su aplicación por los tribunales, son las encargadas de perseguir y sancionar esos excesos. Pero en caso de conflicto o duda entre el derecho a la intimidad y la libertad de expresión es abrumadora la jurisprudencia constitucional en defensa de esta última.

En los años ochenta del siglo pasado hubo un gran debate motivado por los escándalos denunciados o promovidos por los tabloides británicos; paralelamente, la ONU abordó el empeño de construir un orden internacional más justo en la comunicación pública. Sean Mc Bride, político irlandés que tuvo el raro honor de ser premiado con el Nobel de la Paz y el Premio Lenin, dirigió en la Unesco un grupo de investigación que produjo un famoso y discutido informe bajo el título Voces múltiples, un solo mundo.

Por las mismas fechas el Parlamento británico se enzarzó en una variopinta discusión sobre cómo luchar contra las mentiras y bulos de los medios y defender el respeto debido a la vida privada de las personalidades públicas. Era el tiempo de las revelaciones sobre las aventuras de Diana de Gales y las de su marido, hoy rey de Inglaterra.

Lord Mac Gregor of Durris, presidente de la Comisión Real de Quejas sobre la Prensa, defendió exitosamente las medidas de autorregulación de los medios frente a los intentos del poder de someterlos a su antojo. Como presidente del Instituto Internacional de Prensa yo mismo tuve ocasión de compartir y discutir tanto con él como con Mc Bride algunas propuestas de éste que, en nombre de las verdades oficiales, atentaban insidiosamente contra la libertad de expresión.

La conclusión de sus trabajos la escuché del propio lord Mc Gregor: el principal enemigo de la libertad de prensa en las democracias es el gobierno.

Con la emergencia de la civilización digital, las redes sociales y, ahora, nada menos que la Inteligencia Artificial, el debate a este respecto se ha generalizado hasta el extremo, lo que es tan lógico como necesario, aunque también hasta el ridículo. Biden quiere prohibir TikTok, un juez español ha querido cerrar Telegram y el puto amo anuncia que va a poner orden en los diarios digitales que según él denigran a su señora.

Mientras tanto, recibe y lisonjea a los magnates mundiales de las grandes tecnológicas e incluso designa consejeros en Telefónica de España, empresa que desde los tiempos de la República (ITT) ha sido siempre un quebradero de cabeza para el ejercicio democrático. Tras practicar durante la dictadura el control de las comunicaciones privadas al servicio del poder, se ha visto envuelta en los años que corren en repetidos intentos de manipulación de la opinión pública.

Está fuera de dudas que Internet y sus derivados constituyen un gran avance para la humanidad y un empoderamiento real de los ciudadanos a nivel mundial. Pero también es obvio que plantea insidiosas amenazas que afectan a los derechos individuales y la estabilidad de las democracias.

La pobreza científica y moral con que los gobiernos acostumbran a tratar estas cuestiones, su evidente deseo de control en beneficio de sus particulares intereses y la ausencia de un debate riguroso en sede parlamentaria no permiten a los ciudadanos, titulares del derecho a la libertad de expresión, expresar sus quejas y sus dudas acerca de la limitaciones al respecto.

Solo cabe someterse a lo que la autoridad establezca. La respuesta al populismo de las redes no puede ser el populismo de los serviles colaboradores de Sánchez: gritar más en el Congreso y fuera de él, e insultar más sonoramente a quien nos insulta. Tampoco es aceptable el silencio y la redundante falta de transparencia del esposo de doña Begoña Gómez cuando se le interroga por cuestiones referidas a su eventual tráfico de influencias.

Ya en tiempos de la transición se debatió la eventualidad de promulgar una nueva ley de prensa, y se hizo popular el dicho de que la mejor ley de prensa es ninguna ley de prensa. La mayoría de los profesionales defendimos, y seguimos defendiendo, que el ejercicio del periodismo puede y debe ser regulado por la legislación civil y penal ordinaria, sin necesidad de acudir a leyes específicas.

Porque sabemos que siempre ha habido y habrá gobernantes que se prestan a su modo a combatir el «pernicioso poder» de los periódicos. Un poder, según nos dicen, «capaz de crear un determinado ambiente de opinión… y una mixtificación completa de las aspiraciones y tendencias en el sentir de la comunidad.

En el transcurso de pocos días sabían hacer de una cuestión insignificante una cuestión de Estado… Esta es la chusma que en más de las dos terceras partes fabrica la llamada opinión publica». Escritas estas frases hace casi un siglo parecen de rabiosa actualidad, aunque he de reconocer que no son tan vociferantes como la iracunda expresión de Kierkegaard con que empecé este escrito. Pero tenga cuidado el lector si las escucha: pertenecen al capítulo tercero de un famoso libro firmado por el puto amo de la máquina del fango en la Alemania de preguerra: Adolf Hitler.

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Perry Mason y el caso del Ábalos sonriente

Perry Mason y el caso del Ábalos sonriente

Miquel Giménez en vozpópuli, 080524

Al ver al ex ministro Ábalos siendo interrogado en el congreso, sonriendo y tranquilo, me ha venido a la memoria la serie Perry Mason. A la gente nos gustan las series de abogados y juicios. A poco que estén bien hechas, son una apuesta segura.

La del perspicaz abogado Mason fue un éxito mundial que duró nueve temporadas con doscientos setenta y un episodios nada menos. Como muchos saben, el actor Raymond Burr encarnó al personaje creado por el escritor norteamericano Erle Stanley Gardner. En su época – e incluso ahora – mucha gente se sabe de memoria la banda sonora de la serie, “Pulso de Park Avenue”, compuesta por Fred Steiner.

Teniendo esas referencias en mi mente, he echado en falta que las preguntas de sus señorías a Ábalos carecieran del acento hispanoamericano tan característico que tenían las series que llegaban a España en la década de los sesenta, dobladas en Miami. ¿Se imaginan a un diputado del PP mirando fijamente al ex ministro, agitando un abundante fajo de papeles en la mano como el que sostiene el hacha del verdugo, y diciendo con voz acusadora “¿No es más sierto que la cajuela del carro contenía el saco del occiso?¿No se reunió usted con Miss Delcy en un galpón para llevarse al bilding de su propiedad la plata que ella le entregó?”.

Estas son cosas que costarían poco, tan solo imitar el acento. Ni pinganillos ni traductores. Porque el asunto Ábalos es digno de una serie de abogados, de esas en las que el juez tiene casi que romper el mazo – la mayoría son de producción norteamericana y allí la judicatura va diferente -, el fiscal ruega que el jurado no tenga en consideración lo declarado por el acusado, el abogado se levanta airado y dice ¡protesto! o se guarda una prueba o un testigo sorpresa para el final que deja a acusado, juez, jurado, fiscal ay espectador atónitos. Y éstos pueden especular y decir

“¿Lo ves? Ya te decía yo que era la vecina sindicalista y no el concejal de festejos”. ¿Podría pasar eso con Ábalos? ¿Se imaginan que las puertas de la sala de la comisión parlamentaria se abriesen de pronto y entrase Sánchez, cuello de la camisa desabrochado, corbata desanudada, empapado en sudor y, asiéndose a una silla, gritase

“¡Sí, yo lo hice, no puedo vivir con ese peso!”? Aunque no espero nada de los directivos de la Televisión Espantosa, sería menester que hicieran una serie de abogados inteligentes, jueces que parecieran salidos de una estampa de la Biblia y acusados aviesos, dispuestos a lo que sea.

Todo aderezado con un fiscal que rivalice en inteligencia con el letrado y un policía con más conchas que un galápago. Durante el interrogatorio final, el culpable se derrumbaría en el estrado, gimiendo como un colegial, abrumado por las inquisitoriales y sutiles preguntas del letrado viendo el fracaso de su embuste desmoronado pieza a pieza, y reconocería que fue él quien insultó a Ayuso en Twitter, escribió la carta a Sánchez o le convenció de que tenía que salir más a la calle. Que ya es ser malvado.

Con este nivel de corrupción, abuso de poder, persecución del disidente, injerencias en la justicia o compadreo con criminales, lo mínimo es que se nos brinde todo en formato de serie con buenos actores y buen guión. Siempre es preferible el embuste de la ficción – que no otra cosa es inventar historias para entretener – que el embuste que pretende pasar por verdad en los informativos. No tengo más preguntas, señoría.

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La sucursal de la calle de abajo

Mejor no significa siempre más grande. La competencia y la libertad de elección importan en las sociedades liberales

Ignacio Camacho en ABC, 080524

lámenme desfasado pero echo de menos los bancos pequeños. Aquellas entidades de origen regional o familiar que trabajaban el ‘retail’ sobre el terreno, desde la cercanía al tejido social de autónomos, ‘pymes’, profesionales y comercios. Incluso las malaventuradas cajas de ahorro, que fueron una buena idea antes de que la injerencia de políticos incompetentes arruinara el modelo.

O quizá lo que añoro es sólo una banca humana, respetuosa, capaz de escuchar los problemas del cliente en vez de atosigarlo con ofertas de productos financieros tan complejos que las autoridades obligan al comprador a firmar su conocimiento del riesgo. Una banca donde al menos parezca que importan las personas, además del dinero.

Por eso quizá no sea mala noticia que el Sabadell se haya resistido –por ahora– a la compra planteada por el BBVA, aunque quizá todo se reduzca a una cuestión de precio. La lógica del sector aconseja, casi impone, fusiones desde la crisis de la pasada década en el entendimiento de que se necesitan corporaciones de gran tamaño y consistencia para dotar de estabilidad al sistema.

Pero incluso desde el prisma macroeconómico hay argumentos para el debate en esta materia porque las consecuencias de un eventual desplome –y sabemos por los precedentes que siempre existe un margen razonable de contingencia– pueden resultar también sistémicas. Algo tan sencillo como aquello de los huevos en una sola cesta.

En una democracia de consumidores, mejor no significa siempre más grande. La diversidad de oferta y la consiguiente libertad de elección también cuentan en el mercado de capitales, y desde el punto de vista del usuario parece esencial comparar y evaluar condiciones para escoger las más favorables.

En este sentido, la subsistencia de entidades medianas complementa la de los gigantes y ofrece el margen de competencia –aunque cada vez más reducido– imprescindible en las sociedades liberales. Los directivos y accionistas del Sabadell sabrán por qué han rechazado la oferta; quizá sólo se trate de una estrategia para obtener más plusvalías finales.

Pero su decisión contiene lecciones relevantes en un proceso de concentraciones de alcance aparentemente imparable.

La revolución tecnológica ha cambiado la relación con los bancos. Mucha gente, sobre todo la de más edad y más dificultades en el manejo telemático, encuentra serios inconvenientes a la reducción, a veces desaparición, de sucursales en sus barrios. En la España rural hay pueblos sin un mísero cajero automático, y en la urbana crece la queja por la creciente deshumanización del trato.

En este sentido, la progresiva centralización está marginando a numerosos grupos de ciudadanos que se sienten desplazados en la prestación de un servicio ordinario. Esa inquietud no la va a calmar una absorción frustrada, pero algo es algo. Aunque sólo sea una oficina abierta unas cuantas calles más abajo.

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El gran bulo de la ONU y la memoria histórica
Raúl Arias [España, 1969]

El gran bulo de la ONU y la memoria histórica

No existe un informe de Naciones Unidas en apoyo de la ley de Pedro Sánchez y en contra de las iniciativas impulsadas por Castilla y León, Aragón y la Comunidad Valenciana. Es la opinión de un amigo de Baltasar Garzón

Maite Rico en El Mundo, 090524

¿Hablamos de bulos? Aquí va uno bien gordo, repetido prácticamente por todos los medios: La ONU insta a España a preservar la memoria histórica o La ONU, contra las leyes de concordia. Se refiere la noticia a un «informe» demoledor contra las iniciativas que Castilla y León, Aragón y la Comunidad Valenciana han impulsado frente a la Ley de Memoria Democrática, esa que el Gobierno de Pedro Sánchez redactó con Bildu y que prolonga el franquismo y sus sevicias hasta 1983 (en plena Movida madrileña). Moncloa ya tiene el relato triunfal: la ONU ha sacado los colores a PP y Vox por «blanquear la dictadura».

No voy a analizar los textos autonómicos, sino el pronunciamiento de la ONU. Pues bien, no existe. La ONU no ha dicho nada. Lo que hay es un documento de tres «relatores especiales» que, en palabras de la propia organización, son «expertos independientes» que no pertenecen a la entidad ni cobran de ella, y cuyos informes, realizados «de forma voluntaria», no expresan «la opinión de la ONU».

En segundo lugar, conviene aquilatar la figura del relator y su presunta independencia. Se nos aparecen como enviados de Jehová, pero son simples mortales que se postulan a la Comisión de Derechos Humanos (esa que incluye a las peores dictaduras del planeta), y no siempre resultan de fiar: algunos tienen agendas muy concretas que ponen en marcha gracias a la proyección que les da la ONU.

Para los anales ha quedado el sociólogo suizo Jean Ziegler, quien siendo relator especial para el Derecho a la Alimentación emitió en 2007 un informe felicitando a Fidel Castro por lo bien que daba de comer a sus súbditos. Más tarde, en 2014, participó en unas jornadas de apoyo al régimen cubano con el mismo fervor que aplaudió en su día a Mengistu y la reforma agraria de Mugabe. No es de extrañar que, con semejante trayectoria, Ziegler fuera acreedor del Premio Gadafi de los Derechos Humanos.

Volviendo al informe sobre la memoria histórica, elaborado a petición del Gobierno de Pedro Sánchez, es interesante fijarse en el autor principal, el argentino Fabián Salvioli, que hasta el 30 de abril ejerció de relator especial sobre Verdad, Justicia y Reparación. Salvioli es un abogado de opiniones taxativas y no oculta su desprecio infinito por la Justicia española.

A quien venera, en cambio, es a Baltasar Garzón. ¡No hay boda sin la tía Juana! Salvioli ha criticado la condena por prevaricación al ex juez, quien según él fue inhabilitado sin garantías y no tuvo derecho a un tribunal independiente. O sea, que para el ex relator argentino ni el Tribunal Supremo español ni el Constitucional ni el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que a todos ellos llegó el expediente, son dignos de confianza.

El año pasado, Salvioli y Garzón participaron en Buenos Aires en un foro sobre derechos humanos de la Unesco que sirvió para arropar a Cristina Fernández de Kirchner, condenada meses antes en una de las varias causas que tiene abiertas por corrupción. Con ellos estaba Juan Carlos Monedero.

Y Rafael Correa, Evo Morales y Ernesto Samper. Y José Luis Rodríguez Zapatero. Lo mejor de cada casa. Garzón, agasajado en su día con cargo y sueldo por Fernández de Kirchner, aseguró que su patrona había «dado jirones de vida por Argentina». De lo que se llevó a cambio no dijo nada.

Salvioli está decidido a redimirnos, como muestran sus comparecencias en 2018 y 2022 en el Congreso, invitado por Podemos. Hay que derogar la Ley de Amnistía de 1977. La Ley de Memoria Democrática es «insuficiente». Las reparaciones deben tener «dimensión de género». Lo hemos hecho todo mal y nos vamos a condenar.

Lástima que lo que le sobra de vehemencia le falte de rigor. Según Jorge Azcón, Carlos Mazón y Alfonso Fernández Mañueco, los presidentes autonómicos señalados, Salvioli ni siquiera tuvo a bien ponerse en contacto con ellos y su informe contiene falsedades.

El abogado los acusa de negar la represión franquista. «Es una ofensa a la inteligencia de la población decir que no existe algo que existe». ¿Y lo contrario? Lo digo porque su amigo Baltasar auspicia las dos grandes mentiras que la izquierda radical trata de colar en el relato de la Guerra Civil y la dictadura: la de que «España es el país con más desaparecidos del mundo después de Camboya, según la ONU», y la de los bebés robados del franquismo. Ambas repetidas una y otra vez en la ofensiva contra la Transición.

El origen del primer bulo, según recogió Arcadi Espada, está en un informe de 2014 del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de la ONU, que da la cifra de 114.226 desaparecidos en el franquismo y cuya fuente es… un auto de Baltasar Garzón.

El responsable del grupo detalló después que esa cifra era una estimación, sin respaldo de ninguna investigación ni registro. En todo caso, colocar a España en el ranking mundial, por delante de la URSS, la China de Mao, la Alemania nazi o Ruanda es un dislate. Entidades a las que cabría exigir seriedad, como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica o Juezas y Jueces para la Democracia, repitieron el infundio.

El bulo de los bebés robados, inspirado en los secuestros reales en la dictadura argentina, también ha contado con el impulso entusiasta de Garzón. Empezó con 30.000 y vamos ya por 300.000 hasta los años 90 (el franquismo se estira como el chicle). Se multiplican también los observatorios, las asociaciones de víctimas y las oficinas de atención.

La realidad es que no hay un solo caso constatado, a pesar de las 2.000 denuncias efectivas e investigadas. Forenses nada sospechosos han llegado a hablar de «psicosis colectiva». Pese a ello, el Gobierno ha consagrado el bulo en la Ley de Memoria Democrática, que asume un delirante «secuestro masivo de recién nacidos bajo una política de inspiración eugenésica».

En la construcción del memorialismo guerracivilista (que compagina con la defensa de los hampones del chavismo que recurren a su bufete), Garzón esperaba contar con la colaboración inestimable de su mujer, la ex ministra y ex fiscal general del Estado Dolores Delgado, colocada muy oportunamente como fiscal especial de Derechos Humanos y Memoria Democrática.

El problema es que el Supremo acaba de anular el nombramiento, que se hizo sin un dictamen previo sobre un posible conflicto de intereses.

De todas formas, Garzón es un hombre de recursos. Cuando aquí se le tuercen las cosas, activa su club de fans, ya sea en Ginebra o en Buenos Aires. Cómo olvidar a la octogenaria jueza argentina María Servini, tan relajadita a la hora de exonerar a los parientes ladrones de Menem o de Kirchner, y tan obstinada con la «causa general» contra el franquismo que había intentado sin éxito Garzón.

En 2020 Dolores Delgado, entonces fiscal general, maniobró para evadir la jurisprudencia española y que Servini pudiera interrogar a Rodolfo Martín Villa por «crímenes de lesa humanidad». La propia Justicia argentina puso fin al circo. Servini, por cierto, fue la juez a la que también acudieron algunas asociaciones de «bebés robados del franquismo».

El ex juez Garzón tiene además predicamento en el Comité de Derechos Humanos de la ONU: de nuevo, consultores sin decisión política que lo mismo condenan su inhabilitación por prevaricación y exigen que el Estado español se disculpe, lo indemnice, lo reintegre y le cante una copla, que le echan un cable para evitar la extradición de uno de sus selectos clientes (Alex Saab, testaferro de Nicolás Maduro detenido en Cabo Verde).

En fin, situemos las cosas en su justa dimensión. En la dimensión que les da la propia ONU. A pesar de los truenos que acompañan a Salvioli y de la trompetería del Gobierno, la ONU ha subrayado que el texto de esos relatores recoge «opiniones, recomendaciones» que no implican obligación alguna.

Y sobre todo, recordemos que los historiadores han hecho de la Guerra Civil (que no tardará en cumplir un siglo), su contexto y sus consecuencias una de las etapas más investigadas, con más de 20.000 libros publicados. Y siguen en ello. Apelar a la memoria desde el sectarismo ideológico para imponer una visión unilateral no es admisible. La memoria particular es de cada uno.

La colectiva no puede ser otra que la de un enorme y vergonzoso fracaso. Se trata de un asunto lo suficientemente trascendental como para que se lo apropien personajes tóxicos y arribistas sin escrúpulos que medran a costa de destruir una convivencia cimentada sobre la buena voluntad de todos a lo largo de más de 40 años.

Maite Rico es periodista.

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El espectáculo de la política en un mundo fragmentado
Sean Mackaoui [Suiza, 1969]

El espectáculo de la política en un mundo fragmentado

Los cinco días de reflexión de Pedro Sánchez se enmarcan en una democracia de audiencias. La ausencia del líder durante todo ese tiempo mostró la irrelevancia de aquello que una vez fue el centro de la política: los partidos

Luis Miller en El Mundo, 100524

RECONOZCÁMOSLO, los que seguimos con cierta asiduidad la política española andamos un poco desconcertados. A pesar de estar ya acostumbrados a súbitos giros de guion, los cinco días de reflexión del presidente del Gobierno supusieron una vuelta más de tuerca en nuestra excepcionalidad política, como rápidamente reconocieron decenas de medios de comunicación internacionales.

En mi opinión, cinco claves nos ayudan a entender lo que pasó hace dos semanas y su relación con el momento político actual.

La primera clave es que la política contemporánea, en España y en el resto del mundo, va de espectáculo y audiencias. En una democracia de audiencias los líderes políticos se relacionan con los ciudadanos directamente a través de los medios de comunicación.

Esta relación directa, que ya se daba con la televisión, se ha intensificado con las redes sociales. Ese es el motivo por el que Pedro Sánchez eligió X (antes Twitter). Su idea era establecer un contacto directo con los votantes, más allá del partido o del Gobierno. Pero las audiencias hoy en día están muy fragmentadas, y Sánchez eligió la audiencia de X, una red social llena de gente de mediana edad, politizada y en la que abundan los periodistas y otros políticos que amplificarían su mensaje.

Obtener una audiencia elevada es extremadamente difícil. De ahí que la política se parezca cada vez más al mundo del espectáculo. La carta en un lenguaje directo, los cinco días manteniendo en vilo a la población y los distintos elementos de la puesta en escena de la declaración del lunes posterior incorporaron elementos típicos de un espectáculo televisivo.

El presidente interpretó un papel y creó un evento mediático que cumplía la función de captar nuestra atención entreteniéndonos. La política actual va de eso, de captar la atención utilizando cualquier medio y casi a cualquier precio. El ministro Óscar Puente lo ha dicho y demostrado esta última semana: si uno no «juega duro» en las redes sociales, pasa desapercibido.

La democracia de audiencias y la política espectáculo han venido para quedarse. No podemos evitar que los políticos empleen todos los medios tecnológicos a su alcance para reclamar la atención de su público. Lo que debemos hacer los ciudadanos es no tomarnos demasiado en serio cada pirueta, cada exabrupto y cada escenificación teatral por parte de los políticos. La receta pasa por cultivar cierto grado de escepticismo.

La segunda clave es que el espectáculo político alcanza su cénit durante las campañas electorales. Buena parte del ambiente político tóxico de los últimos meses se debe a las seis elecciones que vamos a tener en un año, una cada dos meses desde mayo de 2023 hasta junio de 2024.

Las campañas están para polarizar. Da igual de qué vayan las elecciones, si son locales, autonómicas, nacionales o europeas: todas se leen en clave nacional. Los líderes nacionales se enfrentan sin cuartel intentando dirimir quién tiene el favor del público cada pocas semanas.

Los medios, por su parte, tratan las elecciones como eventos deportivos, con sus marcadores, públicos y tertulianos comentando el minuto a minuto. La política se ha acostumbrado a vivir en un estado de competición permanente en el que todo es efímero hasta la siguiente meta volante.

¿Cómo podemos pedirles a los líderes que hablen o acuerden algo cuando siempre están compitiendo? En el horizonte se dibuja un año y medio sin elecciones; quizá ahí podría tomar la política española algo de aire, aunque lo dudo. En todo caso, los ciudadanos deberíamos descontar el efecto de la campaña electoral permanente cuando nos escandalizamos por la última ocurrencia política del día.

La tercera clave es que convertir la política en un espectáculo y en un concurso de eliminación del adversario ha hecho que la sociedad española tenga una visión mucho más negativa de los políticos y de las instituciones que otras sociedades europeas. Casi la mitad de los españoles considera el conjunto de cuestiones relacionadas con la política como el principal problema del país, muy por encima de las preocupaciones económicas.

En otros momentos históricos nos preocupaban el paro y el terrorismo; hoy lo hace la política. Cómo ha constatado la Encuesta Social Europea, después de la crisis económica de 2008 aumentó la desconfianza de los ciudadanos hacia la política en la mayoría de países europeos, incluida España.

Había razones reales. Los Gobiernos se vieron desbordados por una crisis que tenía efectos muy duros y visibles como el paro y la pobreza. Con la recuperación económica de mediados de la década pasada, la confianza en la política se fue recuperando en casi todos los países. En España, sin embargo, la confianza en los políticos y las instituciones políticas ha vuelto a caer con fuerza desde 2019.

Esta misma semana el gobernador del Banco de España alertaba sobre las consecuencias económicas negativas de la desconfianza política. El problema es que la confianza es algo que se construye muy lentamente, pero se destruye muy rápido. La reflexión de Sánchez ha tratado de conectar con este malestar ciudadano hablando de regeneración democrática.

Pero esta regeneración no puede venir de un solo bando político. Para que un cambio en la política española sea creíble, este debe implicar a la mayoría de fuerzas políticas y a actores sociales diversos. Si la regeneración se presenta contra la mitad de la sociedad es muy difícil no interpretarla en clave puramente electoralista. Tampoco ayuda la moralización de la política que divide a la sociedad en buenos y malos. La regeneración será compartida o no será.

La cuarta clave es la fragmentación política. La división más importante que nos dejó el ciclo electoral de 2023 es la de un país con una mayoría sólida del centro-derecha por debajo del Ebro y una mayoría de izquierdas en el País Vasco, Navarra y Cataluña. Esta fragmentación de los sistemas de partidos ha ido aumentando en 2024 con la irrelevancia de las izquierdas españolas en Galicia o la polarización casi exclusiva entre dos fuerzas nacionalistas en el País Vasco.

La fragmentación en Cataluña es aún mayor, y hasta ocho formaciones entrarán en el Parlament representando dos sistemas de partidos superpuestos, el catalán y el español, cada uno con sus partidos de extrema derecha, derecha, izquierda y extrema izquierda.

SÁNCHEZ adoptó una actitud más abiertamente polarizadora tras las elecciones autonómicas en las que la izquierda perdió casi todo su poder territorial. No es posible comprender el comportamiento del presidente del Gobierno durante las últimas semanas sin esta apuesta por la polarización como estrategia de resistencia desde el mismo debate de investidura.

Pero más allá de la retórica polarizante, la fragmentación del país en territorios que votan de forma muy distinta es real. Buena parte del bucle en el que se halla inmersa la política española tiene que ver con que los partidos ya no tienen incentivos para hablarle a toda la sociedad.

Se dirigen a grupos de votantes concentrados en territorios y grupos sociales que piensan de un modo parecido, y no necesitan hacer el esfuerzo de convencer a un público diverso y potencialmente discrepante. Paradójicamente, la vuelta acelerada del bipartidismo podría cambiar algo esta tendencia, haciendo que los dos grandes partidos volvieran a ser competitivos en todo el territorio nacional y obligándolos, de este modo, a tener discursos más transversales.

La quinta y última clave es que los políticos no son ajenos, como ciudadanos, a este espectáculo organizado por los líderes y sus ejércitos de asesores. La ausencia del líder durante cinco largos días mostró la irrelevancia de aquello que una vez fue el centro de la política: los partidos.

Lo que mueve y da coherencia hoy a este mundo fragmentado no son las organizaciones ni los militantes ni los activistas; son los líderes y sus altavoces mediáticos. En este contexto, la lucha contra la desinformación también requiere de altas dosis de escepticismo, aunque solo sea por no estar todo el día enfadados con los que no piensan como nosotros.

Luis Miller es sociólogo y científico del CSIC y autor de Polarizados. La política que nos divide (Deusto, 2023).

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Vídeos

El caso que tumbará al fiscal general del Estado: la filtración contra el novio de Ayuso. 080524

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Música de Diana.

«19 Días y 500 Noches» [1999],  es un tema perteneciente el decimocuarto álbum de estudio del cantante, compositor y poeta español Joaquín Sabina. Producida por el ex líder de Tequila, Alejo Stivel, y coescrita con Antonio Olariaga, su combinación de flamenco, rumba y ranchero se remonta a las raíces tradicionales andaluzas de sus primeros trabajos, y ha sido descrita como la más íntima y autobiográfica de su carrera… . Vía Diana Lobos, 070524.

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Humor
La viñeta de Caín
Felipe Hernández Cava ‘Caín’, España, 1953’y Federico del
V Barrio (ilustrador, España, 1957), en la Razón

 

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Titulitis fantasiosa

 

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Begoña Gómez

Begoña Gómez venderá un nuevo título en la Complutense amadrinada por una ex alto cargo de Sánchez

La mujer de Pedro Sánchez acreditará a «expertos en Transformación Social» en la Complutense

Luz Sela en ok diario, 100524

Begoña Gómez sigue ampliando su currículum al frente de distintas titulaciones en la Universidad Complutense de Madrid. La mujer del presidente del Gobierno, que carece de licenciatura oficial, promueve un nuevo diploma en el centro madrileño. Se trata de una «certificación de expertos en Transformación Social» o formación en «agentes del cambio», promovido desde la Fundación de la Universidad Complutense de Madrid. Los certificados son cursos que acreditan una formación continua en una temática específica.

En el caso de la mujer de Sánchez, la «creación de empresas con valores positivos, que generen un impacto social de forma sostenible», según anuncia en la cátedra de Transformación Social Competitiva que también dirige en la Complutense.

Según Gómez, la certificación profesional es «clave» porque «no sólo acredita una sólida formación académica y habilidades prácticas, sino que también eleva la credibilidad y reputación de los profesionales en un mercado cada vez más consciente de la importancia del desarrollo sostenible».

El diploma «contribuye directamente a impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible», la conocida como Agenda 2030 que impulsa con ahínco el Gobierno de su marido. Todo ello, «marcando un impacto real y positivo en las organizaciones, nuestras comunidades y en el planeta», destaca la mujer del líder socialista en la presentación.

Alto cargo de Sánchez

La Fundación Complutense está presidida, desde septiembre del año pasado, por María Paz García-Vera, que fue alto cargo del Ejecutivo socialista. En concreto, ejerció como subdelegada del Gobierno en Madrid entre octubre de 2018 y abril de 2019.

En esa fecha fue designada delegada del Gobierno, al concurrir el entonces titular José Manuel Rodríguez Uribes como número tres en las listas del PSOE a las elecciones en la Comunidad de Madrid.

García-Vera, catedrática de Psicología Clínica en la Complutense, fue relevada en el cargo por José Manuel Franco, líder del PSOE madrileño y uno de los hombres de máxima confianza de Sánchez. Franco fue uno de sus grandes apoyos en el proceso interno para la elección como secretario general del PSOE e hizo campaña por él en Madrid.

Titulaciones

Begoña Gómez ya dirige dos titulaciones en la Universidad Complutense de Madrid, el máster en Dirección de Captación de Fondos para ONL y el de Transformación Social Competitiva, además de la cátedra del mismo nombre. Su designación para estas responsabilidades académicas resultó polémica, puesto que la mujer de Sánchez carece de licenciatura oficial.

En concreto, Gómez presume en su currículum de una licenciatura en marketing que, en realidad, no es oficial ni está homologada, sino que fue expedida por una escuela de negocios privada –M&B Escuela Superior de Marketing y Negocios– que ya no existe como tal.

El diploma de la esposa del líder socialista es un «Título Superior en Marketing y Administración de Empresas», unos estudios que sólo están reconocidos por la Universidad Internacional de Florida y la Universidad de Stirling, en Escocia.

Este periódico publicó hace unos días en exclusiva el título del que presume Gómez, que cursó los estudios entre 1991 y 1995. Para este diploma no se exigía como requisito tener aprobada la Selectividad, pues los alumnos de «nivel Bachillerato» podían matricularse. Posteriormente, cursó un máster en Business Administration (MBA) en la Escuela de Negocios ESIC.

Carecer de un título oficial no ha impedido que la mujer de Sánchez vaya engordando su currículum en la Complutense. De hecho, es la única directora de 35 cátedras extraordinarias de este centro público que carece de licenciatura.

En 2020, el nombramiento de Begoña Gómez como directora de la cátedra de Transformación Social Competitiva generó mucha polémica, ya que la normativa indica que al frente de estas titulaciones tendrá que estar «un/a profesor/a o personal de administración y servicios con vinculación permanente de la UCM nombrado/a por el rector a propuesta de la Comisión Mixta de Seguimiento», algo que no se cumple en su caso.

El centro universitario trató de salir al paso justificando la designación de la mujer de Pedro Sánchez por «su formación en el impacto social y la transformación social competitiva» y «su acreditada experiencia».

Desde su cátedra, ha participado en numerosos eventos -nacionales e internacionales-, que cuentan también con el apoyo de organismos públicos. Además, varias empresas que tienen relación con el Ejecutivo han contratado también su formación -a través del máster en Transformación Social Competitiva- para sus directivos. Entre ellas, Correos.

Hasta la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa, Gómez trabajaba como directora de consultoría de externalización comercial en el Grupo Inmark para Europa. Pero desde 2018, su trayectoria profesional se ha visto notablemente reforzada.

Apenas dos meses después de que Sánchez ganase la moción de censura, se anunció su nombramiento como directora del Africa Center, centro del IE University en el que permaneció hasta junio de 2022.

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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Miquel Roca: «El problema de Cataluña tiene solución si todos hacemos un esfuerzo»

Entrevista de Juan Luis Cebrián a Miquel Roca: «El problema de Cataluña tiene solución si todos hacemos un esfuerzo»

Juan Luis Cebrián charla  en The Objetive, 050524, con uno de los padres de la Constitución

ste mes en Conversaciones con Cebrián el protagonista es uno de los padres de la Constitución. El abogado Miquel Roca (Burdeos, Francia, 1940) desempeñó un papel clave en la Transición política española. Defensor del catalanismo, fue uno de los siete ponentes a los que se encomendó la redacción de la Constitución de 1978, y representaba al grupo vasco y catalán, integrado por las principales formaciones nacionalistas.

Durante la conversación, Roca pone de relieve que a pesar de las enormes dificultades de la época el espíritu dominante en el Congreso era de reconciliación entre vencedores y vencidos de la Guerra Civil, de construcción de un nuevo Estado democrático, de optimismo: «Va a ser difícil, -decíamos- pero lo vamos a hacer bien».

Ambos protagonistas del diálogo reclaman la reconstrucción del consenso y acabar con la actual polarización. Repasan la llamada ‘Operación Roca’… un intento, tras la debacle electoral en 1982 del partido fundado por Adolfo Suárez, la UCD, de lanzar un Partido Reformista que aspiraba a integrar al catalanismo democrático en la gobernación española.

Fracasó en las elecciones de 1986 sin obtener un solo escaño. Por cierto, Florentino Pérez, el actual presidente del Real Madrid, era el secretario general de aquel partido.

En la conversación, grabada hace dos semanas, se pone de relieve que es preciso devolver la centralidad a la política española, pero también a la europea, y huir de los extremismos y  de la confrontación creciente. El nacionalista catalán se refiere a la situación actual en Cataluña, hoy en plena campaña electoral.

Cree que las cosas se han complicado, pero mantiene la esperanza de que puedan resolverse sobre las mismas bases que antaño, cuando él desempeñó un papel clave en el proceso de construcción democrática: sentándose a hablar y respetando al adversario… Y hace también referencia al Gobierno actual, a la situación económica del país, a la sequía, e incluso al fin de la Golden Visa…

Juan Luis Cebrián. – Bienvenido. ¿Podríamos decir lo de «Ja soc aquí»?

Miquel Roca. – No me muevo de aquí.

JLC – Te lo preguntaba por la famosa frase de Tarradellas cuando vino como presidente de la Generalitat en el exilio. La gente no sabe que esa fue una decisión del rey Juan Carlos, porque Adolfo Suárez no lo tenía del todo claro y él y el president tuvieron una conversación que no fue muy bien.

Dicen que en cambio Don Juan de Borbón le había dicho al rey que Cataluña era un tema diferente y  había que llegar a pactos. ¿Qué opinas sobre ello?

MR. – Lo más gracioso de esta entrevista entre Suárez y Tarradellas es que este puso sólo un requisito para la entrevista: que se dijese «el honorable Tarradellas». Porque ese título era el reconocimiento de su condición de presidente de la Generalitat. Hubo la discusión de si era «molt honorable u honorable». Pero con esto él consiguió realmente el reconocimiento de un estatus.

JLC. – He querido comenzar la conversación citando al presidente Tarradellas, con el que tuve una relación frecuente y muy buena, porque efectivamente Cataluña está de actualidad desde hace años y siempre ha tenido siempre fama de ser un país de pactos y dialogante.

Tú mismo representabas no solo a Cataluña, sino a lo que era el bloque nacionalista vasco catalán, por así decirlo, en la Comisión Constitucional, entre otras cosas porque el PSOE cedió uno de los puestos que teóricamente le correspondía para que las nacionalidades estuvieran allí representadas. 

MR. – Creo que esta historia siempre se cuenta no exactamente así, aunque también así. Pero además, porque si en vez de siete ponentes éramos nueve, no había manera de excluir a Tierno Galván (Partido Socialista Popular). En aquel momento esta presencia molestaba al PSOE porque era la competencia en su espacio socialista.

Pero sí, ciertamente lo que se tradujo es que los socialistas, para justificar el número siete de ponentes, renunciaron a uno y esto permitió la presencia del Grupo Parlamentario Vasco Catalán, del que yo actuaba como portavoz. Tarradellas regresa antes de la aprobación de la Constitución.

Incluso yo tengo en la memoria el recuerdo de visitar a Tarradellas ya en el Palacio de la Generalitat para explicarle cómo iba la ponencia constitucional. O sea que le teníamos informado y por lo tanto se empezó a construir lo que sería, diríamos, las bases del proceso de la transición simultáneamente a la elaboración de la Constitución.

Los pactos de la Moncloa fueron otra expresión. Son aspectos que demuestran que toda la etapa de la Transición contemplaba  problemas que requerían respuestas en la Constitución o en los Pactos de la Moncloa. Había un abanico de posibilidades  que se resolvían de  manera muy, muy integrada, muy cohesionada.

JLC. – El tema autonómico, el reconocimiento de las lenguas autóctonas en determinadas regiones del país. La presencia del nacionalismo catalán, del nacionalismo vasco o los movimientos herederos del nacionalismo gallego, fueron muy importantes en la redacción constitucional.

Hay que decir que en la experiencia de las dos repúblicas históricas, el problema catalán jugó un papel, empezando por la declaración unilateral de Esquerra Republicana antes de la proclamación de la República Española. Esta Constitución es la que más ha durado prácticamente de la historia de España, con un desarrollo enorme de las autonomías en general y de la autonomía catalana en particular.

Yo te he oído alguna vez recordar que en el Estatuto de la Segunda República (el único estatuto que funcionó fue el catalán, porque el vasco y el gallego llegaron a última hora), se denominaba a Cataluña no como una nación ni como una nacionalidad, sino como una región de España. 

MR. – Primero,  no hay discusión posible sobre que lo que diríamos que fue  la organización de la República, se tomó como  punto de referencia en la Constitución Española y en todo el proceso de Transición. Y fue ampliamente superada por lo que la Constitución representó. Incluso y especialmente en el terreno autonómico.

Tú sabes que hay una crítica que se formula a veces. Dicen que fue un error la generalización autonómica. Yo creo sinceramente que no. Y lo he defendido siempre y lo seguiré defendiendo. En mi manera de entender lo que es la democracia es muy difícil que yo niegue a los demás el derecho que reclamo para mí.

Si yo estoy pidiendo para Cataluña  derecho al autogobierno, a poder tener una expresión de poder compartido y otros lo quieren y tienen a mi entender más o menos fundamento, pero lo quieren, yo no voy a ponerme a ello. No me parece correcto. La transformación de España de un Estado totalitario y centralista en un Estado democrático y descentralizado fue absoluta.

Ningún otro país del mundo occidental ha vivido un proceso tan rápido de transformación del poder como nosotros practicamos. Esto se reconoce en todas partes y todavía te invitan a universidades para que expliques cómo se hizo. La única experiencia de una transformación de un Estado totalitario a un Estado democrático y descentralizado la había tenido  Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.

Con una diferencia:  allí la descentralización la hicieron los tanques americanos para evitar que hubiera una centralización que de nuevo fuera tentadora para la resurrección del nazismo. Aquí la hicimos nosotros solos, sin tanques de nadie. Lo que hicimos en aquel momento fue espectacular.

JLC. – En mi condición de periodista me invitaron muchas veces a dar conferencias en América Latina para explicar cómo se pudo  hacer aquello. Y todavía ahora, en algunos países de América Latina que han vuelto a tener conflictos internos serios, nos llaman a algunas personas que vivimos la Transición para que lo expliquemos.

Pese a eso se está transmitiendo el mensaje desde parte de la clase política, de que aquello fue un invento, un truco y una trampa; que no fue una reconciliación, que es realmente lo que pasó.

MR. – Es  una crítica que cae por su propia base. La reconciliación se inicia el mismo día en que se constituye el Congreso de los Diputados, después de las primeras elecciones democráticas.

JLC. – Con Pasionaria.

MR – Exactamente. Una imagen que vale más que miles y miles de palabras. Se constituye la mesa  que va a presidir la sesión de apertura de la Asamblea del Congreso Constituyente. Y por aquellos escaños de arriba baja la Pasionaria acompañada de Rafael Alberti, mientras  le espera abajo para incorporarse con ellos a la presidencia Esperabé de Arteaga [procurador en las Cortes franquistas].

Claroesta imagen… Detrás de aquello había muchísimos muertos, muchísima represión y muchísimo exilio. Era una cosa impresionante. Aquello, era una imagen de decir: «Lo vamos a hacer bien. Va a ser difícil, pero ahí estamos para intentarlo». Y había una voluntad muy dominante de que aquellos esfuerzos salieran bien. Si en una ocasión tan difícil lo hicimos bien, ¿por qué no podemos volver a hacerlo bien en otra ocasión?

JLC. – Esa es mi pregunta. ¿Por qué no podemos hacerlo bien? Todavía hoy la Transición española en países con gobiernos de izquierda es un ejemplo de reconciliación.

Hay que saber qué ha pasado para que estemos en la actual situación el descrédito terrible de la clase política en general,  la sensación de que no nos representan , eslogan que utilizó Podemos y que en gran medida responde a una sensación popular de que por un lado están estos señores, la España oficial, como decíamos en el franquismo, y por otro lado  la España real, que incluye a la Cataluña real, a la Euskadi real, a las gentes y a las personas y a los electores que no encuentran respuesta a sus deseos ni solución a sus problemas. ¿Qué ha pasado?

Pero quería referirme a una experiencia que tuviste y que puede servir de ejemplo nuevamente, que es buscar la centralidad a través de un partido liberal, inicialmente liderado por ti, cuyo secretario general era Florentino Pérez el actual y legendario presidente del Real Madrid, en un intento formidable de hacer un partido de centro liberal, capaz de ser alternativa y capaz de romper…

MR. –…de romper el efecto bloqueante de la polarización. Hoy ya no hay nadie en la doctrina política que no acepte que la polarización bloquea. Cuando se polarizan los dos, se justifican a sí mismos para evitar que el otro gane.

Entonces claro,  no hay una fuerza que sea capaz de distensionar, y abiertamente poder interlocutar con unos y con otros, poder hablar, poder pactar puntualmente o de forma más estable, aportar la estabilidad que solo la centralidad puede dar en la vida política de las democracias liberales.

En aquel momento de la Operación Reformista, pues nos equivocamos o lo hicimos mal o lo hice mal, no lo sé, me da igual. Pero el problema sigue siendo el mismo. Yo diría que afortunadamente, entre comillas, no es porque lo hayamos hecho mal simplemente aquí.

Europa necesita esto y está haciendo una apuesta para encontrar su centralidad. O los Estados Unidos, por ejemplo. Estamos haciendo una apuesta para ver cómo construimos el colchón amortiguador de las tensiones de la polarización. Es  básico para nuestro futuro.

Seguramente, una parte de esta situación tiene mucho que ver con algo que no hemos hecho bien;  hacer pedagogía. No hemos explicado que los países tienen etapas, diríamos positivas, de superación de sus problemas, pero no deben olvidarse que esos problemas existían. No debemos olvidarnos de los genes.

Hay problemas históricos que hemos intentado reconducir pero  no hemos explicado lo que aquello representó ni las dificultades que  comportaba. Hemos dado normalidad a un hecho que no es normal  en nuestro mundo. Vivir en libertad no es normal. Y es difícil. Aprender a convivir en ella es muy complicado porque la libertad es respetar al adversario. ¡Qué cosa tan difícil!.

La Constitución Española tiene un artículo que no tiene ninguna otra Constitución europea,  el 9.2. No  se trata únicamente de respetar los valores, sino hacerlos posibles, remover los obstáculos que pueden poner en cuestión el ejercicio de estas libertades. Porque los obstáculos existen.

Aceptar que aquel que no piensa como yo puede incluso tener una parte de razón en algo cuesta mucho. Es muy antipático tener que aceptarlo pero, desde que el mundo es mundo, solo el acuerdo ha generado progreso en la humanidad.

JLC. – Ese es el papel de los líderes políticos pero  a lo que estamos asistiendo, no solo en España, en Europa en general, es a una decadencia de ese liderazgo. Ahora bien, al margen del tema de la representación política ha habido otra cosa que no ha ido tan bien como iba y es la llamada bicapitalidad española, cosa que sucede en muchos países.

Washington, por ejemplo es la Capital Federal de los Estados Unidos, la capital política, pero Nueva York es la capital económica. Aquí, sobre todo después de los Juegos Olímpicos, se veían la pujanza formidable de Barcelona y el crecimiento de Madrid, que era una ciudad inicialmente mucho más provinciana.

Los madrileños llegamos a Barcelona como a la puerta de Europa. Para el resto de España era donde la cultura, la inteligencia y el arte se desarrollaban infinitamente más. Sin embargo eso se ha perdido.

MR. – Es una cuestión que se plantea históricamente; se trata de un encaje pacífico y constructivo de lo que puede aportar Cataluña al conjunto de España desde el reconocimiento de su personalidad y singularidad. Esto ha tenido etapas diversas a lo largo de los últimos dos siglos. Ha tenido momentos diversos. Con la etapa de la Transición, aquí hubo una recuperación de importancia de Cataluña en el Estado.

Las cosas se han complicado ahora, es evidente. Creo que pueden resolverse pero para ello habrá que sentarse y hablar sin prisas. A mí siempre me ha gustado señalar que las conversaciones o las negociaciones, deberían empezarse en los postres. Porque claro, si de entrada llegamos con nuestros apriorismos, esto va a ser difícil. La situación es complicada. Quiero apostar a que tiene solución, pero  a base de que todos hagamos un esfuerzo de comprensión y de acercamiento real.

Cuando hicimos la Constitución, los primeros años desde la tribuna del Congreso, diputados de todos los colores hablaban con naturalidad de la realidad plurinacional de España. Con absoluta naturalidad. Y no pasaba nada. La diversidad va con la modernidad. Somos heterogéneos gracias a Dios. Somos diferentes gracias a Dios. Esto es bueno porque la diferencia enriquece. Hay que respetarla, hay que hacerla posible.

La expresión plural de la diversidad, de la diferencia, de la heterogeneidad, es lo que construye las sociedades modernas. Nosotros tenemos la fortuna de tener una diversidad muy fuerte. Aceptemos esta diversidad y acerquémonos a hablar con naturalidad. Me niego a aceptar que este problema no tenga solución.

JLC – También yo creo que tiene solución, pero no se la están dando. Primero, porque hay diversidad incluso al interior de cada autonomía y además no contamos con que hay ya cinco o casi seis millones de ciudadanos en España que vienen de países lejanos, que se han integrado o tratan de integrarse y que merecen también reconocimiento en su diversidad.

A mí lo que me preocupa es que esa búsqueda de la centralidad política, no aparece. Y además hay tal cantidad de elecciones en este país… solo este año tenemos en pocos meses tres…

MR. – De momento…

JLC. – Bueno, sí… porque realmente la debilidad de este Gobierno es incomprensible. O, mejor dicho, es comprensible porque no forma parte de un proyecto político, sino de un arreglo de conveniencias entre los diversos partidos, pero conveniencias a muy corto plazo. Entonces, ¿cuáles son tus deseos para el futuro? 

MR. – A mi edad estamos para explicar lo que pasó, para defender lo que se hizo en aquel momento e intentar trasladar al conjunto de la sociedad que sobre las mismas bases sobre las que se operó entonces puede construirse un espacio de convivencia compartido.

De entrada, yo creo que la gente entiende que convivir es un valor muy importante. Convivir quiere decir estabilidad. La libertad construida sobre el respeto a la diferencia. Al final hay muchas discusiones que podrían solventarse muy fácilmente. Me resulta difícil creer que, por ejemplo, ante el tema de la sequía, de que España está viviendo déficit de recursos hídricos y todo lo que esto representa, no seamos capaces de ponernos de acuerdo en unas cuantas cosas para mitigar el impacto de la sequía. Es que no me lo creo.

Tenemos un problema grave en el sistema educativo en toda España; las desigualdades se generan desde la infancia. Y tienen mucho que ver con la preparación que les podamos dar a estos futuros jóvenes adultos. Por ejemplo necesitamos una política de vivienda porque no se ha hecho asequible o social.

Ponernos de acuerdo en todos estos problemas facilita un escenario de mayor comprensión. Si pudiéramos bajar la tensión de aquellos problemas que afectan muy directamente al ciudadano también aumentaría su capacidad de comprensión sobre los sacrificios que pueden representar soluciones mucho más alambicadas y matizadas.

Hemos de ser capaces de afrontar con mucha más voluntad y con mucho más coraje problemas que afectan a la realidad, a la vida diaria de los ciudadanos y que esto les permitiría recuperar la confianza. Y esta recuperación de confianza nos habilitaría para entrar en los problemas más graves.

Porque a unos les gustará y a otros, pero es cierto que hoy, económicamente, España está mejor que la media europea.

JLC. – En según que aspectos. 

MR. – Vale. Según en qué, estamos mejor de lo que estábamos. Esto es seguro.

JLCP. – Seguro. Hemos progresado.

MR. – Hemos pasado unas etapas de crisis, como todos. Pero juguemos esta carta. Es decir, si nuestra sociedad no tiene confianza en sí misma, no hará nada.

Lo más característico de la Transición fue que la gente tenía confianza en que se iba a hacer bien.

JLC. – La diferencia con la Transición es que en aquella época estábamos todos juntos, desde la Pasionaria al rey Juan Carlos y sabíamos lo que queríamos, que era libertad, democracia y Estatuto de autonomía. Y ahora estamos todos divididos y no está claro que tengamos un objetivo.

MR. – El día que se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña, Blas Piñar, que acababa de hacer una intervención brutal contra el Estatuto, me dijo: «Felicidades, porque yo sé lo que esto representa para ti». Este era el espíritu de la Transición. Blas Piñar había subido a la tribuna para decir todos los males que, a su entender, esto representaba. Pero era capaz de distinguir esto de la relación personal con sus compañeros diputados.

Esto hizo posible una transición, nos dio coraje, fuerza. Nos sentíamos orgullosos de lo que estábamos haciendo. Una cosa impresionante, que no era únicamente una respuesta a la dictadura de Franco, no. Era una respuesta a la dictadura, a la Guerra Civil, a todo lo que había sido una larga confrontación inquisitorial. No lo podemos valorar.

JLC. –  Sí podemos valoralar, pero hay que hacerlo también desde el proceso legislativo. Una reforma pactada de la Constitución que haga de las autonomías lo que en realidad son, es decir, un inicio o una cuna de un Estado federal, que tampoco hay que pensar mucho para saber como funciona: hay muchos ejemplos en países democráticos y prósperos.

MR. – Hay una reforma que deberíamos ser capaces de hacer, que es la reforma del Senado. Si el Estado autonómico se ha consolidado, requiere de un Senado que dé respuesta a una Cámara que sea auténticamente de representación territorial. Hoy no lo es.

JLC. – No, hoy es al revés. Resulta que la representación territorial está más en el Congreso y en el Senado hay unas mayorías absolutas que lo opacan.

MR. – Un tema que hemos de tener muy presente es que  la Constitución del 78 fue la primera de España que se sometió al referéndum popular y fue aprobada por un 90% de los ciudadanos. Si la queremos reformar sería bueno que hubiera un consenso y por lo tanto, el consenso lo deberíamos empezar a practicar unos días antes.

Pero falta voluntad. Es un problema de voluntad. Entiendo que esto del acuerdo es complicado, pero hay que esforzarse. Tenemos algunos aspectos que deben ser resueltos. ¿No podemos resolver el CGPJ?

JLC. – Tendremos que resolverlo. 

MR. – Estamos en una situación de incumplimiento constitucional. No lo podemos hacer. Y claro, se invocan otras inconstitucionalidades, como tú sabes. Pero nos olvidamos de que aquí hay una cosa tan fundamental como afrontar desde el respeto institucional, lo que debe ser un eficaz funcionamiento de la administración de justicia.

JLC. -La responsabilidad es de los dos partidos. 

MR. – Yo diría de los dos y de todos.

JLC. – Lo que dice la ley es que las cámaras deben elegir por tres quintos de los votos a los jueces. ¿Por qué los presidentes de las cámaras no convocan a la Comisión de Justicia o a una comisión determinada y empieza un proceso, dentro de las Cámaras y no en los despachos particulares de los ministros y de los representantes de la oposición?.

La otra reforma absolutamente necesaria para que haya cultura del acuerdo es un cambio de las leyes electorales. Las listas cerradas y bloqueadas nos están llevando a la partitocracia.

MR. – Tengo la sensación de que podríamos habilitar el tema de la segunda vuelta francesa porque tiene una gran ventaja, que es que el pacto lo hace el elector, no el partido.

Esto descarga de mucha tensión y genera posibilidades de mayorías más estables.Todos sabemos que hay valores que se han revalorizado a lo largo del tiempo. Hemos aprendido que esto de la estabilidad realmente es un valor muy importante.

JLC. – Ya lo creo que lo es. 

MR. – La estabilidad institucional es muy importante.

JLC. – Miquel, está agonizando ya esta conversación, pero antes de acabar quisiera hacer una breve referencia. Este es un período electoral. Lo hemos tenido en Galicia y ahora  estamos en Cataluña, ¿Podemos confiar en que la clase política llegue a esta política del consenso y que mejore la vida de los ciudadanos?

MR. – Yo quiero confiar. Si no sería muy triste. Tengo confianza en que las cosas pueden ir mejor. Y no únicamente tengo la confianza, sino que, para entendernos, insto a que esta confianza encuentre su origen en el comportamiento de los protagonistas políticos.

Cada uno tiene derecho a pensar lo que quiera. La democracia y la libertad son para eso. No pido a nadie la renuncia ideológica ni la renuncia a sus planteamientos. Lo que digo es que esto debe hacerse compatible con el respeto a los derechos de los demás. Y entre todos, encontrar fórmulas que aseguren convivencia, estabilidad, progreso. Claro que creo que es posible.

JLC. – Además de posible, ¿es previsible?

MR. – Harari dice en su libro de Homo Deus que «la eternidad no es previsible, pero no es imposible». En este momento cuesta entender pero es posible. Nos costará entenderlo, seguro. Pero todo lo que se ha hecho en otros momentos de nuestra historia también era difícil. ¿Hemos de ser muy desgraciados para entendernos?

JLC. – Miquel Roca, padre de la Constitución, de la constitución del consenso, de la constitución de la Transición, de la constitución de la reconciliación, muchas gracias. 

MR. – Gracias a vosotros.

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El colapso del sistema institucional (Cataluña, la Fiscalía, el Rey)

La derecha tiene que dejar de aferrarse a la transición porque el sistema de 1978 ha colapsado. Sánchez ha llegado a manipular al Rey y el fiscal general ha perdido los papeles

José Antonio Zarzalejos en El Confidencial, 090524

Obtengan o no mayoría absoluta los independentistas en las elecciones del domingo en Cataluña, el gobierno de la comunidad quedará al arbitrio de una fuerza política, sea la de Puigdemont, sea la de Junqueras, adversarias del sistema constitucional español.

El pasado día 21 de abril, ocurrió lo mismo en Euskadi: 54 de los 75 escaños en el Parlamento Vasco correspondieron a dos partidos, el PNV y Bildu, que impugnan la Constitución de 1978. El mal trae causa del bipartidismo imperfecto que precisó de los nacionalistas vascos y catalanes para que el PSOE y el PP pudieran gobernar.

Se entendió que era una fórmula exitosa para integrar en el sistema a fuerzas segregacionistas. Derivaron después en cerriles secesionistas y Pedro Sánchez se ha encargado de que, pese a su relativa escasa dimensión, dispongan de los mandos de la gobernación del Estado para seguir con su apoyo en la Moncloa.

La convergencia de la crisis territorial, coherente con un modelo autonómico fracasado y que no ha migrado a una plena federalización, con otras de instituciones cruciales, ha llevado al colapso institucional general. La Real Academia Española es muy precisa en su diccionario y define el término colapso, en su primera acepción, como “destrucción, ruina de una institución o sistema”.

Es, por lo tanto, predicable de lo que ocurre en España: el colapso del sistema. Que en las últimas semanas se ha acelerado.

El fiscal general ha perdido los papeles con su irresponsable recusación a magistrados del TS

La Fiscalía General del Estado y su titular registran la peor crisis de crédito de su historia, como ya se adelantó en este blog el pasado 28 de abril. Cuesta encontrar precedente de un fiscal general tan contestado por sus subordinados y tan desautorizado por los tribunales.

Y, más aún, localizar la apertura de una investigación judicial por revelación de secretos contra dos fiscales amparados ambos expresamente por Álvaro García Ortiz, ayer reprobado por el Senado. Nunca tampoco un fiscal general del Estado ha llegado a la irresponsabilidad sectaria de recusar a toda una sección de Sala Tercera del Tribunal Supremo con una motivación tan peregrina como la esgrimida.

Es doctrina consolidada que un juez no pierde su imparcialidad por juzgar dos o más veces a una misma persona por distintos hechos. El personaje ha perdido los papeles. Y ya es verosímil que acabe ante la Sala Penal del TS.

Añádase a la crisis de la Fiscalía la del Consejo General del Poder Judicial, cuya responsabilidad recae tanto sobre el Gobierno como sobre la oposición, pero también sobre el Congreso y el Senado a los que la Constitución encomienda la renovación de sus vocales.

El Congreso y el Senado se han comportado dócilmente ante la partitocracia en la no renovación del CGPJ

Ambas cámaras legislativas se han comportado de manera incalificablemente indiferente a una obligación constitucional que les concernía, sustituyendo su cumplimiento por una dócil obediencia a la partitocracia.

Si falla la Fiscalía General del Estado y quiebra el órgano de gobierno de los jueces, el poder judicial se une a la inanidad del legislativo y el país se queda en manos del Gobierno y de su presidente que han entregado las llaves del Estado a sus más feroces adversarios: la extrema izquierda y los partidos independentistas y nacionalistas vascos y catalanes.

Con ellos han pactado los socialistas la investidura de Sánchez y solo unos meses después, qué paradoja, el presidente ha renunciado a presentar en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado ante el riesgo de que fueran rechazados por sus propios socios.

La corrupción revienta de nuevo las costuras de la sociedad española como en los peores tiempos pasados, sean estos los del PSOE o los del PP. La corrupción presenta gamas de colores, desde el negro -delitos puros y duros- hasta el gris, como el nepotismo y el reparto clientelar de puestos públicos en la Administración o en las empresas participadas por el Estado.

Los nombramientos de exministros y personas de confianza del Gobierno, sin acreditación de capacidades para desempeñar sus funciones con solvencia, son constantes y en todos los ámbitos. Hasta el punto de que los tribunales han revocado algunos descaradamente inidóneos.

El gobernador del Banco de España advierte de que la desconfianza de los ciudadanos ante las instituciones está en máximos

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, compareció el martes por última vez en el Congreso con un mensaje certero: la desconfianza de los ciudadanos en el Gobierno y en los partidos políticos está en máximos.

Y probablemente, más lo estará si su sustitución en junio, y luego de otros cargos al frente de organismos del sector institucional de la Administración General del Estado (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, presidencias de las Comisiones Nacionales de Valores y de los Mercados y la Competencia, entre otros) se adjudica con el mismo criterio que embajadas, puestos en consejos de administración de empresas participadas por la SEPI, organismos autónomos como el CIS, corporaciones como RTVE y tantos otros.

El Rey está siendo víctima de un proceso lento pero constante de dilución institucional

Y para que nada faltase en el diagnóstico del colapso del sistema, que alcanza también a la más errática política exterior desde el primer gobierno de la democracia, la manipulación del Rey por el presidente del Gobierno en la mañana del lunes 29 de abril para introducir un ingrediente adicional de ansiedad y suspense en su pantomima reflexiva fue realmente escandalosa.

Ese episodio merece un análisis aparte cuando se aproxima el décimo aniversario de la proclamación ante las Cortes Generales de Felipe VI (19 de junio) que está siendo víctima, se reconozca o no, de un lento pero constante proceso de dilución institucional cuya responsabilidad no es solo, aunque sí principalmente, de un Gobierno integrado en parte por una extrema izquierda que detesta la monarquía parlamentaria y apoyado por un secesionismo que entiende la figura constitucional del Rey como el último baluarte a conquistar para abrir un proceso constituyente, sea formal o de facto.

Funciona razonablemente en España la sociedad que se declara cada día con mayor énfasis autónoma del circo político y de la destrucción del sistema. Recuerda a la italiana que, al final, ha transformado su entramado de partidos de manera radical hundiendo en la nada al eurocomunismo, a la democracia cristiana y al socialismo.

No es un modelo precisamente alentador, pero será inevitable si el país no recupera tono y la oposición no lanza una proposición audaz de reforma constitucional.

La derecha tiene que dejar de aferrarse a la Transición y hacer una nueva propuesta de reforma constitucional

Una Constitución que sirve como la actual tanto para amparar una democracia como una autocracia que la desafía, constituye un despropósito. Con razón el politólogo Ángel Rivero, en entrevista a El Mundo el pasado 27 de abril, sostenía que el PP “se ha aferrado a un mundo que se ha desvanecido y que era el de la Transición”.

Ese es el salto histórico que la derecha democrática debe dar para llegar al poder: una nueva propuesta constitucional que no permita autocracias como la de Sánchez ni deslealtades como las de sus socios y que, además, afiance los valores de la unidad, la solidaridad, la transparencia, la efectividad de las libertades y derechos y un mejor sistema de representación de los ciudadanos en el que la dación de cuentas sea una exigencia permanente frente a la arbitrariedad del poder ejecutivo en la España de hoy.

Obtengan o no mayoría absoluta los independentistas en las elecciones del domingo en Cataluña, el gobierno de la comunidad quedará al arbitrio de una fuerza política, sea la de Puigdemont, sea la de Junqueras, adversarias del sistema constitucional español.

El pasado día 21 de abril, ocurrió lo mismo en Euskadi: 54 de los 75 escaños en el Parlamento Vasco correspondieron a dos partidos, el PNV y Bildu, que impugnan la Constitución de 1978. El mal trae causa del bipartidismo imperfecto que precisó de los nacionalistas vascos y catalanes para que el PSOE y el PP pudieran gobernar.

Se entendió que era una fórmula exitosa para integrar en el sistema a fuerzas segregacionistas. Derivaron después en cerriles secesionistas y Pedro Sánchez se ha encargado de que, pese a su relativa escasa dimensión, dispongan de los mandos de la gobernación del Estado para seguir con su apoyo en la Moncloa.

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La lógica de suma cero que impulsa a la extrema derecha alemana
Sean Gallup/Getty Images

La lógica de suma cero que impulsa a la extrema derecha alemana

Dalia Marin en Project Syndicate , 090524

El creciente apoyo al partido de extrema derecha Alternative für Deutschland (AfD) preocupa por la posibilidad de que Alemania se encamine hacia su mayor crisis política desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Por otra parte, es cierto que la AfD —que este año había llegado al 22 % en las encuestas nacionales— se ha visto envuelta en escándalos: en enero se supo que varios funcionarios del partido se habían reunido con neonazis para conversar sobre planes de deportación masiva de inmigrantes y ciudadanos alemanes naturalizados, lo que generó protestas generalizadas; y en abril el candidato principal de la AfD para las próximas elecciones del Parlamento Europeo, Maximilian Krah, fue tildado de «caballo de Troya» después de que uno de sus empleados enfrentara cargos legales por espiar para China.

Pero a pesar de esos reveses el ascenso de los movimientos extremistas en toda Europa —especialmente la sorprendente victoria del Partido por la Libertad (liderado por Geert Wilder) en las elecciones de 2023 en los Países Bajos— llevó a muchos alemanes a temer que el ascenso político de la extrema derecha sea imparable.

A menudo se atribuye el creciente apoyo a partidos como la AfD en toda Europa al enfado de la gente por la inmigración y los protocolos de seguridad contra la COVID-19 (como los confinamientos, el uso obligatorio de tapabocas y las vacunas). También se echa la culpa a la percepción de que los gobiernos están avanzando hacia la transición verde a demasiada velocidad, lo que podría perjudicar a algunos de los sectores más pobres de la población; pero un artículo de 2023 de varios autores —entre ellos, la economista de Harvard Stefanie Stantcheva— sugiere que el ascenso de los partidos populistas de izquierda y derecha responde a un cambio más amplio en el pensamiento social: la adopción del concepto de la suma cero.

Stantcheva y sus colegas definen la idea de la suma cero como la creencia de que para que un grupo gane otro debe perder. El populismo político, las teorías conspiratorias en línea y el sentimiento nativista, señalan los autores, «surgen de la idea de que un grupo gana a expensas de otros —sea la elite global, el “estado profundo” o los habitantes de otros países—».

No sorprende que los autores identifiquen un vínculo entre la idea de suma cero y el apoyo a la redistribución económica y a los movimientos antinmigratorios; cuando la gente cree que la acumulación de riqueza se da a expensas de los menos afortunados, quienes abrazan la idea de la suma cero esperan que el gobierno intervenga. Por el contrario, quienes creen en la suma positiva piensan que cuando ellos se enriquecen todos se benefician: la marea creciente eleva a todos los botes. Los partidarios de la suma cero suelen percibir a la inmigración como inherentemente perjudicial para los ciudadanos nativos, por lo que están más dispuestos a apoyar las políticas restrictivas.

¿Qué impulsa al pensamiento de suma cero? Para los autores ese sentimiento suele prevalecer en períodos de estancamiento económico, cuando los recursos son escasos; por el contrario, es menos probable que los miembros de las sociedades que sociedades experimentan un crecimiento económico robusto y mayor movilidad social perciban a la economía política en términos de suma cero.

Esto podría explicar el brusco aumento reciente del apoyo a la AfD, como muchas otras economías europeas, Alemania apenas se había recuperado de la crisis financiera mundial de 2008 cuando fue duramente golpeada por la pandemia y la crisis energética que resultó de la invasión rusa a Ucrania.

Es interesante que, según los autores, los jóvenes son más proclives a pensar en términos de suma cero que las personas de mayor edad; es una tendencia estrechamente vinculada con las condiciones económicas: cuando los jóvenes enfrentan perspectivas laborales limitadas y ven pocas posibilidades de movilidad ascendente es más probable que adopten la idea de la suma cero.

Según el estudio, la probabilidad de que la percepción de los jóvenes de hoy sea desmotivadora es mucho mayor; por ejemplo, son más proclives a creer que el éxito depende más de la suerte y las conexiones que del esfuerzo. Esto es especialmente así en Alemania, cuya tasa de movilidad social está entre las más bajas de la OCDE. Es revelador que los alemanes de mayor edad —que disfrutaron los frutos de la bonanza de posguerra en sus años de formación— se inclinen más hacia las políticas de crecimiento que hacia las de redistribución. Un estudio reciente de las tendencias confirma que la adopción de la idea de la suma cero creció entre los jóvenes alemanes: el 22 % de quienes tienen entre 14 y 29 años respondieron que votarían por la AfD si hubiera una elección federal hoy, cuando ese número era del 9 % en 2022.

Aún no están claras las consecuencias políticas de este cambio. Aunque la AfD, que se opone tanto a la inmigración como a la redistribución, no encaja claramente en la categoría de la suma cero, un nuevo partido alemán busca aprovechar ese sentimiento de manera más sistemática: la Alianza Sahra Wagenknecht, creada por exmiembros del Partido La Izquierda (Die Linke), alienta la redistribución y se opone a la inmigración y al apoyo económico y militar a Ucrania; parece que le quitará votantes a la AfD y limitará así su crecimiento.

De todas formas, los antídotos más eficaces contra el populismo político siguen siendo el crecimiento económico robusto, la abundancia de oportunidades para los jóvenes y un nivel de movilidad social elevado. A menos que Alemania abandone la idea de la suma cero y vuelva a motivar a sus jóvenes, la caída de la innovación y la desaceleración del crecimiento podrían causar daños económicos sustanciales en el largo plazo.

Dalia Marin, Professor of International Economics at the School of Management of the Technical University of Munich, is a research fellow at the Centre for Economic Policy Research and a non-resident fellow at Bruegel.

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Stephane YAICH

A favor de la tauromaquia

Mientras la tauromaquia sea por ley patrimonio nacional y considerado arte, el debate será cultural

Rebeca Argudo en ABC, 090524

Con la tauromaquia me pasa como con la monarquía, con el catolicismo y con el azúcar. Ni soy monárquica, ni soy creyente, ni me entusiasma el azúcar en el café. Y no he ido nunca a los toros. Pero, desde que parece que lo único moralmente aceptable en este país es ser republicano, ateo, pedir panela y despreciar la fiesta nacional, estoy más a favor que nunca de que se pueda ser monárquico, católico, aficionado a los toros y tres de azúcar, cuanto más refinado mejor. Así que, no soy aficionada, pero lo estoy: me declaro taurina por delegación de competencias.

Y, como taurina por subrogación, sigo con mucha atención los debates al respecto. En realidad no son debates, son monólogos sucesivos. Leo columnas a favor y leo columnas en contra. Veo a unos quejarse de que el debate sosegado es imposible porque les acusan de incultos para, a continuación, acusar de insensibles y torturadores a los que discrepan. Y, a los otros, acusar de ignorantes justo después de quejarse de que les tachan de salvajes.

Si algo me interesa de la conversación pública, más que llegar a una avenencia, que me parece a mí sobrevalorado el consenso y valoro más el respeto (tiene ese ‘chin’ de tolerancia y pluralidad que me gusta), es ver los términos en los que se desarrolla. Y en esto de los toros advierto cierta querencia por una parte de arrastrar el diálogo al terreno de lo moral. Y aquí a mí me parece que la trampa es manifiesta. ¿Por qué debería ser un debate moral y no económico? ¿Por qué moral y no cultural? ¿Por qué moral y, no sé, ya puestos, esotérico? Hagan la prueba la próxima vez que vayan a discutir con alguien por el motivo que sea. En cuanto le expongan un argumento, cuanto más elaborado mejor, sentencien que el debate no es, me lo invento, sociosanitario sino moral. Deje al otro ahí, macerándose en la impotencia por lo inservible de sus argumentos, mientras usted se barniza con el brillo impagable de haberle juzgado ya como despreciable e inmoral. ‘Knockout’.

Pero, como esta es mi columna, voy a aprovechar lo que me queda de ella para reconducir el debate al marco de lo cultural. Porque aquí de lo que se está hablando es de que un ministro de Cultura haya decidido retirar el premio Nacional de Tauromaquia con base en sus propios gustos y particulares juicios, cosa que no se entiende fuera de la ideología y el fanatismo. Mientras la tauromaquia sea por ley patrimonio nacional y considerado arte, el debate será cultural. Porque estamos hablando de eso, de arte y de cultura. Y si lo quieren arrastrar al terreno de lo moral, sería necesario entonces abordar el tema sin ambages, plantearse la derogación de la ley que protege la tauromaquia y el dejar de considerarla una de las bellas artes, con las herramientas previstas para ello por nuestra democracia. Y que no son, desde luego, las íntimas convicciones de nadie de su irreprochable moral frente a la muy reprobable de quien discrepe. Mientras tanto, esto claro que va de cultura. Y de respeto.

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Por qué China ofrece evidencia para optimistas y pesimistas por igual
STR/AFP via Getty Images

Por qué China ofrece evidencia para optimistas y pesimistas por igual

Zhang Jun en Project Syndicate, 090524

Es poco frecuente que las evaluaciones sobre el desempeño y el potencial de una economía diverjan tan marcadamente como sucede en el caso de China. Mientras que algunos economistas elogian los logros pasados y las perspectivas futuras de China, otros se centran en las supuestas fallas de su modelo de desarrollo y sugieren que la trampa del ingreso medio está a la vuelta de la esquina.

Pero inclusive más remarcable que la marcada divergencia de opiniones sobre la economía de China es el hecho de que ambas partes pueden reunir una evidencia sólida que respalda sus puntos de vista.

Pocos cuestionarían que China le debe su éxito económico pasado, en gran medida, a la imitación tecnológica, que fue posible y estuvo alimentada por el comercio con economías desarrolladas -y la inversión directa que ellas le inyectaron-, especialmente durante los años 1990 y en la primera década de este siglo. Pero no se puede sostener que traducir la imitación tecnológica en un rápido crecimiento económico no sea un logro. Después de todo, la mayoría de los países de bajos ingresos no han podido hacerlo.

En esta discusión, decir que China todavía carece de algunas tecnologías clave, o que obtuvo gran parte de las tecnologías que tiene gracias al atractivo de su mercado gigantesco, es buscarle la quinta pata al gato. La verdadera medida del éxito tecnológico es la capacidad de convertir las nuevas tecnologías en ganancias, crecimiento y motores de desarrollo.

Y China lo ha hecho no solo usando las tecnologías occidentales en su forma original, sino también mejorándolas y adaptándolas vertiginosamente.

Hoy, China lidera sectores como la tecnología 5G, la energía renovable, las baterías de litio y los vehículos eléctricos (VE), y es un líder mundial en inteligencia artificial. La pregunta que deberíamos estar formulando, como alguna vez observó el exsecretario del Tesoro de Estados Unidos Lawrence H. Summers, no es si la proeza tecnológica de China comenzó con la imitación, sino cómo un país con el cuarto del ingreso per cápita de Estados Unidos se las ha ingeniado para producir tantas empresas tecnológicas renombradas a nivel mundial.

Según Keyu Jin de la London School of Economics, la respuesta es simple: China es un país verdaderamente innovador. A los observadores occidentales les cuesta admitirlo, porque sus perspectivas sobre China están muy politizadas. Yasheng Huang del MIT, en cambio, insiste en que lo único que ha hecho China es reconvertir la tecnología occidental, porque las tradiciones chinas arraigadas restringen la innovación.

A menos que se rompan esas tradiciones, concluye, la caída económica es prácticamente inevitable.

Ambos economistas brindan evidencia para sus análisis con la que podrían escribir libros enteros. ¿Cómo es posible? Una explicación podría ser que, en la economía política sumamente compleja de China, muchos de los factores que se pueden considerar incompatibles con la innovación están compensados o complementados por políticas y estructuras que permiten la innovación.

Muchas veces se ha dicho que la administración económica verticalista de China -inclusive la amplia implementación de una política industrial estatal y la perpetuación de las grandes empresas del Estado (SOE por su sigla en inglés) en sectores clave- es básicamente incompatible con el dinamismo y la innovación. Los críticos señalan que un control excesivo del gobierno central puede derivar en ineficiencias económicas, mala asignación del capital y distorsiones financieras.

Sin embargo, aún si el gobierno central de China emite políticas unificadoras y documentos estratégicos, también les da a los gobiernos locales un amplio espacio de maniobra para fomentar la innovación en el sector privado, en particular generando un contexto pro-empresarial casi perfecto. Aunque el grado de autonomía del que gozan los gobiernos locales no es estático, existe un amplio respaldo de las políticas diseñadas para la economía local.

Asimismo, los líderes de China entienden que, lejos de perjudicar la competencia, los subsidios pueden fomentarla. Para que unas pocas empresas tecnológicas impulsen el desarrollo de una industria emergente, se deben superar enormes barreras de entrada. En la mayoría de los países occidentales, el respaldo de los mercados financieros y de capital desarrollados hace que esto resulte posible, pero, aun así, las empresas necesitan mucho tiempo para alcanzar escala y competitividad.

Dado que esto conlleva costos fijos elevados, los subsidios iniciales son sumamente valiosos -y hasta esenciales.

En China, muchos gobiernos locales están dispuestos a compartir estos costos fijos, y pueden hacerlo, no solo otorgando subsidios, sino también creando fondos de inversión para las industrias emergentes. Esto facilita la entrada al mercado de más empresas, lo que conduce al desarrollo de una mayor capacidad de producción.

De manera crucial, esta capacidad se distribuye en varios espacios, y las empresas operan en mercados individuales sumamente competitivos, en lugar de un mercado único. Como resultado de ello, una participación de mercado dominada por unas pocas corporaciones grandes -como se ve en Estados Unidos, por ejemplo- es poco probable que suceda en la economía industrial de China.

En este sentido, la segmentación económica de China -que los críticos suelen citar como una debilidad- es una fuente de fortaleza.

El ecosistema industrial integral de China implica que las empresas ganan una ventaja competitiva gracias a externalidades de red y economías de escala. Esto ayuda a explicar el rápido crecimiento de los sectores de VE y de baterías de litio de China -un logro que los críticos endilgan a los subsidios industriales de China y que los defensores adjudican a un contexto de mercado doméstico competitivo.

Para los críticos de China, la burocracia excesiva, las SOE dominantes, un sector financiero poco desarrollado y los mercados fragmentados militan en contra del crecimiento de una economía altamente dinámica y competitiva. Sin embargo, como podría afirmar cualquiera que viene observando a China desde hace tiempo, la realidad no es tan simple.

China es un país enorme, con una larga historia de un estado único, profundas tradiciones culturales y una estructura de gobernanza sumamente compleja, que parece centralizada y descentralizada, rígida y flexible, a la vez. El control verticalista convive con una autonomía a nivel local y una innovación de abajo hacia arriba -y hasta permite que esto sea así-. Este fenómeno de “doble hélice” es el que lleva a análisis radicalmente opuestos de las perspectivas de la economía.

Zhang Jun, Dean of the School of Economics at Fudan University, is Director of the China Center for Economic Studies, a Shanghai-based think tank.

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Los enseñantes húngaros que luchan contra Viktor Orban

Tibor Dessewffy  en El Mundo, 080524

¿Cómo podemos luchar por nuestras convicciones si eso pone en peligro nuestro sustento y nuestra seguridad personal? En torno a esta pregunta se debaten hoy algunos húngaros en pleno declive democrático del país bajo el Gobierno de Viktor Orban y su partido, Fidesz.

Para los enseñantes húngaros, que ya llevan ocho años manifestándose en la calle, se trata de una cuestión especialmente grave. Desde 2010 han presenciado cambios de gran alcance que los nacionalistas han introducido en el sistema educativo del país: la reelaboración del plan de estudios para que sea «más patriótico» y familiar; escasas mejoras salariales, a pesar de una inflación que no remite, la falta de personal y unas condiciones ya de por sí miserables que hacen de su profesión una de las peor pagadas de la OCDE y de la UE; una gran reducción del presupuesto destinado a las asignaturas que no encajan con la ideología del Gobierno e incluso su supresión; y una serie de leyes que han degradado los derechos laborales de los profesores y han recortado su capacidad para proporcionar una educación de calidad a los jóvenes.

A simple vista, puede parecer que esta situación no obedece más que a un fallo del sistema, pero en realidad se trata de una característica intrínseca a él. La estrategia de Orban y su Gobierno consiste en destruir poco a poco la educación pública en Hungría. Ya han dicho de forma explícita cuáles son sus objetivos y han asegurado que su ofensiva contra los profesores que no pertenecen a los colegios cristianos es un precio menor a cambio de realizar la transformación cultural que desean para el país.

El primer ministro ha hablado abiertamente sobre la importancia de «las creencias colectivas y las costumbres sociales», y su Gobierno se ha mantenido firme frente a las grandes protestas -entre ellas, las últimas manifestaciones contra un gran escándalo de corrupción-, ha traspasado el control de varias universidades públicas a fundaciones en cuyos consejos de administración figuran altos cargos del partido y ha tomado represalias contra las personas que se atreven a alzar la voz.

Es frecuente que los medios de comunicación patrocinados por el Ejecutivo difamen a organizaciones o individuos que denuncian la situación del país, refiriéndose a ellos como la «izquierda del dólar» o como «agentes extranjeros», igual que sucede en autocracias como la rusa.

Un grupo relacionado con la educación pública que está en el punto de mira del Gobierno es Tanítanék (que se traduce aproximadamente como «quiero enseñar»), un movimiento de base que durante meses coordinó distintas protestas, que cuenta con 90.000 miembros en activo y que en 2023 recibió el Premio Ciudadano Europeo en reconocimiento a su trabajo en defensa de los derechos de los profesores húngaros.

Su cofundadora, Katalin Törley, se ha convertido en una gran figura política por el papel crucial que ha tenido en las olas de protesta que dominaron el país en 2022 y 2023 y porque piensa presentar su candidatura contra Fidesz en las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Ante la inminente presidencia húngara del Consejo Europeo, Törley se ha comprometido a luchar contra las ambiciones de Orban no sólo en su país, sino también desde Bruselas.

A Törley, que era profesora de francés, la despidieron de forma repentina en 2022 junto con otros cuatro colegas por declararse en huelga ante los intentos del Gobierno de revocar la condición de empleados públicos de los docentes, aumentar sus horas de trabajo semanales e impedir que hablaran en contra del sistema educativo, incluso en privado.

La ley que consagraba todas esas medidas, y que ella y otros opositores apodaron como «la ley de la venganza», desató inmensas protestas que se expandieron por varias ciudades húngaras.

En Budapest, decenas de miles de estudiantes y enseñantes salieron a la calle en sucesivas manifestaciones para defender a los profesores y a Törley, que trabajaba desde hacía dos décadas en un colegio de Budapest. Los manifestantes se han mostrado creativos.

Un grupo escribió con hielo la palabra «futuro» (jövo) sobre las escaleras del Parlamento, en una clara representación visual de cómo se derriten las oportunidades de la juventud húngara. Otros, entre los cuales se encontraban muchos estudiantes, llevaron a cabo actos pacíficos de obstrucción, pero se encontraron con una dura reacción policial, incluido el uso de gases lacrimógenos.

El Gobierno no cedió y, a medida que pasaban las semanas y se prolongaban las protestas, empezó a atacar a los profesores participantes y a dejarlos sin la forma de ganarse la vida. Se los acusó de infringir las condiciones estipuladas para ejercer su oficio -establecidas por Fidesz- y, como había pasado con Törley, muchos acabaron perdiendo su puesto de trabajo.

La valiente y firme entrega de Törley, labor que a día de hoy continúa, la ha convertido en un blanco fundamental de la maquinaria de Fidesz. Desde 2022 es objeto de una avalancha casi diaria de insultos, calumnias y análisis negativos de los medios de comunicación progubernamentales, que ahora son más del 80% de los medios públicos del país.

Ha sufrido agresiones físicas -junto con sus colegas de Tanítanék- a manos de seguidores del partido de Orban. Además, el Gobierno no se conforma con arrebatarle su trabajo, sino que le impone constantes multas por «desobediencia civil».

Pese a todo, estos ataques no han frenado el ascenso de Törley ni del movimiento Tanítanék en general, que está expandiéndose gracias a un plan digital, consciente y profesional para llegar a la gente. A diferencia de otros movimientos húngaros, Tanítanék no se limita a los medios tradicionales y las redes sociales, sino que se dirige a sus simpatizantes por correo electrónico, SMS, llamadas telefónicas, en persona y mediante reuniones virtuales.

Diversificar las formas de participación de los ciudadanos de a pie -incluida la posibilidad de hacer donaciones populares- ha dado más fuerza y más partidarios al movimiento, que hoy cuenta con decenas de miles de miembros activos y ha recaudado en dos años más de un millón de euros para ayudar a los profesores en huelga.

La historia de este movimiento es toda una proeza y permite pensar que en la sociedad civil húngara todavía hay esperanza y ganas de enfrentarse a Orban y a su proyecto de conformar un Estado de partido único. A Törley y su comunidad de profesores, alumnos y padres les mueve el deseo de dar a los jóvenes la educación que necesitan y merecen.

No sabemos todavía si vencerán, pero no cabe duda de que la creciente popularidad de esta profesora y de su movimiento nos empuja a ser optimistas sobre la posibilidad de un futuro mejor.

Tibor Dessewffy dirige el Centro de Investigación de Sociología Digital de la Universidad Eotvos Lorand de Budapest y es miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).

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Jorge Dioni
Eva Vázquez [España, 1970]

Las casas no son pimientos

Ante la crisis de acceso a la vivienda, no basta con aumentar la oferta. Si se construyen más unidades sin tomar otras medidas, las comprará quien pueda hacerlo, y la política de acumulación se intensificará

Jorge Dioni López en El País, 080524

Cuando tenía 11 años, le pregunté a mi padre cómo funcionaba la Bolsa. Tras pedirme el paquete de cromos que tenía en el bolsillo, me pregunto cuál era el que tenía repetido más veces. Poli, del Cádiz. ¿Por cuántos lo puedes cambiar? Por ninguno, respondí, ya lo tiene todo el mundo. ¿Y cuál es el que más vale? Lineker, dije, no lo tiene nadie. Pues esa es la idea.

Las empresas se dividen en trozos que se llaman acciones, explicó, y el precio depende de las que haya y lo solicitadas que estén. Se forman corrillos, como en el colegio, y ahí se deciden los precios.

Años después, me confesó que me había mentido. El sector financiero lleva décadas tratando de huir del funcionamiento clásico del mercado e inventando nuevos productos que sean capaces de crear valor incluso de la nada. Puedes usar los cromos de otro para cambiar los tuyos o convertir el de Poli en el de Lineker y viceversa.

Sin embargo, esa explicación para niños de 11 años sigue triunfando. Por ejemplo, en el sector inmobiliario. Si el precio de las casas se ha disparado y hay un problema grave de acceso a la vivienda, la respuesta es que hay pocas y la solución es hacer más. Da igual cómo, pero rápido. Es una idea intuitiva: si hay muchos pimientos en el mercado, su precio baja.

La idea de que hacer más casas no provoca bajadas de precios, sino que incluso suele tener el efecto inverso, puede corroborarse con la experiencia. Nuestro modelo de oleadas hace que el sector se caliente con la expectativa. Cuando hay grúas, es que hay fiesta y suben los precios, que solo se corrigen tras los estallidos.

Esto limita socialmente el acceso y crea un sistema inestable basado en las emociones: exceso y castigo. El ejemplo más claro fue la burbuja con la que comenzamos el siglo. Millones de viviendas en una década. Solo China acogía más grúas que España. En esos años, el precio de la vivienda no dejo de crecer, al igual que el número de viviendas vacías.

La cuestión es que una vivienda no es un pimiento. Además de un producto, un lugar para vivir o un derecho recogido en la Constitución, una vivienda es más cosas. Por ejemplo, una hucha. El sector inmobiliario es la forma de ahorro y legado más popular entre los españoles por la semilla plantada en los años cincuenta.

El primer ministro de Vivienda, José Luis de Arrese, optó por un modelo basado en la propiedad privada que iba a contracorriente de lo que se estaba haciendo en la Europa occidental, con mucha más presencia del alquiler y del sector público. El franquismo asumió la idea liberal de “república de propietarios” con la que se estaban construyendo los suburbios en Estados Unidos. John Locke y José Antonio unidos en la estabilidad social de la deuda.

Casi siete millones de viviendas construidas entre 1951 y 2015 con dinero público acabaron en patrimonios privados. Es cierto que, gracias a esta política, muchas personas que partían de las difíciles condiciones de una posguerra depredadora lograron adquirir un patrimonio y se creó una clase media fuerte. Pero hay un reverso.

Mefistófeles siempre reclama su parte. La política de vivienda del franquismo, no rectificada en casi medio siglo de democracia, provoca un enfrentamiento generacional. Los que han tenido acceso a la vivienda en propiedad no quieren que el producto que les sirve de depósito y legado familiar baje de precio, sino que se revalorice, aunque eso signifique dejar sin acceso a la vivienda a las nuevas generaciones.

La vinculación cultural a la propiedad también hace que cualquier español que acumula un cierto capital, Rosalía, Amancio Ortega o Koldo García, considere el sector inmobiliario como su primera opción. Ante los intentos de compra foráneos de empresas estratégicas, cuesta encontrar actores nacionales que entren en el accionariado. Mejor, ladrillo.

Si se hacen casas y no se toma ninguna medida más, las comprarán quienes puedan, aunque no vayan a utilizarlas. De hecho, hay aproximadamente tres millones de viviendas vacías en España. El dato no se conoce con seguridad porque el sector inmobiliario produce su propia información, algo que permite que crezcan los tópicos.

En sus dos mandatos, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero no logró tener un informe fiable sobre el estado de la vivienda en España.

El modelo basado en la propiedad privada provoca que la función de las administraciones no sea tanto garantizar el derecho constitucional del acceso a la vivienda, sino mantener el mercado. Eso fue lo que hicieron cuando estalló la burbuja. Tras el rescate al sector financiero, una opción podría haber sido asumir las carteras inmobiliarias de las cajas para dotarse de una oferta pública, habitual en otros países europeos.

En cambio, se buscaron nuevos inversores a los que se les ofreció esas carteras a precio de saldo. La vivienda también es un activo financiero. De hecho, tras la crisis de 2008, se ha intensificado la inversión en el sector inmobiliario y la estrategia para evitar nuevos problemas ha sido alejarse del mercado.

Es decir, la inversión inmobiliaria no tiene que estar ocupada para ser rentable, sino que depende de la revalorización y, recordemos, la mayor parte de la información que tenemos viene del sector privado.

La vivienda también es un refugio global. Las políticas de atracción de capital tras el estallido de la burbuja provocaron el aterrizaje de grandes fortunas internacionales para las que la Unión Europea y, en concreto, España, es un lugar donde es interesante tener una o varias casas y no solo por el clima y la comida.

Si uno mira el mapa del mundo, somos un lugar seguro a todos los niveles: no te van a secuestrar por la calle ni va a haber un cambio brusco de legislación ni la moneda se va a devaluar a plomo un lunes cualquiera. Es un refugio, además de un resort. Si se hacen más viviendas sin tocar nada más, las comprará quien pueda hacerlo y la política de acumulación se intensificará.

Los jornaleros sin tierra de ayer serán los autónomos sin vivienda de mañana.

Por eso, varias administraciones europeas han comenzado a tomar medidas: controles de precios, expropiación de viviendas vacías, obligación de residir para poder comprar, etc. El objetivo es evitar que el capital se concentre en el sector inmobiliario, además de facilitar el acceso a las nuevas generaciones.

Las ciudades envejecen, lo que provoca cambios sociales y culturales. No es el único factor, pero una crisis de vivienda acaba teniendo efectos demográficos y económicos. Como sostenían los liberales, una sociedad rentista es una sociedad paralizada.

Necesitamos más vivienda, pero no de cualquier manera porque la vivienda no es un pimiento. El objetivo de esos mensajes simples es, por un lado, centrar el foco en la cantidad y evitar que se tomen esas medidas más drásticas y, por otro, mantener el mercado caliente.

La idea de que hay que construir más y cuanto antes presiona a las administraciones para facilitar los trámites y echar mano de la clásica política de ayudas directas o indirectas, que acaban siendo una transferencia de rentas al sector inmobiliario.

Necesitamos más vivienda, pero no de cualquier manera porque la vivienda es un elemento clave del equilibrio social. Necesitamos más vivienda pública de calidad, como en el resto de Europa occidental, donde hay un modelo proporcional entre la oferta pública y la privada, y entre la propiedad y el alquiler.

Necesitamos una estructura sana que no se base en oleadas especulativas que dejan un reguero de dolor social cuando estallan. Necesitamos cambiar el modelo no solo para solucionar el gravísimo problema de hoy, sino para evitar el regreso del rentismo como modelo económico. Nos jugamos el futuro.

P. D. Un abrazo a Juan José García Cordero, Poli, del Cádiz. ­­

Jorge Dioni López es periodista y escritor. Su último libro es El malestar de las ciudades (Arpa).

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Vídeos

Cuesta: Estas son las notas del hermano de Sánchez en su enchufe de 273.000 euros. 090524

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Música de Diana.

–«When the Levee Breaks» [1971]es una canción escrita y grabada por Kansas Joe McCoy y Memphis Minnie en 1929, versionada por el grupo británico Led Zeppelin para su cuarto álbum en estudio, Led Zeppelin IV, del que ocupa la octava y última pista. La letra habla de las consecuencias generadas por la inundacion del rio Misisipi de 1927. Vía Diana Lobos, ‘90524.

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Humor
La viñeta de Caín
Felipe Hernández Cava ‘Caín’, España, 1953’y Federico del
V Barrio (ilustrador, España, 1957), en la Razón

 

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Sanchismo seco y fantasioso

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  • Los insultos de Puente a Milei desatan una crisis diplomática sin precedentes entre España y Argentina

Milei pide a Sánchez que se preocupe de sus «problemas» y califica el ‘caso Begoña’ de «escándalo de corrupción»

Roberto Perez en ok diario, 040524

COMUNICADO DE LA OFICINA DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ARGENTINA A SÁNCHEZ, DEL 030524

Los insultos lanzados este viernes por el ministro socialista Óscar Puente contra Javier Milei en un acto de partido en Salamanca han desatado una crisis diplomática sin precedentes entre España y Argentina. No se recuerda en la etapa democrática excesos mitineros de un miembro del Gobierno español atacando directamente al presidente democráticamente elegido en otro país que, además, se encuentra en la lista de estados amigos de España. Puente ha insinuado que el presidente Javier Milei se droga con «no sé qué sustancias».

La respuesta del Gobierno argentino no ha tardado en llegar. La pasada medianoche, la Oficina del Presidente de Argentina emitió un duro comunicado en el que censura «las calumnias e injurias» lanzadas por el ministro Puente y reprocha a Pedro Sánchez que, en vez de preocuparse de los «problemas» de España, ampare ataques verbales a un jefe de gobierno extranjero elegido democráticamente en las urnas.

El comunicado de la Presidencia de Argentina habla directamente del caso judicial que afecta a la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, por los negocios de los que se ha lucrado con fondos de empresas que se han beneficiado de contratos y ayudas del Gobierno español. «Por el bien del Reino de España, esperamos que la Justicia actúe con celeridad para esclarecer semejante escándalo de corrupción que afecta directamente la estabilidad de su Nación y, por consiguiente, las relaciones con nuestro país», reza la nota oficial difundida por la Jefatura del Ejecutivo argentino.

«El Gobierno de Pedro Sánchez tiene problemas más importantes de los que ocuparse, como las acusaciones de corrupción que caen sobre su esposa, asunto que lo llevó incluso a evaluar su renuncia», incide el mismo comunicado.

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‘Caso Begoña‘. Miguel Bernad (Manos Limpias): «Con las pruebas que hemos aportado, Sánchez no llega a julio»

Mariela Mensat en ok diario, 040524

Miguel Bernad (Bilbao, 1942) fue letrado del Ayuntamiento de Madrid por oposición al Cuerpo Técnico Jurídico, director de personal y asesor del concejal Ángel Matanzo (PP). Formó parte del sindicato de Fuerza Nueva, que se llamaba Fuerza Nacional del Trabajo y que obtuvo 11 delegados en el Ayuntamiento de Madrid siendo alcalde Enrique Tierno Galván. Más tarde, fue secretario general del Frente Nacional hasta que el partido se disolvió en 1993, y en 1995 fundó Manos Limpias. Bernad ha analizado en una entrevista con OKDIARIO la denuncia a Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno.

PREGUNTA.- ¿Qué opinión tiene de todo el numerito que ha montado Sánchez para salir indemne del escándalo del presunto tráfico de influencias de su mujer?

RESPUESTA.- El comportamiento de Pedro Sánchez, como mínimo, lo califico de irresponsable. Ningún presidente de gobierno de la Unión Europea en una situación similar hubiera actuado de esa manera tan irresponsable.

Un presidente de gobierno de cualquier país de la Unión Europea hubiera ido al presidente de la República y/o al jefe del Estado, en este caso el rey Felipe VI, y en ese mismo momento hubiera presentado su dimisión. Hemos aportado una documentación que son documentos probatorios de que Begoña Gómez ha estado inmersa como seguidora en un claro y manifiesto tráfico de influencias.

P.- ¿Qué nos puede avanzar de esas nuevas pruebas presentadas? 

R.– El avance en principio es que el viernes pasado ya aportamos los cuatro contratos obtenidos por intermediación directa y definitiva de la denunciada Begoña Gómez, los cuatro contratos concedidos ilegalmente a Carlos Barrabés, saltándose todos los requisitos de la licitación. La licitación de Carlos Barrabés en estos cuatro contratos concedidos por Red.es no reunía los requisitos. Y también hemos aportado las pruebas del rescate por importe de 600 millones a una aerolínea. Bajo mi punto de vista, está fijada ya la fecha en la que el presidente del Gobierno tendrá que dimitir.

P.- En OKDIARIO hemos sacado noticias de la relación de usted con el suegro de Pedro Sánchez…

R.– Yo entonces era el secretario general del sindicato Fuerza Nacional de Trabajo, que era el sindicato de Fuerza Nueva y, como me conocían, me dijeron que un amigo tenía una serie de locales de ocio en el centro de Madrid y que no tenían licencias, pero que había policías locales que se estaban aprovechando. Entonces conseguí que el trámite de las licencias fuese más rápido para que esos policías no siguieran haciendo lo mismo.

P.- ¿Estamos cada vez más cerca de un régimen chavista?

R.- Sin duda. Totalmente.

P.- ¿Qué le parece que se quiera controlar la libertad de prensa?

R.– Yo aplico el refrán castellano que dice dime de qué presumes y te diré qué careces. Me parece algo inaudito que voces críticas y discrepantes de determinados medios de comunicación tengan una respuesta. Totalmente.

Desde mi punto de vista, Pedro Sánchez se ha convertido en encubridor y cooperador necesario de los negocios presuntamente ilícitos de la denunciada, Begoña Gómez.

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Luis Haranburu Altuna es autor de «Pedro Sánchez y el Síndrome de Narciso. De la democracia al socialpopulismo autócrata», publicado recientemente por la editorial Almuzara Antonio Muñoz Molina

 

Los 9 ‘atributos’ de Pedro Sánchez, un narcisista de libro

Luis Haranburu Altuna en El Mundo, 050524

l autor del libro más premonitorio del espectáculo que culminó Sánchez el lunes hace el retrato del “presidente Narciso”, y cómo tener ese ‘síndrome’ está condicionando su actuar político. Analiza uno a uno los nueve criterios con los que la Asociación Americana de Psiquiatría identifica el trastorno de la personalidad narcisista. Sostiene el autor que Sánchez tiene envidia a Felipe VI, por sentirse en posición inferior tanto en los protocolos como en la jerarquía constitucional

En España, al presidente Pedro Sánchez se le ha atribuido, en varias ocasiones y por distintas personas, una personalidad narcisista que estaría en el origen de algunas de sus actuaciones y comportamientos políticos. Como bien precisó Freud en su Introducción al narcisismo (1914) todos los humanos atravesamos por un periodo narcisista, en la infancia, y ello contribuye a la construcción de nuestra personalidad, pero el narcisismo puede convertirse en un problema cuando se convierte en un síndrome que afecta a nuestra personalidad adulta y determina nuestras conductas.

Desde esta perspectiva es plausible observar que en la personalidad política de Sánchez convergen signos y rasgos que sugieren un síndrome narcisista, que influye y que condiciona su particular estilo de gobernanza.

Tras la II Guerra Mundial, los ensayos de Robert Jay Lifton sobre los médicos nazis y los regímenes comunistas, habían ampliado el marco de estudio de la psiquiatría. Pero será con Christopher Lasch y su ensayo La cultura del narcisismo (1979), cuando el narcisismo deja de ser tema exclusivo de la Psiquiatría para convertirse en objeto de estudio de la Sociología.

La psiquiatra francesa Marie-France Hirigoyen con su libro Les Narcisse (2019) denuncia la explosión narcisista que afecta a las actuales élites políticas, con especial atención al perfil narcisista de Donald Trump. Los mencionados autores constituyen el marco referencial del presente ensayo.

Cuando Trump anunció en 2015 su candidatura a la Casa Blanca, médicos de prestigio formularon públicamente la ineptitud de Trump para acceder a la presidencia, habida cuenta del trastorno de personalidad narcisista que el candidato padecía. Esto lo recuerda con precisión Hirigoyen en Los Narcisos han tomado el poder… 

Trump se instaló en la Casa Blanca en enero de 2017 y la cuestión volvió a suscitarse tras su elección. James A. Herb inició un proceso contra él invocando el artículo 3 de la vigésima quinta enmienda, que fue rechazada por el Supremo. En febrero de ese año, un nutrido grupo de psiquiatras y psicólogos creó la plataforma Citizen Therapists Against Trumpism para alertar sobre los peligros que el perfil psicológico de Trump suscitaba.

Dos eminentes psiquiatras publicaron, en marzo de 2017, un artículo en The New York Times en esa misma línea. Una marcha de mujeres que reunió a cuatro millones de personas se manifestaron el día siguiente a su investidura. Ninguna de estas iniciativas tuvo éxito y todos conocemos las incidencias durante la presidencia Trump. Estas actuaciones que parecen sacadas de un tráiler de Hollywood son impensables en otro lugar que no sea en los Estados Unidos de América.

Por supuesto, a nadie se le ocurre atribuir a Pedro Sánchez un perfil psicológico que le incapacitaría para gobernar. Y es que una cosa es el atrabiliario y obsceno narcisismo de Trump y otra muy distinta el formalmente atenuado narcisismo atribuible a Sánchez. A efectos políticos, sin embargo, el narcisismo de ambos tiene consecuencias inmediatas en la vida de los ciudadanos.

La American Psychiatric Association ha confeccionado un listado de nueve criterios que ayudan a identificar el trastorno de la personalidad narcisista. Dichos criterios, reunidos en el manual diagnostico (DSM-5), son los que enumeramos a continuación y trataremos de discernir su posible aplicación a la personalidad del presidente Sánchez. Estos son los nueve criterios para detectar el trastorno de la personalidad narcisista:

1. SENTIDO GRANDIOSO DE SU PROPIA IMPORTANCIA

Pedro Sánchez posee un sentido grandioso de sí mismo. Se siente capacitado para ocupar las más altas cotas de poder. En la lectura de su libro de memorias es observable el constante vaivén entre la percepción de su alta valía e importancia y el sentimiento de víctima al percibirse como no reconocido en lo que vale.

La personalidad narcisista de Sánchez tolera mal a sus críticos y será éste un rasgo característico de su manera de encarar la acción política. Toda crítica, todo disenso, será asumido como un ataque personal y actuará en consecuencia. No concibe que su entorno no asuma la grandeza de su personalidad e ignore las altas capacidades de las que se cree investido.

2. FANTASÍAS DE ÉXITO ILIMITADO, PODER, ESPLENDOR Y BELLEZA

España fue uno de los países más afectados por el Covid-19. El número de los muertos confirmados es superior a los 160.000 fallecidos. Cifra que no ha sido certificada por los conductos del Gobierno, que siempre trató de minimizar su número. P. Sánchez, lejos de hacerse la autocrítica por el exceso de muertes y la ruina económica producida por la pandemia, se felicita de haber salvado 450.000 vidas y de la justeza de sus políticas de excepción, que fueron declaradas inconstitucionales por el TC.

3. CREER SER ESPECIAL Y ÚNICO. SÓLO PUEDEN COMPRENDERLO QUIE-NES SON DE SU NIVEL

Pedro Sánchez cree estar muy por encima del nivel de sus contrincantes. Quienes no saben apreciar sus muchas cualidades son unos pobres diablos, a los que la envidia y la superioridad ajena les impide ver su grandeza.

4. NECESIDAD EXCESIVA DE SER ADMIRADO

Llama la atención el culto a la personalidad de la que disfruta el presidente Sánchez, que recuerda a regímenes políticos de otras latitudes. Putin, Trump o Xi Jinping se ven rodeados por un profuso culto a la personalidad, que consideran tan justificado como merecido. Algunas actuaciones públicas de Sánchez nos recuerdan el culto a la personalidad del que los mencionados políticos disfrutan. No es muy normal ni habitual que un líder de una democracia europea reciba semejante culto.

5. CREE QUE TODO LE ES DEBIDO Y SUS DESEOS DEBEN CUMPLIRSE DE INMEDIATO

Es esta una de las características del narciso infantil. El niño lo desea todo porque le corresponde y lo quiere ya. Pero el problema se presenta cuando un narciso adulto pretende que sus deseos se conviertan en realidades inmediatas, en ese caso nos hallamos ante un narcisismo de índole patológica.

A este rasgo psicológico obedece, tal vez, el recurrente uso de la figura del decreto ley a la hora gobernar. La urgencia no viene dictada por la realidad, sino por el deseo imperioso del líder. Pedro Sánchez, como buen narciso, pretende que todo le sea lícito y que sus deseos se conviertan en leyes, ya que no en vano cree encarnar en su persona la virtud pública e incluso la razón de Estado.

El pueblo soy yo, piensa Sánchez en su ensoñación narcisista, pero no acaba ahí la cosa, también, el partido es él. La democracia es el gobierno de las leyes. Con el presidente Sánchez, sin embargo, la democracia se transforma en el reino de la arbitrariedad narcisista.

6. EXPLOTA AL OTRO EN LAS RELACIONES INTERPERSONALES. UTILIZA A LOS DEMÁS PARA SUS FINES

Para el Narciso, el otro no existe, o mejor dicho, tan sólo existe como posible instrumento a su servicio. Nuestro presidente tiene merecida fama de utilizar a cuantos le rodean y prescindir de su servicio tras ser utilizados. Tal vez, la mejor descripción de Pedro Sánchez en su faceta de utilizador, sin miramientos, de sus colaboradores se la debemos a Andoni Ortuzar, presidente del PNV, cuando en mayo de 2023 hizo la siguiente declaración:

«Creo que todos los que hemos estado alrededor de Sánchez tenemos la sensación de que somos kleenex para él. Nos usa, nos tira, luego vuelve a coger otro kleenex (…) Creo que él nos ha utilizado a todos, sin excepción, incluido su propio partido».

7. FALTA DE EMPATÍA. NO SUELE RECONOCER NI COMPARTIR LOS SENTIMIENTOS Y NECESIDADES DE LOS DEMÁS

Nada más llegar a la Moncloa, Pedro Sánchez hizo un gran gesto de empatía cuando acogió al barco Aquarius en el puerto de Valencia, significándose como un ejemplo a seguir a nivel mundial. En su posterior ejercicio del poder, sin embargo, se ha de anotar la masacre de Melilla y la penosa acogida a los migrantes de Canarias, que representan la doble cara de su política migratoria.

8. ENVIDIA A LOS DEMÁS Y CREE QUE LOS DEMÁS LE ENVIDIAN

Del Manual de resistencia de Pedro Sánchez cabe entresacar la lista de todos a quienes envidia en un momento u otro de su devenir político. Menciona de manera especial a Barack Obama y Bill Clinton, en quienes admira su capacidad de adaptación y la coherencia de sus postulados.

Es curioso y elocuente el hecho de que Sánchez admire a líderes del sistema presidencial americano, que no están sometidos a ninguna instancia superior. En este sentido, de sus comportamientos con la persona de Felipe VI cabe inferir una actitud de envidia al sentirse en posición inferior tanto en los protocolos como en la jerarquía constitucional.

9. ACTITUDES Y COMPORTAMIENTOS ARROGANTES Y ALTANEROS

Es una lástima que el idioma inglés no contenga un vocablo que sí tiene el castellano, la palabra no es otra que «chulería», que encaja perfectamente en los criterios para detectar el trastorno de personalidad narcisista. El lenguaje corporal de Sánchez, su modo de desplazarse, la manera de conducirse en público y las formas de dirigirse a sus adversarios políticos indican una personalidad que se cree superior y considera una pérdida de tiempo debatir con sus oponentes.

Estas formas, modos y maneras las exhibió Pedro Sánchez en el famoso primer debate en el que confrontó, en el Senado, con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.

ANEXO 1: LA EXCEPCIÓN COMO NORMA… Y UN TIC PROPIO DE FRANCO

El gran logro político de Pedro Sánchez es el haber creado un enemigo frente al cual se justifican la arbitrariedad y el decisionismo iliberal con tal de vencer al mal y a la sinrazón, representados por la derecha conservadora de España. Todo vale si de vencer al mal se trata.

Curiosamente el mecanismo emocional y mental que anima al bloque capitaneado por Sánchez se asemeja al de la cruzada con la que Franco pretendió erradicar del escenario político español a la anti-España, encarnada por las hordas judeo-masónicas. Este escenario bipolar construido por Pedro Sánchez corresponde fielmente al diseño que Carl Schmitt dibujó con éxito y fue implementado por el nacionalsocialismo alemán.

En un escenario político en el que el legislativo está colonizado y dominado por el ejecutivo, el líder que preside el Gobierno de la nación tiene la capacidad de imponer sus decisiones sin contrapeso alguno, convirtiendo la gobernanza en una acto soberano y excepcional.

La excepción se convierte en regla y el decisionismo sustituye a la democracia deliberativa, donde el estado de derecho funciona gracias a la autonomía de los poderes del Estado. Una vez que el legislativo queda a merced del ejecutivo la democracia se devalúa y el Estado de Derecho queda supeditado al albur y a la decisión del líder que preside el ejecutivo.

Este es el escenario político español que Sánchez ha construido neutralizando los contrapesos, en los que la democracia se fundamenta. En el escenario actual tan sólo escapa al control de Sánchez el poder judicial, que resiste como puede, incluso saltándose la letra de la Constitución con el ánimo de preservar su espíritu. Carl Schmitt dejó dicho que soberano es quien decreta el estado de excepción y Sánchez representa el triunfo de la excepcionalidad, fuente de la arbitrariedad.

La conocida ambición de poder del presidente Sánchez ha convertido en virtuosas todas las anomalías morales, éticas y políticas que repugnan a la razón política. El social-populismo de Sánchez ha justificado la creación de un muro infranqueable que excluye a los ciudadanos que disienten de sus políticas.

Sánchez trata de imponer el imperio de sus decisiones sobre el Estado de Derecho. El bien, el progreso y el poder son sus estandartes, pero se rige por el dictamen de Thomas Hobbes: «auctoritas non veritas facit legem». Ni la verdad, ni la ley justa, ni la equidad forman parte de los atributos del social-populismo liderado por Pedro Sánchez.

ANEXO 2: EN SEMEJANZA A PUTIN

En la segunda parte de sus memorias —Tierra Firme— el presidente Sánchez se refiere a Putin en los siguientes términos: «La forma de ser de Putin determina su forma de ver el mundo y ha tenido un papel decisivo como dirigente de un país autocrático». Si el nombre de Vladimir Putin lo sustituyéramos hoy por el de Pedro Sánchez, posiblemente obtendríamos una foto fija de lo que acontece en esta España presidida por el autor de la frase.

Efectivamente, la forma de ser de nuestro presidente determina su forma de ver el mundo y ha tenido un papel decisivo como dirigente de este país (cada vez más) autocrático. Es decir, Sánchez es consciente de que la personalidad de un dirigente determina su cosmovisión y ejerce un papel decisivo en su manera de gobernar.

Lo que no dice el presidente es que él, al igual que Putin, padece de un trastorno de personalidad narcisista que determina su forma de ver el mundo y condiciona sus políticas.

Acabamos de asistir al psicodrama representado por Sánchez con ocasión de sus cinco días de reflexión que han tenido en vilo a España.

Continuará.

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Dos manos con diferentes colores manejando cuerdas en cada dedo, lo que representa la manipulación y control que aparecen tanto en el narcisista como psicopata
Narcisistas y Psicópatas: ¿Son lo mismo?

Muchas personas utilizan la palabra psicópata o psicópata encubierto para definir a personas con un trastorno de personalidad narcisista. Pero la verdad es que utilizar al trastorno narcisista y a la psicopatía como sinónimos no es correcto.

No es lo mismo tener un trastorno narcisista de la personalidad que ser un psicópata.

Primero voy a definir lo que es el trastorno de personalidad narcisista de forma resumida, luego lo que sería la psicopatía, y por último vamos a ver cuáles serían sus similitudes y sus diferencias.

El trastorno de personalidad narcisista se caracteriza por la presencia de un patrón generalizado de grandiosidad, la necesidad de admiración y validación constante por parte de los demás y una carencia de empatía hacia el resto de personas.

Las personas con un trastorno de personalidad narcisista suelen tener una autoimagen inflada, no es extraño que tengan fantasías de grandiosidad, se consideran superiores a los demás y es habitual que reaccionen con ira o agresividad, sobre todo verbal, cuando se sienten menospreciadas o desafiadas.

Pueden comportarse de forma arrogante, mentir, manipular a los demás para conseguir sus objetivos, que van dirigidos a la búsqueda de grandeza y confirmación de su importancia. Por ejemplo, puede afirmar ser expertas en un campo en el que no tienen ninguna experiencia.

También pueden ser insensibles y desconsideradas con los demás. Esto puede provocar la aparición de dificultades a la hora de mantener relaciones profundas con otras personas, ya que la carencia de empatía y la baja disposición a reconocer o identificar los sentimientos y necesidades de los demás provoca conflictos en las relaciones. No es extraño que una persona con un trastorno narcisista ignore las necesidades de su pareja centrándose únicamente en sus propias necesidades y deseos.

Criterios diagnósticos del Trastorno de Personalidad Narcisista (DSM-V)

El trastorno narcisista de la personalidad es un trastorno incluido en el DSM-V, la quinta edición del Diagnostic and Statistical Manual of mental Disorders. Los criterios para valorar la presencia de un trastorno de personalidad narcisista según el DSM-V son estos:

A.Un patrón general de grandiosidad (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en la edad adulta temprana y está presente en diversos contextos, como lo indican al menos 5 de las siguientes características:

  • Sentido grandioso de su propia importancia (por ejemplo, exagera sus logros y talentos, espera ser reconocido como superior sin haber logrado nada que lo justifique).
  • Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor ideal.
  • Cree que es «especial» y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con, otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
  • Requiere admiración excesiva.
  • Tiene un sentido de derecho, es decir, expectativas no razonables de un trato especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas.
  • Es explotador en las relaciones interpersonales, es decir, toma ventaja de los demás para alcanzar sus propios fines.
  • Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
  • A menudo envidia a los demás o cree que los demás le envidian.
  • Muestra comportamientos o actitudes arrogantes o altivas.

Para que una persona sea diagnosticada con un trastorno de la personalidad narcisista, debe cumplir con al menos cinco de los nueve criterios enumerados en la sección A.

Psicopatía

Para empezar la psicopatía, no se incluye como un trastorno en el DSM-V.

Se considera que la psicopatía entraría dentro del espectro del trastorno antisocial de la personalidad. Sería, por decirlo de alguna manera, el extremo positivo de la expresión de este trastorno.

El Trastorno Antisocial de la Personalidad

En base al DSM-V, se tienen en cuenta los siguientes criterios para que una persona pueda ser diagnosticada con un trastorno de la personalidad antisocial:

A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que ocurre desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes hechos:

  • Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención.
  • Deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer.
  • Impulsividad o incapacidad para planificar el futuro.
  • Irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones.
  • Despreocupación imprudente por su seguridad o la seguridad de los demás.
  • Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones financieras.
  • Falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación de haber dañado, maltratado o robado a otros.

B. El individuo tiene al menos 18 años.

C. Existen pruebas de un trastorno de conducta con inicio antes de la edad de 15 años.

D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente durante el transcurso de una esquizofrenia o un trastorno bipolar.

Para que el diagnostico pueda ser realizado, la persona debe cumplir con al menos tres de los siete criterios enumerados en la sección A. Además, la persona debe tener al menos 18 años de edad y que se pueda identificar la presencia de un trastorno de conducta cuyo inicio sea anterior a los 15 años. A parte de esto, el comportamiento antisocial no debe aparecer exclusivamente durante el transcurso de una esquizofrenia o un trastorno bipolar.

Diferencia entre el trastorno Antisocial de la personalidad y la Psicopatía

Visto lo anterior, la psicopatía podría considerarse como una forma extrema del trastorno antisocial de la personalidad.

Ambos trastornos comparten características similares, como la falta de empatía, el comportamiento manipulador y la violación de las normas sociales. Sin embargo, la psicopatía se considera más grave encontrándose en el extremo positivo del espectro del trastorno antisocial:

  • Las personas con psicopatía pueden tener una falta de empatía más profunda, una mayor impulsividad y una mayor tendencia a la violencia.
  • El comportamiento de tipo antisocial es más persistente, es decir, las personas con psicopatía tienden a violar las normas sociales y las leyes de manera repetida y a lo largo de toda su vida, incluso ante la aparición de consecuencias negativas como la pérdida de relaciones, problemas legales, dificultades en el trabajo, etc.
  • En la psicopatía hay menor sensibilidad a la crítica y hay mayor indiferencia a la opinión de los demás.
  • Las personas con psicopatía suelen ser más manipuladoras que las personas con un trastorno de personalidad antisocial. Pueden utilizar tácticas manipuladoras previamente planificadas para conseguir lo que quieren, ya sea poder, control, dinero, sexo o cualquier otro objetivo. La falta de empatía y remordimientos en las personas con psicopatía les permite a estas personas manipular a los demás sin sentirse mal por ello.
  • La culpa y el remordimiento también es menor en las personas con psicopatía. En la psicopatía, las personas no se sienten mal por sus acciones, incluso cuando han dañado a otras personas, ni siquiera reflexionando sobre ello posteriormente.

Como conclusión, la psicopatía puede considerarse una forma extrema del trastorno antisocial de la personalidad debido a la gravedad de los síntomas: el comportamiento antisocial más persistente, la menor sensibilidad a la crítica, la mayor manipulación y el menor remordimiento o sensación de culpa.

Psicópatas y Narcisistas ¿Cuál es la diferencia?

Bueno, pues teniendo en cuenta lo anterior ya podemos suponer que el trastorno de personalidad narcisista no es lo mismo que la psicopatía. Pero sí tienen semejanzas. Advierto que puede que use la palabra “narcisistas”, de vez en cuando, para designar a las personas con un trastorno de personalidad narcisista, pero el narcisismo no siempre es patológico y, por tanto, mostrar actitudes de tipo narcisista en algunas situaciones concretas no implica que haya una patología narcisista de por medio.

Similitudes entre narcisistas y psicópatas

Falta de empatía 

Ambos trastornos se caracterizan por una falta de empatía hacia los demás, tienen dificultades para compartir o percibir en sí mismas los sentimientos de otras personas. Así, una persona con un trastorno narcisista o un psicópata, podría ignorar las necesidades emocionales y manipular a su pareja, a sus amigos, incluso a sus hijos, priorizando sus necesidades, deseos u objetivos.

Manipulación 

Tanto narcisistas como psicópatas suelen tender a la manipulación. Ambos utilizan diferentes estrategias de manipulación para obtener beneficios personales. En este sentido, una persona con un trastorno narcisista o con psicopatía podría mentir o engañar a los demás para obtener fama, renombre, dinero, poder, control, etc.

Necesidad de admiración

Las personas con un trastorno de personalidad narcisista y con psicopatía suelen buscar la admiración y el reconocimiento de los demás, aunque en la psicopatía esto no es tan importante.

Comportamiento antisocial 

Los dos trastornos pueden asociarse con un comportamiento antisocial, lo que significa que suelen saltarse las normas sociales o las leyes. Pero este comportamiento es diferente en una persona narcisista que en un psicópata. Una persona narcisista o psicópata podría cometer delitos o saltarse las normas sociales sin sentir remordimientos o culpa.

Una vez visto en qué se parecen las personas narcisistas y las psicópatas, vamos a ver en qué se diferencian. La diferencia es bastante importante.

Diferencias entre el Trastorno de Personalidad Narcisista y la psicopatía

El trastorno de personalidad narcisista y la psicopatía pueden confundirse a menudo debido a la presencia de algunas similitudes entre ambos, como la falta de empatía y la manipulación. Sin embargo, aunque ambos trastornos pueden manifestarse con comportamientos que desafían las normas sociales y pueden causar dificultades en las relaciones interpersonales, es importante comprender las diferencias entre ellos.

Además, su origen se considera distinto. En la psicopatía se considera que hay, que se nace, con ciertas variaciones en la estructura cerebral, mientras que el origen del trastorno narcisista vendría dado por más bien por factores relacionados con los estilos de crianza y las experiencias tempranas. Aunque esta diferencia considero que es difícil de probar, ya que al nacer no suelen hacerse las pruebas que podrían demostrar este origen. Aún así, sí tienen diferencias importantes:

Autoimagen

Las personas con un trastorno de personalidad narcisista suelen tener una autoimagen inflada y se ven a sí mismas como superiores a los demás. Creen que son únicas, especiales, y esperan ser tratadas como tales.

Según Kernberg, esta autoimagen inflada en el trastorno de personalidad narcisista es una parte central de la estructura del yo, donde hay una gran inversión en mantener una imagen grandiosa de sí mismos. Esta autoimagen inflada puede manifestarse en una actitud arrogante y despectiva hacia los demás. Por ejemplo, una persona con un trastorno narcisista de la personalidad puede esperar recibir un trato especial en un restaurante y sentirse ofendida si no recibe el mejor servicio, incluso tener una actitud vengativa hacia ese restaurante.

En cambio, las personas con psicopatía, no necesariamente tienen esa autoimagen inflada, no basada en la realidad, ni tienen la necesidad de demostrar, de forma obligatoria, su grandeza, ese no es su objetivo. Suelen tener una visión más realista de sí mismas y no buscan, de forma obligatoria, ser vistos como superiores a los demás. Kernberg señala que en la psicopatía, la estructura del yo puede ser más fragmentada, y la grandiosidad no es necesariamente una característica central. La autoimagen en la psicopatía no está organizada en torno a la grandiosidad, y las personas con este trastorno pueden ser más manipuladoras y explotadoras que en el trastorno narcisista sin la necesidad de mantener una autoimagen grandiosa.

Necesidad de admiración y validación

Las personas con un trastorno de personalidad narcisista tienen la necesidad constante de sentirse admiradas, necesitan recibir elogios y sentir que son reconocidas de forma positiva para mantener esa imagen engrandecida, grandiosa, de sí mismas.

Sin embargo, las personas con psicopatía no buscan necesariamente la admiración o validación de los demás. Pueden ser más independientes y no necesitar la validación externa para mantener su autoestima. Por ejemplo, una persona con psicopatía puede engañar a alguien mostrando una imagen en redes para conseguir un objetivo, como atraer a alguien a quien estafar, pero no necesariamente porque busque admiración. En cambio una persona narcisista, sí buscará ese reconocimiento a través de las reacciones a sus publicaciones.

Sensibilidad a la crítica

En el trastorno de personalidad narcisista suele haber una alta sensibilidad a la crítica y pueden reaccionar con ira, desprecio o agresividad cuando se sienten menospreciadas o desafiadas. Suelen tener dificultades para aceptar la crítica aún siendo constructiva y guardar rencor contra aquellos que critican.

En la psicopatía, como esa imagen que dan a los demás no es tan importante habitualmente, suele haber una sensibilidad menor a la crítica, incluso mostrar indiferencia total ante la opinión de los demás. Por ejemplo, una persona con un trastorno de personalidad narcisista puede sentirse ofendida y reaccionar con ira si alguien cuestiona su competencia en el trabajo, mientras que alguien con psicopatía puede ser criticada por su comportamiento en el trabajo y no sentirse afectada, continuar actuando como siempre, como si no hubiera pasado nada.

Relaciones superficiales

Las personas con un trastorno narcisista de la personalidad a menudo tienen relaciones superficiales donde hacen uso de la manipulación o la mentira, incluso pueden utilizar a los demás para obtener esa admiración que necesitan. Esto suele tener como consecuencia la aparición de dificultades para mantener relaciones significativas con otras personas.

Las personas con psicopatía también pueden tener relaciones superficiales y donde haya manipulación, pero no necesariamente para buscan admiración de los demás. Pueden utilizar a los demás para conseguir lo que quieren, pero no necesariamente porque busquen elogios o reconocimiento.

Por ejemplo, una persona con psicopatía puede tener una relación con alguien sólo porque esa persona le brinda un beneficio económico. En el trastorno narcisista, una persona puede utilizar a la otra no para obtener un beneficio material únicamente, sino porque a esa persona la ve como a una extensión de sí misma: si esa persona es importante, esto le puede ayudar a la persona narcisista a alcanzar esa necesidad de autoimportancia.

El objetivo es diferente. En el trastorno narcisista, el objetivo de estas relaciones superficiales es el sentirse importante en la psicopatía, el objetivo no tiene por qué ser obligatoriamente agrandar su imagen.

Falta de empatía

En ambos casos, tanto en el trastorno narcisista como en la psicopatía hay una falta de empatía. Las personas con un trastorno narcisista a menudo carecen de empatía y no se preocupan por las necesidades y sentimientos de los demás, pero a diferencia de lo que ocurre en la psicopatía, en algunos casos, puede haber remordimiento. En algunos casos, repito. Es decir, puede haber una moralidad más desarrollada que en la psicopatía ya que, como se puede deducir, las personas con psicopatía carecen de empatía, remordimiento y culpa.

En los dos casos, por ejemplo, para obtener lo que desean, la persona una puede engañar a alguien sin sentir remordimiento por sus acciones. La diferencia radica en la gravedad de lo realizado. Las personas con un trastorno de personalidad narcisista, pueden ser violentas verbalmente cuando se sienten menospreciadas, pero no es tan habitual como en la psicopatía el llegar a la violencia física. En la psicopatía no hay remordimiento o sensación de culpa ni cuando se han llevado a cabo actos que dañen, no sólo emocionalmente a las personas, tampoco se sienten mal al dañar a otros fisicamente.

Manipulación

Las personas con un trastorno narcisista a menudo utilizan diferentes estrategias de manipulación para obtener elogios, reconocimiento, validación de los demás, para sentirse importantes y endiosadas. Pueden exagerar sus logros, buscar atención y utilizar a los demás para obtener la admiración y reconocimiento que buscan. Por ejemplo, una persona con un trastorno narcisista de la personalidad puede exagerar sus logros en el trabajo para sentirse la mejor entre otros compañeros de profesión.

En cambio, en la psicopatía esa manipulación puede tener como objetivo utilizar a los demás para conseguir algo que quieren, pero no necesariamente o únicamente buscan el reconocimiento de los demás, como sí ocurre en el trastorno narcisista. Una persona con psicopatía puede manipular a alguien para obtener dinero, por ejemplo, pero no porque busque admiración o validación.

Agresividad

En el trastorno de personalidad narcisista suele manifestarse agresividad especialmente cuando la autoimagen se ve amenazada o cuando les critican. Esta agresividad puede ser verbal o, en casos menos frecuentes, física, como he mencionado antes.

En cambio, en una persona con psicopatía es más probable que haya una agresión física hacia cualquier persona si la persona lo considera necesario para conseguir lo que desea o si se siente amenazada.

Comportamiento antisocial

En el trastorno de personalidad narcisista puede haber comportamientos antisociales, pero no es lo que define al trastorno. Pueden ser manipuladoras y utilizar a los demás para obtener la admiración, validación o reconocimiento que buscan, pero no infringen las normas sociales y las leyes repetidamente. Por ejemplo, una persona con un trastorno de personalidad narcisista puede manipular a sus amigos para recibir reconocimiento, pero no tiene por qué cometer un acto ilegal, como falsificar su identidad.

En cambio, en la psicopatía sí que hay mayor tendencia a tener comportamientos que se saltan las normas sociales o las leyes, es decir, a presentar comportamientos delictivos. Además tienden a asumir más riesgos que las personas con un trastorno narcisista, como el llevar a cabo fraudes, robar o, como he dicho antes agredir fisicamente a alguien simplemente por conseguir algo que desean.

Impulsividad y Comportamiento inadecuado

En el trastorno narcisista, las personas tienen mayor cuidado hacia su propia imagen y tratan de mantener una buena reputación, por lo que pueden tener ciertas restricciones internas que les impidan actuar de manera inapropiada o arriesgada.

En la psicopatía hay un menor cuidado de esa reputación, de hecho, no es tan importante, por lo que suelen personas más desinhibidas y no tienen tan en cuenta las consecuencias de sus actos en su propia imagen. Esto se refleja en una mayor impulsividad, no les importa que les vean consumiendo drogas ni el mantener relaciones sexuales sin protección y arriesgarse a transmitir una ETS o a dejar embarazada a una mujer a la que puede que no vuelva a ver, por ejemplo.

Conciencia de la manipulación

Ambas personas, las que presentan un trastorno de personalidad narcisista como las psicópatas, a menudo son conscientes de que están manipulando a los demás. En el caso del trastorno narcisista, como ya he mencionado, para agrandar su imagen y en la psicopatía para conseguir cualquier objetivo.

En resumen, aunque el trastorno de personalidad narcisista y la psicopatía comparten algunas similitudes en el comportamiento, como la manipulación, la falta de empatía y la agresividad, también hay diferencias en lo que motiva esos comportamientos negativos hacia los demás, tienen diferentes objetivos. También se diferencian en la importancia de la autoimagen o reputación, la sensibilidad a la crítica y la expresión de la agresividad.

Las personas con un trastorno de personalidad narcisista suelen tener una autoimagen inflada, ideas de grandeza y una necesidad constante de sentirse admirados y pueden utilizar la manipulación y la agresividad, sobre todo de tipo verbal, para obtener la atención y el reconocimiento que buscan. Las personas con psicopatía suelen tener un comportamiento antisocial, impulsivo, sin medir tanto las consecuencias de sus actos pudiendo agredir fisicamente si lo consideran necesario. Además no buscan obligatoriamente esa admiración narcisista o la validación de los demás.

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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La cuestión es cómo largarlos
Santiago Sequeiros [Argentina, 1971]

La cuestión es cómo largarlos

Arcadi Espada en El Mundo, 050524

(Nacionalismo) 

Mientras Pedro Sánchez come jamón del país en el Siete Puertas, un oscuro figón ochocentista especializado en sangría y paella, como tuvo que precisar el cronista Ellakuría, su gemela némesis Ayuso se disfraza de Tarasca un mito ¡francés! especializado en la doma de monstruos y a los acordes del schotis pasa revista a las tropas, en la parada militar más bochornosa de la historia de España.

Es el ambiente moral y cognitivo idóneo para leer la entrevista de Emmanuel Macron en el Economist y, aún más, para encararse con su discurso en la Sorbona, del 25 de abril, una pieza beligerante y severa sobre las obligaciones militares, económicas y políticas de Europa.

Es conveniente leer la entrevista haciendo un ejercicio de simulación elemental que consiste en imaginar la posibilidad de que el presidente del Gobierno español se sometiera a una entrevista similar. No hay posibilidad. Es simple. El presidente Sánchez no tiene los conocimientos necesarios. Jamón del país.

La conferencia en la Sorbona incluyó un párrafo final que voy a transcribir: «El hecho es que todos los nacionalismos de Europa ya no se atreven a decir que van a salir del euro y de Europa. Pero todos nos han acostumbrado a un discurso de sí, pero, es decir: ‘Tomaré todo lo que ha hecho Europa, pero lo haré más simple, pero lo haré sin respetar las reglas, pero lo haré burlando sus fundamentos’.

Básicamente, ya no proponen salir del edificio o derribarlo; solo proponen no tener más reglas de copropiedad, dejar de invertir, dejar de pagar el alquiler. Y dicen: eso funcionará. Y el riesgo es que todos los demás se vuelven tímidos y dicen: ‘los nacionalistas, los antieuropeos, son muy fuertes en todos nuestros países’».

El párrafo describe la estrategia de Le Pen y de todos los nacionalistas respecto de Europa. Pero tiene un valor aparte para los españoles. Esto es, exactamente, lo que ha hecho aquel Pnv, lo que hizo aquella Convergència y lo que ahora hacen sus herederos: incumplir las reglas de copropiedad y dejar de pagar el alquiler.

Y aún describe algo peor: la actitud rendida y hasta servil de los partidos no nacionalistas: «Es que son muy fuertes…». La cuestión central no es la puramente defensiva, arrinconada, de si los nacionalistas quieren largarse de España o de Europa. La cuestión es cómo largarlos.

(Bulo) 

El miércoles 24 de abril el presidente del Gobierno escribió este párrafo en su llamada Carta a la ciudadanía: «Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor». Cinco días después respondía así a una pregunta de Tve:

 ¿El miércoles estaba dispuesto a dimitir?

 No, no, no. No le niego que posteriormente sí. El miércoles lo que hice fue enviar una carta a la ciudadanía donde yo explicaba mis sentimientos, cómo me sentía después de diez años de acoso, no solamente desde el punto de vista político sino familiar y personal.

Después de cinco días, la innoble farsa que había organizado el presidente era una evidencia para cualquiera. Aunque lo verdaderamente turbador es que el primero que lo supo era él mismo. Escribió la carta sin estar dispuesto a dimitir, pero la carta anunciaba que estaba dispuesto a hacerlo.

Es decir, la carta era un bulo. Fue escrita con la intención de hacer creer que el presidente entraba en una deliberación, pero no había tal: el miércoles Pedro Sánchez ya sabía lo que haría el lunes. La fuente: él mismo en Tve.

El proceso que siguió el bulo fue muy interesante y es posible que dé para una tesis al fin útil de alguna facultad de las llamadas de Comunicación. Todos los españoles creían que el presidente del Gobierno iba a dimitir y lo creyeron hasta el mismo momento del lunes en que abrió su boca.

Sería un intolerable pecado de falsa modestia que no dijera que yo resistí hasta el borde mismo de la conclusión, y solo fui vencido cuando las webs noticiosas empezaron a decir que el Señor de La Moncloa había convocado a los criados para darles cuenta personalmente de su decisión.

Se me hizo por completo imposible el pensar que ese hombre iba a ser capaz de convocar al personal para decirle: «No temáis, me quedo». Pero es que yo no conozco a ese hombre ni de lo que es capaz.

La credulidad española la alimentaron tres grupos: las mujeres, los moralmente superiores y los wishful thinkers. Hablo de mujeres en el mismo sentido sinecdótico en que aquella Irene Montero hablaba de los hombres. Lo cierto es que parece probado estadísticamente que las mujeres votan en mayor medida a Sánchez.

Entre otras razones por guapo. Quizá esto les parezca humillante a algunas, que querrían votarle por sus mayúsculas aportaciones a la Academia. Pero así es la vida. Una nutrida cantidad de papers Ivy League prueban que los guapos lo tienen más fácil para triunfar en esta vida y Sánchez no es la excepción.

Otra nutrida cantidad de papers subrayan la atención predominante que las mujeres dan a las emociones y es una evidencia que su celebrada llegada a la vida pública ha tenido consecuencias. Una de ellas es la sentimentalización de la política. De ahí que la hipótesis del guapo sentimental se hiciera irresistible para tantas y que la resolución final del personaje fuera la del galán enamorado que todo lo deja por ella(s).

A los pocos minutos de hacerse pública la carta, los moralmente superiores, o sea, los hombres y mujeres de izquierdas, empezaron a entonar la conocida sintonía del No todo vale, excepto si lo hacemos nosotros. El bofetón a los que habían hecho del apego al poder de Sánchez un lema de oposición política habría sido de los que marcan una época.

Y su correlato, la hipótesis de un Sánchez desprendido que deja voluntariamente La Moncloa humanamente asqueado era de una potencia tan impresionante que ni yo me atrevería a negar que el propio Sánchez no se meciera en ella en alguna hora muerta de sus cinco días de columpio.

Un Sánchez ido les devolvía una certeza amargamente puesta en duda en estos años de pactos contra la naturaleza y la cultura: «¡Somos auténticos!», iban repitiéndose a lo largo del fin de semana. El desalojo del poder los amnistiaba. Por último estaban los deseantes, la buena gente de derechas.

Por supuesto que creían saber quién era Sánchez. Su cara dura, su capacidad mil veces probada para la mentira, la sumisión de cualquier principio y de cualquier persona a su obsesionada búsqueda del poder, y entiéndase ahora por principio la solidaridad conyugal y por persona su propia mujer, de cuya presunta corrupción había dado noticia, gracias a la carta, la prensa mundial.

Todo lo que creían saber de Sánchez y todo lo que habían dicho de él les obligaba a concluir que se trataba de una farsa más, y la más infame. Pero aun sospechándolo y hasta reconociéndolo te susurraban (wishful) anhelantes al oído: «Se va…». Y fue así cómo el bulo se fue amasando y cómo a punto ya de entrar en el horno, un sonriente Sánchez crujió la mandíbula y la mueca se tornó en risotada: «Que os lo habéis creído, vainas».

El que su primer anuncio ante las mujeres, los morales y los wishfuls que ya habían recuperado la conciencia fuera su intención de presentar iniciativas legales contra los bulos es lo que coloca a este hombre en un lugar inalcanzable de la extendida práctica del cinismo político. Porque, además, y como recordaba en El País Daniel Gascón, la propia regulación de los bulos solo es un bulo más.

Pero lo realmente inconcebible: que Pedro Sánchez sea verdad.

(Ganado el 4 de mayo, a las 18:11, siguiendo el recorrido que hace años Jacob Soll hizo en Político de las noticias falsas, y conviniendo, no solo en que las noticias llevan 500 años de vida impresa y las noticias verificadas poco más de un siglo, sino que antes de todo ello la disputa por la verdad se sustanciaba entre bulos)

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Sánchez, punto y aparte
Gabriel Sanz [España, 1974]

 

Sánchez, punto y aparte

Nada será igual tras la «carta a la ciudadanía» y la gigantesca impostura a la que abrió paso. Asistimos al advenimiento del liderazgo carismático, encarnación directa de la voluntad popular al margen del control democrático de las Cortes y de su propio partido

jaoaquín Manso en El Mundo, 050524

VICTORIA PREGO tuvo tiempo de ver el lunes por televisión el último capítulo de la performance melodramática a la que el presidente del Gobierno decidió someter al país durante cinco días. Atenta con la misma expresividad serena y escéptica con la que ha levantado testimonio periodístico incisivo y extraordinario del último medio siglo de la vida de España.

Todavía con frecuencia utilizamos en editoriales y artículos una cita suya que repetía de manera recurrente en la redacción de EL MUNDO: «La convicción democrática de los líderes políticos se mide por su respeto a la prensa».

Esta sencillez preclara para expresar diagnósticos era solo parte de su inigualable talento. La seriedad y el aplomo con los que siempre ejerció el periodismo, su desprendimiento auténtico de cualquier vanidad y su ejemplar ausencia de sectarismo la convirtieron en una autoridad moral incontestable.

El último capítulo de su Historia de la Transición española en TVE concluye con el discurso con el que Don Juan Carlos abrió las primeras Cortes democráticas, una bellísima exaltación del consenso y el pluralismo político, y sobre la salva unánime de aplausos de los parlamentarios se superpone así la voz memorable y rotunda de Victoria: «Los cimientos de la democracia quedan firmemente asentados ese día. Y de ahí en adelante, el edificio democrático habrá de ser construido día a día por todos los españoles».

Pero en la formación de la cultura política de los ciudadanos juegan un papel determinante los liderazgos. Nada volverá a ser lo mismo tras la «carta a la ciudadanía» de Pedro Sánchez y la gigantesca impostura a la que abrió paso. «Punto y aparte». La encuesta de Sigma Dos que publicamos el jueves ofrece una muestra de retroceso democrático muy preocupante en el dato de que más de la mitad de los votantes del PSOE son partidarios del control administrativo previo de los medios.

Esa intransigencia hacia la discrepancia tampoco habría sido posible sin la adhesión acrítica a las pretensiones intervencionistas del presidente de un nutrido grupo de dizque intelectuales y periodistas.

Se trata de que sean estos mismos quienes espoleen una atmósfera coactiva contra los periodistas del otro lado del muro que él construye y también contra los jueces. De confundir intencionadamente un problema real, como es el de la desinformación y la facilidad instantánea con la que viaja en el entorno digital, con sus exclusivas tribulaciones personales: de hacer indistinguibles las informaciones ciertas de las falsedades, de convertir en verdad sólo aquello que al presidente le conviene y descalificar el resto. Sembrar la incredulidad para hacerse inmune.

De alimentar, en fin, un clima de excepcionalidad que justifique eventuales medidas excepcionales, desde la restricción arbitraria de la publicidad institucional más de la que ya practica Moncloa a la intervención por las bravas del Poder Judicial.

Sánchez quedó el lunes liberado de cualquier institucionalidad, como en un limbo. Asistimos al advenimiento del liderazgo carismático, encarnación directa de la voluntad popular al margen del control democrático de las Cortes y de su propio partido. «La labor ejecutiva reducida al capricho», escribía el martes Rafa Latorre.

La camarilla dirigente se entrega a un grupo de notables: su jefe de Gabinete, el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero y, significativamente, un alto directivo de un importante grupo de comunicación. La operación culmina con el orillamiento a tambores batientes del núcleo del Gobierno y del PSOE: María Jesús Montero, Félix Bolaños, Santos Cerdán y Pilar Alegría.

Todo lo que sucedió durante aquella mañana, las horas y minutos previos a su impostado «he decidido seguir», representa una escenificación dirigida a subrayar la farsa, el fingimiento, el victimismo falsario. Todo: la visita a Zarzuela para mirarle a los ojos al Rey, la convocatoria al personal de Moncloa para aparentar que se despedía, el adelanto de la hora de la comparecencia, el largo exordio para dramatizar el suspense antes de anunciar la decisión…

Sánchez ejecuta así un acto de ostentación del vasallaje al que ha sometido a intelectuales y periodistas crédulos, pero principalmente a su propio partido, vacío ya como una cáscara y enteramente a su servicio. Los líderes autoritarios mantienen el poder en parte porque lo muestran, en primer lugar a los suyos.

No estamos, sin embargo, ante un síntoma de fortaleza, sino de debilidad. Sánchez ha perdido el control de la información en tres procesos bajo escrutinio judicial: el que afecta a su ex secretario de Organización, el que investiga la infección de su móvil con Pegasus y el que pone el foco sobre su esposa.

Y, principalmente, su mayoría parlamentaria es tan precaria que no puede gobernar y estamos a una semana de las elecciones que ponen en juego su futuro. Para sobrevivir, el presidente necesita ganar con holgura en Cataluña, precisamente donde el procés ya ha dejado abonado el terreno para la cultura política sentimental y plebiscitaria que abomina de los jueces, de la prensa y de la ultraderecha, y no duda en recurrir a las tácticas temerarias del Grupo de Puebla para polarizar a la sociedad y dividir el voto.

La clave sería dejar a Carles Puigdemont tan lejos que tenga que aceptar un Gobierno «transversal». Parece mentira que Sánchez haya conseguido que sus adversarios olviden la amnistía y lo que representa: el PP tiene que ser consciente de que sólo un buen resultado en Cataluña permitirá visibilizar a Núñez Feijóo como alternativa.

Andrés Trapiello se preguntaba y se respondía así ayer: «¿No hay esperanza entonces? Desde luego: que jueces y periodistas impidan que las mentiras se conviertan en engaños». Así lo vamos a hacer, que nadie lo dude. La prensa no puede renunciar a la función que la dota de sentido, que es la de fiscalizar el poder.

Porque el edificio democrático que hemos construido los españoles es, casi 50 años después, el de un país europeo moderno, en continua pujanza, en mejora permanente, con un Estado de Derecho sólido, que dejó atrás una dictadura y alumbró una democracia en tiempo récord gracias al consenso constitucional. Como nos informó, con todo detalle, Victoria Prego.

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JM Nieto [España, 1973]

Toros: censura, minoría y libertad

«¿Por qué la Fiesta de los toros es un patrimonio y una cultura viva? Cuando uno lee el texto de la Convención de la Unesco de 2003 para la salvaguarda del «patrimonio cultural inmaterial», queda impresionado.

Los cinco criterios enunciados en su artículo 2 para definir ese patrimonio se aplican a la Fiesta de los toros. Esto es una evidencia científica, que no puede ser rebatida como tal»

Asombra a uno, que ha sido estudiante en el París del 68, sobre el lema prohibido prohibir, esta situación inaudita: un ministro de Cultura decide ‘motu proprio’ censurar una cultura como la de los toros, vigente en tres países europeos y cinco hispanoamericanos, declarada por ley patrimonio de los españoles.

A lo mejor opina que es una decisión «progresista», pero ahí la terminología se presta a un malentendido. No confundamos abolición con prohibición. La abolición implica siempre un progreso en los derechos humanos –esclavitud, pena de muerte…–. Lo otro, cuando se pretende valorar o prohibir, desde el exterior, una práctica cultural, es llanamente inquisición o censura.

Recordemos que la Unesco, siguiendo los últimos avances de la antropología, define la cultura como la relación existencial entre un patrimonio y una comunidad humana –en ese caso la de los aficionados– que se identifica con éste e invierte en él sus valores, su historia y su sensibilidad.

Ningún gobierno ni ninguna institución están autorizados a rechazar un patrimonio, salvo, por supuesto, en el caso de que éste dañe los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por otra parte, la preocupación legítima por el bienestar animal no puede aniquilar las tradiciones religiosas o regionales. Esta excepción cultural está garantizada por los tratados europeos.

Otro malentendido es el de creer que la permanencia de una cultura que despierta una controversia dentro de la sociedad –lo que es el caso de la tauromaquia– se puede anular por una consulta popular, incluso por una decisión ministerial. Eso equivaldría, otra vez, a la imposición de una censura, utilizando como instrumento un aparente proceso democrático.

Sería una clara contradicción con lo establecido por la convención de la Unesco de 2005 para la protección de la diversidad de las expresiones culturales. Ésta y la de 2003 consagran el respeto y el derecho de las minorías, que deben ser protegidas, precisamente porque son minorías, contra cualquier centralismo colonizador de la opinión.

La afición a los toros, en Francia, se ha definido siempre como una minoría, concentrada en las regiones del sur. Por eso mismo se ha movilizado desde hace varios siglos para hacer reconocer su libertad frente a la mayoría del país y al poder del Estado, y éste le ha concedido hasta ahora la protección de la ley.

Tal vez habrá escuchado el mensaje de Albert Camus, uno de los grandes apóstoles del humanismo en el siglo XX, fascinado, como tantos intelectuales y artistas galos, por la tauromaquia: «La mejor de las democracias no es sólo la que aplica la ley de las mayorías, sino la que asume la protección de las minorías».

Ahora bien, queda el debate de fondo. ¿Por qué la Fiesta de los toros es un patrimonio y una cultura viva? Pues resulta que, cuando uno lee el texto de la Convención de la Unesco de 2003 para la salvaguarda del «patrimonio cultural inmaterial», uno queda impresionado. Los cinco criterios enunciados en su artículo 2 para definir ese patrimonio se aplican a la Fiesta de los toros.

Esto es una evidencia científica, que no puede ser rebatida como tal, cuales sean por otra parte los trámites políticos que implica una candidatura de la tauromaquia ante la Unesco, o ante cualquier gobierno, para su reconocimiento formal. Obviamente ésta forma parte de las artes del espectáculo.

También entra dentro de los usos sociales, rituales y actos festivos. ¿Quién no percibe que el toreo encierra una liturgia abundante de gestos inspirados por la coreografía o las exigencias de un ritual? Por el lado de la estética, el arte taurino es obviamente una recomposición de la realidad. Por eso es un arte. Éste hace que la violencia inicial de la lidia con el animal temible se convierta en harmonía y en eternidad efímera por la virtud del temple.

Fuera del ruedo el mundo de los toros alimenta un abanico muy amplio de técnicas artesanales tradicionales: la confección de los trajes, de los capotes de paseo y de todas las herramientas del toreo, el manejo de los caballos y de los bueyes en las dehesas, la técnica de los tentaderos. Asimismo, el toreo alimenta un sinfín de tradiciones y expresiones orales, con su cortejo de términos técnicos, de dichos, de anécdotas que forman parte de la memoria colectiva de los aficionados e, incluso, se trasladan al lenguaje de la calle.

Pero el quinto y último criterio, puesto en práctica por el mundo de los toros, es tal vez el más importante, pues responde a esta gran preocupación actual por la preservación del medio ambiente y del desarrollo sostenible. Se trata, como dice el texto de la convención, de conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo.

La Fiesta está basada en el respeto al toro, cuyo conocimiento es indispensable para la lidia. Entenderse con él para dibujar una obra con su complicidad es la médula del toreo. Por otra parte, el espectáculo taurino es la mejor oportunidad para la preservación de la cabaña brava, condenada inmediatamente al matadero el día en que se acaben las corridas.

Sin olvidar que cada ganadería de bravo es un ecosistema excepcional en nuestra época, en donde conviven, en la maravilla de estos espacios extensivos, innumerables especies de flora y fauna salvajes.

Está claro que en la historia moderna España es la cuna de la tauromaquia. Ésta se ha trasladado al Nuevo Mundo. En Portugal se ha desarrollado una variante genuina, y en Francia el toreo convive con otras tradiciones taurinas. En todos estos países cada comunidad aficionada se ha apropiado de la fiesta de los toros según su idiosincrasia y su sensibilidad particular.

Esto ha dado lugar a múltiples mestizajes y sincretismos culturales, especialmente llamativos en el abanico amplísimo de los innumerables festejos populares relacionados con el toro, que se celebran en España y en América. Sólo falta observar, por ejemplo, cómo los pueblos del Perú andino o del Yucatán han enriquecido esa tradición con los rastros de su cultura autóctona.

Pero, de manera más fundamental, la tauromaquia recoge y hace revivir, adaptándolo a otros entornos y a nuevas sensibilidades, el antiguo fondo de la cultura mediterránea. Como la tragedia griega, la ópera italiana y las semanas santas, es una sublimación de la muerte por el arte, una exaltación de la vida y del espíritu que han sabido triunfar, aunque sea durante tal celebración, de todo lo que los amenaza.

Reinterpreta a su manera el eterno combate de Teseo con el Minotauro, la victoria de la humanidad sobre la muerte, con la cual el torero no para de enfrentarse en el ruedo, ante nosotros que componemos el coro de esta tragedia festiva.

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Pedro Sánchez y Begoña Gómez acuden a la presentación de ‘Tierra firme’ EDUARDO PARRA | EP

Una Ley de Defensa del Sanchismo

Jesús Cacho en Vozpópuli, 050524

“La consolidación de una democracia pluralista exige un alto grado de pacificación de la sociedad y un mínimo de convergencia en torno a unos valores comunes básicos. No se puede competir para demonizar y destruir al adversario, y es incompatible con los juegos de suma cero.

En la España de 1936, como en otras partes de Europa, había que superar la prueba de fuego de competir por el poder sin llegar a negar la legitimidad del contrario respetando al derrotado. Pero nada de eso era fácil si, como pasó en la primavera, el espacio ideológico y moral en el que confluían los moderados se fue achicando hasta quedar asfixiado por una movilización agresiva e impactante de grupos de radicales que aspiraban a ganar para no tener que competir más.

Es decir, que eran violentos porque no creían en una competición que respetara la pluralidad y porque esperaban que la violencia intimidara y desmovilizara al contrario hasta hacer posible un monopolio del poder (…)

El hecho de que el sector mayoritario del socialismo se desplazara hacia un espacio cada vez más radical y cercano a los comunistas, justo cuando era más necesario que se corresponsabilizara de la gestión de la victoria y que condenara la violencia viniera de donde viniera, supuso un problema muy grave para los republicanos de izquierdas.

(…) A esas izquierdas republicanas les costaba aceptar las servidumbres de una sociedad pluralista y de un régimen liberal. Por eso, y por el coste moral de aliarse con los protagonistas de la insurrección de 1934, su comportamiento al frente de las instituciones tras el 19 de febrero de 1936 fue errático, hasta el punto de parecer que sus credenciales democráticas estaban tan condicionadas por un sectarismo dogmático que les imposibilitaba gobernar para todos los españoles”.

Los párrafos citados pertenecen a “Fuego cruzado. La primavera de 1936”, la obra que Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío acaban de publicar en Galaxia Gutenberg.

Los autores, catedráticos de la Rey Juan Carlos y de la Complutense respectivamente, se han empleado a fondo en el estudio de los seis dramáticos meses que van del 16 de febrero, fecha de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular (triunfo materializado por el democrático método de echarse a la calle, desbordar a las autoridades y manipular las actas en no pocos lugares), y el 18 de julio de 1936, aplicando el filtro de una investigación paciente y rigurosa plasmada en un trabajo monumental que, sin embargo, no gustará a “ese público que suele confundir la memoria con la Historia y que prefiere los relatos partidistas antes que los análisis desacralizadores”.

De su lectura sale el lector dominado por el espanto que produce comprobar las tremendas similitudes entre aquel periodo histórico (la sima que dividía a las dos Españas, el odio entre derechas e izquierdas que hacía imposible cualquier proyecto de convivencia, y,  lo que es peor,  “la decisión de la media España vencedora de aniquilar a la otra mitad vencida”, en palabras del republicano Gregorio Marañón), y el que ahora estamos viviendo, el odio renacido y alimentado bajo la presidencia de Pedro Sánchez, declarado devoto de unos de los grandes responsables de la tragedia de la Guerra Civil, Francisco Largo Caballero, un tipo del que Sánchez se declara admirador y al que le sobraban la mitad, como poco, de los españoles, como él mismo se encargaba de recordar cada vez que aparecía por las plazas españolas asegurando que “como socialistas marxistas, sabemos que por medio de la democracia burguesa jamás podremos transformar el régimen”.

También Sánchez quiere no ya transformar el régimen del 78 sino acabar con él, para sustituirlo por una autarquía sobre la que poder reinar durante muchos años, un proceso iniciado por Zapatero en su día y retomado por Sánchez con renovados bríos a partir de la moción de censura.

Aunque es cierto que a Pedro ya le viene bien cualquier sistema que le permita mantenerse en el poder, lo cierto es que nunca le ha entusiasmado la democracia liberal, siempre ha elegido a sus compañeros de viaje entre los enemigos de la libertad.

Tuvo a mano al Ciudadanos de Albert Rivera para haber hecho políticas de centro y ha tenido siempre al PP blandiblú abierto de piernas y dispuesto para la grossen koalition, pero Pedro ha rechazado ese tipo de alianzas, se ha negado a gobernar para todos y se ha decantado, cual moderno Largo Pistolero, por los menos indicados compañeros de viaje, lo peor de cada casa, para llevarla a cabo.

Todo llevaba su ritmo, un tempo más pausado, cuando de pronto salta a primer plano la corrupción de Begoña Gómez, un episodio que amenaza con poner fin abrupto a su carrera política, y entonces todo se acelera porque se ve obligado a forzar la máquina, su mujer le amenaza con el divorcio por una presunta infidelidad y, más importante, por su incapacidad para protegerla de las investigaciones de la prensa libre.

La doña, que pretende seguir haciendo negocios a la sombra de su marido, no quiere ser la nueva Iñaki Urdangarín, no quiere acabar en la cárcel, de modo que Pedro tiene que protegerla, tiene que garantizarle impunidad total.

Es entonces cuando concibe una carta a los españoles que en realidad es un alzamiento contra el régimen constitucional, convirtiendo un problema personal con su señora (en el fondo, un problema judicial que tiene su familia y todo su entorno con la Ley; lo ha dicho bien claro el alcalde Martínez Almeida:

Sánchez es el jefe de una trama corrupta que abarca su casa, el palacio de la Moncloa y hasta la última terminal del PSOE”) en un golpe revolucionario a la manera de los Kirchner, y como Cristina convoca a su ejército de descamisados, llama al “pueblo” en su apoyo y desde el balcón de la Casa Rosada les muestra al enemigo común: los fachas, los ricos, la prensa vendida al capital, los jueces, sobre todo los jueces, los viejos enemigos de siempre que quieren acabar con nuestras conquistas.

Un autogolpe de manual, forzado por la necesidad de garantizar la impunidad judicial para los suyos, que en realidad quiere decir impunidad para él. Pedro se lanza a toda velocidad por la senda de la autarquía dispuesto a lo que sea menester, incluso a acabar con las libertades, con el apoyo de quienes le auparon a la presidencia tras la moción de censura, los mismo que le mantienen en Moncloa, los mismos que persiguen el cambio de régimen, un objetivo que tropieza con dos problemas esenciales: la Corona (el Rey) y los jueces, más un tercero en discordia dispuesto a impedir tal tropelía: la prensa libre. Una hoja de ruta calcada a la del 36.

También el gran enemigo a batir para la izquierda socialista y comunista durante la primavera de aquel año infausto fue la Justicia, casualidad, una justicia “en connivencia con el fascismo que se vence del lado de los privilegiados”, en palabras de Largo, algo que, tras la victoria del Frente Popular el 16 de febrero, no se podía permitir. “No puede ser y no debe ser.

¿Va a ser necesario que intervenga el pueblo enérgicamente? ¡Pues intervendrá! No lo dude el señor Azaña”. Había que poner el ejercicio de la justicia republicana en manos de jueces republicanos. Para la mayoritaria ala caballerista del PSOE, como para la UGT y para unas Juventudes Socialistas muy próximas al PCE, Policía, Jueces y Fiscales eran esos “profesionales de la ley convertidos en guardianes implacables de los privilegios de la burguesía terrateniente y del capitalismo financiero”.

No podía quedar un funcionario que “oliera a monárquico o a cedista”. La criba debía hacerse en el acto. “A nadie medianamente enterado”, señalan Del Rey y Álvarez Tardío, “se le podía escapar que la campaña formaba parte de una ofensiva más amplia para promover una depuración de la función pública con la que asegurar, a medio y largo plazo, que la derecha quedaba debilitada y alejada de las instituciones durante largo tiempo, que impidiera por mucho tiempo la vuelta de la derecha al poder”.

El régimen necesitaba una Justicia nueva que purgara a esas “togas habituadas a ser instrumentos serviles de unas oligarquías que se resisten a perder sus privilegios”.

Las demandas de “republicanización de la Justicia” tuvieron finalmente cumplida respuesta tras la formación del nuevo Gobierno de Casares Quiroga, 13 de mayo del 36, momento en que las Cortes emprendieron la tramitación de un ambicioso paquete de reformas pergeñado por el equipo del ministro de Justicia Blasco Garzón, que incluía, como medidas más descollantes, un cambio en el procedimiento de elección del presidente del Tribunal Supremo, la modificación de la edad de jubilación de los funcionarios judiciales, la revisión del sistema de designación de jueces y fiscales municipales, una reforma del Tribunal de Garantías Constitucionales, y la ampliación de la amnistía aprobada tras las elecciones del 16 de febrero.

El 26 de mayo de aquel 36 se celebró un importante consejo de ministros destinado a impulsar esas reformas, en el que Blasco Garzón habló a sus colegas sin tapujos de la necesidad de que el Gobierno pudiera trasladar a los magistrados a destinos vacantes de menor relevancia en la escala judicial, y hacerlo a su conveniencia, además de poder ascender a los jueces y magistrados ideológicamente próximos sin respetar los turnos establecidos en la todavía vigente LOPJ.

Pero la verdadera conquista que perseguía el ala izquierda del republicanismo, la que llevaba la voz cantante, era el control político del Tribunal Supremo. Su presidente, Diego Medina, había sido nombrado en 1933 por un periodo de 10 años de acuerdo con la Ley de 8 de octubre de 1932 aprobada siendo ministro de Justicia Álvaro de Albornoz, dentro de uno de los Gobiernos de Azaña del primer bienio, pero la izquierda no perdonaba a Medina su comportamiento (el cumplimiento de la ley) tras la revolución de Asturias de octubre de 1934.

La modificación de la edad de jubilación de los magistrados venía como anillo al dedo a un Medina obligado por la treta a retirarse. Así las cosas, los socialistas plantearon un cambio radical en el procedimiento de elección del presidente del Supremo, de forma que su titular fuera siempre un hombre elegido por la mayoría del Frente Popular.

En la tramitación parlamentaria de estos cambios, y en medio de “la presión exacerbada de la prensa socialista y comunista sobre magistrados y jueces de instrucción” (un tiempo en el que los editoriales de Claridad, el periódico de Largo Caballero, a menudo terminaban convertidos en leyes en la Gaceta de Madrid, el BOE de entonces), el diputado socialista Ángel Galarza exigió a los funcionarios de Justicia “no un simple acatamiento, sino una  plena identificación con las esencias del nuevo régimen”.

La última de las reformas propuestas por el departamento de Blasco Garzón tuvo una relevancia todavía mayor que las anteriores: una ley que creaba y regulaba un “Tribunal Especial para exigir la responsabilidad civil y criminal en que puedan incurrir Jueces, Magistrados y Fiscales en el ejercicio de sus funciones o con ocasión de ellas”.

Es una idea que todavía no se le ha ocurrido a Sánchez, pero que estará al caer. Una ley que perseguía, ni más ni menos, que la tutela gubernativa del trabajo de jueces y fiscales, y que definitivamente enterraba cualquier atisbo de independencia judicial. La composición de ese tribunal especial de “tutela y sanción” estaba formada por “cinco magistrados” del Supremo, como jueces de derecho, y por doce jurados que actuarían como jueces de hecho. Es fácil colegir el perfil ideológico de quienes iban a ocupar esos doce puestos.

Asombra comprobar la simetría entre la deriva liberticida emprendida por Sánchez y las iniciativas legislativas llevadas a cabo en materia de Justicia -y en otras del mismo tenor, tal que la libertad de prensa- por las autoridades republicanas bajo la batuta de la mayoría socialista y comunista del Frente Popular.

Aquí y ahora, pronto veremos en escena una Ley de Defensa de la Democracia (la democracia de la República Democrática Alemana, que es la única que entiende el socialismo español), a imagen y semejanza de aquella Ley de Defensa de la República que las Cortes Constituyentes instauraron en octubre de 1931 para, al margen de los tribunales, perseguir la publicación de noticias contrarias al nuevo régimen.

Será una ley “ómnibus”, en realidad una Ley de Defensa del Sanchismo, que lo englobará todo, desde los medios de comunicación hasta la Justicia, fundamentalmente a la Justicia, esa Justicia que muy probablemente tenga que juzgar un día no lejano a él y a toda su parentela.

Ello acompañado de cambios en la Ley de Enjuiciamiento Criminal para que los fiscales, y no los jueces, sean quienes instruyan las causas; cambios también en las oposiciones de acceso a la carrera judicial para que la Justicia sea impartida por “jueces del pueblo”, y cambios igualmente en los porcentajes para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la llave que da acceso al Tribunal Supremo, la madre del cordero, la clave del arco sobre la que descansa, como en la II República, el entero edificio judicial.

Controlar el Supremo, después de controlar ya el Constitucional, es la obsesión de nuestro pintoresco caudillo Sánchez, porque serán los jueces del Supremo quienes digan la última palabra sobre la amnistía, ley fundacional del sanchismo sobre el que descansa la legislatura y la continuidad de su Gobierno, su continuidad en el poder.

Domeñar la Justicia para impedir que Begoña se siente en el banquillo y para sortear, si decayera la amnistía, el riesgo de fuga de Puigdemont y sus 7 votos, que son los que le mantienen en Moncloa. Un pasaporte de inmunidad e impunidad. Un autócrata, un tipo con alma de dictador, un caudillo latinoamericano constreñido por un ordenamiento jurídico que le impide (de momento) desplegar todo su potencial de sátrapa.

Un Largo Caballero (“él actuó como hoy queremos actuar nosotros desde todos los frentes”) tan enemigo de la democracia liberal como aquel pero, a diferencia de aquel, muy amigo del dinero, como ha venido a demostrar el episodio de Begoña. Poder y dinero, el binomio que ha guiado los pasos de todos los capos mafiosos que en el mundo han sido.

Un capo, justo es decirlo, cuya existencia sólo cabe imaginar en una sociedad tan mansa, tan adocenada, tan destruida por las leyes educativas, tan desprovista de pulso democrático, tan reñida con el privilegio de la libertad, tan carente de una sociedad civil vigorosa, como la española.

Un país con una oposición tan medrosa como la actual: señor Feijóo, esto no va de inventarse un “estatuto” para la mujer del presidente; esto va de que la mujer del presidente no puede hacer negocios, no puede dedicarse a delinquir a la sombra de su marido.

El bochorno que produce la pobreza argumental del discurso de este personaje, la inconsistencia de su retórica hueca, haría imposible su presencia al frente del Gobierno de una democracia plena en una sociedad madura. Quizá un caso clínico más que político.

Un personaje que, como esta semana decía Alfonso Guerra, alguien que conoce bien el paño, está cavando aceleradamente su tumba. No creo que pase del verano. Imposible imaginar que alcance la Navidad. Algo tendremos que hacer por nuestra parte para impedirlo, no obstante, porque es seguro que, de consolidarse, muy difícilmente el sátrapa nos daría la oportunidad de volver a votar dentro de tres años.

Como sostienen Del Rey y Álvarez Tardío en “Fuego Cruzado”, “a la democracia pluralista no se llega de la noche a la mañana por el mero hecho de reconocer el sufragio universal. La democracia no es un punto de llegada: es una práctica que tiene que ver no solo con cómo se elige a los gobernantes, sino con lo que estos pueden o no hacer”.

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La posibilidad de amordazar a la prensa

Sean Mackaoui [Suiza, 1969]

La posibilidad de amordazar a la prensa

Una mayoría parlamentaria incapaz de sacar adelante unos presupuestos o de impulsar agenda legislativa alguna pretende ponerse de acuerdo para hacer regresar a España a 1966, con la excusa de regenerarnos

josu de Miguel El Mundo, 030524

EL PRESIDENTE DEL Gobierno puso en marcha el pasado miércoles 24 de abril un estado de excepción comunicativo y paró el tiempo político haciéndolo girar en torno a su figura. El asunto de Begoña Gómez puede tener mayor o menor importancia pública, pero a estas horas parece una coartada para dar al sistema constitucional un giro plebiscitario e introducir junto al principio de legitimidad democrática un principio de legitimidad carismática.

No hay nada en esta grotesca operación que no fuera atisbado y explicado hace un siglo por Max Weber. Conviene, en todo caso, dejarse de literaturas e ir al grano: Pedro Sánchez quiere regenerar la democracia española y ha puesto el foco en el fango periodístico y en la conspiración político-judicial que quiere derrocarle. El asunto del Poder Judicial requiere un análisis autónomo y hoy nos centraremos en los límites constitucionales del control de los medios de comunicación.

En las entrevistas concedidas, el presidente ha sido incapaz de precisar qué medidas se van a tomar para combatir «las páginas web» y «los digitales» que se dedican a emponzoñar la opinión pública con bulos y desinformación. Las vagas alusiones al respeto de la Constitución de tales medidas solo revelan que Sánchez, su partido y su Gobierno hace tiempo que transitan fuera de la cultura política y jurídica que insufla la Norma Fundamental.

Quizá la desconozcan y por eso es necesario que periódicamente, y más en momentos de incertidumbre como los que vivimos, se la recordemos. En tal sentido, es importante empezar por señalar que en España la titularidad de la libertad de expresión e información es universal no es monopolio de los periodistas, y que la creación de medios de comunicación es libre y no puede estar condicionada por los poderes públicos, con la excepción de radios y televisiones, que necesitan el espacio radioeléctrico para operar.

Estas premisas, básicas para cualquier opinión pública democrática, han sido puestas de manifiesto en varias ocasiones por el Tribunal Constitucional (en adelante, TC).

La nueva obsesión de la izquierda antiliberal española, heredera de la razón paranoica del franquismo más acendrado, es la financiación de los medios de comunicación. Se apunta a una apresurada reforma de la Ley de Publicidad y Comunicación Institucional, seguramente sin saber muy bien qué objeto persigue dicha norma, para evitar que los Gobiernos en manos del Partido Popular y Vox financien determinados medios de comunicación que dañan la democracia, tanto a nivel estatal como autonómico.

Más allá de las precisiones técnicas que podamos hacer ante una mera hipótesis, resulta obvio que la mayoría confederal o se despeña por el barranco de la discriminación por razón ideológica (art. 14 CE) o termina por hacer frente al principio de realidad: los nacionalistas vascos y catalanes llevan décadas financiando con dinero público todo tipo de medios de comunicación privados con el fin no solo de promocionar las lenguas propias sino de desplegar políticas de nacionalización de la población, poco compatibles con la neutralidad institucional. El riesgo de un disparo en el pie es más que evidente, así que no hay que temer mucho por este flanco.

Más preocupación causa la posibilidad de meter en cintura a los medios de la fachosfera a través de distintas formas de control del discurso. La prohibición de censura previa contenida en el art. 20.2 CE es una previsión común en el derecho constitucional comparado, y fue la lógica reacción de nuestro constituyente al sistema de depósito administrativo que funcionó en España desde 1939 hasta 1966.

Muy tempranamente, como consecuencia de un delirante Reglamento de la Generalitat de Cataluña de 1982 en el que se reinstauraba la obligación del depósito administrativo previo de impresos y publicaciones unitarias, el TC señaló que la Constitución vedaba «todo tipo imaginable» de mecanismos de censura previa, aún los más débiles y sutiles, que supusieran una restricción de los derechos fundamentales contenidos en el art. 20 CE.

Con posterioridad, a raíz de un amparo relacionado con La máquina de la verdad de Julián Lago, el Alto Tribunal recordó que la prohibición de censura previa era una garantía frente al legislador y que la Constitución no solo permitía el secuestro judicial de publicaciones (art. 20.5), sino que avalaba las medidas cautelares de la jurisdicción civil para proteger los derechos al honor, a la intimidad y a la imagen.

La aparición de las nuevas tecnologías, las redes sociales y la consabida transformación digital de la esfera pública ponen, sin embargo, el foco en la necesidad o posibilidad de recuperar nuevas formas de restricción de las libertades comunicativas para evitar que la posverdad desfigure los procesos electorales y la democracia.

El presidente del Gobierno tampoco quiere que las mentiras afecten a su mujer, Begoña Gómez, que según distintas informaciones hace de lobista de empresas que promocionan y financian sus actividades académicas. Si alguna de esas informaciones sobre la señora Gómez es falsa, el derecho civil y penal prevé mecanismos de defensa del derecho al honor, donde el juez ocupa una posición central y los periodistas tienen que demostrar no tanto que su noticia es verdadera como cuanto que ha sido elaborada y obtenida de manera diligente. La Constitución establece en el art. 20.4 que las libertades de información y expresión encuentran su límite en otros derechos fundamentales y, en especial, en el derecho al honor, la intimidad y la imagen.

Claro está que, si todo el Poder Judicial es deslegitimado utilizando el lenguaje y las ideas de Podemos y el independentismo más radical, el juego puesto en marcha por Pedro Sánchez tendrá que ir por otros derroteros. Me refiero al uso de una censura a posteriori, donde las sanciones y el control de la información y de la opinión tengan un carácter administrativo, a pesar de que la Unión Europea haya apostado por la autorregulación de medios y plataformas.

La Ley de Servicios de la Sociedad de la Información prevé la restricción del servicio para aquellos operadores que vulneren alguno de los principios o derechos en ella proclamados, como la propiedad intelectual, pero atribuye el monopolio de la decisión al juez si la libertad de expresión o información está en juego. La sentencia del Tribunal Supremo de 27 de septiembre de 2022, a falta de jurisprudencia constitucional en la materia, ha señalado de forma clara y contundente que no cabe el cierre de páginas web si los derechos garantizados en el art. 20 CE tienen que ponderarse: estaríamos ante un secuestro de publicaciones que, de nuevo, solo puede realizar el juez, tal y como prescribe el art. 20.5 CE.

ADVIERTO DE QUE el TC tiene una jurisprudencia vacilante sobre este tema, pues la sentencia 86/2017 avaló el aparato sancionador administrativo de la Ley de Comunicación Audiovisual de Cataluña sin apreciar que se produjera un efecto de desaliento en las libertades de expresión e información.

Ese aparato sancionador también está previsto en la Ley de Comunicación Audiovisual estatal y lo aplica en este momento la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, un regulador con falta de preparación en la materia y sin un procedimiento adecuado para valorar y garantizar bienes constitucionales tan relevantes.

Si la vía que se pretende es trasladar el modelo de control de la comunicación audiovisual a la prensa digital, e incluso de papel, a lo mejor volvemos a la famosa Ley Fraga de 1966: daños colaterales de la memoria histórica. No es descartable que un golpe legislativo de esta naturaleza, justificado en la limpieza del lodo informativo y en la lucha contra las fake news, pueda pasar el cedazo de un TC más dedicado a proteger a las mayorías que a las minorías, pero difícilmente será aceptado ni por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ni por la Comisión Europea, que ya tiene bastante con un Orbán en su sistema político.

Qué paradojas. Una mayoría parlamentaria incapaz de sacar adelante unos presupuestos o de impulsar agenda legislativa alguna, más allá de una polémica y divisiva Ley de Amnistía, pretende ponerse de acuerdo para hacer regresar a España a 1966 con la excusa de regenerarnos democráticamente. No se extrañen: hay políticos y partidos que terminan aplicando las mismas filosofías que dicen combatir. Ya saben, las cosas de las proyecciones psicológicas.

Josu de Miguel es profesor titular de Derecho Constitucional en la Universidad de Cantabria

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Debate a ciegas y enconado sobre abolir la prostitución

Fiscalía dice que el 92% de prostitutas son forzadas, la Policía lo niega; Hacienda dice que se dedican a la prostitución 150.000 personas, Interior estima que sólo 45.000… PSOE y PP pretenden legislar sobre una realidad cuya magnitud admite desconocer incluso el Ministerio de Igualdad.

Quico Alsedo en El Mundo, 030524

Uno de los debates políticos más acalorados en la política y la sociedad españolas en los últimos tiempos es un gigante dialéctico con pies de barro factuales: carece de cifras sobre las que debatir.Políticos, organizaciones y hasta los propios ciudadanos se empeñan en dirimir qué hacer con la prostitución, los partidos se esmeran en proponer legislaciones en este momento abolicionistas, las fuerzas del orden combaten la trata y aportan también su perspectiva, el asunto ocupa tiempos de TV, portadas, columnas de opinión…

Pero apenas hay cifras reales, confiables, con marchamo institucional, y mucho menos de consenso, sobre cuántas mujeres son forzadas en España a ofrecer su sexo a cambio de dinero y cuántas, al contrario, lo realizan voluntariamente.

El PSOE abrió fuego la pasada legislatura con una proposición de ley que terminó durmiendo el sueño de los justos al convocarse elecciones, pero que se ha renovado en el inicio de ésta: perseguir al consumidor de prostitución, al putero en la innegociable terminología abolicionista, y castigar también a quien cobre por espacios para que las mujeres se prostituyan, la denominada tercería locativa.

Es decir, el modelo sueco: perseguir las dos patas esenciales del fenómeno, en la idea de eximir de culpa a las propias mujeres desde esta perspectiva, siempre víctimas aunque ellas pudieran declarar que lo hacen voluntariamente y de que las normas ya vigentes para perseguir a la otra pata fundamental, las que castigan el proxenetismo, en realidad no funcionan. En esto último sí hay consenso, porque en 2021, por ejemplo, sólo se condenó en España a una persona por este delito.

Los socialistas, no obstante, necesitarían al PP que recientemente anunció su propia proposición sobre el tema, aún sin desplegar sus pormenores para conseguir cristalizar la ley, ya que puede que no haya tema que divida más a su socio de Gobierno, Sumar, y en general al feminismo.

A saber: mientras IU bebe del mismo abolicionismo clásico que el PSOE, Compromís y Más Madrid se han declarado contra el «punitivismo» y a favor de la regularización de la «actividad» y sus «trabajadoras», y los comunes están en estos mismos parámetros. ¿Y Unidas Podemos? La ex ministra Irene Montero se declaró en la pasada legislatura abolicionista, pero señalando a la vez que «multar a los puteros no es eficaz».

Desde el Ministerio de Igualdad dirigido por Montero se lanzó hace ya casi dos años una iniciativa para poner luz en un debate sumido en sombras: en septiembre de 2022 se licitó un contrato por valor de 85.000 euros en orden a realizar una «estimación del número de mujeres y niñas víctimas de trata con fines de explotación sexual, de explotación sexual y en situación de prostitución».

Quedó desierto, no hubo adjudicatario. La iniciativa se relanzó meses después y, según han confirmado fuentes ministeriales a EL MUNDO, «el estudio se está realizando y en este 2024 se harán públicos sus resultados». En Igualdad hoy por hoy admiten no tener datos fiables.

Entretanto, la cifra generalmente manejada es una estimación del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CITCO), según la cual 45.000 mujeres ejercen la prostitución en España, sin entrar en su voluntariedad o no. El problema, aparte de tratarse de una mera estimación, es su año de procedencia: 2012.

Desde todos los ámbitos se da por hecho que la cifra es mucho mayor: algunos expertos llegan a las 120.000 mujeres. En 2017, la Agencia Tributaria emitió un informe interno, al que ha tenido acceso este diario, para apoyar una operación policial contra la trata. En él estimó en 150.000 las personas en España «vinculadas a la prostitución», e incluso la cantidad que Hacienda recaudaría por impuestos: 2.800 millones de euros. El INE ha llegado a estimar que la actividad supone el 0,35% del PIB, y que mueve 4.210 millones al año.

Al lado, las cifras de detenciones y procedimientos por trata son minúsculas, y por ahí se complica el debate. En 2022, último año del que hay cifras globales, Policía Nacional y Guardia Civil liberaron a 129 víctimas de trata, cuatro de ellas menores. En 1.810 inspecciones se detectó a 6.655 personas en peligro, un 99% de la cuales eran mujeres de los hombres, por cierto, nadie habla.

En esos dos polos se mueve no sólo la política: también las instituciones. La Fiscalía General del Estado, por boca de Beatriz Sánchez, que coordina la Unidad de Trata, repite desde hace años que «sólo entre un 5% y un 8% de mujeres que ejercen la prostitución lo hace de forma voluntaria».

El 92% de prostitutas estarían, pues, forzadas. «Pero es que si eso es así», replican altas fuentes de la unidad policial especializada en trata, la UCRIF, «nosotros seríamos unos completos inútiles. Esos datos no son fiables, ésa es la realidad, lo vemos cada día en nuestras inspecciones».

Esta evidente discordancia entre Fiscalía y responsables policiales se ha reproducido incluso en diversos foros públicos en que ambos han intervenido. «¿Es que las mujeres que están ahí pueden elegir libremente?», repite Sánchez, que como fiscal logró las primeras condenas por proxenetismo en España, por ejemplo al tristemente célebre Cabeza de Cerdo, un inhumano mafioso rumano.

«El 99% de las prostitutas son extranjeras, me parece sintomático de hasta qué punto pueden desear prostituirse», dice la fiscal. Es parte del debate: las prostitutas voluntarias, ¿lo harían si consiguieran otro trabajo?

Fuentes de UCRIF alegan, en un mensaje que entienden «impopular pero realista», que «hacemos inspecciones constantemente, con las asociaciones del ramo, vamos con ellas a los prostíbulos, ellas ven cómo nos entrevistamos con las mujeres y las atendemos, y la cifra del 92% de mujeres esclavizadas es completamente irreal. No cuadra por ningún lado».

Tampoco faltan desde las fuerzas del orden visiones en contrario. Por ejemplo la de Antonio Asensio, sargento de la Guardia Civil vinculado durante más de un decenio a la lucha contra la trata: «La única solución es abolir, la prostitución de lujo es muy escasa», sostiene el también autor de Mujeres encadenadas (editorial Uno).

Una de las asociaciones más batalladoras en este ámbito, y siempre en constante colaboración precisamente con la UCRIF, es Apramp, la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida. «Sí hay cifras, pero no se explican bien», dice su directora, Rocío Mora, «y sobre todo no se explica lo difícil que es conseguir condenas, que cada institución haga bien su papel».

«Por ejemplo la Policía ahora mismo no puede entrar en los pisos, porque para eso necesitas autorización judicial, y es donde hoy está el verdadero negocio. También están fuera de juego en la captación, que se está produciendo en gran medida por las redes sociales. Hay que abolir», acaba.

Donde Fiscalía y Policía sí coinciden, ambos sotto voce, es en culpar de alguna forma a los jueces del escaso número de condenas por prostitución coactiva: en 2022, apenas 35.

Y en lo que Apramp y la UCRIF coinciden, por otro lado, es en la dificultad de conseguir que las escasas mujeres que declaran contra sus captores mantengan sus denuncias en el tiempo: «La lentitud judicial es tal», dicen los policías, «que muchas veces el miedo vence y se te van».

Desde Apramp que por cierto asume que «algún porcentaje de prostitutas voluntarias sí hay, y ningún problema a que hagan con su vida lo que quieran» se denuncia que las asociaciones de trabajadoras sexuales que piden la regulación «son en realidad un lobby de proxenetas», pero varios partidos sí les dan crédito.

Susana Pastor, de Astras, que forma parte de Stop Abolición, señala: «Se intenta confundir la trata con la prostitución voluntaria y son cosas muy distintas. Nosotras estamos radicalmente contra la trata, y trabajamos con las fuerzas del orden, pero queremos que nos dejen trabajar también».

El mantra desde este ámbito invoca el libre albedrío: «Con esto nunca se ha acabado y nunca se va a acabar, por algo es el negocio más viejo del mundo. Precisamente habría cifras claras si se legalizara y no se mantuviera en la ilegalidad a tantas personas».

La última vez que el Centro de Investigaciones Sociológicas preguntó fue en 2008: un 32,1% de hombres españoles admitió haber pagado por sexo. La entonces ministra de Justicia, Pilar Llop, repitió la pasada legislatura el argumento de que España es «el primer país de Europa y el tercero del mundo» en consumo de prostitución, tras Puerto Rico y Tailandia. El dato procede de otra antigua encuesta de Naciones Unidas y que vincula con el consumo de sexo pagado al 39% de varones españoles.

«Ya, pero ¿cuántas de esas mujeres son en verdad forzadas?», repiten en UCRIF, en Astras y en los partidos políticos regulacionistas.


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Luis Haranburu Altuna es autor de «Pedro Sánchez y el Síndrome de Narciso. De la democracia al socialpopulismo autócrata», publicado recientemente por la editorial Almuzara Antonio Muñoz Molina

 

Los 9 ‘atributos’ de Pedro Sánchez, un narcisista de libro

Luis Haranburu Altuna en El Mundo, 050524

l autor del libro más premonitorio del espectáculo que culminó Sánchez el lunes hace el retrato del “presidente Narciso”, y cómo tener ese ‘síndrome’ está condicionando su actuar político. Analiza uno a uno los nueve criterios con los que la Asociación Americana de Psiquiatría identifica el trastorno de la personalidad narcisista. Sostiene el autor que Sánchez tiene envidia a Felipe VI, por sentirse en posición inferior tanto en los protocolos como en la jerarquía constitucional

En España, al presidente Pedro Sánchez se le ha atribuido, en varias ocasiones y por distintas personas, una personalidad narcisista que estaría en el origen de algunas de sus actuaciones y comportamientos políticos. Como bien precisó Freud en su Introducción al narcisismo (1914) todos los humanos atravesamos por un periodo narcisista, en la infancia, y ello contribuye a la construcción de nuestra personalidad, pero el narcisismo puede convertirse en un problema cuando se convierte en un síndrome que afecta a nuestra personalidad adulta y determina nuestras conductas.

Desde esta perspectiva es plausible observar que en la personalidad política de Sánchez convergen signos y rasgos que sugieren un síndrome narcisista, que influye y que condiciona su particular estilo de gobernanza.

Tras la II Guerra Mundial, los ensayos de Robert Jay Lifton sobre los médicos nazis y los regímenes comunistas, habían ampliado el marco de estudio de la psiquiatría. Pero será con Christopher Lasch y su ensayo La cultura del narcisismo (1979), cuando el narcisismo deja de ser tema exclusivo de la Psiquiatría para convertirse en objeto de estudio de la Sociología.

La psiquiatra francesa Marie-France Hirigoyen con su libro Les Narcisse (2019) denuncia la explosión narcisista que afecta a las actuales élites políticas, con especial atención al perfil narcisista de Donald Trump. Los mencionados autores constituyen el marco referencial del presente ensayo.

Cuando Trump anunció en 2015 su candidatura a la Casa Blanca, médicos de prestigio formularon públicamente la ineptitud de Trump para acceder a la presidencia, habida cuenta del trastorno de personalidad narcisista que el candidato padecía. Esto lo recuerda con precisión Hirigoyen en Los Narcisos han tomado el poder… 

Trump se instaló en la Casa Blanca en enero de 2017 y la cuestión volvió a suscitarse tras su elección. James A. Herb inició un proceso contra él invocando el artículo 3 de la vigésima quinta enmienda, que fue rechazada por el Supremo. En febrero de ese año, un nutrido grupo de psiquiatras y psicólogos creó la plataforma Citizen Therapists Against Trumpism para alertar sobre los peligros que el perfil psicológico de Trump suscitaba.

Dos eminentes psiquiatras publicaron, en marzo de 2017, un artículo en The New York Times en esa misma línea. Una marcha de mujeres que reunió a cuatro millones de personas se manifestaron el día siguiente a su investidura. Ninguna de estas iniciativas tuvo éxito y todos conocemos las incidencias durante la presidencia Trump. Estas actuaciones que parecen sacadas de un tráiler de Hollywood son impensables en otro lugar que no sea en los Estados Unidos de América.

Por supuesto, a nadie se le ocurre atribuir a Pedro Sánchez un perfil psicológico que le incapacitaría para gobernar. Y es que una cosa es el atrabiliario y obsceno narcisismo de Trump y otra muy distinta el formalmente atenuado narcisismo atribuible a Sánchez. A efectos políticos, sin embargo, el narcisismo de ambos tiene consecuencias inmediatas en la vida de los ciudadanos.

La American Psychiatric Association ha confeccionado un listado de nueve criterios que ayudan a identificar el trastorno de la personalidad narcisista. Dichos criterios, reunidos en el manual diagnostico (DSM-5), son los que enumeramos a continuación y trataremos de discernir su posible aplicación a la personalidad del presidente Sánchez. Estos son los nueve criterios para detectar el trastorno de la personalidad narcisista:

1. SENTIDO GRANDIOSO DE SU PROPIA IMPORTANCIA

Pedro Sánchez posee un sentido grandioso de sí mismo. Se siente capacitado para ocupar las más altas cotas de poder. En la lectura de su libro de memorias es observable el constante vaivén entre la percepción de su alta valía e importancia y el sentimiento de víctima al percibirse como no reconocido en lo que vale.

La personalidad narcisista de Sánchez tolera mal a sus críticos y será éste un rasgo característico de su manera de encarar la acción política. Toda crítica, todo disenso, será asumido como un ataque personal y actuará en consecuencia. No concibe que su entorno no asuma la grandeza de su personalidad e ignore las altas capacidades de las que se cree investido.

2. FANTASÍAS DE ÉXITO ILIMITADO, PODER, ESPLENDOR Y BELLEZA

España fue uno de los países más afectados por el Covid-19. El número de los muertos confirmados es superior a los 160.000 fallecidos. Cifra que no ha sido certificada por los conductos del Gobierno, que siempre trató de minimizar su número. P. Sánchez, lejos de hacerse la autocrítica por el exceso de muertes y la ruina económica producida por la pandemia, se felicita de haber salvado 450.000 vidas y de la justeza de sus políticas de excepción, que fueron declaradas inconstitucionales por el TC.

3. CREER SER ESPECIAL Y ÚNICO. SÓLO PUEDEN COMPRENDERLO QUIE-NES SON DE SU NIVEL

Pedro Sánchez cree estar muy por encima del nivel de sus contrincantes. Quienes no saben apreciar sus muchas cualidades son unos pobres diablos, a los que la envidia y la superioridad ajena les impide ver su grandeza.

4. NECESIDAD EXCESIVA DE SER ADMIRADO

Llama la atención el culto a la personalidad de la que disfruta el presidente Sánchez, que recuerda a regímenes políticos de otras latitudes. Putin, Trump o Xi Jinping se ven rodeados por un profuso culto a la personalidad, que consideran tan justificado como merecido. Algunas actuaciones públicas de Sánchez nos recuerdan el culto a la personalidad del que los mencionados políticos disfrutan. No es muy normal ni habitual que un líder de una democracia europea reciba semejante culto.

5. CREE QUE TODO LE ES DEBIDO Y SUS DESEOS DEBEN CUMPLIRSE DE INMEDIATO

Es esta una de las características del narciso infantil. El niño lo desea todo porque le corresponde y lo quiere ya. Pero el problema se presenta cuando un narciso adulto pretende que sus deseos se conviertan en realidades inmediatas, en ese caso nos hallamos ante un narcisismo de índole patológica.

A este rasgo psicológico obedece, tal vez, el recurrente uso de la figura del decreto ley a la hora gobernar. La urgencia no viene dictada por la realidad, sino por el deseo imperioso del líder. Pedro Sánchez, como buen narciso, pretende que todo le sea lícito y que sus deseos se conviertan en leyes, ya que no en vano cree encarnar en su persona la virtud pública e incluso la razón de Estado.

El pueblo soy yo, piensa Sánchez en su ensoñación narcisista, pero no acaba ahí la cosa, también, el partido es él. La democracia es el gobierno de las leyes. Con el presidente Sánchez, sin embargo, la democracia se transforma en el reino de la arbitrariedad narcisista.

6. EXPLOTA AL OTRO EN LAS RELACIONES INTERPERSONALES. UTILIZA A LOS DEMÁS PARA SUS FINES

Para el Narciso, el otro no existe, o mejor dicho, tan sólo existe como posible instrumento a su servicio. Nuestro presidente tiene merecida fama de utilizar a cuantos le rodean y prescindir de su servicio tras ser utilizados. Tal vez, la mejor descripción de Pedro Sánchez en su faceta de utilizador, sin miramientos, de sus colaboradores se la debemos a Andoni Ortuzar, presidente del PNV, cuando en mayo de 2023 hizo la siguiente declaración:

«Creo que todos los que hemos estado alrededor de Sánchez tenemos la sensación de que somos kleenex para él. Nos usa, nos tira, luego vuelve a coger otro kleenex (…) Creo que él nos ha utilizado a todos, sin excepción, incluido su propio partido».

7. FALTA DE EMPATÍA. NO SUELE RECONOCER NI COMPARTIR LOS SENTIMIENTOS Y NECESIDADES DE LOS DEMÁS

Nada más llegar a la Moncloa, Pedro Sánchez hizo un gran gesto de empatía cuando acogió al barco Aquarius en el puerto de Valencia, significándose como un ejemplo a seguir a nivel mundial. En su posterior ejercicio del poder, sin embargo, se ha de anotar la masacre de Melilla y la penosa acogida a los migrantes de Canarias, que representan la doble cara de su política migratoria.

8. ENVIDIA A LOS DEMÁS Y CREE QUE LOS DEMÁS LE ENVIDIAN

Del Manual de resistencia de Pedro Sánchez cabe entresacar la lista de todos a quienes envidia en un momento u otro de su devenir político. Menciona de manera especial a Barack Obama y Bill Clinton, en quienes admira su capacidad de adaptación y la coherencia de sus postulados.

Es curioso y elocuente el hecho de que Sánchez admire a líderes del sistema presidencial americano, que no están sometidos a ninguna instancia superior. En este sentido, de sus comportamientos con la persona de Felipe VI cabe inferir una actitud de envidia al sentirse en posición inferior tanto en los protocolos como en la jerarquía constitucional.

9. ACTITUDES Y COMPORTAMIENTOS ARROGANTES Y ALTANEROS

Es una lástima que el idioma inglés no contenga un vocablo que sí tiene el castellano, la palabra no es otra que «chulería», que encaja perfectamente en los criterios para detectar el trastorno de personalidad narcisista. El lenguaje corporal de Sánchez, su modo de desplazarse, la manera de conducirse en público y las formas de dirigirse a sus adversarios políticos indican una personalidad que se cree superior y considera una pérdida de tiempo debatir con sus oponentes.

Estas formas, modos y maneras las exhibió Pedro Sánchez en el famoso primer debate en el que confrontó, en el Senado, con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.

ANEXO 1: LA EXCEPCIÓN COMO NORMA… Y UN TIC PROPIO DE FRANCO

El gran logro político de Pedro Sánchez es el haber creado un enemigo frente al cual se justifican la arbitrariedad y el decisionismo iliberal con tal de vencer al mal y a la sinrazón, representados por la derecha conservadora de España. Todo vale si de vencer al mal se trata.

Curiosamente el mecanismo emocional y mental que anima al bloque capitaneado por Sánchez se asemeja al de la cruzada con la que Franco pretendió erradicar del escenario político español a la anti-España, encarnada por las hordas judeo-masónicas. Este escenario bipolar construido por Pedro Sánchez corresponde fielmente al diseño que Carl Schmitt dibujó con éxito y fue implementado por el nacionalsocialismo alemán.

En un escenario político en el que el legislativo está colonizado y dominado por el ejecutivo, el líder que preside el Gobierno de la nación tiene la capacidad de imponer sus decisiones sin contrapeso alguno, convirtiendo la gobernanza en una acto soberano y excepcional.

La excepción se convierte en regla y el decisionismo sustituye a la democracia deliberativa, donde el estado de derecho funciona gracias a la autonomía de los poderes del Estado. Una vez que el legislativo queda a merced del ejecutivo la democracia se devalúa y el Estado de Derecho queda supeditado al albur y a la decisión del líder que preside el ejecutivo.

Este es el escenario político español que Sánchez ha construido neutralizando los contrapesos, en los que la democracia se fundamenta. En el escenario actual tan sólo escapa al control de Sánchez el poder judicial, que resiste como puede, incluso saltándose la letra de la Constitución con el ánimo de preservar su espíritu. Carl Schmitt dejó dicho que soberano es quien decreta el estado de excepción y Sánchez representa el triunfo de la excepcionalidad, fuente de la arbitrariedad.

La conocida ambición de poder del presidente Sánchez ha convertido en virtuosas todas las anomalías morales, éticas y políticas que repugnan a la razón política. El social-populismo de Sánchez ha justificado la creación de un muro infranqueable que excluye a los ciudadanos que disienten de sus políticas.

Sánchez trata de imponer el imperio de sus decisiones sobre el Estado de Derecho. El bien, el progreso y el poder son sus estandartes, pero se rige por el dictamen de Thomas Hobbes: «auctoritas non veritas facit legem». Ni la verdad, ni la ley justa, ni la equidad forman parte de los atributos del social-populismo liderado por Pedro Sánchez.

ANEXO 2: EN SEMEJANZA A PUTIN

En la segunda parte de sus memorias —Tierra Firme— el presidente Sánchez se refiere a Putin en los siguientes términos: «La forma de ser de Putin determina su forma de ver el mundo y ha tenido un papel decisivo como dirigente de un país autocrático». Si el nombre de Vladimir Putin lo sustituyéramos hoy por el de Pedro Sánchez, posiblemente obtendríamos una foto fija de lo que acontece en esta España presidida por el autor de la frase.

Efectivamente, la forma de ser de nuestro presidente determina su forma de ver el mundo y ha tenido un papel decisivo como dirigente de este país (cada vez más) autocrático. Es decir, Sánchez es consciente de que la personalidad de un dirigente determina su cosmovisión y ejerce un papel decisivo en su manera de gobernar.

Lo que no dice el presidente es que él, al igual que Putin, padece de un trastorno de personalidad narcisista que determina su forma de ver el mundo y condiciona sus políticas.

Acabamos de asistir al psicodrama representado por Sánchez con ocasión de sus cinco días de reflexión que han tenido en vilo a España.

Continuará.

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Milei y los locos

Todo lo que ha dicho en la polémica provocada por Óscar Puente presenta un problema para el Gobierno español: es cierto

Luis Ventoso en El Debate, 050524

os argentinos, que a comienzos del siglo XX vivían en uno de los países más ricos del mundo y en el XXI moraban en un lastimoso fracaso, tenían dos alternativas. O continuaban con la muerte lenta de su endémico tinglado peronista, con el 45 % de la población sumida en la pobreza y una inflación imposible del 140 %.
O se metían en el quirófano de un liberal de dialéctica polvorilla e histriónica, el economista Javier Gerardo Milei, que echaba pestes del socialismo y les proponía controlar el gasto público, podar las redes clientelares, rebajar la inflación y crear una cierta seguridad jurídica que permitiese prosperar a las empresas. Y se lanzaron al experimento liberal, ¡qué remedio!
Una característica de la izquierda es que además de empobrecer a la gente tiene la arrogancia de pretender que la razón está de su parte. Opera como el perro del hortelano. Así ha ocurrido en Argentina. No se había acomodado todavía Milei en la Casa Rosada y ya estaban torpedeándolo con huelgas y manifestaciones.
Resulta dificilísimo curar por completo a un enfermo achacoso durante tanto tiempo como Argentina. Los que somos más bien liberales creemos que los gobiernos no tienen la facultad de arreglarlo todo. El éxito o fracaso de los países depende en gran medida del pulso de sus sociedades. Y en Argentina la subcultura del chanchullo ha arraigado tanto que es casi imposible que un político pueda erradicarla.
Pero aún así, el electroshock de Milei empieza a dar algún fruto. Del inevitable déficit se ha pasado a un superávit, la inflación de los alimentos ha caído un poco y también la calificación de riesgo del país, porque los mercados empiezan a atisbar un cambio a mejor.
En España, hoy un Estado socialista, la mayoría de la opinión publicada condena a Milei en los términos más despectivos (aunque no tenían queja alguna con la alucinante hiperinflación y miseria del peronismo). Curiosamente, The Economist califica sus primeros cien días de indudable éxito. Deben ser tan zoquetes que no siguen a las luminarias de El País y La Sexta.
Es normal que el Gobierno español defienda al peronismo, pues se parece a lo que están implantando: rencor social y comprar voluntades electorales con una red de subsidios sostenidos a golpe de deuda. Sánchez, que ha acabado plagiando todas las malas ideas de Podemos, es hoy el gobernante más radical de la UE.
A la hora de salir a agredir a quienes legítimamente piensan de otra manera, el nuevo mamporrero de guardia del sanchismo es Óscar Puente, sobre cuyas cualidades no es menester detenerse, pues se trata de uno de esos curiosos casos lombrosianos donde la cara es el espejo del alma.
Puente cultiva el estilo faltón y la chulería bravucona, la forma menos inteligente y más facilona de hacer política. Para insultar a Milei se ha referido a su «ingesta de sustancias», abriendo así un innecesario conflicto con un país tan vinculado a los españoles como Argentina.
Pero Milei les ha salido rana, porque ha contestado con un sintético y certero resumen de los daños y debilidades del sanchismo:
1.- El caso de corrupción de la mujer del presidente, «que lo llevó incluso a evaluar su renuncia».
2.- El empobrecimiento de la clase media española con las políticas socialistas.
3.- El riesgo para la unidad nacional de sus pactos con los separatistas, «que están llevando a la disolución de España».
4.- El peligro que les genera a las mujeres españolas el descontrol de la inmigración ilegal (lo cual también es cierto, como refleja la altísima proporción de crímenes contra ellas cometidos por extranjeros).
Uno de los apodos de Milei es «El Loco». Pero siempre se ha dicho que a veces los únicos que dicen la verdad son los locos y los niños. Milei lo ha clavado. En un fresco de cuatro brochazos ha retratado la calamidad que padecemos, esa que el grueso de la sociedad española todavía no ve por el efecto narcotizante del cuasi monopolio sanchista en las televisiones.
Desde Argentina se vislumbra nítidamente que estamos avanzando por la misma senda que en su momento destrozó su país.
¿Quién es el auténtico chalado: Milei, que aspira a cuadrar las cuentas y recuperar la seguridad jurídica; o ese que ustedes saben, que vive en el despilfarro, que está destrozando el Estado de derecho y que anuncia ufano medidas para embridar a los jueces y periodistas que no se pliegan a sus políticas de extrema izquierda y traición a la unidad nacional?
El Loco no duerme en la Casa Rosada.

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Javier Carbajo y Sara Rojo

Queríamos tanto a Paul Auster

«Aquel estado de gracia en que se desenvolvían las novelas de Auster era el resultado de una perfecta aleación entre un universo especulativo, mental y un universo mucho más ‘carnal’, en donde la lucha por la supervivencia adquirían cualidade épicas»

Cuánto he disfrutado leyendo a Paul Auster! Tal vez, entre todos los escritores contemporáneos, ninguno me haya procurado tanto deleite, tanto alborozo y asombro como Auster. He leído algunas de sus obras –’La trilogía de Nueva York’, ‘El libro de las ilusiones’, ‘Leviatán’, ‘La música del azar’ o ‘El palacio de la luna’ con las que prefiero, no necesariamente por este orden– en una suerte de encantamiento, en un estado de incesante voluptuosidad, tal era el festín de inteligencia y fascinación que desplegaba su escritura.

Me subyugaba la aparente levedad de sus tramas, en las que Auster iba infiltrando perplejidades que –casi imperceptiblemente– envolvían a sus personajes en una telaraña de zozobras, hasta convertir sus existencias –risueñas, mansas, muy amablemente rutinarias– en infiernos acechados por la angustia y la autodestrucción.

Y me subyugaba, sobre todo, la habilidad de prestidigitador con la que Auster lograba este efecto: uno tenía la impresión de estar leyendo una apacible novela de costumbres que, de repente, se metamorfoseaba en desazonante novela de intriga; y, sin solución de continuidad, los senderos de esa intriga se adentraban en corredores de sombra hasta desembocar en una suerte de pesadilla metafísica.

Aquella magia agazapada, sostenida por una pasmosa alegría de contar y una capacidad inimitable para construir situaciones en las que lo inverosímil se tornaba cotidiano, conformaba además un universo intransferible (se puede decir ‘austeriano’ como se dice cervantino, o dantesco, o borgiano).

Y el caso es que las tramas de Auster no son especialmente «profundas» (entendiendo por profundidad ese grado de complicación que solemos exigirle a la alta literatura); y su lenguaje es de una llaneza apabullante y de una eficacia quizá aprendida en su etapa inicial de escritor depulp fiction.

Pero más allá de estas facilidades engañosas, a través de un estilo lleno de sugerencias y elipsis, Auster logra penetrar las perplejidades y los desasosiegos del hombre contemporáneo, la consistencia quebradiza de nuestra identidad, la muy sutil precariedad que rige las relaciones humanas.

Los personajes de Auster son criaturas en el filo de la navaja, asediadas por impulsos en apariencia absurdos que las empujan a transformar radicalmente sus destinos, oscuramente invocadas por fuerzas irracionales que dotan de un argumento imprevisto sus vidas. ¡Qué personajes aquellos, que de repente se lanzaban a una epopeya de redención, que abandonaban una vida plácida y se convertían en proscritos, que abominaban del éxito y se metamorfoseaban en terroristas o pordioseros!

Creo que aquel estado de gracia en que se desenvolvían las novelas de Auster era el resultado de una perfecta aleación entre un universo especulativo, mental (al estilo de Kafka, Beckett o Borges, para entendernos) y un universo mucho más «carnal», en donde la lucha por la supervivencia, el vagabundaje, las relaciones conflictivas entre padres e hijos, los secretos familiares que pesan sobre la conciencia como una losa, la búsqueda de la propia identidad adquirían cualidades épicas; y, por supuesto, se sustentaba en la sabiduría del autor para tejer, con ingredientes tan contradictorios a primera vista, una arquitectura en apariencia sencilla que escondía infinitas complejidades.

Hubo un momento, sin embargo, en que esa aleación se resquebrajó: las novelas de Auster empezaron a congestionarse de un excesivo lastre especulativo que lo conducía hacia callejones onanistas (pienso en ‘Viajes por el Scriptorium’ o en ‘Un hombre en la oscuridad’); o bien probaron a desprenderse de ese componente que antes las sazonaba en la exacta dosis, para tornarse más anodinas (pienso en ‘Brooklyn Follies’ o ‘Sunset Park’), como si de repente el prestidigitador hubiese decidido exponer a la luz sus trucos; y lo que antes parecía milagroso se revelara maquinal, cansino, puro recurso de repertorio.

De la noche a la mañana, Auster perdió esa levadura secreta que hacía irresistibles sus tramas, envolviéndonos en una telaraña de zozobras; y, faltando esa levadura, sus novelas se empezaron a enturbiar de inanidad, de estereotipos endebles, de fórmulas consabidas, hasta hacerse tediosas y mazorrales, salpicadas de digresiones e infestadas de campanudas profesiones de corrección política.

Esta deriva adquirió magnitudes espeluznantes en la copiosa ‘4 3 2 1’, donde todo era farragoso, prolijo, superfluo, una farfolla de estirpe memorialista tan monótona como un campo de alfalfa. Toda aquella magia que permitía a Auster urdir vidas absorbentes e hipnóticas se había volatilizado fatalmente. Tampoco en la biografía posterior que dedicó a Stephen Crane asomaba el mago que en otro tiempo nos había hecho temblar de gozo, como cuando de chavales íbamos al cine con la novia reciente e inexplorada.

Siempre sospeché que en aquel desfondamiento de Paul Auster, aparte de razones de decrepitud y aburguesamiento, pesaba el trágico y horrendo cáliz familiar que tuvo que apurar hasta las heces durante los últimos años de su vida, antes de que un compasivo cáncer viniera en su ayuda.

Todavía no me he atrevido a leer su última novela (único título suyo que aún no tengo en mi biblioteca); pero, cuando lo haga, procuraré recuperar aquel estado de jubilosa trepidación interior que me asaltaba cuando leí trémulo de gozo sus obras más cuajadas, como quien se adentra en una cueva abarrotada de innumerables tesoros, seguro de que el descubrimiento de tesoros sucesivos me brindaría nuevos motivos de estupor y regocijo, nunca previsibles, nunca repetidos, nunca olvidados.

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Decálogo contra la máquina del fango

Si lo que pretende de verdad Sánchez es neutralizar a los fabricantes de bulos, lo que debería promover, en lugar de una histérica caza de brujas, es un proceso real de regeneración democrática

Agustín Valladolid en Vozpópuli, 050524

En abril de 2019, Pablo Iglesias fabricó la campaña electoral alrededor de las cloacas del Estado y su “pata mediática”. Aquella fue una jugada diseñada para remontar en las encuestas, que venían anunciando el desplome Podemos, lo que finalmente acabó sucediendo. El partido que irrumpió en la política española para ponerla patas arriba, descendió de los 71 diputados de 2016 a los 33 en abril de 2019. Un batacazo estrepitoso producto de la decepción acumulada.

En ausencia de una gestión convincente, tras el gran apoyo social obtenido, Iglesias concibió una estrategia compensatoria basada en el victimismo. Primero fue la Casta, luego la Trama, después las Cloacas y por último la Pata Mediática de esas Cloacas. Todo con mayúsculas. La treta, digna del mejor fabulador, se describe con todo detalle en el libro de un colega aún en fase de cocción: “Las que [Pablo Iglesias] llama ‘cloacas mediáticas’ están cada día más llenas, no quedan asientos libres, allí van a parar todos aquellos periodistas que osan cuestionarle”.

La operación que ahora ha puesto en marcha un Pedro Sánchez en serias dificultades, es un calco de aquella. También todo con mayúsculas. En lugar de la Casta utiliza un término más convencional: Los Poderosos. Las Cloacas son la Máquina del Fango. Y la Pata Mediática se ha transformado en el concepto nada original de la Pseudoprensa, ya empleado, como ha recordado Miriam González, por OrbánTrumpPutinMaduro o Bolsonaro. A falta de mejores argumentos, Sánchez señala la suciedad y se ofrece como paladín de la desinfección. Lo mismo que hizo el de Podemos.

Hace tiempo que Sánchez le comió la merienda a Iglesias en lo doctrinal; lo que algunos socialistas críticos han llamado la “podemización” del PSOE. Hoy, también copia su metodología de salvamento. El presidente ha pasado del espanto insomne, ante la hipótesis de tener que hacerle sitio a Iglesias en el Gobierno, a convertirse en su principal imitador. Podemos volvió a caer de 33 escaños en abril de 2019 a los 26 de noviembre de ese mismo año. Y es que aquello, lo de las cloacas, no acabó de funcionar. Como esto de ahora de Sánchez: tampoco va a funcionar.

Si lo que pretendiera el presidente fuera ayudar de verdad a la neutralización de los fabricantes de bulos, al desenmascaramiento de los falsos periodistas, lo que debería promover, en lugar de una histérica e indiscriminada caza de brujas, es un proceso real de regeneración democrática que incluyera, como elemento básico para el efectivo predominio de la verdad frente a la manipulación y la falsedad, la defensa real -no simplemente retórica- de la transparencia. Y alguna cosa más. Por ejemplo:

El decálogo

1.- Abolición de todo insulto y descalificación gratuita en el debate público.

2.- No utilizar las redes sociales para atacar al adversario, señalar a periodistas no alineados e inflamar a los incondicionales. Menos aún si se ocupa un cargo de gran responsabilidad. Eliminar los perfiles falsos o bots diseñados para elogiar las decisiones propias e insultar a quienes no comparten nuestras opiniones.

3.- Renunciar, salvo justificadas excepciones, a las declaraciones sin preguntas, asumiendo como regla normalizada, y muestra de respeto al derecho a la información de los ciudadanos, las ruedas de prensa no monitorizadas.

4.- Aceptar las decisiones de los tribunales cuando estas no sean favorables a nuestros intereses, evitando cualquier comentario descalificatorio basado en la presunta querencia ideológica de fiscales, jueces o magistrados.

5.- No sacar de contexto, o directamente manipular, las declaraciones del adversario político. Ni siquiera para defender a tu familia.

6.- No situar al frente de los medios de titularidad pública a personas que militen en partidos políticos o hayan ocupado cargos de responsabilidad en el Gobierno en los cinco años inmediatamente anteriores a la fecha del nombramiento. Esto debiera ser de obligada aplicación tanto en RTVE y la Agencia Efe como en las televisiones y radios autonómicas. La medida debiera incluir también al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), al haberse convertido en un actor de comunicación social de primera fila.

Hasta aquí, un paquete de propuestas elementales que en todo caso serían de imposible cumplimiento si no se llegara a un acuerdo sobre lo esencial. A saber:

7.- Recuperación de consensos básicos en las grandes políticas de Estado: seguridad, política exterior, pensiones, Justicia…

8.- Sustitución por personas independientes y cualificadas de aquellos responsables de instituciones o empresas públicas vinculados a partidos políticos. Esta medida debiera ser también de obligado cumplimiento en la administración autonómica y local.

9.- Búsqueda del mayor respaldo político, en beneficio del prestigio-país, para la sustitución de las cúpulas de las instituciones con mayor vinculación a las de la Unión Europea, caso del Banco de España (en breve) y de la AIREF (a medio plazo).

10.- Desbloqueo pactado entre PSOE y PP del proceso de renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) mediante un sistema neutro y democráticamente aceptable. De las distintas fórmulas posibles, me quedo con la del sorteo entre 40 candidatos, seleccionados proporcionalmente según el peso de cada grupo político: 20 por el Congreso y otros 20 por el Senado, elegidos al azar en dos bloques: 12 nombres a extraer de una primera urna compuesta por 24 jueces y magistrados, y 8 de una segunda entre 16 juristas de reconocida competencia.

Yo empezaría por esto último. Sería la mejor señal de que este país tiene remedio. Pero no caerá esa breva. Sánchez ha elegido el camino contrario a la búsqueda de consensos. Allá él. Lo que no es aceptable es que nos venga ahora a darle la vuelta al argumento para arreglar el estropicio que él mismo ha provocado. Con el catecismo pablista bajo el brazo.

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Meteos la polarización por donde os quepa

Javier Benegas en Disidentia, 070424

Si en la década de 1980 un adivino capaz de anticipar el futuro me hubiera revelado cómo iba a ser la España del presente, seguramente no le habría creído. Con las limitaciones que se quiera, entonces, más o menos cultos o ignorantes, éramos optimistas, en especial los que veníamos de abajo.

A pesar de que la mayoría de indicadores, como los números del paro, animaban a lo contrario, al pesimismo, había un convencimiento generalizado de que a partir del punto en que nos encontrábamos por fuerza sólo quedaba mejorar. Aún teníamos el hálito de ese viejo mundo heredado de nuestros padres y abuelos cuya regla fundamental era que, con empeño, esfuerzo y trabajo, lo lógico era prosperar, encontrar un buen trabajo, un lugar para vivir y un horizonte hacia el que mirar.

Durante un tiempo pareció que en efecto iba a ser así, entre otras razones, porque esa creencia animaba a las personas, las hacía ser laboriosas y confiadas. Y poco a poco ese empeño empezó a cristalizar dando forma a un país más dinámico, atrevido y seguro de sí mismo, capaz incluso de volver a proyectarse hacia el exterior.

Hoy se ha establecido el mito, a partir de una parte de verdad, de que aquel pequeño milagro no fue tal, que  la burbuja del ladrillo, el gasto público y los fondos de cohesión europeos fueron los responsables. Digo parte de verdad porque es cierto que esos estímulos tuvieron su importancia, pero no menos cierto es que hubo un fuerte repunte de la inversión estrictamente privada, se crearon infinidad de empresas y no sólo de servicios, ni mucho menos, y lo más importante: ese empuje no se limitó al mercado interior, acabó cruzando las fronteras.

Pero ocurrió lo indeseable. Los políticos contemplaron con codicia esa vitalidad que empezaba a dar sus frutos. La economía española, mucho más dinámica, ofrecía nuevas oportunidades, pero no sólo a los particulares; también los partidos presentes en las instituciones nacionales, ministerios, gobiernos regionales y ayuntamientos entendieron que aquel estado de gracia era una ocasión de oro para extender sus tentáculos, parasitar la bonanza y fortalecer y ampliar sus redes clientelares.

Poco a poco fueron drenando la economía, redirigiéndola bajo el subterfugio de la justísima redistribución de la riqueza y la necesidad de infraestructuras públicas, sanidad y educación —ya saben— hacia sus propios intereses. Fueron los años en los que al minuto uno de adjudicarse cualquier obra pública, la administración correspondiente ya había levantado una valla donde anunciaba a bombo y platillo, sin pudor alguno, su generoso coste, como si el responsable político de turno lo pagara de su bolsillo.

Los políticos acabaron administrándolo todo, no sólo los presupuestos del Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos, también se hicieron con el control de las cajas de ahorro y los medios de información, establecieron las puertas giratorias y el quid pro quo con los mercantilistas, que no empresarios, y convirtieron los boletines oficiales en el libro de bitácora de su búsqueda del tesoro en alianza con los corsarios amigos. Entonces, sí, es cuando empezó a formarse una gran burbuja, pero no del ladrillo. Era de naturaleza esencialmente política.

España crecía a un ritmo constante y muy superior al del resto de Europa. Eso es lo que distinguía la prensa salmón. Y era cierto. Pero lo que nadie veía era que la estructura política y administrativa crecía aún más rápido. Sin embargo, el fenómeno de la democratización, entendido concretamente como democratización del crédito y de la educación superior, que se establecía como un asequible salvoconducto que garantizaba la estabilidad y la prosperidad futura de los hijos, mantuvo confiado a Juan Español.

Pero lo que no puede ser, no puede ser. El cataclismo global de 2008 acabó con el gran sueño. Todas las minas que la estructura política había ido diseminando durante décadas a lo largo y ancho, de arriba abajo, de una economía no ya intervenida sino tomada, estallaron en cadena. Quedaron a la vista todos los excesos de una España política codiciosa, sinvergüenza y temeraria.

A la salvación in extremis que llegaría con la ayuda del Banco Central Europeo, los principales responsables del desastre lo llamaron “rescate bancario”. Menudo cuajo. En realidad, el desaguisado que puso al límite nuestro sistema financiero no estaba en los bancos, estaba en las cajas de ahorro que los partidos, sindicatos y negociantes amigos habían saqueado.

Y también en el descontrol del gasto, en el derroche, la opacidad, la corrupción y en general el desmadre de lo público. Aún a día de hoy perdura en las instancias políticas este camelo, con el agravante de que  los políticos, con un rostro más duro que el cemento, y sus fabricantes de relatos señalaron al común, a su irresponsable endeudamiento, a su falta de previsión e ignorancia financiera como el origen del mal.

A pesar de todo, la clase política, mediante la mayoría absoluta de un infausto presidente, aún tuvo una oportunidad de oro para poner blanco sobre negro, aprender de los errores, entonar el mea culpa y corregir el rumbo. Pero no hubo manera. Las nuevas generaciones de políticos eran inasequibles al propósito de enmienda. Al contrario, el cínico relato sobre las causas del cataclismo permaneció inalterado, subieron los impuestos y todo lo que estaba mal, incluidas las pésimas costumbres, permaneció tal cual.

En época de tribulaciones no había que hacer mudanza, esa fue la consigna, la advertencia con la que aquel gobierno que lo tuvo todo en su mano cerró bocas, justificó su cobardía y renunció a coger el toro por los cuernos. Después de aquello, era sólo cuestión de tiempo que los excesos políticos puestos forzosamente en barbecho, más que nada por la falta de dinero, regresaran con renovado vigor. Pero ya sin disimulo.

Ahora hemos parido un monstruo que, mediante el subterfugio de la polarización, está dispuesto a liquidar lo que nos queda de riqueza, dignidad y esperanza. No lo intentará sólo. Cuenta con la participación de una manada de hienas que exige su parte de carroña. Sin embargo, ojalá nuestro problema fuera sólo ese personaje y el hatajo de canallas que lo sostiene. Ojalá pudiéramos creer con fundamento que muerto el perro, adiós la rabia. Me temo que eso, si acaso, sería una condición necesaria, pero de ningún modo suficiente.

Hay quienes creen que tenemos lo que merecemos. Yo, al menos, lo escucho de forma recurrente. Posiblemente tengan al menos parte de razón. Pero eso es a lo sumo una sentencia, una conclusión sobre el presente. La cuestión ya no es si este desastre es culpa nuestra, después de todo, es lo que hay y sólo queda apechugar.

Lo importante es poner de nuestra parte para merecer mañana algo distinto. Y en mi opinión, lo primero es empezar por comprender que el mal ambiente que domina la política, con sus pésimas maneras, el empeño por enfrentarnos, dividirnos para odiarnos mutuamente, a santo de cualquier identidad, creencia o idea, es la forma en que los malos políticos consiguen mantenernos a raya, mientras siguen explotándonos en su propio beneficio.

No consentir este espectáculo, no participar de él, negarse en redondo a que la política sea esta gran mierda, eso sería un buen comienzo.

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Vídeos

Macron: Claves del día. «Europa puede morir», EEUU se frena y jaque mate a la justicia en España. 260424 [subtitulado en español]

«Europa puede morir». La advertencia de Macron tiene que ver no solo con el mundo en guerra que vivimos y la amenaza cada vez más comentada de los líderes europeos de una posible guerra con Rusia dentro del Viejo Continente, si no también con la dependencia económica de Europa de otras potencias comerciales y tecnológicas frente a China o EEUU.

Este discurso se engloba dentro de la apuesta del presidente francés por desbancar a Ursula Von Der Leyen al mando de la Comisión Europea y poner en su lugar a Mario Draghi. La batalla ha comenzado pues en Europa mientras EEUU mira a su economía ahora con preocupación: el PIB del país ha sido un desastre y ahora Biden sí tiene un problema mientras que Powell no tiene más opciones que empezar a mirar a las bajadas de tipos de interés, alejándose de las amenazas de nuevas subidas.

De vuelta en Europa, el foco de la mirada del inversor está también en España: el retiro de cinco días de Pedro Sánchez para pensar si dimite deja una incertidumbre que no transmite una imagen de seriedad en España y que añade, además, una imagen de peligro para el sistema judicial al cuestionar la independencia de los jueces en el caso de presunta corrupción de Begoña Gómez, mujer del presidente del gobierno.

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Música de Diana.

«Fidhe Ra Hurí» [2004], de Omnia Ensemble, en su álbum  Crone of War. Vía Diana Lobos, 020524.

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Humor
La viñeta de Caín: 30 de abril de 2024
Felipe Hernández Cava ‘Caín’, España, 1953’y Federico del
V Barrio (ilustrador, España, 1957), en la Razón

 

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Animalismo irracional

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Abascal Feijoo

  • Abascal ofrece a Feijóo construir juntos «una alternativa cuando se canse de tender la mano a Sánchez»

Abascal a Feijóo: «No se puede estar en las calles denunciando el golpe de Sánchez y pactando el gobierno de los jueces con él»

Pelayo Barro en ok diario, 060524

El presidente de VoxSantiago Abascal, ha remitido este lunes una dura carta al presidente del Partido PopularAlberto Núñez Feijóo, en la que le solicita un frente común para hacer frente al «autogolpe de Pedro Sánchez» e insta a su formación a «abandonar la obsesión ganar o perjudicar a Vox».

«Cuando te canses de tender la mano a Pedro Sánchez, encontrarás la nuestra», le señala Abascal. Vox le exige que cese cualquier acercamiento al PSOE y que el PP se una a su ofensiva internacional para denunciar el «golpe» de Sánchez.

En la carta, que la formación de Abascal ha hecho pública esta misma mañana, el líder de Vox le señala a Feijóo que le ha «ofrecido de todas las maneras posibles la conformación de una estrategia común, aparcando durante un tiempo las diferencias que existen entre nuestras formaciones».

«Por desgracia, como bien sabes, desde la dirección de tu partido se torpedean a menudo esos acuerdos de gobierno, casi tanto como se dificultó el que se llevaran a cabo. Por el contrario, para nuestra sorpresa (e indignación de muchos españoles), se mantiene la oferta permanente de diálogo y acuerdo con Sánchez y sus aliados», advierte Abascal.

Continúa el texto remitido por el líder de Vox al del PP: «No se puede estar en las calles denunciando el golpe de Sánchez y pactando el gobierno de los jueces con él. Con el añadido de bochorno de hacerlo tutelado por extranjeros», en referencia a esa negociación de PP y PSOE por el CGPJ con mediación de la Comisión Europea.

Incide la carta en que es «bastante evidente, público y notorio, que el PP está preocupado en ganar a Vox. Y me parece un error gravísimo y ya bastante repetido en el despacho que ahora ocupas. Ese no es el camino. Por enésima vez, ahora con esta forma de carta pública, te animo a superar esa obsesión con Vox (un partido que legítimamente representa a millones de españoles que no se sienten representados por el tuyo)».

Cinco acciones

Como conclusión de la misiva de Abascal a Feijóo, lo que Vox solicita al PP se resume en cinco líneas de acción. La primera, explican desde la formación, es establecer «una coordinación de las respuestas políticas, parlamentarias, judiciales y sociales al golpe».

Reclaman, además, «un cese inmediato de negociaciones con Sánchez, en especial las que atienden al gobierno de los jueces, ahora tan atacados. Y revertir los acuerdos que ya habéis alcanzado con ellos en parlamentos e instituciones».

Como tercer punto, Vox exige al PP «una denuncia internacional continuada (todavía seguimos haciéndolo en solitario) del proceso golpista y del extremismo instalado en gobierno. Es urgente que vuestro partido europeo rompa con el partido socialista la coalición ahora vigente en la UE».

Además, Abascal le pide a Feijóo «una defensa conjunta de las instituciones, empezando por los gobiernos compartidos, que deben enfrentarse a leyes como la de la amnistía con toda la fuerza que su legitimidad les proporciona», así como «una profundización en los acuerdos de gobierno entre PP y VOX, y el fin inmediato de todas las trabas que les están poniendo desde la dirección nacional de tu partido.

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  • Éste es el título de la academia de marketing de Begoña Gómez que demuestra su licenciatura ‘fake’

OKDIARIO accede en exclusiva a la titulación que otorgaba la M&B Escuela Superior de Marketing y Negocios. Compañeros de promoción de Begoña Gómez admiten que no era una licenciatura y que no pudieron convalidar sus estudios

Segundo Sanz en ok diario, 060524

El título de la academia de marketing donde estudió Begoña Gómez, la mujer de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, demuestra que nunca cursó una licenciatura, pese a que ella -epicentro de la crisis institucional que vive el país estos días- así lo haya afirmado en su currículum. OKDIARIO ha accedido en exclusiva al título que daba la M&B Escuela Superior de Marketing y Negocios, un centro privado que impartía clases en Madrid, donde acudió Begoña Gómez, y en Málaga.

El documento que publica este periódico indica que en el título que se entregaba a los alumnos al cursar sus estudios, decía: «Título Superior en Marketing y Administración de Empresas». Es decir, en ningún momento pone «licenciada» o «licenciatura», aunque Begoña Gómez le dé esta consideración para engordar su currículum.

Asimismo, puede observarse cómo el título que otorgaba el centro privado M&B Escuela Superior de Marketing y Negocios -ya no existe como tal- no contiene ningún símbolo o referencia del Estado. Y es que esta titulación no universitaria ni estaba homologada ni era oficial.

Lo único que consiguió el citado centro fue que los estudios fuesen reconocidos -que no homologados- por la Universidad Internacional de Florida, una institución pública ubicada en Miami (Estados Unidos), además de un convenio con la Universidad de Stirling, en Escocia, para que sus alumnos pudiesen realizar allí una parte de sus estudios.

Los logotipos de estas entidades extranjeras son los que pueden verse en los dos extremos inferiores del título. En cambio, en la parte superior sólo aparece el logo de la academia.

OKDIARIO ha podido hablar con compañeros de promoción de Begoña Gómez y afirman que la mujer del presidente cursó estos estudios «entre 1991 y 1995». Este periódico también reveló la orla de aquella promoción cuando saltó a la prensa la polémica del fichaje de Begoña Gómez por el Africa Center del Instituto de Empresa (IE).

Sánchez y ella acababan de aterrizar en La Moncloa tras la moción de censura contra Mariano Rajoy (PP) a mediados de 2018.

Asimismo, las fuentes que pasaron por la academia de Begoña Gómez coinciden en que «al terminar, no nos convalidaron nada». De ahí que haya compañeros de la esposa del presidente que no incluyen esta titulación en sus currículum (los hay que luego sí hicieron carreras universitarias oficiales) o que son sinceros y la califican como «titulación», en ningún caso «licenciatura». También son múltiples las fuentes contactadas por este periódico que no conservan ni siquiera el título al no poder convalidarlo.

Pese a no ser licenciada, Begoña Gómez ejerce actualmente, según su currículum, como directora de la Cátedra Extraordinaria de Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense de Madrid; codirectora del Máster en Transformación Social Competitiva: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como Estrategia; y codirectora del título en Dirección de Captación de Fondos (fundraising público y privado) en el Tercer Sector. 

Precisamente, el PP quiere que la comisión de investigación del Senado sobre el caso Koldo y sus ramificaciones recabe de la Universidad Complutense «toda la información sobre el Máster propio en Dirección de Fundraising Público y Privado en Organizaciones sin ánimo de lucro», incluyendo aquí el «proyecto, presupuesto detallado con fuentes de ingresos, gastos y salarios; patrocinadores, donantes y aportaciones; funciones y retribuciones de la dirección del Máster, costes…», entre otros elementos.

Asimismo, el PP ha solicitado los expedientes públicos adjudicados por el Gobierno de Pedro Sánchez a una sociedad del empresario aragonés Carlos Barrabés, que fue el cerebro de la cátedra de Begoña Gómez en la Complutense.

La M&B Escuela Superior de Marketing y Negocios que dirigió José Luis Maldonado se creó en 1989 y diez años después se fusionó con la corporación ESEM. En 1999, tres escuelas de formación en Marketing -ESEM, la propia M&B e INTE-se unieron en la Corporación ESEM. Sin embargo, la academia M&B nunca consiguió homologar estas enseñanzas.

En realidad, la M&B no era un centro universitario. Estaba reconocida dentro de la categoría denominada CNAE (Calificación Nacional de Actividad Empresarial) 8559-Otra educación n.c.o.p. Para estos estudios de marketing, de cuatro años de duración, no se exigía ni siquiera tener aprobada la Selectividad («nivel COU», se pedía). 

La citada categoría engloba un curioso batiburrillo en el ámbito de la enseñanza, que va desde la educación a la que no puede asignarse un nivel determinado hasta los servicios de tutoría académica; los centros de enseñanza que imparten clases de recuperación; los cursos de repaso para exámenes profesionales o la enseñanza de la lengua y de las técnicas de expresión oral. También se encuadran aquí las clases de informática, la formación religiosa, «formación para socorristas», «clases de técnicas de supervivencia», «clases de oratoria», «clases de técnicas de lectura rápida» o «formación de empleados». Pero, en ningún caso, titulaciones oficiales o reconocidas como licenciaturas universitarias.

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  • Margallo: «Sánchez teme que puedan salir informaciones que le perjudiquen, las que apuntan a Marruecos»

Segundo Sanz en ok diario, 060524

Nadie mejor que el jefe de la diplomacia española más reconocido de los últimos tiempos (2011-2016), José Manuel García-Margallo (Madrid, 1944), para analizar la gran farsa de Pedro Sánchez con su consiguiente desprestigio internacional para el país.

Y si encima publica junto al economista Fernando Eguidazu nuevo libro, España, terra incognita (Editorial Almuzara), sobre el asalto socialcomunista a los valores de la Transición, la ocasión para esta entrevista, donde el eurodiputado del PP desgrana la deriva populista de Sánchez, resulta cuanto menos oportuna.

PREGUNTA.- ¿Qué le parece la última performance del señor Pedro Sánchez? ¿Estamos ante un autogolpe?

RESPUESTA.- Han aparecido unas informaciones sobre intervenciones de su mujer en favor de determinados poderes. Al parecer ha tocado a 11 ministerios, que ya es tocar, recomendando a empresas que han recibido ayudas públicas. Eso es un tráfico de influencias como la copa de un pino, pero hasta ahora no había pasado gran cosa.

Él teme o sabe que hay otros datos que van a ir aflorando a lo largo del tiempo cuando se vuelva a poner en marcha Pegasus. Una vez que se ha demostrado que han sido espiados Francia y España, y eso apunta directamente a Marruecos. Teme que puedan salir informaciones que le perjudiquen.

Entonces, para que eso le pille protegido, lo que monta es este número, este número circense de denunciar a todas las instituciones, denunciar a toda la opinión pública, revestirse de un clamor popular. Es lo que hacen los populistas, siempre por encima de las instituciones, por encima de las élites, la casta, etcétera.

Ellos apelan al pueblo. Ahora ya tienen el pueblo y que se vayan agarrando los machos los que estamos en la oposición, los medios de comunicación que son críticos, los jueces, los fiscales o los cuerpos de la Administración. Estoy pensando en los inspectores de Hacienda, de Trabajo, de Seguridad Social, que tengan algo que ver con estas cosas.

P.- ¿Sale el señor Pedro Sánchez más débil de esta pantomima? Le pregunto, sobre todo a nivel internacional, que usted conoce muy bien.

R.- Ha logrado colocar en la primera página de todos los periódicos, incluso de los periódicos coreanos, el caso de corrupción su la mujer Es muy lamentable porque esto, esto es más propio de Caracas, de la Venezuela de Chávez que de un Estado democrático.

El último número que yo recuerdo fue el de Cristina Kirchner en Argentina. En el periodo en que ella es presidenta, hasta 2015, es acusada de determinados delitos de corrupción. Ella dice exactamente lo mismo que estamos oyendo ahora con los descamisados, los pobres, etcétera…

La condenaron a seis años de cárcel y a seis años de inhabilitación, pero le sirvió para ser senadora. Ella hizo una campaña para el Senado presentándose como la víctima de los poderosos por su defensa de los débiles. Y es exactamente lo que ha hecho este señor (por Sánchez), que ha acusado de pertenecer a la fachoesfera hasta a sus compañeros socialistas que le cesaron como secretario general.

P.- ¿Y qué cree que vendrá ahora? ¿Qué será lo que nos encontremos en esa terra incógnita? Porque se habla de un asalto al Poder Judicial e incluso de persecución de medios de comunicación críticos.

R.- Lo que dice este libro. El subtítulo dice El asedio a la democracia, ese asedio a la democracia lleva ya un tiempo. Por eso empezamos con todos los autócratas, con Mussolini, que estuvo gobernando con la Constitución, con partidos políticos, con prensa libre desde 1922 a 1925.

El asesinato de Matteotti es algo que ya no puede cubrir y por decreto establece el Estado totalitario. Es lo mismo que hizo Chávez. Aquí ya se lleva un tiempo pisando los límites y pasando los límites de lo que es una democracia liberal. El 70% de las decisiones legislativas que se toman en este país se toman por decreto ley en que los diputados dicen sí o no, pero ni pueden discutir ni pueden enmendar…

Sánchez entiende que todo está subordinado a un poder personal cada vez más autocrático y menos disimulado. Es lo mismo que cuando decidió cambiar la política española sobre el Sáhara, no la discutió en Consejo de Ministros, no la debatió en Parlamento, no ha informado a la oposición…

Y cuando ha salido de su letargo, de sus ejercicios espirituales, ha hecho una declaración grabada y la va a explicar en televisión, en su televisión. En cualquier régimen democrático, un acontecimiento de este tipo se discute en el Parlamento con luz y taquígrafos. Para eso se inventó el Parlamento.

P.- En este libro, con el señor Eguidazu, ustedes describen muy bien los giros de guión del señor Pedro Sánchez. ¿Este último movimiento se lo esperaba usted?

R.- Que él iba a parar… es lo de Fidel Castro. Llegó el comandante y mandó parar. Aquí cuando se ha encontrado que había una denuncia ante la Oficina de Conflicto de Intereses que ha dicho que no hay caso, pero queda la vía contencioso-administrativa; cuando se ha encontrado con la Audiencia…

Lo que se está discutiendo es si los indicios que hay -y nadie ha discutido que esos indicios existen-, todas esas reuniones empresariales, cartas firmadas, son delictivos o no, pero eso lo dirá la Justicia. Y luego hay una comisión de investigación que él no controla, que es la Comisión de investigación del Senado.

Pero fíjese, esa comisión todavía no había llamado a su mujer, y la Audiencia lo único que ha dicho es que hay indicios. Nada más. Estaba incipiente. No parece que este movimiento responda a eso. Esto responde a lo que él cree que puede venir. Es decir, es blindarse antes de que vayan apareciendo más cosas.

P.- Más cosas, digamos, del tema Pegasus, de Marruecos…

R.- En el tema Pegasus hay una dejación de funciones por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores que yo espero que sea denunciada. El juez ha vuelto a reabrir la causa, pero cuando la cierra dice que la tiene que cerrar por la absoluta falta de cooperación de Israel en dar los datos que se le han pedido.

Algo a lo que está obligado por convenio. Y sólo queda la vía diplomática, es decir, el Ministerio de Asuntos Exteriores, que es el que tiene que activar esa vía democrática: el Convenio de Viena, el Convenio de cooperación con delitos cibernéticos, diciendo usted está obligado a darme esa información. ¿Por qué no se ha activado esa vía? ¿Y qué pasa cuando un funcionario no cumple con lo que tiene que hacer?

P.- El libro también recalca la podemización del Partido Socialista. ¿Lo de estos días es un paso más en esa dirección?

R.- El modelo de la República Popular Confederal, el derecho de autodeterminación, es podemita. Ahora lo ha asumido Pedro Sánchez. Muchas de las medidas económicas que él adopta es Podemos puro. Cuando él habla del lawfare, el lawfare es la instrumentalización política de la Justicia.

Que el presidente del Gobierno diga que en España, el país que gobierna, hay lawfare, es un contradiós. Si no le gusta a usted el juez, porque al parecer dicen que es amigo del Partido Popular, lo recusa. Si usted dice que un medio está difundiendo bulos, falsedades y tal, tiene usted la posibilidad de utilizar el delito penal que castiga las calumnias y las injurias.

Lo que no puede decir es que todos los que le piden explicaciones están en la fachosfera. Es que, según él, hasta Felipe González está en la fachosfera, y la memoria democrática llega al 83.

P.- El pasado fin de semana vimos movilizaciones callejeras agitadas por el PSOE en torno a la figura del líder de Pedro Sánchez, algo que no se había visto en democracia y sí en el franquismo. ¿Eso es chavismo?

R.- Es chavismo puro. Es el pueblo contra las élites. Hay un articulista que dice que este caso se parece al caso Dreyfus, que fue la acusación de aquel oficial francés al que se le acusó de pasar información a Prusia. Porque era judío.

Luego resultó ser inocente. Bueno, el equiparar esto al caso Dreyfus o decir que hay una derecha política, derecha económica, derecha mediática y derecha judicial que quieren impedir el progreso, que el pueblo sea libre, eso es chavismo puro.

P.- ¿Y el resto de la sociedad española? Una idea en la que insisten ustedes en el libro es que la sociedad española está adormecida…

R.- Esto hubiese sido un auténtico escándalo nacional en cualquier país. Es decir, esta performance circense de suspender el país durante cinco días, no explicar nada y salir luego en prime time en televisión a explicarlo, hubiese producido el escándalo de cualquier demócrata liberal. Por eso empezamos el libro con la imagen de las ranas.

La rana cuando usted la mete en agua hirviendo, salta. Pero si la mete en agua fría y va calentando el agua poco a poco, la rana perece. Y esto puede ir así. Es el primer totalitarismo, el primer populismo que citamos, es Mussolini. Lo que va haciendo es, desde dentro, apoderarse de todas las instituciones.

Por decreto prohíbe los partidos políticos, obliga a los jueces y a los funcionarios a adoptar el saludo y la doctrina fascista, etcétera. Entonces, eso es lo que puede pasar si se sigue pudriendo y se sigue deteriorando la democracia. Y que aquí no haya una reacción popular ante lo que está pasando, creo que realmente es muy desesperanzador.

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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Foto: José Luís Álvarez

Entrevista a José Luis Álvarez: «Sánchez se está yendo, se está yendo ya desde hace tiempo»«

El mayor estudioso de la psicología presidencial, pionero en analizar las emociones de los gobernantes españoles desde la democracia, desmenuza la personalidad del presidente tras su casi dimisión estos días/

Marisol Hernández en El Confidencial, 050524

«Queréis conocer a alguien, dadle poder. Nos hace más auténticos, nos quita límites, el poder revela cómo es la gente». José Luis Álvarez es un experto en poder y ha sido pionero en el estudio de la psicología de los presidentes del Gobierno. Ha escrito un libro sobre ello, Los presidentes españoles: las claves de su liderazgo y estilo de Gobierno. Y, seguramente, tendrá que lanzar una nueva edición con el último capítulo del mandato de Pedro Sánchez, su insólito retiro de cinco días, hastiado por las informaciones que afectan a su esposa y su casi dimisión.

Profesor en la escuela de negocios INSEAD de Fontainebleau, máster en Sociología y doctorado en comportamiento organizativo en Harvard, Álvarez es de los que piensa que Sánchez ya está barruntando su siguiente destino, un peldaño más alto en la escalera del poder fuera de España.

En abril participó en una conferencia en el Aspen Institute en Madrid, pero la entrevista se realizó esta semana a distancia, pocas horas después de conocer que el presidente se quedaba. Quién mejor que alguien que ha analizado a todos sus predecesores para entender qué le ocurre a Sánchez.

Porque el poder desgasta, sí. Pero, también «da bienestar, da felicidad». No es una frase hecha. Él mismo proporciona el dato irrebatible: «los dirigentes de empresa viven un promedio de siete años más que los obreros». Un incentivo más para el jefe del Ejecutivo.

PREGUNTA. En su libro usted retrata a Pedro Sánchez como un presidente a quien no le erosiona emocionalmente la política, que disfruta mientras resiste y rompe las expectativas. Entonces, ¿cómo se explican sus cinco días de reflexión?

RESPUESTA. Se le puede definir como un líder político eminentemente frío, analítico, no dominado por las emociones, con mucho autocontrol, y eso no quiere decir que en un momento determinado pueda estar dominado por un rapto emocional. Esto no descalifica el juicio general, el promedio sigue siendo de objetividad.

Puede pasar que una persona concentre su emocionalidad en un grupo reducido, por ejemplo la familia, pero siga siendo frío en todo lo que tiene que ver con su trabajo. En este trance se han mezclado las dos cosas: su familia y su tarea política. Y, quizás, se ha producido una reacción que no ha sido típica en él.

Los juicios psicológicos son muy complejos. ¡Un psicoanalista puede pasar años analizando a alguien! Y a ningún presidente le podemos someter a un test. Lo que tenemos son elucubraciones.

En cualquier caso, yo no veo ni en Sánchez ni en ningún otro presidente anterior, características psicológicas que puedan representar un impedimento para gobernar o que justifiquen descalificaciones personales como las que estamos viviendo estos días: psicópata, maquiavélico, narcisista. Esto último sí lo es, pero es que todos los presidentes son un poco narcisistas.

Como le decía Bush padre a algún miembro de su gabinete: si eres tan listo, ¿por qué no eres tú el presidente? Sánchez es narcisista y, seguramente, ha existido un elemento de sobreactuación. Pero en la misma carta ya vemos elementos del político. Sigue con las alusiones a la derecha y la ultraderecha muy estratégicamente, poniendo en un mismo paquete al PP y a Vox. Habla de un gobierno progresista o de que la derecha carece de un proyecto político, cosa que por cierto es correcto. Y todo lo hace de manera deliberada.

P. La carta tiene un objetivo político, no es sólo un presidente que quiere contar cómo se siente.

R. Sí, puede ser un movimiento reactivo, una sobrecompensación. Pero el yo político de Sánchez no desaparece. Sigue estando ahí, mezclado quizás en otra proporción. No es un acto de irracionalidad.

P. Para usted, de hecho, es una persona reflexiva, que medita lo que hace. No es impulsivo.

R. Existe una confusión respecto a Pedro Sánchez. Ha realizado jugadas que mucha gente ha considerado temerarias, objetivamente valientes, con independencia de que estemos de acuerdo o no con sus posiciones políticas. Pero no hay que confundir el arrojo o el hecho de que en su vida la política sea algo esencial, con que sus apuestas hayan sido irracionales.

«En Francia las críticas a la esposa de Sánchez son pellizcos de monja comparado con las que se han hecho a Brigitte Macron»

P. ¿Pensó en algún momento que podía dimitir?

R. Yo estaba desconcertado, como mucha gente. Hemos escuchado todo el rango de posibilidades. Incluso me he sentido un poco molesto, irritado. porque, como decía antes, ha habido algo de sobrerreacción narcisista. Insisto, no descalificadora, pero narcisista. Hemos estado todos bailando alrededor de su carta. Si yo fuera él, me hubiera divertido.

En esto, hay además, otro tema interesante. Él se dedica cinco días a reflexionar. Es un señor que dice: ¡oye, no me puedo equivocar! Me lo voy a pensar muy bien. Incluso se da a sí mismo cinco días. Creo que ha estado pensando sobre todo en cómo reaccionaría Europa y sus posibilidades de carrera pospresidencial.

Como los grandes jugadores de ajedrez, cuando el oponente hace un movimiento, aunque ellos saben automáticamente lo que deben hacer, no lo hacen. Esperan, no sea que pueda existir una jugada mejor de la que tenían previamente planteada. No soy el único en decirlo pero yo creo que Sánchez se está yendo, se está yendo ya desde hace tiempo. El juicio final de todo esto se dará en un año o dos, en las próximas elecciones generales.

P. ¿Pero él deslizó el otro día que se volverá a presentar y cortó de raíz la discusión interna sobre su sucesor?

R. Decía Ortega y Gasset que los políticos no están íntimamente comprometidos con lo que dicen. Son como los actores, «representan» pero no mienten. Y cuando cambian, como dijo el mismo Pedro Sánchez, «rectifican». Se volverá a presentar, o no, si puede y le conviene.

P. ¿Cómo puede ser, que las personas que le tratan a diario, su gabinete, sus ministros, la dirección del PSOE, temiera de verdad su marcha, cuando es algo tan poco coherente con su propia trayectoria política de resistencia?

R. Es muy interesante cómo se relacionan los presidentes con su equipo. De alguien que es tan cercano a él como Zapatero, Solchaga decía que trataba a sus ministros como secretarias. Y eso que de Zapatero se contaba que era extremadamente amable con el staff, con los trabajadores de Moncloa. Pero sólo confiaba en dos o tres personas.

Que el proceso de decisión de Sánchez no lo supieran sus colaboradores o no conocieran su resolución hasta el final, forma parte de una tradición presidencial. Con Felipe González se decía: se gobierna desde Moncloa, no desde Ferraz. Los presidentes son actores políticos individualistas y solitarios, porque las decisiones sobre su interés superior, pasar a la historia de manera positiva, nadie en sus equipos las puede sentir como propias. Todo consejo que puedan recibir es interesado. Decía De Gaulle que ser un líder es tan solitario que lleva a la infelicidad.

«Hacer bien su sucesión debería ser el legado de Sánchez al partido socialista»

P. Pero, ¿esta crisis no ha podido ser un estadio más del síndrome de la Moncloa?

R. Sí. Es interesante porque Maquiavelo decía que un año después de estar en el poder, éste ya empieza a tener efectos psicológicos en el líder, en el príncipe. Es cierto que el poder, sobre todo cuando es muy exitoso y tan intenso, y los presidentes de gobierno españoles tienen un poder incomparable dentro del país, genera una serie de reacciones muy típicas.

Reducen su aprendizaje, preguntan menos cómo lo están haciendo. Objetivan y estereotipan a la gente. Tienden a tratarla peor. Tienen más tolerancia al riesgo de lo normal o del que tenían antes. Esto puede pasar, aunque no necesariamente.

Pero hay más probabilidades cuando llevas más tiempo en el poder. En España lo podemos llamar el síndrome de la Moncloa, pero esto es psicología universal sobre las consecuencias de ostentar el poder.

P. Aquí concurren varias de estas características. ¿Le puede pasar factura esta espantada incluso para su futuro internacional?

R. Los fiascos, los interruptus, los episodios dubitativos pasan factura porque muestran debilidad. En el mejor texto sobre un presidente español, el de Sergio del Molino sobre Felipe González, se cuenta el consejo del panameño Torrijos al líder socialista: «si te afliges, te aflojan», si muestras debilidad te atacarán (más).

En el fondo la política es muy darwiniana. Puede ser que al presidente le esté pasando lo que los americanos llaman un tipping point (punto de inflexión). Este síndrome de la Moncloa está afectando a Sánchez. A Mariano Rajoy le sorprendieron con la moción de censura. Aznar cambió en su segunda legislatura.

Durán i Lleida dijo de él que se volvió loco políticamente. González al final de su mandato se aislaba en la Moncloa con sus bonsáis. Sánchez lleva ya en el cargo desde junio de 2018, seis años. Vendrán más errores.

P. Es que en este caso no se percibe el incentivo. Tal vez la movilización de los progresistas antes de las elecciones catalanas y europeas.

R. Insisto, puede ser una reacción descontrolada, atípica. Pero se ha dado cinco días para pensárselo mejor.

P. También ha resultado sorprendente la exhibición de sus emociones. Esa frase de ‘soy un hombre profundamente enamorado’.

R. Quizás ha sido precisamente para compensar la imagen que se tiene de él. De calculador, estratega, maquiavélico. Esa imagen le está empezando a perseguir y le causa un desgaste político.

«El síndrome de la Moncloa está afectando al presidente del Gobierno»

P. La deshumanización de su figura, ¿ha podido ser un error de sus adversarios? ¿Le han subestimado?

R. Es un hombre joven, no es excelente en nada, pero es suficientemente bueno en todo. ¿Es un gran orador? No. ¿Tiene carisma? No. ¿Es simpático? No. Y la simpatía es el gran don de la política. No es simpático como lo era González. Ni siquiera es antipático como Aznar, que hizo de la antipatía una característica de su personaje. Pero es suficientemente bueno en todo.

Aquí hay otra reflexión: cómo alguien que es suficientemente bueno pero no excepcional es, como yo mantengo, el más profesional de la clase política actual. ¿Por qué su resistencia? ¿Por qué su longevidad en el cargo? Porque es el mejor no en estándares absolutos de excelencia, sino en comparación con el resto.

Yo creo que Sánchez es un buen representante de la clase política española actual, su mejor ejemplar. Es el único con una cierta experiencia internacional. ¿Cuál era la alternativa? ¿Pablo Casado? Obviamente no. Demasiado ansioso.

Alberto Núñez Feijóo es interesante, pero está por demostrar su fortaleza, que quiere el poder de verdad, que tenerlo en las noticias diariamente como presidente no será aburrido para la ciudadanía. No es simpático, no es internacional. Tiene sin embargo una cosa interesante. Es un hombre que viene de una clase media baja.

El PP podría tener aquí una narrativa. Yo conozco sus orígenes porque mi familia proviene de un pueblo de al lado de la suya. Sus padres tenían un colmado en un apeadero. Ahí hay una historia posible de ampliación de la base electoral del PP. Pero, ¿qué programa tiene? Pienso que el ataque personal a Sánchez, que es un ataque consciente a la cabeza del sistema político, ha sido equivocado porque no se ofrece una alternativa más atractiva, ni personal ni doctrinal.

Y están ayudando a la creación del personaje Sánchez.

P. La imagen de moderado que al principio parecía una de las fortalezas de Feijóo ¿se ha ido diluyendo?

R. Sí. Y el problema de Feijóo es que esa imagen de no moderado, él no la representa bien. Es brusco, parece incómodo. No es un gran orador, aunque no es un déficit fatal, tampoco lo era Aznar o Zapatero. Pero es que además la derecha tiene muy complicado construir una alternativa.

Este es un tema que a mí me interesa, porque en el fondo las diferencias entre los dos partidos son mínimas. El otro día leí a Javier Gomá que el 90% del presupuesto no varía, gobierne el PP o el PSOE. Ese 90% está controlado por la Unión Europea. Entonces, cuando no hay diferencias sustanciales, la clase política se pelea por menudencias que en lo sustancial son peleas por puestos de trabajo.

¿Qué haces cuando no tienes argumentos políticos muy distintos? Criticar en lo personal. Sucede en Estados Unidos, en Francia, un país donde, por cierto, las críticas a la esposa de Sánchez son pellizcos de monja comparado con las que se han hecho a Brigitte Macron. En Estados Unidos hasta pueden destruir a la familia de un candidato.

Ayuso entusiasma mucho a los convencidos, pero no tiene otro programa que ella misma

P. Estos días se ha desatado en el PSOE un debate sobre el sustituto de Sánchez que no se había eclosionado hasta ahora. Todos los ojos estaban puestos en María Jesús Montero. ¿Qué le parece como virtual candidata?

R. Es que el problema no es Sánchez, es el PSOE, cómo queda el PSOE después de él. Reitero, pueden pasar dos años hasta que se vean los resultados de lo que ha sucedido estos días. Yo creo que el país está preparado para que gobierne una mujer. Pero es curioso porque los dos partidos eliminaron candidatos femeninas, el PSOE a Susana Díaz y el PP a Soraya Sáenz de Santamaría.

Montero no presenta ningún inconveniente electoral. Cada uno tiene su estilo. El de ella es quizás muy marcado. Todos los presidentes españoles fueron incapaces de establecer un proceso de sucesión digno de tal nombre, excepto Aznar, pero un «cisne» negrísimo se interpuso, el 11-M. Hacer bien su sucesión debería ser el legado de Sánchez al PSOE.

P. A Adolfo Suárez usted lo ha descrito como una persona sin capital político, el intermediario que utilizó en ese momento Juan Carlos I. Como experto en liderazgo presidencial, ¿ha sido el rey emérito un híperlíder en este país?

R. Lo fue en la Transición. Después funcionó como un buen complemento para las relaciones internacionales. No recuerdo ninguna actuación importante de la Jefatura del Estado, menos el discurso a raíz de los acontecimientos de Cataluña.

«Hay cierto desconcierto con la imagen de Yolanda Díaz: ¿Es de verdad? ¿Es auténtica?»

P. Y, a propósito de este discurso, ¿qué tipo de líder es Felipe VI?

R. En el buen sentido, pienso que a lo que juega es a no ser líder. Porque el liderazgo implica opciones. Uno es líder cuando quiere hacer algo. Y él no puede hacer cosas.

P. ¿Qué opina de Isabel Díaz Ayuso? En el podcast que usted protagonizó en El Confidencial con José Antonio Zarzalejos mantenía que a la gente le gustan los políticos valientes. Pero también le he escuchado que ella es muy madrileña y podría tener dificultades para conectar con el resto de España. ¿Sería más fácil esa conexión para Juanma Moreno?

R. Quizás. Moreno es más neutro, provoca menos rechazo. Muchas veces se ha dicho que el liderazgo político es básicamente tratar de tener menos enemigos. Ayuso es un fenómeno muy interesante, no por ser mujer. Ella ha tenido una maestra que es Esperanza Aguirre, que fue muy popular, muy divertida, pero era en exceso arrogante.

Mientras que Ayuso puede al menos buscar popularidad, con sentimiento de clase social. Tiene desparpajo, es atrevida. Por eso el contraste con Feijóo. ¿Eso va a cuadrar en otros territorios? Es especialmente difícil por temas como las diferencias fiscales de Madrid. Hay en la opinión pública de las otras regiones cierta incomodidad con esto, justificada o no.

Ayuso entusiasma mucho a los convencidos, pero no tiene otro programa que ella misma. Aunque pretende lo contrario, las políticas fundamentales en Madrid son las mismas que en todos los sitios. Posiciones como la libertad de horarios o la defensa de la tauromaquia no merecen el calificativo de políticas, son spots publicitarios.

P. ¿Ha podido ser un error la defensa pública que ha hecho de su pareja, inmersa en un caso de fraude fiscal?

R. El asunto de la mujer de Sánchez le ha venido muy bien a Ayuso. En Estados Unidos, en Inglaterra, en los países escandinavos, las reacciones en un caso de novia (Ayuso) y en otro de marido (Sánchez) serían inaceptables.

«Zapatero es más genuinamente de izquierdas que Sánchez, es más auténtico»

P. Hemos escuchado estos días a Feijóo llamar adolescente a Sánchez. Una crítica muy de Rajoy, condensada en su libro Política para adultos.

R. El título del último libro de Rajoy, Política para adultos es muy revelador. Trata el griterío de la clase política como infantil. La infantilización se da cuando no hay nada realmente serio en qué ocuparse. Pero hay algo interesante ahí. Los buenos políticos no reaccionan al ruido inmediatamente. Responden a lo que les interesa o a lo que es importante. Felipe González participa de esa misma mentalidad.

Hay otra explicación a la infantilización, a la polarización y a la agresividad de nuestros políticos: es la pertenencia a la Unión Europea. España y los otros países miembros no son realmente soberanos: las políticas importantes se deciden en Bruselas. Esto tiene el efecto paradójico de crear irresponsabilidad en nuestros políticos: se comportan como niños maleducados, groseros y pendencieros -tú me tiras fango y yo te respondo con más fango-, porque saben que son irrelevantes.

Pero cuando ocupan roles de responsabilidad harán lo que tienen que hacer: obedecer a la Unión Europea. Quien tiene el dinero manda.

P. ¿Por qué es tan grande la ruptura de González con el PSOE?

R. Felipe González es de otra generación. Se le está perdiendo el respeto por una razón muy sencilla: no reparte puestos de trabajo. Es de lo estamos hablando. Los presidentes son unos grandes agentes de colocación. Esto sucede, y es el argumento del libro, cuando se pasa de los presidentes emprendedores a los profesionales que viven de la política.

González compró la marca PSOE. Aznar refunda el PP. Suárez inventa la UCD. Pujol, uno de los políticos más completos, más brillantes, que ha dado la Península Ibérica, sólo superado por González, creó Convergència, que ha durado varias décadas. Los presidentes siguientes son ya miembros del aparato de los partidos, directivos o burócratas, pero no emprendedores o innovadores.

P. ¿Se está desinflando la figura política de Yolanda Díaz? ¿Qué ha pasado en estos meses?

R. Hay una desconexión entre su imagen y el hecho de ser del Partido Comunista. Quizás haya hecho una buena labor como ministra de Trabajo. Pero esa izquierda a la izquierda del PSOE ha apostado por temas identitarios, de género, culturales, que me parecen legítimos pero que no concitan el apoyo de la mayoría de la población. Y ahora hay una reacción. Son dos cosas. Primera, cierto desconcierto con su imagen. ¿Es de verdad? ¿Es auténtica? Y segunda, que se asocia a un temario que quizás está llegando al extremo.

P. Sólo le he escuchado a usted defender públicamente que la situación del PP hubiera sido totalmente distinta si el congreso lo hubiera ganado Soraya Sáenz de Santamaría.

R. Es un tema de género y de militancia. Su problema es que Sáenz de Santamaría vitalmente no era del PP. Pero fue un momento de histerismo de la militancia, tanto del PSOE como del PP, y se buscó la estridencia. Habría cambiado la historia del PP, en mi opinión, para mejor.

P. ¿Cómo puede ser que Zapatero, a pesar del liderazgo de Sánchez en el PSOE en la militancia, le mejore? Quiero decir, su contribución al caudal de votos de las generales fue real.

R. Porque Zapatero tiene un carácter que produce menos rechazo. Sánchez es duro, incluso de rasgos físicos. Zapatero no. Y está más acorde con la sensibilidad de los tiempos. La amabilidad, la cortesía. Aunque objetivamente Sánchez es la continuación estratégica del expresidente, Zapatero tiene una cosa de la que carece Sánchez.

Zapatero es más genuinamente de izquierdas. Es más auténtico, al menos lo parece. Sánchez, lo decía Pablo Iglesias, es muy flexible, tanto que más que de izquierdas parece de sí mismo, como toda la clase política.

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Javier Carbajo y Sara Rojo

¿Europa de la cultura?

Frente al europesimismo, lo que queda es el apoyo de la otra cultura, la verdadera, que se eleva desde el humo de las ideologías hacia el aire más terso y puro de la razón, la tolerancia y el diálogo. Estos son los anticuerpos de los que hoy tenemos una necesidad desesperada, es decir, una necesidad llena de esperanza

Nos acercamos a la meta de las elecciones europeas, que se celebrarán en junio. Hoy más que nunca, surge la necesidad de reforzar las instituciones y, sobre todo, el ideal de la Unión frente a las gravísimas crisis geoestratégicas a las que los europeos asistimos desazonados, impotentes, cada vez más marginados.

En la prensa y en las cancillerías circulan adelantos de planes de reforma, en parte nuevos y en parte conocidos por los expertos y debatidos desde hace años. Es de esperar que la Cultura con mayúscula, sin retórica ni artimañas, aparezca por fin a la cabeza de estos indispensables intentos de renovación.

Porque no podremos sentirnos europeos solo gracias al Parlamento que nos representa (aún con base nacional), a la moneda que llevamos en el bolsillo, a la posibilidad de viajar, trabajar e instalarnos donde queramos en el espacio común. Son grandes logros, por supuesto, pero todavía insuficientes si no sentimos que pertenecemos a una cultura común, a una auténtica ‘koiné’ como en la época de mayor esplendor de la herencia grecolatina de la que procedemos.

Y el fin del mundo antiguo estuvo caracterizado, precisamente, por la ruptura de su unidad cultural y espiritual incluso antes que política, económica y social. La fórmula de un gran erudito, Santo Mazzarino –«La sensación de decadencia y crisis del Imperio Romano anticipó y preparó su crisis real»– no ha perdido su vigencia.

Lamentablemente, los precedentes no invitan al optimismo. El Plan de Recuperación para Europa 2019-2024, lanzado por la Comisión Europea después del Covid como «el mayor volumen de inversiones jamás movilizado», ascendió a 2,018 billones de euros, de los cuales 806.900 millones estaban dedicados al programa NextGeneration.

Incluía seis áreas prioritarias: Europa verde; innovación digital; crecimiento económico y empleo; política exterior; modelo de vida y valores fundamentales; e inclusión democrática y participación ciudadana. Todas ellas opciones que podemos definir, en sentido amplio, como «culturales» y con las que, en principio, parece difícil no estar de acuerdo; pero en ninguna de ellas la Cultura aparece, como tal, en el centro del discurso, como si fuera una palabra o un concepto que corre el riesgo de dividir en lugar de unir.

Por otro lado, ¿cómo podría existir una cultura común sin un pasado, es decir, sin una historia común? «Vivir ‘en la’ historia y vivir ‘la’ historia», según la fórmula acuñada por Unamuno en el exilio francés al que le había empujado, a finales de la década de 1920, la dictadura de Primo de Rivera.

Esta es la premisa de cualquier discurso identitario. El proyecto de una constitución europea habría avanzado más rápidamente si se hubiera centrado en este sencillo concepto en lugar de empantanarse en un inútil y agotador enfrentamiento sobre las raíces religiosas, entre concepciones laicistas y no laicistas.

Y también entonces perdimos de vista nuestro auténtico bagaje común, como si la grandeza del Renacimiento y del Siglo de Oro no hubiera nacido de la visión antropológica del Hombre que, en su finitud consciente, aspiraba, sin embargo, a nuevos descubrimientos, e idealmente hasta el infinito, sin necesidad de fórmulas ni códigos.

Por desgracia, ni siquiera la historia es siempre suficiente para unir como debería. Durante décadas, una comisión de estudiosos ha estado trabajando en Bruselas en un libro de texto para los institutos del continente, sin dar hasta ahora frutos aparentes. Ni siquiera el proyecto más restringido de un manual francoalemán ha encontrado todavía una salida satisfactoria.

En 2014, con motivo del centenario de la Primera Guerra Mundial, un grupo de intelectuales propuso dedicar un jardín de Estrasburgo conjuntamente al poeta Charles Péguy, que cayó como voluntario en el frente al comienzo del conflicto, y a su traductor alemán, Ernst Stadler, que cayó unos días después en las filas enemigas. Ninguna de las autoridades interesadas respondió.

Estamos en vísperas de otro aniversario de gran valor simbólico, el 8 de mayo de 1945, final de la Segunda Guerra Mundial en el continente. Probablemente sea más fácil para los alemanes de hoy, dos generaciones después, reconocer que esta fecha también significó la «liberación» de la dictadura de Hitler. La polémica provocada por el discurso del entonces presidente de la República,

Richard von Weizsäcker, cuando se expresó valientemente en este sentido, parece ahora lejana. Corría el año 1985 y, al otro lado del telón de acero, todavía era obligatorio hablar de la «liberación» de Varsovia, Praga, Budapest o Sofía por parte del Ejército Rojo. Es de esperar que, 80 años después, esta preciosa palabra haya adquirido un significado único para todos los europeos.

La conclusión incruenta del tercer gran conflicto del siglo XX –la Guerra Fría– y la reunificación democrática de casi toda Europa desde 1989 han despertado tal entusiasmo que incluso se ha hablado del «final de la historia»: de forma temeraria e impropia, como se vio enseguida con la tragedia de la antigua Yugoslavia.

Actualmente, la trágica «resurrección» de la historia se manifiesta más que nunca, especialmente en las fronteras oriental y meridional de la Unión, desde la cuestión ucraniana hasta la onda expansiva de las migraciones.Todos nuestros Estados, incluso los más sinceramente orientados hacia la cooperación intergubernamental y que se mantienen fieles (en muy pocos casos) a la inspiración federalista, tienen que lidiar con una fuerte base nacional soberanista y aislacionista.

El europesimismo campa a sus anchas por todas partes, facilitado por la debilidad de muchos dirigentes que persiguen a la opinión pública en lugar de guiarla en la búsqueda de un nuevo orden mundial en el que el papel de la Unión vuelva a ser central.

¿Falta de confianza? ¿De planificación? ¿De visión? En parte, sí, pero, ante todo, falta de verdadera amplitud cultural, es decir, de ideal. Por supuesto, la cultura no siempre es inocente y, a lo largo de los siglos, son innumerables los casos en los que ha justificado exterminios y genocidios, ha promovido cruzadas, quema de herejes, destrucción de obras de arte, hogueras de libros prohibidos y «limpiezas» étnicas o religiosas.

Lo que queda es el apoyo de la otra cultura, la verdadera, que se eleva desde el humo de las ideologías hacia el aire más terso y puro de la razón, la tolerancia y el diálogo. Estos son los anticuerpos de los que hoy tenemos una necesidad desesperada, es decir, una necesidad llena de esperanza.

Es la cultura propiamente humanista, íntimamente libertaria, desprovista de dogmas y prejuicios, que los europeos, especialmente las generaciones más jóvenes, necesitan incluso antes que los índices bursátiles, la reducción de las emisiones de gases nocivos o la adaptación de la legislación fiscal, herramientas importantes, sin duda, pero siempre, y solo, herramientas. Por lo tanto, no desesperemos. Y, sobre todo, no olvidemos que la cultura europea ha creado uno de los ejércitos más poderosos del mundo: los tipos móviles de Johannes Gutenberg.

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El bulo salió del vecino - eldia.es

Sánchez se cree realmente sus propios bulos

Es cómico que alguien con una hemeroteca tan conflictiva como Sánchez, un collage de fotos inconexas sin guion, se haya erigido en paladín de la verdad

 Fernando Navarro en El Español, 050524

Sánchez comenzó su cruzada contra los bulos emitiendo uno en directo. En TVE.

Ocurre con él una cosa curiosa. Uno escucha a Bolaños decir que la Comisión de Venecia avala la amnistía y sabe inmediatamente que está mintiendo. Es decir, el oyente no sólo sabe que lo que dice el ministro es falso, sino que éste también lo sabe y está faltando a la verdad deliberadamente.

Detectar los signos que involuntariamente emite un fullero ha sido una habilidad muy necesaria desde los cazadores recolectores, y hora la llevamos incorporada de fábrica. Pero como Sánchez no muestra vergüenza ni turbación cuando suelta trolas descaradas, el oyente duda un poco.

¿Será que cree en lo que dice? ¿Podría ser que tenga algo de razón? Spoiler: no a la segunda, la primera requiere un matiz.

Quiero decir que debería ser inmediatamente cómico que alguien con una hemeroteca tan conflictiva como Sánchez se erigiese en paladín de la verdad. O que denunciara el acoso del rival político quien ha convertido la estigmatización de media España en pilar maestro de su política. O que propusiera iniciar la «regeneración democrática» quien, no sólo lleva seis años gobernando, sino que acaba de redactar una Ley de Amnistía con los beneficiarios de ésta a cambio de sus votos.

Pero la risa no acaba de brotar porque Sánchez parece sinceramente sorprendido cuando, por ejemplo, se le recuerda que el respeto a los familiares que predica se lo saltó él mismo ante los de Ayuso y Feijóo. ¿Y eso qué tendrá que ver? parece pensar, y esta puede ser la clave: el presidente no experimenta la menor necesidad de mantener una mínima coherencia, y por eso no emite señales de estar mintiendo.

¿Cómo me recordará la historia?, preguntaba a un atribulado Màxim Huerta que en esos momentos tenía otras preocupaciones en mente. De momento sabemos cómo le gustaría a él ser recordado: como un collage de fotos inconexas. En una aparece con gafas de sol en el Falcon –qué risa la pinta inicial de Albares– y en otra con cara de preocupación por el problema palestino.

Y ya está. No hay nada más. En Sánchez no hay guion: no es una serie de Netflix, sino un álbum Hofmann. Todo esto parece delatar una estructura emocional y moral peculiar, y si fuera una persona ordinaria nos limitaríamos a poner un aviso de no contestar en el móvil. Pero él es el presidente.

Levitsky y Ziblatt explicaron que las democracias empiezan a morir no sólo cuando se infringen las reglas escritas, sino también cuando se vulneran las no escritas. Incluían entre estas la tolerancia, la aceptación de que el rival político tiene todo el derecho a competir por el poder político y a acceder a él, y la autocontención, es decir, el compromiso de no forzar las costuras de las instituciones y la propia democracia.

Está claro que lo de las reglas no escritas ya está perdido con Sánchez, pero al menos habría que impedir que vulnere también las escritas. Y, dentro de su proyecto de «regeneración democrática», ya ha anunciado su intención de dinamitar un par de ellas, el respeto a un Poder Judicial independiente y a una prensa libre.

Así que Sánchez se ha convertido en una prueba de esfuerzo para la democracia, como esos émbolos que se ponen en los sofás de Ikea para ver cuánto pueden aguantar. También es como echar agua en un recinto para ver las grietas por las que la democracia puede escapar, como una justicia politizada o una prensa servil.

Si la democracia española se mantiene indemne, habremos aprendido un montón gracias a él. Si se mantiene.

*** Fernando Navarro es exdiputado de Ciudadanos y exviceconsejero de Transparencia en Castilla y León.

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Un artículo de hace 30 años

Mi artículo trataba de la eutanasia y su título era «Me gustaría no ser católico». Aquel episodio fue el inicio de una amistad que hoy me arrepiento de no haber cultivado más

El reciente fallecimiento de Fernando Suárez González me ha traído a la memoria por segunda vez en pocos días el recuerdo de este político del llamado tardofranquismo: la primera fue con ocasión de escribir mi participación en un volumen que próximamente saldrá a las librerías escrito por los periodistas del grupo «Crónica» sobre la Transición, cuando hube de consultar su magnífica pieza oratoria que logró el hecho insólito del «harakiri» político que los procuradores franquistas para que la democracia llegase de la ley a la ley, en feliz expresión de Torcuato Fernández Miranda.
Los periodistas demócratas teníamos, en general, poca relación con los ministros de Franco; por eso me llamó la atención que este ex diputado y a la sazón eurodiputado del Partido Popular me enviase una exultante felicitación por un artículo que yo había publicado en «El Observador», de precaria vida en Barcelona entre los años 1990 y 1993. Mi artículo trataba de la eutanasia, y su título era «Me gustaría no ser católico».
Aquel episodio fue el inicio de una amistad que hoy me arrepiento de no haber cultivado más, pues más tarde nos vimos pocas veces, pero nos profesábamos admiración recíproca, más fundada en mi caso hacia él que en el suyo hacia mí. Con la autoridad del que se tomó la molestia de escribirme de puño y letra unos elogios ruborizantes, lo reproduzco aquí en lo referente a la eutanasia, sin tocar ni una tilde:
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Me gustaría no ser católico.- […] Hoy, en los albores del debate social sobre la legalización de la eutanasia, quiero decir que me gustaría no ser católico, para poder transmitir mi punto de vista sobre lo que considero una agresión gravísima a la dignidad y a la seguridad física y jurídica de las personas en cualquier sociedad que se llame civilizada, y hacerlo sin que mi condición de católico fuese esgrimida por otros como elemento descalificador, en ese diálogo que es –que debería ser– todo debate social, en lugar de una yuxtaposición de monólogos, como suele ser las más de las veces.
Me gustaría no ser católico para que se viera con más claridad que no hace ninguna falta ser católico para comprender que el valor y la dignidad de la persona humana no dependen de su edad, de su raza, o de su capacidad de producir, o de su mayor o menor habilidad o de cualquier otra circunstancia, sino que se fundamenta en el hecho radical de ser humana y de estar viva.
Me gustaría no ser católico para que nadie pudiera tergiversar el debate alegando que es por mi condición de católico por lo que me parece que un enfermo terminal no es indigno por no poder hablar, no controlar sus esfínteres o tener que ser alimentado por una sonda. Lo indigno, en todo caso, es fundar la dignidad de la persona en esas circunstancias; y no hace falta ser católico para comprender estas cosas, porque el respeto a la dignidad de la persona humana no es patrimonio exclusivo de los católicos.
Me gustaría no ser católico para hacer presente a los médicos que todos ellos, y no sólo los católicos, tienen la grave obligación deontológica de no discriminar entre sus pacientes, cada uno de los cuales tiene igual derecho a recibir del médico el tratamiento adecuado a su dolencia, y que no existe enfermo lo bastante grave como para que el médico pueda tomar la decisión de acabar con su vida, aunque el enfermo se lo pida.
Me gustaría no ser católico para recordar, tal vez con más autoridad moral ante quienes descalifican a los católicos por serlo, que este principio ético está consagrado desde que Hipócrates lo formuló cuatro siglos antes de Cristo.
Sí: me gustaría no ser católico en este debate, para que esta condición mía no se interfiriese, en la mente de quienes lean estas líneas, especialmente los sociólogos, a la hora de reflexionar sobre la imparable capacidad expansiva de las excusas penales absolutorias para «casos límite», que acaban siendo excusas universales, como la estadística ya ha demostrado escandalosa y fehacientemente en el caso del aborto.
Me gustaría no ser católico para que los juristas que no creen en Dios ni en la Iglesia vieran con más claridad que no es por ser católico por lo que les invito a meditar acerca de la revolución que se operaría en nuestro derecho de sucesiones si la muerte de un ser humano no se considerase un certus an, incertus quando, sino que pudiera ser un hecho legalmente programable, con las consecuencias que se pueden imaginar.
Me gustaría, de verdad, no ser católico para que nadie pudiera pensar que es sólo por serlo por lo que apelo a los historiadores, para que nos ilustren sobre las consecuencias que en la Alemania nazi tuvo el desprecio a la dignidad humana de los «parásitos inútiles», con el silencio de todo un pueblo que prefirió –acaso aterrorizado, no hago juicios de intenciones ahora– contemplar en silencio un genocidio del que más valía no estar enterado.
Si insisto tanto en que me gustaría no ser católico en este debate es porque ya tenemos la experiencia de Holanda, donde la eutanasia se practica, de hecho, públicamente aunque sus leyes aún no la permitan; y allí se ha intentado con enorme tenacidad, y en buena parte se ha conseguido, reducir alevosamente el debate a una mera cuestión religiosa, como si no existiesen más argumentos que el mandamiento divino de no matar para oponerse a la eutanasia.
Por eso insisto tanto; porque, por lo demás, no sólo soy católico, sino que sé por propia experiencia que mi condición de tal me ayuda a profundizar mucho más en la consideración del valor y la dignidad de la vida humana.
Pero eso, como digo, no quisiera que fuese argumento; ahora creo que es esencial que todos (incluidos tantos católicos que aceptan el aborto provocado o la eutanasia más por comodidad, ignorancia o un mal entendido sentimentalismo que por mala fe) comprendiéramos que con las solas armas de la razón y la civilización es posible, y necesario, luchar por mantener la conquista más grande, acaso, de nuestra época, que es la universal consideración del valor inviolable del derecho a la vida, derivado de la inviolable dignidad de la persona.
  • Ramón Pi es periodista

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    Pedro Sánchez y Óscar Puente.

Mano para el Exterior

Santiago González en El Mundo y en su blog, 060524

Una de las cosas que más me sorprendió cuando el psicópata de la Moncloa se confesó como un galán enamorado y se tomó cinco días para decidir si seguía o se plantaba era la torpeza intrínseca de la maniobra. Gracias a la carta de Sánchez a sus adefesios, quienes antes no sabían quién era Begoña Gómez se enteraron de que Begoña era su mujer y que tenía alguna liaison no del todo aclarada en asuntos de prevaricación y corrupción.

Ese alter ego suyo que es el homo presapiens Óscar Puente debió de creer que lo que ellos consideran la primera dama de La Moncloa aún no había alcanzado la notoriedad suficiente y se dispuso a echar una mano. No estaba en su intención, claro, lo suyo fue no calcular los efectos colaterales y previsibles del infundio, bola o bulo que él soltó contra el jefe del Estado argentino, al decir que lo había visto en una comparecencia televisiva «y yo dije cuando salió no sé en qué estado y previa a la ingesta o después de la ingesta de qué sustancias» y dedujo: «Es imposible que gane las elecciones; ha cavado su fosa».

La melonada tenía dos inconvenientes: su derrota por los hechos, porque a la hora de roznar era más que evidente que Milei sí había ganado las elecciones. El segundo es el imposible lógico de atribuirle sus presuntas incongruencias al consumo de sustancias alucinógenas previas o posteriores.

No puede ser. Las tonterías podrían ser consecuencia de lo que se consume antes de proferirlas, pero nunca de lo que se consume después. Al lado de Puente, Monedero fue un prodigio de sutileza al acusar a Albert Rivera de meterse farlopa con un gesto: el de llevarse el pulgar a las dos fosas nasales e inspirar levemente. Tuvo que pedirle perdón públicamente para que Rivera retirase la querella.

El Gobierno argentino ha replicado mediante un comunicado impecable e implacable al recordarle a Sánchez las «acusaciones de corrupción que caen sobre su esposa». Ojo, lo dice Milei, no yo, que no quiero líos a estas alturas de mayo, mes de venid y vamos todos con flores a porfía.

Sánchez ya tenía muy acreditado que el don descubierto en esta columna de emputecer todo lo que toca no deja al margen las relaciones internacionales. Valgan como ejemplo las que arruinó con Argelia por acoger clandestinamente y bajo identidad falsa a un líder del Polisario, la cesión del Sáhara a Marruecos y haber jaleado a Hamás contra Israel, el único Estado democrático de Oriente Medio.

Para ello ha tenido algunos ministros irrepetibles, vale decir Arancha González Laya, artífice del camuflaje de Brahim Ghali en un hospital de Logroño, vale decir José Manuel Albares, cuya carita irredimible lo va diciendo por donde va.

Si España fuese un país normal, con un Gobierno normal, presidido por un tipo normal, Óscar Puente no sería ministro. No es que hubiera sido cesado, es que jamás habría llegado a ser nombrado. No es el caso porque el homínido de Valladolid es una prolongación de Sánchez y los dos creen que pueden achantar al Gobierno argentino, como a los periodistas y los jueces españoles.

No lo van a conseguir como no van lograr acallar los rumores, o más que rumores, sobre las amistades non sanctas de la mujer del presidente. A los periodistas que aún resistimos al sanchismo nos basta con preguntar. ¿Preguntar es ofender? Como decía el clásico. ¿Por casualidad es usted fruta?

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Falso testimonio

Falso testimonio

«Parece evidente que el falso testimonio de Sánchez ha consolidado una imagen inquietante entre muchos, estrechando el margen de quienes le podrían votar»

José Luis González Quirós en The Objetive, 060524

os textos más usuales del Catecismo incluían la prohibición de la mentira como octavo mandamiento, mientras que las versiones del Decálogo en el Antiguo Testamento se limitaban a prohibir el falso testimonio. Añadir la mentira en esa prohibición refleja un cierto proceso de regulación no solo de los actos externos sino de la conciencia íntima.

Los falsos testimonios son acciones de carácter público, comprobables en alguna medida, mientras que las mentiras quedan más bien dentro del ámbito de la conciencia, pues sólo el mentiroso sabe con absoluta certeza que lo está siendo, si nos atenemos a una definición bastante clásica de mentira: «Decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar».

Nos conviene reflexionar sobre estas cosas dado que estamos expuestos a un vendaval de trolas y bulos que, si siempre son frecuentes en política, están llegando ahora mismo entre nosotros a ser su única sustancia. Lo más característico de lo que ahora nos pasa es que quien pretende defender la democracia sobre la base de un combate frente a la intoxicación se ha convertido en un auténtico maestro no ya de la mentira sino del falso testimonio.

Hay mentiras de muchas clases. La más inocente es la del niño que más que engañar pretende protegerse, evitar una reprimenda o un castigo, de modo que el engaño no es un objetivo sino una consecuencia y, muy frecuentemente, el niño no lo consigue. Es una conducta casi instintiva como la del avestruz o el erizo que esconden la cabeza cuando no quieren ser vistos.

Muy distinta es la mentira que pretende directamente el engaño, no busca esconderse, sino cambiar la realidad, hacer que las cosas sean no como son sino como conviene al mentiroso. Moralmente es mucho más grave y peligrosa que la protección que busca el mentiroso infantil porque es inseparable de la mala intención, del objetivo de causar un daño.

El falso mutis reciente del presidente del Gobierno consistió, en apariencia, en una curiosa mezcla de ambos tipos de mentira, pero a su conclusión se pudo ver claro que era algo peor que unas mentiras mal adobadas porque constituyó un falso testimonio muy grave, tanto por su aviesa intención como por venir de un presidente de Gobierno.

Su mentira básica se envolvía en un truco adolescente, decir que estaba herido y se retiraba a meditar. Pese a la horrible redacción de su carta, esa afirmación produjo, sin duda, un efecto persuasivo, pues muchas personas pudieron pensar que el desborde sentimental de Sánchez necesariamente tenía que responder a una aflicción verdadera. Esta fase de su discurso podría pasar para los que no le creyeron como una mentira infantil, defensiva, un intento de provocar cierta ternura hacia el doliente.

Lo malo es que esa confesión iba envuelta en una mentira colosal, en un relato político falso de la A a la Z. Sánchez se presentaba como objeto de una conjura siniestra (más bien super diestra en este caso) que su conciencia limpia y adolescente no podía ni comprender ni soportar, aunque, consciente de sus responsabilidades reclamaba un breve período de cinco días para tomar una decisión, serena, justa y comprensible para cualquiera.

Esta mezcla de asuntos tan insólita surtió sus efectos, de manera que quienes asintiesen de algún modo a la pertinencia y justicia de la confesión adolescente se verían también obligados a aceptar la veracidad de los motivos objetivos que la provocaban.

Es justo en este punto cuando la carta del presidente, como elemento de una acción deliberada y calculada, adquiría el carácter más grave para convertirse en algo más que un simple embuste, para constituir un falso testimonio contra todos aquellos que no le devuelven admiración rendida y obediencia.

No cabe negar la astucia presidencial, pero no siempre las astucias consiguen el éxito perseguido: el mundo está lleno de astutos escaldados. Es fácil imaginar que la parquedad de las manifestaciones públicas de adhesión inquebrantable al líder le habrán hecho pensar en que su éxito había sido muy descriptible y que esa amarga reflexión, que es fácil que le haya asaltado tras concluir la performance, no se haya visto ni siquiera aliviada por las manifestaciones de exaltado dramatismo de su segunda en el mando.

Sánchez ha sido audaz, pero no ha sido cuidadoso. En su inmediata entrevista en TVE dijo con toda claridad que nunca había pensado en dimitir, es decir que no tuvo inconveniente en destripar la torcida intención del espectáculo que había protagonizado.

La mentira tiene lógicas perversas en la medida en que pone de manifiesto que el lenguaje sirve para algo distinto y más complejo que poner nombre a cosas que todos vemos y son iguales para todos. Son abundantes las paradojas en torno a la noción de mentira empezando por la del cretense que afirmaba que todos los cretenses mentían siempre, para seguir, sin ánimo exhaustivo, con la razonable sospecha que nos lleva a suponer que es muy fácil que quien dice que nunca miente esté tratando de engañarnos.

Arendt escribió que la diferencia entre la mentira tradicional y la moderna es la que existe entre ocultar y destruir, pues, en efecto, lo más característico de la desinformación es que se sirve con los mismos moldes que conviene a la más noble, creíble y esencial de las verdades.

Que los políticos mientan no debería extrañar a nadie, pero habría que distinguir entre mentiras que sirven de disculpa y los falsos testimonios que se usan para destruir al adversario y fortalecer el poder y la credibilidad de quien lo urde. Es muy conocida la cita de Jean Claude Juncker según la cual los gobernantes saben lo que hay que hacer, pero no saben cómo ser reelegidos si lo dicen, una observación que remite a la existencia de convicciones y prejuicios entre los electores que los políticos no siempre aciertan a combatir.

Es muy probable que Pedro Sánchez haya pensado que su falso testimonio serviría para consolidar las convicciones de quienes le han votado, que no son tantos como los que él presume, pero puede que esta huida hacia adelante no le haya granjeado grandes progresos entre los suyos, mientras que parece evidente que ha consolidado una imagen inquietante entre muchos otros, estrechando el margen de quienes le podrían votar.

La clave está en que cuando un político mendaz toma a quienes le escuchan por bobos puede estar generando un principio de rechazo que no se advierte entre fanáticos pero que tiene importancia entre quienes comparten sinceramente alguna de las ideas que maneja para levantar un falso testimonio muy poco verosímil contra el resto del mundo.

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David Sánchez y Begoña Gómez, hermano y mujer del presidente del Gobierno, en julio de 2019, durante su pleno de investidura. BALLESTEROS | EFE

¿Quién prohíbe la inspección fiscal al hermano del presidente?

Ignacio Ruiz-Jarabo en voz pópuli, 0060524.

Por haberse publicado en varios medios de comunicación, entre ellos Vozpópuli, son conocidos y públicos los datos y circunstancias fiscales que concurren en David Sánchez, el afortunado hermano del presidente del Gobierno. Entre ellos, su ilegal cambio de residencia fiscal por el que se ha expatriado a Portugal y ha dejado ilegalmente de presentar declaración por el IRPF español.

Y por los mismos datos y circunstancias se deduce que la Agencia Tributaria no ha corregido la citada situación ilegal pues de haberlo realizado David Sánchez habría tenido que volver a declarar en el IRPF español, cuestión que no ha hecho. Personalmente me sorprende y me llama poderosamente la atención esta pasividad de la Agencia Tributaria con el hermano de Pedro Sánchez. En los siguientes párrafos intento explicar los motivos de mi sorpresa y, aún más, de mi auténtico estupor ante semejante inacción.

Conviene exponer cuál es el camino habitual que conduce a que un contribuyente sea destinatario de una inspección de Hacienda. Primero, la Agencia Tributaria elabora su Plan Anual de Control Tributario en el que define las causas objetivas que configuran el perfil de los contribuyentes que han de ser inspeccionados.

Posteriormente, la entidad procede a utilizar toda la información disponible en su base de datos y mediante sucesivos, innumerables y permanentes cruces identifica a aquellos contribuyentes que, por cumplir el perfil objetivo previamente definido en el Plan de Control, han de ser incluidos en el Plan de Inspección de cada Delegación territorial de la Agencia.

Los contribuyentes que figuran identificados en este último son asignados a las diferentes Unidades de Inspección siendo éstas las que, de acuerdo con la planificación de su trabajo, proceden a citar a los contribuyentes que se les asignan para comprobar su situación tributaria y en su caso proceder a regularizarla. Pues bien, la evidencia de los datos parece demostrar que este modus operandi que aplica la Agencia Tributaria ha sido violentado en su Delegación de Badajoz.

Para comprobar lo anterior, empecemos recordando lo ya escrito en estas líneas y es que el cambio de residencia fiscal por el que David Sánchez deja ser residente en España para pasar a serlo en Portugal es claramente ilegal. Así resulta de manera incontestable a la luz de lo dispuesto en la Ley reguladora del IRPF pues, no teniendo más ingresos que los percibidos de la Diputación Provincial de Badajoz, es obvio que su centro de intereses económicos está en España lo que le convierte sí o sí en residente fiscal en nuestro país.

Sin embargo, es cierto que la reseñada ilegalidad solo puede ser detectada, comprobada y corregida por la Agencia Tributaria en el curso de una comprobación fiscal. Lo que pretendo aquí y ahora es evidenciar que por la información de la que dispone la entidad y por los medios y herramientas que utiliza, resulta absolutamente incomprensible que David Sánchez no haya sido ya inspeccionado.

Es así porque desde hace años aquellos contribuyentes que se expatrian fiscalmente constituyen un objetivo para la función de control fiscal que realiza la Agencia Tributaria. Como muestra, en el Plan de Control correspondiente a 2024 y referido a los expatriados, se dice (punto 2.A): “Se trata de obligados tributarios que, residiendo de hecho en España, sitúan ficticiamente su residencia en otros territorios señaladamente de baja tributación”. Transcrito lo anterior, repasemos qué información de David Sánchez dispone la Agencia Tributaria.

Es innegable que en la base de datos de Agencia consta la identificación de la totalidad de los declarantes del IRPF. Y también lo es que entre ellos no figura el hermano de Pedro Sánchez. Tampoco puede negarse que, en esa misma base de datos, constan todos los perceptores de rendimientos de trabajo que han sido pagados por entidades españolas y que entre ellos sí figura David Sánchez debido a estar incluido en la declaración del conocido modelo 190 presentado por la Diputación Provincial de Badajoz, organismo que evidentemente solo opera en territorio español

De manera que en la base de datos de la Agencia Tributaria consta esta doble condición por la que: 1) David Sánchez percibe rendimientos del trabajo de una entidad española que no opera en el extranjero; y 2) Que, pese a ello, figura como no residente fiscal en nuestro país.

Esta paradoja le convierte en candidato obligado a figurar en el Plan de Inspección y consecuentemente a ser posteriormente objeto de una comprobación por parte de los inspectores de Hacienda. Pero, además, para detectar la concurrencia de las dos circunstancias no es preciso que ningún probo funcionario de la Agencia Tributaria repase trabajosamente las listas de declarantes del IRPF y de perceptores de rendimientos del trabajo.

En absoluto. Los constantes cruces informáticos que realiza la Agencia Tributaria de la información que dispone procedentes de diversas fuentes han detectado con toda seguridad y de forma automática -sé de lo que hablo- la inicial incompatibilidad existente entre las dos condiciones que concurren en David Sánchez, circunstancia por la que debería ser incluido en el Plan de Inspección y después inspeccionado. De ahí mi sorpresa y mi estupor ante el evidente hecho de que la Agencia Tributaria no le haya abierto una inspección fiscal para comprobar la regularidad o irregularidad de su situación.

Ante lo descrito, es obligado preguntarse qué ha podido suceder en la Agencia Tributaria para que David Sánchez, el afortunado hermano de Pedro, no haya sido aún citado por la Inspección de Hacienda. Ante esta más que extraña circunstancia solo cabe en buena lógica una posible explicación:

Que una mano misteriosa haya impedido su inclusión en el Plan de Inspección o que, incluido en éste, haya prohibido que se le inicie la consecuente y obligada inspección. Si fuera así, y todo apunta a que así ha podido ser, esa mano habría provocado una alteración de la praxis operativa de la Agencia Tributaria y el resultado, cabe entender que también la intención, sería que David Sánchez ha podido recibir un inadmisible trato de favor respecto al que recibe el común de los contribuyentes españoles.

Llegado este punto, cabe suponer que, tras cometer el ilícito que supone declararse residente fiscal en Portugal y dejar de tributar en el IRPF español, David Sánchez haya sido coherente y haya tributado por nuestro Impuesto sobre los No Residentes en el que aquellos que no residen en territorio español vienen obligados a tributar por la renta obtenida en España, es el caso de las retribuciones percibidas de la Diputación Provincial de Badajoz. De ser así, en nada cambia el análisis que he realizado.

Es más, si así hubiera sido en la base de datos de la Agencia Tributaria figuraría otra información -los declarantes en el citado Impuesto de No Residentes- que señalarían a David Sánchez como persona a investigar por la incompatibilidad que supone figurar en esa relación y trabajar en un organismo español que solo opera en España.

De modo que de una u otra manera, el hermano de Pedro Sánchez debía haber sido investigado por la Agencia Tributaria y, tras la investigación, haber sido objeto de la correspondiente regularización tributaria para corregir el ilícito que ha cometido -es posible que también por otros que se infieren de la falta de correlación entre su renta y su patrimonio- y adecuadamente sancionado.

La mano misteriosa que lo ha prohibido sabe a quién le ha trasladado la prohibición y el que la ha recibido y cumplido conoce a quien se lo prohibió. Son ellas las dos personas directa o inmediatamente responsables de que la Agencia Tributaria no haya cumplido con su función. La responsabilidad indirecta o mediata corresponde a muchos más, a todos aquellos que actúan como si Pedro Sánchez fuera su “puto amo” y a todos los que permiten que así actúen.

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Vídeos

Carlos Herrera remata Sánchez: datos íntimos falsa relación Begoña Gómez. 010524

Sobre la comparecencia de Ábalos en el Congreso, sobre el caso Koldo. 060524


Ayuso desquicia a Sánchez, desvelando cómo está prostituyendo la imagen de Begoña en beneficio propio. 060524

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Música de Diana.

–«My Humps» [2005] en español: «Mis jorobas»— es el tercer sencillo de Monkey Business (álbum de los Black Eyed Peas). El tema, muestra una parte de la canción I need a freak de Sexual Harassment. También incluye parte de la canción Wild thing de Tone Lōc. Vía Diana Lobos, 050524.

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Humor
El Roto
El Roto [A. Rábago, España 1947], en El País

 

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Clima y décadas

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Animación del mapa mundial de la temperatura media mensual del aire de la superficie.

  • Cambio climático

[Wiki, selección]

Un cambio climático se define​ como la variación en el estado del sistema climático terrestre, formado por la atmósfera, la hidrosfera, la criosfera, la litosfera y la biosfera, que perdura durante periodos de tiempo suficientemente largos (décadas o más tiempo)​ hasta alcanzar un nuevo equilibrio. Puede afectar tanto a los valores medios meteorológicos como a su variabilidad y extremos.

Los cambios climáticos han existido desde el inicio de la historia de la Tierra, han sido graduales o abruptos y se han debido a causas diversas, como las relacionadas con los cambios en los parámetros orbitales, variaciones de la radiación solar, la deriva continental, periodos de vulcanismo intenso, procesos bióticos o impactos de meteoritos. El cambio climático actual es antropogénico y se relaciona principalmente con la intensificación del efecto invernadero debido a las emisiones industriales procedentes de la quema de combustibles fósiles.​

Los científicos trabajan activamente para entender el clima pasado y futuro mediante observaciones y modelos teóricos. Para ello recopilan un registro climático del pasado remoto de la Tierra basado en la evidencia geológica a partir de sondeos geotécnicos de perfiles térmicos, testigos de hielo, registros de la flora y fauna como crecimiento de anillos de árboles y de corales, procesos glaciares y periglaciaresanálisis isotópico y otros análisis de las capas de sedimento y registros de los niveles del mar del pasado. Cualquier variación a largo plazo observado a partir de estos indicadores (proxies) puede indicar un cambio climático.

El registro instrumental provee datos más recientes. Buenos ejemplos son los registros instrumentales de temperatura atmosférica y las mediciones de la concentración de CO2 atmosférico. No debemos olvidar el enorme flujo de datos climatológicos procedente de los satélites en órbita pertenecientes principalmente de los programas de observación de La Tierra de NASA​ y ESA

Los modelos de circulación general se utilizan a menudo en los enfoques teóricos para intentar reconstruir los climas del pasado,​ realizar proyecciones futuras​ y asociar las causas y efectos del cambio climático.

Los factores externos que pueden influir en el clima son llamados forzamientos climáticos. Los forzamientos climáticos son factores que inciden en el balance de energía del sistema climático, modificando la cantidad de energía que el sistema recibe del Sol o la cantidad de energía que el sistema pierde por emisión desde la Tierra al espacio exterior. Los climatólogos que estudian el cambio climático actual, suelen denominarlos forzamientos radiativos y consideran básicamente cuatro de ellos: la cantidad de la radiación solar en lo alto de la atmósfera (constante solar), el albedo terrestre, la concentración de gases de efecto invernadero y la concentración de aerosoles tanto de procedencia natural, como son los procedentes de erupciones volcánicas, como los de origen antropogénico que proceden de actividades humanas, entre otros.

Los paleoclimatólogos, sin embargo, consideran como forzamientos climáticos externos un rango mucho más amplio de fenomenología extraterrestre que incluyen las variaciones en los parámetros orbitales de la Tierra o la caída de meteoritos.​ Las variaciones orbitales, por ejemplo, cambian la distribución geográfica y estacional de la radiación solar pero apenas modifican el balance de energía planetario, es decir, no constituyen un forzamiento radiativo relevante. Precisamente, uno de los objetivos de climatólogos y paleoclimatólogos es entender qué mecanismos amplificadores inducen estas variaciones orbitales para explicar los diferentes ciclos glaciales que se han producido en la historia de nuestro planeta.

En cuanto a los procesos internos, desde el punto de vista climatológico se estudia principalmente la variabilidad natural​ dentro del mismo sistema climático que no provoca cambios en el balance radiativo de la atmósfera. Esta variabilidad se produce como resultado de la interacción dinámica entre la atmósfera y el océano típicamente en escalas temporales de unos años a unas pocas décadas. Los fenómenos más conocidos de esta variabilidad interna son la circulación termohalina y ENSO (El Niño). Así, por ejemplo, los años El Niño, como 1997, se corresponden con temperaturas globales por encima de la media.

Los paleoclimatólogos añaden a los procesos internos aquellos inherentes a la dinámica planetaria que afectan al clima.​ Estos incluyen la orogénesis (formación de montañas), tectónica de placas, vulcanismo y cambios biológicos a largo plazo, como la evolución de las plantas terrestres. La tectónica de placas junto a la erosión, por ejemplo, puede contribuir, mediante el Ciclo Geoquímico Carbonato-Silicato, al secuestro de CO2, disminuyendo la cantidad de gases de efecto invernadero y disminuyendo por tanto la temperatura global. El vulcanismo masivo y constante devuelve a la atmósfera el dióxido de carbono secuestrado en el manto por los procesos de subducción. Estos procesos actúan en periodos geológicos de entre decenas de miles a varios millones de años.

Causas

El clima es un promedio del tiempo atmosférico a una escala de tiempo dado que la Organización Meteorológica Mundial ha estandarizado en 30 años. Los distintos climas se corresponden principalmente con la latitud geográfica, la altitud, la distancia al mar, la orientación del relieve terrestre con respecto a la insolación (vertientes de solana y umbría) y a la dirección de los vientos (vertientes de Sotavento y barlovento) y, por último, las corrientes marinas. Estos factores y sus variaciones en el tiempo producen cambios en los principales elementos constituyentes delclima: temperatura atmosférica, presión,   vientoshumedad y precipitaciones.

Un cambio en la emisión de radiación solar, en la composición de la atmósfera, en la disposición de los continentes, en las corrientes marinas o en la órbita de la Tierra puede modificar la distribución de energía y el equilibrio térmico, alterando así profundamente el clima cuando se trata de procesos de larga duración.

En última instancia, para que se produzca un cambio climático global, debe actuar algún forzamiento climático, es decir, cualquier factor que incida en el balance de energía del sistema climático, modificando la cantidad de energía que el sistema recibe del Sol o la cantidad de energía que el sistema pierde por emisión desde la Tierra al espacio exterior.

Los forzamientos pueden ser las variaciones en los parámetros orbitales de la Tierra, en el albedo terrestre, en la concentración de gases de efecto invernadero, en la concentración de aerosoles tanto de procedencia natural, como son los procedentes de erupciones volcánicas, como los de origen antropogénico que proceden de actividades humanas, entre otros.

Otros factores, como la distribución de los continentes, pueden terminar afectando a alguno de los forzamientos e inducir un cambio climático global. Por ejemplo, la ocupación del océano ecuatorial por una gran masa de tierra, como ocurrió con el supercontinente Rodinia durante el Neoproterozoico, puede contribuir a una mayor reflexión de radiación solar, aumentando el albedo y produciendo cierto enfriamiento que puede provocar la formación de hielo que, a su vez, vuelve a aumentar el albedo, en un ciclo conocido como realimentación hielo-albedo.​

La fragmentación de Rodinia​ hace unos 700-800 millones de años pudo exponer mayor cantidad de corteza terrestre a la erosión por la lluvia y provocar que el Ciclo Geoquímico Carbonato-Silicato aumentara el secuestro de CO2 atmosférico, contribuyendo a una disminución de la temperatura que terminase induciendo una glaciación global, más conocida como bola de nieve.

El cambio climático actual es, de manera muy probable, totalmente antropogénico y se relaciona principalmente con la intensificación del efecto invernadero debido a las emisiones industriales procedentes de la quema de combustibles fósiles. Las contribuciones probables de los forzamientos naturales y la variabilidad interna al cambio de la temperatura global desde 1951 son insignificantes.

Terminología

La definición más general de cambio climático es un cambio en las propiedades estadísticas (principalmente su promedio y dispersión) del sistema climático considerado durante periodos largos de tiempo, independiente de la causa. Por consiguiente, las fluctuaciones durante periodos más cortos que unas cuantas décadas, como por ejemplo El Niño, no representan un cambio climático.

El término a veces se usa para referir específicamente al cambio climático causado por la actividad humana, en lugar de cambios en el clima que pueden haber resultado como parte de los procesos naturales de la Tierra.​ En este sentido, especialmente en el contexto de la política medioambiental, cambio climático se ha convertido en sinónimo de calentamiento global antropogénico.

En las publicaciones científicas, calentamiento global se refiere al aumento de las temperaturas superficiales, mientras que cambio climático incluye al calentamiento global y todos los demás efectos que produce el aumento de los niveles de gases de efecto invernadero.

La Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático define al cambio climático en su artículo 1 párrafo segundo, como un cambio de clima atribuido directa e indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempos comparables.​ A veces se confunden​ los términos cambio climático con cambio global.

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  • El mal fario

Pedro Sánchez va a acabar mal. Muy mal. Acabará como dictador o como reo respondiendo por sus desmanes

Hermann Tertsch en El Debate, 040524

Ha dicho el director de este diario, Bieito Rubido, que Pedro Sánchez va a acabar muy mal. Y el PSOE, hoy ya más cuadrilla que partido de Sánchez, se ha enfadado y quiere perseguir judicialmente al director de El Debate por querer mal al presidente y, según ellos, amenazarle nada menos con un mal final de vida. Dicho de otra forma más castiza, quieren empapelar a Bieto Rubido por darle mal fario a su amado líder.
Nadie puede ya sorprenderse ante los disparates de unos socialistas españoles que se han sumido en el radicalismo izquierdista, en la corrupción generalizada y obscena y sobre todo en una lucha absolutamente desquiciada e histérica contra la verdad y contra las realidades más palmarias.
Son muchos los políticos que han tratado con mayor o menos éxito de engañar a los españoles a lo largo de su historia. Pero nadie ha pretendido jamás tratarlos como absolutos imbéciles como hace la banda de Sánchez de manera obscena.
En estos tiempos de convulsión general en los que Sánchez y sus ministros están ya lanzados por la vía del abuso, el insulto, el delito y la soberbia al choque frontal con la legalidad, la oposición, y con todos los sectores de la sociedad española que se niegan a bendecir crimen y disparate, hay que dejar muy claro que Rubido tiene mucha razón.
Y que si de algo se le puede acusar es de excesivamente cauto al formular un pronóstico por lo demás bastante evidente y previsible. Sánchez va a acabar mal. Muy mal. Acabará como dictador o como reo respondiendo por sus desmanes. Y la primera opción no excluye la segunda. Porque Sánchez tiene que acabar muy mal por el bien, la libertad y el futuro de la sociedad y la nación española.
Como dijo Rubido, en estos cinco días el marido de Begoña Gómez ha tenido la oportunidad de oro de anunciar su retirada y buscar una forma de alejamiento menos traumático de la política. Y que con el tiempo fuera haciendo algo más fácil gestionar más adelante si no su impunidad, sí cierta lenidad para él y su entorno cuando en España vuelva a haber un gobierno legal y legítimo, defensor de la legalidad y la Constitución.
Pero está claro que el carácter de Pedro Sánchez y los desórdenes que lo definen son su peor enemigo a la hora de buscar formas no trágicas de afrontar sus inmensas y terribles responsabilidades en los daños incalculables que ha causado al pueblo español y al Estado y sus instituciones.
Hasta los más forofos del jefe de gobierno saben hoy que su pausa por supuesta conmoción sentimental no fue sino otra bajeza más. Y que lo hizo con la intención de perpetrar un autogolpe que le dejara las manos libres para estrangular a la justicia y a los medios que amenazan la impunidad y el desparpajo con que se han movido y se mueven él mismo, su mujer, su hermano, su familia, sus ministros y toda la banda que es el partido socialista.
Lo que ha logrado Sánchez es que no solo España, no solo Europa, sino literalmente todo el mundo, conozca ya algunos de los aspectos más sórdidos del entorno del jefe de gobierno español que se asemeja a una empresa con prácticas de gestión propias de establecimientos para el ejercicio de la prostitución.
Y que hasta en los periódicos en principio más amables a su ideología que constante que el gobierno español se antoja un putrefacto lodazal compuesto por seres muy menores de ínfima calidad humana y moral.
Europa muestra cada día más síntomas de hartazgo de las arbitrariedades y caprichos de un progresismo que hunde en pobreza, caída de competitividad, desindustrialización, colapso educativo y desvaríos ideológicos causantes de dolor, inseguridad y fracaso.
Sánchez y su partido ya irracional y fanatizado con un gobierno de separatistas, comunistas, terroristas, parásitos y traidores se pusieron en la vanguardia de esa ideología que genera violencia y zozobra pero que ya está en pleno naufragio por su fracasa por todo el continente.
Nadie va a ayudar a Sánchez y pronto no dará pena ni a sus sicarios y sus Charos amamantadas por sus medios y sus terminales pagadas por todos. Así las cosas su única forma de sobrevivir será la del dictador, del dictador bunkerizado inmerso en el conflicto total de guerra a la oposición, la sociedad y la libertad y cada vez con más culpas a las espaldas, ya sin posibilidad de retorno a la sociedad.
Tenía razón Bieito Rubido. Pudo dimitir y apostar por intentar que el tiempo hiciera olvidar o empalidecer al menos sus responsabilidades en la profunda crisis existencial de España que tanto ha agravado. Perdió la oportunidad y acabará mal, muy, muy mal. Y no es una amenaza en absoluto. Es una obviedad.
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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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Al fin, los relatores

«La ONU ha dictaminado que el Gobierno español debe defender la memoria democrática contra las leyes de Concordia que el PP y Vox tratan de activar en las autonomías que gobiernan»

Santiago González en El Mundo y en su blog, 040524

Llegaron los relatores de la ONU y con ellos viene a pasar lo mismo que con Susan Vance, la protagonista de ‘La fiera de mi niña’ cada vez que hablaba, que nunca se entenderá nada mientras ella lo explique todo, según explicaba su abogado. Los relatores de la ONU son, por otra parte, personajes de ficción muy del gusto de los nacionalistas.

Desde que empezó el obsceno tejemaneje entre el chulo de La Moncloa y el fugitivo de Waterloo, este estaba empeñado en una negociación entre las partes en un país extranjero y con relatores internacionales para garantizar los acuerdos. Tienen clavado en el subconsciente el desfile de cascos azules de la ONU entre los países en conflicto: Cataluña y España, Euskadi y España y lo que venga detrás.

Y la ONU, esa cuadrilla de simpáticos inoperantes al decir de Mafalda, por más que el optimismo de la criatura de Quino yerre,-no son simpáticos-, ha dictaminado por vía de tres de sus relatores que el Gobierno español debe defender la memoria democrática contra las leyes de Concordia que el PP y Vox tratan de activar en las autonomías que gobiernan.

Por lo visto, equiparar a las víctimas de uno y otro signo corre el riesgo de invisibilizar a las víctimas del franquismo, al impedir el  reconocimiento a «las centenas de miles» de personas muertas en ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas cometidas durante el régimen de Franco.

Para poner el broche adecuado a esta sandez deberían haberla rematado con otra estupidez que antes habían suscrito Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, por citar a dos indocumentados: que España es el segundo país del mundo en número de desaparecidos después de Camboya.

Falso. Después de Camboya y de China, y de Rusia y de Polonia y de Irak y de Ruanda, y del Congo, y de Uganda y de Colombia, etc. Estas tonterías tienen su origen en la cuantificación de Garzón que cifró los desaparecidos en 114.226 en su famoso auto de 17 de octubre de 2008, donde trataba como una fosa común el Fuerte de San Cristóbal, el famoso cementerio de las botellas. Y sin relatores, solo con género nacional.

Contaba The Guardian hace un mes (27 de marzo) que Naciones Unidas había colocado al frente de la Comisión para promover la igualdad de géneros y el empoderamiento de las mujeres en el mundo a Arabia Saudí. La ong U.N. Watch destacaba el hecho como una de las tres medallas de oro del absurdo que había ganado la ONU. Las otras dos  fueron la presencia de China en el Consejo de Derechos Humanos y la de la República Islámica de Irán en la Comisión de Desarme.

Los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU para los Derechos Humanos son: Cuba, Qatar, China, Sudan , Eritrea, Kueait, Argelia, Burundi, Somalia, Vietnam, Malasia, Kazajstán y Bangladesh. La relación de los árbitros hace más comprensible que la Asamblea General condenara a los países que a continuación se relacionan durante el año 2023, con el número de condenas durante el año: Corea del Norte, 1 vez; Venezuela, 0 veces; Birmania, 1; Líbano, 0; Pakistán, 0; Hamás, 0; Turquía, 0; Rusia, 2; China, 0; Qatar, 0; Arabia Saudí, 0; Siria, 1; Israel, 14.

Así las cosas, a nadie puede extrañarle que Josu Ternera, antaño jefe operativo de ETA, tuviera asiento en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco. Y sin relatores, aunque uno entiende que Sánchez ya no se pueda pasar sin ellos. ¡Lo explican todo tan bien!

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Mentiras, engaños y cada vez peor
Toño Benavides [España, 1961]

Mentiras, engaños y cada vez peor

¿No hay esperanza entonces? Desde luego: que jueces y periodistas impidan que las mentiras se conviertan en engaños

Andrés Trapiello en El Mundo, 040524

EN ALGÚN pasaje de La comedia humana (quién recordara nombres como antaño) dice Balzac, a propósito de uno de sus tres mil personajes secundarios, un opiómano, que lo malo de la droga es que quien la consume ha de ir aumentando la dosis para obtener los mismos efectos estupefacientes del comienzo.

En la astracanada de Sánchez, de la que él es, como decíamos, único empresario, autor, actor y tramoyista, las cosas suceden más o menos igual.

Él es adicto a dos drogas aún más dañinas que la morfina para la convivencia democrática: la mentira y la vanidad. Ambas se ajustan al diagnóstico balzaquiano: el mentiroso ha de ir doblando la frecuencia y el grosor de sus embustes para seguir haciéndose creíble (el cuento de Pedro y el lobo) y al vanidoso todos los aplausos acaban resultándole insuficientes (la vanidad es la sed que más crece cuanto más se sacia), lo que explica que los autarcas solo puedan acolchar sus mentiras con aclamaciones crecientes y estruendosas.

Lo extraño es que el efecto de ambas drogas opera no solo en el enganchado Sánchez, sino en muchos de los que asistimos a diario, estupefactos, a un espectáculo del que no se da crédito.

Por seguir con símiles literarios, Pedro Sánchez, sacando en procesión a su señora la semana pasada, recordaba a Pedro Luis de Gálvez. Acabó este, después de fracasar su intento de hacerse con la dirección de la Academia de la Lengua, regentando una cheka en el Madrid del 36. Se había hecho famoso al pasear por las tabernas a su hijo muerto pidiendo dinero para el entierro.

Difieren las versiones en el envoltorio, según unos portaba el fiambre envuelto en papel de periódicos, según otros en una caja de cartón. Coinciden, sin embargo, en que lo llevaba debajo del brazo como una barra de pan. Para entonces Gálvez ya había agotado todos los ardides del sablista.

Sánchez envolvió a su mujer en una pútrida declaración de amor antes de pasearla por la ciudadanía. Ha sido su último gran golpe (cierto que a otra mujer, una feminista por ejemplo, le habría puesto los pelos como escarpias ver expuesta su intimidad de un modo tan desvergonzado, no muy diferente de ese hortera que rodilla en tierra pide a su novia en un restaurante que se case con él, con el doble fin de vencer su resistencia y arrancar el aplauso de los comensales presentes, si acaso no busca en ellos el modo de persuadirla).

¿Si no hubiese sido con esa añagaza, con qué otra mentira se hubiera podido hacer creer el que ya nos ha mentido de mil maneras diferentes?

Y con esto entramos en la otra parte de este asunto. Los aplausos.

Las escenas vividas frente a la sede del partido socialista en la calle Ferraz de Madrid quedarán en los anales de ese Celtiberia show que inmortalizó el gran Carandell. Qué sollozos, qué espasmos e hipidos. La vicepresidenta Montero hizo de Arias Navarro (¿recuerdan?: «Franco ha muerto, hip»), si bien no gritaba «¡Pedro, quédate!», como parecía, sino más bien, feróstica perdida, «¡Pedro, no me quiero ir!».

Y ella hablaba no solo en su nombre, sino en el de todos sus compañeros de Gobierno, cargos, carguetes y cuantos han obtenido una colocación gracias a él, tan aterrados como ella de verse «en la puta calle» (que diría el ministro Óscar Puente).

Porque a esas horas, sábado, Sánchez, enterrado en el más absoluto silencio de La Moncloa, era para todos los suyos «un cadáver nada más».

Cuando al quinto día resucitó, el pasmo de su jauría («somos perros, pero fieles», dijo otra de sus ministras) fue muy grande. Resucitó y habló. Y para quedarse eternamente en el poder echó mano de otra mentira; le había convencido, confesó, el clamor de «la mayoría social»: diez mil personas enajenadas, como aquellas que montaron guardia y desfilaron frente al féretro de Franco.

Y aunque no pudo engañar a todos (hubo millones de ciudadanos que dijeron «a otro pedro con ese hueso»), lo cierto es que mintió al universo mundo.

«Cuando los gitanos tratan / es la mentira inocente: / se mienten y no se engañan», escribió Juan de Mairena. A diferencia de los gitanos machadianos, a Sánchez, todo menos inocente, no le basta con la mentira, que necesitará cada día más abultada, ya solo persigue el engaño.

Su última gran mentira (esa carta que le habrá escrito cualquier mercenario con tres horas de oficio en manejar la primera persona de un vanidoso) no iba dirigida a la ciudadanía (indiferente, hastiada o indignada al ver que se le trata como a un menor de edad: «Que viene el lobo», o sea la derecha y la ultraderecha), sino a sus propios compañeros de partido (como demuestra la segunda carta de hace un par de días, en la que viene a decir lo mismo que en la otra e igual de mercenaria).

¿Y qué han hecho sus socios y empleados? Son conscientes, desde luego, de haber sido usados como el niño muerto y su jarrón-señora. Incluso los Page a la pregunta «después de esta humillación, ¿quieres que siga o que se vaya?», ya han respondido. Y Sánchez se lo ha agradecido con la única verdad: «Cada día será peor».

Y lleva razón, porque para seguir donde está, sus mentiras irán en aumento, tanto que cada día necesitará más aplausos de más idiotas, más serviles y más corruptos. ¿No hay esperanza entonces? Desde luego: que jueces y periodistas impidan que las mentiras se conviertan en engaños. Por eso quiere acabar con los unos y los otros. Para él este es un asunto perentorio.

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Josetxu L. Piñeiro

El voto antitaurino entra en campaña

El ministro Urtasun irrumpió ayer en la campaña catalana al filtrar la cancelación del Premio Nacional de Tauromaquia, que Cultura instauró en 2011 bajo gestión socialista. El PSOE optó por el silencio ante la iniciativa de sus socios. Las anteriores intentonas de dañar la tauromaquia chocaron con el Tribunal Constitucional.

Zabala de la Serna y Marta Belver en El Mundo, 040524

El ministro Ernest Urtasun aplaudía el pasado 2 de abril a los hermanos Miura, propietarios de la mítica ganadería, durante la entrega en Cádiz de la última Medalla de Bellas Artes, correspondiente a 2022. La última en lo que respecta a la tauromaquia, excluida ya de la edición de 2023, y quizá por eso Urtasun aplaudía.

Ayer, el mundo del toro se desayunaba con la noticia de que el Ministerio de Cultura cancelaba el Premio Nacional de Tauromaquia, creado en 2011 bajo el gobierno socialista de Zapatero después del trasvase de competencias de Interior a Cultura que capitaneó Alfredo Pérez Rubalcaba.

«Las tradiciones evolucionan y ahora hay una mayoría social en contra del maltrato animal, así que hemos decidido no premiarlo», justifi-caban desde la cartera del político de Sumar. Que subía el tono, horas después, en la escalada bélica verbal al hablar de «tortura»:

«No es sólo una convicción personal mía, que también lo es, sino que creo que es un sentir mayoritario de una parte de españoles que cada vez entiende menos que se practique la tortura animal en nuestro país». Así, que no se convocará este año y se lanzará una consulta pública (sic), primer paso para su eliminación definitiva antes de la emisión de una Orden Ministerial que comunique el cambio.

El Premio, dotado con 30.000 euros en los Presupuestos Generales del Estado, evidencia la desconsideración de la Administración Central hacia los toros, que en su cómputo global reciben anualmente la cifra de 65.000 euros, sumada la dotación de 35.000 de la Fundación Toro de Lidia (FTL). El 0,0000003% de los PGE.

Precisamente, la FTL, que preside Victorino Martín, salía con contundencia al paso de la medida, que calificaba como un «nuevo ejercicio de censura promovido por el ministro de Cultura, Ernest Urtasun». Y anunciaba que en 2024 entregarán su propio Premio Nacional de Tauromaquia.

«El ministro Urtasun» continuaba el comunicado «desconoce casi todo sobre la cultura, especialmente uno de sus aspectos más importantes, que es que la cultura no depende de lo que opine un ministro, sino de lo que expresa un pueblo en libertad. No puede ejercer sus competencias en función de sus preferencias personales, tiene la obligación de promover y fomentar todas las manifestaciones culturales, entre las que se encuentra la tauromaquia».

Las reacciones del mundo del toro se fueron sucediendo las principales organizaciones taurinas y el mundo rural (ANOET, RUCTL, Alianza Rural) clamaban por la dimisiónde Urtasun, pero conviene detenerse en la última frase del comunicado de la Fundación Toro de Lidia: «Tiene [el ministro de Cultura] la obligación de promover y fomentar todas las manifestaciones culturales». ¿Quién o qué determina esto? ¿Dónde se enclavija la defensa jurídica de la Tauromaquia? ¿Qué Ley la ampara?

La Ley de leyes: la Constitución. Los intentos de abolir, prohibir o cancelar la tauromaquia en España siempre han chocado contra ella, contra un armazón jurídico que se inspira en su articulado como las sentencias del TC y frena también con normas posteriores las acometidas antitaurinas, que siempre brotan del mismo frente, el formado por los partidos a la izquierda del PSOE, coaligados con fuerzas nacionalistas, que han asumido el ideario animalista.

La fiesta de los toros es un espectáculo legal, conviene subrayarlo ante las continuadas ofensivas a las que se enfrenta. La penúltima fue la intentona de imponer la Ley de los toros a la Balear que el Tribunal Constitucional tumbó en diciembre de 2018 inspirándose en su propia sentencia de 2016, que declaraba inconstitucional la abolición de los toros en Cataluña de 2010. La Generalitat de Cataluña no podía ir en contra de las leyes dictadas por el Estado en materia de protección del «patrimonio cultural común». Esa era la tesis esencial de la sentencia.

Es la Constitución de 1978 el supramarco jurídico protector. Por encima y por delante de las normas con rango de Ley promulgadas a posteriori de su redacción y también después de la abolición de Cataluña, como la referencial Ley 18/2013 por la que la fiesta de los toros se reguló como patrimonio cultural vía Iniciativa Legislativa Popular o la Ley 10/ 2015 (ambas bajo el Gobierno del PP), para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial.

La sentencia del Tribunal Constitucional (STC 177/2016) declaró inconstitucional la abolición catalana basándose en el artículo 149.2 de la Constitución Española (CE), que obliga al Estado a considerar el servicio de la cultura como deber y atribución esencial. Pero no sólo.

La resolución del Alto Tribunal encontraba en el artículo 46 de la Carta Magna su piedra angular: «El respeto y la protección de la diversidad cultural ‘de los pueblos de España’ que deriva del citado art. 46, y que no es sino manifestación de la diversidad propia de nuestro Estado autonómico, parte precisamente de la imposibilidad de prohibir, en una parte del territorio español, una celebración, festejo, o en general, una manifestación de una arraigada tradición cultural si su contenido no es ilícito o no atenta contra otros derechos fundamentales».

La última escaramuza del Gobierno de Sánchez contra los toros fue anterior a Urtasun, con Miquel Iceta en Cultura: excluyeron los toros del Bono Cultural Joven. Y también se saldó con una victoria para la tauromaquia cuando el Tribunal Supremo obligó a su inclusión al ver falta de justificación en su exclusión.

Consideraba que la concreción que da la Ley 18/2013 al mandato de los artículos 44 «los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura» y 46 de la Constitución, otra vez, necesitaba «una justificación singular de entidad bastante de por qué se dejan fuera del Bono Cultural Joven los espectáculos taurinos».

La Fundación ganó el recurso que consideraba ilegal y arbitrario su nuevo intento de marginación.

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El muro de Sánchez
 Tomás Serrano’ [España, 1960]

Hay que derribar el muro

Virgilio Zapatero en El Español, 040524

Desde que el presidente del Gobierno prometió en su investidura levantar un muro que dividiera a los españoles en puros e impuros, buenos y malos, izquierda y derecha era fácil prever lo que ha ocurrido: la ciudad se ha dividido y el aire que envuelve la política se ha vuelto irrespirable.

El riesgo que ahora corremos es que ese lenguaje maleducado y en ocasiones violento de nuestros representantes se filtre a la sociedad y terminemos viviendo todos como aquellos hablan.

La apertura en este clima bronco de unas simples diligencias previas ha terminado generando una crisis institucional. Herido en su honor por el tratamiento que reciben en los medios algunas actividades de su esposa y familia, el presidente del Gobierno parece haberse dado cuenta de lo que muchos veníamos diciendo sobre los efectos divisivos y hostiles de su muro.

Puede legítimamente el presidente sentirse dolido por los infundios y descalificaciones que ahora sufre. Es fácil compartirlo. Pero si es sincero en su dolor, entenderá mejor ahora el daño que también él ha causado con sus reiteradas ofensas, desplantes, risas y malévolas insinuaciones sobre los adversarios políticos y sus familiares.

Al fin y al cabo, como decía Rousseau, nunca se compadecen en los demás sino los males de los que no nos creemos exentos. En el clima creado, pues, ningún líder de la derecha o de la izquierda está ya exento de la famosa máquina de fango.

Es el momento, ha dicho el presidente, de poner punto y aparte y de lanzarse a la «regeneración pendiente» de nuestra democracia. Como los hiperlíderes son personajes que aparecen ex novo, sin ataduras con el pasado, sin historia y casi sin biografía, el presidente parece olvidar que el PSOE ha gobernado este país 27 años y que él mismo ha liderado el Gobierno en los últimos seis años.

Esto me recuerda a mi admirado compañero, Paco Fernández Ordóñez, quien, escuchando maravillado cómo otro ministro explicaba los problemas y proyectos de su departamento, me susurraba al oído: «¡Qué brillante es nuestro colega! ¡Es el que mejor nos saca de los líos en que nos mete!».

Porque alguna responsabilidad tiene su Gabinete en el clima creado.

Pues bien, si se trata de una preocupación genuina por nuestra democracia y no de una burda estrategia electoral (yo prefiero aplicarle lo que en filosofía llamamos principio de caridad), no creo que sea una buena forma de comenzar esa regeneración pendiente (expresión que incomodará a más de uno) provocar una crisis institucional a partir de la simple apertura de unas diligencias previas referidas a su esposa.

Sólo en 2022, por ejemplo, ingresaron en la jurisdicción penal tres millones doscientos dieciséis mil quinientos noventa asuntos según la estadística judicial. La reacción del presidente parece excesiva.

Abrir esta crisis además con una carta a la ciudadanía es, sobre todo, incompatible con la democracia parlamentaria.

El presidente del Gobierno, según la Constitución, recibe su legitimación del Parlamento y no directamente de la ciudadanía (por eso no gobierna el Sr. Feijóo a pesar de haber ganado las elecciones). Son nuestros representantes los que debaten el programa del candidato, le otorgan su confianza, le fiscalizan, orientan su acción, le impulsan, le censuran y, llegado el caso, le retiran la confianza.

Por supuesto que puede también dirigirse a los ciudadanos y ciudadanas si lo cree conveniente. Pero lo que no puede hacer es permutar la obligada rendición de cuentas ante el Parlamento por una carta abierta a la ciudadanía.

Si creía el presidente que el tipo de confrontación política practicada estaba dañando la convivencia y la buena marcha del país, o si consideraba que las insinuaciones sobre miembros de su familia le dificultaban el ejercicio de su función de liderar el Gobierno, debió exigir la convocatoria inmediata del Congreso para dar en sede parlamentaria las explicaciones oportunas, por incómodas que le resulten, justificar su actuación y proponer a los diputados las medidas que considerara necesarias.

Pero en lugar de hacer todo esto, que es lo debido, y como si se tratara de un sistema presidencial (de baja calidad, por otra parte), se dirigió por carta a la ciudadanía abriendo una crisis incomprensible, se retiró a meditar durante cinco días y terminó comunicándonos a través de la televisión el resultado de sus reflexiones. Todo ello al margen del Parlamento.

Pues bien, este proceder es incompatible con la esencia de la democracia parlamentaria. La división de poderes y sus delicados equilibrios es un corsé que puede resultar demasiado estrecho para toda forma iliberal de hacer política. Pero sin su respeto no hay democracia. Al menos, la democracia parlamentaria que establece nuestra Constitución. Por aquí debería haber comenzado.

No creo, en segundo lugar, que sea una buena fórmula de regeneración poner en la diana a medios y magistrados. Es cierto que el control de los parlamentos sobre sus gobiernos es cada vez más endeble.

Hoy, se ha dicho, no existe ascenso y descenso de un líder que no esté estrechamente unido con el Factor M. Esto es, con el protagonismo de magistrados y medios de comunicación. Lo hemos visto en España con la caída del presidente Rajoy y con la elección del presidente Sánchez, acontecimientos en el que un simple obiter dicta de un juez y unos medios fueron el detonante de un cambio de gobierno.

Pero el creciente y peligroso protagonismo de ese Factor M en nuestras democracias se debe sobre todo a la pérdida de nervio y de democracia interna en los partidos (causa y efecto de los hiperliderazgos) y a la desvitalización consiguiente de los parlamentos.

Si de verdad se quiere evitar ese protagonismo de medios y jueces, un programa de fortalecimiento democrático tendría que poner el foco en la revitalización de nuestro adormecido Parlamento, en una nueva ley electoral con listas abiertas y en la reforma a fondo de los partidos.

Lamentablemente nada de esto está en la agenda del PSOE ni del PP. Es más fácil, aunque más peligroso para la sociedad, lanzarse sobre medios y jueces.

No conocemos aún el paquete de medidas que se puede estar preparando. Pero el Gobierno debería evitar ocurrencias legislativas en esta materia tan delicada. Otros de su propio partido ya lo pensaron en los años 90, cuando percibieron la tensión existente entre la libertad de prensa y el derecho al honor, la intimidad y la propia imagen. Y abandonaron el intento sin resolver el problema.

Lo abandonaron porque desde la década de los 80 la jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional, en línea con la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ha consolidado la libertad de prensa como un derecho preferente.

El margen de maniobra en este campo es, pues, tan fino que iniciativas restrictivas al respecto difícilmente pasarán el trámite parlamentario sin el concurso de la oposición. Y si lo pasan, de nada servirá si no consigue que se modifique la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.

Y si, aprovechando la debilidad de este, también se logra su aval, a quien lo intente le espera el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y una dura polémica a nivel tanto nacional como internacional.

Formamos parte de una comunidad jurídica europea que establece el marco normativo tanto en la regulación de las relaciones entre libertad de prensa y los derechos humanos como en la normativa sobre transparencia de los medios de comunicación (la nueva European Freedom Media Act).

En este campo de los derechos humanos, los medios y los jueces, Europa es nuestra mejor compañía.

No sé si dentro del paquete de acciones para regenerar la democracia se incluirá el cambio de mayorías para la elección del Consejo General del Poder Judicial como ya ha propuesto uno de los socios de la coalición.

Aquí el principal responsable del lamentable bloqueo del Consejo es el PP, quien, como hemos denunciado desde hace años, ha pasado del juego constitucional duro a situarse fuera de juego. Su actuación no tiene disculpa ni excusa.

Pero responder a este bloqueo con un cambio en las mayorías previstas para la elección del Consejo será, si se hace, un claro ataque a la independencia judicial y un escándalo nacional e internacional.

La actual fórmula de elección pasó el filtro del Tribunal Constitucional. Pero la pasó rozando los límites de su constitucionalidad. Aquel Tribunal no hubiera admitido el actual modelo, si se hubiera rebajado la mayoría de los tres quintos.

El presidente que lidere tal iniciativa hundirá la imagen de España situándonos al lado de las democracias iliberales. Y pasará a la historia con su nombre grabado en la lista en la que ya figuran los Viktor Orbán, Mateusz Morawieki, Jaroslaw y Lech Kazinski, por no citar algunos ejemplos populistas en Latinoamérica.

Si estas son las medidas de regeneración que se propone, permítame decirle con todos mis respetos, Sr. presidente, que serían un disparate. Porque van a destruir el prestigio internacional de nuestro Estado de derecho, porque van a radicalizar las posiciones, porque van a dividir aún más la nación y envenenar la convivencia, y porque lejos de regenerar algo van a degenerar lo mejor que tenemos.

La solución para cambiar la atmósfera tóxica de nuestra política es mucho más sencilla y está en manos del propio presidente. Acuda al Parlamento, dé las explicaciones que se le pidan, trate con el respeto debido a nuestros representantes, presente los Presupuestos Generales, lidere la política legislativa… y convoque a la oposición para compartir y negociar en su caso los grandes desafíos de España.

Y verá cómo, si ayuda a que los partidos recuperen su función y dan al parlamento lo que es del parlamento, el Factor M quedará en sus justas dimensiones, se recuperará el juego limpio y se limpiará el aire espeso de la política.

Porque aquí la única regeneración realmente pendiente es la del respeto a las instituciones y a las personas.

Para ello tiene que olvidarse de ese muro que prometió en su investidura y que es una trampa que se está haciendo a sí mismo y a su partido. Los mismos que le alientan a hacer crecer el muro serán los primeros que, cuando les convenga, lo empujarán para que se despeñe desde lo más alto del mismo y arrastre tras sí a su partido y a toda la izquierda constitucional, dejando malherida a nuestra democracia.

Cuenta Plutarco en Vidas paralelas que Marco Catón terminaba siempre sus discursos con un ceterum censeo Carthaginem esse delenda. Esto es, hay que arrasar Cartago. Sr. presidente, y como diría Catón, delendus est murus.

Virgilio Zapatero es rector emérito de la Universidad de Alcalá.

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Ilustracion otazu
Lu Tolstova [Rusia]

Una amenaza para la seguridad nacional

El Gobierno no desmiente categóricamente estas acusaciones de lawfare en nuestro país y consecuentemente la deslegitimación del Estado de derecho en el mismo

Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu en El Debate, 040524

De acuerdo con el Informe Anual de Seguridad Nacional de 2022, presentado recientemente en la Comisión Mixta (Congreso-Senado) de Seguridad Nacional, «el nivel de la amenaza que presentan las organizaciones terroristas ETA, Resistencia Gallega y PCE(r)-GRAPO es residual, ya que la eficaz labor policial, judicial y del CNI ha propiciado la práctica desarticulación policial de todas ellas».

«No obstante», continúa el informe, «las consecuencias de la actividad de ETA se mantienen, con numerosos atentados sin esclarecer, la existencia de miembros de la organización terrorista con causas pendientes con la Justicia española que residen en otros países y el hallazgo de depósitos de ETA, de cuya localización, la organización terrorista no dio detalles en abril de 2017, cuando comunicó la ubicación concreta de ocho depósitos de armas.

Sus organizaciones satélites canalizan su estrategia en lo que denominan ‘batalla por el relato’, tratando de imponer su versión sobre la violencia y deslegitimar el Estado de derecho».

El informe es elaborado, anualmente, por el Departamento de Seguridad Nacional, dependiente de la Presidencia del Gobierno, por lo que recoge la impresión oficial del Gobierno sobre las amenazas que se ciernen sobre España y a las que se debe prestar atención.

Por otra parte, en el mismo año 2022, se promulgó la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, cuya disposición adicional decimosexta señala que «el Gobierno designará una comisión técnica que elabore un estudio sobre los supuestos de vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos, entre la entrada en vigor de la Constitución Española de 1978 y el 31 de diciembre de 1983, que señale posibles vías de reconocimiento y reparación a las mismas».

Esta disposición adicional procede del trámite parlamentario de la Ley como un requisito demandado por EH-Bildu y aceptado por el Partido Socialista Obrero Español. Parece evidente que este requisito se inscribe en aquella «batalla por el relato, tratando de imponer su versión sobre la violencia y deslegitimar el Estado de derecho» en la que el Informe de Seguridad Nacional, más arriba citado, estima que canalizan su estrategia lo que denomina «organizaciones satélites de ETA».

De hecho, tras aprobarse la ley, la portavoz de EH-Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, aseguró que se había abierto «un camino para poner en jaque el relato de la Transición».

Sorprende, o no, esta cooperación del partido que sustenta al Gobierno con lo que el Gobierno considera una amenaza para la seguridad nacional.

De hecho, durante el Consejo de Ministros del pasado 23 de abril, el Gobierno aprobó la creación de la «Comisión para el estudio de los supuestos de vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia», cuyo objetivo es elaborar un estudio sobre los supuestos de vulneración de derechos humanos a personas por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos, entre la entrada en vigor de la Constitución de 1978 y el 31 de diciembre de 1983, que señale posibles vías de reconocimiento y reparación a las mismas.

Aunque «entre las eventuales víctimas de tales vulneraciones, en ningún caso se incluirán las personas vinculadas a una organización o grupo terrorista, o que realizaron actos con la finalidad de subvertir el orden constitucional, suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado, alterar gravemente la paz pública o provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella», no cabe duda de la intención de vincular y de paso justificar la motivación de la actividad terrorista sobre la base de estas presuntas vulneraciones de los derechos humanos a determinadas personas, nuevamente inscrita sobre aquella «batalla por el relato, tratando de imponer su versión sobre la violencia y deslegitimar el Estado de derecho».

Tras el peculiar período de reflexión de cinco días, que se otorgó el presidente del Gobierno, salió del mismo afirmando públicamente que él también había sido víctima de lawfare, si bien lo que definió como tal fue el hecho de haber sido presuntamente objeto de vigilancia policial por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado cuando él se encontraba en la oposición.

Esta declaración de haber sido, presuntamente, víctima de vigilancia ilegal, se parece, en mi opinión, como dos gotas de agua, a la que hiciera de haber sido víctima de espionaje con el sistema Pegasus cuando el Gobierno español fue acusado de hacer lo propio con determinados líderes independentistas catalanes. En todo caso, en ambas declaraciones se incluye la asunción de un relato que deslegitima el Estado de derecho en nuestra nación.

Durante la tramitación de la proposición de ley orgánica de amnistía, tanto en el Congreso como en el Senado, proliferan las acusaciones de lawfare o actuaciones judiciales presuntamente realizadas por motivaciones ajenas a criterios propiamente jurídicos.

El Gobierno, que se ha avenido a promover esta ley con la finalidad de obtener los siete votos de Junts en el proceso de investidura de Pedro Sánchez, no desmiente categóricamente estas acusaciones de lawfare en nuestro país y consecuentemente la deslegitimación del Estado de derecho en el mismo. Si acaso, responsabiliza de ello al Gobierno que tuvo que hacer frente al desafío unilateral independentista, contribuyendo, con ello, a la misma deslegitimación.

Confiando en no ser acusado de promovedor de bulos ni de generador de fango, categorías con las que el actual Gobierno pretende que no se emita opinión alguna sobre los hechos que protagoniza y de los que somos testigos, tengo la desagradable certeza de que, según las percepciones que el Gobierno de España tiene de las amenazas que se ciernen sobre la seguridad de nuestra nación, formuladas en la Estrategia de Seguridad Nacional y en los sucesivos informes que se formulan sobre su evolución, el propio Gobierno de España promueve o respalda actuaciones políticas que constituyen lo que él mismo describe como una amenaza para la seguridad nacional.

Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu es senador por Melilla.

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Sorpresa Mujer Imágenes y Fotos - 123RF

No se sorprendan, éste es así

Eduardo Uriarte en Fundación para la Libertad, 040524

Lo curioso de la reacción pública ante esos cinco días que se tomó Sánchez para reflexionar sobre si valía la pena seguir es que sus partidarios, cuya adhesión a su líder es emotiva, incluso idólatra, eran los que le creían. Los no afectos curiosamente mantenían un sano escepticismo sobre la credibilidad de todo el montaje a pesar de que deseasen que se fuera.

Para estos últimos, entre los que me encuentro, que la decisión presidencial fuera embadurnada como un acto de amor era de lo más extraño. Él, que como el coronel Aureliano Buendía no tenía corazón -sus ejecutores lo descubrieron cuando salió indemne de su fusilamiento-, era sospechosamente burdo que metiera su esencia de ser enamorado cual folletín venezolano en una carta a la ciudadanía, gesto impropio de un primer ministro.

Los menos idólatras de los suyos se sienten hoy engañados, el resto ya sabíamos desde hace años que no dice la verdad ni a su médico. Cuando le preguntan en el Congreso sobre la corrupción de miembros de su partido acusa a Ayuso, sin que la Armengol le pida ceñirse a la cuestión.

Justifica su vuelta en las adhesiones recibidas cuando, lo cierto, es que la parodia de la marcha sobre Madrid no dio ni para un cuarto de Duce. Sin embargo, anuncia su vuelta como un punto y aparte, critica a medios y Judicatura de la misma manera que Trump para sugerir medidas al respecto.

Vuelve, pero si nunca se marchó, “con más fuerzas si cabe”, como si entráramos en una nueva fase (saludando con un buenas tardes a las once de la mañana, pues todo estaba programado), cuando sólo se trata de la consecuente continuación de su práctica desde el momento que decidió tras perder las elecciones buscar los apoyos necesarios, incluso en un fugado de la justicia.

Tuvo que atravesar el Rubicón de la Constitución con la ley de amnistía, y a partir de ahí César se diviniza y actúa cegado por su propia osadía sacándole todo placer  a la arbitrariedad y al engaño, acusando de todo lo que él mismo ha promovido a los demás.

Fango (cuando es él el que enfanga a su señora internacionalmente usándola como señuelo), promotores de bulos (no hay mayor que su posible dimisión), corrupción (olvidando a Tito Berni y Koldo), calificar de contrarios a la democracia a sus adversarios (cuando él apareció en la escena con no es no como bandera, un ataque al fundamento dialógico de la democracia)…

César una vez que se cargó la República no tuvo más remedio que hacerse dios. Es decir, Puente dixit: “el puto amo”. Y se lo cree. Sabe que la población española, muy emotiva y de corta memoria, es muy manipulable. Y osan sus viudas declarar que él es la democracia., cual el Centinela de Occidente que estuvo cuarenta años.

Habrá que seguir aguantándole, pero que no me diga su feligresía que es para proseguir los avances de progreso cuando la amnistía a los sediciosos, la crítica a la judicatura, el lawfare, la amenaza a los medios que rechazan su dependencia, la España confederal que esboza ante los nacionalismos, el gobierno mediante decretos, etc., nos retrotrae a situaciones previas al liberalismo decimonónico y destrozan la nación reformulada en el 78. ¿Eso es progreso? Ni siquiera democracia.

Y resultaba que todo es mentira, porque un personaje como él no se marcha por las buenas. A Perón tuvieron que echarle los militares, y acaban ustedes de ver otros casos como el de Trump o Bolsonaro en los que se observa lo difícil que es su retiro. Daniel Ortega se marchará de manera aún peor.

Sánchez entra en la categoría de esos líderes populistas que se creen designados vitaliciamente para ostentar el poder. Que se fuera tras cinco días de retiro era incompatible con el osado líder que ha asumido la ruptura con la Constitución.

Aunque lo deseáramos no se sorprendan: nunca querrá marcharse.

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Urtasun no es ministro de Cultura
Alejandra Svriz

 

Urtasun no es ministro de Cultura

«Hay una España, con sus creencias y cultura, que molesta a la izquierda y que ha tomado el ministerio como un instrumento de cambio de su identidad»

Jorge Vilches en The Objetive, 040524

n ministro de Cultura no está para decidir qué es cultura y qué no, como un ministro de Ciencia no puede establecer que la ley de la relatividad es una paparrucha y que la Tierra es plana. Imagínese que el ministro de Sanidad afirmara, a lo Steve Jobs, que el cáncer se cura con una dieta macrobiótica y no invirtiera en investigación de la enfermedad. O que la ministra de Defensa dijera que la guerra mata, que matar es feo, y que es mejor convertir los carros de combate en tractores.

Es de locos que un tipo elegido a dedo por otro para respetar las cuotas entre partidos, decida, en la soledad de su arrogancia, sobre los cientos de años de producción cultural de un país. Es inconcebible que los gustos personales de una persona o de un grupo, por muy respetables que sean, se impongan a los de los gobernados. La democracia no es otra forma de ejercer la dictadura, sino la garantía del respeto a la pluralidad en igualdad de condiciones.

La embestida de Urtasun a la tauromaquia no es un hecho aislado. Propuso desmantelar el Museo de América y revisar el resto de museos nacionales para, espetó, «superar un marco colonial», las «inercias de género» y las «etnocéntricas». Eso es únicamente ideología ramplona que podría esgrimir cualquier iluminado con ínfulas de mesías, pero no un ministro. La ideología no debe ser una guía para gestionar la cultura. Ya se hizo en tiempos de la dictadura de Franco y salió mal, incluso a veces se cayó en el ridículo.

La tauromaquia, su mundo, su arte, su gente, la inspiración que fue y es para muchos artistas españoles y extranjeros, es parte indispensable de la cultura de este país. Sería absurdo, por ejemplo, que un ministro de Cultura de la derecha censurase a Miguel Hernández, Antonio Machado o Lorca, o a Patricia Highsmith, Oscar Wilde o Truman Capote, o a Almodóvar, Javier Bardem o Miguel Ríos.

La cultura pertenece a la gente, no al político de turno, que no tiene derecho alguno a imponer sus preferencias. Es el ciudadano el que libremente elige su cultura, y el Gobierno quien tiene el deber de garantizar la libertad de opción.

Seguro que Urtasun recibe el aplauso y la palmada en la espalda de los liberticidas, de los resentidos y de los mediocres. De esos que quieren que el mundo de los otros se acabe, que se extinga, que incluso se borre de la memoria como si no hubiera existido jamás.

Son los mismos que sostienen que no pueden ganar los malos, porque ellos son los buenos. Piensan que ha llegado el tiempo del ajuste de cuentas para que los otros paguen su presencia histórica con el olvido futuro. Y para eso cancelan, acaban con la financiación, desprecian, insultan o ningunean. Esta política no es cultura, sino sectarismo y envidia procedente de un cainismo empobrecedor y sórdido.

creencias y cultura, que molesta a la izquierda que siente vergüenza del pasado y de la identidad del país. En el fondo de su alma lo desprecian. No lo soportan. En su arrogancia dichos izquierdistas piensan que no debería haber existido tal España, y que las referencias religiosas, de género, coloniales, imperialistas, monárquicas y militares que les disgustan hay que barrerlas con la escoba del progreso. O peor, que hay que resignificarlas, darles un contenido y presencia diferentes, siempre ajustado a su mentalidad woke.

En el fondo es una profunda incultura. Han tomado el ministerio como un instrumento de rectificación de España y de cambio de su identidad. Quieren aprovechar la impunidad del poderoso, la arbitrariedad normativa y la disposición presupuestaria a su alcance, para hacer y desmontar en función de su plan ideológico. Ahora tienen la oportunidad.

Sin embargo, no es cultura si la política del ministerio consiste en demoler los pilares de su existencia, en extirpar su naturaleza, en dar la espalda a lo existente. No es cultura si lo que deja en pie no permite el libre desarrollo del hombre, su autodeterminación y albedrío. Es entonces cuando deja de ser cultura y recibe el nombre de barbarie.

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De ida y vuelta
Alejandra Svriz

De ida y vuelta

«El Farsante sólo podrá encerrarse en su búnker, aunque con tembloroso cuidado si no quiere convertirse en un cadáver ambulante para nuestros vecinos europeos»

Félix de Azúa en The Objetive, 040524

n viaje barato, el del Gran Farsante. Pero peligroso. Cuando un personaje de escasa inteligencia y carácter débil emprende una acción desesperada, lo habitual es que la cosa acabe mal.

Yo no creo que después de haber desafiado a cuarenta millones de españoles con un ultimátum sentimental («Si no me amas, me voy, y ya te las apañarás») y haber fracasado porque, la verdad, no logró reunir ni 20.000 súbditos que defendieran con uñas y dientes sus sueldos, dudo mucho que se vuelva a casita a preparar sopas de ajo para su santa esposa.

Hasta esos empleados lamentables, los subvencionados de UGT y CCOO, que han usado el 1º de mayo para mostrar su pleitesía, ni siquiera ellos, creo yo, mostraban demasiada seguridad. Decían que iban a defender la democracia como quien recita unas letanías marianas delante del señor obispo. Sin la menor convicción.

De modo que el Gran Farsante va a tener que hacer algo para que nos tomemos en serio su grotesco teatrillo. Juró vengar el honor perdido de Katharina Blum y ahora no puede volver a casa con un manojo de violetas marchitas y el rabo entre las piernas.

Así que debemos prepararnos para un paso adelante por el camino hacia Perón, Chávez o la familia Kirchner. Ahora bien, los dictadores latinoamericanos no tienen detrás una Unión Europea que vigila cada gesto que dan los espadones o los sátrapas. Sólo de ese modo pueden, los burócratas de Bruselas, justificar un sueldo escandaloso y privilegios indecentes.

No lo va a tener fácil el Farsante para acabar con el poder judicial, con la prensa libre y con la opinión pública de unos habitantes que, durante los últimos cuarenta años, han ido dejando de ser acobardadas criaturas que lamen las botas de las autoridades. Queda mucho franquismo, pero está todo en la izquierda.

A partir de ahora el Farsante sólo podrá encerrarse cada vez más en su búnker, imitar el machismo venezolano, el fascismo argentino o el comunismo cubano, aunque con tembloroso cuidado si no quiere convertirse en un cadáver ambulante para nuestros vecinos europeos. En cuanto a nosotros, habrá que apretarse los machos.

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Vídeos


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Música de Diana.

–«She» [1974],  tema de Charles Aznavour, cara A del sencillo extraído del álbum A Tapestry of Dreams. Aquí en la versiónde Elvis Costello,en su álbum de 1999 Notting Hill: Music from the Motion Picture. Vía Diana Lobos, 030524.

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Humor
La viñeta de Caín: 4 de mayo de 2024
Felipe Hernández Cava ‘Caín’, España, 1953’y Federico del
V Barrio (ilustrador, España, 1957), en la Razón

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«Isabel»/ 2012/ Serie/ Jordi Frades [et alt][2012-2014]/ España/ Amazon/ 8

Cartel de la serie


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TÍTULO Isabel [serie tv en tres temporadas]
AÑO
2012-2014
Ficha técnica .
III temporada
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Producción Ejecutiva: Jaume Banacolocha, Joan Bas. Producción Ejecutiva Adjunta: Montse García. Producción Ejecutiva TVE: Nicolás Romero. Producción Ejecutiva Telefónica Studios: Ignacio Fernández-Vega Feijóo. Coordinador de Guión: José Luis Martín. Guionistas: Nacho Pérez de la Paz, Laura Sarmiento, Juan Carlos Blázquez, Clara Escribá. Dirección: Jordi Frades, Salvador García, Oriol Ferrer. Dirección de Producción: Eugeni Margallo, Laura García. Director de Casting: Juan León. Dirección de Fotografía: David Azcano, José Luis Moreno ‘Moti’. Dirección de Arte: Marcelo Pacheco. Vestuario: Pepe Reyes, Natacha Fernández. Maquillaje: Martha Marín. Edición web: Paloma G. Quirós. Redes sociales: Raquel Escribano Agustín A. Alonso.
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II temporada.
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Dir. de Ficción de TVE: Fernando López Puig. Productor ejecutivo TVE: Nicolás Romero. Productores ejecutivos Diagonal: Jaume Banacolocha y Joan Bas. Adjunta a la producción ejecutiva Diagonal: Montserrat García. Diseño original: Jordi Frades. Director de la serie: Jordi Frades. Coordinador de guion: José Luis Martín. Guionistas: Laura Sarmiento, Nacho Pérez de la Paz, Pau Siero y Daniel Martín Sáez da Parayuelo. Director de producción Diagonal: Eugeni Margallo. Directora de producción: Laura García. Jefa de producción: Eugenia Peral. Director de fotografía: David Azcano. Director artístico: Marcelo Pacheco. Decorador: Javier Mampaso. Director de cásting: Juan Leó. Diseñadores de vestuario: Pepe Reyes y Natacha Fernández. Estilista: Mar López. Jefa de maquillaje: Martha Marín. Editor: Juan Carlos Sanabia. Sonido directo: Jaime Barros.
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I temporada
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Dir. de Ficción de TVE: Fernando López Puig. Productor ejecutivo TVE: Nicolás Romero. Productores ejecutivos Diagonal: Jaume Banacolocha y Joan Bas. Adjunta producción ejecutiva: Montserrat García. Diseño original y dirección: Jordi Frades. Director Argumental y Jefe de Guiones: Javier Olivares. Guionistas: Anaïs Schaaff, Jordi Clafí, Joan Barbero, Salvador Perpiñá y Pablo Olivares. Director producción Diagonal: Eugeni Margalló. Directora producción: Laura García. Jefa de producción: Aurora Martínez. Director de fotografía: David Azcano. Director artístico: Marcelo Pacheco. Decorador: Javier Mampaso. Diseño de vestuario: Look art (Pepe Reyes y Natacha Fernández). Estilista: Mar López. Maquillaje: Martha Marín. Editor: Juan Carlos Jiménez. Sonido: Jaime Barros
REPARTO .
III temporada
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Isabel de Castilla:
Michelle Jenner. Fernando de Aragón: Rodolfo Sancho. Gonzalo Chacón: Ramón Madaula. Gonzalo Fernández de Córdoba: Sergio Peris-Mencheta. Isabel de Portugal: Clara Sanchis. Beatriz de Bobadilla: Ainhoa Santamaría. Cardenal Pedro de Mendoza: Andrés Herrera. Gutierre de Cárdenas: Pere Ponce. Andrés de Cabrera: Jordi Díaz. Juana la Beltraneja: Carmen Sánchez. Juan II de Portugal: Álvaro Monje. Diego Pacheco: Javier Rey. Hernando de Talavera: Lluis Soler. Moisés: Manuel Sanz. Cristobal Colón: Julio Manrique. Cardenal Cisneros: Eusebio Poncela. Fuensalida: Fernando Guillén-Cuervo. Juana ‘La Loca’: Irene Escolar. Felipe ‘El Hermoso’: Raúl Mérida. Príncipe Juan: Adrián Lamana. Margarita de Austria: Úrsula Corberó. Princesa Isabel: María Cantuel. Infanta Catalina: Natalia Rodríguez. Infanta María: Susana Abaitua. Juan Rodríguez de Fonseca: Francesc Garrido. César Borgia: Nacho Aldeguer. Alejandro VI: Jorge Bosch. Bartolomé Colón: Pablo Castañón. Diego Colón: Jonás Beramí. Luis de Tremoille: Jose Pedro Carrión. Carlos VIII: Héctor Carballo. Ana de Bretaña: Marta Belmonte. Juan Belmonte: Jacobo Dicenta. Francisco de Busleyden: Abel Folk.

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II temporada
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Isabel de Castilla: Michelle Jenner. Fernando de Aragón: Rodolfo Sancho. Juana de Avis: Bárbara Lennie. Alfonso Carrillo: Pedro Casablanc. Gonzalo Chacón: Ramón Madaula. Gonzalo Fernández de Córdoba: Sergio Peris-Mencheta. Beltrán de la Cueva: William Miller. Isabel de Portugal: Clara Sanchis. Beatriz de Bobadilla: Ainhoa Santamaría. Cardenal Pedro de Mendoza: Andrés Herrera. Gutierre de Cárdenas: Pere Ponce. Andrés de Cabrera: Jordi Díaz. Diego de Mendoza: Juan Meseguer. Juan II de Aragón: Jordi Banacolocha. Alfonso V de Portugal: Daniel Albadalejo. Juana la Beltraneja: Carmen Sánchez. Juan II de Portugal: Álvaro Monje. Diego Pacheco: Javier Rey.
Hernando de Talavera: Lluis Soler. Clara de Chacón: Mónica Vic. Pedro de Peralta: Ernesto Arias. Duque de Braganza: Joaquín Notario. Zúñiga: Raúl Sanz. Infanta Isabel 1: Lucía Garrido. Infanta Isabel 2: Noelia Martín. Infanta Isabel 3: Gina Laline. Abraham Seneor: Chema de Miguel. Moisés: Manuel Sanz. Boabdil: Álex Martínez. Aixa: Alicia Borrachero. Sancho Jiménez de Solís: Miguel Ángel Jenner. Isabel de Solís/Zoraida: Nani Jiménez. Muley Hacén: Roberto Enríquez. Cristobal Colón: Julio Manrique. Aldonza de Ivorra: Blanca Espino. Pedro de Bobadilla: Luis García. Juan Pacheco: Ginés García Millán. Beatriz Pacheco: Malia Conde. Beatriz Ossorio: Sara Rivero. Tomás de Torquemada: Manuel Dueso. El Zagal: Javier Mora. Morayma: Alba García. Beatriz Galindo: Lydia Miranda. Príncipe Juan: Mateo Jalón. Luis Santángel: Emilio Linder.
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I temporada
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Isabel de Castilla: Michelle Jenner. Fernando de Aragón: Rodolfo Sancho. Enrique IV: Pablo Derqui. Juana de Avis: Bárbara Lennie. Alfonso Carrillo: Pedro Casablanc. Juan Pacheco: Ginés García Millán. Gonzalo Chacón: Ramón Madaula. Gonzalo Fernández de Córdoba: Sergio Peris-Mencheta. Beltrán de la Cueva: William Miller. Isabel de Portugal: Clara Sanchis. Alfonso de Castilla: Víctor Elías. Beatriz de Bobadilla: Ainhoa Santamaría. Gutierre de Cárdenas: Pere Ponce. Andrés de Cabrera: Jordi Díaz. Diego de Mendoza: Juan Meseguer. Juan II de Aragón: Jordi Banacolocha. Alfonso V de Portugal: Daniel Albadalejo. Pedro Girón: César Vea. Clara Chacón: Mónica Vic. Mencía: Mar del Hoyo. Pedro de Mendoza: Andrés Herrera. Alonso de Palencia: Nacho López. Alonso de Fonseca: Arturo Querejeta. Pedro de Peralta: Ernesto Arias. Antonio Veneris: Fernando Sansegundo.
www.rtve.es/television/isabel-la-catolica/la-serie

Valoraciones externasfilmafinity: 7 / imdb8,3

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Revisión091214

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SINOPSIS

La apasionante lucha de una mujer por llegar a ser reina. Ésta es la historia que cuenta Isabel en su primera temporada. Concretamente lo hace desde su formación, siendo apenas una niña hasta su coronación con apenas 23 años, un periodo clave para entender la personalidad de la que luego fue llamada Isabel la Católica.

Ésta es la historia de una mujer que decidió ser la dueña de su propio destino sin saber los muchos sacrificios que eso iba a conllevar, que no fueron pocos. Vio destrozada su infancia al ser arrebatada de su madre enferma y fue obligada a ir a vivir a la Corte por su hermanastro el rey Enrique IV.

Sufrió la pérdida de su hermano Alfonso, por delante suyo en la línea sucesoria, y tomó, con apenas 16 años, decisiones claves tras una cruenta guerra civil. Rechazó hasta poner en peligro su vida aceptar ninguna imposición de boda, defendiendo su derecho a elegir esposo (Fernando de Aragón).

Soportó, tras su boda, maledicencias y limitaciones económicas. Tuvo que manejar diplomacia con una dureza de carácter capaz de poner firmes a un ejército (y a su propio marido, si hacía falta). Y todo, por una obsesión: ser reina.

Pero, más allá de los hechos históricos, narra las pasiones, emociones y renuncias de una mujer adelantada a su tiempo que rechazó ser figura decorativa y moneda de cambio. De una mujer, con sus defectos y virtudes, que alcanzó un poder sólo destinado hasta entonces a los hombres. Y que no tardaría en afrontar retos que nadie podía imaginar.

Tras proclamarse reina de Castilla en Segovia a la muerte de su hermanastro el rey Enrique IV de Castilla, Isabel tendrá que ganarse junto a su marido Fernando de Aragón la lealtad y el apoyo de los nobles para consolidar su reinado. Sin embargo, un grupo de nobles contrarios a ella defenderá los derechos sucesorios de Juana, conocida como la Beltraneja.

Para ello, acudirán a Portugal, cuyo rey, Alfonso V, establecerá una alianza y declarará la guerra contra el bando isabelino. Comienza así lo que se conoce como la Guerra de Sucesión Castellana.

Mientras tanto, se establece la Inquisición, se arrincona progresivamente a los judíos y se prepara el viaje hacia las Indias Orientales que propone un navegante llamado Cristobal Colón.

Si en su camino hacia el trono, conocimos a una Isabel determinada pero dulce y joven.

El ejercicio del poder y el sufrimiento personal, convertirán a Isabel en esa gobernante que con sus luces y sombras es uno de los más grandes personajes de la Historia de España y una mujer con una personalidad difícilmente imitable.

Tras haber culminado la Reconquista con la toma de Granada y con la perspectiva que abre la aventura colombina, Isabel tiene la sensación de haber alcanzado una meta. Sin embargo, desde muy pronto, los reyes percibirán la fragilidad de todo lo conseguido.

El último tramo del reinado de Isabel y Fernando se desarrolla bajo la amenaza del desmembramiento de su proyecto.

En este periodo -comprendido entre el año 1492 (el descubrimiento de América) y 1505 (muerte de la reina Isabel)-, los monarcas se enfrentan a una sucesión de desgracias personales que habrán de superar como reyes y como padres, sin perder nunca de vista el objetivo primordial: unificar las coronas de Castilla y Aragón en la cabeza de un heredero legítimo.

Es una época apasionante en la vida de los Reyes Católicos. Menos conocida para el gran público, pero rica en acontecimientos que tendrán importantes consecuencias en la futura creación de lo que hoy conocemos como España.

Fuente: TVE.

 

Trailer en español con subtítulos en ingles

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MI OPINION:

Enorme serie en tres temporadas, la mejor de las rodadas hasta ahora, en España y por españoles, sobre nuestro pasado. Toda una lección de Historia, altamente aonsejable en estos actuales tiempos de inducido analfabetismo cultural.

Suficiententemente enraizada en la realidad, con una fabulosa ambientación, fantásticos decorados reales y un vestuario que justifica, por sí sólo, la recomendación de no perderse tal disfrute.

Muy bien rodada, con una gran interpretación plagada de formidables actores ‘secundarios’, muy buena banda sonora y una muy cuidada fotografía.

El guión es, en general, una maravilla, tanto por su contenido como por las formas, empleando un bellisimo lenguaje que da empaque a la grabación, ayuda a los actores a asumir sus relevantes papeles y nos hace ver hasta qué punto hemos reducido nuestro presente vocabulario.

Con una constante huída de cualquier tipo de tentación de caer, por ejemplo, en el fácil y rentable desnudo -algo que, desde luego, hubieran aprovechado las cadenas privadas- se ha ofrecido al televidente un pedagçogico acercamiento a la historia de España, bien documentada y entretenida. Dando una clara idea de las dificultades de gobernar, también en aquella época, con la ingente cantidad de intereses entrecruzados sobre el tapete.

Por destacar algo: Irene Escolar en su interpretación de Juana la Loca. Aunque insisto en subrayar el espectacular tono de la práctica totalidad del casting.

Muy importante para juzgar tanto las actitudes interpretativas de los personajes como, técnicamente, el siempre complejo maquillaje: en aquellos años la gente era vieja con 50 años. Isabel muere a los 53.

Imprescindible serie televisiva sobre la histórica formación de España, hace ya medio milenio [8 sobre 10].

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Fuentes:

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NOTA.- Los enlaces no propios de textos de terceros son aportados por EQM, salvo que se indique expresamente lo contrario.
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«El puto amo»

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Ayuso Tauromaquia
Isabel Díaz Ayuso en Las Ventas. (Foto_ GTRES)

 

  • Ayuso planta cara a Sánchez y la Comunidad de Madrid pondrá en marcha su propio Premio de Tauromaquia

Beatriz Jiménez en ok diario, 030524

Una vez más, la Comunidad de Madrid no se pliega a los deseos de Pedro Sánchez. Después de que el Gobierno haya anunciado que elimina el Premio Nacional de Tauromaquia -ante su «preocupación» por el bienestar animal- el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso ha anunciado que pondrá en marcha sus propios premios taurinos de la mano de la Fundación Toro de Lidia.

«Es una pésima noticia. Es darle la espalda a lo que son nuestras tradiciones, a la identidad de nuestro país. Un ataque más del Gobierno que quiere diluir la idea de España para que desaparezca», ha sostenido el consejero de Medio Ambiente, Interior y Agricultura de la Comunidad de Madrid, Carlos Novillo.

Asimismo, desde el Ejecutivo de Ayuso ha incidido en que este Premio Nacional de Tauromaquia era «histórico y muy esperado por el sector», ya que se reconocía a las instituciones «que más habían apoyado un patrimonio cultural que está protegido por ley».

«No vamos a consentir que se pierda. Estamos ya trabajando con la Fundación Toro de Lidia para mantener ese premio», ha asegurado Novillo, quien ha subrayado que quieren que el premio siga «con ese nombre» y que siga participando «el mismo jurado».

Además, la Comunidad de Madrid espera que «se pueda acoger a nivel nacional y que el resto de comunidades autónomas también se sumen a esa iniciativa», con el objetivo de que «no se pierda».

El Gobierno contra los toros

El Ministerio de Cultura encabezado por Ernest Urtasun, de Sumar, ha suprimido el Premio Nacional de Tauromaquia. Algo que han argumentado en el «fiel reflejo de las valoraciones y sentimientos de la sociedad» y, entre otras cosas, también por el aumento de la sensibilización respecto al bienestar animal que ha constatado la cartera encabezada por el militante de Sumar. El premio lo creó en 2011 el entonces presidente del Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, aunque comenzó a entregarse más tarde, a partir de 2013.

La regulación de los Premios Nacionales es más antigua, de 1995. «Desde ese momento, ha sufrido numerosas modificaciones con el objetivo de adaptar a la realidad de cada momento este instrumento de fomento que corresponde al Ministerio de Cultura, revisando aquellos sectores culturales que en cada momento se considera oportuno apoyar», señalan desde la cartera.

En el Ministerio inciden en que los Premios Nacionales son un «fiel reflejo de las valoraciones y sentimientos de la sociedad y, dado que la nueva realidad social y cultural en España, donde la preocupación por el bienestar animal ha ido aumentando mientras que, por el contrario, la asistencia a los espectáculos taurinos se sitúa, según los datos del periodo 2021-2022, solamente en el 1,9% de la población, es oportuna una nueva revisión de los mismos».

Page se desmarca del Gobierno

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, también se ha sublevado contra la decisión del Ministerio de Cultura y ha anunciado la creación de su propio galardón en la autonomía. «Quiero anunciar que vamos a contactar con el sector taurino para crear desde CLM unos Premios de Tauromaquia», ha transmitido.

«Estos premios tienen la ambición también de poder ser coordinados o compartidos con otras autonomías, puesto que pretendemos que tenga alcance nacional e internacional», ha añadido el dirigente socialista. Con ello, abre la mano a que se unan otras autonomías para organizar esos futuros premios para tener relevancia en todo el país.

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  • Sánchez duplicó la aportación al Teatro Real tras firmar un convenio para impulsar a su hermano

Luz Sela en ok diario, 030524

El Gobierno, a través del Ministerio de Cultura, ha duplicado desde 2019 las aportaciones a la Fundación Teatro Real que, según los últimos Presupuestos Generales del Estado, recibió 20.244.709 euros el año pasado, un progresivo y notable incremento que coincide con el desarrollo del convenio de colaboración suscrito entre la Diputación de Badajoz y la Fundación para «reforzar» las actividades culturales «de forma conjunta», a través fundamentalmente del programa Ópera Joven, que dirige David Sánchez Pérez-Castejón (en su pseudónimo, David Azagra), hermano de Pedro Sánchez.

Azagra fue nombrado en 2017 coordinador de actividades de conservatorios musicales del área de Cultura de la Diputación de Badajoz, un puesto de nueva creación para el que fue elegido entre 11 aspirantes. El nombramiento resultó muy polémico, con acusaciones de enchufismo por parte de la oposición, incluso desde Podemos.

El fichaje se produjo apenas unos días después de que Sánchez lograse vencer en primarias a Susana Díaz y alcanzar la Secretaría General del PSOE. Actualmente, el hermano de Pedro Sánchez es jefe de la Oficina de Artes Escénicas y Música de la Diputación de Badajoz, un cargo por el que cobra 55.500 euros.

En 2018, se creó el programa Ópera Joven para «acercar la ópera a todo el público en general pero especialmente a los y las más jóvenes». Un año después, el Teatro Real y la Diputación socialista de Badajoz suscribieron un convenio de colaboración para «reforzar las actividades en el ámbito educativo y cultural de forma conjunta». Esa colaboración implica especialmente al programa Ópera Joven, en manos de Azagra, y le permite desarrollar numerosas actividades para promocionar la ópera en colegios e institutos de la región.

Recientemente, por ejemplo, varios alumnos del Conservatorio de Almendralejo pudieron asistir en el Teatro Real al ensayo general de La voz humana / La espera en el Teatro Real. Un «viaje didáctico», según anunció la Diputación socialista, «relacionado con la línea estratégica pedagógica de Ópera Joven». «Ópera Joven va más allá de la producción de una ópera, teniendo un marcado carácter divulgativo y pedagógico con diferentes actividades didácticas que le confiere una impronta singular.

Entonces y ahora sigue siendo una iniciativa cultural ambiciosa que genera sinergias a distintos niveles, aunque especialmente quiere sensibilizar a la juventud», señalan desde la Diputación sobre el programa dirigido por el hermano de Pedro Sánchez.

«Bienestar colectivo»

Desde 2019, la aportación del Ministerio de Cultura a la Fundación Teatro Real ha pasado de los 9.892.800 euros a los actuales 20.244.709, más del doble, según consta en la misma página de la Fundación.

El Teatro Real, además, promociona la oficina Ópera Joven de la Diputación de Badajoz, explicando que forma parte de su «red nacional» para difundir el programa cultural. De la oficina de Sánchez-Castejón se dice textualmente que «centra su actividad en la ópera para desplegar distintas actividades culturales, artísticas y sociales que contribuyen a la transformación de los territorios y al bienestar colectivo».

El hermano del presidente socialista es actualmente, además, asesor del Teatro Real.

Polémicas

David Azagra ha sido centro de varias polémicas. En 2019, por ejemplo, se conoció que una de sus obras había costado más de 133.000 euros a los contribuyentes. La ópera apenas tuvo un pase y no logró convencer a la crítica: «Si Donizetti (el autor de la obra) hubiese estado presente habría salido pitando y sin despedirse», «incalificable director sin noción alguna», «soporífera y de pésima calidad»…, fueron algunas de las valoraciones de los críticos.

El presidente del Gobierno ha expresado la admiración que siente por su hermano, a quien dedica varios párrafos en su último libro Tierra Firme (Editorial Península): «He tenido la ocasión de conocer Rusia de cerca gracias a mi hermano. Es músico profesional y habla ruso con fluidez, porque de muy joven tomó una decisión valiente que siempre he admirado.

Él estudió Económicas, pero al acabar la carrera, estando ambos sentados a la mesa con mis padres, un buen día nos dijo que quería dedicarse a la música y que iba a marcharse a San Petersburgo a estudiar. Nos contó que había decidido apostarlo todo a la música. Dicho y hecho. No conocía a nadie y no hablaba el idioma, pero no se arredró por ello».

«Siempre me he sentido inspirado por su ejemplo, por esa llamada que sintió de forma tan intensa y por su valentía y acierto a seguirla. Siendo el pequeño me dio una lección de vida impresionante: si deseas algo, has de apostar por ello (…) Lo admiro por la determinación de escuchar su instinto y seguir ese camino. Hoy es un músico feliz que conoce bien la sociedad rusa, de la que hablamos a menudo», cuenta Sánchez.

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  • La UE alerta del «aumento de propaganda» de Sánchez: «Se puede usar para recompensar a medios afines»

La UE señala que, en apenas 2 años, el gasto de Sánchez en publicidad ha pasado de 66 a 143 millones. El informe de la UE compara a España con países como Hungría o Polonia

Pelayo Barro en ok diario, 030524

Mientras el Gobierno de Pedro Sánchez lanza su ofensiva contra los medios de comunicación críticos con su gestión, la Unión Europea advierte a Moncloa sobre su estrategia de controlar a diarios, radios y televisiones a base de inyectar grandes cantidades de dinero público.

Tres consultoras han realizado un estudio para la Comisión Europea sobre la financiación de medios públicos en los países socios que no deja en buen lugar al Gobierno de Sánchez: destaca cómo se ha disparado el gasto del PSOE en publicidad gubernamental, récord en democracia, colocándola al nivel de Polonia o Hungría, y advierte de sus efectos sobre el control mediático.

Las consultoras Hennigsen ConsultingTechnopolis Group y Delange Analytics firman un estudio base con el que la Comisión Europea ha analizado la manera en la que los gobiernos de la UE financian a los medios públicos y privados con sus propios fondos. Las conclusiones de este estudio han sido plasmadas en un informe final de 165 páginas que ha visto la luz recientemente.

En lo referente a «publicidad del Estado», el informe destaca a España como uno de los países que ha disparado su gasto en publicidad. «Los datos de España, por ejemplo, muestran un aumento de los gastos: entre 2020 y 2021, la inversión estatal (a nivel nacional) prácticamente se dobla (desde los 66 millones de euros en 2020 a los 123 millones de euros en 2021). El aumento se mantiene,  con 146 millones en publicidad estatal en 2023», refleja el informe.

Como Hungría o Polonia

La Unión Europea compara los desembolsos del Gobierno de Sánchez con los de otros países abiertamente criticados por el propio Ejecutivo socialista, como el caso de Hungría y Polonia. Sobre el primero, el informe señala que «en 2021, el Estado invirtió en publicidad un total de 344 millones, aproximadamente un tercio del total del mercado de anunciantes, con la prensa escrita siendo particularmente dependiente de estos recursos».

En el caso de Polonia, el informe de la Comisión Europea señala que «13 de las mayores empresas públicas han gastado más de 40 millones en publicidad en cadenas privadas de televisión en sólo 9 meses».

La UE advierte

Sobre este tipo de desembolsos millonarios en medios por parte de los Estados, el informe señala que «puede ser una fuente problemática de ganancias». «En principio, las entidades del Gobierno y las empresas públicas compran espacios en los medios para difundir campañas, para publicitar servicios, para generar avisos sobre algo o para cambiar algún comportamiento o actitud», indica.

«Además, la publicidad puede ser usada como herramienta para ganar influencia sobre la línea editorial, o como mecanismo de recompensa a los medios por apoyar las tesis gubernamentales», advierte el informe sobre este tipo de inversiones millonarias por parte de los gobiernos.

El documento refleja además los resultados de otro informe elaborado por el Centro para el Pluralismo Mediático y la Libertad de Prensa que «muestra su preocupación sobre la transparencia y la justicia de la publicidad estatal en Europa». Explica que «la falta de transparencia» sobre este tipo de inversión publicitaria «persiste como uno de los problemas más comunes en los países de la UE».

Ataque a la prensa

Mientras, Pedro Sánchez continúa con su plan para controlar los medios críticos que señalan su gestión. El presidente socialista se ha dirigido este jueves por carta a la militancia del PSOE para alertar de los riesgos para la democracia. El líder socialista ha aprovechado el 145 aniversario de la fundación del partido para advertir a sus bases que «la democracia está en juego».

«Ninguna generación de socialistas lo tuvo fácil», explica Sánchez en su misiva a los afiliados del PSOE. Sánchez dibuja «una lucha que es estructuralmente asimétrica» en la que dice que su partido elige ponerse «del lado de quien no tiene, de quien no puede, del lado de la gente de a pie frente al poderoso».

Según el presidente socialista, «nuestra democracia, como las del resto del mundo, se enfrenta al avance de una internacional ultraderechista que trata de imponer su agenda regresiva». «No mediante el debate de ideas y el contraste de propuestas, sino por la destrucción del adversario», subraya en su carta.

«Para lograrlo, ponen en marcha la máquina del fango, alentada por la derecha y la ultraderecha, junto a páginas web y asociaciones ultraderechistas que fabrican bulos y mentiras», asevera Pedro Sánchez en un documento de tres páginas que Ferraz ha remitido a primera hora de este 2 de mayo a sus militantes.

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  • Moncloa impide a las familias de enterrados sacar fotos en el Valle tras el posado de Sánchez con cráneos

Varias plataformas de izquierdas denuncian la «utilización bastarda de las víctimas» por parte de Sánchez

Pelayo Barro en ok diario, 030524

El paseo entre cráneos y fémures humanos que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, realizó el pasado 4 de abril en el Valle de los Caídos será el único documento gráfico que haya de esas tareas para exhumar e identificar a víctimas de la Guerra Civil.

Moncloa ha dado orden de impedir cualquier toma de fotografía o vídeo a los familiares de quienes allí están enterrados, y que sólo fueron invitados después de registrar una queja oficial por el show televisado de Sánchez. Plataformas republicanas han criticado esta prohibición y consideran la visita del socialista una «utilización bastarda de las víctimas».

Sólo Sánchez está autorizado a inmortalizar su visita a los osarios del Valle de los Caídos. Los familiares de quienes allí descansan, sin embargo, no tienen autorización para tomar cualquier tipo de documento gráfico durante la visita. Las cámaras, sólo para el presidente.

Éste hecho ha soliviantado a algunas plataformas y asociaciones de izquierdas y republicanas, como la Asociación Recuperación Memoria Histórica (ARMH), que incluso ha hecho público su malestar. «A ver si nos puede explicar la Secretaría de Estado de Memoria Democrática por qué Pedro Sánchez puede hacerse fotos, vídeos y audios en su visita a las criptas del Valle de los Caídos y los familiares que tienen ahí a sus seres queridos no. ¡Así no!», han denunciado a través de su perfil en redes sociales.

Desde el colectivo del País Vasco Sare Antifaxista se han sumado a las críticas, advirtiendo que en el Valle de los Caídos se producen «sólo publi-visitas a mayor gloria del sistema».

El paso del presidente por esos osarios y la posterior prohibición a las familias -primero de acudir y después de hacerse fotos- es, califican, una muestra de «utilización bastarda de las víctimas y sus allegados». «A nosotras, tras 19 años de trabajo memorialista y sin recibir ninguna ayuda, seguro que no nos invitan», indican.

Vetadas

Cabe recordar que las propias asociaciones de Memoria Histórica fueron quienes primer se quejaron de la visita propagandística de Sánchez al Valle de los Caídos, al entender que quienes allí reposan son sus propios familiares y a ellos no se les permitía este tipo de visitas.

Fue precisamente la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) quien registró una queja y la hizo pública en un comunicado: ninguno de sus miembros había conocido en persona los «trabajos de exhumación de las criptas del Valle de los Caídos, a los que no han podido acudir ni presenciar los familiares que reclaman la exhumación de un ser querido para trasladar sus restos a un enterramiento familiar».

La asociación presentó la queja ante el registro del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática. El texto afeaba al Gobierno socialista esta visita, en la que también estuvo presente el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, porque a ellos «se les ha impedido» usando «el argumento de que podía ser peligroso para ellos».

Pese a ese argumento, el Gobierno no tardó en dar marcha atrás y cursar invitaciones a los familiares de los enterrados. Moncloa invitó a 160 familias de víctimas inmersas en el proceso de exhumación en el Valle de los Caídos a visitar los trabajos tras estas quejas recibidas.

Los familiares recordaron entonces que «llevamos años peleando por sacar de allí los restos de un ser querido» y lamentaron que «nos enteramos de las exhumaciones por la prensa».

Además, señalaron que sólo «fuimos convocadas por primera vez a una reunión el 10 de julio de 2023» porque Sánchez se encontraban «en plena campaña electoral, en el Palacio de La Moncloa».

En una carta de respuesta, el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, tras las quejas cursó una invitación improvisada a las 160 familias que han solicitado la exhumación para que visitaran el laboratorio forense instalado en el Valle de los Caídos, «con el objetivo de recabar información de primera mano sobre las circunstancias, los obstáculos y los avances de los trabajos». Eso sí, nada de fotos. Las cámaras, sólo para Sánchez.

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  • EEUU avisa a Sánchez que debe controlar los ‘lobbies’ en plena polémica por los negocios de Begoña Gómez

El último informe sobre España recuerda que debe regular los llamados «grupos de interés»

Luz Sela en ok diario, 030524

En plena polémica por los negocios de Begoña Gómez, el informe que cada año elabora el Departamento de Estado de Estados Unidos para analizar la situación de los derechos humanos por países, recoge una alusión directa a la actividad de lobby, por la que se cuestiona a la mujer del presidente.

El informe, que también incluye referencias al «acoso» y «ataque» a los medios de comunicación -como publicó este periódico- recuerda al Gobierno de Pedro Sánchez que la Unión Europea le pide avanzar en la regulación de los «grupos de interés», dedicados a condicionar la actividad del Ejecutivo.

En concreto, el documento recoge una alusión al último aviso de la Comisión Europea en cuanto a la situación del Estado de derecho en nuestro país, en el que -además de otros asuntos- insta al Gobierno a aprobar la ley de lobbies, que incluye por ejemplo la creación de un registro público y obligatorio de estos grupos.

Esta ley sigue pendiente de aprobación, pese a tratarse de uno de los compromisos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para la recepción de los fondos europeos. La intención del Gobierno era aprobarla este año, aunque no figura en el Plan Normativo Anual para este ejercicio.

El Consejo de Ministros dio luz verde a la ley en noviembre de 2022, pero el proyecto está paralizado desde entonces. En cualquier caso, como publicó este periódico, dejaría fuera la actividad de lobby que realiza la mujer del presidente, quien mantiene un contacto estrecho con empresas que luego pueden contratar con el sector público. La norma, tal como está hoy configurada, no afectaría a los familiares de los altos cargos.

El propio Gobierno ha reconocido la importancia de aprobar esta ley que, según la exposición de motivos del texto aprobado en el Consejo de Ministros, «cubre un importante vacío normativo del ordenamiento jurídico estatal que se ha puesto de manifiesto, de forma reiterada, tanto por la propia sociedad civil como por instituciones comunitarias y
organismos internacionales».

«La normativa que regule los grupos de interés supone un claro fortalecimiento en la calidad, en la mejora y en la transparencia de la participación de los grupos de intereses en las tomas de decisión. Por otro lado, el establecimiento de un código de conducta para las personas representantes de estos grupos supone una mejora en la prevención de los conflictos de intereses en el ejercicio de los cargos y empleos públicos. Por supuesto, es una norma indispensable en relación con un sistema de integridad pública», se destacó desde el Ejecutivo.

Contacto con empresas

La ley considera «actividad de influencia» la «comunicación directa o indirecta con el personal público» que se realice «con la finalidad de intervenir en la toma de decisiones públicas o en los procesos de diseño y aplicación de políticas públicas y de elaboración de proyectos normativos, desarrollada en nombre de una entidad o grupo organizado de carácter privado o no gubernamental, en beneficio de sus propios intereses o de intereses de terceros, independientemente del lugar en el que se lleve a cabo y del canal o medio utilizado».

La actividad de Begoña Gómez, tanto como directora del África Center del IE Business School como al frente de distintas titulaciones en la Universidad Complutense de Madrid, siempre ha estado en el centro de la polémica por su vinculación con empresas.

La mujer del presidente del Gobierno imparte formación sobre captación de fondos privados y públicos, instruyendo a las empresas para que accedan a fondos procedentes del Ejecutivo y de la Unión Europea, entre otros. Igualmente, Begoña Gómez ha organizado y participado en distintos foros, actos y otros eventos promovidos por empresas sujetas al ámbito de decisión del propio Gobierno de Sánchez.

La Asociación Española de Fundraising, el principal socio promotor de uno de los másteres de Gómez -el de captación de fondos-, admite de hecho que las relaciones institucionales son uno de sus principales ámbitos de actuación. «Permiten establecer puentes de colaboración con todo tipo de instituciones privadas y públicas para que las Entidades No Lucrativas, socias y no socias de la asociación, puedan desarrollar adecuadamente el fundraising», recogen en su presentación.

Patrocinador

Como también reveló OKDIARIO, el Gobierno prepara actualmente una ley que beneficiará a la patronal de uno de los patrocinadores de la cátedra de Transformación Social Competitiva que Begoña Gómez dirige en la Universidad Complutense de Madrid.

Se trata de la patronal Conpymes, presentada en 2021 en un acto que contó con la participación de la propia Gómez, y presidida por el empresario José María Torres. Se da la circunstancia de que Torres llegó a financiar la cátedra de la esposa del presidente del Gobierno, según la documentación a la que ha tenido acceso este periódico.

El respaldo de Torres a la cátedra de Begoña Gómez se canalizó a través de Numintec -empresa tecnológica fundada por el empresario- y se plasmó en una «adenda al convenio de creación de la Cátedra de Transformación Social Competitiva» que había sido firmado en octubre de 2020 por la Universidad Complutense de Madrid y los patrocinadores Reale Seguros y la Fundación La Caixa.

Según el acuerdo, Numintec se comprometía a «contribuir al patrocinio» de la cátedra «con una aportación económica de 6.000 euros, a revisar anualmente», dirigidos a «la concesión de becas en el ámbito formativo en la edición  2020-21 y próximas ediciones de los posgrados que integra la Cátedra, para el fomento de la formación a pymes, emprendedores y onl que apuesten por la profesionalización».

Ahora, el Gobierno de Pedro Sánchez pretende reforzar el papel de Conpymes y, especialmente, su representatividad en el diálogo social -y con ello, el acceso a las subvenciones- en contra de Cepyme.

El nuevo Plan Normativo del Gobierno para este año -presentado hace unos días- recoge expresamente la aprobación de una ley reguladora de la representatividad empresarial en el ámbito de las pymes, algo que ha sido celebrado por el propio Torres.

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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Urtasun elimina el Premio Nacional de Tauromaquia por ser una «actividad sádica y despreciable»

El ministro de Cultura ya afirmó en el Senado que «hay una mayoría de españoles con cada vez más sensibilidad por los derechos de los animales» y que «no comparte el maltrato animal», además de definir la Tauromaquia como una «actividad injusta, sádica y despreciable, que nada tiene que ver con la cultura»

El Debate, 030524

El Ministerio de Cultura va a eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia. El nuevo ministro Ernest Urtasun no convocará el proximo galardón –dotado con 30.000 euros– para este año, 2024, y ha iniciado los trámites para su eliminación definitiva.
Creado en 2011, el premio se otorgaba junto a los de Bellas Artes, Teatro, Música u demás disciplinas artísticas. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quiso reconocer la tauromaquia como una «disciplina artística» y creó el premio a la vez que cambiaba las competencias taurinas del Ministerio del Interior al Ministerio de Cultura.
El último premiado fue el torero Julián López ‘El Juli’.

Maltrato animal

El propio Urtasun han sido muy críticos con la tauromaquia en los últimos meses, afirmando en el Senado que «hay una mayoría de españoles con cada vez más sensibilidad por los derechos de los animales» y que «no comparte el maltrato animal», además de definir la Tauromaquia como una «actividad injusta, sádica y despreciable, que nada tiene que ver con la cultura»

En 2016, Urtasun promovió una declaración que mostraba el rechazo a la decisión del Tribunal Constitucional de anular la ley catalana que prohibía las corridas de toros en Cataluña. 37 eurodiputados, entre los que se encontraba Urtasun, advertían en el texto de que la tauromaquia «es una actividad injusta, sádica y despreciable» y que «no merece ser legal en el ordenamiento jurídico».

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María Zabay en ok diario, 030524

«Éste es el peor Gobierno desde que se inició la democracia. Se están poniendo en riesgo muchas cosas que van a ser difíciles de recuperar cuando acabe», asevera el conocido filósofo Fernando Savater, cuyos libros han ayudado a gran parte de los españoles a pensar.

Quizá recuerde Ética para AmadorPolítica para AmadorLas preguntas de la vidaEl valor de elegir y más y más, entre los que se encuentra Carne gobernada, publicado el pasado enero. En él habla de su vida, especialmente de Sara Torres –su mujer, fallecida en 2015–, de sus inquietudes, del caudillaje, de la deriva de España y, también, en gran medida, del periódico El País, en el que ha escrito durante casi cuarenta y ocho años, desde su fundación en mayo de 1976, y del que fue despedido por escribir lo que veía y pensaba.

Confiesa sentirse como George Borrow –don Jorgito el inglés, uno de los enamorados de España más pintorescos del siglo XIX–, en su peregrinar misionero con La Biblia en España cuando ahora él intenta hablar de política con sus conciudadanos. «Basta que alguien diga que es de izquierdas para que se le mire con simpatía, aunque sea antropófago», afirma discurriendo sobre los estigmas de las derechas y las bondades atribuidas a las izquierdas –con razón o sin ella, ése es otro asunto–.

Nada como asignarse la intelectualidad, el progreso económico, la prosperidad social, el feminismo y la sostenibilidad –que sea verdad es otro asunto que pocos de la cuerda parecen querer comprobar–. «La derecha representa irremediablemente el error y el mal», concluye Savater. Parece que la cosa va de disfraces, muy a lo carnaval. Si es que siempre le fue muy bien al que supo vender.

En esta entrevista, Fernando Savater explica con claridad que «en España existe el mito de que cualquier cosa es mejor con tal de que no gobierne la derecha». Uno de los grandes problemas: el sectarismo, ese aposentarse en un lado, arraigar, y, como si las venas se prolongasen cuan raíces hasta el suelo, no moverse, aunque allí mismo se abra la tierra y los dragones lo devoren a uno.

Posturas sin reflexiones, apesebramientos, a veces por desconocimiento; otras, por encontrar una razón a la vida (ya sabe eso de volcar la felicidad propia y basar el existir en ideologías, tan frecuentes en estos días); otras veces, por intereses y beneficios. Si no un poco de todo.

Parece que de aquella aserción de Miguel de Unamuno de que «hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento» una parte de la ciudadanía dejó de leer, escuchar o caminar en la palabra «sentir» y se quedó con el mero «hay que sentir».

Savater explica que «el sectario es aquel que elige un lado del mundo y le da igual lo que haga ese lado, se queda ahí». Añade: «Los partidos se adoptan como se adoptan las religiones», y ya sabe usted que donde entra la pasión no cabe razón alguna. Borrow concluyó haber descubierto que los españoles son tan feligreses cuando creen como cuando no creen. Ahí nos lo dejó…

Para Fernando Savater «el error principal de la derecha en España es que pretende agradar a la izquierda», le resulta absurdo. «Parece que la izquierda es quien tiene que decidir si la derecha es buena o no». Grotesco disparate en el que andamos.

Dice haber conocido «comunistas millonarios a tropel que no dejan de vociferar consignas radicales mientras sacan sus pasajes a Maldivas. Abundan entre ellos los actores y actrices, y los llamados intelectuales cuyas opiniones se orientan a mejorar su caché y aumentar su clientela».

Como de costumbre, habla y escribe con un toque de humor, dando levedad al sentimiento trágico de la vida. Quitándole aquel peso de Unamuno, tan pensador, acicate de la atonía española, apesadumbrado ante España que, cuan Quijote, dijo aquello de «vencerán pero no convencerán», olvidando que no todo es poder coercitivo; que como muy bien explicó Michel Foucault, años más tarde, el poder se puede ejercer mediante una educación dirigida.

Añado: y promesas que no se ejecutarán. Qué oportuno viene ahora Francisco de Quevedo con su «nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir». Si es que todo está dicho. Y acaecido.

Con su ironía, Savater aborda esta política de hoy reducida al agravio. Mira al ruedo y, con la voz alzada, apuntala que un país democrático gobernado por imbéciles y desaprensivos puede asegurar que tiene al pueblo bien representado. «Los políticos somos todos. Si los políticos son malos, peor somos nosotros que les elegimos».

Con este axioma, resume a modo de epílogo que «en una democracia los ciudadanos son los que tienen la culpa de lo que pasa, por lo que no tienen mucho derecho a quejarse».

De Pedro Sánchez dice que «es un personaje de una audacia extraordinaria porque puede cambiar de opinión en una misma semana cuatro veces sin inmutarse. Eso es una falta de escrúpulos que ayuda a la política».

Para Fernando Savater, lo que ha impedido que España se ponga a la altura de otros países europeos es el carlismo –la mezcla de religión y separatismo–. Dominados por las creencias y las pasiones, marginamos el juicio y la reflexión política y económica. Y así nos va.

Sobre el periódico El País habla sin tapujos. «He sido muy crítico con él porque se ha convertido en un instrumento de apoyo al Gobierno. La verdadera dirección de El País está en el Ministerio del Interior», aclara, mientras cuenta que esa disidencia suya levantaba en algunos compañeros ampollas que no se molestaban en disimular.

Diremos que él no podía ser más claro. Y, por si acaso con los artículos lo era poco, remató con Carne gobernada. Dirige la vista allí y, sin dudar, el origen del fin del periodismo en El País lo señala en Zapatero. «Fue cuando ganó las elecciones».

Habla también de su Pelo cohete, Sara Torres, su gran amor. Cómo con su ida partió también su mejor interlocutora dejándolo sin ganas de vivir; no por ello con ganas de morir. Lúcido, irónico; vive. Incluso ha conocido de nuevo la ilusión. Se llama K. Nos cuenta que la conoció durante el confinamiento a través de un zoom –su primera videollamada–. Y aquí está, viviendo el presente; asumiendo su edad. Lo hace con resignación. La alternativa es peor, dice entre risas.

Y así nos quedamos. Riendo. Y pensando.

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El inventor de la soledad acompañada
Javier Carbajo y Sara Rojo

El inventor de la soledad acompañada

«Hace muchos años, en un cuaderno adolescente, Auster afirmó que ‘el mundo está en mi cabeza. Mi cuerpo está en el mundo’. A partir de ahora su cabeza y su cuerpo y su mundo y su soledad sólo estarán en nuestros estantes. Y seguirán siendo la muy buena y mejor de las compañías para esa soledad inventada y llena de invenciones que vivimos cuando releemos o leemos»

Rodrigo Fresán en ABC, 020524

Días atrás, en el vórtice de Sant Jordi, un amigo muy leído que nunca había leído nada de Paul Auster me preguntó, con algo de culpa ante mi asombro, por dónde empezar. La respuesta no era fácil (porque, a su manera, todos los títulos de Auster acaban funcionando como diferentes movimientos de una misma sinfonía) pero, al mismo tiempo, se me hizo muy sencilla.

No dudé más que un instante y, sí, hay escritores que tienen la suerte para mí (y el estigma para otros) de ya estar perfectamente formados con su primer libro. Allí –conscientes o no de que esas páginas son su Big Bang– aparece ya todo lo que vendrá en variaciones resonando desde un centro, como las ondas que provoca la piedra que se arroja a un estanque.

Así que, sin dudarlo, respondí que lo mejor era comenzar por el comienzo de las dos piezas meta-auto-ficcionales –’Retrato de un hombre invisible’ y ‘El libro de la memoria’– contenidas en ‘La invención de la soledad’ (1982) que concentran y despliegan todo lo que escribirá y vivirá Auster:

el pasado como esa fuerza que no pasa y el futuro como aquello que no es otra cosa que un presente constante y a punto de la entropía/distopía; las turbulencias del familiar secreto no a voces pero sí a susurros; las memorias de casas y calles y ciudades elevadas a la altura de personajes casi protagónicos o como telones de fondo y forma a pequeñas habitaciones; lo cerebral de todo corazón; un aire más claroscuro sin renunciar del todo al ‘noir’; la ocurrencia constante pero a la Beckett (con quien Auster compartió pómulos y al que frecuentó en su juventud bohemia y parisina admirándolo hasta el final); angelicales destellos de Frank Capra y malabares de Cortázar y Calvino y una pizca de realismo mágico y folletín existencialista (ver ‘El palacio de la luna’ o ‘Mr. Vértigo’); la casualidad permanente como mecánica narrativa (aplicada a una forma tan sólo en apariencia sencilla del posmodernismo al que, a su modo y manera, criticaba con gran elegancia) y a la que apelar porque era su marca registrada; la claridad absoluta para narrar lo más absolutamente ‘dark’; y el destino como algo inescapable y único pero al que se puede contar de modo diferente sin por eso alterarlo. Y –en todo– una cierta mirada extranjera para las filias y fobias de su país que lo convirtió, para los suyos, en un espécimen un tanto exótico dentro de la literatura ‘made in USA’ (tal vez de ahí su agradecida obsesión para con Stephen Crane, otro raro nacional como ese otro fetiche suyo: Nathaniel Hawthorne), pero que a la vez lo consagró, un poco como lo que le sucede a Woody Allen, en ídolo de multitudes en Argentina y España y Francia.

Sí: Auster inventó una tan delicada como poderosa forma de la soledad pero que siempre resultaba la mejor y más agradecible de las buenas compañías (ahí está su magistral guión para el film ‘Smoke’, con ese Augie Wren fotografiando obsesivamente y día tras día una esquina de la calle 3 como si se tratase de todo el universo; o esa suerte de trágica ‘buddy-novel’ que es ‘Leviatán’, acaso la mejor novela de Don DeLillo jamás escrita por Don DeLillo).

Sus últimos años y títulos estuvieron marcados por la tragedia cercana, la autoreinvención con modales macro en ‘4, 3, 2, 1’, la preocupación y reflexión sobre temas y taras de su patria (‘Un país bañado en sangre’), y una formidable y muy sensible y digresiva y evidente despedida (como lo fue el final de ‘Ravelstein’, de Saul Bellow) en la reciente ‘Baumgartner’ cuya última frase, con melancólica gracia, abre la puerta al resto de una nueva vida para su protagonista pero cierra la de la obra de Auster.

En 2010 la revista ‘Vanity Fair’ me envió a ese Brooklyn tan austeriano, a la casa del escritor en el barrio de Park Slope donde vivía junto a la escritora Siri Hustvedt y, a lo largo y ancho de un perfecto atardecer me explicó sonriendo –como si se tratase de un monólogo ‘stand up’ ya muy ensayado, y de hecho fueron las palabras casi exactas que ya le había dicho a Gérard de Cortanze incluidas en el muy útil ‘Dossier Paul Auster’– que «ya sé: Paul Auster y el azar.

Ya es casi un lugar común. No, en serio, el concepto del azar no me atrae. Pero para muchos es como si yo lo hubiese inventado y, para colmo, que fuera algo verdadero. Algo que me pasó o que le pasó a alguien. Es como si el azar se descubriera leyendo mis libros: es absurdo…

Con esto quiero decir que, a pesar de que mis tramas suelen estar afectadas por las misteriosas leyes de la casualidad, yo no voy por ahí decodificando signos y tratando de interpretar señales. Yo no espero nada porque cualquier cosa puede suceder. De eso sí estoy seguro. Pero de ningún modo es algo que me perturbe demasiado. Es algo que he aprendido a lo largo de mi vida y de lo que me acuerdo cuando me detengo a contemplarla desde la perspectiva de mis años.

Ha sido hasta ahora una buena vida y la disfruto como tal, pero no me preocupa si resulta una buena historia. La calidad de mi vida –que no es la vida de mis personajes aunque muchos de ellos se llamen Paul o incluso Auster– es lo que me permite inventar otras vidas. Ese es, en realidad, el oficio de un escritor». E –interrogado por mí por su gloria y sus laureles y su legado– añadió: «Sólo en una ocasión me sentí importante y trascendente desde el punto de vista literario. Fue hace muchos años.

Acababa de terminar un libro y yo no tenía duda alguna de que era algo genial. Así que salí al jardín para comunicárselo a la humanidad. Y allí estaba mi hija Sophie, por entonces un bebé, y quien detesta que yo cuente esto… Pero, bueno, allí estaba ella, defecando alegremente. Y yo tuve que limpiar todo eso. Y, de pronto, todo volvía a estar en su sitio. Y, por supuesto, yo ya no era un genio porque, en primer lugar, nunca lo había sido. En cualquier caso, el tema –el ser o no ser alguien reconocido– jamás volvió a preocuparme u ocuparme desde ese día en el jardín».

Mucho antes, en un cuaderno adolescente, Paul Auster afirmó que «el mundo está en mi cabeza. Mi cuerpo está en el mundo». A partir de ahora –su muerte, como la de Martin Amis, deja a toda una generación de lectores ya no a la espera de su próximo libro– su cabeza y su cuerpo y su mundo y su soledad sólo estarán en nuestros estantes.

Y seguirán siendo la muy buena y mejor de las compañías para esa soledad inventada y llena de invenciones que vivimos cuando releemos o leemos. Como mi amigo, que me llama para contarme que Paul Auster murió pero, también, que ‘La invención de la soledad’ le pareció un pequeño gran libro y preguntarme con cuál sigue para seguir leyéndolo.

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Una representación del Dos de Mayo en las calles de Madrid. Comunidad de Madrid
Una representación del Dos de Mayo en las calles de Madrid. Comunidad de Madrid

Madrid, un lugar llamado libertad

Ángel Alonso Bernal en El Español, 020524

Un lugar llamado libertad es el título de una novela de Ken Follet. Narra la lucha por la libertad de un minero escocés del siglo XVIII, que le lleva a abandonar la servidumbre en su tierra natal y buscar un futuro mejor en las entonces trece colonias británicas de América del Norte. Si hay en España una región referencia de libertad, una donde miran todos aquellos que buscan nuevas oportunidades para mejorar su bienestar, esa es la Comunidad de Madrid. Y no es casualidad.

Madrid vive su fiesta regional estando más de moda que nunca. También miran hacia ella los principales inversores, los más relevantes eventos deportivos, los creadores más influyentes, las tecnologías más vanguardistas. Y no es casualidad. Responde a las políticas que se llevan impulsando desde hace 30 años por diferentes gobiernos regionales, de forma más intensa los últimos cinco. Políticas que tienen en la libertad y la confianza sus principales pilares.

Libertad económica, gracias a la que Madrid tiene un marco fiscal, laboral y financiero que fomenta el dinamismo, la atracción de inversión, el emprendimiento y, gracias a todo ello, la generación de empleo.

A estas alturas de la legislatura, 21 rebajas fiscales. Ningún impuesto propio, frente a los 15 de la comunidad que más tiene (Cataluña). Los tipos más bajos de España en el resto de las figuras tributarias. Entre 2019 y 2023, los madrileños se han ahorrado 31.300 millones de euros en impuestos. Años en los que Madrid, junto con Andalucía, lidera las altas de autónomos. También es la comunidad que mayor inversión extranjera es capaz de atraer y donde más empresas se crean.

Mientras en el conjunto de España se han destruido 140.000 empleos en los tres primeros meses de 2024, según la última EPA, en Madrid se han creado 44.700. Nuestra tasa de paro está en el podio de las comunidades de régimen común que más baja la tienen, un 9%, tres puntos por debajo de la media nacional, y batimos todos los récords en número de personas trabajando.

Madrid es, al mismo tiempo, libertad de empresa, libertad individual, libertad de elección. La educación que queremos para nuestros hijos, el hospital en el que queremos ser atendidos, el lugar y horario en el que queremos realizar nuestras compras. En Madrid se respeta la empresa y a quienes se esfuerzan por generar empleo, arriesgando para ello su patrimonio. No castigamos el éxito, intentamos fomentarlo para que se ponga a disposición de todos en forma de nuevas oportunidades y metas más altas para alcanzar.

Madrid es una región que no le dice a nadie cómo vivir su vida, ni encasilla a nadie en localismos o características identitarias trasnochadas, sino que representa una sociedad que busca unir, no dividir; que cree en la fortaleza de lo compartido y no en incentivar aquello que nos separa y nos hace diferentes. Aquí a nadie se le pregunta de dónde es, ni a qué viene. Sabemos que para ser madrileño sólo hace falta querer serlo, y cada día nos levantamos para dejar lo mejor de nosotros mismos para crear mayor bienestar para todos y no nuevos privilegios para unos pocos.

Madrid es una comunidad en la que se puede confiar. Tiene en el respeto a la seguridad jurídica y su previsibilidad una de sus fortalezas más arraigadas. Se respeta la ley, no se cambian a conveniencia las reglas del juego en mitad del partido. Se fomenta la estabilidad como mejor forma de generar credibilidad en personas, agentes económicos e instituciones externas. Madrid es un territorio cuyo Gobierno devuelve esa confianza a sus ciudadanos y cree en ellos. Confía en sus capacidades, en su esfuerzo personal, en su sentido de la responsabilidad, y por eso les da las herramientas con las que aprovechar esa confianza.

Es esa confianza mutua, ese marco de libertad, esa retroalimentación entre Gobierno regional y ciudadanos, lo que ha permitido que Madrid sea referente de progreso y bienestar.

Es bueno que celebremos esta fiesta del 2 de mayo recordando los pilares que nos han traído hasta aquí ahora que tenemos la amenaza de Pedro Sánchez de comenzar una nueva etapa en que esos mismos pilares sean atacados y restringidos desde el Gobierno de la nación.

Estoy convencido de que la respuesta a esa amenaza no va a ser más radicalismo, más autoritarismo, más intervencionismo o más dependencia de la Administración. Los madrileños confiamos en que esa respuesta va a ser insistir en esos principios que entre todos hemos arraigado y que nos hacen sentir tan orgullosos de nuestra comunidad, a la vez que se seguirán impulsando nuevos espacios de libertad y ensanchando los existentes.

Nuestro futuro tiene que seguir decidiéndose por cada uno de nosotros, en mutua colaboración, a través de nuestro esfuerzo conjunto en construir un mañana mejor, ejerciendo nuestra libertad, porque sabemos que contamos con un Gobierno regional que nos acompaña y que nos lo facilita con menos impuestos, menos trabas burocráticas y un marco de autonomía cada vez más amplio.

Sólo así seremos capaces de seguir haciendo de Madrid un lugar llamado libertad. Feliz 2 de mayo a todos los madrileños.

Ángel Alonso es diputado del Grupo Popular y portavoz de Presupuestos y Hacienda en la Asamblea de Madrid.

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Y ahora, ¿qué?

«No creo que a Sánchez le preocupe lo que pase en el PSOE porque no existe como partido, está a las órdenes de su líder, que ha eliminado toda discusión interna»

Joaquín Leguina en The Objetive, 030524

No deseo incidir demasiado en la espantada sanchista a la cual asistimos la semana pasada. Pero me intriga que Sánchez montara el pollo que montó. ¿Con qué fin? ¿Buscar el apoyo de su gente contra ese invento de la fachosfera? Y me pregunto si alguien con dos dedos de frente puede creerse que estamos ante una amenaza de esa fachosfera, es decir, del PP y de Vox.

Me preocupa más, como socialdemócrata –que es lo que creo que soy-, que el Gobierno de Sánchez esté atado de pies y manos por los separatistas catalanes y vascos, que nos odian al resto de españoles y que lo único que quieren a corto plazo es seguir maniatando al Gobierno de España que preside Pedro Sánchez.

A propósito de los cinco días «de reflexión» leo en un editorial del periódico sanchista El País lo siguiente:

«Los cinco días que Pedro Sánchez se ha tomado para calibrar su continuidad al frente del Gobierno han situado al PSOE frente al espejo. En privado, hay dirigentes que reconocen que se le han ‘visto las costuras’ a un PSOE en el que el hiperliderazgo de su secretario general ha ocupado todos los espacios desde que Sánchez se impuso en las primarias de mayo de 2017, gracias al apoyo masivo de la militancia frente a Susana Díaz y todos los pesos pesados del socialismo en España».

Pues yo no creo que a Sánchez le preocupe lo más mínimo lo que ocurra dentro del PSOE porque el PSOE no existe como partido, y está a las órdenes de su líder, que ha eliminado cualquier discusión interna. No es factible aportar ninguna idea nueva o vieja dentro de ese partido que es propiedad de Sánchez y de sus seguidores. En otras palabras: allí dentro se ha perdido cualquier posibilidad de abrir la boca.

En el editorial que acabo de citar puede leerse también lo siguiente:

«(Sánchez) ha declarado su voluntad de continuar como candidato en las próximas elecciones. Con este mensaje de confianza a su electorado y a las bases socialistas, el secretario general intenta frenar cualquier movimiento interno que pueda sembrar la inestabilidad en el partido».

En casa de Sánchez no hay nadie más que él y su grupo de aduladores, pero fuera ya de aquella casa aún vivimos algunos que tenemos la funesta manía de pensar. Por ejemplo, al inicio de esta semana se publicó un documento –Por un voto constitucionalista sin engaños– escrito por socialistas donde puede leerse:

«Fruto de la desordenada ambición de un dirigente político, y sus alianzas con partidos que tienen como objetivo destrozar nuestro sistema constitucional para construir sus repúblicas imaginarias, corre un peligro evidente la convivencia pacífica y libre entre españoles. Hoy estamos más divididos que ayer, hoy la concordia necesaria para que el sistema democrático funcione ha desaparecido, hoy la sensación de estar ante las dos Españas beligerantes, cainitas, es una triste realidad que comprobamos continuamente en el espacio público español».

Concluyamos: dentro del PSOE no sólo es imposible cualquier discusión política, también lo es que se disienta acerca de quién sucederá a Sánchez. Me viene a la memoria una anécdota que se cuenta acerca del general Narváez, que en su lecho de muerte recibió al sacerdote que le iba a suministrar la extremaunción:

-General, antes de darle la extremaunción y los sacramentos tengo que pedirle que perdone a sus enemigos.

-No puedo, señor cura –contestó Narváez.

-¿Por qué no puede otorgar ese perdón? –reclamó el sacerdote.

-Porque los he matado a todos –fue la respuesta.

Pues eso.

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Un presidente al que temer

«Lo que podría temer Sánchez es una alternativa política que vaya más allá del nosotros contra ellos, que hable más de los problemas de los españoles que de él»

Javier Benegas en The Objetive, 030524

Cinco días ha tenido Sánchez al país engañado, elucubrando, sin caer en la cuenta de que el color de la fumata de Moncloa tenía truco. Ni siquiera se ha privado de utilizar al rey con el fin de burlarse de nosotros hasta el último minuto para finalmente, ¡oh, sorpresa!, comunicarnos que lejos de dimitir retoma las funciones de su cargo y, de paso, advertirnos de que no sólo va a seguir retorciendo el Estado de derecho, sino que está dispuesto a impedir que sus excesos sean denunciados.

Entretanto, ahí siguen las informaciones con sus fuentes, referencias y datos amontonándose, esperando a ser desmentidas o, en su caso, denunciadas en donde procede, en los tribunales. Sin embargo, Sánchez no ha hecho ni lo uno ni lo otro. Tampoco su doliente y amada esposa ha recurrido a cualquiera de estas dos opciones como sujeto jurídico de pleno derecho y no como grotesca Dulcinea. Esta pasividad debería levantar sospechas hasta en el más necio de los ciudadanos.

Ocurre que este kirchnerismo castizo en que ha devenido el sanchismo no puede hacer frente a la abrumadora cantidad de revelaciones en ponen en jaque su continuidad sin que, claro está, quede demostrado que no son bulos, sino informaciones contrastadas. Precisamente, para escapar de ese lazo Sánchez ha ideado este docudrama, cuyo primer acto arranca con una carta bochornosa y termina con una parodia de Ícaro; esto es, el maltratado presidente resurgiendo de sus cenizas.

Ahora, en el segundo, imbuido de una falsa dignidad tan cómica como la declaración de amor a su esposa, Sánchez parece disponerse a ajustar cuentas con jueces y periodistas, a acabar con la independencia judicial y poner punto y final a la libertad de información, lo que atenta no ya contra la prensa sino muy especialmente contra el derecho de los propios ciudadanos a la información.

Por devoción al poder, Sánchez se ha convertido en sí mismo en bulo, un bulo colosal. De tal suerte que, si en España se prohibieran los bulos, él quedaría irremediablemente proscrito. Pero, sobre todo, se ha mostrado como el alumno más aventajado de esa selección adversa que ha convertido los partidos, muy especialmente a los de la izquierda, en viveros de un relativismo moral sistematizado, a la medida de todos los que odian a la sociedad liberal, la democracia parlamentaria y el imperio del derecho.

La actitud de nuestro presidente me resulta tan brutal que me trae a la memoria el personaje de El silencio de los corderos. El psicópata que deslumbrado por la metamorfosis de los gusanos que renacen como esplendorosas mariposas, trata de emular el proceso de forma tan siniestra como ridícula confeccionándose un traje con la piel de sus víctimas. En este caso las víctimas somos los españoles. Y en vez de la piel, lo que Sánchez está dispuesto a arrancarnos es la libertad para vestirse con los fastos del poder.

A Sánchez le da igual nuestro disgusto. Utiliza el ímpetu de nuestra crítica para avivar el fuego de la polarización, que es su principal sostén. No obstante, que muchos ciudadanos manifiesten su irritación es cuando menos comprensible, y también que los diarios informen puntualmente de las tropelías, excesos y corrupciones del Gobierno es imprescindible.

Sin embargo, la oposición política no puede limitarse a criticar, a repetir lo que es obvio, a ejercer, en definitiva, de cámara de eco de las tropelías de Sánchez para, a lo sumo, redoblar sus ataques contra él. Debería escapar de esta envolvente donde el presidente siempre se las ingenia para ser el protagonista. El único protagonista.

En un país tan asediado por los problemas, con el sistema de pensiones en quiebra técnica, con el índice de natalidad más bajo del mundo, con el desempleo juvenil y no juvenil más elevado de la Unión Europea, con trenes que de puro viejos descarrilan o se averían un día sí y otro también, con listas de espera quirúrgicas en cifras récord, con un endeudamiento feroz a pesar de que la presión fiscal no deja de crecer y con los españoles ingresando menos que los lituanos —algo impensable hasta ayer—, sólo se habla de Sánchez, a todas horas.

Quizá al ego de infantil de Sánchez le irrite la crítica, pero al político que también hay en él no le inquieta demasiado. De hecho, la procesa, la refina y la convierte en combustible. Diría incluso que está encantado de ser el centro de atención, que le excita que se hable de él a todas horas, aunque sea para mal. Le hace sentirse el Rey Sol.

Lo único que podría hacerle temblar es que la oposición acertara a ir más allá de su persona, que usara sus tretas, abusos de poder e incompetencia como punto de apoyo para proponer una verdadera alternativa, y no sólo para criticarle porque sigue creyendo estúpidamente que eso bastará para removerle del poder y ocupar su lugar. La crítica sin alternativa no funcionó en las pasadas elecciones generales, tampoco en las más recientes del País Vasco. Y me temo que volverá a fallar en las catalanas y en las europeas.

Y he aquí el problema, que Sánchez conoce bien las limitaciones de sus adversarios. Sabe que, en un país en el que los partidos se han convertido en la tabla de salvación de los incompetentes, raro será el político que se atreva a ir más allá del nosotros contra ellos y proponer a los españoles un cambio radical. Una transformación tan profunda y necesaria que, por fuerza, no puede ser centrada, porque cuando una sociedad tiene por delante un horizonte tan oscuro está obligada a definirse, a escoger con claridad.

Esto es lo que podría temer Sánchez, que por algún extraño azar se propague una visión distinta que le trascienda, que vaya más allá del nosotros contra ellos. Un proyecto político alternativo que resulte verosímil, consistente e ilusionante porque atiende a los españoles, a sus inquietudes y preocupaciones… y porque, en definitiva, hable más de ellos que de él.

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Bobadas

Estoy seguro de que Don Unai Sordo no ha querido hacer la apología de la Constitución redactada, en 1978, por Enver Hoxha para la República Popular Socialista de Albania (Parte Segunda, Capítulo V, artículo 101). Pero lo ha hecho

Gabriel Albiac en El Debate, 030524

«Denominar mal un objeto es añadir desdicha al mundo». No es imprescindible el talento literario de Albert Camus en 1944 para cincelar esa fórmula. El joven escritor y resistente daba sólo forma axiomática a lo que cualquier hombre no moralmente enfermo sabe: que las palabras, nadie las distorsiona por juego amable, que sacar a las palabras de su significado es el modo más sencillo de ponerle a la maldad máscara de benevolencia.
Me produjo un escalofrío ético escuchar anteayer al secretario general de Comisiones Obreras, Unai Sordo. Yo colaboré, en la primera mitad de los setenta, con algunos de los que fundaron su sindicato. Cuando no podía haber carnets. Eran gente decente, gente generosa; venían de los estratos más desfavorecidos, no pocos de ellos; y se esforzaban, en los inciertos refugios clandestinos por los que pasaban, en leer, en estudiar cuanto podía ponerse al alcance de su situación precaria. Sé que en la cárcel hacían lo mismo.
No pienso, de verdad no lo pienso, que este sucesor suyo de ahora haya pretendido hacer una apología de las dictaduras en su discurso del 1 de mayo. Pero la ha hecho. Y convendría que estudiara algo –como con tanto esfuerzo hicieron sus mayores–, para evitar ofender la memoria de todos cuantos, en distintos horizontes europeos, lucharon por eso tan elemental que es una democracia; por eso que consiste en algo tan sencillo como la división y autonomía de tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial; esto es, de gobierno, parlamento, jueces.
La fórmula de Unai Sordo, anteayer, fue demoledora. Cito literalmente lo que sería inimaginable en ningún sindicalismo democrático europeo: «¿Pero qué es eso de que un poder del Estado se elige por su cuenta? ¿Pero qué bobada es esta de que los jueces elijan a los jueces para despolitizar la justicia?». –Esa «bobada» es lo que llamamos democracia. Por conseguir esa «bobada», señor Sordo, sus mayores en el sindicato se jugaron años de cárcel, y por esa «bobada» entregaron parcelas muy amadas de sus vidas.
¿Existió alguna vez ese sistema que don Unai Sordo reclama al Gobierno y que consiste en –cito nuevamente– «pedir al gobierno y a la mayoría parlamentaria que tiren para adelante», que impongan su dictado y borren las «bobadas» judiciales? Sí, existió. Tiene incluso su formulación constitucional. Ésta:
«Los tribunales populares son los órganos de la administración de la justicia. Los tribunales populares protegen el orden jurídico socialista, luchan por la prevención de los delitos y educan a las masas trabajadoras en el espíritu del respeto y la aplicación de la legalidad socialista, apoyándose en la participación de dichas masas. El órgano judicial de más alta instancia es el Tribunal Supremo, que dirige y controla la actividad de los tribunales. El Tribunal Supremo es elegido por la sesión inaugural de la Asamblea Popular. Los demás tribunales populares son elegidos por el pueblo».
Estoy seguro de que Don Unai Sordo no ha querido hacer la apología de la Constitución redactada, en 1978, por Enver Hoxha para la República Popular Socialista de Albania (Parte Segunda, Capítulo V, artículo 101). Pero lo ha hecho. Aquellos de sus mayores, que fueron mis amigos, se hubieran muerto de la vergüenza –o de la risa– al escuchar tal disparate.
Ellos leían en la cárcel. El señor Sordo puede hacerlo en su despacho. Da igual. No es tan difícil entender que ningún juez «elige», en democracia, a otro juez. Lo que los jueces eligen es el «órgano de gobierno» del poder judicial, cuyas funciones tasa la Constitución española en velar por «su estatuto y el régimen de incompatibilidades de sus miembros y sus funciones, en particular en materia de nombramientos, ascensos, inspección y régimen disciplinario».
Y ese CGPJ no es una instancia jurisdiccional. Es, ante todo, garantía de la no parasitación de la justicia por el poder político. O su pura y simple deglución, a la manera en que se hiciera en la alucinada Albania de Enver Hoxha; ésa a la que sus mayores en Comisiones Obreras, señor Sordo, miraban con espanto.
Bobadas, todo. Por supuesto. Bobadas… Realmente, «denominar mal un objeto es añadir desdicha al mundo».

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Vídeos


Ayuso pasa revista a las tropas a ritmo de chotis : «Madrid, Madrid, Madrid». 020524

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Música de Diana.

–«El reino olvidado» [2008] es uno de los temas más famosos de la banda argentina de heavy metal Rata Blanca, que a pesar de haber sido lanzada algunos años atrás ya cuenta con bastante popularidad y suena en todos los conciertos de la banda. De dicha agrupación, es una de las más vistas en YouTube, con una duración que está cerca de los 6 minutos.Pertenrce. Corresponde al homónimo título,»El reino olvidado«. del octavo álbum de estudio de Rata Blanca, editado en 2008 por Tocka Discos. Al igual que el disco anterior (La llave de la puerta secreta) fue grabado en los estudios La Nave de Oseberg de Buenos Aires, y fue compuesto  y producido por Walter Giardino. Vía Diana Lobos, 010524.

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Humor
El Roto
El Roto [A. Rábago, España 1947], en El País

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¿Quién vuelve a llamar?

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Carta de Sánchez a su afiliados, de 24 de abril de 2024

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  • Sánchez pone al PSOE ante el espejo

La inédita reflexión privada de Pedro Sánchez obliga al partido a comenzar el debate sobre un futuro sin su liderazgo

Editorial de El País, 010524

Los cinco días que Pedro Sánchez se ha tomado para calibrar su continuidad al frente del Gobierno han situado al PSOE frente al espejo. En privado, hay dirigentes que reconocen que se le han “visto las costuras” a un PSOE en el que el hiperliderazgo de su secretario general ha ocupado todos los espacios desde que Sánchez se impuso en las primarias de mayo de 2017, gracias al apoyo masivo de la militancia frente a Susana Díaz y todos los pesos pesados del socialismo en España.

Durante su mandato —que mantuvo a flote y devolvió al gobierno a un partido que en esta década vio crecer como nunca el espacio a su izquierda—, no se ha movido ninguna pieza orgánica sin el consentimiento de Sánchez y, a pesar de la intensidad de la agenda institucional como presidente del Gobierno, ha estado al día de cada detalle del partido.

Si ha tenido la percepción de que alguien de su equipo iba por libre, su clara determinación ha sido cortar por lo sano cualquier aspiración. Paradójicamente, ha sido el propio secretario general quien estos días ha alimentado el debate sucesorio al amagar con un paso atrás que nadie esperaba hasta la semana pasada. Ha sido Pedro Sánchez quien, por primera vez, ha situado al conjunto de los socialistas ante el precipicio de un PSOE sin él y lo ha hecho, además, en un momento especialmente delicado para el partido.

Las encuestas no reflejan un desplome del PSOE (el barómetro de abril de 40dB. para EL PAÍS le sitúa en el 30% de los votos, a pesar del desgaste del debate de la ley de amnistía), pero los socialistas atraviesan una coyuntura de especial complejidad tras el 28-M, cuando perdieron gran parte de los gobiernos autonómicos.

En la actualidad, el PSOE solo conserva los ejecutivos de Castilla-La Mancha, Asturias y Navarra y tiene pendiente la consolidación de nuevos liderazgos en los territorios donde no gobierna. Con este panorama y a la espera de cómo se resuelvan las elecciones en Cataluña, en este momento, el único gran soporte del PSOE es el Gobierno de España.

La dimisión repentina del presidente habría supuesto un enorme elemento de inestabilidad en el conjunto del PSOE y habría frustrado cualquier intento de hacer una renovación ordenada en las federaciones socialistas que, a excepción de la Comunidad Valenciana, Extremadura y Galicia, tienen que celebrar aún sus congresos regionales. Lo previsto, hasta ahora, es que se convoquen en cascada tras el congreso federal ordinario. Este está previsto para 2025, pero el calendario político podría llevar a adelantarlo a otoño.

Al día siguiente del anuncio de que continuará en el Gobierno, Sánchez ha querido este martes en la Cadena SER zanjar las especulaciones sobre el pos-sanchismo en el PSOE y ha declarado su voluntad de continuar como candidato en las próximas elecciones. Con este mensaje de confianza a su electorado y a las bases socialistas, el secretario general intenta frenar cualquier movimiento interno que pueda sembrar la inestabilidad en el partido, pero está por ver que el debate sucesorio sea controlable después de estos cinco días sin Sánchez, que se suman a diez años al frente del PSOE y una segunda legislatura en el Gobierno.

El presidente afirmó además en esa entrevista que el partido “trasciende” a su persona, una declaración que invita a pensar que el PSOE, como pieza clave en el sistema político de España, debería empezar también a reflexionar de forma colectiva sobre cómo garantizar la continuidad del proyecto político más allá de la personalidad y el carisma de su líder.

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  • EEUU denuncia el «acoso» a los medios en España en plena ofensiva de Sánchez contra la prensa libre

Luz_Sela en ok diario, 010524

Mientras Pedro Sánchez prepara su ofensiva contra los medios de comunicación críticos, EEUU ha advertido, en su último informe anual, sobre algunos de los riesgos que amenazan a la prensa libre en España. El documento, al que ha tenido acceso OKDIARIO, se difundió la semana pasada, y en él se detalla, por capítulos, el estado de los derechos humanos en nuestro país. En lo relativo a la libertad de prensa, se destaca, por ejemplo, la existencia de «acoso» por parte de «funcionarios gubernamentales» y «políticos» contra «ciertos medios de comunicación y periodistas».

El informe del Departamento de Estado de EEUU se basa, en este punto, en el análisis de Reporteros Sin Fronteras que, recoge, «informó que había un número creciente de periodistas que se enfrentan al acoso en las redes sociales por parte de políticos polarizados y trolls». El informe de esta organización también señala que «el acoso y el linchamiento en las redes sociales» en España «están en claro auge, particularmente por parte de líderes y trolls de extrema derecha y de extrema izquierda».

«Políticos polarizados»

Estados Unidos también se hace eco en su nuevo informe del riesgo que para los periodistas representan los «políticos polarizados». Recuerda, igualmente, que la Constitución «ampara la libertad de expresión, incluida para los miembros de la prensa y otros medios de comunicación» y que el Gobierno «en general, respetó ese derecho». EEUU destaca la importancia de «unos medios de comunicación independientes, un Poder Judicial eficaz y un sistema político democrático» como garantías de la «libertad de expresión».

También señala el uso de la Ley de Seguridad Ciudadana para restringir la libertad de expresión, y que «la Policía arrestó a periodistas» basándose en esta norma. También, que «miembros de la prensa fueron objeto de demandas para negarles su derecho a proteger la confidencialidad de sus fuentes».

En años anteriores, el informe de EEUU denunciaba expresamente los «ataques» por parte del Gobierno de Pedro Sánchez a los medios: «Pedro Sánchez acusó a los medios conservadores de agitar a la sociedad cada vez que la derecha pierde unas elecciones», recogía por ejemplo el informe de 2021.

El documento lanzaba duras críticas no sólo contra Sánchez, sino también contra Pablo Iglesias, señalando que había amenazado con mandar a prisión a los periodistas por publicar «información comprometedora» sobre Podemos.

Este nuevo informe de EEUU se conoce en plena estrategia de Sánchez contra los medios de comunicación críticos por las informaciones sobre su mujer, Begoña Gómez.

Tras anunciar su continuidad en La Moncloa, el presidente socialista ha confirmado que su objetivo es ir contra los medios, a quienes culpa de difundir «bulos», llamando a la sociedad a «combatir» la «maquinaria del fango» por «la democracia». Según Sánchez, es necesario abrir el debate sobre «qué hacer ante la mentira, la crispación, la insidia, la difamación» y «el auge de los pseudo medios, asociaciones que difaman y tratan de judicializar casos sin pruebas y de los partidos que forman parte de la maquinaria del fango». «Es una deriva muy peligrosa que deteriora nuestra democracia», insistió este lunes, en una entrevista en RTVE.

CGPJ

El informe anual de EEUU también se hace eco del bloqueo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), debido a la negativa de Pedro Sánchez de aceptar que los jueces elijan a sus pares, como establece Bruselas.

El documento recuerda que la Constitución protege un «Poder Judicial independiente» y señala que el Gobierno «en general, respetó la independencia e imparcialidad judicial».

No obstante, destaca la «preocupación» por la «falta de acuerdo político» para nombrar a los nuevos miembros del CGPJ, remitiéndose aquí a la evaluación anual de la Comisión Europea que, el año pasado, instó a España a «iniciar las reformas para permitir que la mayoría de los nombramientos sean realizados por los propios jueces», expone el departamento de Estado de Estados Unidos.

La reforma para renovar el máximo órgano de los jueces es otro de los objetivos de Sánchez, quien este martes ya ha advertido que «si el PP continúa» en lo que considera un «secuestro del Poder Judicial, la democracia, el Parlamento necesitará articular mecanismos para sacar de esta situación tan lamentable al gobierno de los jueces».

En ese plan estaría la rebaja de la mayoría de tres quintos que ahora se exige para la elección de los miembros del CGPJ a una mayoría absoluta, además de esquivar la elección del Senado y concentrar hasta 16 nombramientos en el Congreso.

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  • Estupor en las cancillerías occidentales por el ataque de Pedro Sánchez a la prensa

ok diario, 010524

El informe del Departamento de Estados Unidos sobre el estado de los derechos humanos en España, difundido antes de la última maniobra política de Pedro Sánchez, advertía del  «acoso» del Gobierno contra «ciertos medios de comunicación y periodistas».

El documento subraya que la Constitución «ampara la libertad de expresión, incluida para los miembros de la prensa y otros medios de comunicación» y pone el acento  en el «número creciente de periodistas que se enfrentan al acoso en las redes sociales por parte de políticos polarizados y trolls».

Obsérvese que el informe de Estados Unidos, que ya en años anteriores denunció los ataques del Gobierno de Pedro Sánchez a los medios y detalló las acusaciones del Ejecutivo socialcomunista a los medios conservadores por «agitar a la sociedad», no podía hacerse eco del último señalamiento público del presidente en TVE contra los medios de comunicación, especialmente los digitales.

O sea, que si antes de que Sánchez pusiera en la diana a la prensa Estados Unidos ya advertía del «acoso», en Washington no salen de su asombro con el hecho de que el jefe del Ejecutivo de una democracia europea haya aprovechado su presencia en la televisión pública para arremeter contra los medios críticos y arrepintiéndose por no haber intervenido antes contra ellos.

El bochornoso espectáculo ofrecido por Pedro Sánchez con su teatral amago de retirada y su comparecencia anunciando que se queda para impulsar una regeneración democrática que tiene como objetivo fundamental controlar a los jueces y la prensa crítica ha causado asombro y estupefacción en las cancillerías occidentales.

En Estados Unidos no dan crédito y los arrebatos totalitarios de Pedro Sánchez causan indisimulada inquietud, al igual que en la UE, donde se pone el acento en lo insólito que supone que el presidente de Gobierno de la cuarta nación de la Unión Europea haya traspasado esta peligrosísima línea roja.

La deriva totalitaria del autócrata jefe del Ejecutivo no ha pasado, todo lo contrario, desapercibida.

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  • Feijóo anuncia que el filósofo Fernando Savater cerrará la lista del PP a las elecciones europeas

El líder del PP revela en las redes sociales este fichaje, que ya apoyó en el pasado a Ciudadanos y a UPyD.  Savater formó parte de la lista de Cs que encabezó Luis Garicano en los anteriores comicios europeos

Segundo Sanz en ok diario, 010524

El presidente del PPAlberto Núñez Feijóo, ha anunciado en redes sociales que el filósofo Fernando Savater cerrará de forma simbólica de la lista de los populares a las elecciones europeas del próximo 9 de junio. Savater ya apoyó en el pasado a Ciudadanos y UPyD, formaciones cuyo electorado ha absorbido el PP en los últimos años.

«Fernando Savater cerrará la lista del PP en los comicios europeos. Es una voz autorizada y con una biografía comprometida en la defensa de los valores democráticos. Es la hora de unirnos, fuera y dentro de la política. En la calle y en las urnas. Por la igualdad y las libertades», ha señalado Feijóo en un mensaje en redes sociales. Savater, que ha militado de UPyD, fue portavoz de la plataforma ciudadana ¡Basta Ya! creada en 1999 para oponerse al terrorismo de ETA y defender a las víctimas de la barbarie etarra.

El presidente del PP ha acompañado estas palabras de una foto que se hizo con Fernando Savater en Barcelona la pasada semana, en la festividad de Sant Jordi. El filósofo formó parte de la candidatura de Ciudadanos, también cerrando la lista, en las últimas elecciones a la Eurocámara, celebradas en 2019. Aquella lista la encabezó el economista Luis Garicano, ahora próximo al PP, pues forma parte del Consejo Asesor de la fundación Reformismo21, ligada al partido e impulsada por Feijóo tras llegar a la Presidencia del mismo.

También cercana a Garicano es la eurodiputada naranja Eva Poptcheva, actual vicepresidenta de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento europeo, y otro de los fichajes del PP para su lista al 9J junto al del ex líder de Ciudadanos Adrián Vázquez, tal y como ha publicado OKDIARIO este miércoles. A ellos se unirá también en la candidatura del PP otra eurodiputada de Cs, la asturiana Susana Solís, que ya trabajó en Bruselas junto a Diego Canga, funcionario de la UE -al igual que Poptcheva- y cabeza de lista del PP a la Presidencia de Asturias en las últimas elecciones autonómicas.

A través de un mensaje en redes sociales, Adrián Vázquez ha confirmado este miércoles su incorporación a la lista del PP, que venía negociando en calidad de independiente. «En un momento crítico de nuestra democracia hay que estar del lado de la defensa del Estado de Derecho y los valores fundacionales de la Unión», ha escrito Vázquez, que dimitió de la Secretaría General de Ciudadanos el pasado mes de marzo.

El ex dirigente de los centristas sostiene que la formación que lidera Alberto Núñez Feijóo en «este momento es la única alternativa política» capaz de «reconstruir» la «convivencia cívica y constitucional».

«Anuncio con orgullo que concurriré en sus listas al Parlamento Europeo para contribuir a ese objetivo», añade Vázquez, aprovechando para agradecer a Feijóo la confianza depositada en él y «reconocimiento» a su trabajo de los últimos años. Él ocupó el puesto octavo en la lista de Cs de 2019 a la Eurocámara, que también integró Fernando Savater en el puesto 54, el último.

El pasado 22 de marzo, Vázquez dimitió de su cargo de secretario general de Ciudadanos, en el que permaneció poco más de un año. La decisión se consumó tras el fracaso de las negociaciones que el partido naranja había abierto con el PP para concurrir juntos a las elecciones catalanas y las europeas.

Entonces, Vázquez aseguró que no podía comprometerse con una causa en la que ya no creía y tampoco «ser un obstáculo». Él era partidario de esa alianza electoral con los populares a la que se oponía otro sector del partido, en especial su máximo responsable en Cataluña, Carlos Carrizosa, candidato de Ciudadanos a las catalanas del próximo 12 de mayo, recoge Ep.

Gamarra no irá en la lista

Por su parte, la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, ha afirmado este miércoles en declaraciones a los medios de comunicación en Logroño que ella no estará en la lista de su partido a la Eurocámara, pese a que su nombre había sonado incluso para liderar la candidatura. Todo apunta que será la actual portavoz del PP en el Parlamento Europeo y ex ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, que también ejerce estos días de jefa de campaña del partido en las elecciones catalanes, quien ocupe el puesto de cabeza de cartel.

Feijóo ya tiene confeccionada la lista tras las conversaciones con su jefe de campaña para estos comicios, el eurodiputado y vicesecretario de Institucional del partido, Esteban González Pons, que repetirá en la candidatura. Sin embargo, el líder del PP ha declinado hacer pública la plancha estos días por la situación de crisis institucional abierta por Sánchez y su amago de dimisión, señalan fuentes de Génova. El plazo para la presentación de candidaturas a las elecciones del 9 de junio finaliza el 6 de mayo.

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Los caudillos no dimiten

Rosa Díez en ok diario, 010524

No existe en la historia de la humanidad ejemplo de ningún gobernante con ínfulas totalitarias  –ya se denomine césar, caudillo, populista…- que haya abandonado el poder sin que le sienten en el banquillo o le expulsen tras  un proceso democrático sumarísimo que tenga por objeto restablecer la democracia y garantizar la separación de poderes para que respondan ante la justicia, como el común de los mortales, tanto él como su familia,  sus ministros o los dirigentes de su partido.

Si hay, por contra, ejemplos de totalitarios que queman Roma o incendian el Reichstag para utilizar las llamas contra sus adversarios políticos y autonombrarse salvadores del pueblo. Y más recientemente, en 2022, está el ejemplo del Congreso de Perú que destituyó y puso a disposición de la justicia a Pedro Castillo tras su intento de perpetrar un golpe de Estado disolviendo el Congreso y entregando al ejecutivo el control  de todos los órganos de la Justicia.

O sea, que la historia ya nos ha enseñado que los gobernantes autócratas no dimiten sino que utilizan todo su poder para destruir las instituciones democráticas y arrebatar las libertades a los ciudadanos que no se someten a su yugo.

Pues bien, a pesar de estas enseñanzas inapelables, durante los cinco días moscosos que se tomó Pedro Sánchez la pasada semana, han sido multitud los periodistas, analistas políticos, prescriptores de opinión, políticos y asimilados… que especularon (o aseguraron) que el jefe de la banda iba a dimitir. Escribí en X este mensaje unos minutos después de que el fijo discontinuo  publicara su carta:

«Esto es para que no hablemos  de los turbios negocios de tu mujer, de los ingresos fantasma de tu hermano, de tu repugnante relación con los herederos de ETA, con golpistas y sediciosos… Y mañana nos dirás que te quedas ‘por nuestro bien’. A otro perro con ese hueso, farsante». 

Y cuando anunció comparecencia, viaje a la Zarzuela mediante para tomar al Jefe del Estado  como un instrumento más de su propagandística puesta en escena, volví a insistir:

«#CaudilloSánchez hará esta declaración a las 11 horas: ‘A dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!’».

A ver, que no hay que ser muy listo ni tener memoria histórica, que únicamente hay que analizar al personaje y su propia historia para llegar a una conclusión tan lógica como aplastante. ¿Para qué va a dimitir Sánchez, un superviviente nato y sin escrúpulos que ya ha demostrado estar dispuesto que hacer lo que sea, como sea y con quien sea, para obtener y mantener el poder?

Me he reído (y desesperado, no lo niego) bastante con las especulaciones de que se iba a ir «para evitar que salgan las grabaciones del caso llamado  Pegasus…». O sea, que si le tienen pillado (que me lo creo) ¿las revelaciones no saldrán si dimite? Hay que ser alma cándida, por dios…. O que se iba porque él si sabe todo lo que pesa sobre él, sobre su mujer, sobre su hermano, sobre sus ministros, sobre los dirigentes socialistas que ostentaron presidencias autonómicas y ahora pastorean el Congreso de los Diputados… ¿Acaso se puede proteger mejor fuera del poder?

En fin, que se queda. Y, como era de esperar, visto lo visto (que movilizar socialmente no ha conseguido, pero engañar al personal lo ha hecho con nota) la persecución al disidente se ha recrudecido de forma urgente e implacable. Y como los disidentes están en Belén con los pastores repitiendo el mantra de «no lo hará», para cuando nos quedamos dar cuenta, pues ya estará todo en el lugar que persigue desde que llegó al poder a través de aquella moción de censura destructiva: instituciones parasitadas, separación de poderes cancelada, democracia demolida.

El panorama es desolador, no porque tengamos al frente del Gobierno a un psicópata narcisista de libro, sino porque enfrente y para defender a nuestras instituciones democráticas no hay nada organizado. Es desolador escuchar todos los agudos comentarios sobre el peligro para la convivencia que representa este tipo, sobre las amenazas vertidas en su comparecencia, sobre la indecencia de negarse a comparecer ante los medios de comunicación e ir a soltar sus soflamas a la tele y la radio amiga…

Es desolador que, horas después todos esos medios de comunicación vetados por el caudillo, repitan las soflamas que soltó como si fuera información y no mera publicidad que habrían de cobrarle para ser publicada.

En fin, que lo de Sánchez no es de análisis, sino que de diagnóstico y hay que actuar en consecuencia. Que no podemos decir que es un peligro para la democracia y que se ha situado fuera del sistema y a continuación tratarlo como si fuera un político al uso, con el que caben discrepancias y acuerdos.

Si Sánchez hubiera querido alguna vez «regenerar la democracia» nunca hubiera llegado a la presidencia del Gobierno de España a través de una Moción de Censura tramposa; nunca se hubiera aliado con los enemigos de la democracia- los jurados y los mortales, si, los que asesinaban inocentes para impedir que la Constitución tuviera una oportunidad- para mantenerse en el poder; nunca hubiera contado como propios los votos conseguidos por los de Otegi en las elecciones autonómicas vascas (como se cogió vacaciones horas después de hacer esa afirmación en el Congreso de los Diputados a la mayoría parece habérsele olvidado, pero a mí no); nunca hubiera cambiado el Código Penal para eliminar los delitos que pueden meter en prisión a sus propios compañeros además de favorecer a quienes dieron un golpe desde Cataluña; nunca hubiera indultado a los golpistas; nunca hubiera nombrado socio preferente de su gobierno y de su partido a quienes siguen llevando asesinos en sus listas electorales; nunca hubiera amnistiado a los prófugos de la justicia.

Si Sánchez fuera un demócrata, nunca hubiera prometido construir un muro entre demócratas.

Esto es lo que tenemos al frente del Gobierno de España. ¿Seguimos actuando como si viviéramos en una democracia normal o  nos organizamos para defender las instituciones y a nuestro sistema de valores democráticos? Estar a la defensiva nos llevará al fracaso;  creo que las generaciones pasadas y las venideras  merecen que tomemos la iniciativa. Por mí, que no quede.
#SÁNCHEZDIMISIÓN.

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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Un fantasma

Juan Abreu en vozpópuli, 020524

Un fantasma recorre España, es el fantasma de la Revolución Sanchista. Conozco ese fantasma, lo he sufrido. Vengo de ese Infierno, qué otra cosa me puede pasar, me digo. Pero al mismo tiempo, siento un gran estupor y una gran tristeza. Y un poco de temor.

¿Cómo es posible que el tumor fidelista (un tumor populista sobre todo, no nacionalista: los Castro han odiado Cuba y a los cubanos desde siempre, su obra política y social lo demuestra. Sin el odio como motor no se puede arrasar un país próspero y convertirlo en una sucursal de Somalia), me persiga de manera tan persistente?

Porque eso es lo que significa la siniestra farsa de los cinco días de “meditación” de Pedro Sánchez. Lo que ha hecho Sánchez, en definitiva, es gritar ¡Viva Fidel! Y ese grito representa la negación del ciudadano y del ser individual. La apoteosis de la llamada al pensamiento grupal. Ese grito constituye una amenaza que sería suicida ignorar, significa un llamamiento a la Revolución.

No una Revolución como la de los Castro, a sangre y fuego, nuestros tiempos son otros. En nuestros tiempos, así España, se llega al Poder mediante unas elecciones democráticas, y entonces se procede a demoler el Estado desde dentro. Se comienza por poner al Partido y al Líder por encima de la Justicia y la libertad de prensa, y se termina imponiendo la dictadura de partidista a todo el país.

Sé de lo que hablo porque ya me “liberaron” una vez los revolucionarios, y me costó veintiocho años de esclavitud (un siervo del Estado es un esclavo, dejémonos de subterfugios) escapar de ellos. Me llamarán hiperbólico y otras cosas menos amables, pero tengo la obligación de decir que eso que asoma la cabeza por el horizonte político español es una Revolución populista.

Y una Revolución es un movimiento cuyo propósito es tomar el Poder y una vez en él, mediante el control social, la corrupción, la compra de votos, la colonización de las instituciones y la ideologización de todos los mecanismos del Estado, se niega a abandonarlo.

No hay Revolución sin decadencia estética y expresiva. Ya señaló Orwell “la relación entre la política degradada y la degradación de la lengua”. De hecho, la decadencia estética es siempre una de las señales inequívocas de la gestación de una Revolución del signo que sea.

Las Revoluciones son, por naturaleza, no sólo antidemocráticas, también vulgares. Y vienen ineluctablemente aderezadas con la devaluación moral y social del individuo (y su baluarte fundamental, la propiedad privada) en nombre de unos derechos colectivos que representa el Líder Supremo y sus huestes de masificados seguidores.

Las Revoluciones se han mitificado durante mucho tiempo, pero en realidad han sido y son una erupción siniestra que termina en matanzas, miseria, esclavitud y represión. Las Revoluciones han sido y son, perdonen el lenguaje directo, montañas de mierda ensangrentada.

Antes hablé de tristeza, porque la farsa de Sánchez y las manifestaciones de sus fieles, me hicieron recordar el ambiente que viví durante la represión contra los cubanos que se refugiaron en la embajada Peruana en 1980, y días más tarde, contra los que aspiraban (aspirábamos) a abandonar la isla por el puente marítimo Mariel–Cayo Hueso.

Se movilizó a las turbas revolucionarias (progresistas) contra los traidores al progreso y a la voluntad del Pueblo, encarnada en la voluntad del Líder Iluminado y Máximo, víctima de los fascistas reaccionarios (o lacayos del Imperialismo Yanki, en aquellos días).

Lo primero que hay que hacer para asaltar el Poder en una sociedad democrática, es acabar con la separación real de poderes (convertirla en un instrumento al servicio del Partido y del Líder, y encadenar la prensa libre (la que no se pueda comprar).

Es, en el fondo, cuestión de grados y de tiempo, es el mismo ambiente abyecto que describe con maestría y claro afán de verdad Violencia roja antes de la Guerra Civil, el libro de Sergio Campos Cacho y José Antonio Martín Otín, un estudio fundamental acerca de la saña criminal con que los republicanos, imbuidos de fervor y superioridad moral colectiva, se convirtieron en una banda de asesinos, en nombre del bien común y de la superioridad del Pueblo sobre los individuos.

Con su demagógica carta y el llamado a la movilización antifascista, el Líder Sánchez estableció, a la siniestra manera populista y roja, el muro a levantar entre ciudadanos y Pueblo, entre progresistas y reaccionarios fascistas (en el caso cubano se levantó entre revolucionarios y contrarrevolucionarios). Categorías que no quieren decir nada. Porque lo único que nos sitúa a un lado u otro del santo muro progresista y anticapitalista es la adhesión ciega al Líder.

Presten atención un momento, y escucharán el verdadero contenido de la nueva política y “punto y aparte” de Pedro Sánchez. Se resume en una parodia del conocido lema fidelista: “Dentro de la manada sanchista todo, fuera de la manada sanchista, nada”.

  • Juan Abreu Felippe (La Habana, 1952) es un escritor, artista plástico y columnista desde 1990 de diversos diarios cubanos. Trabaja en Estados Unidos y Barcelona.
  • [Nota de EQM: En su blog diario «Emanaciones«, trabaja un estilo latino, muy desinhibido, excéntrico, sexual e interesante, también para mi gusto.]

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La tormenta perfecta
Javier Carbajo y Sara Rojo

La tormenta perfecta

Tenemos una carga tributaria excesiva que, en determinados tramos, especialmente aquellos que atienden al concepto de clase media, podría calificase de confiscatoria

Ibor Fernandes Romero en ABC, 020524

En los últimos días ha salido a la palestra el debate sobre la excesiva carga tributaria en España; en realidad, ninguna novedad, sin perjuicio de su evidente incremento en los últimos años. Han destacado las manifestaciones del presidente de la CEOE en relación con el sistema de abono de la cuota de Seguridad Social, que genera la sensación de un coste inferior para el empleado del real; y, en sede parlamentaria, el alegato del Sr. Figaredo, diputado de Vox, respecto de la elevada carga impositiva global.

Han sido numerosas las voces del Gobierno y de la izquierda en general que han puesto el grito en el cielo, como si el planteamiento del presidente de la CEOE tuviera algún interés espurio desde una perspectiva empresarial, cuando, realmente, sólo abogaba por un sistema más transparente y que permitiera al último interesado, el trabajador, tener conciencia de lo que paga.

También, han sido polémicas las manifestaciones del Sr. Figaredo, partiendo de una airada replica de la Sra. Montero, abanderando una eventual imprecisión de las cantidades económicas expuestas. Considero que no existe tal imprecisión, pero de todos modos se trata de una cuestión secundaria e intrascendente.

Esto es, que la carga de participación en el sostenimiento del gasto público de una renta laboral coincidente con el salario mínimo interprofesional sea de 8.400 euros o de la mitad de esa cantidad, es trivial.

Supone poner el ojo en una situación concreta (por cierto, la más desfavorable) para eludir la imprescindible reflexión sobre una cuestión acuciante que es, no sólo cuanto nos cuesta sostener el Estado, sino, además, en qué se utiliza el dinero que invertimos para ello, habida cuenta de que, si somos conscientes de lo que pagamos, en ningún caso podremos aceptar la ineficiencia en el gasto.

Me atrevo a decir categóricamente que en España tenemos una carga tributaria excesiva que, en determinados tramos, especialmente aquellos que atienden al concepto de clase media, podría calificarse de confiscatoria, situación proscrita en el artículo 31 de nuestra Carta Magna.

Y esta es una cuestión que no podemos rehuir por cuestiones ideológicas, actuando como ‘hooligans’ que deben defender la posición de los referentes políticos, sino que debemos afrontarla con un necesario debate sosegado, objetivo y serio. La realidad es que, de forma directa o indirecta, los ciudadanos invertimos buena parte de nuestros emolumentos en el sostenimiento de gasto público y, podremos estar mas o menos de acuerdo en que sea imprescindible para mantener el Estado social, pero, en lo que evidentemente coincidiremos todos es en que el despilfarro es inadmisible.

Así pues, un ciudadanos de a pie soporta generalmente las siguientes contribuciones al gasto común:

1) la aportación correspondiente a la Seguridad Social o sistemas de previsión social alternativos;

2) el impuesto de la renta de las personas físicas (IRPF);

3) los impuestos locales ligados a la disposición de un inmueble en el que vivir o un vehículo en el que moverse; y

4) el más injusto, por su ausencia de progresividad, el impuesto sobre el valor añadido y otros indirectos relacionados con la adquisición de determinados productos, por ejemplo, los hidrocarburos.

Pues bien, los ciudadanos deben ser conscientes de cuánto les cuesta en global la fiesta, para con dicha información decidir si, efectivamente, el Estado está administrando bien o mal los recursos. En definitiva, valorar sí es razonable el establecimiento de una renta básica universal o la financiación a los recién estrenados en la mayoría de edad (votantes en ciernes) para la adquisición de videojuegos o la asistencia a festivales de música.

El gran engaño del Estado es la diseminación de los tributos, de tal suerte que el ciudadano en momentos diferentes y por diversos eventos (hechos imponibles) va contribuyendo al heraldo público, todo ello con manifiesta desconexión respecto de la posterior aplicación de esas cantidades.

En este contexto, negar que incluso los ciudadanos con rentas más bajas soportan una carga impositiva relevante es hacernos trampas al solitario. Quizá no tanto en concepto de IRPF, que en lo que respecta al salario mínimo está exento (no puede decirse lo mismo de las rentas superiores que sí soportan una relevante carga tributaria en dicho concepto), pero, por supuesto, en concepto de otros tributos directos e indirectos y, especialmente, en materia de previsión social: Seguridad Social, régimen especial de trabajadores autónomos y sistemas alternativos.

Para redundar en el autoengaño algunos consideran que la cantidad que abona la empresa en concepto de Seguridad Social no concierne al trabajador, argumento que se desmorona del más simple análisis económico; que en la nómina aparezca diferenciada una cantidad que corresponde al trabajador y otra a la empresa es absolutamente indiferente.

Más extravagante es que se inventen conceptos adicionales, como el denominado impuesto de equidad intergeneracional, para eludir mencionar que se ha subido la cuota de Seguridad Social para mantener el sistema. Sin duda, un juego de trilero fascinante.

La única realidad es que al empleador le encaja presupuestariamente abonar una cantidad, de la que una parte no llega jamás al bolsillo del empleado, sino que se ingresa en las arcas del Estado, con una finalidad muy loable sin duda, pero también con un coste elevado.

Descendiendo a las cifras, sólo con levantarse por la mañana y acudir al trabajo, en el caso de un trabajador que cobra el salario mínimo interprofesional con un contrato indefinido en una actividad sin riesgo, la empresa abona 20.969,02 euros y el trabajador percibe 14.848,82 euros, lo que supone soportar 6.210,20 euros de contribución al sostenimiento del gasto público (para los nostálgicos, algo más de un millón de las antiguas pesetas).

Después de eso, el trabajador tendrá la mala costumbre de utilizar sus emolumentos para adquirir bienes y servicios, abonando el IVA correspondiente aplicable a cada operación; también procurará dormir bajo techo, en cuyo caso tendrá que abonar el correspondiente impuesto de bienes inmuebles (si le da para tener un domicilio en propiedad); y como además tendrá que desplazarse, abonará a su vez los diversos tributos relacionados con la tenencia y utilización de vehículos.

Por tanto, parece que la cifra de 8.400 euros a la que se refería el Sr. Figaredo no va muy desencaminada. Y, no olvidemos para mayor escarnio que estamos analizando el supuesto de un ciudadano con ingresos exiguos.

En fin, en relación con determinados impuestos el Tribunal Constitucional se ha pronunciado sobre el carácter confiscatorio y, por tanto, vulnerador del artículo 31 de la Constitución, por resultar excesivamente elevados en conjunción con el resto de la carga impositiva o por estar completamente desconectadas del valor real del hecho imponible que se grava (como ha sido el caso de la sonada nulidad del impuesto de plusvalía municipal).

Sin embargo, lo que la doctrina constitucional no ha abarcado, y sinceramente considero que debe ser objeto de examen, es si hemos llegado a una situación en la que, analizada la carga tributaria total de un ciudadano medio, la contribución al gasto público resulta desorbitada y, por consiguiente, confiscatoria.

Y, en cualquier caso, aun admitiendo el elevado coste del Estado social (extremo que asumo gustosamente en términos generales), no me cabe la menor duda de que es necesario generar conciencia sobre el elevado esfuerzo individual en su sostenimiento, acabar con la idea de que la inversión del Estado cae del cielo, dado que el efecto directo será una ciudadanía infinitamente más crítica con la ausencia de mesura.

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2024 registra el mayor número de casos de violencia vicaria de la historia.
2024 registra el mayor número de casos de violencia vicaria de la historia. iStock

¿Quiénes cometen más filicidios, las madres o los padres?

Los infanticidios han sido motivo de atención desde el principio de la historia. Desde Medea asesinando a sus hijos hasta Cronos engullendo a los suyos. Sin mencionar los filicidios por parte de los sultanes otomanos para evitar peleas entre hermanos por la sucesión.

La opinión pública se agitó el 10 de abril cuando se supo que un padre había matado a sus hijos y a su mujer y luego había saltado a las vías del tren en El Prat de Llobregat, mi ciudad. Y la llamada violencia vicaria saltó a la palestra de nuevo. A la habitual carga dramática del filicidio viene a sumarse desde hace años la polémica de género.

¿Son los padres más violentos? ¿Son todos los filicidios vicarios?

El crimen del Prat volvió a desatar la indignación de la izquierda feminista, que arguye que cada vez hay más casos de violencia vicaria, aunque en España los filicidios no superan oficialmente la decena por año.

Por supuesto, lo ideal sería que no se cometiera ninguno. Pero la percepción social es que este delito crece.

El Ayuntamiento de El Prat organizó esa misma tarde una protesta silenciosa contra la violencia machista y vicaria, dando por hecho que este había sido el motivo del asesinato múltiple y suicidio, aunque no existían denuncias previas de maltrato contra el padre filicida.

Los críticos de esta narrativa argumentan que la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género no publica los datos de filicidios cuando estos los comete la madre y acusan una cruzada contra el «hombre blanco heterosexual» por parte del «hembrismo».

Los datos de filicidios no están segregados por sexos ni relación parental en el INE, y varían según la fuente, ya sea el Poder Judicial, las comunidades autónomas y la prensa de sucesos.

El número de filicidios es tan reducido comparado con el total de homicidios, unos 1.165 en 2021, que triangulando informaciones periodísticas, policíacas y judiciales no debería ser un problema contabilizar esos datos, crear perfiles e implementar políticas preventivas.

Según investigaciones globales sobre el filicidio, el vicario o por venganza es sólo uno de los varios tipos de asesinatos de hijos por parte de los padres.

Pero a la luz de investigaciones globales, lo cierto es que los filicidios son el único delito de violencia en el que el perpetrador puede ser tanto el padre como la madre, con una prevalencia cercana al 50%-50%.

Recordemos que el 87% de los homicidios y asesinatos son cometidos por hombres, y la mayoría de sus víctimas son también hombres, según datos del INE. En España, la mayoría de asesinatos en el ámbito de la pareja, un 86%, los cometen hombres contra mujeres.

Algunos medios se han dedicado a compilar datos de filicidio por géneros y a documentar casos de violencia vicaria, aunque falta unificar criterios, como sí se hace en otros países.

Según la periodista independiente Ana Sharife, en lo que va de año se han registrado trece filicidios, y no siete, si se incluyen los cometidos por madres.

En noviembre de 2021, a petición de la senadora del PP Cristina Ayala, el Ministerio de Justicia desveló que desde 2007 hasta esa fecha cincuenta menores habían sido asesinados por sus padres: 26 por sus madres y 24 por sus padres.

Aunque ese resultado arroja prácticamente una igualdad de sexos entre los perpetradores, las madres filicidas superan a los padres en la media global por pocos puntos, como en España. Y esto tiene una explicación.

Los críticos del neofeminismo han apoyado su tesis de que las madres matan más, aunque sea poco más, en estudios con una alta proporción de madres filicidas, por encima de la media global. Estos se realizaron en Finlandia y en Austria hace veinte años, con un 61% de madres filicidas (2001) y un 72% (2009), respectivamente.

Otros autores han reproducido estos porcentajes sin comprobar las fuentes y sus circunstancias, por lo que estas dos investigaciones se han popularizado en España.

Este hecho contrasta con la carencia de mención de otros estudios globales más recientes que arrojan una cifra más similar entre sexos, como el dirigido por Heidi Stöckl en 2017 con datos de 44 países y una media global de madres filicidas del 54,7%.

EL ESPAÑOL ha contactado con las autoras de los estudios finlandés y austriaco para averiguar qué sucedió en sus respectivos países hace más de dos décadas, cuando las madres asesinas fueron muchas más.

La profesora Tuija Vanamo, autora del estudio de 2001, está retirada y no ha sido posible localizarla. Su investigación analizaba 292 filicidios en Finlandia entre 1970 y 1994, con un porcentaje de madres homicidas del 61%.

En su lugar hemos contactado a la profesora Hanna Putkonen, que dirigió en 2009 este estudio de filicidios en Finlandia y Austria en la siguiente década (1995-2005). En su territorio, Finlandia, y en ese periodo los filicidios por parte de madres biológicas habían descendido entonces al 52%.

Ante la pregunta de por qué la media global arroja una incidencia ligeramente superior de madres filicidas, mientras que la percepción social es que son los padres quienes más cometen este delito, Putkonen asegura que «no sólo las madres matan a sus hijos, sino también los padres, y probablemente si se tiene en cuenta el tiempo que pasan las madres con sus hijos frente al tiempo que pasan los padres, estos matan a sus hijos incluso con más frecuencia.

Cuatro puntos porcentuales es muy poco, así que yo seguiría diciendo que matan en cantidades iguales».

Añade la investigadora que si sólo se analizan datos de tribunales, los padres son menos porque «se suicidan más a menudo», por lo que no existe denuncia ni casos judicializados.

Esto sucede con investigaciones llevadas a cabo en España, como este estudio de Alba Company y otros, que recoge 58 sentencias judiciales entre 2000 y 2010 de filicidios en Audiencias de Comunidades Autónomas y del Tribunal Supremo: 33 madres filicidas comparadas con 25 padres.

En esta excelente comparativa de 2021, El Filicidio en España, basado en informes policiales, sí se registran suicidios, la mayoría de padres.

En cuanto a la violencia vicaria, el estudio de Putkonen indica que ambos padres pueden ejercerla, pero esta no es tan frecuente como parece.

Esta «violencia indirecta la ejercen personas que tienen tendencias antisociales y que también están más orientadas al delito», y constituyen el denominado Perfil 2 en esta otra publicación de 2015, Clasificación del Filicidio, confeccionada por el mismo equipo:

Perfil 1: Padres homicidas-suicidas (14%)
Perfil 2: Progenitores violentos-impulsivos (11%)
Perfil 3: Progenitores solteros-sobrios (28%)
Perfil 4: Progenitores prosociales-psicóticos (24%)
Perfil 5: Madres infanticidas (23%)
El perfil 5 es exclusivamente femenino. Dentro del filicidio, este estudio distingue infanticidio (menos de un año) y neonaticidio (menos de 24 horas).

Esta categoría la componen solteras jóvenes que ocultan sus embarazos no deseados, dan a luz a solas y habitualmente asfixian al recién nacido en las primeras 24 horas de vida. Carecen de historial de violencia, psicopatías o tendencias suicidas, aunque a veces sí sufren depresión postparto.

Es el opuesto al Perfil 1, exclusivamente masculino, que es el de un padre con motivos de suicidio ampliado, que afronta una separación, tiene trabajo y una media de edad de 43 años, con abuso de sustancias e incidentes previos de violencia doméstica.

En los otros tres perfiles, los asesinos pueden ser tanto el padre como la madre.

En cuanto a las causas que impulsaron el declive de filicidios en Finlandia en el estudio de 2009, Putkonen explica que descubrieron que los problemas relacionados con este crimen eran bastante similares a los relacionados con el suicidio, por lo que las políticas de prevención y los servicios de salud mental ayudaron a reducir también los homicidios-suicidios.

Al mismo tiempo, la recesión de principios de los 90 cedió en la siguiente década.

«Cuando los padres están bien, los hijos también están bien», señala esta experta, que recomienda políticas de salud mental contra el suicidio, bienestar económico y social para los progenitores y servicios para los hombres que les ayuden a afrontar una separación.

Por su parte, la profesora Claudia Klier, que se ocupó del capítulo de Austria del mismo estudio, explica a EL ESPAÑOL que la tasa de filicidios por parte de la madre en su estudio de 2009 se disparó a un 72% «porque tuvimos más neonaticidios que en otros países, pero ningún asesinato cuando los niños eran mayores de un día, y el número de neonaticidios ha caído en los últimos años».

Según Klier, profesora de la Universidad Médica de Viena, la sociedad presta más atención a los filicidios cometidos por los padres «probablemente porque son más violentos, por lo que tal vez generen más atención mediática».

Mientras, las madres neonaticidas, al ocultar su embarazo y no recibir cuidados prenatales, pasan inadvertidas en el sistema de prevención, según detalla este otro estudio global de UNODC de 2019.

El estudio Stöckl de 2017 contiene comparativas por regiones y por nivel de riqueza en el capítulo de filicidios. La mayor parte de estos, un 64,2%, se registra en países de ingresos altos y en Asia-Pacífico (61,7%). Y casi el 100% de los neonaticidios son cometidos por las madres.

Sólo 33 países distinguen entre padres y madres, y en ellos las madres filicidas representan el 54,7%, aunque el porcentaje en los países de ingresos altos desciende a un 44,4% de madres, mientras que en Asia-Pacífico se dispara al 64,6% y en África al 88,6%.

En conclusión, centrar la atención legal, social y mediática del filicidio solamente en un perfil, el del padre suicida (14%), y en un motivo, el de la venganza, deja desprovistos de prevención otros perfiles de potenciales filicidas que cometen un 70% de estos crímenes.

Sin duda, una gran irresponsabilidad.

Marga Zambrana es periodista, corresponsal en China desde 2003 y en Oriente Medio desde 2013.

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De reírse a ser el hazmerreír

La publicación por Pedro Sánchez, en la red X, de una ‘carta a la ciudadanía’ el miércoles causó sorpresa general en España y en el mundo. Amagaba con dimitir el presidente del Gobierno, saturado por «la difamación» que afecta a su esposa, Begoña Gómez. Le era necesario un tiempo de «reflexión» para valorar «si merece la pena persistir en la tarea» ante el acoso a su vida como político y hombre enamorado.

Lo inaudito produjo inmediatas chanzas incluso en el muy serio canal Arte: psicoterapia o dimisión, concluían expertos analistas. «Por fin no dimite», destacaba la prensa internacional este lunes, tras una comparecencia de Sánchez en el palacio de La Moncloa, que no en el Congreso de los Diputados.

Cumplidos los cinco días de «meditación» autoimpuestos, el sanchismo emprende una nueva etapa para «regenerar la democracia». De la incredulidad por la dejación de funciones de un dirigente político, de las exaltaciones del ‘amo’ por ministros desbocados, pasan los contribuyentes españoles a unas declaraciones del dirigente socialista con tintes de amenaza.

La crispación inducida durante «la reflexión» en el espacio público obliga a preguntarse por la deriva de la democracia a la que apela el primer ministro español. ‘¡No pasarán!’, ‘malos ciudadanos’, ‘fachas’ y ‘antidemócratas’ los que no coinciden con el «progresismo» sanchista. Este caldo de cultivo revienta cualquier democracia.

El gesto de Pedro Sánchez ha degradado las instituciones y la imagen internacional de España. Tan pronto Europa cuenta con un adalid que defiende un Estado palestino, tan pronto Europa se pregunta si es responsabilidad retirarse del tablero político cuando se abren diligencias a la mujer del primer ministro por un presunto delito de tráfico de influencias. No hay proporción.

Nada sabía el mundo de Begoña Gómez y ahora hablamos de un ‘Begoñagate’. Se han reído en los medios del presidente español apuntando que, en un régimen maduro, estos indicios se salvan con una dimisión. ¿Y qué prestigio queda cuando el dirigente dolido regresa acusando una vez más a la prensa libre y a la judicatura de sus tribulaciones políticas?

La declaración institucional del lunes podría haber abierto la vía del esclarecimiento de «los hechos tan escandalosos como inexistentes» imputados a Begoña Gómez. Sánchez apeló al derecho a la autorrealización profesional de las mujeres. Los contribuyentes apelan al derecho a la información y a la transparencia. ¿Era necesario faltar a la libertad de expresión, ni excesiva ni provocadora en su proceder?

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, nuestra brújula jurídica y judicial en Europa, ha colocado siempre la libertad de pensamiento y de opinión entre los pilares indispensables para una sociedad democrática. Según decisión del 11 de junio de 2020, «la libertad de expresión constituye uno de los fundamentos esenciales de toda sociedad democrática y una de las condiciones primordiales de su progreso y del desarrollo de cada individuo.

Vale esta libertad no solamente para las informaciones o las ideas acogidas con favor o consideradas como inofensivas, sino también para aquellas que golpean, chocan, inquietan o molestan. Así lo quieren y requieren el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura sin los cuales no hay sociedad democrática».

La crítica de la política de un Estado, comprendida la de Pedro Sánchez, es un derecho fundamental reconocido a los ciudadanos en un sistema democrático. Esta crítica no puede confundirse con la difamación ni con burdas e inexistentes fórmulas de deslegitimación del adversario político.

Ningún dirigente puede reapropiarse los contenidos del derecho internacional sobre el ejercicio informativo para amoldarlos a sus intereses. En una democracia liberal, uno de los principales límites a la libertad de expresión es la exclusión de los llamamientos a la violencia y al odio. Desde ahí, no cabe la caza de brujas. ¿Creará el sanchismo una policía del pensamiento para evitar el esclarecimiento de las investigaciones que le acechan?

Ante la decisión de Pedro Sánchez de continuar como presidente del Gobierno, algunos se felicitaron con alborozo; otros suspiraron por lo bajo viendo su futuro personal más claro. Otros muchos se afligen y se desesperanzan oído el alegato sanchista desde La Moncloa.

Para no volver al «fango» es bueno recordar la fórmula de Víctor Hugo durante los debates sobre la ley de prensa de julio de 1881: «La soberanía del pueblo, el sufragio universal, la libertad de prensa son tres cosas idénticas». Estos fundamentos no pueden perderse hoy en la sociedad española.

Rosario Morejón Sabio, Doctora en Psicología.

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Prohibido por Alemania
KIRILL KUDRYAVTSEV/AFP via Getty Images

Prohibido por Alemania

Hace tres semanas, me prohibieron entrar a Alemania. Cuando les pregunté a las autoridades alemanas quién había tomado la decisión, cuándo y con qué argumento, recibí una respuesta formal de que, por razones de seguridad nacional, mis preguntas no recibirían ninguna respuesta formal. De pronto, mi mente se remontó a otra época cuando tenía diez años y pensaba en Alemania como un refugio del autoritarismo.

Durante la dictadura fascista de Grecia, estaba prohibido escuchar emisoras de radio extranjeras. De modo que, cada noche, alrededor de las nueve, mis padres se acurrucaban debajo de una manta roja con una radio de onda corta, intentando escuchar la emisión griega dedicada de la Deutsche Welle. Mi imaginación infantil se eyectaba a un lugar mítico llamado Alemania -un lugar, me decían mis padres, que era “el amigo de los demócratas”.

Años más tarde, en 2015, los medios alemanes me presentaron como el enemigo de Alemania. Me sorprendí muchísimo; nada podía estar más alejado de la verdad. Como ministro de Finanzas de Grecia, me oponía a la insistencia monomaníaca del gobierno alemán en una austeridad universal dura, no simplemente porque pensaba que era catastrófica para la mayoría de los griegos, sino también porque creía que sería en detrimento de los intereses de largo pazo de la mayoría de los alemanes.

El espectro de desindustrialización que hoy irradia una sombra deprimente sobre toda Alemania es consistente con mi prognosis.

En 2016, a la hora de elegir una capital europea para lanzar DiEM25, el movimiento político paneuropeo que ayudé a fundar optó por Berlín. En el Teatro Volksbühne de Berlín, expliqué el motivo: “Nada bueno puede pasar en Europa si no empieza en Berlín”. Para reforzar la idea, en las elecciones del Parlamento Europeo de 2019 elegí simbólicamente ser el candidato de DiEM25, no en Grecia (donde podía ganar fácilmente), sino en Alemania.

Dada mi relación de larga data con la tierra de Goethe, Hegel y Brecht, la decisión del gobierno de centroizquierda alemán de prohibir mi ingreso al país es más desconcertante de lo que mis seres más queridos y más cercanos pueden imaginar. Dejaré en manos de mis abogados la legalidad de que se me niegue el derecho a conocer el argumento detrás de la prohibición, y haré a un lado la amenaza a mi seguridad que implica la insinuación temeraria de que, de alguna manera, soy una amenaza para la seguridad nacional de Alemania.

Tampoco ahondaré en lo que mi prohibición significa para una Unión Europea donde la libertad de movimiento y de asociación es una virtud singular. Por el contrario, quiero centrarme en el significado más profundo de la prohibición.

El motivo para prohibirme el ingreso al país era un Congreso Palestino coorganizado por el partido alemán de DiEM25 (MERA25), varios grupos palestinos de apoyo y, más importante, la organización alemana Voz Judía por una Paz Justa. Pero la cosa venía de mucho antes.

En noviembre pasado, Iris Hefets, una amiga y miembro de la organización judía mencionada anteriormente, montó una protesta de una sola mujer en Berlín. Caminaba sola, en silencio, y sostenía una pancarta en la que había escrito: “Como israelí y como judía, paren el genocidio en Gaza”.

Sorprendentemente, fue arrestada por antisemitismo. Poco después, la cuenta bancaria de su organización fue congelada -por funcionarios incapaces de entender la ironía, más bien el horror, de que el estado alemán incautara activos judíos y arrestara a judíos pacíficos en Berlín.

En el período previo a nuestro Congreso Palestino, una coalición de partidos políticos que representan a casi todo el espectro político alemán (incluidos dos líderes de mis ex camaradas en el partido La Izquierda) tomó la decisión extraordinaria de crear un sitio web dedicado para denunciarnos.

Primero, nos calificaron como “trivializadores del terrorismo” frente a los ataques del 7 de octubre de Hamas en Israel. No les bastaba con que hubiéramos condenado como crímenes de guerra todos los actos de violencia contra civiles (más allá de la identidad del perpetrador o de la víctima).

Querían que condenásemos la resistencia a lo que hasta Tamir Pardo, el exdirector del Mossad, describía como un sistema de apartheid diseñado para empujar a los palestinos al exilio o a una esclavitud permanente.

Segundo, decían que “no nos interesaba hablar sobre las posibilidades de una convivencia pacífica en Oriente Medio en el contexto de la guerra en Gaza”. ¿En serio? Todos los participantes en nuestro Congreso defienden la igualdad de derechos políticos para judíos y palestinos -y muchos de nosotros, siguiendo el ejemplo del difunto Edward Said, apoyamos un estado federal único como la solución para el conflicto.

Voy a dejar de lado sus acusaciones infundadas y a enfocarme en la pregunta central: ¿cómo pudo casi toda la clase política alemana abrazar esta denuncia, que preparó el terreno para la subsiguiente acción policial? ¿Cómo pudieron mantenerse en silencio cuando la policía arrestó a Udi Raz (otro camarada judío), cuando prohibieron nuestra conferencia y, sí, cuando me impidieron entrar a Alemania -y conectarme, inclusive, por un enlace de video a cualquier evento en el país?

Su respuesta más probable es el semi-razonamiento oficial del estado alemán, o Staatsräson: la protección de las vidas judías y la seguridad de Israel. Pero el comportamiento reciente del estado alemán no tiene nada que ver con proteger a los judíos (especialmente a mis amigos Iris y Udi) o a Israel. El propósito es defender el derecho de Israel a cometer cualquier crimen de guerra que sus líderes elijan en el proceso de implementar una agenda cuyo objetivo es que la solución de dos estados que dice favorecer el gobierno alemán termine resultando imposible.

Si estoy en lo cierto, hay algo más detrás del actual consenso político en Alemania. Mi hipótesis es que la clase política alemana tiene una afición por los catequismos nacionales que unen a sus miembros detrás de un deseo común: exportaciones netas como el punto fuerte de Alemania; China como el campo de juego de la industria alemana; Rusia como su fuente de energía barata, y el sionismo como prueba de que, moralmente, ha dado vuelta la página.

Una vez que se establece un catequismo de estas características, debatir su racionalidad se vuelve prácticamente imposible. Asimismo, el miedo a ser denunciado por abandonarlo motiva la denuncia concertada de cualquier apóstata que lo cuestione.

Aquí lo rescatable es que los alemanes jóvenes, al ver los cuerpos que se apilan en Gaza, no tienen miedo de que los denuncien si desafían un catequismo que ha puesto en peligro la democracia, el estado de derecho y el sentido común básico de Alemania. Es por esto que, a pesar de la prohibición, no pierdo mis esperanzas en Alemania.

Yanis Varoufakis, a former finance minister of Greece, is leader of the MERA25 party and Professor of Economics at the University of Athens.

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La caducidad del proceso de renovación del Poder Judicial

La caducidad del proceso de renovación del Poder Judicial

Asumamos el fracaso, volvamos a empezar, con nuevas herramientas y sin atajos

Emilio Lamo de Espinosa y Pablo Baró Martín en El Correo, 020524 [Magistrados y presidentes de las secciones territoriales de Euskadi y Cataluña de la Asociación Profesional de la Magistratura]

En verano de 2018 empezó la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Ha llovido mucho desde entonces y, lejos de alcanzar el objetivo pretendido, las posiciones parecen más irreconciliables que nunca. Un análisis riguroso de cualquier conflicto exige efectuar un trabajo previo de identificación de hechos y datos.
Entre estos, existen algunos que tienen una relevancia especial, lo que los sociólogos conocen como ‘analizadores’. Momentos que considerados individualmente pudieran parecer anecdóticos, pero que estudiados en conjunto dibujan un panorama más complejo. Y la Justicia no es ajena a estos analizadores.

Hemos visto renunciar a un presidente del CGPJ, jubilarse a otro y -si cumple su promesa- este verano asistiremos a la renuncia de un tercero. Hemos visto intentos frustrados de renovación. Hemos visto jubilarse a centenares de magistrados. Hemos visto cómo ‘inhabilitaban’ al CGPJ para seguir ejerciendo sus funciones.

Hemos visto cómo lo ‘rehabilitaban’ para nombrar exclusivamente a dos magistrados del Tribunal Constitucional. Hemos visto mediar a Europa en el proceso de renovación. Hemos visto engordar el número de nombramientos de magistrados del Supremo y presidentes de audiencias y tribunales superiores pendientes. Lo que no sabemos si alcanzaremos a ver, al menos a corto plazo, es una solución a este proceso de renovación.

¿Y cómo lo resolvemos? Asumiendo que el actual proceso de renovación está agotado y que tenemos que empezar de nuevo al haber caducado.

Continuar con el actual proceso no es razonable por diversos motivos. En más de cinco años han cambiado muchas cosas, también los propios candidatos. Algunos de ellos han renunciado, pero también hay otros que se han jubilado; otros han variado de aspiraciones o, incluso, de puesto de trabajo.

Un hecho se impone de manera decisiva. Desde que se inició el proceso de renovación, han sido 638 jueces de cinco promociones distintas y 44 magistrados del cuarto turno los que han ingresado en la carrera judicial. Lo sensato es que todos esos jueces puedan participar en un nuevo proceso de renovación. Los candidatos actuales no se verían afectados por los efectos de la caducidad, ya que sus méritos se habrán incrementado por el transcurso del tiempo.

No se puede obviar tampoco la propia inoperancia negociadora de nuestros parlamentarios para llegar a un acuerdo. La partidocracia elevada al grado de intervencionismo con efecto de bloqueo de un órgano constitucional del Estado. Mayor dislate no es asumible.

Y dejamos para el final lo que ha sido poco debatido hasta ahora, las razones normativas que nos llevan a concluir que este proceso, además de viciado, está legalmente caducado. El procedimiento se ha seguido en cuatro legislaturas distintas y si observamos lo que dice el artículo 207 del Reglamento del Congreso de los Diputados (en idénticos términos, la Disposición adicional primera del Reglamento del Senado) se entenderá perfectamente por qué el proceso actual no debe continuar:

«Disuelto el Congreso de los Diputados o expirado su mandato, quedarán caducados todos los asuntos pendientes de examen y resolución por la Cámara, excepto aquellos de los que constitucionalmente tenga que conocer su Diputación Permanente».

Desde luego que entre las competencias de la Diputación Permanente (artículo 78.2 de la Constitución) no está la de renovar el CGPJ, por lo que habría que preguntarse cuántas veces deben disolverse las Cortes para que se entienda caducado este proceso de renovación.

Nos gustaría recordar el contenido del artículo 578.2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial: «En la designación de los vocales del turno judicial, las cámaras tomarán en consideración el número existente en la carrera judicial, en el momento de proceder a la renovación del Consejo General del Poder Judicial, de jueces y magistrados no afiliados y de afiliados a cada una de las distintas asociaciones judiciales».

Un proceso que deja completamente al margen a 682 jueces y magistrados nunca podrá ser representativo de la carrera cuando representan a más de un 10% del total.

Asumamos el fracaso de estos andamios y volvamos de nuevo a empezar. Con nuevas herramientas y sin atajos. Es cierto que el proceso está caducado, pero también lo es que el sistema está agotado. Busquemos alternativas. Y ese es un trabajo en el que los jueces en general y las asociaciones judiciales en particular tenemos mucho que decir proponiendo alternativas.

Si no cambiamos las reglas de juego, inevitablemente volveremos a los mismos vicios de siempre. ¿Hace falta enumerarlos?

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El fenómeno de la censura en redes sociales | Conexión ESAN

¿Pseudomedios? ¿Bulos? Hablemos claro, presidente

Nadie en su sano juicio puede sostener que THE OBJECTIVE no sea un medio de comunicación ni que sus periodistas y columnistas no deban tener voz. Y usar cualquier excusa para destruirnos solo tiene un nombre: censura.

Álvaro Nieto en The Objetive, 020524

omo director de THE OBJECTIVE, y ante el cariz que están tomando los acontecimientos, me veo en la obligación de contar una anécdota de la que tuve conocimiento hace unos meses y que he mantenido en secreto todo este tiempo con la esperanza de que no fuera lo que parecía.

En otoño pasado, en una de las reuniones que los equipos del PSOE y Junts mantuvieron para perfilar el texto de la ley de amnistía, hubo un momento en que se habló de este periódico a raíz de una noticia relevante que habíamos publicado esa mañana. Y un ministro presente en la sala zanjó la conversación diciendo: «A esos les quedan dos telediarios, nos vamos a ocupar de ellos pronto».

Y parece que ha llegado el momento. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha emprendido una huida hacia delante en la que, según hemos visto estos días, los pocos medios que aún se le resisten estamos en el punto de mira.

Todo es una burda maniobra para intentar tapar las informaciones incómodas que se están publicando. En vez de dar explicaciones públicas para afrontarlas, el presidente ha decidido pasar al ataque contra lo que llama «pseudomedios» porque, según él, propagan «bulos» a diario con total impunidad en lo que ha denominado «la máquina del fango», en expresión copiada al difunto Pablo Iglesias, del que ha heredado el libreto.

El problema es que Sánchez ha fabricado un bulo para luchar contra los bulos. Todo un presidente del Gobierno pretende hacernos creer a estas alturas que en España las mentiras campan a sus anchas y que hay «libertad de difamación». Y así lo ha repetido hasta la saciedad en varias entrevistas.

Pero nada más lejos de la realidad. En España no existe impunidad para nadie, ni para los periodistas ni para el presidente del Gobierno. Todos los ciudadanos tienen a su disposición diversos instrumentos para defenderse si se consideran atacados injustamente por un medio de comunicación.

Conviene recordar que los periodistas estamos sometidos al control de los tribunales de Justicia, que es donde se dirime en última instancia si una noticia es veraz o no. Si alguien se siente perjudicado o agredido por una información, basta con presentar una querella.

Sin embargo, hasta el momento la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, solo ha usado una parte de esos instrumentos a su disposición. Se trata de dos burofaxes enviados a ‘El Confidencial’ y a THE OBJECTIVE, los dos medios que más han publicado sobre ella, para rectificar dos temas menores que en nada cuestionan el grueso de las informaciones publicadas durante los dos últimos meses. En nuestro caso, han sido 25 textos que se pueden leer aquí.

Desde Moncloa se habla mucho estos días de «bulos» pero, curiosamente, en vez de avanzar por la vía legal y presentar las correspondientes querellas en los tribunales, el presidente del Gobierno parece haber renunciado a ello y, en su lugar, ha emprendido una campaña para desprestigiar a los medios que escapan a su control y descalificar sus informaciones sin pasar por la Justicia.

¿Por qué? Quizás porque no quiera correr el riesgo de que un juez solicite pruebas y documentos a los que hasta ahora no hemos tenido acceso los periodistas y que podrían ayudar a esclarecer los hechos.

Por el contrario, parece claro que el propósito de Sánchez es constituir una especie de observatorio contra la desinformación, con diversos expertos teóricamente independientes, para que sea este órgano quien decida quiénes son los verdaderos medios de comunicación y recomiende quiénes no deben ser financiados ni por las instituciones públicas ni por las empresas privadas.

Se trata, como ya hemos visto tantas veces en otras latitudes, de intentar ahogar a la prensa por la vía de la financiación: que no haya que cerrar los medios a la fuerza, sino que sean ellos los que tengan que ir cerrando por falta de dinero. Es la única forma ‘presentable’ de acallar las voces críticas sin que la Unión Europea, tan desaparecida lamentablemente hasta hoy, dé la voz de alarma.

Dado que ‘El Confidencial’ es ‘too big to fall’, parece claro que el siguiente en la lista, en este caso THE OBJECTIVE, tiene todas las papeletas para ser una de las víctimas del primer pelotón de fusilamiento. Y así lo confirma el entusiasmo con que han acogido los planes de Sánchez algunos ‘periodistas’ abajofirmantes, deseosos de que corra la sangre cuanto antes.

Tiene guasa que hablen de «bulos» periodistas que ya se han olvidado de algunas páginas ‘gloriosas’ de nuestro periodismo patrio. Me acuerdo mucho estos días de una foto de Hugo Chávez moribundo publicada en portada, de un titular a cinco columnas atribuyendo a ETA la autoría del 11-M, de la presunta cuenta suiza de Xavier Trías… y así podría seguir durante cinco párrafos más hasta la falsa historia de Sargadelos sobre la esposa de Alberto Núñez Feijóo, difundida hace tan solo unas fechas.

Agradezco enormemente la estrecha vigilancia a la que nos someten a diario mercenarios de medio pelo y ‘showmen’ que no han destapado una noticia en su vida pero viven de las que desvelamos los demás. Con su desbordante interés, nos dan publicidad y nos ayudan a mejorar, pero desde luego no vamos a aceptar lecciones de periodismo de supuestos profesionales que hablan de bulos pero son incapaces de señalar los que difunde el propio Gobierno o sus medios afines.

Lo que molesta de THE OBJECTIVE a Sánchez y sus palmeros es que en este periódico trabajamos el director y parte de los periodistas que han destapado cuatro de los grandes escándalos de su mandato: el ‘Delcygate’, el rescate de Plus Ultra, el caso Soluciones de Gestión (ahora mal llamado Koldo) y el caso Globalia/Air Europa, que ha terminado por salpicar a su mujer.

Lo que le molesta a Sánchez de THE OBJECTIVE es que en este periódico están algunos de los periodistas que fueron purgados de EL PAÍS nada más llegar él a La Moncloa en 2018. Siempre estuvo obsesionado por ese diario y por cómo le trató durante su carrera por conquistar el PSOE, por eso se sintió aliviado con la salida de la gente que lo lideró durante su férrea defensa de la Constitución en tiempos del ‘procés’.

Los creía muertos, pero han resucitado, fundamentalmente en THE OBJECTIVE. Desde Juan Luis Cebrián, su histórico director-fundador, hasta Antonio Caño, último director antes de la deriva sanchista.

Lo que le molesta a Sánchez de THE OBJECTIVE es que en este periódico escriben grandes intelectuales, escritores, periodistas y referentes de la socialdemocracia española durante los últimos 50 años, la mayoría de los cuales, curiosamente, también escribían en ‘El País’ hace cinco años:

Fernando Savater, Félix de Azúa, Antonio Elorza, Francesc de Carreras, Rosa Cullell, Ricardo Dudda, Manuel Arias Maldonado, José Luis Pardo, Ignacio Vidal Folch, Xavier Pericay, Juan Francisco Martín Seco, Joaquín Leguina, Victoria Carvajal, Javier Rioyo, César Calderón, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, José Antonio Montano, Lucía Etxebarría, Antonio Albert, Bosco Esteruelas

Y sí, en este periódico también escriben Guadalupe Sánchez, Miguel Ángel Quintana Paz, Benito Arruñada, Jorge Vilches, Esperanza Aguirre, Ignacio Ruiz Jarabo, Javier Benegas, Manuel Pimentel, Román Cendoya, Miguel Ors, José Antonio Navas, Hernando F. Calleja, Jano García… Porque THE OBJECTIVE es un periódico plural, y me temo que eso también les molesta a Sánchez y a sus palmeros.

En definitiva, lo que molesta de THE OBJECTIVE es que ejerce un periodismo libre e independiente en tiempos de sectarismo y polarización. Un medio de comunicación abierto, moderno y plural, y con una línea poco convencional y previsible. Escapa al control gubernamental y a sus presiones, y eso saca de quicio tanto al que manda como a los que obedecen, porque no pueden soportar que haya gente libre ejerciendo el periodismo y que les dejen sus vergüenzas al aire todos los días.

Sin embargo, esto no va de THE OBJECTIVE. Lo que está pasando en España trasciende de largo a este periódico y a sus periodistas. Afecta a otros muchos medios de comunicación con profesionales igualmente extraordinarios. Todos sabemos lo que está en juego, cómo empiezan estas cosas y cómo terminan.

Primero será THE OBJECTIVE, pero luego seguirán otros. Nadie en su sano juicio puede sostener que THE OBJECTIVE no sea un medio de comunicación ni que sus periodistas y columnistas no deban tener voz. Y usar cualquier excusa para destruirnos solo tiene un nombre: censura.

CODA:

Este viernes 3 de mayo, se celebra el día mundial de la libertad de prensa. La fecha la escogió la ONU para que coincidiera con la ‘declaración de Windhoek’, un texto aprobado ese día de 1991 en Namibia en el que se defendía el papel de los medios de comunicación.

Por su enorme interés y actualidad, sobre todo para el Gobierno y sus 4.000 abajofirmantes, reproduzco a continuación los tres primeros puntos de esa declaración:

1.- Una prensa independiente, pluralista y libre es indispensable para el desarrollo y mantenimiento de la democracia de un país, así como para el desarrollo económico.

2.- Por prensa independiente debe entenderse una prensa sobre la cual los poderes públicos no ejerzan ni dominio político o económico, ni control sobre los materiales y la infraestructura necesarios para la producción y difusión de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas.

3.- Por prensa pluralista debe entenderse la supresión de los monopolios de toda clase y la existencia del mayor número posible de diarios, revistas y otras publicaciones periódicas que reflejen la más amplia gama posible de opiniones dentro de la comunidad.

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Mamelucos
Boceto de Francisco de Goya de ‘La carga de los Mamelucos’. | Museo Goya

Mamelucos

«Después del punto y aparte escenificado por el presidente, están en el punto de mira del Santo Oficio progre los periodistas independientes y los jueces»

Fernando Savater en The Objetive, 020524

os mamelucos eran unos guerreros orientales famosos por su ferocidad y ciega obediencia. Su patronímico viene de una voz árabe que significa «poseídos» o sea que tenían dueño, que pertenecían a un puto amo, por utilizar la elegante expresión de Puente.

A Napoleón, a quien como es sabido le gustaba mandar, le cayeron bien y después de derrotarlos en la batalla de las Pirámides se llevó unos cuantos centenares a Francia y formó con ellos un cuerpo de caballería de élite que le sirvió fielmente a pesar de lo forzoso de su alistamiento.

Un mameluco, Rustam Raza, fue criado personal y guardaespaldas del Emperador: debía ser un grandullón forzudo, algo así como Koldo García pero con turbante. Vinieron con las tropas napoleónicas a España y Murat los soltó por la Puerta del Sol, donde causaron una gran mortandad entre los patriotas sublevados.

Al día siguiente violaron minuciosamente a todas las chulapas que se encontraron. En las siguientes campañas fueron perdiendo efectivos pero sin desanimarse por ello: en Waterloo aún quedaban 41, que cargaron valientemente contra la caballería británica: fueron despachados sin contemplaciones.

En España, hasta ahora, los mamelucos más conocidos eran los que aparecen en la crónica magistral que pintó Goya del Madrid alzado contra el invasor, cimitarras contra navajas cachicuernas y caballos contra alpargatas.

Pero gracias a Pedro Sánchez y su lamento por la máquina de fango, que en su carta sentimental resulta más bien de tango, ahora hemos descubierto aquí una nueva hornada de mamelucos, brotados como poseídos por el Gobierno socialista que les nutre y acomoda, en cargos públicos, medios de comunicación ampliamente hipotecados y que solamente resisten gracias a la respiración económicamente asistida por vía oficial (El País y la SER, por citar los casos más vistosos), así como los mamelucos que más hacen reír pero que también dan irremediablemente más pena, los de las letras (aunque sean de cambio) y la farándula.

Como dijo el mameluco más acreditado, «el mundo de la cultura». Hombre, yo no digo que la España actual sea culturalmente rival de la Atenas de Pericles o el París de la Enciclopedia, pero de ahí a llamar «mundo de la cultura» a los figurantes de economato que se reunieron para animar a Sánchez a seguir fingiendo en lugar de fingir no seguir, hay un abismo.

Tanto no hemos decaído… Y para remate iban flanqueados por los inenarrables representantes de los sindicatos mayoritarios, cuyas aportaciones a la cultura del trabajo en nuestra época tanto admiramos.

Sánchez es Sánchez: nadie puede ser nada peor ni puede ya asombrarse de sus vaivenes y postureo. Pero a mí lo que me fascinan son sus mamelucos, de los que no sé si admiro más su caradura o su ignorancia.

Sostienen el mundo al revés con envidiable desparpajo: reprochan a la derecha no respetar los resultados electorales cuando gana la izquierda, pero lo que ocurre es precisamente lo contrario desde el año 34 del siglo pasado; achacan la crispación irreconciliable del país a la derecha, cuando ellos ganaron la moción de censura fake gracias a la que gobiernan sin otro programa político que cerrar el paso a cualquier alternancia democrática con la derecha; han apoyado leyes que juzgan con distinto baremo a los hombres y a las mujeres, o que directamente declaran que no se sabe lo que es una mujer, que obligan a una memoria del pasado que sólo valora o condena lo que ellos prefieren, que conceden derechos humanos a los animales o instrumentan una amnistía a malversadores y sublevados según sus necesidades de apoyo político; difunden con total descaro bulos para anular a sus rivales (véase el caso de Díaz Ayuso, sus familiares y conocidos o los fallecidos durante la pandemia en las residencias de mayores que por cierto eran responsabilidad entonces de Pablo Iglesias) pero achacan la fábrica de fango a quienes les molestan con indagaciones sobre sus procedimientos irregulares, etc, etc…

Después del punto y aparte escenificado por el presidente, están en el punto de mira del Santo Oficio progre los periodistas antigubernamentales o sencillamente independientes, porque los mamelucos detestan a los independientes y adoran a los independentistas (un buen análisis de cómo la desaparición del periodismo que sirve de contrapoder degrada la democracia puede leerse en La muerte del periodismo, ed. Deusto, de Teodoro León Gross).

Y naturalmente quieren meter en cintura a los jueces, sobre todo si condenan sus abusos en lugar de buscarles acomodo pseudolegal. En los tiempos en que frecuentaba ambientes izquierdistas, no hacía más que oír lo de «a los jueces no los ha elegido nadie» (yo pensaba «tampoco a los ciudadanos»), ahora se les acosa con nombres y apellidos en el Parlamento o les montan escraches turbas de acémilas golpistas.

En cuanto a los separatistas, bien gracias y el castellano cada vez más perseguido por facha. Ése es el nuevo plan…

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Vídeos

Carlos Cuesta: El caso Pegasus y la investigación a Begoña Gómez acorralan a Pedro Sánchez. 010524

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Música de Diana.

«I’m Still in Love with You» [2002]es un tema del artista jamaicano Sean Paul para su segundo álbum de estudio, Dutty Roc. Cuenta con la voz de  Sasha. Vía Diana Lobos, 010524.

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Humor
La viñeta de Caín: 1 de mayo de 2024
Felipe Hernández Cava ‘Caín’, España, 1953’y Federico del
V Barrio (ilustrador, España, 1957), en la Razón

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Adios mi querida Victoria Prego…¿Volverá una nueva Margarita Landi…?

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  • El Caso y Margarita Landi

El Caso fue un semanario español especializado en noticias de sucesos, que se editó en Madrid entre 1952 y 1997. A lo largo de sus cuarenta y cinco años de existencia la publicación tuvo una gran acogida.

[Wiki]​

Historia

La publicación fue fundada el 11 de mayo de 1952 por Eugenio Suárez Gómez, periodista del diario Madrid. El primer ejemplar salió a la calle a un precio de 2 pesetas, con una difusión de poco más de 10 000 ejemplares hasta progresivamente ir abarcando una tirada continua de más de 100 000 ejemplares. Se convirtió en el principal semanario de sucesos de la España de posguerra. Conocido popularmente como «el periódico de las porteras», los sucesos de la década de 1950 —como el crimen de Jarabo—hicieron aumentar la difusión hasta casi medio millón de ejemplares que agotaron la tirada del periódico. Continuó editándose hasta 1997,​ siendo su último director el periodista José Manuel Bretones Martínez.

Su último número publicado es del 24 de septiembre de 1997.

Margarita Landi

Encarnación Margarita Isabel Verdugo Díez, conocida popularmente como Margarita Landi (Madrid, 19 de noviembre de 1918 – AlbandiCarreñoPrincipado de Asturias, 6 de febrero de 2004) fue una periodista española.

Trayectoria profesional

Fue una de las primeras mujeres que se especializó en un género periodístico, como es el de los sucesos, tradicionalmente reservado a los hombres. Su diplomatura en criminología la ayudó a sobresalir con brillantez en este campo.

Viuda a los 29 años, su trayectoria profesional se inició poco después. Tras la guerra civil española, trabajó en la revista de la Sección Femenina El Ventanal, entre 1947 y 1948. De ahí pasó a La Moda de España (1948-1954), como cronista de alta costura y sociedad, colaborando también en el diario Informaciones y en la revista Esfera Mundial.

En 1953 se incorpora al diario El Caso, fundado un año antes por Eugenio Suárez, en el que permanece 27 años. Fue a partir de ese momento cuando comenzó a cultivar la imagen por la que era conocida: Una rubia sofisticada y reflexiva, fumadora de pipa.

Disfrutaba de unas excelentes relaciones con los servicios policiales, lo que le permitía acceder a informaciones detalladas sobre los casos más impactantes para los ciudadanos.

Antes de la desaparición de El Caso en 1987, lo abandona para colaborar, desde noviembre de 1980, en la revista Interviú, y a partir de 1988 dio el salto a la televisión, con apariciones esporádicas en programas de Televisión española como La palmera (1991), Código uno (1993-1994) y Así son las cosas (2000-2002). También dirigió y presentó su propio programa en TelemadridMis crímenes favoritos (1992).

Entre sus libros, se pueden destacar: Cosas de la vidaUna mujer junto al crimenCrímenes sin castigo, Crímenes inolvidables, Puerta del Sol, 2.30Crónica sangrienta y Memorias. 35 años de crimen en España.

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  • Así no, presidente

«Desacreditar las instituciones y calificar al adversario político de enemigo revela una tentación autocrática y caudillista incompatible con un Estado de derecho»

Editorial The Objective, 020524

l presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha emprendido este lunes una nueva huida hacia delante de consecuencias imprevisibles para nuestra democracia lanzando una ofensiva intimidatoria contra la autonomía de los jueces y la independencia de los medios de comunicación.

Tras sumir en la incertidumbre y el desconcierto durante cinco días a los españoles, compareció en el Palacio de la Moncloa para dar un discurso sin preguntas y presentarse de nuevo como víctima, él y su familia, del acoso de unas supuestas fuerzas oscuras de una «ola reaccionaria mundial que aspira a imponer su agenda regresiva mediante la difamación» y anunciar que seguía al frente del Gobierno para liderar la «limpieza y la regeneración pendiente».

En una entrevista en la televisión pública, concretó que ese «punto y aparte», como calificó su decisión de continuar al frente del Ejecutivo, consistirá en la próxima puesta en marcha de medidas legislativas para controlar a jueces y periodistas díscolos.

Resulta casi un sarcasmo que el presidente que más ha contribuido a la división de los españoles en la historia de nuestra democracia, que ha sacado a su propio partido del consenso de la Constitución de 1978, que defendió levantar «un muro contra la derecha extrema y la extrema derecha» en su discurso de investidura del pasado 16 de noviembre y cuyos inexplicables y constantes «cambios de posición», como ha llamado a lo que la oposición califica de simples mentiras, han confundido a la inmensa mayoría de ciudadanos, se queje ahora de un ambiente político tóxico y una polarización de la que él ha sido el principal responsable.

Esa supuesta «mayoría social» que enarbola Sánchez no puede ocultar la debilidad de su mayoría parlamentaria, que le ha impedido aprobar los Presupuestos de este año y paraliza la acción legislativa de su Gobierno ante el chantaje inadmisible y permanente de sus aliados, debilidad que le llevó en días pasados a, saltándose las instituciones, apelar a las masas, exigiendo la adhesión a su persona, líder único, encarnación exclusiva de la izquierda y última garantía de la democracia y el progreso.

La movilización organizada durante sus cinco días de «reflexión» resultó un fiasco, apenas unos miles de partidarios acarreados en las calles de Madrid, y la catarsis a la que sometió a los españoles tras su insólita y caprichosa decisión de abandonar provisionalmente sus responsabilidades, ha devenido en farsa. En una democracia liberal, el jefe del Ejecutivo está obligado a rendir cuentas, la función de la oposición y de la prensa independiente es controlar la acción del Ejecutivo y el papel de los tribunales es dirimir si el Gobierno ha infringido la ley. La política no puede convertirse en un mero espectáculo de propaganda ni la democracia en un puro juego de aritmética.

Está en su derecho de querellarse ante los tribunales por cuanta difamación o calumnia encuentre en lo que considere bulos y tiene el privilegio de dar explicaciones detalladas en el Parlamento, pero no a situarse por encima de la ley ni blindarse ante toda crítica o discrepancia. Desacreditar las instituciones y calificar al adversario político de enemigo sólo revela una tentación autocrática y caudillista absolutamente incompatible con nuestro Estado de derecho.

Generar estados de histeria colectiva, fomentar el odio y la división entre los ciudadanos, provocar el enfrentamiento entre las propias instituciones o ponerlas a su servicio y desunir a la nación no es lo que España necesita. Si de verdad le preocupa la degradación del debate público y la polarización a la que hemos llegado, debería aprovechar ese «punto y aparte» para empezar a trabajar por la reconciliación de los españoles y no buscar culpables donde no los hay.

THE OBJECTIVE, como periódico independiente y plural, seguirá como hasta ahora, informando de aquello que el poder, cualquier poder, no quiere que se sepa. Somos periodistas. Cumplimos con la función social de la prensa como contrapoder, lo que no es un capricho ni una postura, sino un deber en favor de la libertad que en una democracia digna de tal nombre no tiene más límite que el Código Penal. Y siempre lo haremos dentro del marco que establece nuestra Constitución y contribuyendo en la medida de nuestras fuerzas a la convivencia pacífica de los españoles.F

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

 

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Se nos ha muerto Victoria Prego

Santiago González en su blog, 010524

Se llamaba Victoria Prego de Oliver y Tolivar y se nos ha muerto de cáncer a los 75 años. La admiraba y la quería a partes iguales y he seguido con angustia la evolución de su enfermedad desde que recayó cuando creíamos que la había superado.

Ella retrató como nadie la transición española. Al irse nos ha dejado un desamparo frente a quienes estaban en las antípodas, en sentido democrático y en criterio ético. Mi más sentido pésame a su marido, Elías Andrés y a sus dos hijos.

La vamos a echar de menos. Era irrepetible. Como decía esta mañana Casimiro García Abadillo, su compañero de tantos años en El Mundo y en su última aventura periodística en El Independiente:Nadie nos podrá quitar el privilegio de haberla conocido, de haberla tratado. Descansa en paz, querida amiga.

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Yo lo vi y así ocurrió

Actualizado 

Poco después de llegar al periódico, en junio de 2006, fui a Gerona a participar en un acto convocado por Ciudadanos contra el nuevo Estatuto de Cataluña impulsado por Pasqual Maragall. Victoria Prego estaba allí y escribió esta crónica.

Fue muy importante que lo hiciera. En aquella época las peores terminales de la prensa catalana, es decir, La Vanguardia o la edición local del diario El País siempre se referían a las agresiones o incidentes contra miembros de Ciudadanos con frase tipo: «Según miembros de Cs, fueron agredidos…»

Es decir, que una agresión se había convertido en algo puramente subjetivo. De ahí que la antológica crónica de Victoria Prego —«Yo lo vi. Y así ocurrió»— fuera decisiva para probar que la agresión existió. P

ero si hoy que su autora ha muerto, acudo a rescatarla, no es por la anécdota, sino por la categoría. Porque las seis palabras definen la grandeza de su carrera periodística.

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Victoria Prego, in memoriam

Casimiro García-Abadillo en El Independiente, 010524

Cuando uno piensa en los periodistas que han marcado el último medio siglo de nuestra historia, instintivamente, nos vienen a la cabeza algunos nombres: Luís María AnsonJuan Luis CebriánPedro J. Ramírez y Victoria Prego.

Victoria ha sido la periodista que mejor ha contado la época que ha marcado ese medio siglo, la Transición. Lo hizo en un documental que marcó un hito, en varios libros y en sus artículos en diversos periódicos. Su voz es como su firma, irrepetible.

Ella, que tuvo la habilidad de hablar con todo el mundo para desentrañar por qué en España tras la muerte de Franco se dieron las circunstancias para establecer una democracia moderna, sólida y duradera, era una persona prototipo de ese nuevo pueblo que surgía de una larga dictadura pero que no quería mirar hacia atrás, que deseaba pensar en el futuro, que quiso enterrar el odio y la venganza.

“A mi, en los años 70, me decían que era de izquierdas. Ahora, me tildan de ser de derechas. Pero yo creo que pienso en lo básico lo mismo que pensaba hace cincuenta años”, me dijo en una ocasión cuando pergeñábamos la línea editorial de El Independiente. Probablemente, su evolución ha sido la misma que la de muchos de su generación. Sólo hay que pensar en lo que dicen ahora desde la izquierda sectaria de Felipe González o de Alfonso Guerra.

Victoria es un símbolo para toda esa España que quiere seguir mirando hacia el futuro y que no rebusca en la memoria para atizar al de enfrente. Eso era lo querían con la reconciliación líderes políticos tan poco sospechosos de coqueteo con el franquismo como Santiago Carrillo Marcelino Camacho.

Ahora, desde algunos sectores de la izquierda se quiere hacer una revisión de la Transición. Se argumenta que no fue tan modélica, que permitió que Franco muriera en la cama y sandeces por el estilo. Quieren, en definitiva, la revancha de lo que ocurrió entre 1936 y 1939. Son nostálgicos de la guerra civil. Huyamos de ellos como de la peste, porque viven de la resurrección del odio y han borrado de sus mentes el sufrimiento de una nación que se desangró en las trincheras y tardó cuatro décadas en recuperar la dignidad.

A Victoria, claro, le encantaba la política. Vivía con pasión todo lo que sucedía a su alrededor. Participaba en tertulias en radio y televisión, escribía,… Era feliz en la redacción. Le gustaba sentirse rodeada de gente, comentar en alto sus reflexiones, bromear con los compañeros, reírse de algunos líderes políticos.

Al contrario de algunos maestros endiosados, Victoria era asequible y amable con todo el mundo. No tenía ese sentimiento ridículo de creerse por encima de los demás o la mezquindad de los que opinan que una exclusiva es propiedad de uno. Lo compartía todo.

Claro que Victoria y yo éramos amigos, muy amigos, desde hace más de 25 años. Hemos vivido juntos momentos memorables, tanto en El Mundo como en El Independiente, periódico que ella me animó a crear y del que era una pieza clave. Hemos viajado, compartido largas cenas, discutido a veces. Nos hemos querido mucho.

Recuerdo su risa contagiosa, su fino humor nada histriónico, su capacidad para destrozar con una frase un discurso ampuloso y vacío.

No hay en lo que digo ni una gota de exageración, no me ciega la amistad y el cariño, aunque esto también estaría plenamente justificado. Era tal cual la estoy describiendo y los que la conocen de cerca saben que lo que digo es la pura verdad.

Tuvo la capacidad de granjearse el afecto de muchos periodistas de los medios más diversos, de izquierdas y de derechas. Era la persona menos sectaria que he conocido. Y menos pagada de sí misma. Cualquiera que vea su currículum, sus premios, su trayectoria en prensa radio y televisión comprobará que su nivel profesional está al alcance de muy pocos. Pero a ella no le importaba. Valoraba a la persona, más que al profesional.

Cuando yo todavía estaba empezando, allá por el golpe de Estado de 1981, ella era ya una estrella. En una televisión (TVE) que tenía audiencias de 12 o 13 millones de personas Victoria Prego era la joven profesional que hacía las mejores entrevistas, los mejores informativos.

Por eso, cuando la conocí, en un programa de debate que presentaba y dirigía, pensé que sería un sueño trabajar con ella. Por fin, ese sueño se hizo realidad en el año 2000, cuando se integró en El Mundo. Desde entonces, hemos vivido mano a mano lo que ha sucedido en España. No saben ustedes el honor que ha sido ese caminar juntos durante un cuarto de siglo.

No les voy a contar el dolor, el golpe que supone no tenerla conmigo. No. Prefiero que todos la recuerden con esa sonrisa que transmitía energía, optimismo. Este país acaba de perder a una gran persona y ese hueco difícilmente se llenará.

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Yo no me trago la ‘jugada maestra’: Pedro Sánchez está más débil que nunca

Cristian Campos en El Español, 020524

No, esta no ha sido una jugada maestra de Pedro Sánchez. Aquí hay algo más.

¿Qué apoyos tiene hoy Pedro Sánchez que no tuviera hace una semana? ¿Qué garantías de estabilidad parlamentaria que no tuviera hace un mes? ¿Qué nueva legitimidad democrática? ¿Dónde está la movilización social de la que presumía el presidente este lunes en La 1? ¿Qué nuevo relato ha logrado colar entre los españoles?

¿El relato de que la prensa le critica?

¿El bulo de que Alberto Núñez Feijóo quiere meter a su mujer en la cocina?

¿El relato de que, oh por Dios, los jueces insisten en aplicarles a él y a Begoña Gómez las mismas leyes que se aplican al resto de los españoles?

¿Qué ha ganado Sánchez tras estos cinco días de «reflexión»?

Sí, engañar a todo el mundo.

Pero ¿y qué más?

Es más. La respuesta a su escenificación, una vez desvelado el truco final, ha sido la indiferencia piadosa de la mayoría de los españoles.

Lean el artículo de este martes de Lorena G. Maldonado. Ahí está todo:

«Pedro Sánchez aún no ha interiorizado una cuestión antropológica elemental: la gente corriente no soporta que le hagan perder el tiempo».

Y Sánchez nos ha hecho perder cinco días de nuestra vida. Para nada.

***

Pedro Sánchez, sí, puede imponer una reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

O de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Puede crear tribunales deontológicos que se dediquen a fiscalizar y sancionar los presuntos bulos de «los digitales».

O inundar de publicidad institucional la SER y secar el grifo de los medios críticos.

Pero todo ello estaba en su mano hace una semana, con las mismas probabilidades de éxito y de fracaso que ahora. Nada ha cambiado.

Su teatro ha sido recibido entre los españoles como lo que era, un triple mortal innecesario que ha dejado a Sánchez en el mismo punto exacto en el que estaba el miércoles.

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Esta performance con pretensiones de solemnidad no le va a salir bien al presidente.

No le va a salir bien la utilización del rey como actor secundario de su melodrama.

Ni la de su mujer Begoña Gómez como carnaza arrojada a los leones de la prensa internacional y de los jueces españoles en un ejercicio de masculinidad tóxica.

[Si ella ha sido cómplice, en breve comprobará que no existen viajes gratis en el Titanic del poder y que la estación final de todos ellos es siempre el iceberg. Si no lo sabía, y se ha visto arrastrada por la ola de fango generada por la máquina de su marido, lo siento por ella, pero el resultado será el mismo que en el primer caso].

Tampoco le saldrá bien a Sánchez la instrumentalización del PSOE, al que dejó que se incinerara en la hoguera del esperpento con una movilización de las Juventudes Socialistas del Pensionismo que casi no llenó ni una manzana de la calle Ferraz.

Ni su crueldad con María Jesús Montero, a la que convenció de que iba a ser su sucesora (¡la primera presidenta de la democracia!) y de la que ahora sólo recordamos sus gritos de «¡Vamos Pedro!». Gritos que en realidad eran un «¡Vamos María Jesús!» de pánico por la herencia de un Gobierno sojuzgado por sus socios y de un partido inexistente y que hoy cabe en un taxi.

Sí puede que le salga gratis a Sánchez su instrumentalización de ese Hogar del Rentista que es el cine español, anclado todavía hoy en unos clichés ideológicos del siglo XIX que resultarían cómicos si no fueran encima cursis y por tanto inaguantables. ¿Pero a quién le importan ya Marisa Paredes, el Bardem sin éxito y Pedro Almodóvar?

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De ese ridículo colectivo, el de Sánchez y el de los que se suponía que eran los suyos, no se vuelve intacto. Sánchez nos engañó a todos, sí. Pero sólo unos pocos le creyeron. Los que sufren una dependencia patológica o financiera de él.

No hay más opciones que esas dos.

Así que la pregunta interesante, lo repito, una vez desvelado que todo era la farsa de alguien al que nunca se volverá a analizar desde la política, sino desde la psicología, es qué pretendía Sánchez. Qué puede hacer ahora que no pudiera hacer hace una semana.

Y la respuesta es «nada».

Porque el motivo no era político.

Por eso el presidente ha sido incapaz de concretar en qué consistirá su «punto y aparte» más allá de cuatro generalidades sacadas del manual autocrático de sus socios de Sumar, Podemos, EH Bildu y ERC. Leña al mono con toga y censura gubernamental para un par de estafadores marginales e irrelevantes de la industria del bulo.

Eso es todo.

Olvida además Sánchez que a la prensa no se la compra para que hable bien de uno, sino para que no hable mal. Pero ese es otro tema.

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Cuestión aparte es el renacimiento del viejo caudillismo español. El de los Jesús GilJordi Pujol y Juan Manuel Sánchez Gordillo. Esa pulsión autoritaria que anida en el alma de súbdito de una buena parte de los españoles.

Pero el votante socialista ya era público cautivo antes de la performance de Sánchez.

Así que ni la posible reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que le permitiría a Sánchez escoger a dedo y sin mayoría cualificada a los jueces que más le convengan (como por cierto pretendían los golpistas catalanes en octubre de 2017).

Ni la de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la verdadera clave de sus problemas.

Ni la posible creación de tribunales de «ética y deontología periodística», en realidad organismos de censura que ya les aviso yo que me pasaré por las narices a diario y con tirabuzones de regodeo (añadiendo a mi trabajo un incentivo más, el del placer de lo prohibido).

Nada de eso, digo, conseguirá ninguno de sus objetivos más allá del espasmo de pavor inicial, que se deshará en pocos días como un azucarillo de autoritarismo.

Porque si algo ha quedado claro tras este fin de semana es que el sanchismo no existe.

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Si algo ha quedado claro es que el sanchismo son hoy sólo dos docenas de periodistas y sindicalistas, cuatro actores jubilados y unos cuantos militantes emasculados de cualquier capacidad crítica. Que su representatividad real es nula.

Si algo ha quedado demostrado es que muy pocos votan a favor de Sánchez. Que la izquierda vota en contra de Vox.

Así que, ¿qué ha ganado Sánchez a cambio de dejar a la vista la endeblez de su proyecto, la aluminosis que carcome su sentido de la responsabilidad institucional, lo raquítico de unos apoyos que se reducen a aquellos a los que ha podido comprar con un cargo o con un salario público a costa del resto de los españoles?

Nada. El sanchismo es sólo relato. Propaganda. Y ahora, impostada afectación victimista. Sánchez ha disparado la última bala de credibilidad que le quedaba.

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Dejo la puerta abierta a la posibilidad de que esté equivocado. A la posibilidad de que sí exista un plan político.

Quizá lo que pretenda Sánchez sea un procés a la medida. Puede ser.

Quizá la instauración de un régimen con libertad de prensa limitada, una separación de poderes bajo control de un solo poder, y una oposición política amordazada.

Un procés, como dice Ferran Caballero en esta columna, que a diferencia del original tendría posibilidades de éxito. Y por lo tanto mucho más peligroso.

Pero lo dudo. Eso es tangencial al verdadero motivo por el que Sánchez se ha tomado cinco días de descanso tras los que ha emergido dubitativo, confuso, turbio, como si le hubiera pasado un camión por encima. Poco ha descansado Sánchez estos cinco días.

***

El guion con el que Sánchez ha justificado su «reflexión» ni siquiera es suyo. Ha copiado el de Cristina Kirchner en Argentina.

Primero, victimización. «Soy víctima de una persecución alimentada a fuerza de bulos, difamaciones y acusaciones sin pruebas».

Segundo, señalamiento de los enemigos: la prensa y los jueces. Tampoco ha sido original en esto.

Tercero, amenaza de renuncia para generar un movimiento de culto al líder. En este punto, el plan de Sánchez ha fracasado con estrépito.

Cuarto, anuncio de continuidad. Épica del resistencialismo. «Me quedo porque yo soy la democracia, y la democracia no dimite».

Quinto, anuncio de un régimen de libertades limitadas en beneficio de la democracia. «Si la democracia soy yo, todos los que me ataquen son antidemócratas y es por tanto no sólo justo, sino también necesario acabar con ellos«.

Punto por punto. No ha perdido ni un minuto en inventarse nada. Sánchez tenía otras cosas en la cabeza.

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Pero las costuras de su disfraz están ahí, a la vista de todos. Las ha recitado el presidente en sus tres comparecencias públicas de esta semana.

«Esto no es por mí, es por la democracia» (es por él).

«Si somos citados, mi mujer y yo acudiremos sin problemas a la comisión del Senado» (tiene miedo de que su mujer sea citada por el Senado).

«Si yo hubiera aparecido este lunes con un plan de regeneración democrática, la ciudadanía podría haberme atribuido una maniobra política» (no hay un plan porque nunca lo ha habido, lo improvisará sobre la marcha).

«Esto no es contra nadie, ni contra un poder, ni contra un medio de comunicación en concreto» (los villanos de su relato son hombres de paja).

***

Sánchez es hoy más peligroso que nunca, pero también está más débil que nunca. Su reacción es la de alguien acorralado. Y con su teatro de estos días lo único que ha conseguido es que los españoles vean el efecto de la kriptonita en su cuerpo.

Quizá nadie, aparte de él y de Begoña, sepa cuál es esa kriptonita. Pero lo que está claro es que le ha dejado el cuerpo molido.

A Feijóo se le ha abierto por tanto una ventana de oportunidad.

Sánchez ha doblado la apuesta como el mal general desesperado que lanza a su guardia personal a la batalla final con la esperanza de que el enemigo se trague el farol y renuncie a asaltar la fortaleza. Pero a costa de quedar desprotegido.

Sánchez ha quemado sus últimas naves: la del control del Poder Judicial y la del amordazamiento de la prensa libre. Es un todo o nada de manual. Por eso ha pasado de amenazar con irse a anunciar que se quedará siete años más… como mínimo.

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Una nueva y peligrosa huida hacia delante
Sean Mackaoui [Suiza, 1969]

Una nueva y peligrosa huida hacia delante

Una democracia no se refuerza erosionando los contrapoderes, ni apoyándose en mecanismos plebiscitarios, ni exigiendo que no se publiquen o se investiguen cuestiones que incomodan al presidente del Gobierno

David Jiménez Torres en El Mundo, 300424

¿Qué ha pasado estos días por la cabeza de Pedro Sánchez? Lo cierto es que, aunque resulte tentador, no tiene sentido dedicar mucho tiempo o esfuerzo a aclarar este asunto. Se entiende que lo inusual de su comportamiento, y el enfoque que él mismo ha querido darle, anima a especular sobre sus motivos, su estrategia, su personalidad, su vida interior, etc.

Sin embargo, esto implica entrar en un terreno pantanoso e inverificable, en el que resulta difícil no verse contaminado tanto por los mensajes del Gobierno y la oposición como por la imagen previa que ya tuviéramos del presidente. Además, no debemos perder de vista el motivo por el que hablamos sobre Sánchez: el presidente no es relevante por sí mismo, sino por la función que ejerce en nuestro sistema y por su influjo sobre nuestra sociedad.

Resulta mucho más necesario preguntarnos por el efecto que han tenido o tendrán sus acciones sobre nuestro país. Ahí pisamos terreno más firme y más relevante. Ahí, además, encontramos muchos motivos para la preocupación.

En primer lugar, la carta del miércoles, las exhibiciones de apoyo del fin de semana y la comparecencia de este lunes han creado un marco netamente populista. Se identifica al líder con la democracia y se ubica en la anti-democracia -y hasta en el golpismo– a quienes se comportan de una manera que él considera inaceptable.

Se profundiza, irónicamente, en la deshumanización del adversario que tanto lamenta el Ejecutivo: el presidente estaría combatiendo a una «jauría ultra» (Bolaños), a «los malos» (Morant), a una «galaxia digital ultraderechista» (Sánchez).

De forma igualmente irónica, se profundiza en la deslegitimación que lleva años denunciando el Gobierno: las investigaciones sobre la actividad profesional de Begoña Gómez no obedecerían al interés periodístico ni a la voluntad de esclarecer posibles acciones punibles, sino que responderían a intereses espurios, a un contubernio que busca revocar la voluntad de los ciudadanos y truncar las medidas que mejoran su calidad de vida. Enemigos del pueblo, en suma.

También se anima a los afines a manifestarse en las calles y se esgrime el veredicto de una presunta «mayoría social» cuya opinión estaría por encima de la libertad de prensa y del marco de actuación de la justicia. Asombrosa manera de luchar contra la deshumanización, la deslegitimación o el desbordamiento de los cauces habituales del sistema; y extraordinaria refutación de la imagen de líder europeo que el presidente desea proyectar. Para importar el peronismo a España no hacía falta saber inglés.

En segundo lugar, la comparecencia de Sánchez sugiere que este marco populista no actuará solamente en el contexto electoral. Es decir, no servirá únicamente para movilizar a sus partidarios ante las elecciones catalanas y las europeas. El «punto y aparte» que anuncia Sánchez, la consigna de «mostrar al mundo cómo se defiende la democracia», indica que el marco populista podría usarse para legitimar acciones dirigidas contra el poder judicial, los medios de comunicación o la propia oposición.

Es posible que todo quede en pirotecnia verbal: el sanchismo ha sido fértil en sobreactuaciones que acabaron en nada. Sin embargo, medidas como rebajar las mayorías necesarias para renovar el CGPJ o restringir ciertos aspectos de la libertad de información serían, en realidad, profundamente coherentes con el discurso desplegado por Sánchez: si uno realmente cree que está en marcha un golpe contra la democracia, ¿no haría todo lo posible para detenerlo?

El problema, por supuesto, es que esa defensa de la democracia no es tal, sino más bien lo contrario. Una democracia no se refuerza erosionando los contrapoderes, ni apoyándose en mecanismos plebiscitarios, ni exigiendo que no se publiquen o se investiguen cuestiones que incomodan al presidente del Gobierno. Desde luego, tampoco se refuerza utilizando al CIS para que intente, con preguntas y muestras ridículamente sesgadas, dar cobertura a movimientos contra la prensa y contra los jueces.

En tercer lugar, Sánchez ha ahondado en una presunta excepcionalidad que nunca presagia nada bueno para la salud de una democracia liberal o para la convivencia entre los distintos. Esto, sin embargo, es lo que menos debería sorprendernos. Recordemos que esta legislatura ya nace de una medida profundamente excepcional, como es la amnistía a los socios del Gobierno.

Y recordemos que ahí también se han mezclado las apelaciones a sentimientos nobles -la reconciliación, la concordia, la normalización- con reivindicaciones del frentismo -había que construir un muro contra las derechas-. Tampoco entonces importó a los socialistas el efecto que sus acciones tendrían sobre el sistema ni sobre la convivencia en el conjunto de España. La amnistía ha supuesto, además, un aviso importante: un presidente capaz de aprobar algo así a cambio de una investidura es capaz de mucho por mantenerse en el poder.

Y quienes aceptaron ese cambio también mostraron que son capaces de transigir con mucho, y de hacer y decir cosas realmente extraordinarias, con tal de verle seguir en el poder. En este aspecto, no hemos aprendido nada nuevo en los últimos días.

Mención aparte merece el papel desempeñado por el PSOE en todo este episodio. Se ha comprobado tanto su absoluta entrega al líder como su completa irrelevancia para influir en las decisiones y los golpes de timón de su secretario general. Allá los socialistas con la idea que tienen de su partido; pero deberían ser conscientes de que una formación centenaria y sistémica no puede mostrarse, de la noche a la mañana, como una secta angustiada ante la posible marcha del gurú.

No es muy edificante que el partido que más tiempo ha gobernado España en democracia parezca convertirse en una mera gestora de autobuses para el Día de la Lealtad Popular. Uno piensa incluso que quienes ahora celebran la decisión de Sánchez de quedarse deberían ser los primeros en exigirle explicaciones por haber actuado al margen de la organización que le ha dado todo. Pero ha quedado claro que, por lo que respecta a Ferraz, no hay adultos en la sala. No hay contrapoder interno. El PSOE dirá y hará lo que Sánchez quiera que diga y haga.

¿Cómo reaccionará la sociedad española ante todo esto? Más allá de los ámbitos donde los mensajes gubernamentales se repiten con mayor o menor estridencia, conviene no perder de vista que Pedro Sánchez es un presidente impopular. Hace menos de un año, su partido perdió buena parte de su poder municipal y autonómico; el PP gobierna ahora en once comunidades autónomas, mientras que el PSOE gobierna únicamente en tres.

Y hace nueve meses, Sánchez quedó segundo en votos y en escaños en las elecciones generales. Solo la concesión de la amnistía garantizó su permanencia en el poder, y esto ha profundizado necesariamente en su impopularidad: por algo no se atrevió Sánchez a llevar esa medida en el programa, ni a someterla a una suerte de referéndum mediante la convocatoria de nuevas elecciones.

Tampoco es muy probable que lo ocurrido en los últimos días convierta en admiradores del presidente a quienes ya le habían dado la espalda. Si acaso, quienes ya veían a Sánchez como un mentiroso, un manipulador y un aventurero sin escrúpulos se habrán visto confirmados en esa opinión. La realidad es terca: por mucho que el oficialismo hable de una «mayoría social», la base de apoyo a Sánchez es muy endeble.

Y, de la misma manera que supone un disparate colocar fuera de «la democracia» a la mitad –cuanto menos– del país, también lo es intentar cambiar aspectos fundamentales del sistema desde una situación tan precaria. Claro que no sería el primer líder impopular que, precisamente por esto, se embarca en una peligrosa huida hacia delante. El último en hacerlo en España, hace solo unos meses, fue el propio Pedro Sánchez.

David Jiménez Torres es profesor de Historia en la Universidad Complutense de Madrid. Su último libro es La palabra ambigua. Los intelectuales en España (Taurus).


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JM Nieto [España, 1973]

La carta de Sánchez y la regeneración de la democracia

Muchos han visto en la carta de Sánchez su suicidio político. Uno de los significados de la palabra regenerar es mejorar y para mejorar la democracia española es prioritario defender el Estado de derecho, en sus medios y en su independencia

Se ha convertido en un lugar común la observación de Marx, a propósito de la afirmación de Hegel de que la historia siempre se repite, de que esta reiteración de los acontecimientos históricos primero se manifiesta como tragedia, pero después lo hace como farsa. La tragedia representa el sufrimiento humano, el dolor y la muerte propios de nuestra condición.

Pero la farsa atiende a lo cómico, lo ridículo y hasta denomina a una compañía de comediantes. Marx buscaba así señalar que el autogolpe de Estado realizado por Luis Napoleón Bonaparte el 2 de diciembre de 1851 no debía leerse al trasluz de la figura de su célebre tío, el primer Napoleón Bonaparte, porque lo que en el corso señalaba cierta grandeza, la tragedia; en el sobrino brillaba por su mediocridad, la farsa.

La circunstancia que motivó la reflexión de Marx era que las críticas de Victor Hugo y de Pierre-Joseph Proudhon al golpe del sobrino de Napoleón nacían viciadas, porque al centrarse en la ambición del personaje y en su falta de escrúpulos para conculcar la legalidad, lo que hacían era engrandecer su figura de una manera injustificada y desmedida. Para Marx, lo importante era hacer ver cómo «las circunstancias y las condiciones (…) permitieron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe».

Maquiavelo denominaba a las circunstancias en las que opera la acción humana Fortuna y sostenía que ésta nos puede ser adversa o favorable. Para el florentino la virtud del político no refiere a su moral, ni tampoco a su patriotismo, su devoción al bien común, sino a la astucia que le permite alcanzar el poder y conservarlo frente a las circunstancias. La lucha entre Virtud y Fortuna es un tema favorito del Renacimiento sobre el que hay mucha iconografía.

Muchos han seguido la recomendación de Maquiavelo de que la audacia, el llevar la iniciativa frente a las condiciones adversas, es un instrumento de la virtud puesto que, al ser la Fortuna voluble y débil, permite sojuzgarla y vencerla. Pero Maquiavelo no es un apologeta de la audacia para toda circunstancia.

Es más, no compartiendo el florentino el fatalismo del cristiano, que lo fía todo a la providencia; tampoco es un creyente de la voluntad omnipotente, que hace al hombre dueño absoluto de su destino. Maquiavelo, más prudente, concede que en nuestras acciones triunfa nuestra voluntad, a lo sumo, la mitad de las veces, porque, a la postre, las condiciones que no controlamos son las circunstancias en las que nos desenvolvemos.

Por ello, para Maquiavelo era tan inepto el político que no estudiaba la materia sobre la que fundar su toma del poder y su manera de conservarlo, como el gobernante que confundía su suerte con su virtud y pensaba que duraría siempre. El político vanidoso es el que encumbrado por las circunstancias propicias lo atribuye a su propio mérito, de modo que piensa que la Fortuna le será siempre favorable. Pero, como acabo de señalar, la Fortuna es voluble y la audacia encuentra su límite en el político vanidoso cuando ésta se le vuelve adversa.

El 24 de agosto de 1954, Getulio Vargas, presidente de Brasil, se sentía abandonado por la Fortuna. Había contra él un ambiente de hostilidad generalizado y de alguna manera se le acusaba de haber hostigado a la oposición hasta el punto de responsabilizarle del intento de su eliminación física.

Conminado por los militares a dimitir como medio de pacificar el país, decidió antes suicidarse, dejando una interesantísima carta que era una despedida, pero, sobre todo, un hasta siempre, que convertirían a este documento en uno de los textos sagrados del populismo.

Comenzaba Vargas su carta señalando que nuevamente las fuerzas y los intereses contrarios al pueblo se habían coordinado para lanzarse sobre él y lo enunciaba así: «No me acusan, me insultan; no me combaten, me calumnian y no me dan derecho a la defensa. Necesitan sofocar mi voz e impedir mi acción, para que no continúe defendiendo, como siempre defendí, al pueblo y principalmente a los humildes».

Después venía una larga enumeración de todo lo logrado en favor del pueblo brasileño, desde la creación de grandes empresas estatales como Petrobrás, a la mejora del salario mínimo, para concluir con estas emotivas palabras: «He luchado mes a mes, día a día, hora a hora, resistiendo una presión constante, incesante, soportándolo todo en silencio, olvidándolo todo, renunciando a mí mismo para defender al pueblo que ahora se queda desamparado.

Nada más os puedo dar a no ser mi propia sangre (…) Escojo este medio para estar siempre a vuestro lado (…). Mi sacrificio os mantendrá unidos y mi nombre será vuestra bandera de lucha. Cada gota de mi sangre será una llama inmortal en vuestra conciencia y mantendrá el toque sagrado para la resistencia. Al odio respondo con perdón». Su muerte, de un disparo en la soledad de su despacho, y esta carta produjeron una oleada inédita de emoción que aún se siente en la sociedad brasileña. Vargas murió para vivir siempre entre los brasileños.

El actual presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, publicó en las redes sociales una carta dirigida a la «ciudadanía», a las siete de la tarde del 24 de abril de 2024 que justificaba en «la gravedad de los ataques» que estaba recibiendo él mismo y su mujer; y que enmarcaba en una «operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire» para intentar hacerle «desfallecer en lo político y en lo personal atacando a [su] esposa».

La campaña, nos decía, lleva ejecutándose desde hace años instigada por los partidos de la oposición y con la ayuda de medios de comunicación y de la judicatura. Por ello anunciaba su reclusión en la privacidad más absoluta para tomarse cinco días de reflexión con el propósito de madurar la decisión de dimitir o no de sus responsabilidades políticas.

Durante este tiempo, vivido con desconcierto y orfandad por el PSOE, sus correligionarios fletaron autobuses para personarse frente a la sede del partido e improvisaron una manifestación con el propósito de pedirle que no renunciara. Concluido el plazo, ayer, comunicó desde La Moncloa que había escuchado la voz del pueblo y que seguiría, pero no para nada personal, sino para regenerar la democracia española. Muchos han visto en la carta de Sánchez su suicidio político.

Uno de los significados de la palabra regenerar es mejorar y para mejorar la democracia española es prioritario defender el Estado de derecho, en sus medios y en su independencia. También se puede mejorar la democracia protegiendo y alentando el ejercicio de una opinión pública libre, no sujeta a amenazas ni chantajes.

Por último, la buena educación en política se predica con el ejemplo y regenerar también significa hacer que «alguien abandone una conducta y unos hábitos reprobables». En este sentido sería oportuno, por ejemplo, permitir preguntas en las ruedas de prensa, contestar a las interpelaciones de la oposición en las sesiones de control del Parlamento y utilizar un lenguaje respetuoso con la oposición.

La democracia no puede convertirse en una farsa apelando a su mejora.

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ilustración sánchez presidente
Lu Tolstova [Rusia]

La carta

No distingue entre la verdad o la mentira. Si las más de las veces sus embustes le favorecen y las menos le perjudican, estaríamos ante un caso clínico que debería tratar un psiquiatra y no un periodista, ni siquiera un simple votante

Ramón Pi en El Debate, 010524

El presidente del Gobierno hizo saber, por medio de una carta abierta, que en vista de que un juez ha decidido investigar a su mujer, él se plantea si «vale la pena» el seguir ocupando el cargo, como si el abandono de la Presidencia hiciera volver al juez de su decisión, o sea, como si el juez se comportase como él imagina que se comportan todos menos él, a golpe de impulsos sentimentales y no como el puro cumplimiento de la ley, o como resultado de un plan tercamente previsto para ser presidente del Gobierno.
Esto se escribe antes de que el inquilino de la Moncloa haya tomado su decisión, pero aunque se publicase despejada la incógnita, es cero el alcance que este escribidor otorga a lo que este presidente del Gobierno diga o deje de decir, porque el problema que tenemos los españoles con el que ocupa el palacio de la Moncloa no es que mienta siempre, es que no se sabe si lo que dice es verdad o mentira; ya se sabe: hasta un reloj estropeado da dos veces al día la hora exacta.
Normalmente lo que dice es mentira, pero a veces es verdad. No distingue entre la verdad o la mentira. Si las más de las veces sus embustes le favorecen y las menos le perjudican, estaríamos ante un caso clínico que debería tratar un psiquiatra y no un periodista, ni siquiera un simple votante; pero si siempre, o casi siempre, sus mentiras le favorecen es que hay muchas probabilidades de que estemos ante un sinvergüenza.
El presidente del Gobierno dice lo que en cada momento le conviene. Y llegado el momento electoral, si éste fuera el caso, votar a un sinvergüenza sería políticamente suicida (nótese la cautela con que escribo, dejando claro que me refiero a una hipótesis, por lo que me pueda ocurrir. A esto hemos llegado).
Al tener conocimiento de la carta presidencial me dije: si el presidente pensase en serio en dimitir, sencillamente dimitiría, como hizo don Estanislao Figueras, que tras decir a sus ministros «estic fins al collons de tots nosaltres», fue y dimitió.
O sea, que doña Begoña, en la hipótesis de la continuidad de su marido, deberá saber que ya no es la número uno, ni siquiera la número dos, sino la número tres, puesto que su marido hace depender su mantenimiento en el cargo por el amor de su mujer: el número uno sería el propio presidente, el número dos el pueblo español, y doña Begoña debería plantearse si le conviene ser el número tres.
A no ser que haya negocios que aconsejen dejar el amor a un lado; hay millones de matrimonios sin un átomo de amor, pero con una economía saneada.
Ahora bien, Felipe González sí que dimitió cuando trató de que el PSOE abandonase el marxismo. Pero muy pronto el país se dio cuenta de que era un truco para volver a los pocos meses, y además diciendo que no se abandonaba el marxismo sino el método marxista (aprovechaba que aún no existía la Wikipedia, que nos dice que el marxismo no es sino un método). Eso de irse para volver a veces sale bien, pero en otras ocasiones no sale tan bien, y de vez en cuando sale rematadamente mal.
De todo lo cual se infiere que no se puede tomar en serio lo que nos diga este político que actúa como un vendedor de peines, colocado en un sitio desde el que producir un daño enorme a la nación…, ¡por culpa de la nación!
A los redactores de la Constitución ni se les pasó por los magines que apareciera un político dispuesto a mentir a mansalva, que ganase una moción de censura gracias a pactar con los amigos de los terroristas, con los separatistas y con otras gentes a las que la Constitución les importa un comino, que los encontrase, y sobre todo, que un sector de la población lo votase en unas elecciones presuntamente libres (porque, ¿quién se fía de que este individuo no intente un pucherazo cuando en el Comité Federal del PSOE escondió una urna detrás de una mampara para falsificar una votación?
Alguien dijo que si un sinvergüenza te engaña una vez, la culpa es suya; pero si te engaña una segunda vez, entonces la culpa es tuya). Y una vez instalado en el palacio de la Moncloa, que durante los últimos años hubiera convertido este país en un candidato a la más negra ruina moral, y también económica.
Varias enseñanzas pueden extraerse de esta pesadilla: por un lado, además de revertir la ingente cantidad de disparates cometidos por este personaje y su Gobierno, no habrá más remedio que proteger la Constitución de los desvaríos de toda laya de psicópatas, sociópatas y aspirantes a reyezuelos absolutos.

Ramón Pi es periodista

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Ilustración Pedro Sánchez
Lu Tolstova [Rusia]

El amo y los siervos

La entrevista con el Rey era innecesaria, incluso no recomendable en un planteamiento atípico y alejado de la norma. Se trata, como ha anunciado Sánchez, de darle la vuelta al fango

El ministro Puente derramó su habitual delicadeza al considerar a Sánchez «el puto amo» refiriéndose a la influencia de España en el mundo. Puente no es un ejemplo de finura verbal y tampoco es un expendedor de verdades.
Justo tras el fracaso de la gira de Sánchez por esos mundos tratando de recabar apoyos para un Estado Palestino, después de las explicaciones que nos pide la UE sobre el dudoso empleo de los fondos europeos, además de su inquietud por las libertades en España, y conociendo que la opinión norteamericana considera que nuestro presidente se escora hacia la autocracia, la chabacana afirmación de Puente resulta desencajada de la realidad. Y la última pirueta, la carta de Sánchez, ha tenido una repercusión internacional negativa para España.
Para escribir estas líneas he esperado a que Sánchez deshojase la margarita como un personaje de Pérez Lugín en La casa de la Troya: «la quiero, no la quiero…» El puto amo, Puente dixit, quiere a Begoña, y mucho. Tanto que debe quedar al margen de cualquier investigación judicial y, supongo, de las inspecciones de Hacienda, de las multas de tráfico, de los deportes cinegéticos fuera de temporada, de la pesca en aguas prohibidas, etcétera.
Pero la esposa del presidente del Gobierno es una ciudadana más. No es inimputable, no está aforada. De cualquier manera, nada debe inquietar la tranquilidad del presidente. Pienso, y pensé desde el anuncio presidencial, que cuando alguien, y más con tales responsabilidades, se quiere ir se va y no monta un espectáculo entre bufo y cursi. Si lo anuncia es que no quiere irse. Esa escenificación tiene otros motivos más allá de Begoña que ya conoceremos en su totalidad o en parte. O no.
El único presidente del Gobierno que anunció su dimisión en directo fue Adolfo Suárez. Lo anunció y se fue. Sánchez ya acudió al victimismo cuando le empujaron fuera de la dirección del PSOE; recorrió España lamiéndose las heridas y regresó para triunfar. Puede creer que será siempre así y acaso tenga razón. Pero hay que reconocer, por muy partidario que se sea de Sánchez, que ha habido antecesores suyos que han sudado tinta y no han tirado por la calle de en medio.
En el traspaso de Suárez a Calvo Sotelo les dieron un golpe de estado a la antigua usanza. A Aznar, siendo jefe de la oposición y camino de ganar las elecciones, ETA le hizo estallar una bomba que no le mato por el blindaje de su vehículo. Las sedes del PP fueron cercadas y carteles con fotos de sus parlamentarios paseados por Madrid. A Rajoy un exaltado le dio un puñetazo, y se utilizó una sentencia falseada para montarle una falaz moción de censura; el TS lo aclararía en sentencia posterior. Nunca se llegó a la memez y al ridículo de Sánchez.
Comprendo el disgusto del presidente ante el hecho de que un juzgado abra diligencias sobre actividades supuestamente delictivas de su esposa, pero es un tema menor. En este caso ese inicio judicial lo fácil es que no llegue a nada. Sánchez ha movilizado la calle que es lo que se buscaba. Las entrevistas a participantes en la concentración de Ferraz resultaron de chirigota. Se gritaba «No pasarán», eco guerracivilista históricamente poco afortunado porque pasaron.
Se gritaba «Ayuso a prisión» ¿Por qué? Y se proclamaban algunos deseos: la «aniquilación» de los medios de comunicación no afines y la persecución a los jueces «porque son el gobierno fascista», además de insultar y golpear al reportero que afrontó el riesgo de entrar en aquella manada de indocumentados que no sabían qué responder cuando eran preguntados por asuntos concretos de la actualidad y por lo que se gritaba allí.
El concepto de extrema derecha se ha ampliado desde que gobierna Sánchez y ahora acoge a los empresarios, los jueces, los abogados, los fiscales, los letrados parlamentarios (y las asociaciones de todos ellos) la Iglesia, los diplomáticos, la España rural de los tractores, los organismos que se han mostrado contrarios a los acuerdos con Junts y a la ley de Amnistía por creer que vulneran la separación de poderes, los auditores del Tribunal de Cuentas…
Todos ellos y muchos colectivos más son hoy, al parecer, la extrema derecha, la «jauría» para Bolaños. Los progresistas son los incondicionales, los amigos y los socios de Sánchez, aunque entre ellos cuente con históricos retrógrados como PNV y Junts. Y en el barullo Sánchez incluye a su esposa como víctima y su protegida contra «los bulo de la fachosfera». Cosa que Sánchez y su Gobierno no han tenido en cuenta cuando se trataba de familiares de sus adversarios políticos.
Sánchez acudió a Zarzuela para involucrar al Rey en su habilidosa planificación. La entrevista con el Rey era innecesaria, incluso no recomendable en un planteamiento atípico y alejado de la norma. Se trata, como ha anunciado Sánchez, de darle la vuelta al fango. Y ha confundido intencionadamente el feminismo –el trabajo de las mujeres de políticos– con la utilización del Estado en su beneficio, con el tráfico de influencias. Implicar al Rey es un paso más en el fango que Sánchez anuncia combatir con más fango pero de su cuerda.
Sánchez desea pasar de una democracia con contrapesos y controles de todo Estado de derecho a una autocracia de caudillaje indiscutido, movilizando a sus huestes partidistas, enfrentando a los españoles y volviendo al clima político de los años treinta del siglo pasado. Las dos Españas.
Para ello afrontará el control de los medios de comunicación, el amedrantamiento y la ocupación del Poder Judicial, y la desactivación de sectores sociales que pudieran resultar molestos; pienso en militares y policías. Ya empezó con la Guardia Civil en algunas regiones. De confirmase, la maniobra de Sánchez supondría un golpe a la democracia sin vuelta atrás. Pensemos en Venezuela. El puto amo no precisa ciudadanos sino siervos. Y ya anuncia que los tiene.
  • Juan Van-Halen es escritor, académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando

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Vídeos

 

feature=sharedutube=https://www.youtube.com/live/0Pg0u5WCOgY?feature=shared&w=400]

Ayuso, en el Pleno de la Asamblea de Madrid, un día después de la decisión de Sánchez. 290424

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Música de Diana.

«Sweat (A La La La La Song)» [1992], tema compuesto por Bernard «Touter» Harvey, Ian Lewis y Roger Lewis, e interpretado por Inner Circle,coorespondiente a su álbum homónimo [Sweat (A La La La La Long)]. Vía Diana Lobos, 01524.

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Humor
Riki Blanco 30/4/24
Riki Blanco [España, 1978]

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