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CÓDIGO CIVIL [pdf]
TÍTULO PRELIMINAR
De las normas jurídicas, su aplicación y eficacia
CAPÍTULO I
Fuentes del derecho

Artículo 1.
1. Las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios generales del derecho.
2. Carecerán de validez las disposiciones que contradigan otra de rango superior.
3. La costumbre sólo regirá en defecto de ley aplicable, siempre que no sea contraria a la moral o al orden público, y que resulte probada.
Los usos jurídicos que no sean meramente interpretativos de una declaración de voluntad, tendrán la consideración de costumbre.
4. Los principios generales del derecho se aplicarán en defecto de ley o costumbre, sin perjuicio de su carácter informador del ordenamiento jurídico.
5. Las normas jurídicas contenidas en los tratados internacionales no serán de aplicación directa en España en tanto no hayan pasado a formar parte del ordenamiento internomediante su publicación íntegra en el «Boletín Oficial del Estado».
6. La jurisprudencia complementará el ordenamiento jurídico con la doctrina que, demodo reiterado, establezca el Tribunal Supremo al interpretar y aplicar la ley, la costumbre y
los principios generales del derecho.
7. Los Jueces y Tribunales tienen el deber inexcusable de resolver en todo caso los
asuntos de que conozcan, ateniéndose al sistema de fuentes establecido.

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  • La Zarzuela sigue esperando la ley de amnistía para su sanción por el Rey

A media tarde de ayer fuentes próximas a la Casa del Rey aseguraban que el texto de la ley orgánica «para la normalización institucional, política y social en Cataluña» —la ley de Amnistía— aprobada el pasado día 30 por el Congreso de los Diputados que levantó el veto del Senado no se había traslado a la Zarzuela para la sanción y promulgación por el Rey.

A Felipe VI le corresponden esos trámites de perfeccionamiento legislativo previstos en el artículo 62 a) de la Constitución, que debe producirse en el plazo máximo de 15 días por mandato del artículo 91 de la Carta Magna. Según este precepto, «el Rey sancionará en el plazo de quince días las leyes aprobadas por las Cortes Generales, y las promulgará y ordenará su inmediata publicación».

El plazo constitucional computa solo los días hábiles, excluyendo los sábados, los domingos y los días de festividad oficial. De modo que la publicación de la amnistía podría demorarse hasta el 20 de junio. Ahora bien, una vez sea suscrita por el Rey, la Constitución ordena que la publicación sea «inmediata».

Todos los trámites previos a la remisión del texto al palacio de la Zarzuela, que corresponden al Ministerio de Relaciones con las Cortes, cuyo titular es Félix Bolaños, estaban ayer concluidos y la ley solo estaba pendiente de la firma del presidente del Gobierno que es el que refrenda al jefe del Estado, según aseguraron fuentes parlamentarias consultadas por El Confidencial.

El procedimiento, aunque parezca contradictorio, consiste en que primero firma el presidente del Gobierno, por deferencia con el Rey, y luego lo hace el jefe del Estado. Según estas mismas fuentes, «las galeradas de la ley están ya preparadas en la Agencia del Boletín Oficial del Estado». Ayer apareció publicada la ley en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, sección Congreso de los Diputados. Se trata de un mero trámite reglamentario que tiene carácter informativo. La oposición consideró esa publicación un «señuelo».

Los grupos parlamentarios de ERC y Junts no dudan de que «se trata de una maniobra dilatoria» porque Sánchez no quiere «que una victoria del soberanismo catalán impacte en la campaña electoral. La entrada en vigor de la amnistía desataría una agitación que no conviene a los intereses del PSOE».

El Gobierno ha sostenido reiteradamente que el plazo medio entre la aprobación y la publicación de una ley es de diez días. Sin embargo, basta comprobar cómo otras (la de reforma del Código Penal y las que modificaron dos veces la ley orgánica del Poder Judicial) entraron en vigor con mayor celeridad.

La demora en la sanción de la ley por el Rey nada tiene que ver con inventadas reticencias por parte de Felipe VI. En ningún momento se ha planteado la posibilidad de que el monarca aplazase o fuera renuente a cumplir con esos trámites constitucionales que son actos debidos para él, sin margen alguno para hacer cosa distinta a la que está prevista en la Constitución.

La agenda de Felipe VI está perfectamente disponible para la firma en cuanto sea remitida la ley con la documentación que ya está preparada. «Todo está en manos del presidente del Gobierno y nada en las del Rey«, insisten las fuentes consultadas. Según dispone la propia ley, entrará en vigor el mismo día de su publicación, suprimiéndose así la vacatio legis de veinte días que establece el Código Civil cuando la propia norma no establezca lo contrario.

Fuentes próximas al partido de Carles Puigdemont sugieren que el expresidente de la Generalitat regresaría «de inmediato» una vez se publique la ley, pese a que «padezca» lo que denominan en su partido «problemas judiciales, porque la ley de amnistía estará en vigor, aunque no haya sido aplicada».

En ERC suponen que la publicación no se producirá hasta el próximo martes, una vez conocidos los resultados de las elecciones europeas y, sobre todo, después de que esté constituida el lunes día 10 de junio la Mesa del Parlament que tiene la llave para convocar la sesión de investidura.

Se están cumpliendo así las expectativas de los partidos independentistas que auguraban que el Gobierno «jugaría con los plazos» a su mejor conveniencia. En algunos círculos preocupa que pudiera suponerse que la Casa del Rey estuviese ralentizando el trámite y que se diese pie a una nueva embestida de los independentistas contra la Corona y contra Felipe VI.

«En la historia de las monarquías parlamentarias, con la salvedad del rey Balduino de Bélgica con la ley de aborto, no hay precedente de una negativa del rey a sancionar y promulgar una ley» aseguran tres constitucionalistas consultados por El Confidencial. Uno de ellos señala que este trámite de sanción y promulgación ha caído en “desuso” en las monarquías parlamentarias.

“Ni siquiera Alfonso XII y Alfonso XIII se negaron a sancionar ley alguna, aunque este último, sí algún decreto de nombramiento». Y añade que en el Reino Unido habría que remontarse al siglo XVIII para localizar una negativa real a sancionar una ley. «Por ahí no hay caso, como algunos quisieran” sentencia uno de los catedráticos consultados.

A media tarde de ayer fuentes próximas a la Casa del Rey aseguraban que el texto de la ley orgánica «para la normalización institucional, política y social en Cataluña» —la ley de Amnistía— aprobada el pasado día 30 por el Congreso de los Diputados que levantó el veto del Senado no se había traslado a la Zarzuela para la sanción y promulgación por el Rey.

A Felipe VI le corresponden esos trámites de perfeccionamiento legislativo previstos en el artículo 62 a) de la Constitución, que debe producirse en el plazo máximo de 15 días por mandato del artículo 91 de la Carta Magna. Según este precepto, «el Rey sancionará en el plazo de quince días las leyes aprobadas por las Cortes Generales, y las promulgará y ordenará su inmediata publicación».

El plazo constitucional computa solo los días hábiles, excluyendo los sábados, los domingos y los días de festividad oficial. De modo que la publicación de la amnistía podría demorarse hasta el 20 de junio. Ahora bien, una vez sea suscrita por el Rey, la Constitución ordena que la publicación sea «inmediata».

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  • Una juez abre diligencias contra el hermano de Sánchez por un delito de malversación

La Diputación de Badajoz aprobó por unanimidad la creación de una comisión de investigación sobre su actividad

Paula Huarte en The Objetive, 070624

na nueva causa judicial contra el círculo familiar de Pedro Sánchez estalla en plena campaña a dos días de las elecciones europeas. En medio de la polémica por la citación de Begoña Gómez como investigada, una juez abre ahora diligencias al hermano del presidente del Gobierno, David Sánchez, por un presunto delito de malversación, según informa El Debate.

La magistrada Beatriz Biedma, titular del Juzgado de instrucción número 3 de Badajoz, toma esta decisión tras una denuncia interpuesta por Manos Limpias, a propósito de una serie de informaciones que apuntan a que no teletrabaja desde Portugal para la Diputación de Badajoz a pesar de que tiene su residencia fiscal en ese país.

La Diputación de Badajoz aprobó por unanimidad recientemente la creación de una comisión de investigación sobre su actividad.

Aparte del hermano de Sánchez figura también en la causa el presidente de la diputación de Badajoz y secretario general del PSOE en Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, además del jefe de los departamentos Jurídico y de Recursos Humanos de la corporación, Alejandro José Cardenal.

El primero de ellos es el que facilitó su desembarco en la corporación en el año 2017 saltándose los trámites previstos, según informó THE OBJECTIVE.

La Diputación de Badajoz certificó recientemente que David Sánchez no teletrabaja desde Portugalcomo reveló en exclusiva este periódico a través de un documento firmado por Alejandro José Cardenal Guijarro, jefe de Servicio de Apoyo Jurídico e Inspección del Área de Recursos Humanos y Régimen Interior de la corporación, fechado el pasado 9 de abril.

El escrito rebate, como en su momento se defendió, que su traslado de residencia de la capital pacense a la localidad portuguesa de Elvas -donde se ha comprado una residencia ubicada en un antiguo palacete- se deba al carácter nómada de su empleo.

David Sánchez ocupa el cargo de director de la Oficina de Artes Escénicas de la entidad provincial y dispone de despacho propio, de modo que las críticas proceden de su escasa presencia física en las dependencias de la institución.

Ante estos hechos, el documento oficial al que tuvo acceso este diario constata una situación que despierta dudas en cuanto al régimen fiscal del que disfruta, ya que no declara en España por el hecho de vivir en el país vecino, a pesar de que su empleo no tiene las características de un trabajo híbrido o en remoto.

Bien es cierto, en todo caso, que la opción de teletrabajar no es una condición sine qua non para conseguir la residencia fiscal del Régimen de Residentes no Habituales en Portugal, que ahora el país luso pretende cambiar.

En medio de esta polémica, el presidente de la Diputación de Badajoz eludió la cuestión y afirmó recientemente que donde tribute David Sánchez Pérez no es de su «incumbencia». «Me parece que los políticos debemos estar expuestos a, lógicamente, el escrutinio y la transparencia máxima, pero dónde (cotice) uno de los más de 1.000 trabajadores que tiene la diputación, cotice en Portugal, cotice en España, no es de mi incumbencia», abundó a preguntas de los medios.

s Limpias

En la denuncia interpuesta por Manos Limpias, el sindicato atribuía a David Sánchez presuntos «delitos continuados contra la Hacienda Pública y contra la Seguridad Social por malversación y fraudes y exacciones ilegales» en relación con su cargo de Coordinador de Actividades de los Conservatorios de Música del Área de Cultura, Juventud y Bienestar Social.

El escrito, al que tuvo acceso THE OBJECTIVE, señalaba que David Azagra -nombre artístico del hermano de Sánchez- percibe «un sueldo público sin ir a trabajar».

En este sentido, Manos Limpias denunció que David Azagra ha dirigido la citada orquesta del Conservatorio Superior de Música de Badajoz en muy pocas ocasiones: «Es verdaderamente sorprendente que no la haya dirigido en otras ocasiones, dado el amplio calendario de eventos que publicitan», explicaba y añadía que «por el contrario, observamos que si hay otros directores que están ocupando su puesto».

Por otro lado, el sindicato también destacaba el hecho de que Víctor de Aldama, comisionista de la trama mascarillas, posea algunas empresas en Elvas (Portugal) y llamaba la atención sobre el hecho de que David Sánchez comenzase a residir en Portugal unos «meses antes de que la red de Víctor de Aldama constituyese las empresas pantalla en la localidad de Elvas».

Cambió, para ello, su residencia fiscal, que hasta ese momento la tenía en España. «Con esta mudanza fiscal al país luso el hermano de Sánchez ha conseguido ahorrarse el pago de impuestos IRPF y de Patrimonio».

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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El gran Camba
Patricia Bolinches

 

El gran camba

Los artículos de Camba que acaba de publicar Abelardo Linares fueron escritos en París en 1910 y son una delicia. Baste decir de ellos que no se ocupan ni de política ni de cultura, garantía de que no aburrirán

Andrés Trapiello en La Lectura, 060624

Acaba de aparecer (Renacimiento) un libro nuevo de Camba, París. Julio Camba solo escribió artículos de periódico. Valle Inclán (el segundo escritor ilustre de Villanueva de Arosa según Arcadi Espada) dijo que el periodismo «avillanaba» el estilo. ¿Es esto cierto?

En los escritores con estilo, probablemente. Ahora, en aquellos cuya norma fue la de no tener estilo, o no tenerlo demasiado visible, no. Basten unos pocos ejemplos egregios: Chaves Nogales, Pla, Cunqueiro, ¡Azorín! (él fue el primero en escribir corto y claro)…

No querría uno hacer ahora sangre con la frase del segundo gran manco de la literatura española, pero lo cierto es que, cien años después, igual se lee con más gusto y provecho a Camba que a Valle. Al menos en el ámbito de la lengua española (fuera de él me temo que no se le lee ni al uno ni al otro).

Los casi setenta artículos que componen este París son inéditos en libro y la mayor parte se escribieron y publicaron en 1910 en el diario monárquico El Mundo. Quedan inéditos de él más, muchos más, cientos. Estos los ha escogido Ricardo Álamo, que les ha puesto un excelente prólogo.

No es la primera vez, ni será la última, que Abelardo Linares (editor de Renacimiento) alquitara revistas y periódicos antiguos con resultados asombrosos. En unos meses conoceremos los casi treinta reportajes, algunos extensos y de lo mejor suyo (el de la rebelión del coronel Casado en marzo del 39, a partir de las informaciones del agregado de la embajada francesa), escritos por Chaves Nogales para Match durante los años que permaneció en París, antes de huir de los nazis, y también inéditos en libro.

Los escritores buscaban en el periodismo el pan que les negaban sus propias novelas, versos, ensayos. Y los periodistas… también. La profusión de revistas y periódicos era enorme en la primera mitad del siglo XX, y periodistas y escritores saltaban de una a otra publicación como segadores gallegos en pos del jornal.

La labor de ALinares está siendo no solo meritoria, solitaria y única (la Universidad española está a uvas desde tiempos inmemoriales, y en vez de emplear a sus tiernos zangolotinos en estas labores de rastreo y pesquisa, les ocupa en unas tesis doctorales en su mayor parte absurdas, ilegibles y perfectamente inútiles), sino imprescindible para conocer los contextos, es decir, aquellas otras noticias y reclamos publicitarios que rodean esos artículos.

Sin contexto el texto dice mucho menos (o para tirar de frase de JRJ conocida de todos: «En edición diferente los libros dicen cosa distinta»). La Tribuna, La Correspondencia, Madrid, España de Tánger, La Nueva España de San Sebastián, las montañas de periódicos y revistas hispanoamericanos de Méjico a Chile que recibieron las miles de colaboraciones de los exilados (Gómez de la Serna, Corpus Barga, Bergamín, Espina…) que están esperando, como el arpa de Bécquer, «del rincón en el ángulo oscuro» de las hemerotecas, almonedas, subastas y librerías de viejo la mano que las resucite y ponga de nuevo en circulación.

Como estos artículos de Camba, escritos por él en los dos años que pasó en París de corresponsal. ¿Y cómo son? Una delicia. Baste decir de ellos que no se ocupan ni de política ni de cultura, garantía de que no aburrirán. Nos recuerda Álamo que Camba (un solterón que vivió de hotel toda su vida) no tenía una biblioteca propia.

Se decía de él, incluso, que solo leía periódicos (y yo creo que tampoco muchos, si acaso aquel en el que publicaba lo suyo; lo digo porque sus artículos no están contaminados de realidad, más bien nos dan una realidad nueva, nacida de su mirada original, diferente a todas, hasta hacernos creer que naturalidad y facilidad son la misma cosa, y no: lo suyo es dificilísimo y requiere más trabajo que «el estilo»).

¿Anecdóticos? Por suerte. Hechos nimios (sobre el champán, la gallina en pepitoria o unos Corot falsos…). Y siempre ese humor finísimo que te hace leer sus artículos como se ven los breves episodios de Charlot, quiero decir, sin que se te despinte de la cara una sonrisa. Todos llevan, se me olvidaba decir, una gentil carga de profundidad.

La literatura española está hoy, pues, de enhorabuena: dispone de una nueva dosis de la vacuna contra la pedantería y la literaturitis.

«Los escritores buscaban en el periodismo el pan que les negaban sus propias novelas, versos, ensayos. Y los periodistas… también»

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La mujer del César
Sean Mackaoui [Suiza, 1969]

La mujer del César

El caso de Begoña Gómez evidencia todo lo que falla en España con relación a la integridad pública. Más allá del nivel penal, existen otras formas de responsabilidad con relevancia jurídica que deben regularse

Fernando Jiménez Sánchez, Germán M. Teruel Lozano El Mundo, 070624

La corrupción es uno de los fenómenos que más erosionan la confianza en las instituciones. Algo que debería preocupar especialmente en un país como el nuestro, en el que los políticos y los partidos suscitan en la ciudadanía uno de los mayores niveles de desconfianza comparado con los de nuestros vecinos europeos.

La prevención de la corrupción debe ser una prioridad en un Estado de Derecho y tiene un impacto económico notable. Un ámbito en el que no sólo importa que se cumplan los mínimos penales, sino en el que hasta las apariencias son relevantes. Nuestras administraciones y sus servidores no solo tienen que ser honrados, sino que deben parecerlo. Eso pasa por contar con sistemas eficaces de control y de prevención.

Por ello, el caso Begoña Gómez es especialmente significativo y evidencia todo lo que falla en nuestro país con relación a la ética y la integridad públicas.

En este sentido, de acuerdo con los estándares de integridad pública, es posible cuestionarse legítimamente hasta qué punto quien es esposa de un presidente del Gobierno puede desarrollar una actividad profesional a través de una cátedra universitaria, e incluso de una empresa constituida ad hoc, consistente en conseguir fondos para sus actividades privadas procedentes, principalmente, de empresas que mantienen relaciones con el Gobierno.

No estamos, por tanto, ante ese tipo de actividades benéficas que vemos en primeras damas (la mujer del presidente en España no lo es, pero sirva aquí la analogía).

A este respecto, el primer nivel de enjuiciamiento vendrá dado en sede penal. De hecho, como es por todos sabido por las filípicas presidenciales -que merecen un estudio específico como parte del género del populismo iliberal-, un juez de instrucción, en una decisión avalada por la Audiencia Provincial de Madrid recientemente, y la Fiscalía Europea están investigando los hechos por posibles delitos de tráfico de influencias y otros delitos relacionados con la corrupción.

Unas causas judiciales que tendrán sus tiempos (normalmente mucho más lentos de lo deseable) y, también, un ámbito limitado a lo que prescribe el Código Penal.

Y aquí está la clave: una democracia sana, según señalábamos, debe tener unos estándares de integridad pública mucho más altos que los que fija el Código Penal. La idea de corrupción se extiende a cualquier uso desviado de una posición pública para beneficio privado. Por ello, no podemos detener el análisis en este primer nivel penal.

Hay que superar la visión ínsita en nuestra cultura popular (y política) que reduce la idea de responsabilidad a la comisión de un delito. Existen otras formas de responsabilidad con relevancia jurídica, aunque a veces se las apode como exigencias «éticas», que pueden y deben regularse estableciendo un marco normativo para prevenir todo tipo de incompatibilidades y de conflictos de intereses, ya sean reales, potenciales o meramente aparentes.

Además, debemos insistir en que la eficacia real de estas exigencias presupone que existan unas estructuras institucionales de control que operen con autonomía e independencia del poder político.

Es en este segundo ámbito en el que nuestro país va muy retrasado. Incluso ha empeorado su situación durante los últimos años. De acuerdo con los datos sobre gobernanza del Banco Mundial, se aprecia un deterioro de la democracia española desde 2012 hasta 2022, especialmente, en indicadores clave como el control de la corrupción (del percentil 83,41 en 2012 hemos bajado hasta el 75,00 en 2022) o, en general, del Estado de Derecho (del percentil 83,10 al 77,36).

En sus informes sobre la situación del Estado de Derecho en España, la Comisión Europea viene subrayando durante los últimos años que se han producido algunos avances, como la aprobación en 2023 de un sistema de integridad de la Administración General del Estado, aunque quedan importantes tareas pendientes.

Así, Bruselas ha constatado que las normas sobre conflictos de interés de los altos cargos de la Administración no se aplican suficientemente y que tenemos pendientes de aprobación importantes proyectos legislativos, como la regulación de los lobbies o la financiación de partidos políticos.

La flamante Ley de protección de denunciantes, aprobada en 2023, en cumplimiento de las obligaciones europeas, también ha dejado bastante que desear, tanto por los déficits en su ámbito de aplicación como, sobre todo, por la designación de la autoridad «independiente» de protección del informante vinculada al Ministerio de Justicia.

Un problema que también se observa con la Oficina de Conflictos de Intereses, cuya dirección es nombrada por el Gobierno de turno. Al final, el que tiene que ser controlado nombra a su controlador. Y cuando surgen casos importantes en los que se van fijando los límites del comportamiento correcto, no hay nadie que se atreva a disgustar al gobernante correspondiente.

Tampoco debemos descuidar la traslación de este marco al ámbito autonómico. De hecho, debe preocupar especialmente la deriva que se está apreciando en algunas comunidades autónomas en las que se están desmantelando o tratando de neutralizar algunos de los mecanismos existentes.

Tras los pactos de gobierno PP-Vox, observamos cómo se viene dilapidando el trabajo de la Agencia Antifraude de la Comunidad Valenciana, que había sido destacada por la Comisión Europea en el Handbook of good practices in the fight against corruption de 2023.

Esta misma alianza ha propiciado este años la eliminación en Baleares de la Oficina de Prevención y Lucha contra la Corrupción; y, en Murcia, han decido no renovar la Cátedra de Buen Gobierno e Integridad Pública que mantenían el Gobierno y la Asamblea Regional con la Universidad de Murcia, de la que fuimos codirectores desde su origen en 2021.

Además, debe analizarse con detalle la reforma que estudia la Asamblea Regional de Murcia para sustituir el moribundo Consejo de Transparencia de la Región, que lleva años en situación de interinidad, por un Comisionado Especial de la Transparencia.

En Madrid, en 2023, camuflado entre medidas para la simplificación y mejora institucional, el Consejo de Transparencia y Participación Ciudadana ha pasado a depender del Gobierno, en lugar del Parlamento autonómico, y se han reducido sus poderes.

Todo lo cual nos da una idea de lo lejos que van quedando aquellos tímidos avances que, durante algunos años, se impulsaron en nuestro país cuando soplaron ciertos aires regeneracionistas. Ahora, la realidad política e institucional es, por desgracia, muy distinta.

Y los vientos de la artificiosa polarización orientan hacia un populismo iliberal en el que el control al poder político cotiza cada vez más a la baja. Se ha visto a la perfección con la reacción al caso Begoña Gómez: ante la revelación de unos hechos que muestran un claro conflicto de interés -en el mejor de los casos, aparente; y, en el peor, con relevancia incluso penal-, la respuesta es señalar a jueces y a la prensa sembrando desconfianza, blandir el mantra de la extrema derecha y, con esta excusa, no rendir la más mínima cuenta en sede parlamentaria.

Pues bien, la reacción en un país con una auténtica cultura de la integridad tendría que haber sido exactamente la contraria. Por ello, sirvan estas líneas para invitar a descubrir todo lo que necesitamos avanzar en materia de integridad pública y de lucha contra la corrupción.

Hay muchas puertas giratorias que tabicar, luces de transparencia que proyectar, mecanismos de control que diseñar y medidas de rendición de cuentas que aplicar para, en última instancia, neutralizar ese cabildeo que penetra en nuestras administraciones públicas y en los gobiernos, corroyendo su disposición a servir al interés general con objetividad.

Si lo conseguimos, lograremos insuflar una renovada confianza ciudadana en la política situada ahora, y con razón, en mínimos históricos.

Fernando Jiménez Sánchez es catedrático de Ciencias Políticas y ha sido experto del GRECO (Grupo de Estados contra la Corrupción) del Consejo de Europa, y Germán M. Teruel Lozano es profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Murcia (UMU). Ambos han sido codirectores de la Cátedra de Buen Gobierno e Integridad Pública de la UMU.

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Carteles electorales desplegados en La Haya, este miércoles.
Carteles electorales desplegados en La Haya, este miércoles.PIROSCHKA VAN DE WOUW (REUTERS)

Débiles elecciones en Europa

Los comicios del 9-J son un pronunciamiento de baja intensidad, una representación democrática sin programa y sin sustancia institucional

El Parlamento de una democracia es la expresión gozosa de la soberanía popular. Así lo entendió Elias Canetti en sus Apuntes, en Londres y en 1942, cuando el Reino Unido resistía a solas el imparable avance de Hitler en toda Europa, al anotar aquella fascinada observación:

“Siempre que los ingleses atraviesan un mal momento, me embarga un sentimiento de admiración por su Parlamento. Este es como un alma reluciente y sonora, un modelo representativo en el que, ante los ojos de todos, se desarrolla aquello que de otro modo permanecería secreto”.

Nuestra todavía joven democracia ha medrado y se ha engrandecido en torno a un potente poder legislativo que constituye la médula de nuestra política. Y habría que suponer que la trabajosa construcción de Europa, aquella en que los funcionalistas de Jean Monnet torcieron el brazo a los federalistas de Altiero Spinelli, debería pivotar sobre la vitalidad de la gran Cámara parlamentaria.

Elegida con la debida solemnidad, después de unas campañas y unos debates paneuropeos concebidos para orientar la entidad supranacional durante un quinquenio.

Pues bien: las elecciones europeas directas, que se implantaron en 1979 y que se reiterarán por décima vez este mes de junio, son un débil remedo electoral, un pronunciamiento de baja intensidad, una representación democrática sin programa y sin sustancia institucional.

Ante tan flagrante inanidad, podría decirse aquello de Brecht: “A falta de argumentos, nada como una buena escenificación”. Tenemos un gigantesco Parlamento, con dos inmensas sedes y 705 diputados (que pronto serán 720) que perciben elevados salarios y que realizan una tarea esotérica muy alejada de la función supranacional.

Hay una lista larga de razones que sustentan la tesis de la insuficiencia política de esta gran cámara.

En primer lugar, la estructura jurídico-política de la Unión Europea renquea tras el fracaso en 2004 del Tratado Constitucional firmado en Roma. Como se recordará, algunos países decidieron someter a referéndum aquel proyecto de Constitución europea; España fue el primero, y el sí prosperó con holgura, pero poco después lo rechazaban los electores de Francia y los Países Bajos, y la ambiciosa Carta Magna entró en un letal y definitivo “periodo de reflexión”.

El impasse se resolvió mediante la aprobación en 2007 del Tratado de Lisboa, que reformaba los Tratados fundacionales de Roma (1957) y Maastricht (1992). Lisboa otorgó mayor peso al Parlamento Europeo mediante la extensión del procedimiento de decisión conjunta con el Consejo de la UE.

Pero, en suma, el Europarlamento ha de subordinarse a una bicameralidad de facto. Designa al presidente del Ejecutivo comunitario (la Comisión Europea), pero la última palabra la tiene el Consejo, y de hecho la actual presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, no fue la candidata del Partido Popular Europeo (PPE) en 2019: ella llegó al cargo por decisión del Consejo y no del Parlamento, que se había decantado por Manfred Weber, también del PPE.

El anterior presidente, Jean-Claude Juncker, sí fue entronizado por el Parlamento en 2014. Esa interferencia, cuando menos orgánica, entre el Parlamento y el electorado teóricamente soberano es parte de lo que se ha llamado, con razón o sin ella, el déficit democrático de la Unión.

El concepto apareció por primera vez en el manifiesto elaborado por Richard Corbett en nombre de Jóvenes Europeos Federalistas en 1977. En un capítulo de dicho texto titulado El déficit democrático se dice que “las pocas medidas que se han tomado para abordar los problemas a nivel europeo se han realizado en un marco intergubernamental. [….]

Este sistema [de la Comunidad Europea], agravado por la práctica del derecho de veto para cada país, simplemente logra un compromiso de los enfoques nacionales, no una solución europea”. Por ello, “es necesario crear instituciones capaces de resolver problemas a escala europea que hayan escapado al control de los estados nacionales”. Desde entonces, el derecho de veto se ha relajado, pero no suficientemente.

En segundo lugar, la marginalidad del Parlamento Europeo se desprende de su propia precariedad normativa. Ni siquiera existe una legislación electoral única y la edad mínima para votar varía de unos países a otros (de 18 años en la mayoría, con la excepción de Austria, Bélgica y Alemania, en los que es de 16, y de Grecia, de 17).

Y tampoco votarán todos los países el mismo día: los ciudadanos de los Países Bajos empezaron a votar este jueves, 6 de junio; los checos, eslovacos, letones y malteses, el sábado, 8 de junio, y los demás, el domingo 9.

Las candidaturas —33 en España— son elaboradas por los partidos nacionales, no por los europeos. Los grupos políticos, o europartidos, son agrupaciones heterogéneas que no alcanzan relevancia práctica en el proceso político general.

En la actualidad, hay siete grupos parlamentarios (con 23 diputados se puede constituir un grupo político, siempre que esté representada al menos la cuarta parte de Estados miembros); los dos históricamente más relevantes son el Partido Popular Europeo (PPE) y la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas de Europa (PSE); ambas se han turnado en el control de la mayoría de la Cámara, aunque ahora hay riesgo de que el populismo avance hasta una posición inquietante.

En tercer lugar, es evidente que no existe una opinión pública verdaderamente paneuropea. La información política circulante es esencialmente nacional, y suministrada por los partidos autóctonos, que reinterpretan la realidad europea. A menudo, Bruselas se usa como pretexto por los políticos locales para cargar a un tercero la responsabilidad de distintos errores.

Tampoco hay medios supranacionales de comunicación, ni se le ha dado importancia a la necesidad de extender el uso de las lenguas.

La irrelevancia mediática de lo que sucede en la UE es asombrosa. Pocos europeos saben hoy que el pasado 29 de abril hubo un primer debate preelectoral, en Maastricht, al que asistieron Von der Leyen y varios aspirantes a reemplazarla; los expertos calcularon que unas 15.000 personas de toda Europa siguieron el acto.

También el 23 de mayo se celebró otro debate a cinco en Bruselas, emitido en España por el canal 24 Horas de RTVE, con Von der Leyen (PPE) y Nicholas Schmit (PSE), que no ha llegado a ser un acontecimiento relevante en los territorios nacionales aunque pudieron participar algunos jóvenes de manera simbólica.

Como ha escrito un especialista, “la UE carece de un entorno político capaz de fomentar un espacio verdaderamente trasnacional para debates políticos paneuropeos”. De hecho, el cálculo de todos los partidos de los Veintisiete —también los españoles— es esmerada y exclusivamente interno. Europa es coartada y estratagema, no finalidad.

Ante estas evidencias, cada cual tendría que asumir sus propias responsabilidades. Los partidos democráticos nacionales deberían utilizar las elecciones europeas para fortalecer las organizaciones paneuropeas, vertebrar así la Unión y generar adhesión a Europa, en vez de ajustar sus discursos a sus menudos intereses locales.

Es decepcionante que los grandes partidos españoles conciban las elecciones del 9 junio como una oportunidad para mejorar su posición relativa. El propio Parlamento Europeo, por su parte, debería mostrarse dispuesto a ejercer su imperium, negándose por ejemplo a aceptar a un presidente de la Comisión que no posea un sólido respaldo popular.

Es obvio que para que la UE adquiera consistencia y progrese políticamente, resulta necesario corregir estas carencias y avanzar en la integración. Algunos dirán que ya es hora de federalizar la UE, pero quizá sea pronto para llegar tan lejos. De momento, habría que acotar mejor los márgenes de la democracia europea, contenidos en los criterios de adhesión de Copenhague de 1993.

Y para ello, el populismo amenazante que quiere relativizar los grandes principios habrá de permanecer al otro lado del cordón sanitario que preserve el acervo democrático que nos otorga hoy la dignidad de europeos. No sería decente que admitiéramos en la fiesta de la democracia a los postulantes de las aberraciones derrotadas en la Segunda Guerra Mundial.

Antonio Papell es periodista.

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¿Qué es la inteligencia auxiliar?
JM Nieto [España, 1973]

¿Qué es la inteligencia auxiliar?

La constancia es tenacidad sin desaliento. Es firmeza, perseverancia en los objetivos. En una palabra: saber empezar y saber continuar

Inteligencia es capacidad de síntesis. Saber distinguir lo accesorio de lo fundamental. Inteligencia es capacidad para captar la realidad en su complejidad y en sus conexiones. Dicho con el lenguaje del ordenador: capacidad para manejar información remota e información reciente y dar respuestas eficaces que se ajustan a la realidad.

Hoy los psicólogos y los psiquiatras hablamos de inteligencias en plural, pues hay muchas y entre ellas hay rivalidades y exclusiones. No podemos tenerlas todas. Las tres que tienen en los últimos tiempos más resonancia son la emocional, auxiliar y la recién llegada, la artificial, que pertenece al campo de la informática y que se centra en el desarrollo de sistemas y programas.

¿Cómo podemos definir a la inteligencia auxiliar? Es aquella modalidad que utiliza una serie de instrumentos adquiridos, que le dan una gran altura y que son: el orden, la constancia, la voluntad, la motivación, la capacidad de observación y la facultad para tomar nota de algo sugerente.

Se forma así una estructura compacta, que integra todos estos componentes en una unidad. Voy a irlos exponiendo.

El orden es uno de los mejores amigos de la inteligencia. Es una de las grandes joyas de la conducta y ofrece un muestrario de posibilidades muy rico: en mi cabeza (saber lo que quiero, conocer mi aptitudes y limitaciones; jerarquía de valores, saber moderar las ambiciones), en mi horario (cuando tienes orden el tiempo se multiplica y llegas a más cosas, son las rutinas positivas), en mi habitación (en mi ropa, libros y cosas que manejo en mi día a día) y saber que ordenar es tirar lo que no sirve y ese es un arte difícil; en mis actividades profesionales (el orden se convierte en el placer de la razón).

Todo esto es orden estático. Hay otro tipo que es el orden dinámico que significa saber planificarse, prever, adelantarse.

La constancia es tenacidad sin desaliento. Es firmeza, perseverancia en los objetivos que uno se ha propuesto. Es una palabra: saber empezar y saber continuar. No rendirse ante las adversidades, saber mantenerse uno firme y sin ceder cuando llega el cansancio o las cosas se tuercen y no van saliendo como uno esperaba. Crecerse ante las adversidades, tesón que no se da por vencido. Es el lema de Winston Churchill en su campaña política: «Never don’t give up», nunca te rindas.

Otro instrumento es la voluntad, que yo nombro como la joya de la corona de la conducta y el que la tiene, posee un tesoro. Es la estrella de la inteligencia auxiliar. Es capacidad para querer algo y poner todos los medios para alcanzarlo. Es la facultad que nos conduce a descubrir algo que es valioso, pero es de entrada es arduo, difícil, pero que nos ayuda a crecer como seres humanos.

Voluntad es determinación, firmeza, querer algo con pasión, afán decidido, propósito firme, intención sólida y perseverante. Es la facultad para gobernar nuestra conducta y que se dirija a lo mejor.

Una persona con voluntad llega más lejos que uno persona inteligente. El acto de la voluntad es bifronte: anunciar y renunciar, saber decir si y no, en los momentos claves de nuestra trayectoria biográfica. La educación de la voluntad debe empezar desde los 4 o 5 años de edad y se trata de hacer atractiva la exigencia, esa es la clave.

Los padres somos los primeros educadores y debemos tener bien claro que la voluntad es una pieza esencial y la sabemos proponer con arte, se convierte poco a poco en una disposición interior, que significa: no hago lo que me apetece (que algunas veces si que lo hago) sino lo que es mejor para mi y que termina en esta sentencia: la costumbre de vencerme en lo pequeño.

Ahí donde se dan las batallas más frecuentes, en lo menudo de la vida ordinaria. Es la cultura del esfuerzo, de los méritos (la meritocracia), del esfuerzo deportivo por sacar lo mejor que uno lleva dentro. Son escaramuzas de escaso relieve en donde somos capaces de vencernos, un entrenamiento en cuestiones relativamente menores.

La educación de la voluntad es una tarea artesanal, lenta, gradual, progresiva. Es como la lluvia fina que empapa el campo y lo hace fructificar: es el orvallo asturiano, chirimiri vasco, la charrúa peruana o la camanchaca chilena… lluvia que va empapándolo todo de forma sigilos.

Los campos no se riegan con trompas de agua, sino con formas medidas, frecuentes y espaciadas. La voluntad no es solo una facultad, sino también una virtud. El verdadero objetivo de la voluntad es la victoria sobre uno mismo. Lo dice Virgilio en ‘La Eneida’: «Fortes fortuna audivat», la fortuna ayuda a los audaces. La voluntad no es un estado de ánimo.

Luego quiero decir algo sobre la motivación. El término procede del latín, ‘motus’: lo que mueve, lo que empuja a hacer algo. Las motivaciones pueden ser físicas, psicológicas, profesionales, sociales, culturales y espirituales. Y cada una de ellas se abre en abanico.

Y a la vez, existen estrechas relaciones entre ellas, pues unas se cuelan en el territorio de las otras. Unidad en la pluralidad. Lo debemos tener en cuenta es que motivación y voluntad van muy unidas: lo que hace una mujer por adelgazar, una persona por avanzar en su vida profesional, por aprender un idioma, por mejorar su vida conyugal… si hay motivación la voluntad viene pronta. Lo resumiría así: sueña a lo grande y actúa en lo pequeño.

La capacidad de observación tiene una serie de componentes: atender, escuchar, prestar atención al conjunto y a los detalles que tenemos delante. Es la mirada inteligente que escruta la realidad. Hoy vivimos en una etapa en donde son muchos los que viven desparramados, atentos a mil cosas que van y vienen. Hemos pasado del sentido de la vida al mundo de las sensaciones inmediatas y eso hace difícil que uno se concentre y asoma una dispersión, uno está desperdigado.

Y finalmente estamos ante el último elemento, la facultad para tomar nota. En los últimos tiempos he dado muchas conferencias, he estado en México, Londres, Guatemala, Buenos Aires… y poca gente tomaba nota en ellas. Tomar nota significa que se activa la corteza prefrontal (CPF), y esa información se almacena en el archivo de la memoria de nuestro cerebro (el hipocampo) y de ese modo, todo ese contenido se retiene. Esto ayuda a mejorar nuestro nivel de cultura.

La inteligencia auxiliar tiene una hermana gemela, la disciplina.

Enrique Rojas es catedrático de Psiquiatría.

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Un comisario de democracia para Europa

Cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, asumió el cargo en diciembre de 2019 determinó que «dar un nuevo impulso a la democracia europea» sería una de sus seis políticas prioritarias y —ya pasadas las elecciones del Parlamento Europeo, del 6 al 9 de junio— todavía no se ha abordado adecuadamente una de las mayores amenazas a la democracia: los riesgos que enfrenta el sector de medios europeo.

Pero los desafíos que enfrentan los medios de difusión siguen siendo formidables; la Internet cambió de manera drástica los modelos de negocios y obligó a las editoriales a recortar fuertemente la cantidad de periodistas (por ejemplo, el 60 % de los puestos de trabajo en periódicos estadounidenses desaparecieron desde 1990).

Al mismo tiempo, los medios digitales no compensaron completamente esos recortes, con la llegada de la IA, esa tendencia podría intensificarse y dejar sin empleo a la mayoría de los periodistas que no pertenecen a difusoras públicas. Mientras tanto, los oligarcas dominan la esfera mediática en muchos países y la desinformación se extiende como un reguero de pólvora.

Es urgente actuar de manera audaz para salvaguardar y proteger a los medios libres e independientes. La solidez de los medios de difusión es, como lo reconoce el Plan de Acción para la Democracia de la UE, uno de los pilares de las democracias… pero para el mandato de la UE entre 2024 y 2029 no alcanza con implementar la legislación ya aprobada, los periodistas no viven del imperio de la ley y los lineamientos para la IA.

Los líderes de la UE deben demostrar que se toman en serio la sostenibilidad de los medios de difusión y para ello la próxima Comisión Europea debiera implementar una «política industrial de medios de difusión» y reagrupar los recursos relacionados para crear una Dirección general de democracia y medios de difusión, supervisada por un «comisario de democracia».

La política industrial no equivale al control estatal ni tiene que ser costosa, debiéramos entenderla como la coordinación de los esfuerzos del sector público para lograr que un sector estratégico se transforme a sí mismo. Europa lo ha hecho en muchos casos, a menudo con un impacto importante. Una política industrial de medios exitosa enfatizaría cinco prioridades.

En primer lugar, alentaría las regulaciones que maximicen el impacto de la legislación: aunque los reglamentos recientes son fundamentales y debieran trasladarse a leyes nacionales, depende de los reguladores —como las autoridades de telecomunicaciones y competencia— nutrir un ecosistema informativo que refleje un mejor equilibrio entre las organizaciones de medios y las plataformas digitales.

Por ejemplo, las plataformas debieran estar obligadas a incluir «indicadores de confianza» en sus algoritmos —algo que aceptaron, en principio, hace seis años—; eso reduciría la difusión de las noticias falsas y ampliaría la audiencia de contenidos de calidad, lo que a su vez aumentaría los ingresos de las editoriales y difusoras por publicidad y suscripciones.

En segundo lugar, aunque la investigación y el desarrollo de IA están relativamente bien financiados, para el sector de los medios harán falta creatividad y foco. El Plan de acción para los medios de comunicación y audiovisuales de la UE, que aún está en la etapa inicial de implementación, procura explícitamente fomentar la innovación en el sector.

Incluye a la iniciativa NEWS, que agrupa acciones de la UE para fortalecer al sector de las noticias. Extender esos esfuerzos no sería necesariamente más costoso.

Por ejemplo, la UE convoca todos los años a «Asociaciones Periodísticas», que son colaboraciones transfronterizas entre organizaciones de noticias, centradas en modelos de negocios innovadores o la transformación de las salas de redacción; pero ese programa —cuya demanda ya supera con creces a la oferta— solo recibe 6 millones de euros (6,5 millones de dólares) al año.

En el futuro, los procedimientos de financiamiento de otras direcciones generales de la Comisión Europea debieran incluir el etiquetado adicional de «NOTICIAS» para todas las propuestas relevantes de la UE para los medios de noticias.

En tercer lugar, el sector de los medios depende actualmente y en su mayor parte de los anuncios y suscripciones. Hay que diversificar el financiamiento, incluido el apoyo público a la innovación, pero sin subsidiar los salarios de los periodistas, algo que distorsionaría la ética del sector.

Las compras gubernamentales, la filantropía y las nuevas formas de inversión también tienen su papel a la hora de apoyar la transformación. Los organismos públicos debieran transferir sus presupuestos publicitarios a medios de calidad. La filantropía puede corregir los fallos del mercado y complementar los programas de la UE.

Y en cuanto a la inversión, la reducción del costo del capital con fondos soberanos podría atraer a inversores de impacto y proteger a los medios contra los oligarcas. El programa InvestEU debiera incluir un componente dedicado a las NOTICIAS.

La cuarta prioridad es la transformación estructural: tanto en la UE como en otros lugares unas pocas grandes plataformas dominan el ecosistema informativo y publicitario. Comparadas con ellas, las editoriales de noticias —que suelen limitar sus operaciones a un único país, y hasta a una sola localidad— son diminutas. El combate entre un ejército de enanos sin coordinación y un oligopolio no es sostenible.

Con un enfoque más adecuado, las organizaciones compartirían algunos de los costos —especialmente cuando pasen de costos variables (como la impresión y distribución física) a gastos fijos (como los salarios de los editores, la informática y los lanzamientos de productos).

Esto se puede lograr mediante la cooperación e, incluso, la consolidación. Aunque las fusiones en contextos nacionales o locales podrían amenazar a la pluralidad y el empleo, los acuerdos internacionales permitirían fortalecer a todas las marcas involucradas, mantener el empleo y reducir la influencia de los gobiernos nacionales.

Para facilitar ese proceso, los encargados de proteger la competencia podrían fijar metas relacionadas con la pluralidad (por ejemplo, que se mantengan marcas diversas como condición para la aprobación de las fusiones) y alentar la transformación de las salas de redacción (cuando esté en juego la ayuda estatal).

Finalmente, hay que mejorar tanto las habilidades individuales como las colectivas, los periodistas no solo deben ser capaces de lidiar con la IA sino también de aprovechar al máximo las innovaciones en las tecnologías de la información y el mercadeo. Para la cooperación internacional son necesarias además las habilidades institucionales, como la experiencia en áreas de cambio fundamentales (principalmente, la IA).

Como esos imperativos se encuentran en la intersección de la educación y la investigación, corresponde que reciban apoyo público.

Durante el próximo mandato de la UE, la mayoría de los medios independientes, de uno u otro modo, desaparecerán o reducirán su tamaño… pero si los líderes de la UE hacen bien su trabajo, muchos podrán resurgir con mayor resiliencia.

Paolo Cesarini es Director del Observatorio Europeo de Medios Digitales. Christophe Leclercq, fundador de Euractiv Media Network, es presidente de Europe MédiaLab. Maria João Rodrigues, ex miembro del Parlamento Europeo, es presidenta de la Fundación de Estudios Progresistas Europeos.

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La OTAN no debe vacilar con Ucrania

Si el presidente ruso Vladimir Putin gana su guerra de agresión en Ucrania, sus próximos objetivos podrían ser Polonia y los países bálticos. Para evitarlo, los países de la OTAN deberían enviar tropas no combatientes a Ucrania, lanzan

do así una clara advertencia al Kremlin y permitiendo a las fuerzas ucranianas centrarse en la lucha.

ODESA – El 6 de junio se cumple el 80 aniversario del Día D, cuando los Aliados de la Segunda Guerra Mundial irrumpieron en las playas de Normandía. Mientras los líderes occidentales conmemoran el acontecimiento que condujo a la liberación de Europa del fascismo, deberían tener presente que sólo cinco años antes, el socialista francés y futuro político fascista Marcel Déat argumentó que las tropas francesas no debían defender a Polonia contra la Alemania nazi.

«Luchar al lado de nuestros amigos polacos, por la defensa común de nuestros territorios, nuestros bienes y nuestras libertades, es una perspectiva que podemos contemplar valientemente, si se trata de contribuir al mantenimiento de la paz», escribió en mayo de 1939. «Pero morir por Danzig, ¡no!».

Hoy en día, muchos temen que si el presidente ruso Vladimir Putin gana su guerra de agresión contra Ucrania, países como Polonia y los Estados bálticos serán sus próximos objetivos. Algunos incluso sugieren que, en lugar de esperar a que las fuerzas rusas lleguen a sus fronteras, estos países deberían enviar tropas preventivamente a Ucrania para obligar a Rusia a retirarse de todo el territorio ucraniano y mantener a Putin a raya.

Aunque tales sentimientos aún no son comunes en Occidente, algunos líderes occidentales son cada vez más conscientes de la necesidad de actuar con rapidez. Como dijo el presidente francés Emmanuel Macron en un discurso en Dresde en mayo de 2024, «Rusia estará aquí mañana, [o] pasado mañana». La implicación era que es más fácil luchar contra las fuerzas rusas en suelo ucraniano, con el ejército de Ucrania soportando el peso de la lucha, de lo que sería enfrentarse al ejército de Putin en territorio de la OTAN.

La próxima cumbre de paz sobre Ucrania que se celebrará en Suiza los días 15 y 16 de junio, así como la reunión del 75 aniversario de la OTAN que tendrá lugar en Washington en julio, podrían hacer que Putin se mostrara más dispuesto a considerar un alto el fuego. Pero los aliados occidentales de Ucrania no deberían obligar al presidente Volodymyr Zelensky a negociar con un líder tan poco fiable como Putin.

En lugar de ello, deberían centrarse en reforzar la posición de Ucrania, garantizando que el país alcance la paz y la seguridad que merece.

El tiempo corre en contra de Ucrania, y no sólo militarmente. Con los apagones de este verano como presagio de un invierno apocalíptico para los ucranianos, la supervivencia del país está en juego. Dada su desesperada situación, el ingreso en la OTAN sería la mejor garantía de seguridad para Ucrania.

Sin embargo, dado que Ucrania no será invitada a unirse a la alianza mientras continúe la guerra, los países de la OTAN deberían desplegar tropas sobre el territorio de Ucrania. Esto ayudaría a evitar la pérdida de más tierras ucranianas mientras el ejército de Ucrania sigue luchando para recuperar los territorios ocupados por Rusia.

Hay que hacer cinco advertencias. En primer lugar, una acción de este tipo no debe considerarse como una aceptación de los derechos de Rusia sobre cualquier parte del territorio soberano de Ucrania. En segundo lugar, este esfuerzo debería implicar a una coalición de miembros de la OTAN dispuestos a ello, y no a la alianza en su conjunto.

Algunos países de la OTAN, como Estonia, Francia, Lituania y Polonia, ya han manifestado su disposición a unirse a dicha coalición, mientras que otros, como la Eslovaquia de Robert Fico y la Hungría de Viktor Orbán, están abiertamente a favor de Putin y es casi seguro que no participarían.

En tercer lugar, las fuerzas deberían desplegarse únicamente en las cuatro quintas partes del territorio ucraniano que no están ocupadas, concretamente en las 20 regiones administrativas (oblasts) nunca reclamadas por Rusia.

Aunque la anexión rusa de Luhansk, Donetsk, Zaporizhzhia y Kherson es ilegal, esta estrategia evitaría dar crédito a la absurda afirmación del Kremlin de que la OTAN supone una amenaza para «su» territorio.

En cuarto lugar, los países de la OTAN no deberían desplegar tropas de combate, sino personal cuyas funciones incluirían el adiestramiento, que actualmente se realiza en el extranjero de forma costosa y complicada desde el punto de vista logístico, así como la limpieza de campos de minas y el mantenimiento de equipos, liberando así a las tropas ucranianas para el combate real.

Este enfoque ya ha sido sugerido por algunos de los aliados de Ucrania, como Francia, mientras que otros países podrían proporcionar discretamente un apoyo similar.

Por último, si las fuerzas rusas atacan a tropas extranjeras en Ucrania -el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, ya ha dicho que los instructores militares son un «objetivo legítimo» para Rusia-, deberían esperar represalias inmediatas. Los países afectados deberían permitir que las armas que entregaron a Ucrania intercepten misiles y aviones entrantes, tanto en Ucrania como en territorio ruso, y apunten a las instalaciones de producción de armas de Rusia, incluso bien dentro del país.

Aunque muchos países de la OTAN han aceptado que tales acciones constituirían legítima defensa, algunos han impuesto condiciones estrictas. Estados Unidos, por ejemplo, fue el que más dudó y luego insistió en que sólo se podría apuntar al territorio ruso para defender Kharkiv.

De manera crucial, nuestra propuesta no implica que los amigos de Ucrania se fijen una línea roja rígida que les dejaría un margen de maniobra limitado. Por el contrario, la consideramos un requisito previo y una clara advertencia a Putin: no ataques a ningún personal extranjero, militar o civil, en territorio soberano de Ucrania.

Si nuestra propuesta se considera una provocación o una escalada, que así sea. Desde 2014, Putin ha hecho todo lo posible para provocar a la OTAN a un conflicto, y la propaganda del Kremlin ya ha declarado la guerra al «Occidente colectivo.»

Como dijo la difunta primera ministra británica Margaret Thatcher al entonces presidente estadounidense George H. W. Bush al comienzo de la Guerra del Golfo de 1990-91: «No es momento de vacilar.»

En última instancia, estamos de acuerdo con la Primer Ministra estonia Kaja Kallas, que recientemente afirmó que si Rusia quiere atacar, lo hará, independientemente de las acciones de la OTAN. En consecuencia, es hora de dejar de preguntarse qué pasa por la cabeza de Putin y empezar a hacerle temer una posible respuesta occidental.

Se lo debemos al pueblo ucraniano y a las generaciones futuras para poner fin a la guerra de agresión de Rusia donde empezó.

Anna Husarska, es periodista y analista política polaca, ex asesora política senior del Comité Internacional de Rescate y ex analista política senior del International Crisis Group.

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A lever against a gray wall, pointing toward “on” and away from “off.”

En su primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo emite uno de los mandatos más conocidos del cristianismo, aunque uno de los menos observados: lo mejor es no casarse, y punto. Pero, continúa, si las personas “no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando”.

El mensaje era claro: lo mejor es el celibato; el matrimonio es una concesión. Pero con el paso de los siglos, esta jerarquía se ha ido derrumbando, primero dentro del cristianismo y luego en el mundo laico en general. Ahora la norma es algún tipo de compromiso de monogamia sexual y el “celibato” se asocia en las noticias con hombres infelices de Reddit que creen que no pueden conseguir novia porque son demasiado bajos de altura.

Todo es muy deprimente.

Sin embargo, el celibato —con lo que me refiero a decidir no tener sexo— vuelve una y otra vez a la conversación pública. Cuando la aplicación de citas Bumble publicó hace poco unos anuncios osados en los que increpaba a las mujeres con la frase “No renunciarás a las citas y te convertirás en monja”, la empresa podría haber esperado molestar solo a un grupo pequeño de católicos tradicionales, pero más bien indignó a su base de usuarios y tuvo que disculparse.

Lenny Kravitz acaba de anunciar su propia abstinencia sexual, y el reciente alarde de celibato de Julia Fox como forma de “recuperar el control” recordó una declaración similar de Lady Gaga en 2010, cuando anunció que los periodos de celibato le permitían ser “fuerte e independiente”.

Si hoy busco en TikTok “celibato”, los videos —en su mayoría, aunque no exclusivamente, de mujeres heterosexuales— forman un coro resonante: ¿Por qué tener sexo si el sexo suele ser malo? ¿Por qué tener sexo con quien no te respeta? ¿Por qué no alejarse del sexo hasta que alguien pueda hacer que valga la pena?

Gran parte de la moda actual del celibato no está impulsada por el deseo de disciplinar el cuerpo, sino por el disgusto ante el mundo de las citas de la era digital.

Como católico que por lo general intenta —aunque no siempre con meticulosidad— seguir las normas de la Iglesia sobre el sexo, he observado con cierta diversión la cuasipopularidad ocasional del celibato. (Por cierto, el término católico para no tener relaciones sexuales es continencia; celibato significa permanecer soltero).

Pero también lo entiendo: el celibato sexual puede tener el mismo atractivo superficial que otros estilos de vida ascéticos. Los cuáqueros adoptaban ropas sencillas y sin ornamentos para resistirse al mundo y sus vanidades; ahora puedo conseguir el equivalente moderno enviado a mi puerta desde Everlane.

Sin embargo, creo que el celibato, como práctica espiritual discreta, tiene algo que ofrecer. Cuando nos abstenemos de beber durante un mes sin comprometernos a una sobriedad a tiempo completo, lo llamamos enero seco (​​Dry January en inglés), una práctica cada vez más popular. Podríamos considerar la posibilidad de adoptar un enfoque igualmente mesurado de la abstinencia sexual: llamémosle julio de abstinencia sexual.

Cuando la posibilidad del sexo se quita de la mesa de forma silenciosa, pero firme, perdemos ciertas posibilidades y ciertas formas de conocernos. Pero también ganamos algo. Quizá el mayor don que el celibato puede fomentar es la capacidad de amar a las personas sin querer nada de ellas.

El amor sexual lo quiere todo; quiere borrar la distinción entre uno mismo y el otro, desarraigar la razón, pisotear a cualquiera que se interponga en su camino. El celibato transforma a otras personas de amantes potenciales en amigos en potencia: la amistad es la forma de amor que no pide nada, excepto que el objeto de su amor exista. Permite un amor cálido y generoso, pero distante y desinteresado; respeta los límites que definen a otra persona.

A lo largo de los años, he construido en mi mente un canon célibe, formado por escenas en las que un personaje rechaza el sexo. El Mike Connor de Jimmy Stewart diciéndole amablemente a la Tracy Lord de Katharine Hepburn en Historias de Filadelfia que hay reglas sobre acostarse con mujeres ebrias, así que no tuvo sexo con ella la noche anterior; Philip Marlowe rechazando a una Carmen Sternwood desnuda en la novela de Raymond Chandler El sueño eterno.

Quizá el libro más impactante que he leído sea La princesa de Cléveris, de Madame de La Fayette, en el que la heroína se niega a casarse con el hombre al que ama —es un canalla— y en su lugar ingresa en un convento. Lo que me parece conmovedor y memorable de todas estas escenas es la forma en que estos personajes pueden tener el deseo en la palma de la mano, con todos sus atractivos y sus posibilidades. Luego lo dejan ir.

Muchos lectores podrían objetar razonablemente que este elogio del celibato, un tanto ilusorio, ignora voluntariamente mucho de lo que es terrible en la “cultura de la pureza” estadounidense: las “galas de la pureza”, en las que padres e hijas bailan juntos antes de que las chicas firmen promesas de castidad o los defensores de la abstinencia que comparan a las mujeres que tienen relaciones sexuales prematrimoniales con chicles masticados.

Pero puede existir un mejor tipo de celibato sin ceder ningún territorio a esos puristas peculiares, del mismo modo que la existencia de ideas nocivas sobre las dietas no invalida la noción de que debemos ser reflexivos sobre lo que comemos. Los periodos de celibato, aunque sean temporales, pueden ser un acto satisfactorio de exploración interior dirigido a reforzar la paz y la autoestima, no un acto exterior de pureza performativa.

En esa misma carta a los Corintios, Pablo expone las cualidades del amor: es paciente, bondadoso, sin envidia ni orgullo. “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Este pasaje se lee en voz alta en muchas bodas, quizá porque el matrimonio se concibe en parte como una especie de amistad erótica, por lo que la atracción sexual debe entenderse en el contexto de toda la relación.

El celibato no es el único camino para aprender a integrar mejor el deseo sexual en nuestras vidas. Pero es una manera.

Después de todo, el celibato no es asexualidad. Una persona célibe puede desear sexo. Pero puede, idealmente, reconocer ese deseo, comprenderlo y permitir que siga su camino. Se puede aprender mucho sintiendo un deseo sin apresurarse a satisfacerlo.

B. D. McClay es crítica y ensayista.

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Eva Duarte

«Evita si volviera…», se llamaría Begoña

Si, al menos, las listas electorales fueran abiertas, se me ocurren tres nombres precisos a los que no me deshonraría conceder mi voto. Tres. Presentes en distintas listas. Gente decente y no estúpida. Esa rareza. Pero es sólo un ensueño.

Gabriel Albiac en El Debate, 070624

Ysi hablamos en serio, ¿a quién podría no resultarle ofensivo que alguien del nivel neuronal y moral de los candidatos a escaño en Europa dijese estar representándolo? ¿A quién en su sano juicio? ¿A quién, que no haya sido lo bastante embrutecido como para olvidar que a estas elecciones concurren sólo aquellos que no se avergüenzan de cobrar el opulento salario de los siervos al servicio de amos obscenos?

También, en un caso al menos, al servicio de los negocios oscuros de una esposa judicialmente imputada.

He seguido esta campaña electoral al parlamento europeo con una desasosegante mezcla de urgencia y asco. Urgencia, porque el acelerón que hacia el peronismo ha impreso la pareja presidencial a la política española no es cosa que podamos tomarnos sólo a chacota.

Las analfabetas cartas de amor del primer ministro a su providencial cónyuge serían ciertamente motivo de gozosa hilaridad, si hubieran sido redactadas por las meninges que su calidad conceptual y sintáctica sugiere: las de un adolescente de no más de trece años.

A esa edad, un poco de lectura y unos cuantos ejercicios de redacción y dictado pueden curar casi todos los males. Exhibidas por quien ostenta el vértice de un poder ejecutivo que se tragó hace mucho al legislativo y que se halla en pleno asalto del poder judicial, su resonancia resulta poco equívoca: Pedro Sánchez es una mala caricatura de Juan Domingo Perón, como Begoña Sánchez lo es de Eva Duarte.

Pero conviene saber que no son esos los nombres sólo de una horrenda comedia musical y, más tarde, horterísima película. Converso a Mussolini durante su estadía diplomática en Roma, Juan Domingo Perón inventó luego la versión específicamente hispanoamericana del fascismo.

Innovando en algo: su esposa, Eva Duarte, iba a ser el icono sacralizador del movimiento. El matrimonio puso en pie la red de corrupción más tupida y más estable de la tan universal podredumbre política del Cono Sur. Robo, matonismo y sindicatos venales, blindaron, en torno al culto de la magnificente madre de los descamisados bonaerenses, una barbarie que llevó a Argentina, del vértice económico del mundo, a su subsuelo.

Y que parece irreversible: al cabo ya de tres cuartos de siglo, todas las matanzas domésticas se han consumado en Argentina siempre bajo emblemas peronistas. A izquierda como a derecha: porque tan peronistas eran los asesinos de la Triple A como los de la «izquierda peronista» que entonaba, rifle en mano, aquel delirio del «¡Evita, si volviera, sería montonera!» El resultado iba a ser, al cabo, el país de los Kirchner y del robo sin límites. O, más bien, sin otro límite que el de la bancarrota.

¿Qué es más desagradable? ¿Legitimar con nuestro voto los sueldos de inanes empleados exentos de vergüenza? ¿O bien favorecer, con nuestra abstención, el desenlace de ese plebiscito sobre los brillantes negocios de su esposa, en el que Pedro Sánchez ha convertido la convocatoria del domingo a las urnas? La alternativa es de una perversidad que mueve al vómito.

Si, al menos, las listas electorales fueran abiertas, se me ocurren tres nombres precisos a los que no me deshonraría conceder mi voto. Tres. Presentes en distintas listas. Gente decente y no estúpida. Esa rareza. Pero es sólo un ensueño. En España, las listas que se votan son cerradas.

Y dar mi confianza a uno de esos tres nombres es darla a una de esas blindadas ristras de nombres que son, masivamente, morralla. Pocas veces, en política, recuerdo haberme visto ante un trance tan humillante. Nunca un ciudadano debiera verse forzado a optar entre eso: nulidad o robo.

Pero es lo que hay. De nada sirve ocultárnoslo. Las cartas de amor analfabetas prefiguran el camino de un peronismo español ya muy encarrilado. Los «¡Begoña, Begoña!» en los mítines significan «¡Evita, si volviera…!» Nos han tomado a todos por idiotas. Y eso sí, eso sí que no tiene perdón de Dios. Ni debiera tenerlo de los votantes.

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Vídeos

Daniel Lacalle: Escándalo tras escándalo sanchista. 060624

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Música de Diana.

 

–‘Breaking The Law [1980], es un tema de la banda británica de heavy metal Judas Priest, incluida como la tercera pista del álbum British Steel. En mayo del mismo año se lanzó como el segundo sencillo del disco, alcanzando el puesto 12 en la lista UK Singles Chart del Reino Unido.

Fue escrita por Rob HalfordK.K. Downing y Glenn Tipton, la letra trata sobre un hombre que está aburrido de su vida cotidiana y ordinaria, y que decide darse una oportunidad para acabar con ello.Vía Diana Lobos, 070624.

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Humor
El Roto
El Roto [A. Rábago, España 1947], en El País

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