Noticias y análisis próximos o de especial interés

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Ojalá un radical edicto
Santiago Sequeiros [Argentina, 1971]

  • Ojalá un radical edicto

Arcadi Espada en El Mundo, 160524

(El retorno) 

Carles Puigdemont se comprometió a volver a Cataluña para la investidura del nuevo presidente de la Generalidad. Estaba ilusionado, coño. Dijo el 13 de marzo: «Con el calendario que propone el presidente Aragonès es evidente que podré estar presente en el debate de investidura y me haría mucha ilusión».

Y fuera quien fuera el candidato. Dijo el 9 de abril: «Volveré para la investidura, tanto si gano como si no». El próximo día 25 es la cita, según el anuncio del propio —e ilegalmente designado— presidente del Parlamento, Josep Rull#seguim. Hay dos posibilidades de que la investidura no se celebre.

La primera es que el Tribunal Constitucional resolviera a tiempo el recurso del Partido Popular contra la legalidad de los votos delegados de Puig y Puigdemont en la composición de la Mesa del Parlamento y obligara a repetir las votaciones. Sería una buena noticia para la precaria salud de las instituciones españolas.

Pero la degradación de la mirada pública sobre la política y sus relaciones con la ley la hace improbable. Hay también un inconveniente técnico: es difícil que el Tc resuelva el fondo del recurso antes de ese día. La segunda posibilidad es que Rull#seguim ponga en marcha la última aportación de la ingeniería catalana al fraude político, el llamado acto equivalente a una investidura fallida.

Para justificar la añagaza, Rull#seguim tendría que declarar que ningún candidato cumple con la probabilidad de ser elegido. El acto equivalente pondría en marcha el proceso de repetición electoral. Si en dos meses no apareciera un candidato con garantías, las nuevas elecciones serían un hecho.

De este modo Puigdemont siempre podría justificar que si no volvió a España este junio fue porque la investidura nunca se celebró. Las nuevas elecciones serían en octubre y solo podría haber otra sesión de investidura a partir de noviembre. Entre el 25 de junio y ese hipotético noviembre sucederá algo crucial: Puigdemont sabrá si la amnistía ampara su presunto delito de malversación.

Y es que el Tribunal Constitucional habría resuelto en amparo sobre la cuestión, si es que el Supremo declarara antes la inaplicabilidad de la Ley a su delito. Es verdad que la Amnistía puede seguir un largo e incierto camino que acabe en el Tribunal de Justicia Europeo, pero la medida cautelar —es decir, el ingreso en prisión— ya no sería la preocupación inminente del prófugo.

Esta delicada trama corrompida se desgarraría si el Partido Popular y Vox le comunicaran a Rull#seguim que votarán a Salvador Illa como candidato, lo que daría la mayoría absoluta al socialista. Es probable que Illa hiciera fàstics a esa posibilidad. Pero de eso se trata: de que hiciera fàstics en público y apareciera como el verdadero causante de la repetición electoral.

Y, lo más importante, como cómplice del prófugo. Pero no ocurrirá. Aún no entienden que hacer de palanganeros es propiciar que Illa haga fàstics y luego vomite en la palangana.

(Noticias) 

Un viejo libro sobre el periodismo de la Restauración, Barcelona de antañoMemorias de un viejo reportero barcelonés (1944), de Tomás Caballé y Clos (1870-1951), trae una noticia sensacional: el Diario de Barcelona, decano de la prensa continental, no informó de la toma de la ciudad por los franceses, el 13 de febrero de 1808.

Según Caballé, el diario no veía sentido a informar sobre sucesos que tenían a los habitantes de la ciudad por testigos. Fui a comprobarlo. Y en efecto, entre las noticias del 14 de octubre se contaban que «La muger del maestro sastre Cliville, calle den Jupi, núm. 4, ha abierto Escuela para enseñar niñas á hacer calceta».

O que «Tané, carpintero de la calle de la Merced, vende 6 Cigüeños de hierro, y una Araña de cristal». En cuanto a franceses solo se daba noticia de este: «Un francés de nacion desea servir: vive en casa Usaleti, 1.º piso». Pero ni rastro sobre los 5000 hombres y 1800 caballos [Wikipedia] que el día anterior habían entrado en Barcelona.

Los periódicos viejos son adictivos para mí y seguí hojeando el diario del año. La decisión del propietario de no publicar informaciones que los vecinos sabían ya por sí mismos tenía un justo contraste en la larga crónica que así empezaba: «Ha sido evacuado enteramente el Río de la Plata por los Ingleses y completádose así el fruto de la inmortal victoria, obtenida por los habitantes de Buenos Ayres, en el memorable 5 de Julio de 1807.

Esta acción heróica, cuyas circunstancias, sabidas por todos, han excedido los límites ordinarios de la posibilidad, nos manifiesta la proteccion sobrenatural, con que el Cielo ha favorecido muchas veces á los Españoles».

En estos meses el único rastro de la invasión está en el edicto del 14 de junio del Gobernador y Capitán general de Cataluña, Joseph de Ezpeleta: «Como las medidas tomadas en las presentes circunstancias no obstan en manera alguna ni alteran el sistema del Gobierno, el de los Magistrados, Gefes y Tribunales, así como tampoco invierten el órden público ni el individual, ni tienen conexión con él, es debido y preciso conservar una total quietud y tranquilidad. (…)

Mandamos á todos, y á cada uno de los Vecinos y residentes en esta ciudad que cooperen con su conducta y proceder á las intenciones del Gobierno con el mayor esmero, y les exhortamos, con especialidad á las Cabezas de casa y Padres de familia á conservar el primer interés público que es la tranquilidad».

Teodoro León Gross ha escrito un libro sobre los periódicos, que es una summa lúcida y útil del debate sobre el oficio, es decir, sobre el funcionamiento de la democracia. No me gusta el título: La muerte del periodismo (Deusto, 2024). Ya he mencionado alguna vez la contradicción esencial del apocalipsis: si el periodismo muere, alguien habrá de dar la noticia.

Se añade además a una veta necrofílica ya sobada, donde hace décadas que están el teatro o la novela. Por suerte el título, aunque impregna el libro de un cierto tono elegíaco, no se corresponde con algunas de sus páginas: «La melancolía periodística, el nostálgico ‘tal como éramos’, tiende a ser engañoso.

El pasado del periodismo no es una evocación plana: eso de ‘lo que fue y lo que es’ supone obviar que fue muchas cosas distintas antes de ser lo que llegó a ser y lo que actualmente es. (…) En definitiva, resulta irreal la idea de algo lineal a lo largo del tiempo».

Exactamente. Y se me ocurren pocas pruebas más contundentes que el ejemplo del francés en 1808. Y, por cierto, leyendo este periódico decimonónico descubrí el alarmante bucle de su parecido con las webs noticiosas, hechas también de edictos y de mujeres haciendo calceta.

Algunos, creo que León y algunos otros, y con toda seguridad yo mismo, hemos confundido lo que es el periodismo con lo que quisimos y queremos que sea. Pero es la obstinación en la feliz utopía, que contrasta con la mala noticia real y constante sobre un oficio basado en las malas noticias, lo que resulta imprescindible para su continuidad.

(Catálogo) 

Mi amigo Jambrina, que salva tantas de mis noches, me manda a ver Le Testament. El de Denys Arcand. ¡Qué sátira sin contemplaciones! ¡Qué grandísimo carcamal riéndose de los payasos de esta gran época, puestos en fila pazguata para hacer reír al mundo!

Las mujeres son las que salen peor paradas, y ya no digamos las gordas y feas; pero es obligatorio que la sátira se ejerza siempre contra el poder. El catálogo es de una gran amplitud: vigoréxicos, nacionalistas, homosexuales, socialdemócratas, poetas, psicoanalistas forman parte destacada.

Pero el arte del canadiense va añadiendo en las líneas de trazo grueso pespuntes sutiles, pulcros y tiernos sobre asuntos abusivamente trascendentales que, al igual que un hombre frágil y cualquiera, están siempre entre la vida y la muerte. Y es uno, y diré solo uno, cuando el gran Rémy Girard se pregunta para sí, como haciéndose una secreta confidencia, cuántas veces los varones no habrán pagado por un poco de afecto.

Y acaba bien.

(Ganado el sábado 15 de junio, a las 14.15, subiéndome por las paredes ante la evidencia, que describe la uróloga Blanca Madurga, de que los judíos, por si fuera poco coeficiente y antisemitismo, la tienen más grande)

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La rectitud del Rey constitucional: 10 años de Felipe VI a través de sus discursos
Gabriel Sanz [España, 1974]

La rectitud del Rey constitucional: 10 años de Felipe VI a través de sus discursos

A pesar de la circunstancia crítica que atraviesa el país, nadie duda de que la Corona es hoy más fuerte que cuando Felipe VI fue proclamado Rey. Representa los mejores valores de una sociedad abierta, plural y capaz de enfrentarse a un futuro ilusionante.
La Corona ha recuperado la autoridad moral tras superar un asalto a la legalidad constitucional y el conflicto vivo que desgarra el corazón del Monarca y desgasta el cimiento de la institución, provocado por los comportamientos de Don Juan Carlos

Joaquín Manso en El Mundo, 160624

CUANDO ERA PRÍNCIPE, Felipe VI temía que «más difícil que reinar en una situación excepcional como el 23-F, fuese hacerlo en la normalidad democrática de una sociedad del siglo XXI». El Rey accedió al trono de España cuando empezaba el desacoplamiento de las fuerzas políticas respecto a los consensos del 78, en medio de la desafección y de la desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones por la Gran Crisis.

Diez años después, la Corona ha recuperado la autoridad moral entre los españoles tras superar un asalto a la legalidad constitucional y el conflicto vivo que desgarra el corazón del Monarca y desgasta el cimiento de la institución, provocado por los comportamientos de Don Juan Carlos.

«Felipe VI transita hacia el afecto por la vía de la rectitud, no de la campechanía», escribió en estas páginas Javier Redondo: «Es un Rey para resistir tiempos líquidos». Como Eneas, el héroe de Virgilio, funda su virtud en la pietas: la fuerza moral que nace del valor de hacer lo correcto.

La Corona es hoy un elemento sólido de certidumbre y esperanza hacia el futuro entre los vaivenes de la sociedad del cambio. El verdadero vínculo de resiliencia de la normalidad democrática y el proyecto compartido de vida en común.

Comienza el reinado de un Rey constitucional […]. La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello debe velar por la dignidad de la institución […]. Porque solo de esta manera se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones […]. Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo.

(DISCURSO DE PROCLAMACIÓN, 19 DE JUNIO DE 2014, CORTES GENERALES)

La presentación del Rey Felipe VI es una pieza histórica de hierática racionalidad democrática con la que el Rey respondió a la irrupción del momento populista en España.

De un solo golpe dejó atrás la abdicación de Juan Carlos por sus escándalos y dio paso a la modernidad constitucional. De la Constitución emana la principal legitimidad del Rey, servidor de los valores de la libertad y escrupuloso cumplidor de la letra de la ley, pero al mismo tiempo consciente de que ganarse el afecto popular le exigirá transparencia y ejemplaridad ética para ejercer auctoritas en el escenario de crisis. También empatía hacia las preocupaciones sociales de las nuevas generaciones en el siglo XXI.

El Monarca inició entonces, con un destacado protagonismo de la Reina Doña Letizia, un proceso de regeneración en la Casa del Rey, a veces con medidas duras hacia el núcleo familiar, y una intensa agenda pública. Empieza así la construcción de la Monarquía de mañana.

Millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña, en el corazón. Como también para millones de catalanes los demás españoles forman parte de su propio ser. Por eso me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos. Nadie en la España de hoy es adversario de nadie.

(MENSAJE DE NAVIDAD, 24 DE DICIEMBRE DE 2014, PALACIO DE LA ZARZUELA)

El desafío independentista ha sido y seguirá siendo el principal de todos los que enfrente Felipe VI durante su reinado. Ya en la Proclamación, reivindicó la unidad de España en la diversidad de sus lenguas, culturas y tradiciones y la Constitución como fuente de convivencia «basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley».

«Cabemos todos, caben las distintas formas de sentirse español», concluyó. Sólo una semana después, en la entrega de los Premios Princesa de Girona, habló en castellano y catalán: «Estas visitas me han permitido conocer y comprender mejor la realidad de Cataluña, el sentir y el pensar de los catalanes». En Navidad, ya tras el 9-N, por primera vez explícitamente expresó con severidad su preocupación.

No es posible concebir España sin Europa, ni Europa sin España. Soy europeo porque soy español […]. Debemos trabajar para construir una Europa más integrada, que pueda afrontar con éxito la gestión de un futuro plenamente globalizado.

(DISCURSO ANTE EL PARLAMENTO EUROPEO, 7 DE OCTUBRE DE 2015, ESTRASBURGO)

Fue una sesión memorable, en la que por primera vez intervinieron juntos en el Pleno del Europarlamento el presidente de la República Francesa y la canciller de Alemania. El Rey mantiene la agenda iberoamericana, pero muy particularmente se ha implicado en promover el proyecto europeo y «los ideales de los padres fundadores» como parte de la identidad de España.

Esa línea se ha hecho más intensa en este año crucial para la UE, y después de que el abogado del Estado Jaime Alfonsín, inteligente y leal jefe de la Casa durante casi toda la década, fuese relevado por el diplomático Camilo Villarino, profundo conocedor de la arquitectura europea.

Así lo vimos en abril en Palma «no todos los conflictos son europeos, pero todos interpelan nuestra conciencia como europeos» o el viernes en Yuste junto a Mario Draghi –«Europa se juega su futuro».

Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto […], demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. […]. Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán.

(MENSAJE A LA NACIÓN, 3 DE OCTUBRE DE 2017, PALACIO DE LA ZARZUELA)

El momento supremo que le hizo grande y le reservó un sitio en la Historia. Felipe VI ejerció aquí con toda determinación, en pleno golpe secesionista, la función que le otorga la Constitución como «símbolo» de la «unidad y permanencia» del Estado.

Sus palabras resultaron un aldabonazo que despertó de su letargo a los poderes del Estado, que desde ese momento iniciaron una respuesta implacable con las armas del Derecho que desactivó el golpe, y a la sociedad civil, que protagonizó una manifestación emocionante solo cinco días después que sirvió para descubrir al mundo la Cataluña plural.

Se trata del discurso más decisivo de todos los pronunciados por la Corona, al menos, desde el 23-F. Fue el mensaje que los españoles necesitaban, y que quizá esperaban de sus representantes políticos, con una claridad diamantina y una fuerza muy alejada de todo frío protocolo.

Nuestra Constitución es la culminación de un proceso que supone el mayor éxito político de la España contemporánea. Un proceso del que todos podemos sentirnos auténticamente orgullosos porque en el espíritu, en los valores y en los ideales que inspiró este periodo de nuestra historia se encuentra la mejor España.

(DISCURSO POR EL 40º ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN, 6 DE DICIEMBRE DE 2018, CORTES GENERALES)

Durante todo su reinado, Felipe VI dibuja la Transición como el basamento histórico de nuestra convivencia y la Constitución y los consensos que esta diseña como necesarios espacios de encuentro. Por ese motivo, este discurso no podía dejar de incluir un reconocimiento explícito a Juan Carlos I como lo que es: motor del cambio, impulsor de la Monarquía parlamentaria en el seno de una democracia moderna y abierta al mundo.

La Transición fue el momento de la reconciliación entre los españoles, el gran acierto colectivo de nuestra historia, al unir nuestras voluntades para romper con el pasado y convivir libres e iguales desde la tolerancia y el respeto, haciendo posibles la discrepancia y la diferencia: «Una España, en fin, que es de todos, construida por todos y sentida y compartida por todos». «La Constitución es un mandato permanente de concordia» y, por ello, «el alma viva de nuestra democracia».

Los principios morales y éticos nos obligan a todos sin excepciones; y están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares. Así lo he entendido siempre.

(MENSAJE DE NAVIDAD, 24 DE DICIEMBRE DE 2020, PALACIO DE LA ZARZUELA)

Precisamente porque la Transición es el basamento histórico de nuestra democracia, los comportamientos escasamente ejemplares de Don Juan Carlos, su hacedor y protagonista, y la actitud díscola que mantiene hacia lo que representan su hijo y él mismo constituyen una desoladora fuente de desgaste.

En plena pandemia, el conocimiento de la donación de Arabia Saudí y de las tribulaciones millonarias con su amante acabaron provocando su salida del país hacia Abu Dabi en agosto de 2020.

Felipe VI renunció a la herencia para trazar un cortafuegos. En este mensaje, aludió sin ambigüedades a esa situación y elevó el listón de la ejemplaridad exigible a su propia familia mucho más allá de aquel «la Justicia es igual para todos» que su padre enunció en 2011: deberá actuar conforme a principios éticos irreprochables.

Querida Leonor […], debéis saber que la democracia y la libertad no se construyen de un día para otro, sino día tras día, y que precisan de un cuidado continuo. En esa tarea, apasionante e inacabada, debéis tener presentes los principios y valores que nos unen y nos han unido a lo largo de nuestra historia reciente.

Los principios y valores de la Constitución que acabas de jurar. Ésa es la manera de encarar el futuro con confianza.

(ALMUERZO TRAS LA JURA DE LA PRINCESA LEONOR, 31 DE OCTUBRE DE 2023, PALACIO REAL DE MADRID)

La luminosidad de la Princesa convirtió la confirmación de la continuidad dinástica en una jornada para la esperanza: «En este día tan importante, que voy a recordar siempre con emoción, les pido que confíen en mí, como yo tengo puesta toda mi confianza en el futuro de España» fue el mensaje de la Heredera.

La ceremonia sintetizó la renovación del compromiso histórico de la Corona con los principios constitucionales y la democracia pluralista. En plena negociación de la amnistía, Felipe VI concentró su discurso en el respeto a la independencia judicial. Tres años antes, en la entrega del Toisón de Oro, el Rey había exhortado a la Princesa con los valores de la pietas:

«Tus acciones todas deberán guiarse por el mayor sentido de la dignidad y la ejemplaridad, por la honestidad y la integridad, por la capacidad de renuncia y de sacrificio, por el permanente espíritu de superación, y por tu entrega sin reservas a tu país y a tu pueblo».

Evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir. […]. Cada institución, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde.

(MENSAJE DE NAVIDAD, 24 DE DICIEMBRE DE 2023, PALACIO DE LA ZARZUELA)

Con toda seguridad, el mensaje de contenido político e institucional de mayor envergadura del reinado, en medio la polarización desatada como consecuencia de la investidura de Pedro Sánchez a cambio de la amnistía y tras el anuncio del presidente de levantar un «muro» entre los españoles.

La Constitución está en peligro «y junto a la Constitución, España». Felipe VI avisó de la amenaza que representa la fractura social para la igualdad y la solidaridad interterritorial. Una dura advertencia de que el clima de división que atraviesa el país está erosionando de manera irremediable el modelo de convivencia.

A pesar de la circunstancia crítica que sin duda atraviesa el país, nadie duda de que la Corona es hoy más fuerte que cuando Felipe VI fue proclamado Rey. La encuesta que hoy publicamos así lo atestigua. Entre todas las dificultades, representa hoy los mejores valores de una sociedad abierta, plural y capaz de enfrentarse a un futuro ilusionante.

Como escribía el historiador Jordi Canal, nuestro flamante premio Fies de periodismo, «la Monarquía de España es una de las más sólidas garantías para seguir hacia adelante, salir de las sombras críticas e iluminar nuestras legítimas aspiraciones a la hora de pensar en el país que, sinceramente, nos merecemos». En la rectitud del Rey está la esperanza.

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El Gobierno bajará del 21% al 4% el IVA de la prensa y libros ...

Revista de de opinión en prensa

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Jamás perdonarán a los demás haberse equivocado ellos
Toño Benavides [España, 1961]

Jamás perdonarán a los demás haberse equivocado ellos

Andrés Trapiello en El Mundo, 150624

LA POLÍTICA española se va enredando como un sedal de pesca, y de las formas (la ley) se quiere hacer una navaja con la que cortar por lo sano. Es prioritario, pues, desalojar al navajero (democráticamente, nadie lo duda; porque irse por su cuenta no lo hará, esa decencia no la conoce y es ya tarde para aprenderla).

Ha sido el político que más reyertas ha provocado en España en estos últimos 40 años. La agonía será larga para él y dolorosa para todos: han empezado por una necrosis (Yolanda Díaz, su brazo derecho). En vista de ello, le veremos agarrarse, como un púgil sonado, a la oposición.

A esta (¡la mitad del país!) acaba de reducirla a «las tres ultraderechas» (y hablando así, que no le extrañe que cada día que pasa haya también más gente a la que le gusta la fruta; lo hace por eso: provocar la crispación para, a continuación, victimizarse… sin soltar la faca).

Los sucesivos conflictos y escándalos van haciendo mella en una sociedad cada día políticamente más exangüe. Y cada día es también más difícil saber qué está pasando, más allá del hartazgo.

Por eso se impone alejarse un poco. Como hemos de ver los cuadros de batallas de Paolo Uccello, como hizo finalmente Fabrizio del Dongo alejándose de Waterloo para saber que había estado en Waterloo: cinco millones de españoles han votado mal (y no cuenta uno a los que votaron peor, que no son gano de anís).

Dejaos de hipocresías: si hay un lado correcto de la historia, como aseguran Zapatero y Sánchez, se puede votar mal y bien. Pero no hay un lado correcto de la historia (porque existe la libertad; J. L. Pardo, El lado correctoThe Objective), solo la desgracia de votar mal (irresponsablemente, en lenguaje preciso) cuando no se vota libremente (¿qué libertad hay en votar lo contrario de lo que piensas, sólo porque te lo ordena tu caudillo?).

Se vota mal a diario (no acaba eso de estar bien resuelto: que mi voto valga lo mismo que el tuyo, hipócrita lector, mon frère, y viceversa. No hay otros mimbres, qué le vamos a hacer, y esa es la grandeza de la democracia… que ha de mejorarse cada día con los votos averiados de millones de irresponsables, frívolos, ignaros, fanáticos…

Cinco millones de españoles han votado a Sánchez en las últimas elecciones europeas. Por seguir con Stendhal, los detalles exactos: 5.261.293. Redondeando: cinco. El pico son los que viven del Gobierno: sueldos, prebendas, cohechos, tráfico de mascarillas e influencias, malversaciones… Ese pico ha votado lo suyo y por lo suyo. Nada que objetar. La condición humana.

Pero cinco millones que pensaban, como Sánchez, que la amnistía era anticonstitucional, ya no lo piensan o no les importa que lo sea.

Les dan igual también los casos de corrupción de su Gobierno, los indultos a malversadores (y qué graciosa la distinción de malversar «en beneficio propio» o para el procés y la independencia de Cataluña, que es la manera más corta que tienen los nacionalistas de llegar al beneficio propio), el empobrecimiento real de la población, la precariedad de los empleos, el difícil acceso de los jóvenes a una vivienda, la condonación de deuda a unos en perjuicio de otros…

Comprende uno los cambios de opinión de Sánchez (tiene razones para ello, seguir en el poder y librarse mientras pueda de las acusaciones de corrupción amañando los órganos judiciales y sometiendo a la prensa libre) y los de sus ministros y cargos (seguir al rebufo de Sánchez), ¿pero esos cinco millones, más allá de proclamar su identidad de izquierdas, qué sacan?

Uno cualquiera (todos conocemos a varios). Pensaba antes del 23-J, como el propio Sánchez, que lo de la amnistía era solo un bulo de las tres ultraderechas que trataban de intoxicar así el proceso electoral; y repetía, al modo de Prim, «jamás, jamás, jamás habrá amnistía, porque es anticonstitucional». Bien. Le decía a uno el otro día:

«En tanto que constitucionalista, prefiero la amnistía al 155». De risa, pero cierto. Sonaba al goethiano «prefiero la injusticia al desorden», si no fuera porque esa disyuntiva es falsa: la injusticia es el mayor desorden, como no se han cansado de recordarnos los propios amnistiados: volverán a delinquir (ya ha empezado en el Parlament contraviniendo, ante la pasividad de los «constitucionalistas» del Partido Socialista, una orden del Tribunal Constitucional).

¿Por qué han votado entonces lo que han votado cinco millones, contra su inteligencia, contra su honradez y contra su libertad de pensamiento? ¡Qué humillación para ellos, para los que aún conserven algo de inteligencia y de honradez! (la libertad la han hipotecado a los cambios de opinión de Sánchez, y gratis, o sea, que a la larga se sentirán no solo estafados, sino idiotas).

Sánchez y su banda acabarán yéndose (a su casa, a la cárcel o al 155) y los medios afines cambiando los consejos de administración y directivos, pero esos cinco millones son nuestros semblables, y la reconstrucción democrática de este país pasa por ellos. ¿O les resultará, por el contrario, insufrible que otros tuvieran la razón y comprobar que las cosas eran desde el principio como parecían: el sueño de sólo un esperpento corrupto y narcisista, personajillo del nuevo Ruedo Ibérico?

En ese caso será más grave: jamás perdonarán a los demás haberse equivocado ellos, como tampoco perdonan que sus abuelos perdieran la Guerra Civil a los que ni la ganamos ni la perdimos, porque no es la nuestra.

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Ricardo Becerra: «El poder judicial ha evitado la destrucción de la democracia en México»

El presidente del mexicano Instituto de Estudios para la Transición Democrática (IETD) cree que su país se encamina hacia un régimen autoritario, después de que el Gobierno de López Obrador haya erosionado instituciones y contrapesos

Maite Rico en El Mundo, 150624

Pregunta. El Instituto de Estudios para la Transición Democrática (IETD), que usted dirige, nace en 1989. Una década después México dejaba atrás 70 años de régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI). ¿Tenían la mirada puesta en España cuando lo crearon?

Respuesta. Así es. El instituto fue una respuesta de sectores de la izquierda democrática sindicalistas, académicos, intelectuales ante lo que parecía abrirse en México. Desde la izquierda se planteaban dos escenarios. La corriente mayoritaria, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, sostenía que México entraría en una «revolución democrática», en la estela de lo sucedido en el este de Europa con la caída de gobiernos totalitarios.

Y desde otra corriente apuntábamos hacia una «transición democrática»: un ciclo de negociación, de reformas, de cambio constitucional. El instituto nace como espacio no partidista para pensar y proponer esta estrategia de cambio pactado y, sobre todo, pacífico. Que fue lo que finalmente pasó.

La Transición española fue nuestro referente más importante. Y no solo para la izquierda democrática: también para la derecha moderada del PAN y para los sectores más avanzados del PRI. Para el trabajo del IETD tuvimos mucho contacto con Juan Linz y Ludolfo Paramio.

P. México lleva 24 años de alternancia política. ¿En qué punto está ahora, después del sexenio de Andrés Manuel López Obrador y su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena)? ¿Ha habido regeneración o regresión democrática?

R. El Gobierno de López Obrador es una regresión democrática en sí mismo. No es que haya matado a la democracia de un golpe, la ha estado desmontando pieza por pieza a lo largo de los seis años. Y si no ha podido desmontarla del todo es porque el poder judicial lo ha evitado, echando abajo muchas de las reformas del presidente. Y porque tenemos un poder electoral autónomo.

Pero todo lo que ha podido destruir lo ha destruido. Por ejemplo, ha impedido que se integren varios organismos autónomos, lo que atenta contra el sistema de contrapesos que define la Constitución: la Comisión de Competencia Económica, el Instituto de Transparencia y tantos otros que están dejando morir de inanición, esperando que ahora sí puedan darles el último estacazo.

P. Se refiere al triunfo electoral de la delfín de López Obrador, Claudia Sheinbaum. ¿Cómo se explica esa victoria arrolladora?

R. Hay que asumirla como lo que es: un aval masivo de millones de personas al Gobierno de López Obrador. Sobre todo porque es la primera vez en 40 años que la gran masa de mexicanos ha aumentado sus ingresos: un 17% desde 2018. El aumento del salario mínimo y la enormidad de los programas sociales explican este consenso social frente a López Obrador.

Ahora bien, al mismo tiempo se ha creado un aparato político desde el Estado para repartir dinero que visita todos los meses millones de hogares para recordarles que los beneficios líquidos que reciben se los deben a López Obrador. Son las dos cosas: unas políticas de redistribución del ingreso y un enorme aparato clientelar.

P. En términos de concentración del poder en la Presidencia, el balance político que hace el instituto es demoledor. A ello hay que sumar la pésima gestión de la pandemia, los 85 homicidios diarios, los retrocesos en sanidad y educación… ¿Hay un error en los análisis o los electores tienen otra percepción?

R. Es que no es percepción, es una realidad: todos los trabajadores tienen más dinero en el bolsillo. Eso no quita lo demás: los 800.000 muertos en exceso en la pandemia cuarta cifra mayor del mundo; el pobre crecimiento de la economía, de un 1% a lo largo de los seis años; los 30 millones de personas expulsadas del sistema de salud; la crisis de seguridad y de violencia.

Pero todo esto no pesa tanto en la conciencia y en la voluntad de los mexicanos como pesó el beneficio limpio, quincena tras quincena, de las políticas de López Obrador.

P. El de México no es el único caso en el que el asalto a las instituciones democráticas no le pasa factura al gobernante. El escritor Héctor Aguilar Camín habla del «ciudadano de baja intensidad», al que no le preocupa realmente el deterioro de la democracia. Al final parece que la narrativa populista logra permear.

R. Desde hace varios años. La última encuesta del Latinobarómetro es significativa. En 2023, el 51% de los mexicanos dijeron que era preferible un gobierno autoritario si te resolvía los problemas o te facilitaba cierta mejoría. Eso no había pasado desde 1993, cuando empezó esa encuesta continental.

Siempre los ciudadanos respondían que preferían la democracia y vivir en libertad. El autoritarismo tenía una aceptación de entre el 20% y el 30%, pero poco a poco va aumentando, en Latinoamérica y en todo el planeta. Desde 2018 México muestra una marcada demanda por el populismo.

P. ¿Cómo definiría el lopezobradorismo?

R. Es una política centralista y personalista. En el Gabinete de López Obrador no hay una figura importante: son personas que simplemente reciben las órdenes del presidente. Es autoritarismo, en primer lugar. En segundo lugar, militarismo. Nunca, desde los años 20, el Ejército mexicano había tenido tantos recursos y tantas facultades de intervenir en la vida pública.

En tercer lugar, el lopezobradorismo es una versión dirigista y patrimonial de la redistribución de los ingresos. Tú tienes más ingresos porque se lo debes al presidente. Hay una idea del gran benefactor.

P. Que es herencia del PRI, con su clientelismo, ¿no?

R. Sí, pero ahora es más tosco. Las del PRI eran clientelas organizadas en corporaciones bien estructuradas. Aquí es López Obrador y el pueblo, sin intermediarios. Es muy destructivo, y ése es el cuarto punto del lopezobradorismo: la destrucción institucional. Junto a un quinto: la polarización de la sociedad.

P. Desde el instituto lamentaron, en una carta, que el PSOE se alineara con López Obrador en la campaña electoral.

R. Sí, porque apreciamos al PSOE; fue un ejemplo por su papel en la Transición. Que la secretaria de política internacional, Hana Jalloul, respaldara a Claudia Sheinbaum en una entrevista aquí en México, aludiendo al lawfare y a la defensa de la democracia, nos desconcertó, porque indicaba que no están bien informados. Quien ha perseguido a los jueces y amenazado la democracia es precisamente López Obrador.

P. Usted militó en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), fundado por Cuauhtémoc Cárdenas y el propio López Obrador, que durante años fue el gran partido de la izquierda. Hoy ha sido jibarizado por Morena. ¿Qué pasó?

R. Yo dejé de militar en el PRD en 1993. Nuestra tierra es proclive a buscar un gran líder, y eso era Cuauhtémoc, un caudillo. El caudillismo es un asunto del que no nos libramos. Pero resultó que López Obrador reforzó y potenció el caudillismo en el PRD. En 2006, tras la victoria electoral del conservador Felipe Calderón, se dedicó a denunciar un fraude que no existió, y eso provocó un cisma interno.

Y al final su corriente, la más caudillista, la más radical y la más mentirosa, supo sacar provecho de los fracasos o de las carencias de la democracia mexicana.

P. Hay un paralelismo interesante con España. Morena rompió con el PRD de Cárdenas y el PSOE de Pedro Sánchez se ha desmarcado del PSOE histórico de Felipe González. ¿Es el lopezobradorismo la nueva izquierda en México y el sanchismo la nueva izquierda en España?

R. No podemos llamar izquierda a López Obrador, un personaje que le da más poder a la estructura militar y cuyos aliados fundamentalísimos son las iglesias evangélicas. Que no solo desdeña las universidades y a la comunidad científica de su país, sino que las ha perseguido.

Si algo tiene de izquierda es la vocación de redistribución de los ingresos. Pero incluso ahí López Obrador se ha negado a realizar una reforma fiscal y tributaria, que le urge tanto a México. Tiene un talento especial. Los pobres lo quieren, pero también los ultrarricos, porque sus negocios son cada vez más jugosos.

P. Pedro Sánchez llama «progresista» a su alianza con comunistas y nacionalistas. ¿Qué significa ser hoy de izquierdas? ¿Ha muerto la socialdemocracia?

R. No, yo espero que no. Para mí tienes que conjugar la vocación por la redistribución de los ingresos, es decir, la justicia social, con una sociedad de libertades y un profundo respeto por las leyes, las instituciones y los procedimientos de la democracia. Ahora bien, hay algo que hace difícil la comparación entre México y España, y es precisamente el régimen político.

El parlamentarismo español obliga a Sánchez a pactar. López Obrador no pacta con nadie: intenta avasallar. Un dato ilustrativo es que en sus seis años de gobierno no se ha reunido una sola vez con ningún miembro de la oposición. Esto te habla de una vocación de caudillo, que asume gustosamente.

P. ¿Qué espera del Gobierno de Claudia Sheinbaum? Con esa mayoría calificada de dos tercios puede saltarse todos los diques.

R. No tiene mayoría calificada. Hay un espejismo que todavía no está resuelto por la autoridad electoral. En este momento, Morena y sus aliados tienen el 51% de los votos del Congreso [Cámara de Diputados y Senado]. En el reparto de plurinominales podrían adquirir más, pero la Constitución mexicana fija un límite del 8% por encima de tu votación, lo que nos llevaría en este caso a un máximo del 59%.

No van a tener la mayoría calificada por ninguna vía. Es muy importante que esto se asuma porque ya se le está dando el triunfo retórico a la mayoría calificada, y eso no va a ocurrir porque tenemos esa cláusula constitucional.

P. ¿Cree que Sheinbaum va a continuar el lopezobradorismo? Tal vez se deslinde. En México el presidente ganador suele desmarcarse del que lo designó. ¿Teme que culmine el regreso a un presidencialismo sin contrapeso?

R. No quisiera aventurarme en esas explicaciones psicológicas, psicoanalíticas casi, de que el nuevo presidente debe deshacerse del padre de quien heredó el cargo. Pero hay cuatro hechos que me hacen ser pesimista. Primero, Sheinbaum quería un candidato cercano a ella como jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

López Obrador no se lo permitió, y lo que tenemos es un ala aún más radical que Sheinbaum gobernando la principal plaza del país. Dos: todos los diputados y senadores que van a acompañar a Sheinbaum fueron impuestos por el presidente López Obrador, que incluyó a los principales adversarios internos de su sucesora.

Tercero: el 5 de febrero, López Obrador formuló una veintena de reformas que nos llevarían a un cambio de régimen. Y Sheinbaum las asumió sin chistar en su programa de gobierno.

P. Entre otras, que los miembros del Tribunal Supremo y del Instituto Nacional Electoral (INE) se elijan por voto popular, pero para eso haría falta cambiar la Constitución con una mayoría calificada.

R. Creo que López Obrador ha hecho un paraguas político para impedir que Claudia Sheinbaum pueda rectificar el rumbo. Durante estos seis años México había tenido un Gobierno autoritario, pero dentro de un régimen político democrático. Lo que van a intentar, después de estos resultados electorales, es que el Congreso valide las iniciativas autoritarias del presidente López Obrador, que Sheinbaum ha hecho suyas, y que son inconstitucionales.

Creo que estamos entrando en una fase más intensa del autoritarismo.

P. En México tiene su sede el Grupo de Puebla, que acoge a las izquierdas del continente, desde dictadores a presidentes democráticos. ¿Lo que está pasando con la izquierda mexicana es extrapolable al resto de América Latina?

R. Sí, con sus matices. Esta elección ha destruido el sistema de partidos tal y como lo hemos conocido en México en los últimos 40 años. Esto había ocurrido en muchas partes de América Latina: en Perú, antes de los 90, o en Argentina o en Colombia. Pero en México, mal que bien, el PRI, el PRD y el PAN habían subsistido después de 2018.

Ahora el sistema se ha desplomado. Es decir, ahora México ha entrado de lleno en un cambio de régimen, y se parece cada vez más en su proceso de autocratización a lo que vivió América Latina.

P. ¿Qué tiene que hacer la oposición, tanto de izquierda como de derecha? ¿Podrá recuperarse, quizás no en su forma tradicional?

R. Queda una derecha todavía moderada y han surgido pequeños partidos como Movimiento Ciudadano, que tienen el 10% más o menos. Y, en este tiempo, ha habido un sector de izquierda que con inteligencia y con sensibilidad convocó a lo mejor de la ciudadanía en enormes movilizaciones que cuajaron y que impidieron muchas de las reformas autoritarias de López Obrador. Creo que sí hay una reserva…

P. Casi cívica, de la sociedad civil.

R. Así es. El hecho de que millones de personas en 32 ciudades se hayan movilizado por una causa «abstracta», como es la defensa del poder judicial, o la defensa del Instituto Nacional Electoral, es una esperanza de la supervivencia de la democracia mexicana, de que existe un sustrato, un ánimo social, que va a resistir y que va a formar la oposición más eficaz al autoritarismo.

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Salvador Illa saluda a Pere Aragonès.
Salvador Illa saluda a Pere Aragonès.QUIQUE GARCÍAEFE

El sablazo que viene

Javier redondo en El Mundo, 160624

l 20 de septiembre de 2012 Rajoy negó a Mas el pacto fiscal. Rajoy lo rechazó por ser «contrario a la Constitución». Mas le advirtió de las «consecuencias». Mas sabía que no era posible. De modo que convirtió la cita en un pretexto para convocar elecciones anticipadas e inmediatas.

Lo de inmediatas es importante porque Rajoy se avino a mejorar la financiación de Cataluña y facilitar liquidez a la Generalitat. Ambas iniciativas hubieran resultado suficientes para que Mas completara una legislatura plácida. Tenía 62 diputados y tres años por delante.

Sin embargo, Mas ya era un rehén emocional de la turba que asedió al Parlament en 2011, una piltrafa. Los nacionalistas y socialistas catalanes siempre fueron unos avanzados a su tiempo. Antes de Trump, Facebook y Cambridge Analytica, comenzaron a segmentar mensajes para públicos diversos.

Tras la reunión, Mas aseguró que «romper no está en mi vocabulario»; previamente había afirmado que Cataluña debía «seguir su propio camino».

De aquel encuentro no se resaltó lo que hoy, tras los devastadores efectos del factor Sánchez, es significativo: nada más concluir, Rajoy informó a Rubalcaba. Dos meses más tarde, el fracasado tripartito sumó una minoría de bloqueo. Mas se estrelló lo que demuestra que su huida fue un proyecto asustadizo y cobarde de las élites catalanas y gobernó pírricamente gracias a la CUP: profecía autocumplida; Mas, prisionero de la muchedumbre.

Hoy, nadie con un mínimo sentido de la realidad aspira a que Sánchez informe a Feijóo de nada. Así que, dado que la situación de Sánchez es cada vez más perentoria y por eso su potencia de destrozo cada vez mayor, las miradas apuntan a Rovira. ERC decide.

Las piezas les encajan a Sánchez e Illa. En noviembre de 2023, Bolaños firmó con Junqueras el acuerdo de investidura. Como Puigdemont lucía la autoamnistía en régimen de monopolio, el PSOE le concedió a ERC la condonación de deuda, anticipo de la financiación propia y el «mientras tanto» hacia el referéndum.

El Gobierno mintió y dijo que la quita se haría extensible al resto de autonomías. La clave de la trola era el arbitrario requisito que insertó: el Gobierno asumirá la deuda autonómica «originada por el impacto negativo del ciclo económico». Illa, que es sólo Illa aunque lo vistan de constitucionalista, se pronunció en estos términos: estamos «más cerca de una investidura (…) frente a la derecha y la ultraderecha».

Así que aquel acuerdo que firmaron PSOE y ERC incluía la investidura de Illa. A la ministra Montero se le da bien palmotear, no argumentar. Apenas acertó a decir que los 15.000 millones de euros que el resto de españoles donaremos graciosamente a los separatistas catalanes se justifican por «razones históricas, características y orográficas».

O sea, porque Sánchez los vale. Hace meses, en un foro de La Vanguardia acusaron a Ayuso de dumping fiscal. Bizarra, la presidenta madrileña respondió: «Háganlo aquí». Dicho y hecho: con el dinero de los demás. Ayer Illa pegó los trozos. Sánchez dará «respuesta a la singularidad de Cataluña». Sánchez promete a Rovira liquidar a Puigdemont. El timo y sablazo que vienen.

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

Héroes y villanos

Nunca hubo tantos jueces en un Gobierno. Nunca estuvo tan en peligro la justicia

Santiago González en El Mundo, 150624

Pedro Sánchez, que es un mentiroso sin fronteras, miente por puro vicio, incluso cuando no lo necesita. Miente al citar a terceros, como en los plagios de su tesis doctoral y miente porque los cita mal. En cualquier caso, debería observar una precaución elemental.

No debería citar a nadie que esté vivo y pueda contradecirlo. Pongamos que hablo de Vicente Guilarte, presidente interino del CGPJ, a quien citaba en El País por la mano vicaria de Carlos Elordi C., que titulaba: «Sánchez se plantea quitar al CGPJ el nombramiento de jueces del Supremo» con el añadido posterior de «por la vía Guilarte».

Guilarte no tardó 24 horas en replicar; a la gente de bien tratar con cierta clase de gentuza le viene a poner en crisis de identidad. Lo explicaba con la anécdota de un conocido que en las mañanas de resaca se enfrentaba al espejo con cierto grado de confusión: «No sé quién eres, pero te voy a afeitar».

La interpretación que el felón hizo de sus palabras le parecía aterradora, porque no es admisible cambiar de modelo para que el Gobierno influya en la renovación del CGPJ. Ayer, donde Alsina, admitía que había enviado su propuesta al Congreso y al Senado y cuando el periodista le preguntó si también la había enviado a La Moncloa dio una respuesta que explicaba a la perfección en qué consiste la separación de poderes: «Es que no tengo la dirección».

Sánchez reculó, que es lo suyo, admitiendo que aún tiene el proyecto en fase de borrador, pero que estará basado en el respeto a la independencia del Poder Judicial, que será plenamente constitucional y acorde a la normativa europea. No faltaba más, pero seguro que miente.

Guilarte me ha parecido un héroe de nuestro tiempo. Como la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra, que se opuso razonablemente y mientras pudo, a difundir los datos reservados del novio de Isabel Díaz Ayuso, por ser un delito de revelación de secretos, hasta que el fiscal general del Estado se lo ordenó por medio de dos whatsapp. 

Álvaro García Ortiz, el fiscalone, es uno de los subproductos más acabados del sanchismo: dio la orden para la comisión de un delito, lo hizo por escrito y asumió la responsabilidad. El asunto se desarrolló con adornos: la fiscal jefe provincial, Pilar Rodríguez, llamó al fiscal del caso, Julián Salto, para que enviara los correos cruzados con la defensa de Alberto González Amador.

Tanta era la urgencia que el fiscal Salto tuvo que abandonar el partido que disputaba el Atlético con el Inter. Cualquiera que tenga un amigo atlético sabe lo que es eso. Pues para las diez de la noche ya los había remitido. Pilar Rodríguez es la misma fiscal a la que le bastaron 24 horas para pedir el archivo de la investigación que el juez Peinado llevaba instruyendo desde abril sobre el caso de Begoña Gómez.

Muy probablemente, el fiscal general ha incurrido en prevaricación. Todo en el sanchismo va adquiriendo un olor insoportable. Y luego está Conde-Pumpido. Nunca hubo tantos jueces en un Gobierno. Nunca estuvo tan en peligro la justicia. No soy partidario de afirmaciones muy tajantes, pero si es usted partidario acérrimo de Sánchez es usted un corrupto o un imbécil. O mitad y mitad, que también cabe.

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Una orden ilegal para la amnistía /Cruce de cartas

Un decreto de 133 páginas para avalar la amnistía

Ángela Martialay en El Mundo, 150424

«Al margen de conjeturas e hipótesis a propósito de las razones que, en opinión de los firmantes de los proyectos de informe, han motivado la aprobación de la ley, no se aporta un solo argumento objetivo que permita concluir que esta norma no contribuya a la consecución del objetivo que el preámbulo claramente dice perseguir: la normalización institucional, política y social en Cataluña.

Se trata de meras observaciones que exceden del análisis jurídico y que, por consiguiente, carecen de trascendencia en el juicio de constitucionalidad de la ley». Así respondió ayer el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, a los fiscales del procés que consideran que la malversación del 1-O no es amnistiable.

García Ortiz formalizó ayer la orden que ya había anticipado que les daría a los fiscales de Sala del Tribunal Supremo para que informen a favor de amnistiar al prófugo Carles Puigdemont y el resto de líderes del 1-O que fueron condenados por el Tribunal Supremo e indultados por el Gobierno de Pedro Sánchez.

El fiscal general del Estado, que atraviesa sus horas más bajas al frente de la institución, dictó un decreto donde defiende que la malversación de caudales públicos debe ser borrada con la Ley de Amnistía y que «procede declarar amnistiadas la totalidad de las conductas que fueron y son objeto de la causa, así como levantar las medidas cautelares que penden respecto de alguno de los encausados».

Por su parte, los fiscales de Sala activaron de forma inmediata el artículo 27 del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal y le contestaron en otro escrito que sus argumentos «para justificar la aplicación incondicional de la Ley de Amnistía a los hechos constitutivos de malversación en esta causa especial no desvirtúan en absoluto los criterios jurídicos plasmados en nuestros informes y las soluciones que se proponen en los mismos, de manera que son manifiestamente insuficientes para legitimar la viabilidad y el ajuste a la legalidad de la orden impartida por usted».

Los fiscales de Sala Javier Zaragoza, Jaime Moreno, Consuelo Madrigal y Fidel Cadena reiteran que la orden es «improcedente» y «contraria a las leyes» al no ajustarse a los criterios «más elementales de la lógica jurídica y de la legalidad penal».

LA JUNTA DEL ‘GENERALATO’

En su decreto, García Ortiz se mostró claramente favorable a la ley que ha aprobado Pedro Sánchez como vehículo para poder llegar hasta el Palacio de La Moncloa. El máximo representante de la Fiscalía afirmó que «la Ley de Amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña tiene por objeto la aminoración del conflicto territorial, político y social sufrido en Cataluña en torno al denominado procés independentista».

Asimismo, resaltó que «el legislador, dentro de los amplios límites que le otorga la Constitución, goza de amplia libertad y que el juicio de constitucionalidad debe limitarse a valorar de forma estricta la adecuación de la actuación legislativa a la Constitución, sin que resulten admisibles críticas o valoraciones que trasciendan el plano de lo jurídico para adentrarse en el de la estrategia o la oportunidad política».

En el documento, de 133 páginas, el fiscal general rebate la tesis de la malversación de caudales públicos defendida por los fiscales del 1-O y los acusa de «comprometer la imparcialidad del Ministerio Fiscal». «Los borradores de informe presentados utilizan de forma profusa argumentos que desbordan el plano estrictamente jurídico, que comprometen la necesaria imagen de neutralidad e imparcialidad del Ministerio Fiscal y que, por ello, resultan de todo punto improcedentes», sostiene el fiscal general.

Y añade que no se debe confundir el «ánimo de lucro» que exige el delito de malversación con el «enriquecimiento personal de carácter patrimonial» de aquellos hechos que la Ley de Amnistía considera no amnistiables. Según el fiscal general, el perjuicio patrimonial para la Administración, resultado del delito de malversación, no es equiparable al «enriquecimiento personal de carácter patrimonial».

Esta discrepancia conlleva a que el denominado generalato de la Fiscalía, la Junta de Fiscales de Sala, tenga que pronunciarse sobre la Ley de Amnistía. Su criterio es preceptivo pero no vinculante. La Junta de Fiscales de Sala se reunirá el próximo martes a las 9:30 horas y es previsible que se vuelva a mostrar la división que ya se vio el pasado mes de abril cuando hubo que pronunciarse sobre la filtración de datos reservados del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Además, los fiscales del 1-O señalaron ayer que si el fiscal general mantiene la orden de amnistiar la malversación deberá designar a otros fiscales previa aplicación del artículo 25 del Estatuto para que informen en el Supremo sobre el borrado de los delitos del procés.

García Ortiz impone su criterio de librar a Puigdemont de la causa del 1-O y los fiscales del procés lo rechazan Los fiscales del TS avisan de que no firmarán ningún informe favorable a borrar la malversación

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, emitió ayer un decreto de 133 páginas donde ordenó a los fiscales del Tribunal Supremo informar a favor de la amnistía al procés. En el documento de la izquierda, el decreto que el fiscal general entregó ayer a los fiscales de Sala.

Por otro lado, los fiscales del 1-O, a través de un documento firmado por Javier Zaragoza en representación de los cuatro, consideraron que la orden de García Ortiz es «improcedente» y «contraria a las leyes» al no ajustarse a los criterios «más elementales de la lógica jurídica y de la legalidad penal» (documento de la derecha).

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Joe Biden y Javier Milei en la cumbre del G7.
Joe Biden y Javier Milei en la cumbre del G7.Andrew Medichiniap

 

Derecha, fango y ultraderecha, el G7 del que nos protege Sánchez

Creíamos que Sánchez se había aliado con Yolanda Díaz para fundar Sumar y acabar con Podemos, pero resulta que también se había aliado con Yolanda Díaz para acabar con Sumar

Ricardo F. Colmenero en El Mundo, 150424

DOMINGO

FRANCIA

El Partido Popular gana las elecciones europeas en España, pero no le llega para lograr su principal objetivo: que España sea Francia.

LUNES

DIMISIÓN

Yolanda Díaz anuncia que dimite como líder de Sumar. Se hace inevitable recordar la cita de Chesterton de que el «periodismo consiste esencialmente en decir Lord Jones ha muerto a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo».

Como nunca se ha sabido muy bien qué es Sumar, y viendo que Díaz seguirá como vicepresidenta del Gobierno dentro del grupo Sumar, se hace indescifrable descubrir de qué ha dimitido.

Los votantes también han puesto en duda que exista este partido o, al menos, que la vicepresidenta del Gobierno exista mucho más que Alvise Pérez. En las elecciones gallegas, el PACMA fue el partido que determinó que Podemos ya no existía; y ahora Alvise se convierte en el nuevo listón, en la prueba de vida de que un partido ha dejado de existir.

La nueva marca a la izquierda de la izquierda nunca acabó de nacer, al igual que la vieja Podemos nunca acabó de morir. Más que competir por las elecciones europeas, parecía que ambos competían por el mejor outfit palestino. Que algo buenísimo habrá tenido que pasar el lunes en Palestina para que, de repente, todo el merchandising haya desaparecido de las conciencias.

Una vez más se pone de manifiesto una jugada maestra de Pedro Sánchez. Creíamos que se había aliado con Yolanda Díaz para fundar Sumar y acabar con Podemos, pero resulta que también se había aliado con Díaz para acabar con Sumar. «Sumar es el alma del Gobierno», dice la vicepresidenta segunda, aunque más bien parece el espíritu santo.

MIÉRCOLES

CGPJ

Parece que por fin Pedro Sánchez ha encontrado la fórmula definitiva para la renovación del Consejo General del Poder Judicial. En vez de tratar de alcanzar un ya imposible consenso con la oposición, el presidente del Gobierno ha decidido que el consenso va a ser él. Ya conocemos la querencia de Sánchez por hacer de la necesidad virtud y, en este momento, en los tribunales tiene mucha necesidad.

JUEVES

PUIGDEMONT

Para decirle a alguien que deje de liarla, o que dejen en paz a Puigdemont, o que simplemente se limiten a hacer lo que les digo, aunque sea incumpliendo las leyes, tampoco hacen falta 133 páginas.

No tengo claro que la justicia sea independiente, pero tengo clarísimo que nos está costando un pastizal en horas facturables para nada. Entiendo perfectamente a todos los jueces, fiscales y funcionarios que trabajaron en el juicio del procés para llegar a esto, pero no porque Puigdemont sea inocente o culpable, que eso es lo de menos, sino porque pocas cosas hacen más daño a uno que perder el tiempo. Lo mejor de todo es que ahora desde el Gobierno se anima al respeto absoluto a las decisiones judiciales.

Desde Cataluña se está desatando la tormenta perfecta entre la venida de Puigdemont, el Gobierno de la Generalitat y el Gobierno de España. Sánchez tiene prisa, pero no porque Puigdemont venga a España y le quite el Gobierno a Illa o porque pudiera ser detenido y verse obligado a quitarle la Presidencia del Gobierno de España. Lo que teme es que pueda ser detenido cuando acuda al debate de su investidura y le haga la precampaña perfecta para la repetición electoral.

Cada día salen nuevas voces augurando el final de la legislatura de Pedro Sánchez, esta vez por parte del PNV y Miguel Ángel Revilla, un claro síntoma de que la cosa va para largo.

VIERNES

MILEI

El presidente argentino, Javier Milei, llega a la cumbre del G-7 como hace unos días llegó a una cumbre de Vox. El presidente argentino habló y se abrazó con Meloni, Joe Biden y el resto de líderes mundiales, algo que no haría bajo ningún concepto Pedro Sánchez, y no porque no lo hayan invitado, que también, sino porque quizá preferían hablar de motosierras que del Estado palestino.

Su titánica tarea de salvar el planeta de la derecha, la ultraderecha y el fango nos está sacando del planeta.

Todavía no ha empezado la Eurocopa de Alemania y España ya se ve campeona. Ya los tenemos donde queríamos. Otra vez.

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Los hombres me temen, la sociedad me limita y yo amo mi vida
Fotoilustración por Julia Wimmerlin

Los hombres me temen, la sociedad me limita y yo amo mi vida

Glynnis MacNicol The New York Times, 160624

Una vez me dijeron que el desafío de hacer buen porno feminista es que lo que más desean las mujeres es la libertad.

Si ese es el caso, se podría considerar que mi vida en los últimos años ha sido extremadamente pornográfica, incluso sin contemplar el sexo real que ha habido. Definitivamente tiene los ingredientes de una fantasía, si permitiéramos fantasías protagonizadas por mujeres solteras y sin hijos a punto de cumplir 50 años.

Disfrutar de mi edad no es lo único por lo que desafío las expectativas. Es que me he eximido de los elementos centrales que nos dicen que dan sentido a la vida de una mujer: la pareja y la crianza. He descubierto que, a pesar de todas las advertencias, no me arrepiento de ninguna de esas decisiones.

De hecho, las estoy disfrutando mucho. En lugar de que mis opciones se limitaran, como prometen casi todos los mensajes que recibo —menos relaciones, menos emoción, menos sexo, menos visibilidad— las veo expandirse. El mundo nunca había estado tan abierto para mí como ahora.

Decir esto no debería ser radical en 2024 y, sin embargo, de alguna manera lo parece. Vivimos en un mundo cuyas estructuras de poder siguen beneficiándose de que las mujeres se queden en donde están. De hecho, estamos viviendo la reacción más reciente contra los magros logros feministas del último medio siglo. Mi historia —y las de otras mujeres en una situación similar— demuestra que hay otras formas satisfactorias de vivir.

Es desconcertante disfrutar tanto de una misma cuando hay tantas cosas que te hacen esperar lo contrario, del mismo modo que es extraño sentirse tan bien en un escenario de tanta atrocidad en el mundo. Pero con la edad (esperemos) llega la claridad.

Los cincuenta son un hito. Y el hecho de que mi cumpleaños 50 coincida o se aproxime a otros aniversarios número 50 importantes me ha hecho entender algunas cosas. El año pasado fue el 50 aniversario del caso Roe contra Wade. Este año es el 50 aniversario de la Ley de Igualdad de Oportunidad de Crédito, que aunque menos conocida, sigue siendo crucial: permitió a las mujeres tener por primera vez cuentas bancarias y tarjetas de crédito a su nombre, sin necesidad de la firma de un hombre.

El hecho de que mi nacimiento coincida con la aprobación de estas dos leyes históricas me hace ver con mayor claridad que la vida que llevo es el resultado de que las mujeres tengan autoridad tanto sobre sus cuerpos como sobre sus finanzas. Represento a una cohorte de mujeres que llevamos una vida que no nos exige pedir permiso ni buscar aprobación. He aprovechado todas las opciones a mi alcance y, aunque los resultados conllevan sus propios riesgos, han sido enormemente satisfactorios.

La fecha de mi cumpleaños también me ayuda a ver el violento retroceso de los derechos de las mujeres que se está produciendo ahora como una respuesta a la independencia que estos derechos legales nos han otorgado. Olvídate del horror de llegar a la mediana edad y estar sola, no hay nada que aterrorice más a una sociedad patriarcal que una mujer que es libre. Que pueda estar mejor sin permiso ni supervisión es francamente insufrible.

Mi entrada a la mediana edad tenía ciertamente los ingredientes de una historia desagradable.

Como muchas personas, pasé los primeros meses de la pandemia sola. Fue el tipo de confinamiento solitario que la ciencia popular, y ciertos hombres con plataformas, disfrutan recordándonos que será el terrible futuro que le espera a una mujer que permanece soltera por mucho tiempo. No me tocó nadie.

Tampoco fui olida por nadie, lo que puede parecer una observación extraña, pero es aún más extraño vivirlo. Invisible salvo para el exterminador del edificio y los porteros que quedaban en el Upper West Side, quienes me saludaban amistosamente en mis paseos nocturnos por la Nueva York vacía de la covid.

Sola, soltera, sin hijos, pasado mi supuesto mejor momento. Una caricatura, según la cultura, una identidad marginal; una tragedia o un chiste, según se prefiera. Como mínimo, un cuento con moraleja.

En agosto de 2021, estaba desesperada, no por una relación, sino por una conexión. Compré un boleto a París, un lugar donde había pasado gran parte de mi tiempo libre antes de la pandemia y donde tenía un grupo de amigos.

París, me recordé, prioriza el placer. Viví toda la experiencia: queso, vino, amistades, sexo.

Al principio fue chocante. Estaba mal preparada para conseguir lo que quería, lo que parecía que había convocado. Hubo momentos en los que me pregunté si debería sentirme avergonzada. Pero nunca me había sentido tan libre ni tan yo misma. No sentí vergüenza ni culpa, solo la emoción de saber que estaba ejerciendo mi libertad.

Hoy, por lo general, hay pocas historias en el cine o la literatura, por no hablar de mensajes en mundo en línea, que sugieran que cuando eres una mujer sola (olvídate de una mujer de mediana edad), las cosas van a ir como tú quieres, como a menudo ha sido mi experiencia.

Ha habido tiempos mejores. En la década de 1980, proliferaron comedias con mujeres protagonistas para las que los hombres eran un personaje secundario —Designing WomenMurphy BrownLos años dorados—, todas las cuales, si se estrenaran hoy (y eso es un gran “si”), parecerían radicales.

Más tarde llegó Girlfriends. Incluso Sexo en la ciudad, con su trama matrimonial a menudo regresiva, sigue siendo sorprendentemente moderna en sus representaciones de la amistad adulta y las costumbres sexuales. En todos los casos, justo cuando parecía que estas narrativas iban a empezar a arraigar en el mundo real, las mujeres volvieron a meterse en sus casas (o en bolsas para cadáveres, en el caso de muchas tramas de Ley y orden).

A inicios del nuevo siglo, volvimos a ser amas de casa, reales e imaginarias.

Sospecho que gran parte de esta reacción está relacionada con el terror que experimentan los hombres al descubrir que son menos necesarios para la realización de las mujeres de lo que siglos de leyes e historias les han hecho creer.

Ese terror es muy evidente hoy en día: desde el discurso del jugador de fútbol americano Harrison Butker en una ceremonia de graduación, en el que sugería que las mujeres pueden encontrar más satisfacción en el matrimonio y los hijos que en tener una carrera profesional, hasta que se debata de nuevo el acceso al aborto en la Corte Suprema, pasando por la presión para derogar las leyes de divorcio sin asignación de culpa: todos son esfuerzos por devolver a las mujeres a un lugar en el que otros puedan gestionar su acceso a… bueno, a casi todo.

Desde esta perspectiva, mi disfrute empieza a parecer radical. Ven a volar conmigo. Aquí no hay miedo.

Glynnis MacNicol es escritora, presentadora de pódcasts y autora de las memorias I’m Mostly Here to Enjoy Myself.

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Carlos Torres halaga a Sánchez por el crecimiento económico en pleno pulso por la OPA de BBVA
Carlos Torres, Pedro Sánchez y Carlos Cuerpo en la sede del BBVA EUROPA PRESS

El silencio del cementerio

Jesús Cacho en Vozpópuli, 160624

Cena de tronío el pasado sábado, 8 de junio, en uno de esos clubes londinenses de larga tradición. Entre los comensales hay bastantes diplomáticos, financieros de la City y alguna que otra “celebrity”. Y un único español, un tipo de edad respetable y trayectoria inmaculada.

Y cuando el ágape está llegando a su fin, tras los habituales discursos, alguien presenta al español a la embajadora de Israel en el Reino Unido, Tzipi Hotovely, una morena de 45 años muy correosa, de ascendencia norteamericana. La breve charla entra de inmediato en la vía muerta de Pedro Sánchez.

-Y no está usted un poco avergonzado de su Gobierno…?

El español se disculpa. Es un tipo de larga trayectoria que conoce al dedillo el who’s who madrileño, que es tanto como decir español, tanto en la dictadura como en la democracia. Sí, naturalmente que se avergüenza de tener un presidente como Pedro Sánchez.

-Seguro que sabe que no hay un solo país árabe que apoye la causa palestina, salvo Argelia. Pero no se preocupe usted -concluye la israelí-, porque pagará por todo lo que está haciendo.

La fama del personaje ha traspasado fronteras. Son muchos los españoles avergonzados con Pedro Sánchez y su ilegítimo Gobierno. Españoles alarmados por la velocidad de crucero que ha adquirido la demolición del edificio constitucional emprendida por un sujeto que esta misma semana ha terminado de quitarse la careta -él nombrará a los jueces del Supremo y él dirá los medios de comunicación que merecen sobrevivir- de dictador.

Animal herido, su presión sobre las instituciones no deja de aumentar conforme crecen sus problemas. No se habla de otra cosa. En los centros de trabajo, en la calle, en las familias. Pero hay un colectivo que no dice ni mu. Hay una gente que está escondida, parapetada tras sus cuentas de resultados, como si viviera en otro planeta, como si transitara por el mejor de los mundos.

Son personas que gestionan grandes organizaciones y dan empleo a miles de trabajadores. Tipos que tienen una especial responsabilidad con lo que está ocurriendo en el país. Es nuestra elite empresarial y financiera. Un mundo donde reina la paz de los cementerios.

Ni un comentario crítico para con un sátrapa decidido a hacer imposible la convivencia entre españoles. Ellos también pagarán algún día lo que están haciendo. O, mejor, lo que no están haciendo.

Un mundo donde reina la cobardía más llamativa. Lo pusieron de manifiesto con motivo de la visita que el mes pasado realizó a España Javier Milei. El sábado 18 de mayo, el presidente argentino mantuvo un encuentro con representantes de grandes empresas y bancosUna sesión muy fructífera, a tenor del comentario general, a pesar de que los grandes enviaron a la reunión a cargos de segundo nivel, no vaya a ser que se enfade el sátrapa.

Minutos después de acabada esa reunión, el machaca de Sánchez para asuntos económicos, con rango de secretario de Estado, Manuel de la Rocha, comenzó a llamar personalmente, obviamente por encargo de Sánchez, a los capos para pedirles que salieran a la palestra a desacreditar, poco menos que a insultar, al mandatario argentino. Y todos se esconden. Cruce de llamadas, sal tú que yo no puedo, y nadie se atreve a dar la cara para decir que esa es una presión intolerable propia de una dictadura bananera. Todos callan.

Y al final deciden escapar por el burladero de la CEOE, hacen salir a escena al empleado que han colocado al frente de la patronal, que se coma Garamendi ese marrón, y se lo come, claro está. Es este un episodio que muestra la miseria moral que se ha apoderado del empresariado español.

Algo que probablemente no hubiera ocurrido cuando César Alierta, con el eficaz respaldo de Emilio Botín, dirigía el Consejo Empresarial de la Competitividad.

Esta semana hemos tenido un ejemplo palmario del grado de servilismo con Sánchez y su banda alcanzado por nuestros prebostes financieros. El miércoles, el presidente del BBVA, Carlos Torres, recibió en La Vela (Las Tablas) al presidente turco, un reconocido autócrata que responde al nombre de Tayyip Erdoğan, y a su homónimo español.

Una disculpa fútil, un supuesto “Encuentro de Alto Nivel España-Turquía”, cogido al vuelo de la OPA que BBVA ha lanzado sobre Banco Sabadell, con el que seguramente Torres ha tratado de vencer las resistencias del Gobierno Sánchez hacia la operación.

Ocurrió que, en modo felpudo, el presidente de BBVA no tuvo empacho en felicitar a Sánchez por la marcha de la economía española. «No puedo menos que dar la enhorabuena al Gobierno por este extraordinario comportamiento que nos diferencia todavía más frente al resto de Europa.

También por su apuesta decidida por la transición ecológica y por las energías renovables, poniendo a España en una posición de liderazgo y por el impulso al crecimiento inclusivo».  La economía española crece, señor Torres, a pesar del Gobierno.

La pregunta pertinente sería algo parecido a ¿cuánto estaría creciendo el PIB español con un Gobierno que no fuera un enemigo declarado de la empresa, un Gobierno que no se dedicara a poner palos en las ruedas de un ecosistema empresarial al que trata de asfixiar con impuestos, normas y regulaciones de todo tipo?

¿Qué ha hecho el Gobierno Sánchez para que la economía española crezca, qué reformas liberalizadoras ha introducido, qué costes sociales ha bajado? ¿Qué estaría haciendo la inversión extranjera con un Gobierno que ofreciera confianza, seguridad jurídica, a los inversores?

El mismo día que Torres se abría de capa ante Sánchez supimos que la pobreza infantil ha alcanzado cotas desconocidas en nuestro país. Y sabemos de sobra que España lleva prácticamente 20 años sin crecer en términos de renta per cápita, un guarismo que ha empeorado desde que Sánchez llegó al poder.

El capo de BBVA es un ejemplo del tipo de “empresario” que ha proliferado en España en las últimas décadas. Más que empresarios, son ejecutivos que se han encaramado a la cúspide de las empresas y se han atrincherado en ellas, a menudo sin participación en el capital social, con la ayuda de unos Consejos de Administración a su medida y que les sirven de eficaz parapeto.

Se lo dijo un día a un amigo español el amo del gigante Citadel, Ken Griffin: “Ustedes los españoles no tienen empresarios; tienen empleados VIP”. Un país históricamente carente de una sociedad civil poderosa y de grandes fortunas industriales y/o financieras, que ha sido víctima del arribismo de tipos llegados a la cúspide por el tradicional brazo armado del amiguismo, que no del mérito.

Torres es un McKinsey con un estupendo currículo universitario que jamás hubiera soñado con llegar a la presidencia del BBVA de no haber sido por las amistades de su padre, Manolo Pizarro en primer lugar, que fue quien se lo enchufó en BBVA a su amigo Francisco González, a quien luego traicionó a cuenta del escándalo Villarejo, tras haberlo tenido a su cargo en Endesa.

De modo que no solo no censuran las políticas económicas del Gobierno (que en último término terminarán, antes o después, por afectar a sus cuentas de resultados), no solo no hacen saber su preocupación por el grave deterioro que están sufriendo los pilares de la convivencia, sino que lo elogian a calzón quitado.

La crisis política ha alcanzado en las últimas semanas niveles de una gravedad incuestionable, pero llevamos meses sin saber qué opinan nuestras elites del dinero. Todos agazapados. Todos con la disculpa en los labios. Ana Botín dice a quien quiere escucharla que preside un banco multinacional, que su marido vive en Londres, que dos de sus hijos también, y que ella misma pasa casi más tiempo fuera que dentro del país.

A mí que me registren. ¿Cómo es posible que Carlos Barrabés, el socio de Begoña, fuera nombrado a primeros de año miembro del Consejo del Santander y como es posible que lo siga siendo? Porque a doña Ana se lo pidió Sánchez y es Sánchez quien le sigue protegiendo.

El argumento de la internacionalización es también esgrimido por Sánchez Galán, presidente de una Iberdrola que “tampoco es ya una empresa española”, un Galán que ha terminado por alinearse doctrinalmente con Teresa Ribera, ministra Bacigalupa de Energía, un horror desde el punto de vista técnico capaz de aglutinar a partes iguales incompetencia, sectarismo y soberbia.

Poco que decir de Álvarez Pallete, un prisionero en manos del Gobierno Sánchez tras la entrada de la SEPI en Telefónica. Más silente, más taimado, un Isidro Fainé siempre tras las bambalinas, que ahora comparte accionariado con el propio Estado en CaixaBank.

Jamás una advertencia, algo que pueda oler a crítica al Gobierno, a cualquier Gobierno. Con Amancio Ortega no se puede contar: el gallego cree que cumple con su responsabilidad regalando costoso equipamiento sanitario, la calderilla de su inmensa fortuna.

De los Entrecanales, pálido reflejo de lo que un día fue nuestra “beautiful people”, mejor no hablar. Muy de vez en cuando lo hace Joan Roig (Mercadona), uno de los pocos, y suele pagar un alto precio por ello.

Habla también, pero bajito, un tipo honesto como Josú Jon Imaz (Repsol). Excelso ejemplo del empresariado cañí madrileño, y por extensión español, es Florentino Pérez, siempre a favor del inquilino de Moncloa, perfecto “padrino” dispuesto a comprar al Gobierno de turno, de derechas o de izquierda, y a meterse con él en la cama o en el palco.

Es la encarnación del pudridero en que se ha convertido nuestro gran empresariado. Y de los empresarios catalanes ni hablamos. porque lo suyo, salvo muy honrosas excepciones, es ver si Sánchez, Puigdemont o el lucero del alba les permite recuperar la pasta que han perdido estos años por culpa del “procés”. Sic transit.

Hay, no obstante, una nueva generación de empresarios de éxito, muchos de ellos alejados del expuesto escenario madrileño, que se están mostrando muy activos en la exigencia de desregulación, libertad de emprendimiento, abaratamiento de costos empresariales, etc., pero que han heredado el miedo cerval de sus mayores a manifestar opinión, pánico a la exposición pública, porque saben que eso solo les traerá problemas.

Una cuestión directamente relacionada con la baja calidad de nuestra democracia, asunto, justo es reconocerlo, presente mucho antes de que el buscavidas que nos preside se hiciera con el poder. Un viejo problema cuyo nacimiento algunos adjudican a un viejo conocido como Jesús Polanco, fundador del grupo Prisa.

Polanco utilizó la potencia de su grupo para hacer negocios con los ricos del lugar, a quienes metió, con la familia March al frente, en el accionariado de Prisa. En realidad, Polanco fue el “mastermind” -que decía Andrew Carnegie, el magnate del acero- de nuestros ricos tras el franquismo, el que les enseñó que la vida podía ser mucho más fácil y provechosa agarrados a las faldas del Gobierno, sobre todo si era de izquierdas.

Ahí empezó la traición de nuestras elites económicas a la democracia española. Falló el faro que hubiera supuesto un Juan Carlos I entregado a dar ejemplo de norma moral, lejos de pelas y putas. Tras el desgaste provocado por los escándalos del felipismo, José María Aznar pudo cambiar las cosas con su mayoría absoluta en el 2000.

Era el momento adecuado para haber actualizado el diseño constitucional corrigiendo aquello que se había demostrado fallido. Por desgracia, le faltó cuajo, altura política y sentido de Estado. Le sobró soberbia. También pudo arreglarlo esa desgracia con patas que responde al nombre de Mariano Rajoy.

Hablamos de las devastadoras consecuencias que para la democracia española ha tenido la carencia de una auténtica derecha liberal. Como mal que no mejora empeora, la situación del país ha llegado a un punto de no retorno entre el silencio de nuestros corderos empresariales. La paz del cementerio.

España es hoy un barco a la deriva perdido en pleno océano, con “un esperpento corrupto y narcisista” (Trapiello) en el puente de mando. Como ha escrito el director de este medioPaco Rosell, “o la democracia frena a Pedro Sánchez o Pedro Sánchez acaba con la democracia española”. Estamos en tiempo de descuento.

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¿La Moncloa? Es que no tengo la dirección…

Héroes y antihéroes

Santiago González en su blog, 150624

Pedro Sánchez, que es un mentiroso sin fronteras, miente por puro vicio, incluso cuando no lo necesita. Miente al citar a terceros, como en los plagios de su tesis doctoral y miente porque los cita mal. En cualquier caso, debería observar una precaución elemental.

No debería citar a nadie que esté vivo y pueda contradecirlo. Pongamos que hablo de Vicente Guilarte, presidente interino del CGPJ, a quien citaba en El País por la mano vicaria de Carlos Elordi C., que titulaba: “Sánchez se plantea quitar al CGPJ  el nombramiento de jueces del Supremo” con el añadido posterior de “por la vía Guilarte”.

Guilarte no tardó 24 horas en replicar; a la gente de bien tratar con cierta clase de gentuza le viene a poner en crisis de identidad. Lo explicaba con la anécdota de un conocido que en las mañanas de resaca se enfrentaba al espejo con cierto grado de confusión: “No sé quién eres, pero te voy a afeitar”.

La interpretación que el felón hizo de sus palabras le parecía aterradora, porque no es admisible cambiar de modelo para que el Gobierno influya en la renovación del CGPJ. Ayer, donde Alsina, admitía que había enviado su propuesta al Congreso y al Senado y cuando el periodista le preguntó si también la había enviado a La Moncloa dio una respuesta que explicaba a la perfección en qué consiste la separación de poderes: “es que no tengo la dirección”.

Sánchez reculó, que es lo suyo, admitiendo que aún tiene el proyecto en fase de borrador, pero que estará basado en el respeto a la independencia del Poder Judicial, que será plenamente constitucional y acorde a la normativa europea. No faltaba más, pero seguro que miente, como en todo.

Guilarte me ha parecido un héroe de nuestro tiempo. Como la fiscal superior de la Comunidad de Madrid, Almudena Lastra, que se opuso razonablemente y mientras pudo, a difundir los datos reservados del novio de Isabel Díaz Ayuso, por ser un delito de revelación de secretos, hasta que el fiscal general del Estado se lo ordenó por medio de dos whatsapp.

Álvaro García Ortiz, el fiscalone, es uno de los subproductos más acabados del sanchismo: dio la orden para la comisión de un delito, lo hizo por escrito y asumió la responsabilidad. El asunto se desarrolló con adornos: la fiscal jefe provincial, Pilar Rodríguez, llamó al fiscal del caso, Julián Salto, para que enviara los correos cruzados con la defensa de Alberto González Amador.

Tanta era la urgencia que el fiscal Salto tuvo que abandonar el partido de fútbol de Champions que disputaba el Atlético de Madrid con el Inter de Milán. Cualquiera que tenga un amigo atlético sabe lo que es eso. Pues Salto abandonó el partido y para las diez de la noche ya los había remitido.

Pilar Rodríguez es la misma fiscal a la que le bastaron 24 horas para pedir el archivo de la investigación que el juez Peinado llevaba instruyendo desde abril sobre el  caso de Begoña Gómez.

Muy probablemente, el fiscal general ha incurrido en prevaricación. Todo en el sanchismo va adquiriendo un olor insoportable. Y luego está Conde-Pumpido. Nunca hubo tantos jueces en un Gobierno de España. Nunca estuvo tan en peligro la justicia.

No soy partidario de afirmaciones muy tajantes, pero si es usted partidario acérrimo de Sánchez es usted un corrupto o un imbécil. O mitad y mitad, que también cabe.

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Vídeos


En la reciente Cumbre por la Paz [aSuiza], pueden escuchar los discursos de Sánchez y Miley. 150624

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Música de Diana.


«Ring My Bell» es una canción interpretada por la cantante estadounidense Anita Ward. Fue publicada como sencillo el 25 de mayo de 1979 a través de Juana Records.

La canción fue escrita por Frederick Knight originalmente para Stacy Lattisaw, entonces de once años, como una canción adolescente sobre niños hablando por teléfono.​ Cuando Lattisaw firmó con un sello diferente, se le pidió a la cantante y música estadounidense Anita Ward que la cantara en su lugar, y se convirtió en su único gran éxito.​ Vía Diana Lobos, 160624.

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Humor
Idígoras y Pachi
Idigoras y Pachi.

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