. AQUÍ para ver el debate íntegro. Vía Atresplayer.
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En España para debatir de pie hace falta, al menos, una barra [de bar]
- No me gusta el formato: ni hay debate ni se gana nada teniendo a los candidatos de pie y sin atril.
- Ana Pastor, repugnantemente sectaria, una vez más, sobrepasando su obligación a base de zancadillas a Soraya.
- Rivera, nervioso al principio y tranquilo al final. No me explico cómo no ha aprendido a evitar el baile de San Vito. Ocasión perdida. Le he notado algo cansado y debería corregir su tendencia a hablar con excesiva e innecesaria rapidez. La exhibibión de la portada de El Mundo, un grave error que ha alterado su tono y le resta centralidad.
- Soraya, tranquila al principio y nerviosa al final. Muy por debajo de su nivel parlamentario. Es una gran tecnócrata y una mala política, como Rajoy.
- Sánchez, declamando como siempre, con nula capacidad de convicción y sonrisa profidén. No ha ganado nada. No durará mucho en el cargo.
- El coletas, según su costumbre, vestido y ejerciendo de sindicalista asambleario. Su metedura al definir como ‘derecho de autodeterminación’ el referéndum andaluz sobre la iniciativa del proceso autonómico, es apotoeósica.
- Rajoy ha hecho muy bien no yendo. Bastante tiene con aguantar al hermoso en el próximo debate a dos.
- De vergüenza el acojone general frente al demagógico uso político de la violencia ‘de género’, las cuotas y el envío de tropas contra el terrorismo.
En resúmen: este debate no pasará a la Historia.
pd.-
- Me ha extrañado que no le hayan dado caña al coletas con lo del hundimiento de Maduro.
- Cuando el demagogo ha salido del debate le ha faltado el tiempo para manifestar que estaba muy orgulloso de los cientos de Twitter que estaba recibiendo de ‘gente humilde‘: se ve que junto al texto le envían la declaración de la renta.
- Para El País, cada vez más sectario, el debate de ayer -noticia en todo el país y sus medios- no merece ser noticia de su portada de hoy. Sí, en cambio, p.ej., que el consumo navideño se acerque a los niveles anteriores de la crisis. Qué lamentable.
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Un debate sin alma que no dejará huella
Ignacio Varela en El Confidencial, 081215.
Los organizadores llamaron al evento de ayer en Antena 3 “el debate decisivo”; y muchos, yo mismo entre ellos, creímos que al menos marcaría un punto divisorio en la campaña electoral más abierta y más incierta que recuerda nuestra democracia.
No ha sido así. Mi primera conclusión al apagar el televisor fue: el día 20 ocurrirá lo que sea, pero el resultado de las elecciones no se deberá a este debate. La gran ocasión de todos los tiempos ha quedado reducida a un episodio más de la campaña electoral: un mitin polifónico en el que no se ha oído nada que no hubiéramos oído antes y que no vayamos a escuchar mil veces más, en versión solista, en los próximos doce días.
Todos los debates celebrados en elecciones anteriores dejaron momentos memorables, para bien y para mal. Este estará olvidado antes de que se abran las urnas. Será un debate sin huella en un doble sentido: sin huella reconocible en el resultado electoral y sin huella recuperable en la memoria de los millones de personas que lo vimos.
Sí, el formato era novedoso y aparentemente más atractivo que lo conocido hasta ahora. Sí, por primera vez había cuatro púgiles sobre el ring, nuevos y muy distintos entre sí, y no dos viejos conocidos encadenando monólogos sucesivos previamente memorizados; sí, la incertidumbre del desenlace añadía picante al espectáculo. Sin embargo, se ha vuelto a comprobar que las grandes ocasiones no las crean los formatos, sino los protagonistas. Y digámoslo de una vez: estos cuatro protagonistas de anoche son cualquier cosa menos grandes.
Ni siquiera hemos pasado emoción. Tres de los contendientes, Sánchez, Rivera y Sáenz de Santamaría, actúan como portavoces robotizados que recitan su lección convencidos de lo que dicen pero sin transmitir una gota de pasión. Y Pablo Iglesias a veces se acuerda de meterle sentimiento al discurso, pero resulta tan impostado que tampoco termina de funcionar.
Un debate a dos se presta fácilmente a ser valorado con el esquema de un ganador y un perdedor, pero aplicar esa lógica a un debate de cuatro candidatos es más complejo. Su desarrollo y tono no son propios de los grandes debates presidenciales; se asemejan más a los debates corales que están teniendo lugar en las primarias norteamericanas. Las alianzas y las líneas de confrontación se entrecruzan constantemente dentro del propio debate y el éxito se mide por la eficacia con la que vayas cubriendo los objetivos parciales marcados para cada bloque.
Lo que probablemente quería Iglesias era sacar definitivamente de la pista a la candidatura que encabeza Alberto Garzón, capitalizar sus alianzas territoriales y seguir atrayendo a los votantes socialistas que añoran glorias pasadas y a los que Sánchez no les da ni frío ni calor. Si es así, su actuación ha sido bastante eficaz, como ya lo fue en el debate de El País.
Iglesias tiene un plan y lo está ejecutando con precisión. Golpeó a Sánchez en su punto más débil: tienes buenas intenciones pero eres un líder débil y mandas poco en tu partido, por eso una cosa es lo que dices y otra lo que inevitablemente harás si gobiernas (ese ataque es mucho más dañino para el candidato socialista que la enésima repetición de la historia de “la herencia recibida” por parte del Gobierno). Y golpeó con contundencia implacable a la representante del PP en el tema de la corrupción, ayudado en ese momento por Rivera.
Y sí, es cierto que, en comparación con tono monocorde de los otros discursos, Iglesias a ratos consigue sonar distinto. No siempre afinado y en ocasiones zafiamente demagógico, pero distinto. Y su público lo agradece.
En cuanto a Albert Rivera, yo diría que ya sólo busca que la ola favorable que lo está impulsando lo lleve inercialmente hasta la orilla sin correr el menor riesgo. Por eso se agarra a su tabla de surf y se deja llevar, no vaya a ser que por ponerse de pie y provocar una ovación dé un patinazo fatal cuando todo parece ir tan bien.
Eso también es un plan. Pero a mí tanto amarrar me parece en sí mismo arriesgado, porque es la segunda ocasión en que el líder de Ciudadanos queda claramente por debajo de las altas expectativas que suscita. Los más generosos lo atribuirán a una táctica prudente, pero en otros puede estar anidando la sospecha de que si no muestra más es simplemente porque no tiene nada más que mostrar. En una campaña como esta no está el patio como para ir de sobrado por mucho que el viento sople a favor,
La vicepresidenta del Gobierno, en su papel de suplente, probablemente buscaba dos cosas: primero, salir viva de un debate endiabladamente comprometido para el PP; segunda, neutralizar el propio debate, bajar la temperatura y privarle al máximo posible de trascendencia sobre el voto.
Si ese era su propósito, también puede decir que lo ha logrado en gran medida. Con Rajoy en ese plató hubiéramos asistido a un debate totalmente distinto: mucho más intenso, más caliente y, con toda seguridad, más agresivo.
Eso no significa que su actuación haya resultado brillante. Al contrario: la Soraya de Antena 3 significó bastante menos que la que orgullosamente comparte los carteles del PP con Mariano Rajoy. El displicente tono burocrático de su discurso mezclado con ese gesto altanero que la delata le hacen poco favor cuando se trata de adquirir rasgos de liderazgo.
Algunos interpretamos lo de su presencia en este debate y lo de los carteles como un sofisticado movimiento del patrón de la “cuadra PP” para disputar esta carrera con dos caballos: uno, Mariano, por si las cosas van bien en las urnas. Y la otra, Soraya, para hacerle la carrera tácticamente a su jefe y, ante un resultado complicado, disponer de un Plan B para la investidura. Si hay algo de eso, lo mínimo que puede decirse es que la supuesta “operación Menina” ha avanzado poco en este debate (lo que no significa que haya que descartarla).
En cuanto a Sánchez, resulta difícil desentrañar el rumbo de su estrategia en esta campaña; y por tanto, no sé decir con precisión hasta qué punto ha cumplido sus objetivos. Los otros tres candidatos han tenido en el debate picos de brillantez y momentos negros. Él nunca ha sido el protagonista de la función, ni para bien ni para mal. Ni grandes aciertos ni errores tremendos; ni un destello ni un incendio. En este debate, más aún que en el anterior, ha dado la impresión de buscar más el aprobado dentro de su partido que los votos de los ciudadanos. No sé, quizá lo primero sí lo haya conseguido.
Sánchez ha sido en todos los bloques el que menos tiempo ha consumido en sus intervenciones. Y es que su discurso está tan estudiado y calibrado que tiene uno la sensación de que si le dan un minuto extra le crean un problema.
Sánchez es el único candidato que va a participar en los tres debates de la campaña, afrontando rivales y formatos distintos. Eso tiene mérito y debería obtener de ello más rendimiento que el que ha sacado hasta ahora.
En resumen: ninguno ha triunfado y ninguno ha fracasado, aunque en el conjunto de los dos debates Pablo Iglesias ha ganado el impulso que necesitaba. La suerte de estas elecciones no se ha decidido en este debate. Pero desde el punto de vista de la autoridad moral, Mariano Rajoy es hoy menos Presidente que nunca.
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Notas.-
Enlaces [en azul cuando se trata de textos ajenos] y corchetes son aportados por EQM. También, por razones discutibles de legibilidad en internet, el incremento de párrafos en textos ajenos, respetando el contenido, que puede leerse en el original pinchando el enlace.
Hija del Sol dijo:
Muy flojitos todos y la única mujer se defendió bastante bien.
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Séneca dijo:
Todos demasiado correctos y eso lo pagó fundamentalmente Podemos y el guaperas. Ribera estuvo en todo momento muy suave, con la intención de no asustar a los votantes clásicos del PP.
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XXL dijo:
La periodista no estuvo neutral. Una pena.
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Ñañerías dijo:
Ribera muestra el Mundo por algo. ¿? Quizás quiere decir que está más cerca de la derecha.No quiere asustar y llevarse los votos del PP y del centro.
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W.Tutú dijo:
¿Por qué no sentados y cómodos? Eso de imitar a los americanos en todo solo sirve para incomodar a los políticos para nada y al espectador.
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Quesada dijo:
Ribera, en el tema catalán me ha perdido. Se definió con demasiada fuerza como catalán y eso no es bueno. Por otro lado no fue claro (como el guaperas) con el tema de la recompensa al catalanismo a pesar del secesionismo. Votaré a UPyD aunque no consigamos nada.
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Anónimo dijo:
Es una pena: nadie habló de la autentica corrupción, que es la educación en la estupidez.
Tampoco nada de patriotismo, cuando en Francia está arrasando.
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rosa dijo:
En el debate de ayer todos se la cogían con papel de fumar para no soltar una sola idea que rozara lo políticamente incorrecto. Un debate de cobardes.
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rosa dijo:
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rev prensa dijo:
rostro pálido dijo:
Martes, 8 diciembre 2015 en 11:05 am
Me aburrí muchísimo con el debate y la puesta en escena fué lamentable: los cuatro allí en plan concurso de misses, con un taburete-trampa detrás (estoy seguro de que daba calambre) y el molesto fondo multibombilla a medio camino entre cortylandia y la portada de la feria de abril.
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rev prensa dijo:
Nessun Dorma dijo:
Martes, 8 diciembre 2015 en 9:27 am
Ayer vi el debate de la 6, la conclusión es clara: ¡Qué nivel Maribel!
Con Santa María uno se muestra expectante por ver si su insignificancia corporal anda pareja a su su tamaño intelectual, y bueno, no sabría muy bien que decir. Lo que sí que no es insignificante es su morro, porque convendrán conmigo que hay que tener un morro del copón para salir como si nada en TV después del saqueo del 10% de la obra pública por parte del PP durante años.
¿Y Rivera?, pues que no ha encontrado todavía la manera de sacarse de encima esa imagen de vendedor de la segunda planta de EL Corte Inglés, va de guay con un discurso repleto de medias obviedades que se resume en : Ley, Igualdad de todos los españoles y lengua , eso sí mucha lengua española para cenar y almorzar.
Pablo Iglesias, pues eso, un profesor de universidad que no sabe ni el nombre del libro más famoso de un filosofo que se estudia en Bachillerato, Un orador. Él y Rivera tendrían que dejar esto de la política y volver a los concursos de retórica televisados.
Pedro Sánchez, creo que no vino al debate, supongo que quería emular a Rajoy.
En fin, menos mal que la que manda es Merkel, porque si fuera por esos pelagatos.
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rev prensa dijo:
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rev prensa dijo:
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rosa dijo:
El formato de mantener en exposición durante dos horas a los candidatos mientras la sectaria y el gran Vallés disparaban desde su atril fue uno de los motivos del fracaso del debate.
El escenario de ledferia contribuyó a enfriar el ambiente.
También los políticos para explayarse necesitan sentirse cómodos.
No sólo Cataluña, caramba!
pd.- ¿Porqué Sánchez y Rivera aparecieron vestidos por el mismo sastre?
¿Porqué Rivera siquiera se atrevió con una corbata naranja?
Triunfó el miedo, desgraciadamente.
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rev prensa dijo:
los cuatro políticos según la preparación, el nerviosismo, la claridad, la energía y los gestos.
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http://www.elespanol.com/elecciones/elecciones-generales/20151208/85241481_0.html
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rev prensa dijo:
Entre el populismo de Iglesias y la centralidad de Rivera
José Antonio Zarzalejos
El debate a cuatro de ayer puede resumirse, en lo esencial, en pocas líneas. Pablo Iglesias protagonizó una representación de eficaz populismo que martilleó a Pedro Sánchez hasta incomodarme reiteradamente, y Albert Rivera extendió su discurso a un lado y el otro y logró un espacio político e ideológico central, empujando suave pero certeramente a Sáenz de Santamaría hacia un territorio defensivo.
El secretario general del PSOE estuvo envarado y nervioso, y la vicepresidenta del Gobierno, delegada de un Rajoy que revoleteó por el plató, no respondió a las expectativas. Ganaron, pues, Iglesias y Rivera. El primero por ajustarse a un mensaje directo a sus bolsas electorales y a las vecinas del socialismo, y el segundo por mostrarse propositivo, realista y moderado yendo derechamente a por los electores del centro izquierda y derecha.
El debate sirvió para ensayar una nueva fórmula en España que todavía habría que perfeccionar y para confirmar que los partidos emergentes -Ciudadanos y Podemos- han enfilado la campaña electoral con mucha fuerza. Queda carrera por delante pero las grandes líneas están ya marcadas. La discusión televisiva resultó, no obstante, mucho más útil para los partidos jóvenes que para los que no lo son. Vamos, ya sin lugar a dudas, a un nuevo modelo de cuatro partidos que se mueven en dos bloques ideológicos reconocibles como de izquierda y centro-derecha.
En ambos espacios podría producirse a medio plazo una sustitución. El socialismo carga con una pesada mochila histórica -en España y en Europa- y los populares han llegado tarde a la renovación de su mensaje, a la empatía con los ciudadanos y a la elaboración de un relato convincente de su gobernación estos cuatro años. En el PSOE hay impotencia y en el PP, resignación.
Sáenz de Santamaría se comportó en el plató como en las ruedas de prensa de los viernes en La Moncloa y desaprovechó la ocasión -si acaso lo pretendió- de mostrar su músculo político. No lo tuvo. Tampoco tuvo su día un Sánchez que se dolió de las arremetidas de Iglesias y que nunca se desenvolvió con comodidad y naturalidad. Ni el PSOE ni el PP (este más todavía por la ausencia anómala de un Rajoy que quizá se esté arrepintiendo de no haber concurrido) sacaron nada en limpio del debate.
Ayer se confirmó que por el lado del centro derecha hay un corredor -Ciudadanos- con un potencial renovador sustantivo, en todo caso suficiente para disputar al PP la hegemonía a medio plazo. Y por la izquierda, Podemos le está haciendo un roto al socialismo español verdaderamente histórico. Se confirmó el fin de ciclo y el comienzo de otro cuya dimensión, en su novedad y profundidad, se comprobará el 20-D. Y un apunte final: de todos -incluso de los que salieron mejor parados- podía esperarse más de lo ofrecieron.
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http://blogs.elconfidencial.com/elecciones-generales/cuaderno-de-campana/2015-12-08/entre-el-populismo-de-iglesias-y-la-centralidad-de-rivera_1116080/
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rev prensa dijo:
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