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rivera.

Memoria, tradiciones y prohibicionismos

Sobre la foto de Fran Rivera, capeando un becerillo con el hija de meses en su brazo izquierdo, aparece la indudable imprudencia cualificada mayoritariamente como temeraria; pero no hay que olvidar el contexto y, sobre todo, la memoria, nuestra frágil memoria.

Una de las tradiciones más universales es que los hijos aprendan a correr riesgos a manos seguras -hasta cierto punto, obviamente- de los padres. Incluso, en contados casos disntintos al que nos ocupa, con la intención de que el niño espabile: ese intemporal chiste del padre que invita al niñito a lanzarse a sus brazos desde la mesa camilla y cuando éste lo hace, se aparta y le dice que no se fíe ni de su padre.

¿Qué padre no ha metido en el mar a su hijo siendo un bebé? ¿o le ha llevado en el cuadro de la bicicleta? ¿o le ha asomado al balcón o a la ventana? ¿o qué padre conductor no ha invitado a un vástago menor, unos segundos, a conducirlo en marcha, sentado en sus piernas?

¿Por qué ese linchamiento twittero contra tantos toreros que han hecho lo mismo y el aplauso ante las decenas de brillantes y meritorios castillos humanos que continuamente se realizan en Cataluña -y a lo largo del Mediterráneo- colocándose en la cumbre, en todo lo alto, a un muy menor denominado ‘enxaneta‘?

Abunda la gentuza que pretende, mediante el prohibicionismo y la corrección política, acabar fabricándonos una mísera y temeraria vida, sin esos riesgos que, precisamente, nos enseñan a evitar otros muchos y más graves.

¿La madre africana que embarca a su bebé en la patera -por su bien- tiene suficientes argumentos como para que el hecho sea asumido en España como heroicidad, mientras que una española se la puede encarcelar por pegarle una bofetada -por su bien- a su hijo? Ese delicado asunto de ‘por su bien’ y los agravios comparativos en una sociedad decadente.

La imagen de Rivera es particularmente chirriante para aquellos a los que un novillito nos produciría pánico -es decir, la mayoría- y que, por lo tanto, estamos invadidos de subjetitividad.

Lo más grave de este asunto es que en pais de donde no cabe un tonto más, la demagogia hace estragos en favor de los linchadores.

Por eso soy partidario de eliminar, en lo posible, los prejuicios, sobre todo cuando proceden del poder y se convierten, más pronto que tarde, en prohibicionismo. Estoy por el hombre libre y sus circunstancias, siempre más complejas de lo que pudiera parcerle incluso a él mismo. Y me producen urticarias los gritos linchadores a la puerta, o no, de los juzgados, destrozando la presunción de inocencia.

EQM

pd.

Hay un ejemplo de última hora que refleja fielmente lo difícil que resulta navegar en estas horas de tontuna a mansalva. El legislador, precisamente para evitar prejuicios, ha sustituído del Código Penal el concepto de ‘imputado’ por el de ‘investigado’. Pues bien, en la tele no dejan de seguir con lo de ‘imputado’, aclarando, como mucho, que ahora le llaman ‘investigado’. Y es que no hay peor maledicencia sistémica que la aderezada, a lo largo de más de 30 años, con un cretinismo imparable.

Y, ahora, momento en el que se está celebrando el juicio por la desgracia que se produjo en el Madrid Arena, pregunto, ya en serio y con la ley en la mano:

¿Que responsabilidades se les exigen a los miles de padres españoles que permiten que sus hijos menores de 18 años se larguen los fines de semana de botellón y vuelvan borrachos al amanecer? ¿Por qué no exigimos el cumplimiento de la ley en vez de dedicarnos a linchar al prójimo?

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enxaneta_1Niño ‘enxaneta‘ culminando el castillo humano. Obsérvese, debbido a la altura, de qué tamaño ve el menor a los espectadores. Del vídeo publicado en YouTube con motivo del meritorio y brillante ‘castell’ que realizaron los ‘Castellers de Vilafrancajunto al Circuito de Cataluña, con ocasión del Gran Premio de Fórmula 1 celebrado en 2014.

Viñeta de Gallego y Rey en El Mundo, 270116.

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La absurda polémica de Paquirri y su niña

Si su esposa y el propio torero están de acuerdo ¿qué sentido tiene la polémica? No están incumpliendo ninguna ley, ni parece que el peligro de la vaquilla sea tan grave como para que el torero reciba las crueles críticas que se pueden leer en Internet

Antonio Lorca en El País, 250116.

La polémica desatada en las redes sociales por la foto en la que Rivera Ordóñez aparece con su hija pequeña en brazos mientras torea a una vaca en una plaza de campo es exagerada, absurda y, consecuencia, sin ninguna duda, de la extraordinaria campaña que la tauromaquia está sufriendo por parte de las asociaciones animalistas, partidos políticos, antitaurinos y anónimos ciudadanos que se esconden en las nuevas tecnologías para dar rienda suelta a bajos instintos que da miedo leerlos.

De entrada, no se le puede llamar toro al animal que aparece en la foto. Las hembras que se tientan en el campo -erales se las denomina- suelen tener dos años, y no parece que la de la foto haya tenido la oportunidad de apagar las velas de su segundo cumpleaños. Quede claro, pues, que Rivera no aparece toreando un toro, sino una vaquilla que, con toda seguridad, estaba ya cansada después de una larga faena campera.

¿Es normal que un torero coja en brazos a su niña de pocos meses para bautizarla taurinamente delante de una vaca?

Yo no lo haría, pero no soy torero. Y habrá toreros que lo hagan y otros a los que les parezca una barbaridad. El padre, que es el primer responsable de la seguridad de su vástago, sabrá el nivel de riesgo al que lo está exponiendo. Asegura Rivera que esta es una tradición en su familia y que lo mismo hicieron con su padre y con él. Pues, muy bien. Si su esposa y el propio torero están de acuerdo, qué sentido tiene la polémica. No están incumpliendo ninguna ley, ni parece que el peligro de la vaquilla sea tan grave como para que el torero reciba las crueles críticas que se pueden leer en Internet.

¿Acaso no hay muchos padres que permiten que sus hijos de corta edad se suban a lo alto de una torre humana -los castells catalanes- con el riesgo evidente de que sufran algún daño, y nadie polemiza sobre la que es, sin duda, una tradición arraigada? ¿Acaso otros no admiten que los videojuegos o los dibujos animados carcoman los infantiles cerebros de sus niños con evidente peligro para su educación? Ya, pero ni en los castellets ni en los dibujos hay toros…

Vivimos unos momentos en los que hablar de toros es políticamente incorrecto; de ahí, esta polémica tan disparatada e insensata. Pero no lo es, por ejemplo, desear la muerte de un torero herido, en un anónimo y cobarde gesto evidente de depravada crueldad.

Es posible que Rivera se haya equivocado al subir esa foto a las redes sociales. Pero ni el Defensor del Menor ni esta sociedad, tan permisiva con otras prácticas que perjudican directamente al mundo infantil, tienen derecho a juzgarlo.

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Notas.-

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