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Pepe Borrell ya no sabe dónde meterse
Con motivo del aniversario del 1 de octubre, fecha del referendum ilegal, que aye cumplió un año, rl Presidente de la Generalidad de Cataluña, Quim Torra, impulsó ayer a los separatistas a ser fieles “al claro mandato a favor de la independencia”.
También ha exigido la liberación de los políticos presos y pidió a los grupos independentistas más radicalesa -los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR)- que presionaran [en la calle, se entiende] en favor de la reivindicación republicana:
«Gracias a los CDR que apretáis y hacéis bien en apretar».
El resultado fue que presionaron, vaya si presionaron, ante la complacencia del representante ordinario del Estado español en Cataluña -el mismísimo Torra- y la temerosa y cobarde ausencia de un Gobierno de España que se mantiene en el poder gracias al apoyo que recibe de los progolpistas y que, en palabras de Ábalos, el Ministro de los taxistas, contempla con distancia el caos catalán de ayer porque transcurrió de una modo ‘asumible‘.
Esa lamentable, antidemocrática y destructora imagen de España, que encabeza del doctrocito ZPedrom tuvo ayer el ejemplo más desolador en las palabras de un Pepe Borrell, Ministro de Asunto Exteriores y falsa esperanza progresista de los ciudadanos catalanes constitucionales, pronunciadas a la vista de los desoladores acontecimientos que dificultaron gravemente la vida habitual en la región. Con el rostro visiblemente desencajado, balbuceando, sin saber dónde meterse, dijo:
«El orden público en Cataluña le corresponde garantizar la Generalitat de Cataluña que está presidida por el señor Torra. De manera que, supongo que, el señor Torra también estará interesado en mantener el orden público, en la calles, en los medios de comunicación, en los medios, en las vías, en los ferrocarriles, en toda Cataluña.
Nosotros, por nuestra parte, seguiremos tratando de bajar la tensión y mantener el diálogo y exigir a cada cual, eso sí, que asuma su responsabilidad»
Así lo ha retransmitido televisivamente Euronews, también en su web y en su canal de YouTube, para todas las cancillerias y ciudadanos europeos y del resto del mundo:
No cabe mayor desvergüenza y debilidad por parte de un señor que tiene también como misión, sustancial e inherente a su cargo, convencer al mundo de que los locos son los golpistas y no los defensores del Estado de Derecho.
- La putrefacción (catalana). J. A. Montano en El Español, 011018, a propósito de la reedición actualizada de ‘Contra Catalunya’, de Arcadi Espada [ed. Ariel, septiembre 2018].
Revista de prensa
- ¿Qué es cacería, me preguntas?. Santiago González en El Mundo, 011018
- El empate regalado. La frustración del separatismo, desfondado en su propio aniversario, no ha supuesto un éxito simétrico del Estado. Ignacio Camacho en ABC, 011018
- Sánchez no sabe qué hacer con Torra y Delgado. Pablo Sebastián en republica.com, 011018
- Adiós a los ‘macroprocesos’ en Andalucía. Pepe Fernández en vozpopuli.com, 011018
- Aznar: «Está ocurriendo lo mismo que con el golpe de Estado del 34». Alejandro vara en vozpopuli.com, 011018
- Rescatar Barcelona del naufragio. Jesus Cacho en vozpopuli.com, 300918
- 1 de Octubre. Los habitantes de Cataluña leales a España no sólo tenemos la fuerza de nuestro lado. También tenemos la razón. José García Domínguez en LD, 300918
- La cocina del infierno. La encuesta trampa del CIS escondió la auténtica realidad demoscópica que se vive en España: el PSOE va hacia abajo y el PP, hacia arriba. Luis Herrero en LD, 300918
- Condenados de Gürtel preparan una querella conjunta contra Garzón por los audios de Villarejo. Los audios demostrarían que el ex juez condenado por escuchas ilegales habría tenido siempre un interés en dirigir la investigación de la Gürtel. LD, 300918
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Ilustración de LPO [L. Pérez Ortiz; España, 1957], para El Mundo, 011018
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Soluciones políticas, ¿para quién?
Félix Ovejero en El Mundo, 011018
Un filósofo con criterio recomendaba que si en un texto nos cruzábamos con la palabra dialéctica probáramos a suprimirla y volver a leerlo. Si el texto mejoraba, como sucede siempre que la prosa se aproxima a la concisión de las cartas comerciales, quedaba demostrado que dialéctica era mampostería. Si el texto no encontraba un sentido cabal, mejor arrojarlo a la papelera.
Siempre me acuerdo de aquella recomendación cuando me encuentro con uno de esos comodines que apuntalan la retórica política. Me sucede con federalismo, autogobierno, cambio, reforma constitucional o diálogo. A todos les gustan mientras no se pidan detalles. Cada político entiende lo que quiere, si entiende algo, y queda a la espera de que no tarde en llegar la siguiente pregunta, no sea que alguien le importune reclamando precisiones.
El conjuro, a veces, resulta útil durante un tiempo y hasta cumple funciones apaciguadoras o, por mejor decir, narcóticas. Ahí está la Constitución con sus nacionalidades y regiones. Se pacta la confusión, el «estamos de acuerdo, aunque no sabemos en qué», y cada cual vuelve a su respectivo cuartel ensayando su particular mirada tontiastuta para decirle a su tropa: «Se la hemos colado». Los nacionalistas, maestros del género, han mostrado una productividad estajanovista en facturar esa chatarra: lengua propia, normalización, comunidades históricas.»Ustedes compren las morcillas que ya nos encargaremos de rellenarlas a nuestro gusto», nos decían sin mentir. Y las compramos.
Pero, salvo para los chamanes, los conjuros no sirven. Las ambigüedades más temprano que tarde reclaman su letra pequeña y los comodines -incluso Franco, ese moro muerto tan reutilizable- ya no dan más de sí. En esa hora los problemas reaparecen encanallados y, como en las cosas del querer, asoman los reproches de promesas que nadie hizo pero que cada uno cree recordar según su conveniencia.
El Gobierno ha vuelto a poner en circulación un comodín ya manoseado: «buscar soluciones políticas al conflicto catalán». En cinco palabras, dos ambigüedades y un perímetro errado. La primera: la descripción del conflicto. Según algunos, el conflicto es el resultado de no atender las exigencias nacionalistas. Las razones de por qué habría que hacerlo no están claras. La explotación económica y la falta de reconocimiento de la identidad, tantas veces invocadas, son fabulaciones: Cataluña es una economía con respiración asistida y si hay una identidad despreciada es la de la mayoría de los catalanes que, para empezar, no pueden estudiar en su lengua materna.
Algunos, creyendo precisar, dicen que los independentistas son muchos y que sus demandas están muy consolidadas. Un argumento que habría valido para los racistas en Alabama o los sexistas de aquí mismo. Que nadie se escandalice con la comparación. Estamos ante idéntico guión: unos cuantos reclaman limitar los derechos de otros en virtud de una característica, de su sexo, color de la piel o identidad. Tradicionalmente la respuesta política cabal consistió en combatir las ideas perniciosas sin que importara el número ni la fijación -incluso biológica- de los trastornos. El imperio y la pedagogía de la ley cumplieron su función. La gente cambia hasta de adicciones. Recuerden que este era un país de fumadores hace dos días.
La primera ambigüedad sostiene la segunda: la descripción del problema decide la solución. Con la descripción anterior, no queda otra que aceptar la solución nacionalista. Una solución, eso sí, para los nacionalistas, no para Cataluña. Y, no cabe engañarse, consiste en reconocer a Cataluña como unidad de soberanía. Cualquier referéndum, en plata, quiere decir la independencia de facto o su simple posibilidad, que es también la independencia. Soberano es quien tiene la última palabra y, aunque permanezca callado, mantiene intacto el poder de hablar cuando lo crea conveniente. En el mismo acto de votar se acepta un demos legítimo.
Por aquí asoma la tercera imprecisión: el perímetro del problema no es Cataluña, sino España. Lo es en un sentido inmediato, entre otras cosas porque los ciudadanos no pueden acceder a posiciones laborales en igualdad de condiciones. Pero lo es también en un sentido más hondo. Y es que la aceptación por todos del relato nacionalista ha degradado la calidad de la democracia española. Los esfuerzos de tantos por liberar al nacionalismo de sus responsabilidades han conducido a rebajar las exigencias de calidad democrática y a vaciar de sentido los fundamentos del Estado de derecho.
Lo hemos visto en las repuestas ante discursos incendiarios, como el de Torra en el Teatro Nacional, jamás escuchados en boca de un cargo político comparable en los últimos cuarenta años. Cuanto todavía no se había vaciado la sala ya se escuchaban voces dispuestas a encontrar señales de buena disposición o a ofrecer al pirómano coartadas que nunca solicitó: son sólo palabras. El criterio de calibración se reajustaba para hacer digerible el delirio. Una senda de impunidad que permitió a los nacionalistas cultivar su hipersensibilidad de perpetuamente ofendidos y, al final, recocidos en su propia salsa, los arrojó al vértigo del 1-O.
Pero si mala es la reacción ante los escupitajos, peor lo es cuando esas mismas voces agradecen el cumplimiento de la ley. Quien entiende el cumplimiento de la ley como un gesto de buena voluntad corrompe el concepto mismo de ley, que no contempla la discrecionalidad del consumidor. Acepta, implícitamente, que los poderes públicos puedan saltarse la ley. Si el cumplimiento de la ley es potestativo, no hay ley sino arbitrariedad. Sí, el daño mayor del nacionalismo no es el que ha hecho a los catalanes, con ser enorme, sino el que ha hecho a la democracia española.
El Gobierno no puede comprar el relato del conflicto de quienes quieren destruir el Estado a riesgo de poner en peligro nuestra democracia. Además, se trata de mercancía falsa. Y es que hay otra descripción del problema, más ajustada a los hechos y más acorde en sus soluciones con perspectivas de izquierdas. Eso sí, no se trata de soluciones para los nacionalistas, sino para los españoles. El problema en Cataluña es de libertades. Ahí va un resumen del conflicto realmente existente.
Un parlamento cerrado, un presidente a las órdenes de un fugado de la Justicia que proclama estar en guerra con España, un partido político mayoritario al que niegan permisos para actos públicos, una Consejería de Interior con carteles en defensa de encausados de la justicia y unas instituciones de todos señoreadas por banderas de parte. El problema, por precisar, es el nacionalismo. La tensión y la deslealtad son sus maneras de estar en política. El nacionalismo es el problema que se presenta como solución a problemas que recrea y de los que se nutre.
Si se asume el diagnóstico de que estamos frente a una ideología constitutivamente desigualitaria que hay que combatir si nos importa una comunidad de ciudadanos libres e iguales, estaremos en condiciones de ofrecer respuestas políticas serias, que no buscan reconciliarse con el mundo, sino cambiarlo de verdad. Nada más desolador que escuchar el lamento de Borrell: «Ya me gustaría a mí tener los medios y recursos del Diplocat». Triste, pero no sorprendente. Es la inexorable consecuencia de aceptar el relato nacionalista del conflicto, su solución política: la derrota del Estado.
Yo también creo que estamos ante un conflicto político, el de la Ilustración frente a una de las variantes del pensamiento reaccionario, la más clásica. Asumido ese diagnóstico, ahí va una lista (parcial) de soluciones políticas, de izquierdas, por precisar: recuperar las competencias en educación, acabar con las embajaditas, poner a los mossos a las órdenes de Interior y denunciar a TV3 por delito de odio cada vez que corresponda -esto es, cada día- y, sobre todo, crear diseños institucionales que nos eviten depender a todos de unos pocos que se despreocupan por definición del interés de todos.
No estoy seguro de que en diez años se resolviera el problema. De lo que sí lo estoy es de que la solución no consiste en volver a repetir lo que nos ha llevado donde estamos, camino de desmontar el Estado.
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Félix Ovejero es profesor de Ética y Economía de la Universidad de Barcelona. Su último libro, de próxima aparición, es La deriva reaccionaria de la izquierda(Página Indómita).
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No os merecéis a Castilla
Magnífico Margarito en su blog homónimo, 230918
Hasta aquí hemos llegado.
No me insultéis más ni a mi ni a mi tierra. No insultéis a mis abuelos, no insultéis a mis ancestros. No insultéis a Cervantes, a Delibes, a Teresa de Ávila, al iusnaturalismo del que nacen los derechos humanos, a Juan de Padilla, a Juan de Austria… No insultéis más a una tierra que con su concepto del hombre cambió para siempre el destino de la humanidad.
¿O qué cojones os creíais que somos? ¿Quien os ha utilizado para pensaros mejores que nosotros? ¿Exactamente por qué motivo nos odiáis? ¿En qué sois diferentes? ¿Qué pensaríais de vosotros mismos si en toda América se hablara catalán? ¿Qué pensaríais si vuestras leyes supusieran el germen de las libertades de todo el mundo? ¿Exactamente en qué os creeis mejores que Castilla?
Os lo diré. Vosotros, los de las algaradas en las calles de Cataluña, representáis lo más oscuro, lo retrógrado y lo patético frente a una historia de grandeza, heroísmo, democracia y libertad que representa el país del que sois parte: España. Pretendéis acabar con el progreso, con la libertad y con la luz para arrojaros de modo suicida hacia el pasado, hacia el salvajismo. Os queréis entregar a quien os oprime, os queréis inmolar, sacrificaros para divertimento de la panda de fascistas que os está dirigiendo al abismo. Sí, fascistas.
Lo del otro día fue “La Marcha sobre Roma” y parecíais camisas negras. Representáis las cavernas, sois los bárbaros frente a Roma. Sois una panda de niñatos incultos y paletos que pretendéis hacer una revolución con iPhones mientras en Castilla mis paisanos se parten el lomo en tierras llena de adobe, polvo y pobreza para que vosotros podáis insultarnos con un porro en la mano.
Sois un rebaño, siento lástima y cuando despertéis de este sueño, de esta borrachera de vaso de plástico y piercing de hoz y martillo vais a pasar una larga temporada abochornados por la vergüenza, el ridiculo y el espanto que estáis sembrando ante la mirada atónita de vuestros hijos, a los que estáis llenando de odio. Despertad, aunque solo sea por ellos.
Odiáis a España porque odiáis a Castilla, y la odiáis porque no os la merecéis. Estáis insultando a una tierra que ha derramado sangre para que hoy vosotros podáis ser libres. Estáis insultado esfuerzos que jamás comprenderíais. Si solamente alguien os hubiera contado los sacrificios históricos de Castilla, la generosidad de una tierra que junto a otras se diluye para crear España, para crear algo superior, una unidad histórica, un destino, una de las naciones más grandes de la historia, para dar al resto de reinos de la península las leyes y los frutos de su grandeza…
Si supierais lo que supuso para esta tierra hacer una reconquista prácticamente solos, si supierais lo que supuso atravesar un océano hacia el fin del mundo y llevar ley y dignidad a todo un continente, si supierais lo que los jesuitas y otras órdenes han hecho para dar esperanza en los cinco continentes, si supierais el estado de pobreza extrema de nuestros pueblos, si supierais que aquí solo dejaron adobe mientras llenaron Austria de mármol…Si supierais que nos estamos muriendo mientras vosotros, los pijos, queréis abandonar a su suerte a nuestros mayores…
Porque eso es lo que queréis. Cortar la solidaridad entre hermanos. Pero no vais a conseguirlo jamás. Vais a perder. No, no podéis votar. Por supuesto que no se puede votar, por ejemplo, si matamos o no a los niños pelirrojos, si apartamos a los judíos, si flagelamos a las adúlteras. No podemos decidir ciertas cosas. La democracia no es votar, paletos. La democracia es entre otras cosas, garantizar que los bárbaros no podáis votar acabar con la igualdad o con la libertad.
Y eso es lo que va a seguir pasando, que España va a defenderos de vosotros mismos, de los que os tratan como rebaño. Por supuesto que vais a perder. Espero que podamos ayudaros a garantizar la libertad y el progreso llenando las cárceles de fascistas y criminales. Si por mi fuera, iba a pasar mucho tiempo hasta que os perdonemos.
Pero lo acabaremos haciendo. Como siempre.
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Notas.-
Los enlaces en textos propios son aportados por EQM. En los ajenos sólo cuando así se indique con un color azul. También es cosa de EQM, por discutibles razones de legibilidad en internet, el incremento de párrafos en textos ajenos, respetando el contenido, que puede leerse en el original pinchando el enlace correspondiente.
rev prensa dijo:
Los golpistas catalanes sacan a ancianos en sillas de ruedas de una residencia para cortar una carretera por el 1-O:
https://okdiario.com/espana/2018/10/01/sacan-ancianos-sillas-ruedas-residencia-cortar-carretera-1-o-3178793
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rev prensa dijo:
Y mientras tanto, Sánchez dice que está «ilusionado» y «en modo electoral» mientras los CDR asaltan el Parlament
https://okdiario.com/espana/2018/10/01/sanchez-dice-que-esta-ilusionado-modo-electoral-mientras-cdr-asaltan-parlament-3180573
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Blas dijo:
[…]Considerando que la exclusión del federalismo en la Constitución, en los artículos 1.º y 13.º tiene tanto más valor cuanto más se suponga inclinados a él, y estimándolo factible o conveniente, algunos o muchos miembros o partidos de las Constituyentes, porque ello revelaría la ponderación y consciencia con que fue desechado, no por descuido o falta de atención hacia su significación y ventajas, sino, al contrario, por estimación reflexiva de todo el problema que los inclinó a la decisión final y única, vigente con legal fuerza de las autonomías regionales; como así lo demuestra, además de los artículos ya citados de la Constitución, la historia del artículo 1.º del Estatuto de Cataluña, en que se consagra aquélla como Región autónoma dentro del Estado español, por haber desechado las Cortes la propuesta del proyecto en que definía a Cataluña como Estado autónomo dentro de la República española; y pretender imponer por la violencia aquel régimen federal que la soberanía constituyente rechazara, no incidentalmente y de soslayo, sino después de haberlo considerado de frente, es un delito caracterizado en su significación moral por el valor que en este mismo orden hay que conceder a la repetida voluntad de aquellas Cortes.
Considerando que el artículo 61 de la ley de Orden público, y sus concordantes los artículos 53, 56 y 57 de la misma, al ampliar la competencia de la jurisdicción de Guerra no limitan la que por razón de la materia le corresponde, según el artículo 95 de la Constitución, en relación con el 7.º del Código de Justicia militar, sino que, antes al contrario, la amplía en los casos de declaración del estado de guerra a delitos comunes, haciendo aplicables a éstos, una vez transcurridos los plazos señalados en los bandos que hagan la declaración de aquel estado, o, en su defecto, el de veinticuatro horas establecido en el articulo 61, las penas del Código de Justicia militar, por lo que no afecta a los delitos esencialmente militares, el expresado plazo de veinticuatro horas.
Considerando que el hecho de que los procesados no hayan utilizado materialmente las armas frente al Ejército no impide que su acuerdo y la declaración hecha al público por el Presidente del Gobierno de Cataluña, en nombre del mismo, constituyan un eslabón esencial en la cadena de los actos que integran la rebelión militar, toda vez que este delito, por su carácter permanente, se está consumando desde que se inicia hasta que termina la persistencia en el estado antijurídico, y por tanto cualquier persona que realice un acto de esta naturaleza durante el período de consumación es responsable de este tipo de delito, como autor por ejecución; y ademas, la naturaleza y amplitud de la orden de defensa, dada al Jefe de las fuerzas armadas de la Generalidad, incluye evidente, aunque implícitamente, la posibilidad de tener que realizarse, como en efecto ocurrió, atacando a las fuerzas del Ejército regular; por lo que deben estimarse autores del indicado delito, en razón a haber tomado parte directa, material y voluntaria en su ejecución, a los procesados en esta causa, sin que aparezca individualmente caracterizado como Jefe ninguno de los responsables, porque todas las actuaciones personales han sido consecuencia y ejecución de una actitud colectiva, tomada por acuerdo de todos los procesados, en cuya realización no se ha mostrado la más mínima discrepancia.
Considerando que la no exigibilidad de la conducta como causa excluyente de la culpabilidad, destinada a completar, pero no a prescindir, de las valoraciones de la ley positiva, no podría, en todo caso, ser tenida en cuenta en el presente, en el que, frente a un deber de aquel carácter, aparecen, o un interés surgido de una interpretación de la Constitución contraria a su texto, o una mera aspiración política, que no puede pretender la fuerza imperativa necesaria para prevalecer, excusando la culpabilidad en la violación dolorosa de los deberes jurídicos que la legalidad constitucional impone, como así lo confirma el articulo 1.º de la ley de Orden público, según el cual, el normal funcionamiento de las instituciones del Estado es fundamento del orden público, como asimismo, por mandato del artículo 6.º de la propia Ley, todas las Autoridades de la República, tanto las pertenecientes al Poder central como a las Regiones, Provincias y Municipios, deben velar por la conservación del orden público, que no es el necesario para mantener la rebelión, sino el que imponen las leyes que la sancionan y castigan.
Considerando que el estado de necesidad, alegado en el presente caso como un conflicto de deberes, no puede ser reconocido, por cuanto que el supuesto mal a evitar, consistente en una determinada solución de una crisis política por vías constitucionales, no pone a nadie en el deber o necesidad de evitarlo por medios violentos, ni puede afirmarse que aquella solución legal sea un mal, en el sentido de que implique privación cierta de bienes jurídicos, sino, a lo más, postergación justificada de intereses o aspiraciones políticas que, en el momento de ser apreciados en la solución de la crisis, no habían conquistado la extensión e intensidad necesarias para predominar en el juego de las fuerzas de aquella clase, que tiene además modos legales de manifestarse y de adquirir la supremacía política, supuesto necesario para la implantación legal del régimen que propugnan; y por cuanto que la excitación por parte de la opinión pública catalana, que, al igual que su afín del resto de España, manifestara su protesta contra la solución de la crisis de Octubre, no representaba una fuerza de presión de mediana intensidad siquiera, ya que, aun contando con el estímulo que para ellas representaba su coincidencia con el criterio del Consejo de la Generalidad, fue reducida en breve plazo por la actuación de escasas fuerzas del Ejército, que, aparte de los incidentes de primera hora, no tuvieron ya que intervenir con la energía y violencia inherentes a su empleo específico.
Considerando que, por las razones anteriormente expuestas, en el presente caso no es de apreciar circunstancia alguna modificativa de la responsabilidad criminal:
Considerando que de todo delito o falta nace acción penal y puede surgir también acción civil, según los términos del artículo 100 de la ley de Enjuiciamiento criminal, como en efecto surgió en favor de cada uno de los lesionados por el delito de rebelión que ahora se sanciona, aunque el número de ellos no aparece en la causa ni ésta ofrece base bastante para fijar el importe de las indemnizaciones que se deban, y todos los interesados pueden hacer valer esa acción ante el Tribunal de Garantías; por lo que procede resolverles esa acción para que la ejerciten, si quieren, ante el Tribunal que corresponda:
Vistos, además de los citados, los artículos 1.º, 3.º, 11, 14, 19, 23, 27, 29, 31, 33, 49 y 111 al 114 del Código penal común; 237 y 238 del Código de justicia militar, y los artículos 142, 239 al 241, 741 y 742 de la ley de Enjuiciamiento criminal, y demás pertinentes y de general aplicación.
Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los procesados D. Luis Companys Jover, don Juan Bautista Lluhi Vallescá, don Martín Esteve y Guau, don Martín Barrera Maresma, don Pedro Zoilo Mestres Albert, D. Buenaventura Gassol Rovira y D. Juan Comorera Solé, como autores de un delito de rebelión militar, a la pena de treinta años de reclusión mayor, con las accesorias de interdicción civil durante el tiempo de la condena e inhabilitación absoluta, y al pago de las costas procesales en la proporción de una octava parte hasta el auto de apertura del juicio oral, y por séptimas partes las posteriores, siéndoles de abono, para el cumplimiento de la condena, todo el tiempo de prisión provisional sufrida[…]
Gaceta de Madrid.— Núm. 163, 12 Junio 1935, 2123-2131
Haz clic para acceder a A02123-02131.pdf
Blas
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Zapata dijo:
Quicio, muy acertado el comentario. Efectivamente, parece más importante la minoría que la inmensa mayoría. Esto ya lleva ocurriendo demasiado tiempo sobre todo cuando las proporciones antagónicas son abismales y una de ellas está por cumplir la ley. De todas maneras hay que tener en cuenta que tradicionalmente en la historia de la humanidad han sido las minorías lobo las que se han hecho con el poder de los corderos. La pregunta podría ser: ¿Por qué se permite la existencia de esas minorías que atacan el estado de derecho y tienen en su mismo origen una cierta violencia que se puede desatar en cualquier momento?
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Quesada dijo:
Zapata, se ve el poder de las minorías cuando los CDR actúan en la calle alentados por el subnormal de Torras. En España tenemos experiencia en la creación de monstruos que en un bucle lento pero efectivo acaban fagotizando al país.
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Ñañerías dijo:
Los que han puesto sobre el asfalto un par de cojones han sido los gitanos de Villarroja resistiendo el asedio del 1-0 y gritando ¡Viva España y la Guardia Civil! !Con cuatro cojones! Así se hace. Una demostración de patriotismo español que para si quisieran muchos. Enhorabuena.
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rev prensa dijo:
Portada ABC, hoy:
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rev prensa dijo:
La derecha gana en Quebec con un discurso antiinmigración y el separatismo se hunde
https://elpais.com/internacional/2018/10/02/america/1538443133_427720.html
Quebec giró este lunes a la derecha y se alejó del independentismo. La Coalición Avenir Quebec (CAQ), una formación conservadora fundada hace siete años, logró una holgada victoria que acaba con la hegemonía del Partido Liberal y atesta un durísimo correctivo al Partido Quebequés (PQ), que ha abanderado históricamente la ruptura con Canadá y ahora cae de segunda a cuarta fuerza parlamentaria. El futuro primer ministro es François Legault, un empresario nacionalista que en el pasado fue independentista pero ahora es contrario a la secesión. En las primeras elecciones en casi cinco décadas no marcadas por la cuestión independentista, Legault ha logrado capitalizar la ola de hartazgo con los liberales, que se desploman, y presentarse como un gestor eficiente mientras ha encendido el discurso identitario al prometer restringir la llegada de inmigrantes y hacer un examen para determinar si un extranjero puede quedarse en la región francófona.
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Sagrada Santimonia dijo:
Toda esta locura se finalizaría gobernando VOX
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