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‘El blues del autobús’ [1982]. Interpretado Miguel Ríos en su versión de 2011, de su ábum ‘Bye Bye Ríos: Rock Hasta el Final‘. Compuesto por el propio cantante, V. M. San José, T. Gómez y C. Narea . ♪♪ ♫ José G.

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La conversación de Jordi Évole con Pedro Sánchez en la Sexta [301016; completa]

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Cataluña, P Vasco y ‘el resto’

Lo primero que debería hacer la Gestora del PSOE es apartar de cualquier cargo parlamentario a los diputados saltarines, sean o no del partido.

Seguidamente, prohibir la entrada de las ‘independientes’ el la sede del partido, a fin de que su conciencia no se contamine.

A continuación, abrir expediente a ZPedro por haber dejado al PSOE sin posibilidad de sustituirle en el escaño antes de la votación.

Acto seguido, abrirle otro expediente por las falsedades divulgadas, por su manifiesta indisciplina para con la Gestora y con el Comité Federal. Después, iniciarle otro expediente por abrir una campaña de falsas ‘primarias’, ya que todavía no han sido convocadas.

Y así, uno tras otro a medida que, con su conocida cortedad, la vaya cagando, es decir, todos los días. Ah, y que si quiere organizar una corriente y todavía no ha sido expulsado, tendrá que pasar por cumplir los estatutos.

Como final de fiesta, volver al protocolo inicial de unidad PSOE-PSC, suscrito por A. Guerra y R. Obiols en 1978, en el que lo que figura es que el segundo participe en la casa del primero para, participando, asumir los criterios de política estatal. Y como no lo ha hecho, no volverle a invitar, de modo que el PSC tenga en el PSOE la misma influencia que ha tenido a lo largo de estos años el PSOE en el PSC, es decir, ninguna.

Así, de paso, se eliminaría de raíz los 23 independentistas del Iceta que, oh casualidad, apoyaron en bloque a ese indivíduo que le dijo ayer a Évole que España es una nación de naciones que, por lo visto, son tres: Cataluña, P Vasco y ‘el resto’.

EQM

pd. Espero que la gira proselitista por carretera de ZPedro y sus psoemitas dure, por el bien de España, lo que un caramelo en la puerta de un colegio.

Y también espero que los medios desnaturalizados por acumulación de basura no lleven a efecto su cotidiana tendencia a convertir a tal tipo de sujetos en rentable tertuliano de continuidad, en permanente promoción de su discurso desintegrador y surrealista. Bastante daño le han hecho ya al país con el coletas. Quiero creer que ni siquiera Rajoy caerá en la tentación de acabar de destrozar el PSOE permitiéndo que el predicador por ‘las Españas’ tenga más audiencia que la irremediable.

Que conste, también, que la actuación de Jordi Évole me resulta cada vez más corrompedora de una sociedad que lleva ya demasiado tiempo huérfana de tabla de valores colectivos.

ulises-em-311016Ilustración de ‘Ulises‘ [México, 1963] en El Mundo, 311016.

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Periodismo de frenada

Federico J. Losantos en El Mundo, 311916.

Si la Transición salió bien fue porque nadie quería jugar a la guerra civil, porque el franquismo fue generoso y el PCE, inteligente, o al revés, y porque los medios de comunicación tenían claro de qué lado debía estar la Prensa y aquella radio que salía del Parte de Radio Nacional y se convirtió con Martín Ferrand (Hora Cero), Antonio Herrero (El Primero de la Mañana) y los creadores de programas-río como Luis del Olmo y Encarna Sánchez, que combinaban información, opinión y entretenimiento, en el medio más importante en la formación de opinión pública. José María García en la noche del 23-F fue el símbolo de ese medio que muchos dieron por telemuerto y que ha sido clave en la defensa del régimen constitucional.

Ya no lo es. Tampoco la Prensa de papel, y menos aún la televisión. Si en esta legislatura corre serio peligro el régimen constitucional -y lo corre- no es sólo porque Rajoy siga apostando, como estos últimos años, por aliarse con Podemos para romper el PSOE y hundir a Ciudadanos sino por otra razón: hay una nueva generación de periodistas que, por costumbre o conveniencia, no se toma en serio la libertad, la democracia y la Nación española. Ya sé que no todos son así, pero esa es la tendencia dominante.

Repásense las críticas a las jornadas de Investidura y se verá cómo la mayoría, archiprogre y famélica en Historia de España, se esfuerza en quitarle importancia al desprecio que contra la sede de la soberanía nacional y las víctimas de la ETA mostraron rufianes, paraetarras y podemitas, cuya triple alianza simbolizó el saludo machote del bildutarra, Iglesias y Rufián. La cobarde parálisis de la presidenta del Congreso protegiendo la coz y no a los coceados por rufianes, podematones y euskomatones apenas recibe atención, salvo para exculparla.

Ayer, un titular de El País al estilo graciosete de TV3 resumía perfectamente ese periodismo que tiende a banalizar el mal, siempre que el mal -digo, el disculpable error- sea de Izquierda, separatista o proetarra: «Rufián se pasó de frenada».

Vamos, que el portavoz del partido aliado con los Pujol y ovacionado por podemitas y proetarras no hizo realmente nada malo, sólo que no lo hizo del todo bien.

Esto es el periodismo de frenada: un freno a la posible indignación de la sociedad contra un matonismo político que, en el fondo, le pone.



 

diputadasLa militancia, en sentido estricto, está formada por el sanchismo más cerril, como las dos de arriba, que ni siquiera son afiliadas. [del texto de Santiago González en su blog, 311016]

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La militancia, «qu’est-ce que c’est»

Santiago González en El Mundo, 311016.

Walter Burns, el gran Matthau, decía en Primera Plana: «No se puede enganchar un purasangre a una carreta; no estaría en su ambiente». El problema en el PSOE es justo el contrario, que tratan de competir en las carreras de Ascot a lomos de una mula. Mi Maturana, un histórico, lo explicaba en términos adecuados, soslayando la incómoda metáfora semoviente: «No se puede colocar al frente del partido a un cabo con aspiraciones de general».

El cabo Sánchez entonó el sábado su discurso de renuncia al acta de diputado. En apenas 11 minutos de intervención, incluyendo los pucheros, invocó siete veces a la militancia, gran dislate por partida doble. La militancia es concepto que no se cae de la boca a los socialistas del no, desde Sánchez a Borrell, desde Miquel Iceta y Meritxell, mi Meritxell, hasta las que ni siquiera eran afiliadas, como Zaida y Margarita.

El PSOE no ha sido nunca, pero es que nunca, un partido de militantes, sino de afiliados. Cualquiera que haya visitado una Casa del Pueblo ha podido comprobarlo in situ. La invocación de la militancia es un resabio de partidos leninistas sin capacidad descriptiva. El PCE dejó de serlo en 1978. Los militantes en sentido estricto eran los liberados, a los que mi secretario general de entonces, Ramón Ormazábal, se refería con circunloquio eufemístico; «los funcionarios de la Revolución», decía con impactante oxímoron, aparte de llamar «revolución» a lo del PCE de entonces, que esa era otra.

Dentro de nueve días van a celebrarse en EEUU las presidenciales. Imaginen a Clinton y Trump dirigiéndose a los militantes demócratas y republicanos. Supongo que la analogía entre el sistema electoral americano y el nuestro les parecerá improcedente a algunos, pero no debe de serlo tanto; es a ellos a quienes debemos la modernez de las primarias, que el PSOE, Posemos y C’s han adoptado con la fe del carbonero. No recuerdo haber oído a Merkel o a Sigmar Gabriel, dirigirse los militantes de la CDU o el SPD. ¿Hollande invocando a la manera del divino marqués, militantes, un esfuerzo más para poder ser republicanos?

En realidad, la militancia –qu’est-ce que c’est ce merdé, preguntaban en el Louvre, la revolución de octubre, qu’est-ce que vous avez, pensé-, es la piedra angular de lo que ese admirable presidente de la gestora dijo con su aire inmutable de asturiano mineral: «Mi partido está podemizado». El concepto es leninista, la militancia como vanguardia, la punta de lanza de la revolución, la puntita nada más. Los partidos en democracia se construyen con afiliados y votantes, nada muy épico: la llamada a deshoras es la del lechero.

La clave es la hinchazón retórica y conceptual. Como cuando sustituyen a los ciudadanos por el pueblo. Habrá que ver ese recorrido que Sánchez va a hacer por España de punta a punta, con la idea de Forrest Gump, y la locomoción de Thelma y Louise, o sea, su coche. Cuidado, Pedro, cuando llegues al Tajo de Ronda, que está muy hondo. ¿Cómo no entender la melancolía de Felipe? Échale un par en el 79, torciendo la mano al 28º Congreso para obligar al partido al abandono del marxismo, y ver que tantos años después se te hace leninista. Pienses lo que pienses de Marx, tiene que ser humillante que tu partido lo haya cambiado por Laclau o Sisek.

La vieja Herri Batasuna supo distinguir a la militancia de la votancia. Una de sus campañas a finales de los años 80 tenía como lema: «Muchos han dado y siguen dando su vida por la liberación nacional y social de Euskadi. Tú puedes darnos tu voto».

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El PSOE ha muerto. ¡Viva el Partido Sanchista Obrero Español!

Nacho Cardero en El Confidencial, 311016.

El partido socialista tiene un nuevo mesías. A tenor de sus palabras ayer en ‘Salvados’, Pedro Sánchez se erige como el Pablo Iglesias del siglo XXI, un político que se ha tenido que caer del caballo (Alierta, los bancos y el grupo Prisa le apearon del jamelgo, vino a confesar a Jordi Évole) para tener la visión de lo que debe ser la izquierda en este país, un partido socialista que “trabaje codo con codo” con Podemos y converse sin tabúes con los independentistas. El PSOE ha muerto. Viva el nuevo Partido Sanchista Obrero Español.

A última hora del 29 de octubre de 2016, el día más negro del PSOE, la imagen del Congreso dejaba un reguero de víctimas socialistas mutiladas ideológicamente, “rostros de abatimiento, de devastación, ojos vidriosos, miradas huidizas, ganas de huir del hemiciclo y del patio del Congreso”, relataba Juanma Romero desde la Cámara Baja. Quizá por la proximidad del Día de Difuntos, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, aventuraba que los fundadores del PSOE se estarían revolviendo en sus tumbas, “nunca más vuelvan a decirse socialistas, nunca más vuelvan a decir obreros, traidores es el único nombre que merecen”.

Pero más que las declaraciones de pillos y rufianes, lo que de verdad podría remover el espíritu de los padres fundadores fue la entrevista de ayer de Évole a Pedro Sánchez, una ristra de comentarios que por su tono poco conciliador y por venir de quien venían, un exsecretario general, dolían más que las de ERC. Sobre todo en lo referente al tema catalán, cuando reconoció que estuvo negociando el derecho a decidir y que España es una nación de naciones, tirando de esta forma la Declaración de Granada directamente a la basura.

En un alarde de temeridad, Sánchez puso sus mentiras negro sobre blanco, admitiendo que había seguido una estrategia a espaldas de partido y conversado con Podemos, que ya no es un partido populista sino una formación “de la que el PSOE tiene mucho que aprender”. Igual que hiciera en su comparecencia del sábado, deslegitimó a la gestora socialista salida del ‘golpe de los coroneles’ del 1 de octubre, la conminó a convocar un congreso urgentemente para dar voz a la militancia y anunció con tono provocador la futura refundación del PSOE.

Fue más allá de lo que jamás se hubiera atrevido Felipe González, acaso el principal referente (y casi el único) que le queda a la mitomanía socialista. Ayer, Sánchez hizo ademán de derrumbar la estatua erigida en honor del expresidente del gobierno con la soga de la militancia (“Felipe González ya no es Dios. Muchos militantes socialistas no nos vemos reflejados en él”) y rubricó la creación de un movimiento propio dentro del PSOE (“Tengo ganas, voluntad y fuerza para volver a ser secretario general […]. Lo de presentarme a candidato en primarias tendré que consultarlo con las bases”).

Al igual que el guerrismo convivió durante años con la dirección efectiva del partido, exhibiéndose como una corriente interna clave para la evolución del PSOE tras la instauración de la democracia, ayer quedó oficialmente inaugurado el sanchismo. Empezó con la renuncia del acta, luego con la escenificación de división del grupo parlamentario socialista y los quince ‘noes’ que se saltaron la disciplina de voto, y finalmente con la entrevista en LaSexta.

Que Sánchez abandere esta corriente homónima, no significa obligatoriamente que vaya a ser candidato. De hecho, algunos de los ‘noes’ de la bancada socialista que se escucharon el sábado en el Congreso y mostraron su adhesión al antiguo jefe, censuran su comportamiento al considerar “inoportunas” tanto su intervención previa a la investidura como la entrevista televisiva, y se decantan ‘sotto voce’ por un nombre que no esté marcado por la guerra fratricida.

Este nombre no necesariamente tiene que ser el de Patxi López, aunque es el que más suena por su pericia para tender puentes. Algunos lo sitúan en esa tercera vía componedora de la que hablaba Gonzalo López Alba en este diario. No obstante, hay otros que están, pero todavía no se dejan ver.

Igual que resulta probable que Pedro no sea finalmente el candidato del sanchismo, es también igual de probable que Susana Díaz no lo sea de la corriente oficialista. La presidenta andaluza tiene la firme convicción, y la fuerza, para convertirse en la próxima secretaria general del partido. Ahora bien, hay muchos socialistas -cada vez más según lo visto estos días- que van a trabajar duro dentro y fuera del Congreso para que fracase en su intento. Pedro Sánchez es el que más a fondo se va a emplear en este cometido.

El exsecretario general puso a Díaz en el centro de la diana y la acusó explícitamente de ser la causante de su caída en desgracia. También señaló a Javier Fernández, presidente de la gestora, quien el sábado, desde el alcor de invitados del Congreso de los Diputados, codo con codo con Núñez Feijóo, contemplaba cual general que acude a una batalla perdida de antemano cómo el partido era asaeteado hasta la humillación por propios y extraños.

De Fernández dijo que la abstención en bloque puso a los diputados socialistas en un dilema, “que era innecesario por parte de la gestora” porque en verdad esa medida iba directamente contra él, que “lo único que pretendía era ponerme en una situación insostenible” y obligarme a salir del Congreso, como así sucedió. “Deben reflexionar y convocar un congreso en cuatro o cinco meses”, les instó como si todavía mandara en Ferraz. Mientras tanto, mientras unos y otros discuten si son galgos o podencos, el PSOE sigue fracturándose en múltiples pedazos como figuritas de barro. Y Rajoy contemplando el espectáculo desde Moncloa.

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Notas.-

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